Historia de la Iglesia
Éxodo de los pioneros


“Éxodo de los pioneros”, Temas de la historia de la Iglesia

“Éxodo de los pioneros”

Éxodo de los pioneros

Entre 1847, año en que los pioneros Santos de los Últimos Días entraron por primera vez en el valle del Lago Salado, y 1868, cuando la vía férrea transcontinental estaba por concluirse, llegaron entre 60 000 y 70 000 Santos de los Últimos Días provenientes de los Estados Unidos, Canadá y Europa atravesando las grandes planicies de Norteamérica hasta Utah y las regiones circunvecinas1. La mayor parte de los inmigrantes se desplazaron en caravanas de carromatos o en compañías de carros de mano siguiendo una red de rutas que generalmente tomaba varios meses recorrer. Los registros de las personas que hicieron este recorrido describen diversas experiencias que abarcan episodios de enfermedades, peligros, valentía y milagros, aunque en su mayoría hablan de largos períodos de desplazamientos sin incidentes y la contemplación de paisajes hermosos e inspiradores.

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compañía de pioneros en Echo Canyon

Una compañía desciende serpenteando por Echo Canyon en la década de 1860.

Una revelación que recibió Brigham Young en 1847 comparaba esta travesía con el éxodo bíblico: “Soy el que saqué a los hijos de Israel de la tierra de Egipto”, dijo el Señor, “y mi brazo está extendido en los postreros días para salvar a mi pueblo Israel”2. Él mandó a los santos a organizarse en compañías y a proveerse unos a otros; en particular a los pobres, las viudas y los huérfanos. Para responder a este llamado de ayudar a que todos los santos llegasen a Sion, sin dejar a ninguno atrás, Brigham Young y otros líderes de la Iglesia emplearon una diversidad de métodos. Entre 1847 y 1861, la mayoría de los emigrantes realizaron la travesía por tierra en carromatos y unos pocos, en carros de mano. El lugar donde comúnmente se hacía el equipamiento de las compañías era cerca de la frontera actual entre Iowa y Nebraska3. En 1849, Brigham Young estableció la compañía Fondo Perpetuo para la Emigración a fin de brindar asistencia económica a los santos que no podían costear el viaje. Una vez que estos se hubiesen establecido, se esperaba que reintegrasen ese dinero a la compañía para que otros pudieran recibir una asistencia similar4. Entre 1861 y la terminación de la vía férrea transcontinental en 1869, un sistema de “ida y vuelta” permitió a los inmigrantes y a los misioneros transportar suministros a lo largo de la ruta, en ambas direcciones, lo que reducía considerablemente los costos de equipamiento y abastecimiento5.

Para la mayoría de los inmigrantes Santos de los Últimos Días, el trayecto por tierra de unos 1600 km (1000 millas) constituía la parte final de un viaje mucho más largo. Miles de santos europeos atravesaron el océano Atlántico en barco, la mayoría de ellos desde Liverpool a Nueva Orleans, desde donde navegaban río arriba por el Mississippi y el Misuri hasta arribar al lugar principal de partida del trayecto por tierra: la zona de Winter Quarters y Kanesville. Algunos barcos, como el Brooklyn, en 1846, navegaron alrededor del extremo sur de Sudamérica y luego por el Pacífico hasta California6. Otras personas tomaron otras rutas al valle del Lago Salado desde California, el sureste de Texas y Misuri occidental.

La primera compañía que fue por tierra, a la que Brigham Young llamó la “compañía pionera” (posteriormente llamada la “compañía de avanzada” o vanguardia), partió de Winter Quarters en abril de 1847 y siguió la ruta de Oregón, una ruta trazada por otros viajeros exploradores. Entre Iowa y el oeste de Wyoming, tanto la ruta a Oregón como la ruta mormona (como llegó a conocerse la ruta de los santos hacia Utah) y, posteriormente la ruta a California, todas seguían esencialmente el mismo recorrido. En el último tramo del trayecto de los pioneros Santos de los Últimos Días, la ruta mormona se desviaba en Fort Bridger (actualmente en Wyoming) y seguía en dirección suroeste hacia Salt Lake City. Más de 500 000 emigrantes, entre ellos la mayoría de los santos que iban a congregarse, siguieron estas rutas desde 1843 hasta 1868, fecha en que la compañía férrea Union Pacific Railroad comenzó a conectar la mayoría de los puestos de avanzada ubicados en la ruta de Oregón7.

Las guías de viaje publicadas mostraban mapas y referencias a características del paisaje, que servían para orientar en la ruta a las compañías de pioneros. La mayoría de las compañías se encontraban con otros grupos por la ruta y, con frecuencia, viajaban por las riberas opuestas de los ríos para evitar competir entre ellos por el agua, los lugares de acampada y el forraje. Los viajeros se esparcían a lo ancho para asegurarse de hallar alimento para su ganado y, a menudo, exploraban buscando atajos, por lo que creaban un amplio corredor en lugar de viajar por una línea de ruta angosta. Como sabían que viajaban por tierras de los indígenas estadounidenses, los santos tomaban precauciones para evitar encuentros; mas pronto aprendieron que los grupos indígenas eran una ayuda más que una amenaza. Aunque en algunas instancias los indígenas capturaron caballos y quemaron la vegetación de las praderas para desviar a los bisontes de la ruta de los cazadores Santos de los Últimos Días, con frecuencia ellos fueron hospitalarios y, a veces, se ofrecían a empujar los carros de mano o ayudaban a los inmigrantes a vadear los ríos8.

Un día típico en una compañía de carromatos estaba lleno de actividad. “Nunca tuve una época tan ocupada como cuando viajé con el campamento; casi nunca había un minuto de sobra”, escribió Oliver Huntington en su diario9. La rutina consistía en que los miembros de la compañía se levantaban para la oración y el desayuno, luego juntaban a los animales que habían estado paciendo durante la noche, los uncían al yugo de los carromatos y conducían los carromatos por la ruta, cubriendo una distancia promedio de 24 a 32 kilómetros (15 a 20 millas) si había buenas condiciones climáticas. Los hombres y los muchachos se turnaban para mover al ganado detrás de la caravana o cuidarlo mientras pastaba. Al acampar para la noche, la compañía desuncía a los animales y juntaba combustible para cocinar10. Los viajeros disfrutaban de la lectura, tocaban instrumentos de música, bailaban y se juntaban en reuniones. Rara vez se detenían un largo tiempo, usualmente solo debido a las inclemencias del tiempo, para participar de la Santa Cena o para el día de reposo.

Entrar en el valle del Lago Salado era una experiencia inolvidable para los que hacían tan arduo viaje. “Nunca olvidaré nuestro último día de viaje y la llegada al valle”, escribió Ann Agatha Walker Pratt. “¡Oh! Cómo se conmovió mi corazón, podría haber reído y llorado, tal mezcla de emociones no soy capaz de describir”11. A medida que los asentamientos en el valle se fueron volviendo más estables, los santos que allí vivían acogían temporalmente a la mayoría de los recién llegados hasta que ellos pudieran hallar su propio nuevo hogar en Sion12.

Temas relacionados: Emigración, Valle del Lago Salado, Compañías de carros de manos