“Cuidar de los necesitados”, Temas y preguntas, 2023
Guía para el estudio del Evangelio
Cuidar de los necesitados
Podemos ser las manos de Dios para ayudar a los demás
¿Alguna vez ha pensado en todas las dificultades y el sufrimiento de las personas que le rodean?, y se ha preguntado: “Soy una sola persona, ¿qué bien puedo hacer?”. Tal vez sea una sola persona, pero aun así puede contribuir de gran forma al hacer cosas pequeñas y sencillas para ayudar a los necesitados. Se logra hacer mucho bien cada día cuando muchas personas ayudan donde pueden y como pueden.
Puede cuidar de los necesitados que le rodean al compartir su tiempo y sus talentos y al dar “de [sus] bienes […] al pobre, […] según lo que [tenga], tal como alimentar al hambriento, vestir al desnudo, visitar al enfermo, y ministrar para su alivio, tanto espiritual como temporalmente” (Mosíah 4:26).
¿Qué significa cuidar de los necesitados?
Cuidar de los necesitados significa ayudar a los demás temporal, espiritual y emocionalmente. Esto incluye “servir y ministrar a las personas, las familias y la comunidad; compartir los recursos con los necesitados […]; [y] ayudar a los demás a llegar a ser autosuficientes”. Atender las necesidades físicas puede suponer satisfacer las necesidades inmediatas, pero también puede implicar ayudar a las personas a ser más autosuficientes para que puedan satisfacer sus propias necesidades en el futuro. Atender las necesidades emocionales y espirituales incluye escuchar, sentir empatía y ayudar a otros a reconocer que el Padre Celestial y Jesucristo los aman. Como miembros de la Iglesia de Jesucristo, hacemos convenio de ministrar y ayudar a cuidar a quienes nos rodean.
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Sección 1
Dios nos manda amar y prestar servicio a los demás
Dios ama a todos Sus hijos y quiere bendecirlos. A menudo, la manera en que Dios bendice a Sus hijos es por medio del servicio que prestamos a los demás. De hecho, uno de los dos grandes mandamientos de Dios es amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (véase Marcos 12:28–34). Una de las maneras en que cumplimos este mandamiento es sirviéndonos el uno al otro y socorriendo a los que necesiten socorro (véase Mosíah 4:15–16).
En los templos del Señor, hacemos convenio de sacrificar y consagrar a Él todo lo que tenemos. Una manera de hacerlo es dando generosamente de nuestro tiempo y esfuerzos para ayudar a las personas que nos rodean. Al hacerlo, podemos establecer una relación más profunda con nuestro Padre Celestial y Jesucristo y llegar a ser más semejantes a Ellos.
El servicio no siempre es conveniente o fácil, pero podemos brindar consuelo y felicidad a los demás cuando los amamos y servimos, y al servir a los demás, podemos experimentar verdadero gozo y un sentido de propósito al hacer algo que realmente vale la pena.
Algo en qué pensar
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Si desea ayudar a los necesitados, pero no está seguro de cómo hacerlo, el mensaje del élder David A. Bednar titulado “En la senda de su deber” podría ayudarle. El élder Bednar enseñó: “Hermanos y hermanas perceptivos […] buscan a las personas que están solas en las reuniones de la iglesia y en otras situaciones y se sientan junto a ellas. Se esfuerzan constantemente por ‘consolar a los que necesitan de consuelo’ [Mosíah 18:9], sin expectativas de reconocimiento ni alabanza”. Podría repasar su mensaje y buscar maneras pequeñas y sencillas de servir a alguien necesitado. Anote sus ideas y actúe de acuerdo con las impresiones que reciba.
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El profeta José Smith aconsejó: “El hombre que está lleno del amor de Dios no se conforma con bendecir solamente a su familia, sino que va por todo el mundo, anheloso de bendecir a toda la raza humana”. ¿Por qué cree que una persona llena del amor de Dios querrá bendecir a toda la humanidad? ¿De qué maneras puede compartir el amor de Dios con otras personas? ¿Cómo pueden sus actos de amor y bondad ayudar a cambiarle a usted también?
