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El estudio de las Escrituras


El estudio de las Escrituras

Esta guía de estudio se ha preparado para facilitarte la lectura, el estudio y la comprensión de las Escrituras. Puesto que pasarás la mayor parte de tu tiempo de estudio leyendo Escrituras y reflexionando acerca de ellas, se ha incluido esta sección para que tu estudio sea más eficaz.

El élder Howard W. Hunter, mientras prestaba servicio como miembro del Quórum de los Doce Apóstoles, dio a los miembros de la Iglesia un valioso consejo acerca del estudio de las Escrituras, el cual se resume a continuación. Si lo deseas, escribe esas ideas en una tarjeta o en una hoja de papel y ponla en un lugar donde la veas mientras estudies.

  • Lee con detenimiento para comprender las Escrituras.

  • Estudia todos los días.

  • Establece una hora fija para estudiar todos los días.

  • Estudia en un lugar donde puedas concentrarte sin distracciones ni interrupciones.

  • Dedica cierta cantidad de tiempo al estudio en lugar de leer una cierta cantidad de capítulos o de páginas: sesenta minutos es lo ideal, treinta minutos es un gran logro, pero aun quince minutos también pueden ser útiles.

  • Ten un plan de estudio.

    (Véase “El estudio de las Escrituras”, Liahona, enero de 1980, págs. 96–99.)

También te será útil emplear las ayudas para el estudio de las Escrituras que se encuentran en la Guía para el Estudio de las Escrituras y el utilizar buenas técnicas para estudiar.

Ayudas para el estudio que se encuentran en las Escrituras de los Santos de los Últimos Días

Pasajes correlacionados

Un pasaje correlacionado es una referencia de las Escrituras que te llevará a obtener más información y comprensión acerca del tema que estés estudiando.

Guía para el Estudio de las Escrituras

La Guía para el Estudio de las Escrituras contiene una lista en orden alfabético de muchas palabras y de muchos temas con referencias de las Escrituras de los cuatro libros canónicos de la Iglesia; además, contiene definiciones y explicaciones de diversos nombres y temas bíblicos.

La traducción de José Smith de la Biblia

El Señor mandó al profeta José Smith estudiar la Biblia y buscar revelación con el fin de realizar una traducción bíblica más completa y fiel (véase D. y C. 37:1; 73:3–4). Por consiguiente, el profeta José Smith restauró muchas verdades importantes e hizo varios cambios importantes en la Biblia en las partes que no habían sido traducidas correctamente o que estaban incompletas (véase Los Artículos de Fe 1:8). La versión que contiene los cambios inspirados se llama la “Traducción de José Smith”, la cual se abrevia con la sigla “TJS”. Algunos de los cambios de la Traducción de José Smith se encuentran como parte de la Guía para el Estudio de las Escrituras, bajo el título “Selecciones de la Traducción de José Smith de la Biblia en inglés”.

Mapas y fotografías de la Biblia

Los mapas o lugares geográficos y las fotografías de la Biblia que se encuentran en la Guía para el Estudio de las Escrituras son útiles para hallar los lugares que se mencionan en las Escrituras.

Encabezamientos de los capítulos, encabezamientos de las secciones y resumen de los versículos

En los encabezamientos de los capítulos y de las secciones y en el resumen de los versículos se explica o se da información importante de los antecedentes, lo cual te servirá para comprender lo que leas. Por ejemplo, ¿qué información útil se obtiene al leer el encabezamiento de la sección 89 de Doctrina y Convenios?

El tener las ayudas de estudio que se encuentran en las ediciones de las Escrituras de los Santos de los Últimos Días es como tener una pequeña colección de libros de referencia a tu disposición: ¡todos en un solo lugar!

Técnicas para estudiar

Nefi dijo que debemos “deleita[rnos]” (2 Nefi 32:3) en las Escrituras, y Jesús mandó a los nefitas escudriñ[arlas] diligentemente” (3 Nefi 23:1). Esa forma de estudiar comprende más que el simple hecho de leer rápidamente las Escrituras. Las ideas y las técnicas que aparecen a continuación te servirán para aprender más mientras estudies; están divididas en tres categorías: antes de comenzar a leer, durante la lectura y después de haber leído.

Antes de comenzar a leer

La oración

Las Escrituras se escribieron por inspiración; por consiguiente, se comprenden mucho mejor cuando tenemos la compañía del Espíritu. En el Antiguo Testamento, aprendemos acerca del sacerdote llamado Esdras, que “había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová” (Esdras 7:10). Si oras cada vez que vayas a leer las Escrituras, preparas tu corazón para hacerlo.

