Historia de la Iglesia
Segunda Guerra Mundial


“Segunda Guerra Mundial”, Temas de la historia de la Iglesia, 2022

“Segunda Guerra Mundial”, Temas de la historia de la Iglesia

Segunda Guerra Mundial

Considerada ampliamente como el conflicto armado de mayor alcance y de más daños en la historia mundial, la Segunda Guerra Mundial se extendió por todos los continentes habitados y regiones oceánicas, involucró a más de 100 millones de militares y trajo como resultado la muerte de aproximadamente 60 millones de personas1.

Las causas que provocaron la guerra son complejas. Durante la década de 1930 se intensificaron los conflictos regionales en Europa y Asia, y comenzaron a afectar a sus colonias y a los aliados de los países afectados2. Hacia 1939 se habían creado dos bloques: las fuerzas del Eje, encabezadas por Alemania, Japón e Italia; y las fuerzas de los Aliados, encabezadas por China, Francia, la Unión Soviética, el Reino Unido y Estados Unidos3. Las fuerzas del Eje intentaron reemplazar el orden internacional establecido para sustituirlo por un nuevo orden imperial, mientras que los Aliados buscaron defender el orden existente y fortalecer su alianza contra el Eje4. La guerra en Europa estalló luego de que las fuerzas alemanas invadieron Polonia en septiembre de 1939. Su finalización se produjo casi seis años después, en 1945, con la rendición de los oficiales alemanes en el mes de mayo y, posteriormente, la de los japoneses en septiembre5.

Los Santos de los Últimos Días experimentaron la guerra a ambos lados de muchos frentes y mostraron lealtad a sus diversas naciones. Al aumentar la amenaza de guerra en Europa en 1938, los misioneros que servían en Alemania fueron evacuados temporalmente a Dinamarca y los Países Bajos, y los líderes de las misiones comenzaron a preparar a los miembros locales de la Iglesia para un estado de emergencia. Días antes de la invasión alemana de Polonia en 1939, la Primera Presidencia ordenó la evacuación de todos los misioneros norteamericanos que estaban en Europa; aproximadamente 800 misioneros y veintitrés presidentes de misión con sus familias6. Cuando el Reino Unido y Francia declararon la guerra a Alemania en respuesta a la invasión, la membresía de la Iglesia en la parte continental de Europa era de veinte a treinta mil miembros, la mayoría de los cuales residía en las misiones Alemania Este y Alemania Oeste. Santos de los Últimos Días que servían en las fuerzas armadas de Gran Bretaña, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica tomaron parte en las operaciones militares iniciales de los Aliados. En los meses sucesivos aparecieron nuevos frentes de la guerra en África, Asia, Oriente Medio y el Pacífico. En junio de 1940, Santos de los Últimos Días que servían en el ejército quedaron atrapados en la evacuación de Dunquerque, al norte de Francia, y algunos de ellos fueron capturados y asesinados. Hubo miembros de la Iglesia en todos los lados del conflicto que fueron encarcelados como prisioneros de guerra7.

El 7 de diciembre de 1941, el Imperio de Japón atacó las instalaciones militares de los Estados Unidos en Pearl Harbor, Hawái, en un ataque sorpresa al que siguió rápidamente una declaración de guerra por parte de los Estados Unidos, donde residía en aquel tiempo aproximadamente el 90 % de los miembros de la Iglesia8. En 1942, los líderes de la Iglesia dejaron de llamar temporalmente como misioneros de tiempo completo a hombres que cumplían los requisitos para ser reclutados en los Estados Unidos y trabajaron para aumentar el número de capellanes Santos de los Últimos Días. Miles de Santos de los Últimos Días se ofrecieron voluntariamente para servir en el ejército y fueron destinados a todas partes del mundo; muchos otros fueron llamados a filas y algunos se resistieron a entrar en acciones bélicas como objetores de conciencia9.