Actividades para aprender con otras personas
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Lean juntos Lucas 10:25–37. También podrían ver el video “Parábola del Buen Samaritano” (4:55). Si está aprendiendo con niños, tal vez les gustaría hacer una dramatización de la parábola. Luego, podrían hablar de cómo el samaritano obedeció el mandamiento de amar a su prójimo. También podrían analizar las acciones del sacerdote y del levita. ¿Cuáles son algunas de las razones por las que a veces no servimos a los necesitados? ¿Cómo podemos vencer esos obstáculos? Podrían compartir unos con otros algunas experiencias en las que hayan prestado servicio a alguien necesitado o cuando alguien les haya prestado servicio a ustedes, y cómo se sintieron. Cada uno podría fijarse la meta de servir a alguien todos los días durante una semana y luego informar sobre sus experiencias.
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Lean Mosíah 2:17 y hablen sobre cómo están sirviendo a Dios cuando prestan servicio a los demás. Luego podrían ver el video “Day of Service” (solo en inglés) (5:08). ¿De qué manera fueron bendecidas las personas que aparecen en el video al prestar servicio? ¿Cómo fue bendecida la comunidad? Consideren cómo podrían participar, como grupo, en un día de servicio. Podrían revisar JustServe.org para encontrar ideas.
Más información
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Deuteronomio 15:11; Isaías 1:17; Mateo 20:26–27; 22:36–40; Jacob 2:17–19
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Russell M. Nelson, “El segundo gran mandamiento”, Liahona, noviembre de 2019, págs. 96–100
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Manual General: Servir en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, capítulos 21–22, Biblioteca del Evangelio
Sección 2
Seguimos el ejemplo de Jesucristo cuando cuidamos de los necesitados
Jesucristo es nuestro gran ejemplo de servicio y ayuda a los demás. Él verdaderamente “anduvo haciendo bienes” (Hechos 10:38). Como miembros de Su Iglesia, se nos invita a ayudar a cuidar de quienes nos rodean (véase Mosíah 18:8–10).
Como seguidores de Cristo, nos esforzamos por ver a los demás como el Salvador lo hace: como personas que tienen potencial divino y un valor infinito. Los ayudamos con sus necesidades temporales, espirituales y emocionales. El Salvador alimentó al hambriento y consoló a los que sufrían (véanse, por ejemplo, Mateo 14:14–21; Lucas 7:11–15). Nosotros podemos hacer lo mismo. Por ejemplo, eso podría significar llevar comida a un vecino necesitado, sentarse con un amigo que ha perdido a un ser querido y escucharlo, o ayudar a cuidar a alguien que esté enfermo. Ministramos a los demás sin esperar recibir nada a cambio.
Algo en qué pensar
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En la Conferencia General de abril de 2010, el presidente Dieter F. Uchtdorf enseñó: “Al emular [el] ejemplo perfecto [de Jesucristo], nuestras manos pueden ser Sus manos; nuestros ojos, Sus ojos; y nuestro corazón, Su corazón”. ¿Qué significa que sus manos, ojos y corazón sean las manos, los ojos y el corazón del Salvador? ¿Cómo influye esa manera de pensar en la forma en que presta servicio a los demás? Lea 1 Juan 3:17–19 y medite lo que enseña sobre el cuidado de los necesitados. ¿De qué manera le inspiran esos versículos a seguir el ejemplo de Jesucristo al servir a las personas que le rodean? Podría pensar en alguien que necesite ayuda o aliento y realizar un acto anónimo de servicio por esa persona, o bien, podría prestar servicio a alguien al escuchar sus preocupaciones o al ser un buen amigo. Luego, podría registrar sus reflexiones acerca de esta experiencia.
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Podría leer o cantar la letra de un himno que hable de ayudar a los necesitados, tal como “Señor, yo te seguiré” o “Tú me has dado muchas bendiciones, Dios”. Al pensar en la letra de la canción, considere cómo está siguiendo al Salvador cuando presta servicio a los demás. ¿Qué bendiciones ha recibido que podría compartir para elevar a quienes le rodean de la manera en que Él lo hizo?
Actividad para aprender con otras personas
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El élder Gerrit W. Gong enseñó: “Llegamos a ser más semejantes a Jesucristo cuando hacemos a ‘estos […], más pequeños’, como lo haríamos a Él [véase Mateo 25:35–40], cuando amamos a nuestro prójimo como a nosotros mismos [véase Marcos 12:31], cuando nos ‘am[amos] los unos a los otros; como [Él nos ha] amado’ [Juan 13:34] y cuando ‘el que quiera hacerse grande entre [n]osotros se[a] [n]uestro servidor’ [Mateo 20:26]”.
