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Perdón


“Perdón”, Temas y preguntas, 2023

una mujer abrazando a un hombre

Reseña

Perdón

Perdonar es un atributo divino. Consiste en exonerar o disculpar a alguien de la culpa por una ofensa o un delito. Las Escrituras se refieren al perdón de dos formas. El Señor nos manda arrepentirnos de nuestros pecados y procurar Su perdón. También nos manda perdonar a los que nos ofendan o hagan daño.

Buscar el perdón del Señor

El pecado es una carga pesada. Conlleva la tensión de la culpa y la angustia de saber que hemos obrado en contra de la voluntad de nuestro Padre que está en los cielos. Lo acompaña un remordimiento persistente al darnos cuenta de que, debido a nuestras acciones, podemos haber herido a otros y habernos privado de recibir las bendiciones que nuestro Padre está dispuesto a darnos.

Gracias a la Expiación de Jesucristo, podemos recibir el perdón de nuestros pecados mediante un arrepentimiento completo y sincero. El pecado acarrea sufrimiento y dolor, mas el perdón del Señor brinda alivio, consuelo y dicha. El Señor ha prometido:

“He aquí, quien se ha arrepentido de sus pecados es perdonado; y yo, el Señor, no los recuerdo más”.

“Aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana”.

Podemos experimentar ese milagro, ya sea que tengamos que arrepentirnos de pecados graves o de debilidades cotidianas. Así como el Salvador exhortó al pueblo en la antigüedad, nos exhorta hoy en día:

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.

“Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas.

“Porque mi yugo es fácil y ligera mi carga”.

“¿No os volveréis a mí ahora, y os arrepentiréis de vuestros pecados, y os convertiréis para que yo os sane?

“Sí, en verdad os digo que si venís a mí, tendréis vida eterna. He aquí, mi brazo de misericordia se extiende hacia vosotros; y a cualquiera que venga, yo lo recibiré; y benditos son los que vienen a mí”.

Perdonar a los demás

Además de procurar el perdón de nuestros propios pecados, debemos estar dispuestos a perdonar a los demás. El Señor dijo: “Debéis perdonaros los unos a los otros; pues el que no perdona las ofensas de su hermano, queda condenado ante el Señor, porque en él permanece el mayor pecado. Yo, el Señor, perdonaré a quien sea mi voluntad perdonar, mas a vosotros os es requerido perdonar a todos los hombres”.

En las circunstancias cotidianas de la vida, es indudable que otras personas nos agraviarán; a veces de forma inocente y a veces de forma intencional. Es fácil resentirse, enojarse o volverse vengativo en esas situaciones, pero esa no es la manera del Señor. El Salvador nos aconsejó así: “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen”. Él nos dio el ejemplo perfecto de perdón cuando estaba en la cruz. Hablando de los soldados romanos que Lo habían crucificado, oró diciendo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.

Debemos orar para pedir fortaleza para perdonar a los que nos hayan agraviado y debemos despojarnos de los sentimientos de enojo, amargura o venganza. Asimismo, debemos buscar lo bueno en los demás en vez de centrarnos en sus defectos y exagerar sus debilidades. Dios será quien juzgue las acciones dañinas de los demás.

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