Historia de la Iglesia
Órdenes Unidas


“Órdenes Unidas”, Temas de la historia de la Iglesia

“Órdenes Unidas”

Órdenes Unidas

En la década de 1860, Brigham Young anticipó que la llegada del ferrocarril traería un nuevo comercio al Territorio de Utah y que transformaría la economía en el oeste1. Con el fin de asegurar que los productos se mantuviesen asequibles y para proteger a los productores locales, él y otros líderes estructuraron una red exclusiva de cooperativas entre los comerciantes Santos de los Últimos Días y los proveedores de productos2. Estos establecimientos cooperativos pudieron contener por un tiempo algunas de las importaciones, pero a medida que la economía local iba dejando de ser de subsistencia, en la década de 1870, cada vez más personas adquirían mercancías a crédito y buscaban empleo en lugar de producir sus propios bienes. El pánico en el mercado en 1873 confirmó muchas de las preocupaciones de Brigham Young: se multiplicaron las deudas y las bancarrotas por el territorio, y los objetivos del movimiento cooperativo parecieron debilitarse ante las actividades comerciales de los consumidores habituales3.

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avenida principal en Salt Lake City

Establecimientos mercantiles y cooperativos a lo largo de la calle principal de Salt Lake City.

Al querer proteger los recursos de las comunidades más pequeñas frente a los intereses foráneos, los líderes locales y generales de la Iglesia desarrollaron en la década de 1880 un sistema que ellos llamaron “Orden Unida” y lo establecieron en unos 150 asentamientos. A diferencia de las redes de cooperativas, que estaban conformadas mayormente por hombres de negocios, este nuevo sistema invitaba a todos los miembros de la comunidad a combinar sus labores e ingresos para hacer frente a la creciente importación de productos, sostener la producción local, desarrollar nuevas industrias y atender a las necesidades de los pobres. Mientras que José Smith implementó la ley de consagración bajo la supervisión de los obispos, las Órdenes Unidas aplicaban los convenios de consagración a todas las relaciones civiles, desde empleadores y empleados hasta los consejos de administración y los inversores.

En la vasta mayoría de las Órdenes Unidas en el Territorio de Utah, los miembros contribuían a un fondo común, recibían acciones de capital y dividendos por las acciones, y limitaban su actividad laboral y comercial al ámbito de la orden local. Por lo general, las mujeres se hacían cargo de las tareas de producción textil, de la educación, de la cocina y del cuidado médico y como parteras, mientras que los hombres trabajaban en las granjas y los proyectos de infraestructura4. Sin embargo, no todas las Órdenes Unidas funcionaron de la misma manera. En la “Orden Unida de Enoc”, en St. George, los que ingresaban en la orden manifestaban sus compromisos por convenio, bautizándose de nuevo y prometiendo que observarían las normas de la orden, y elegían a un consejo de administradores para dirigir las diversas empresas de la comunidad. En Brigham City, un consejo de administradores extendía mayormente la red de cooperativas a cualquier ciudadano. En Orderville y Price, los miembros de la orden procuraron establecer una vida comunal más completa; el consejo de administradores instituía el horario de trabajo, las asignaciones de trabajo y regulaba las comidas y los intercambios de bienes5.

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mapa de Orderville, Utah

Mapa de Orderville, Utah, en 1875.

A medida que los oficiales federales fueron poniendo en práctica las leyes antipoligamia en la década de 1880, muchas de las Órdenes Unidas tuvieron dificultades para conservar a sus miembros debido a las redadas del Gobierno6. Las empresas mercantiles continuaron proliferando y la mayoría de los Santos de los Últimos Días optaron por integrarse a la economía de mercado en expansión. Para la década de 1890, tanto las instituciones cooperativas como las Órdenes Unidas ya habían cerrado o se habían convertido en entidades comerciales privadas.

La denominación Orden Unida en Doctrina y Convenios

La denominación Orden Unida hizo referencia a diversos sistemas a lo largo del siglo XIX. Entre 1832 y 1834, José Smith y otros colaboradores administraron en forma conjunta diversas sociedades mercantiles, imprentas, talleres y empresas de bienes raíces a través de una organización llamada la Firma Unida, que era una entidad aparte del sistema de consagración y mayordomía de la Iglesia, administrado por el obispo Edward Partridge. Cuando se publicaron por primera vez en Doctrina y Convenios las revelaciones que versaban sobre la Firma, se sustituyeron los nombres reales de las personas para preservar la confidencialidad y el nombre “Firma Unida” fue reemplazado por el de “Orden Unida”. Los Santos de los Últimos Días que no habían participado en la Firma confundieron el nombre Orden Unida con los primeros intentos de José Smith para implementar el sistema de propiedad consagrada que el Señor reveló por primera vez en Doctrina y Convenios 427.

Temas relacionados: Movimiento cooperativo, Consagración y mayordomía, Firma Unida (“Orden Unida”)

Notas

  1. Véase el Tema: Ferrocarril.

  2. Véase el Tema: Movimiento cooperativo.

  3. Tras el pánico de 1873, se abrió un espacio para alianzas y sistemas económicos alternativos. Muchos experimentos locales y regionales, como el de las Órdenes Unidas en Utah, surgieron por todos los Estados Unidos, casi todos de corta duración (véase “The Politics of Depression”, en Eric Foner, Reconstruction: America’s Unfinished Revolution, 1863–1877, Nueva York: Harper and Row, 1988, págs. 512–563).

  4. Leonard J. Arrington, Great Basin Kingdom: An Economic History of the Latter-day Saints, 1830–1900, Lincoln: University of Nebraska Press, 1958, págs. 327–335; James Cleith Phillips, “‘As Sisters in Zion’: Mormon Women and the United Order in Arizona’s Little Colorado Colonies”, Journal of Arizona History, tomo LI, nro. 2, verano de 2010, págs. 161–165.

  5. Arrington, Great Basin Kingdom, págs. 324–334.

  6. Véase el Tema: Legislación antipoligamia.

  7. Véanse los Temas: Firma Unida (“Orden Unida”), Consagración y mayordomía. Véase también Steven C. Harper, “‘All Things Are the Lord’s’: The Law of Consecration in the Doctrine and Covenants”, en Andrew H. Hedges, J. Spencer Fluhman y Alonzo L. Gaskill, editores, The Doctrine and Covenants: Revelations in Context, Provo, Utah: Religious Studies Center, 2008, págs. 212–227.