Estudio doctrinal
Comunicación
Los verdaderos discípulos de Jesucristo procuran seguir Su ejemplo en la forma de comunicarse con los demás. Su comunicación, verbal y no verbal, debe ser amable, compasiva y servicial, y debe reflejar el amor que sienten por los hijos del Padre Celestial y el conocimiento de que todos somos hermanos y hermanas.
Reseña
Los verdaderos discípulos de Jesucristo procuran seguir Su ejemplo en la forma de comunicarse con los demás. Su comunicación, verbal y no verbal, debe ser amable, compasiva y servicial, y debe reflejar el amor que sienten por los hijos del Padre Celestial y el conocimiento de que todos somos hermanos y hermanas.
El élder L. Lionel Kendrick, de los Setenta, enseñó:
“La comunicación cristiana se expresa en un tono de amor, no de estruendo; se da a conocer para que sea útil, no dañina; es un nexo que nos une, en lugar de apartarnos; y tiende a edificar y no a denigrar.
“Esta comunicación es una expresión de afecto, no de enojo; de la verdad, no de mentiras; de compasión, no de contención; de respeto, no de burla; de consejo, no de crítica; de corrección, no de condenación. Se expresa claramente y no de manera confusa. Puede ser tierna o severa, pero siempre debe ser moderada.
“El verdadero desafío que afrontamos al comunicarnos con los demás es preparar nuestro corazón para que tenga sentimientos como los de Cristo por todos los hijos del Padre Celestial. Cuando lleguemos a sentir ese interés por el bienestar de nuestros semejantes, nos comunicaremos con ellos como lo haría el Salvador, y entonces calmaremos el corazón de los que quizás sufran en silencio. Al encontrar a personas con necesidades especiales a lo largo de la vida, podremos iluminar su jornada con las palabras que les digamos.
“El comunicarnos en el nivel en el que Cristo lo haría nos ayudará a entablar buenas relaciones y terminará por llevarnos a salvo de regreso a nuestro hogar celestial. Ruego que podamos atesorar el don divino de la comunicación y emplearlo prudentemente para edificar y ayudar a los demás en esta maravillosa jornada terrenal” (véase “Comuniquémonos como Cristo lo haría”, Liahona, enero de 1989, pág. 27).
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Ted Hindmarsh, “Un oído presto a escuchar”, Liahona, abril de 1995
William G. Dyer, “Es posible lograr que los adolescentes hablen”, Liahona, noviembre de 1995