Historia de la Iglesia
Guerra Fría


Guerra Fría

A mediados del siglo XX, la devastación dejada por la Segunda Guerra Mundial sacudió el orden internacional previo. Entre el 10 % y el 20 % de la población total de Polonia, la Unión Soviética y Yugoslavia pereció en la guerra; y también pereció entre el 4 % y el 6 % de la población total de Alemania, Italia, Austria, Hungría, Japón y China. Muchas otras pérdidas incalculables dejaron a las naciones vulnerables a la inestabilidad y la desorganización antes de que pudieran recuperarse de la guerra a largo plazo. A medida que varias potencias internacionales se aliaban, surgió un prolongado conflicto geopolítico entre la Unión Soviética y Estados Unidos y sus respectivos aliados, que a finales de siglo se denominaba comúnmente la “Guerra Fría”. Este conflicto se evidenció a menudo en guerras indirectas, batallas comerciales y una compleja diplomacia, que configuró el panorama político de gran parte del mundo en la segunda mitad del siglo.

La descolonización de regiones que los estados europeos habían reclamado anteriormente como colonias marcó una fase importante de la Guerra Fría. A medida que surgían nuevas naciones independientes, especialmente en África, Asia y Oriente Medio, Estados Unidos y la Unión Soviética competían por expandir su influencia y veían la descolonización como una oportunidad para extender su influjo ideológico: el comunismo por parte de la Unión Soviética y el capitalismo de libre mercado por parte de Estados Unidos. Se produjeron varios enfrentamientos directos sobre qué estilo de gobierno sustituiría a las antiguas colonias, a veces con terribles consecuencias. La Guerra de Corea (1950–1953) y la Guerra de Vietnam (1955–1975) fueron especialmente intensas, ambas desencadenaron una gran controversia internacional y concentraron las lealtades de varias naciones hacia alguna de las dos superpotencias. El patrocinio que las superpotencias aportaron a los conflictos de sus respectivos aliados o la participación indirecta de estas provocaron hostilidades mutuas en varios frentes de batalla. El devastador potencial enfrentamiento nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética en 1962, a menudo llamado la Crisis de los Misiles de Cuba, concluyó tras una intensa negociación y apremiantes conversaciones diplomáticas entre muchas coaliciones internacionales.

Aunque las fuerzas armadas de la Unión Soviética y Estados Unidos no se enfrentaron en combate directo, la competencia entre estas dos superpotencias se manifestaba ampliamente en eventos deportivos tales como los Juegos Olímpicos y en la carrera espacial por llegar a la luna.

Durante la década de 1980, una serie de cambios estratégicos alteraron el equilibrio de las tensiones de la Guerra Fría. Aprovechando las previsiones de estancamiento económico de la Unión Soviética, las autoridades estadounidenses incrementaron sus presiones diplomáticas, económicas y de suministro militar. La llegada de Mijaíl Gorbachov como primer ministro soviético trajo consigo una serie de reformas, concretamente la glasnost (“apertura”) y la perestroika (“reorganización”). Estas reformas, junto con el fin de la participación soviética en Afganistán en 1989 y la negativa de Gorbachov a suministrar ayuda militar a los gobiernos de Europa del Este, supusieron una amplia disolución de las estructuras de la Guerra Fría. Es cierto que persistieron muchas rivalidades y tensiones geopolíticas, pero se derrumbaron otras barreras previas en cuestión de viajes, comercio, cooperación e incluso fronteras, como el Muro de Berlín, que separaba Alemania Oriental de Alemania Occidental.

Thomas S. Monson junto a otras personas

El élder Thomas S. Monson con Gary Schwendiman, Walter y Edith Krause, Gottfried y Gertraude Richter, y Henry e Inge Burkhardt en Alemania Oriental, en 1975.

Las políticas internacionales de la época de la Guerra Fría a menudo limitaban el acceso de los líderes, misioneros y miembros de la Iglesia a determinadas naciones y regiones. Los conflictos en Europa del Este, Corea y Vietnam dificultaban el establecimiento de la Iglesia. En medio de estos desafíos, muchos miembros aislados, así como familias de estas regiones mantuvieron ramas pequeñas, pero fuertes. No obstante, en estas décadas, la Iglesia en todo el mundo experimentó el ritmo de crecimiento más rápido de su historia y se convirtió en una comunidad internacional1.

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