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La epístola del apóstol Pablo a los gálatas


La epístola del apóstol Pablo a los gálatas

¿Quiénes eran los gálatas?

Pablo dirigió la epístola a “las iglesias de Galacia” (Gálatas 1:2), o sea, a los miembros que vivían en las diversas ramas de la Iglesia que había en esa región. Galacia se encontraba localizada en lo que ahora es el centro de Turquía.

¿Por qué escribió Pablo esa carta?

Los santos gálatas luchaban con un problema común en aquella época. Muchos judíos que se habían convertido al cristianismo seguían practicando ciertas partes de la ley de Moisés e insistían en que los gentiles conversos también las practicaran a fin de ser miembros de la Iglesia. En realidad, la ley de Moisés no siempre había formado parte del Evangelio. Dios había dado el Evangelio a Adán en el principio. Posteriormente, Dios se lo dio a Abraham por motivo de su fe y de sus deseos de hacer lo justo. La ley de Moisés se añadió al Evangelio más adelante y de forma temporaria debido a que los del pueblo eran desobedientes. La ley menor tenía por objeto capacitar a las personas y prepararlas para aceptar todo el Evangelio que tuvo Abraham. Pablo escribió a los gálatas para animarlos a vivir plenamente el Evangelio y a no sujetarse a la ley de Moisés ni a las tradiciones de los judíos.

Lo que hay que buscar

En esta epístola Pablo enseña a los primeros santos varios principios importantes que los Santos de los Últimos Días deben aprender:

  • La obediencia a la ley no puede salvarnos por motivo de que nadie puede vivir la ley con perfección (véase Gálatas 2:16). ¿Hay en la actualidad personas en la Iglesia que cometen un error similar porque piensan que ganarán su camino al cielo al guardar todos los mandamientos?

  • La rectitud se logra únicamente por medio de la fe en Jesucristo. Él nos ayuda a vencer el pecado; no podemos ser rectos o justos por nuestra propia cuenta (véase Gálatas 2:16–21).

  • Al llegar a ser hijos e hijas de Dios, también llegamos a ser herederos de Dios por medio de Jesucristo (véase Gálatas 3).

  • El vivir cerca del Espíritu nos ayudará a resistir con más fortaleza los pecados de la carne (véase Gálatas 5).