“Las consultas de Martin Harris con los eruditos”, Temas de la historia de la Iglesia
“Las consultas de Martin Harris con los eruditos”
Las consultas de Martin Harris con los eruditos
En febrero de 1828, Martin Harris viajó a la ciudad de Nueva York con una transcripción de algunos de los caracteres de las planchas del Libro de Mormón con la intención de mostrarla a eruditos de algunas de las instituciones más prestigiosas de educación superior de los Estados Unidos1. Harris relató la historia de aquel viaje muchas veces durante su vida, a menudo a entrevistadores que querían saber acerca de sus primeras experiencias en la Iglesia. Charles Anthon, uno de los profesores con los que se reunió, también dejó relatos de su reunión con Harris, corroborando así que la reunión de hecho tuvo lugar. Pero los desacuerdos entre estos relatos históricos dejan sin respuesta algunas preguntas sobre el viaje.
La motivación de Harris
Por ejemplo, las fuentes señalan varios motivos posibles para hacer el viaje. Algunos relatos sugieren que el Señor había mandado Harris hacer el viaje, mientras que otros apuntan a José Smith o a Harris mismo como el instigador2. Harris pudo haber esperado que el endoso de los eruditos satisficiera a su esposa Lucy, que cada vez se mostraba más escéptica con el proyecto de la traducción, o que sirviera para ayudarle a sentirse más seguro antes de decidirse, por fin, a financiar la traducción. Otras fuentes implican que Harris esperaba buscar el consejo de los eruditos en cuanto a cómo abordar la propia traducción.
Los eruditos consultados
En el momento del viaje de Martin Harris, ni José Smith ni él mismo parecen saber mucho acerca del idioma de las planchas. Según el relato posterior de José, el ángel que le entregó las planchas indicó que era un registro americano antiguo. En vez de buscar a un erudito con conocimientos en el idioma egipcio (no fue hasta más adelante que José supo que el idioma de las planchas se llamaba “egipcio reformado”), es posible que Harris buscara consejo de eruditos con experiencia en antigüedades americanas3.
Cuando Harris estaba de camino a la ciudad de Nueva York, se detuvo en Albany, Nueva York, para visitar a Luther Bradish, un hombre que había viajado mucho y que tenía familiares y conexiones personales en Palmyra. Evidentemente, Harris le pidió su opinión respecto a quién acudir en cuanto a la traducción. Entonces se apresuró a llegar a la ciudad de Nueva York para reunirse con Samuel L. Mitchill, un lingüista y erudito principal de la antigua cultura americana4. Harris también visitó a Charles Anthon, un joven profesor de gramática y lingüística en el Columbia College de la ciudad de Nueva York. Anthon tenía formación en griego y latín, pero también había estado recopilando historias de aborígenes americanos para publicarlas y estaba deseoso de inspeccionar el documento que le había llevado Harris5.
La reunión con Charles Anthon
Según Harris, Charles Anthon examinó los caracteres y preparó una declaración firmada declarándolos auténticos, pero la destruyó cuando se enteró de la manera en que José Smith había obtenido las planchas. Anthon le sugirió que le llevara las planchas, pero Harris se negó, agregando que parte de las planchas estaban selladas. Anthon respondió: “No puedo leer un libro sellado”. En declaraciones posteriores, Anthon negó haber autentificado los caracteres e insistió en que él solo había aconsejado a Harris que no invirtiera en su traducción y publicación. También indicó que Harris solo le mostró los caracteres copiados mientras que Harris, en algunos de sus relatos, sugirió que también llevó una muestra de la traducción de José Smith de los escritos antiguos.
Retrato de Charles Anthon.
Resultados del viaje
Independientemente de lo sucedido durante la reunión con Anthon, Harris salió más convencido que antes de que las planchas y los caracteres eran auténticos, e invirtió voluntariamente su tiempo y esfuerzos en apoyar a José Smith. Él y José consideraron la visita a Anthon como el cumplimiento de la profecía de Isaías (también mencionada en el propio Libro de Mormón): “… palabras de libro sellado, el cual darán al que sabe leer y le dirán: Lee ahora esto, y él dirá: No puedo, porque está sellado” (Isaías 29:11).
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