Las frecuentes campañas de bombardeo en Europa dejaron devastadas áreas que estaban controladas tanto por las fuerzas del Eje como por los Aliados. La vida familiar sufrió enormemente: los Santos de los Últimos días que se hallaban lejos de los frentes de guerra tenían que enfrentarse constantemente a peligros físicos y a la escasez de alimentos. Las congregaciones locales tuvieron dificultades para compensar la ausencia de los que habían sido llamados al servicio militar. A pesar de la violencia y de la relativa falta de apoyo por parte de otros Santos de los Últimos Días, los miembros europeos siguieron reuniéndose, teniendo conferencias y coordinando acciones de ayuda. En las misiones, hombres y mujeres Santos de los Últimos Días locales sirvieron como misioneros en cantidades mayores y ayudaron a mantener a las congregaciones y a esparcir el mensaje del Evangelio10.

Frecuentemente se destaca la violencia masiva contra civiles no combatientes y prisioneros, que se produjo durante el conflicto de la Segunda Guerra Mundial11. El Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (o partido nazi), dirigido por el canciller alemán, Adolf Hitler, aplicó medidas de internamiento forzado y exterminio, a menudo conocidas como el Holocausto o Shoah, que trajeron como resultado la masacre de una cantidad estimada de seis millones de judíos y de otros grupos específicos entre los que se incluyeron Testigos de Jehová, gitanos sinti y romaníes, homosexuales, personas con discapacidades y disidentes políticos12. Las atrocidades en tiempos de guerra no se limitaron al Holocausto, ya que otras naciones combatientes sometieron a soldados y civiles capturados a torturas, experimentación con humanos, inanición y asesinato. Un gran número de mujeres sufrieron agresiones sexuales13. Grupos de civiles en todos los bandos del conflicto fueron en ocasiones blancos de las fuerzas militares con la intención de hacer mella en su moral y capacidad de resistencia14. El Tribunal Militar Internacional establecido en 1945 por Gran Bretaña, Francia, la Unión Soviética y los Estados Unidos enjuició a oficiales nazis por crímenes de guerra en Nuremberg, Alemania. Un año más tarde, el Tribunal Penal Militar Internacional para el Lejano Oriente comenzó a enjuiciar a oficiales japoneses acusados de crímenes de guerra15.

La liberación de gran parte de Europa del control alemán en 1944–1945 provocó el desplazamiento de millones de personas y la redefinición de fronteras nacionales. Nuevas tecnologías y armamentos provocaron una destrucción inmensa. Entre las tragedias de la guerra se encuentra el uso devastador por parte de los Estados Unidos de bombas atómicas en dos ciudades japonesas. Los países neutrales no pudieron eludir los efectos de la guerra y la recuperación de la devastación económica mundial tardó años. Los millones de supervivientes en las zonas de combate siguieron sufriendo por la pérdida de sus casas, por graves lesiones y, en algunos casos, por la ocupación, incluso después de que la guerra hubiera terminado.

Después de la guerra, el Comité de la Iglesia para miembros en las fuerzas armadas informó de que aproximadamente 6000 soldados Santos de los Últimos Días habían sido muertos, heridos o declarados desaparecidos en combate. Más de 1300 Santos de los Últimos Días alemanes y austriacos murieron como resultado de acciones militares16. Bajo la dirección del entonces élder Ezra Taft Benson, la Iglesia proporcionó ayuda a miembros de la Iglesia que se encontraban en condiciones precarias en Europa en los años subsiguientes al cese del combate.

Temas relacionados: Primera Guerra Mundial, Ramas para miembros en servicio militar activo, Helmuth Hübener

  1. Gerhard L. Weinberg, A World at Arms: A Global History of World War II, Cambridge: Cambridge University Press, 1994, tomo III, pág. 894.

  2. En John Ferris y Evan Mawdsley, editores, The Cambridge History of the Second World War, 3 tomos, Cambridge: Cambridge University Press, 2015, tomo I, nro. 4; John A. Vasquez, “The Causes of the Second World War in Europe: A New Scientific Explanation”, International Political Science Review, tomo XVII, nro. 2, abril de 1996, págs. 164–171.

  3. En Ferris y Mawdsley, editores, The Cambridge History of the Second World War, tomo I: pág. 22.

  4. En Ferris y Mawdsley, editores, The Cambridge History of the Second World War, tomo I: págs. 25–26.

  5. Evan Mawdsley, World War II: A New History, 2a. edición, Cambridge: Cambridge University Press, 2021, pág. 79; Weinberg, A World at Arms, págs. 888–893.

