“Castidad”, Temas y preguntas, 2025
Reseña
Castidad
Al igual que todos los mandamientos de Dios, la ley de castidad es una bendición de Dios que nos ayuda a tener paz y gozo. Vivir esta ley también puede ayudarnos a mantener nuestra seguridad y bienestar a nivel emocional y físico, y nos ayuda a prepararnos para recibir las bendiciones más grandes de Dios, incluida la vida eterna.
La castidad significa no tener relaciones sexuales fuera del matrimonio legal entre un hombre y una mujer. Las personas castas también se esfuerzan por tener pensamientos, palabras y acciones sexualmente apropiados. Vivir esta ley incluye ser completamente fiel al cónyuge dentro del matrimonio, tanto física como emocionalmente.
Un don y un mandamiento de Dios
La intimidad física entre esposo y esposa puede ser gozosa, hermosa y sagrada; es un don de Dios destinado a procrear hijos y expresar amor dentro del matrimonio. Cuando a una persona le importa lo suficiente el bienestar de la otra como para cumplir con la ley de castidad, aumentan su amor, confianza y compromiso, y el resultado es más felicidad y unidad.
La castidad es un mandamiento de Dios, y la obediencia a esa ley nos ayuda a prepararnos para entrar en la Casa del Señor. En el templo se nos invita a comprometernos más plenamente por convenio a vivir la ley de castidad.
En el mundo actual, Satanás ha llevado a muchas personas a creer que la intimidad sexual fuera del matrimonio es aceptable; sin embargo, las violaciones de la ley de castidad son muy graves. Quienes ignoran la ley de castidad hacen un uso indebido del poder sagrado que Dios ha dado para crear vida
Nuestro Padre Celestial nos ha dado la ley de castidad para protegernos espiritual y físicamente. La obediencia a esta ley es esencial para sentir paz y felicidad personales. Quienes se mantengan sexualmente puros también serán más sensibles a la guía, la fortaleza, el consuelo y la protección del Espíritu Santo
Fortaleza para cumplir la ley de castidad
Por muy fuertes que sean las tentaciones, el Señor nos ayudará a resistirlas, si decidimos guardar los convenios que hemos hecho con Él. El apóstol Pablo enseñó: “Fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podáis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”
El Señor confía en que tomemos decisiones que honren el don de nuestro cuerpo y el de los demás, y somos bendecidos en verdad cuando tomamos decisiones basadas en esa confianza. El Espíritu nos guiará y nos fortalecerá para ayudarnos a guardar esta ley.
Los pecados sexuales
El Señor y Sus profetas advierten contra la inmoralidad sexual. El profeta Alma enseñó acerca de la gravedad del pecado sexual Todas las relaciones sexuales fuera del matrimonio entre un hombre y una mujer transgreden la ley de castidad y son física y espiritualmente peligrosas para todos los que participan en ellas.
Una de las violaciones de la ley de castidad es el adulterio que tiene lugar cuando una persona casada tiene relaciones sexuales con alguien que no es su cónyuge. El adulterio es uno de los pecados contra los que se advierte en los Diez Mandamientos.
El apóstol Pablo también enseñó que “la voluntad de Dios es” que nos “apart[emo]s de la fornicación” Esto, en el contexto del Evangelio, se refiere a participar en conductas sexuales fuera del matrimonio entre un hombre y una mujer.
El matrimonio entre personas del mismo sexo, así como cualquier relación sexual entre personas del mismo sexo, también están en contra de los mandamientos de Dios
Perdón para quienes se arrepienten
Aunque los pecados sexuales son muy graves, el don del arrepentimiento es real. Debido a que el Señor nos ama, Él nos perdonará por completo cuando elijamos arrepentirnos y acudir a Él. El arrepentimiento requiere paciencia, perseverancia y un cambio de corazón, pero vale la pena el esfuerzo
Cuando los miembros de la Iglesia cometen pecados graves, su arrepentimiento también incluye la confesión a su obispo o a su presidente de estaca. Si no estás seguro de si debes reunirte con tu obispo o presidente de estaca, puedes orar para pedir guía, y también puedes consultar a tu padre o tu madre, o a un líder de confianza.
Cuando confesamos nuestros pecados a nuestro líder de la Iglesia, este puede “entonces ejercer las llaves del Evangelio de arrepentimiento a [nuestro] favor (véanse Doctrina y Convenios 13:1; 84:26–27; 107:18, 20). Eso [nos] ayuda […] a sanar y a volver a la senda del Evangelio mediante el poder de la Expiación del Salvador” Confesar los pecados a tu líder puede ayudarte a desahogarte a fin de que puedas buscar la ayuda del Señor para cambiar y sanar, y saber cómo puedes seguir adelante.
La dulce paz y el gozo del perdón puede reemplazar la desesperación que causa el pecado. Para aprender más sobre cómo arrepentirse, véase el tema del Evangelio “Arrepentimiento”.
Es incorrecto cometer pecados sexuales con la idea de que simplemente podremos arrepentirnos después. Esa actitud manifiesta irreverencia hacia el Señor y los convenios que hacemos con Él. Demostramos nuestro amor por Dios, por nosotros mismos y por los demás cuando hacemos todo lo posible por no cometer nunca un pecado sexual.
Las víctimas de abusos sexuales no son responsables de lo que les haya sucedido. Las personas que han sufrido abusos sexuales no han pecado ni han quebrantado la ley de castidad, y no necesitan arrepentirse de esos abusos