Seminario
Lección 6: Moisés 1:1–23


Lección 6

Moisés 1:1–23

Introducción

El Señor habló con Moisés cara a cara y le mostró una visión de la Tierra y sus habitantes. Después, Moisés tuvo una confrontación con Satanás. Esta lección trata Moisés1:1–23. El resto de Moisés 1 se tratará en la siguiente lección.

Sugerencias para la enseñanza

Moisés 1:1–11

Dios le habla a Moisés cara a cara, y éste ve la gloria de Dios

Antes de la clase, escriba lo siguiente en la pizarra: Soy…

Pida a los alumnos que escriban una o dos oraciones en el cuaderno de apuntes o el diario de estudio de las Escrituras que sirvan para describir quiénes son. Después invítelos a compartir lo que hayan escrito con otro alumno. Invite a algunos alumnos a compartir con la clase lo que hayan escrito.

  • ¿De qué manera lo que pensamos sobre nosotros mismos influye en nuestra conducta?

Muestre una lámina de Moisés (véase Los Diez Mandamientos, Libro de obras de arte del Evangelio, 2009, Nº 14; véase también LDS.org); y pregunte a los alumnos qué saben sobre Moisés y su vida. Quizás deba explicar que Moisés era israelita (parte del pueblo del convenio de Dios) de nacimiento, pero que fue adoptado por una familia real egipcia. Con el tiempo, tuvo que huir de Egipto y dejar a las personas que lo habían criado.

  • Considerando su procedencia, ¿cómo podría haberse descrito Moisés a sí mismo en ese momento de la vida?

Invite a varios alumnos a turnarse para leer en voz alta Moisés 1:1–6, y pida a la clase que acompañe la lectura en silencio y que determine lo que Moisés aprendió acerca de Dios y de sí mismo. Antes de que los alumnos comiencen a leer, quizás desee recordarles que el libro de Moisés se recibió como parte de la Traducción de José Smith del Antiguo Testamento. La Traducción de José Smith contiene revisiones inspiradas y verdades restauradas. Por ejemplo, en Moisés 1, el Señor reveló experiencias de la vida de Moisés que, debido a la iniquidad del mundo, no se encuentran en el libro de Éxodo (véase Moisés 1:23). Si lo desea, explique también que en Moisés 1, Jesucristo habla en nombre del Padre Celestial. La autoridad para hablar en nombre del Padre Celestial se denomina investidura divina de autoridad.

  • ¿Qué aprendió Moisés sobre Dios?

  • ¿Qué aprendió Moisés sobre sí mismo que nos ayuda a comprender quiénes somos? (Es posible que los alumnos utilicen otras palabras, pero deben reconocer el siguiente principio: Somos hijos del Padre Celestial. Si lo desea, escriba esa doctrina en la pizarra.)

  • ¿Qué efecto creen que habrá tenido en Moisés saber que era hijo de Dios?

A fin de ayudar a los alumnos a entender y sentir la importancia de la doctrina de que ellos son hijos del Padre Celestial, haga las preguntas siguientes:

  • ¿Qué significa para ti saber que eres hijo del Padre Celestial?

  • ¿Qué experiencias te han ayudado a saber que eres hijo del Padre Celestial?

  • ¿De qué manera influye ese conocimiento en la forma en que te ves a ti mismo? ¿Cómo influye en la forma en que ves a los demás?

  • ¿De qué modo el recordar que somos hijos del Padre Celestial puede ayudarnos a tomar mejores decisiones a diario?

Invite a un alumno a leer en voz alta la siguiente declaración del presidente Dieter F. Uchtdorf, de la Primera Presidencia:

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President Dieter F. Uchtdorf

“Ustedes son divinos: más hermosos y gloriosos de lo que puedan imaginarse. Este conocimiento lo cambia todo. Cambia su presente, puede cambiar su futuro y puede cambiar el mundo…

“Gracias a la palabra revelada de un Dios misericordioso… han podido sentir la gloria eterna de ese espíritu divino que forma parte de ustedes. “Ustedes no son seres comunes, mis queridos jóvenes amigos de todo el mundo; ustedes son gloriosos y eternos…

“Es mi ruego y bendición que, cuando vean su reflejo, vean más allá de las imperfecciones y dudas, y que reconozcan quiénes son en realidad: hijos e hijas gloriosos del Dios Todopoderoso” (véase“El reflejo en el agua”, Charla fogonera del Sistema Educativo de la Iglesia para los Jóvenes Adultos, 1º de noviembre de 2009; LDS.org>).

Pida a los alumnos que lean la descripción que hicieron de sí mismos al comenzar la clase. Invítelos a escribir una o dos oraciones más que expliquen lo que significa para ellos saber que son hijos de Dios y el modo en que recordar esa verdad puede ayudarlos.

Invite a un alumno a leer Moisés 1:7–8 en voz alta, y pida a los de la clase que sigan la lectura en silencio para saber lo que el Señor le mostró a Moisés. Pida a los alumnos que den un informe de lo que hayan encontrado.

