Historia de la Iglesia
Guerra de 1838 entre los mormones y Misuri


“Guerra de 1838 entre los mormones y Misuri”, Temas de la historia de la Iglesia

“Guerra de 1838 entre los mormones y Misuri”

Guerra de 1838 entre los mormones y Misuri

La guerra entre los mormones y Misuri (también llamada la Guerra mormona o la Guerra de Misuri) fue un conflicto armado entre los Santos de los Últimos Días y otros ciudadanos del norte de Misuri en el otoño de 1838. El conflicto se expandió e involucró a los oficiales del estado, incluso al gobernador, y resultó en el encarcelamiento de José Smith y la expulsión por la fuerza de los santos del estado de Misuri.

Desde que llegaron los primeros Santos de los Últimos Días al condado de Jackson, Misuri, en 1831, hubo tensiones entre los Santos de los Últimos Días y los pobladores de Misuri debido a las diferencias religiosas, políticas y sociales1. Las amenazas de los grupos de justicieros y los ataques de populachos forzaron a los santos a salir del condado en 1833. Los mormones se asentaron entonces en los condados vecinos hacia el norte, donde continuaron afrontando hostilidades. En 1836, el estado creó el condado de Caldwell exclusivamente para los asentamientos de mormones, y los opositores a la Iglesia objetaban que hubieran asentamientos Santo de los Últimos Días fuera de ese condado. Pero los santos buscaron ejercer sus derechos constitucionales estableciendo asentamientos en los condados vecinos de Carroll y Daviess. Para el momento en que José Smith partió de Ohio con rumbo al asentamiento mormón de Far West, Misuri, en el verano de 1838, la oposición a la presencia de la Iglesia en Misuri había alcanzado un punto crítico2.

El 4 de julio de 1838, Sidney Rigdon advirtió que los santos no tolerarían más persecuciones o que se les negara sus derechos como ciudadanos de los Estados Unidos. Si se juntaban los populachos, dijo vigorosamente en una frase ampliamente difundida: “habrá entre ellos y nosotros una guerra de exterminación”. Él prometió al mismo tiempo, que los santos no serían los agresores: “No infringiremos derecho alguno de otras personas, pero defenderemos los nuestros hasta la muerte”3. Fue durante ese período que algunos hombres constituyeron un grupo vigilante que se conoció como los Danitas, quienes prometieron defender a los santos de toda violencia adicional. Los rumores de las actividades de los Danitas persuadieron a algunos residentes de Misuri de que los mormones amenazaban con ejercer violencia contra sus vecinos4.

El día de las elecciones de ese año, los residentes del condado de Carroll votaron porque los mormones abandonaran ese condado. En el vecino condado de Daviess, se armó una trifulca cuando los votantes impidieron a los mormones acercarse a las urnas. Temiendo que un juez de paz los expulsara del condado, los Santos de los Últimos Días le pidieron que firmara una declaración de imparcialidad. Posteriormente, este funcionario argumentaría que él fue intimidado a firmar, y José Smith junto con Lyman Wight fueron citados para responder a esas acusaciones en la corte. Los dos se rehusaron a presentarse hasta que la corte garantizara su seguridad. Enojados por la aparente ilegalidad de los mormones, se volvieron a juntar populachos en contra de los santos.

Los santos solicitaron protección del gobierno, y vinieron algunas tropas para mantener la paz. Mas una solución diplomática se vio interrumpida cuando un populacho destruyó un asentamiento mormón en De Witt, en el condado de Carroll, forzando a los santos a huir para salvar sus vidas. El gobernador de Misuri, Lilburn W. Boggs, respondió a la petición de ayuda diciendo que los santos y los de Misuri tendrían que luchar sus propias batallas. A medida que se acumulaban los informes de populachos que quemaban las viviendas de los mormones en otros condados, los santos decidieron contraatacar.

Las luchas armadas duraron dos semanas. A mediados de octubre, los mormones asaltaron y quemaron casas y tiendas en Gallatin y Millport. En Crooked River, los mormones tuvieron una escaramuza con los milicianos de Misuri, que resultó en la muerte de uno de Misuri y de dos mormones; entre ellos, el apóstol David W. Patten. Como consecuencia de estas hostilidades, el gobernador Boggs, quien había apoyado anteriormente las actividades contra los mormones en el condado de Jackson, promulgó lo que se llegó a conocer como la “orden de exterminio”, que autorizaba a la milicia del estado a expulsar a los mormones del estado, o a exterminarlos si fuese necesario5. El suceso más trágico de la guerra ocurrió pocos días después, el 30 de octubre, cuando un grupo de ciudadanos armados de Misuri abrieron fuego contra los santos en Hawn’s Mill, asesinando y desmembrando brutalmente a 17 santos, entre ellos, varios jovencitos6.

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La escaramuza entre los mormones y los milicianos de Misuri en Crooked River

C. C. A. Christensen (1831–1912), La batalla de Crooked River, c. 1878, témpera sobre muselina, 198 x 290 cm. Museo de Arte de la Universidad Brigham Young, obsequio de los nietos de C. C. A. Christensen, 1970.

Pintura que recrea la escaramuza entre los mormones y los milicianos de Misuri en Crooked River.

La milicia, bajo las órdenes del mayor general Samuel D. Lucas, puso sitio a Far West el 31 de octubre. Lucas arrestó a José Smith y a otros líderes mormones y ordenó su ejecución para el día siguiente. Otro general, llamado Alexander Doniphan, no acató la orden y José y varios otros fueron encarcelados para comparecer en juicio bajo los cargos de traición y asesinato. Entre tanto, el cuerpo principal de los Santos de los Últimos Días buscó refugio en el vecino estado de Illinois7.

La guerra entre los mormones y Misuri marcó el fin de la primera presencia de la Iglesia en Misuri. La visión de José Smith de edificar “Sion”, una comunidad de santos justos, pasó a estar menos vinculada a un único lugar geográfico y más a cualquier lugar donde se congregaran los miembros de la Iglesia8. La guerra también trajo consigo la deserción de importantes líderes. Thomas B. Marsh, Orson Hyde y William W. Phelps abandonaron la Iglesia aunque volvieron años después. En cambio, líderes como John Corrill y George Hinkle nunca regresaron9. Tras languidecer en un frío y hacinado calabozo durante el invierno de 1838–1839, José Smith, su hermano Hyrum, y otros más pudieron escapar con la ayuda de un guardia comprensivo mientras iban de camino hacia otro juzgado. Si bien fue difícil, el suplicio de la prisión demostró tener efecto redentor en José, ya que recibió revelaciones profundas durante su encarcelamiento10.