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Bautismo


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bautismo de un jovencito

Estudio doctrinal

Bautismo

Reseña

El bautismo por inmersión en el agua, llevado a cabo por alguien con la debida autoridad, es la primera ordenanza de salvación del Evangelio y es necesaria para llegar a ser miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y recibir la salvación eterna. Todos los que deseen obtener la vida eterna deben seguir el ejemplo del Salvador al bautizarse y recibir el don del Espíritu Santo.

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El bautismo a la manera del Señor

El Salvador le reveló la verdadera manera de bautizar al profeta José Smith y dejó claro que la ordenanza debe realizarla alguien que tenga la autoridad del sacerdocio y que se debe hacer por inmersión:

“El que es llamado por Dios y tiene autoridad de Jesucristo para bautizar, entrará en el agua con la persona que se haya presentado para el bautismo, y dirá, llamándola por su nombre: Habiendo sido comisionado por Jesucristo, yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

“Entonces la sumergirá en el agua, y saldrán del agua” (Doctrina y Convenios 20:73–74).

La inmersión simboliza la muerte de la vida pecaminosa de la persona y el renacimiento a una vida espiritual dedicada al servicio de Dios y de Sus hijos. También simboliza la muerte y la resurrección (véase Romanos 6:3–6).

El convenio bautismal

Quienes se bautizan hacen convenio con Dios de tomar sobre sí el nombre de Jesucristo, guardar Sus mandamientos y servirle hasta el fin (véanse Mosíah 18:8–10; Doctrina y Convenios 20:37). Los miembros de la Iglesia renuevan este convenio cada vez que toman la Santa Cena (véase Doctrina y Convenios 20:77, 79).

El Señor bendice por su fidelidad a quienes guardan el convenio que hicieron al bautizarse. Algunas de esas bendiciones son la compañía constante del Espíritu Santo, la remisión de los pecados y el privilegio de nacer de nuevo espiritualmente. Si se mantienen fieles, se les promete la vida eterna (véase 2 Nefi 31:19–20).

Los niños pequeños y el bautismo

Por medio de las revelaciones de los últimos días sabemos que los niños pequeños son redimidos por la misericordia de Jesucristo. El Señor dijo: “… no pueden pecar, porque no le es dado poder a Satanás para tentar a los niños pequeños, sino hasta cuando empiezan a ser responsables ante mí” (véase Doctrina y Convenios 29:47). No deben ser bautizados sino hasta que cumplan la edad de responsabilidad, que el Señor ha revelado que es a la edad de ocho años (véanse Doctrina y Convenios 68:27; Traducción de José Smith, Génesis 17:11). Quien afirme que los niños pequeños necesitan el bautismo “niega las misericordias de Cristo y desprecia su expiación y el poder de su redención” (Moroni 8:20; véanse también los versículos 8–19, 21–24).

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Recursos generales

 

“¿Cómo preparo a las personas para el bautismo y la confirmación?”, Predicad Mi Evangelio: Una guía para el servicio misional, capítulo 12

Revistas de la Iglesia

“Jesús se bautizó”, Liahona, marzo de 2017

“Valió la pena esperar”, Liahona, marzo de 2017

“Naamán, el bautismo y la limpieza”, Liahona, junio de 1998

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“Bautismo”, Recursos para enseñar a los niños