Pida a un alumno que lea en voz alta Moisés 1:9–11 mientras la clase acompaña la lectura en silencio para determinar lo que Moisés notó después que la presencia de Dios se apartó de él.

Para ayudar a los alumnos a comprender el versículo 11, quizás deba explicar que era necesario que Moisés fuese transfigurado a fin de poder estar en la presencia de Dios en su condición mortal. La transfiguración es un cambio temporario en la apariencia y naturaleza de las personas a fin de que puedan soportar la presencia y la gloria de los seres celestiales (véase Guía para el Estudio de las Escrituras, “Transfiguración”; scriptures.lds.org).

  • ¿Qué aprendió Moisés sobre sí mismo después que la presencia de Dios se hubo apartado de él?

  • Aunque Moisés aprendió que, comparado con Dios, el hombre no es nada, ¿qué evidencia tenemos de que somos de gran importancia para el Padre Celestial?

Moisés 1:12–23

Satanás tienta a Moisés para que lo adore

Si lo desea, escriba la siguiente pregunta en la pizarra e invite a los alumnos a apuntar sus respuestas a medida que analicen Moisés 1:12–23:

  • ¿Cómo resistió Moisés a Satanás?

Pida a un alumno que lea en voz alta Moisés 1:12, y pida a la clase que siga la lectura en silencio y que determine lo que sucedió después de la experiencia espiritual que tuvo Moisés.

  • ¿Cómo llamó Satanás a Moisés?

  • ¿Por qué creen que Satanás quería que Moisés pensara en su origen terrenal en lugar de su origen celestial? (Satanás no quería que Moisés se considerara hijo de Dios ni desea que nosotros creamos que somos hijos de Dios.)

  • ¿De qué manera Satanás y otras personas nos tientan para que nos consideremos menos que hijos o hijas de Dios?

Invite a algunos alumnos a turnarse para leer en voz alta Moisés 1:13–15 y pida a la clase que determine cuál fue la reacción de Moisés frente al intento de Satanás de engañarlo. Pida a los alumnos que comenten lo que hayan encontrado.

  • ¿De qué modo empleó Moisés la experiencia espiritual que había tenido anteriormente con Dios para detectar el engaño de Satanás?

  • ¿Qué aprendemos de Moisés en cuanto a lo que podemos hacer cuando Satanás trata de engañarnos? (Aunque lo expresen con diferentes palabras, los alumnos deben reconocer el siguiente principio: Podemos resistir los engaños de Satanás al recordar las experiencias espirituales que hayamos tenido y al confiar en ellas.)

Para ayudar a los alumnos a comprender el modo en que las experiencias espirituales que hemos tenido nos fortalecen, invite a un alumno a leer la siguiente declaración del élder Jeffrey R. Holland, del Quórum de los Doce Apóstoles:

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Elder Jeffrey R. Holland

“En momentos de temor o duda, o en tiempos de dificultad, mantengan la fe que ya han cultivado, a pesar de que esa fe sea limitada … Cuando lleguen esos momentos y surjan los problemas, y la resolución de esos problemas no sea inmediata, aférrense al conocimiento que ya tienen y manténganse firmes hasta que reciban más conocimiento … La cantidad de fe que tengan o el grado de conocimiento que posean no es lo que importa; es la integridad que demuestren hacia la fe que ya tienen y hacia la verdad que ya conocen” (“Creo”, Liahona, mayo de 2013, pág. 94).

  • ¿Qué creen que signifique demostrar integridad hacia la verdad que ya conocen?

Para ayudar a los alumnos a reconocer otro principio presente en el relato, pídales que repasen el versículo 15 para determinar el modo en que Moisés pudo discernir entre Dios y Satanás.

  • ¿Qué nos enseña la experiencia de Moisés sobre cómo discernir entre el bien y el mal? (Los alumnos deben reconocer un principio semejante al siguiente: Cuando tenemos la compañía del Espíritu, somos más capaces de discernir entre el bien y el mal).

  • ¿En qué ocasiones les ha ayudado el Espíritu del Señor a discernir entre el bien y el mal?

Invite a un alumno a leer en voz alta Moisés 1:16–18, y pida al resto de la clase que siga la lectura en silencio para determinar los mandamientos que el Señor le dio a Moisés. Pida a los alumnos que indiquen lo que hayan encontrado. Quizás sea necesario que explique que invocar a Dios significa orarle.

Pida a los alumnos que lean Moisés 1:19–22 en silencio para conocer la forma en que se bendijo a Moisés por obedecer el mandamiento de invocar a Dios en el nombre del Hijo. (Si lo desea, sugiera a los alumnos que marquen en las Escrituras cada vez que Moisés invoca a Dios.)

  • Según el versículo 20, ¿qué recibió Moisés al clamar a Dios? ¿Qué pudo hacer Moisés con la fuerza que recibió de Dios?

Pregunte a los alumnos qué principios podemos aprender en esos versículos. Si lo desea, pida a los alumnos que anoten los principios en la pizarra. Pida a algunos alumnos que compartan con el resto de la clase los principios que hayan hallado. Aunque los alumnos empleen otras palabras, deben reconocer un principio parecido al siguiente: Si somos fieles e invocamos a Dios, recibiremos fuerza para vencer la influencia de Satanás.

