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Tentación


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José huye de la esposa de Potifar

Estudio doctrinal

Tentación

La tentación es una prueba de la capacidad de las personas para escoger el bien en lugar del mal. Es una incitación a pecar y seguir a Satanás en lugar de a Dios. Una parte importante de la experiencia de esta vida es aprender a vencer la tentación y escoger el bien en lugar del mal.

Reseña

La tentación es una prueba de la capacidad de las personas de escoger el bien en lugar del mal. Es una incitación a pecar y seguir a Satanás en lugar de a Dios. Parte de la experiencia de esta vida es aprender a vencer la tentación y escoger el bien en lugar del mal. La revelación moderna nos indica que Satanás no tiene el poder de tentar a los niños pequeños hasta que comienzan a ser responsables de sus actos (véase Doctrina y Convenios 29:47).

Desde la caída de Adán y Eva, la gente ha tenido la inclinación de dejarse llevar por los deseos del mundo y de sucumbir ante los apetitos y las pasiones. Esta vida se ha dado como un tiempo en el cual los hijos de Dios puedan aprender a utilizar su albedrío para vencer la tentación y escoger seguir a Jesucristo por su propia voluntad.

Los últimos días en los que vivimos son “tiempos [particularmente] peligrosos” (2 Timoteo 3:1). La influencia del adversario está muy extendida y es seductora. Satanás trata de engañarnos y de hacer que el pecado parezca algo atrayente, pero cada uno de nosotros puede derrotar a Satanás y vencer la tentación. Todas las personas tienen el don del albedrío: la facultad de escoger el bien en lugar del mal. Quienes se humillen ante Dios y oren continuamente para fortalecerse “no se[rán] tentados más de lo que p[ue]d[an] resistir” (Alma 13:28). Conforme obedezcan los mandamientos voluntariamente, nuestro Padre Celestial los fortalecerá para que resistan la tentación.

Los siguientes principios ayudan a vencer la tentación:

Centrar nuestra vida en el Salvador. El profeta Helamán aconsejó a sus hijos: “… recordad, hijos míos, recordad que es sobre la roca de nuestro Redentor, el cual es Cristo, el Hijo de Dios, donde debéis establecer vuestro fundamento, para que cuando el diablo lance sus impetuosos vientos, sí, sus dardos en el torbellino, sí, cuando todo su granizo y furiosa tormenta os azoten, esto no tenga poder para arrastraros al abismo de miseria y angustia sin fin, a causa de la roca sobre la cual estáis edificados, que es un fundamento seguro, un fundamento sobre el cual, si los hombres edifican, no caerán” (Helamán 5:12).

Orar para pedir fortaleza. Cuando el Salvador resucitado se apareció a los nefitas, enseñó a la multitud: “… debéis velar y orar siempre, no sea que entréis en tentación; porque Satanás desea poseeros para zarandearos como a trigo. Por tanto, siempre debéis orar al Padre en mi nombre” (3 Nefi 18:18–19). En los últimos días, Él ha dado un consejo similar: “Ora siempre para que salgas triunfante; sí, para que venzas a Satanás y te libres de las manos de los siervos de Satanás que apoyan su obra” (Doctrina y Convenios 10:5).

Estudiar diariamente las Escrituras. Nefi enseñó que “quienes escucharan la palabra de Dios y se aferraran a ella, no perecerían jamás; ni los vencerían las tentaciones ni los ardientes dardos del adversario para cegarlos y llevarlos hasta la destrucción” (1 Nefi 15:24; véase también Helamán 3:29–30).

Llenar nuestra vida de bondad. Si nuestra vida está llena de cosas buenas, no habrá espacio para hacer el mal.

Evitar los lugares y las situaciones de tentación. Se deben evitar los lugares o las situaciones en los que probablemente existan tentaciones. También se debe evitar el material inapropiado que haya en las revistas, los libros, la televisión, el cine, la música y en internet.

Esforzarse por ejercer una buena influencia en los demás. Los discípulos de Jesucristo de los últimos días pueden estar en el mundo sin ser “del mundo” (véase Juan 17:14–18). Pueden esforzarse para influir en otras personas a fin de que vivan una vida buena y sana al dar ejemplo de rectitud, ser buenos amigos, prestar servicio en la comunidad y, cuando sea apropiado hacerlo, dejar que se escuche su voz en defensa de los valores morales.

Nunca vacilar en las decisiones de resistir la tentación. El Salvador “[s]ufrió tentaciones pero no hizo caso de ellas” (Doctrina y Convenios 20:22). Cuando Satanás tentó a Jesús en el desierto, el Señor nunca flaqueó. Su respuesta fue rápida y firme: “Vete de mí, Satanás” (Lucas 4:8). Santiago aconsejó: “… resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros” (Santiago 4:7–8).

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1 Corintios 10:13”, Liahona, febrero de 2017

¿Cómo puedo resistir la tentación?”, Liahona, diciembre de 2013

Preparémonos para resistir la tentación”, Liahona, julio de 2003

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