  6. Gilbert W. Scharffs, Mormonism in Germany: A History of the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints in Germany between 1840 and 1970, Salt Lake City: Deseret Book, 1970, págs. 91–93.

  7. James Perry, “Arthur Willmott of the Dunkirk Rear Guard”, uk.ChurchofJesusChrist.org/arthur-willmott-and-the-dunkirk-rear-guard; Colleen Whitley, “Prisoners of War: Minutes of Meetings of Latter-day Saint Servicemen Held in Stalag Luft 1, Barth, Germany”, BYU Studies, tomo. XXXVII, nro. 1, 1997, págs. 206–217; Elizabeth Maki, “‘Out of Captivity’: German Prisoner of War Finds Home in British Branch”, Pioneers in Every Land, history.churchofjesuschrist.org/content/pioneers-in-every-land/out-of-captivity; Hermann Mossner, “Mormon Pioneers in Southern Germany”, en Bruce A. Van Orden, D. Brent Smith y Everett Smith Jr., editores, Pioneers in Every Land, Salt Lake City: Bookcraft, 1997, págs. 74–85.

  8. La Iglesia informó en 1941 de que aproximadamente el 82 % de los miembros residían en estacas en aquel entonces, la totalidad de las cuales estaban organizadas en los Estados Unidos; véase “Statistical Report”, en Conference Report, abril de 1941, pág. 11. Más del 90 % de los miembros residían en los Estados Unidos en 1950; véase Brandon S. Plewe, editor, Mapping Mormonism: An Atlas of Latter-day Saint History, Provo, Utah: Brigham Young University Press, 2012, s.v., “The Church in 1950”.

  9. Patrick Q. Mason, “‘When I Think of War I Am Sick at Heart’: Latter Day Saint Nonparticipation in World War I”, Journal of Mormon History, tomo. XLV, nro. 2, abril de 2019, págs. 6–8.

  10. Thomas E. McKay, “Report of Conditions in the European Missions”, en Conference Report, abril de 1941, págs. 12–13; Thomas E. McKay, Remarks, 3 de octubre de 1941, en Conference Report, octubre de 1941, págs. 44–47.

  11. Timothy Snyder, Bloodlands: Europe between Hitler and Stalin, London: Vintage Books, 2011, pág. x.

  12. Laurence Rees, The Holocaust: A New History, New York: PublicAffairs, 2017, págs. 120–128; Aristotle Kallis, Genocide and Fascism: The Eliminationist Drive in Fascist Europe, New York: Routledge, 2009, págs. 198–200; Heather Panter, “LGBT+ Genocide: Understanding Hetero-nationalism and the Politics of Psychological Silence”, en Yarin Eski, editor, Genocide and Victimology, New York: Routledge, 2021, págs. 72–74.

  13. Jeffrey Burds, “Sexual Violence in Europe in World War II, 1939–1945”, Politics and Society, tomo XXVII, nro. 1, 2009, págs. 35–73; Sabine Frühstück, “Sexuality and Sexual Violence”, capítulo 15, en Michael Geyer y Adam Tooze, editores, The Cambridge History of the Second World War, 3 tomos, Cambridge: Cambridge University Press, 2015, tomo III, págs. 422–446.

  14. Alexander B. Downes, Targeting Civilians in War, Ithaca: Cornell University Press, 2008, págs. 115–155.

  15. Mark Philip Bradley, “Making Peace as a Project of Moral Reconstruction”, en Geyer y Tooze, editores, The Cambridge History of the Second World War, tomo III, págs. 540–544; “Postwar Trials”, Holocaust Encyclopedia, United States Holocaust Memorial Museum, https://encyclopedia.ushmm.org/content/en/article/war-crimes-trials.

  16. Roger P. Minert, “German and Austrian Latter-day Saints in World War II: An Analysis of the Casualties and Losses”, Mormon Historical Studies, tomo XI, nro. 2, 2010, pág. 9; véase también Sarah Jane Weaver, “World War II: Preserving History of LDS in Conflict”, Church News, 2 de junio de 2000, https://thechurchnews.com/archives/2000-05-27/world-war-ii-preserving-history-of-lds-in-conflict-118922.