  • ¿De qué modo invocar a Dios en el nombre del Hijo puede ayudarte a reconocer y resistir las tentaciones de Satanás? (Véase Alma 37:33).

Pida a los alumnos que repasen las doctrinas y los principios que hayan hallado en Moisés 1. Después pídales que piensen en los acontecimientos, actividades y charlas en las que participarán y las decisiones que tomarán durante el resto del día. Apunte las siguientes preguntas en la pizarra y pida a los alumnos que escriban sus respuestas en el cuaderno de apuntes o en una hoja de papel que puedan llevar consigo como recordatorio de su decisión de mejorar:

¿En qué situaciones podría serles necesario recordar y actuar hoy de acuerdo con alguno de los principios o doctrinas que aprendieron en Moisés 1?

¿De qué manera puede beneficiarles el recordar y actuar de conformidad con ese principio o doctrina?

Para concluir la lección, comparta su testimonio sobre los principios que han analizado hoy.

Comentarios e información de contexto

Moisés 1:1–6. El Padre Celestial autorizó a Jesucristo a hablar en Su nombre

En 1916, la Primera Presidencia publicó una declaración doctrinal titulada “El Padre y el Hijo”. En dicho documento se describe cómo y por qué a Jesucristo se le llama el Padre en las Escrituras, y de qué modo Él habla con frecuencia en el nombre de nuestro Padre Celestial, en primera persona, como si Él fuera el Padre:

“En todos sus tratos con la familia humana, Jesús el Hijo ha representado y representa a Elohim, el Padre, en poder y autoridad … El Padre puso Su nombre sobre el Hijo; y Jesucristo habló y ministró en nombre del Padre y por Él; y en lo que respecta a potestad, autoridad y divinidad, Sus palabras y acciones fueron y son las del Padre” (“Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Joseph F. Smith”, 1999, 2000, pág. 385).

El presidente Joseph Fielding Smith describió más ampliamente la función de Jesucristo al brindar revelación al género humano y al hablar como el Padre:

“Toda revelación desde la Caída ha venido por medio de Jesucristo, quien es el Jehová del Antiguo Testamento. En todos los pasajes en los que se menciona a Dios y en los que se habla de su manifestación, se habla de Jehová. Fue Jehová quien habló con Abraham, con Noé, con Enoc, con Moisés y con todos los profetas … El Padre nunca trató directa o personalmente con el hombre después de la Caída, y nunca se ha mostrado a no ser para presentar y dar testimonio del Hijo…

“Al dar revelaciones a veces nuestro Salvador habla por sí mismo; en otras ocasiones habla por el Padre y en el nombre del Padre, como si El fuese el Padre aunque es Jesucristo, nuestro Redentor quien da el mensaje” (Doctrina de Salvación, comp. por Bruce R. McConkie, 3 tomos, 1978, tomo I, pág. 25).

Señale que en José Smith — Historia 1:17–20 hay un ejemplo en el que el Padre se manifiesta “para presentar y dar testimonio del Hijo”. Además, cuando se bautizó Jesucristo, el Padre habló desde los cielos y dio testimonio del Hijo (véase Mateo 3:13–17).

Moisés 1:6. “Mi Unigénito es y será el Salvador”

Uno de los títulos de Jesucristo es el Hijo Unigénito de Dios. Dios es el Padre de los espíritus de todo el género humano, pero Jesucristo es la única persona que ha nacido en el mundo como el literal Hijo de Dios en la carne. Puesto que Jesucristo nació de una madre mortal, tenía la capacidad de experimentar la vida terrenal, incluso la muerte. Puesto que nació de un Padre inmortal, tenía poder sobre la muerte (véase Juan 10:17–18). Ese poder le permitió a Jesucristo llevar a cabo Su divina misión a favor de todo el género humano.

Moisés 1:13. “Porque, he aquí, yo soy un hijo de Dios”

El élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce Apóstoles, enseñó la importancia de definirnos a nosotros mismos como hijos e hijas de Dios:

“Tengan cuidado de cómo se definen a ustedes mismos; no se describan ni se definan a ustedes mismos valiéndose de alguna cualidad temporal. La única y mera cualidad que debe caracterizarnos es que somos hijos o hijas de Dios. Ese hecho trasciende todas las demás características, incluso raza, ocupación, características físicas, honores o aun afiliaciones religiosas…

“Tenemos nuestro albedrío y podemos escoger cualquier característica que nos defina. No obstante, hemos de saber que cuando elegimos definirnos a nosotros mismos o presentarnos mediante alguna característica que sea temporal o trivial desde una perspectiva eterna, restamos importancia a lo que es más importante acerca de nosotros y damos demasiada importancia a lo que es relativamente irrelevante. Eso puede llevarnos por el camino equivocado y entorpecer nuestro progreso eterno” (“How to Define Yourself”, New Era, junio de 2013, pág. 48).