“Como seguidores de Jesucristo, buscamos ministrar a los demás como Él lo haría, porque hay vidas que están esperando cambiar”.
Podrían hablar sobre algunas de las formas en que Jesucristo sirvió a los demás (véanse Mateo 14:13–21; Marcos 2:1–12; Lucas 17:11–19; Juan 9:1–7; 11:1–44). También podrían buscar imágenes de algunos de esos relatos en el Libro de obras de arte del Evangelio o en la colección “Videos e imágenes” de la Biblioteca del Evangelio. Compartan unos con otros lo que les llama la atención de la forma en que el Salvador cuidó de los necesitados. Luego, podrían elegir una cosa sobre la manera de servir del Salvador que les gustaría seguir. Consideren cómo sus acciones podrían bendecir realmente a aquellos cuyas “vidas […] están esperando cambiar”.
Más información
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Salmo 35:10; Lucas 6:27–38; Hechos 20:35; Doctrina y Convenios 42:30–31; 52:40
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W. Christopher Waddell, “Tal como Él lo hizo”, Liahona, mayo de 2019, págs. 19–21
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Camille N. Johnson, “Jesucristo es [nuestro] socorro”, Liahona, mayo de 2023, págs. 81–84
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Jean B. Bingham, “Ministrar como lo hace el Salvador”, Liahona, mayo de 2018, págs. 104–107
Sección 3
Cuidamos de los demás cuando servimos en llamamientos de la Iglesia
Durante Su ministerio terrenal, Jesucristo dio a Sus discípulos responsabilidades importantes para ayudar a llevar a cabo la obra de Su Padre (véase, por ejemplo, Lucas 10:1–9). En la actualidad, el Señor también nos invita a participar en la obra de Dios de salvación y exaltación. Esas oportunidades de servir se conocen como llamamientos.
Los llamamientos son responsabilidades del Señor dadas a Sus hijos que les brindan la oportunidad de servir en Su Iglesia y acercarse más a Él y a otros miembros. Esos llamamientos se extienden por medio de los líderes de la Iglesia, quienes procuran la inspiración del Señor antes de extender una invitación a servir. Cada llamamiento y asignación de la Iglesia es importante para ayudar a llevar a cabo la obra de Dios y prepararse para la Segunda Venida del Salvador.
Algo en qué pensar
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Mientras lea Juan 15:16, piense en llamamientos o responsabilidades que haya tenido en la Iglesia. Luego lea esta reflexión del presidente Henry B. Eyring: “El Señor le conoce. Él sabe a quién desea que sirva en cada responsabilidad de Su Iglesia. Él le escogió”. Piense en los “frutos” que ha visto por servir en sus llamamientos o asignaciones. ¿Por qué podría haberle escogido el Señor para su llamamiento actual? ¿Qué puede hacer en su llamamiento para que su servicio tenga un impacto duradero en los demás y “[su] fruto permanezca”?
Actividad para aprender con otras personas
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Podrían dibujar el contorno de sus pies varias veces para representar pasos y luego escribir dentro de cada paso una manera en que podemos acercarnos más a Cristo al servir en nuestros llamamientos y asignaciones de la Iglesia. Luego, podrían leer juntos esta reflexión del presidente Dieter F. Uchtdorf: “Si abordamos nuestros llamamientos como oportunidades de servir a Dios y a los demás con fe y humildad, cada acto de servicio será un paso en la senda del discipulado”. Luego podrían compartir unos con otros lo que escribieron. Mediten en lo que podrían hacer para servir con más fe y humildad en sus llamamientos. Anoten las impresiones que reciban y luego actúen de acuerdo con ellas.
Más información
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Josué 1:1–9; Mateo 25:23; 1 Corintios 12:13–18; Doctrina y Convenios 84:88; Artículos de Fe 1:5
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Dieter F. Uchtdorf, “Impulsen desde donde estén”, Liahona, noviembre de 2008, págs. 53–56
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Carl B. Cook, “Servir”, Liahona, noviembre de 2016, págs. 110–112
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