Historia de la Iglesia
Ferrocarril


“Ferrocarril”, Temas de la historia de la Iglesia

“Ferrocarril”

Ferrocarril

Catorce años después de que los Santos de los Últimos Días entraran por primera vez al valle del Lago Salado, estalló la Guerra Civil de Estados Unidos y los funcionarios del Gobierno estadounidense buscaron mejorar la infraestructura ferroviaria de la nación para secundar el esfuerzo bélico. Una nueva ley generó un auge repentino en la construcción de ferrocarriles y se ofrecieron a las empresas más de 40 millones de hectáreas de tierras del Estado para que colocaran vías férreas1.

Muchos Santos de los Últimos Días del territorio de Utah temían que el sistema ferroviario en rápida expansión trajera forasteros hostiles o influencias mundanas que perturbaran la vida económica y religiosa en los asentamientos, pero Brigham Young también vio cómo ese nuevo medio de transporte podía beneficiar enormemente la labor de la Iglesia. Los administradores de las compañías ferroviarias se dirigieron a Brigham Young en 1868 para hablar sobre la ejecución de una línea férrea que conectara el este de los Estados Unidos con la costa del Pacífico: una red “transcontinental”. Ya una década atrás, Young había hecho promoción para que el ferrocarril pasara por Utah e instó a los santos a que contribuyeran a su construcción. Firmó contratos con las empresas Union Pacific y Central Pacific, comprometiéndose a facilitar un total de 5000 hombres para ayudar a terminar más de 560 kilómetros de vías2.

Menos de un año después, el 10 de mayo de 1869, se colocó el último durmiente en Promontory Summit, en el norte de Utah, completándose oficialmente el ferrocarril transcontinental. Los presidentes de las compañías Union Pacific y Central Pacific reconocieron que gracias a los santos se había podido superar los obstáculos finales. El ferrocarril benefició de inmediato las labores de la Iglesia, y una semana después, trabajadores Santos de los Últimos Días comenzaron la construcción de una extensión que conectaría la línea transcontinental con Salt Lake City. El transporte de mercaderías desde y hacia Utah mejoró. En 1871, se completó una línea ferroviaria adicional que facilitó el transporte de piedra desde el cañón Little Cottonwood hasta el terreno del Templo de Salt Lake. Los misioneros viajaban hacia sus misiones asignadas —y dentro de estas— con mayor facilidad. Los santos que emigraban ya no tenían que hacer el viaje a Utah en carromato tirado por animales ni con carros de mano, poniendo fin de esta manera a la era de los viajes pedestres. La distancia que en 1847 tomaba varios meses para recorrerla en carromato, ahora se podía hacer en tren en pocos días.

Imagen
multitud y trenes

La unión de los ferrocarriles de Union Pacific y Central Pacific en Promontory Summit en el norte de Utah, el 10 de mayo de 1869.

Notas

  1. Véase Richard White, Railroaded: The Transcontinentals and the Making of Modern America, Nueva York: W. W. Norton, 2011, pág. 24.

  2. Leonard J. Arrington, Great Basin Kingdom: An Economic History of the Latter-day Saints, 1830–1900, Cambridge: Harvard University Press, 1958, págs. 258–265.