El obtener información sobre los antecedentes históricos

El comprender los antecedentes históricos de las Escrituras te servirá para obtener una comprensión mayor durante el transcurso de la lectura. En la Guía para el Estudio de las Escrituras se proporcionan antecedentes históricos y una breve reseña del contenido de cada libro y de los temas principales. En los encabezamientos de las secciones de Doctrina y Convenios se proporciona una breve explicación de los antecedentes históricos de las revelaciones. Este manual también contiene algunos antecedentes más con respecto a muchos de los capítulos de las Escrituras. Si tienes tiempo, también puedes consultar algunos otros libros y manuales aprobados por la Iglesia que tengan antecedentes acerca del pasaje de las Escrituras que leas.

Hazte preguntas

Antes de comenzar a leer, es útil que te hagas preguntas como las siguientes: “¿Quién escribió estos versículos?”, “¿para quién?”, “por qué se ha incluido esta enseñanza en las Escrituras?”, “¿qué deseo saber o aprender durante mi lectura de hoy?”, y “¿qué desearía el Señor que yo aprendiera de estos pasajes de las Escrituras?” A medida que leas las Escrituras, trata de encontrar respuestas a tus preguntas. Recuerda que también puedes utilizar las ayudas de estudio que se encuentran en la Guía para el Estudio de las Escrituras o buscar las respuestas en los manuales y en las publicaciones de la Iglesia.

Lee los encabezamientos de los capítulos

Los encabezamientos de los capítulos son resúmenes sencillos de los conceptos principales que contiene cada capítulo. El leer el encabezamiento de un capítulo antes de que comiences a leerlo no sólo es un buen hábito de estudio sino que también te preparará para que te hagas preguntas y busques las respuestas a medida que leas ese capítulo.

Durante la lectura

No tengas miedo de detenerte

La mayoría de las pepitas de oro no se encuentran en la superficie, por lo que es necesario excavar para encontrarlas. Tu estudio de las Escrituras te resultará más valioso si lo realizas despacio o si te detienes y pones en práctica algunas de las sugerencias que se mencionan a continuación.

Busca el significado de las palabras que no entiendas

Usa un diccionario. A veces, cuando buscas una palabra que crees conocer, descubres que tiene otros conceptos que tú desconocías. Las secciones de “La comprensión de las Escrituras” de este manual te serán útiles para comprender muchas palabras y frases difíciles.

Ten presente que algunas veces el Señor ha inspirado a Sus profetas para que incluyan explicaciones en sus escritos con el fin de ayudarnos a conocer el significado de algunas palabras y frases. Por ejemplo: lee Mosíah 3:19 para averiguar lo que el rey Benjamín dijo que quiere decir volverse como un niño.

Utiliza las ayudas de estudio que se encuentran en la Guía para el Estudio de las Escrituras

Ve la sección “Ayudas para el estudio que se encuentran en las Escrituras de los Santos de los Últimos Días”, en la pág. 2.

Aplica los pasajes de las Escrituras

El utilizar tu nombre en un versículo hace que las enseñanzas de ese pasaje de las Escrituras sea más personal. Por ejemplo, en Moisés 1:39, ¿qué diferencia hay si empleas tu nombre en lugar de la palabra “hombre”?

Visualiza

Visualiza en tu mente lo que acontece. Por ejemplo, cuando leas Génesis 37, imagina qué sentirías si fueras uno de los hijos menores de una familia y todos tus hermanos mayores te odiaran y te tuvieran envidia.

A veces, las Escrituras nos indican que nos imaginemos algo. Lee Alma 5:15–18, detente y haz lo que Alma sugiere. En seguida, anota lo que hayas sentido al visualizar en tu mente lo que dicen esos versículos.

Busca las conjunciones

Las conjunciones y las locuciones conjuntivas más comunes son: y, ni, pero, mas, porque (o por motivo de que), por lo tanto, por consiguiente, no obstante, sin embargo, con todo, puesto que, etc. Al leer esas palabras, fíjate en qué forma te ayudan a comprender dos o más conceptos. En ocasiones, demuestran cómo dos o más cosas son semejantes o diferentes.

Por ejemplo, si piensas en lo que indican las palabras por motivo de, que se encuentran en Mosíah 26:2–3, aprenderás una verdad importante acerca del estudio de las Escrituras.

Por motivo de indica aquí una relación de causa y efecto entre la incredulidad de los del pueblo y la capacidad de ellos para comprender las Escrituras y las palabras de los profetas.

Lee ahora Doctrina y Convenios 45:30–32 y fíjate en cómo la palabra pero muestra un contraste entre las condiciones en las que se encontrarán los inicuos y los justos en los últimos días.

El hacer hincapié en la palabra pero nos da la seguridad de que los justos serán librados de algunas de las destrucciones que ocurrirán antes de la Segunda Venida.

Busca las estructuras de ideas

En 2 Nefi 31:2, leemos que Nefi dice que deseaba escribir algunas palabras acerca de la doctrina de Cristo y, más adelante, en el versículo 21, da su testimonio de que lo que acababa de explicar era la doctrina de Cristo. Al saber que Nefi enseñó la doctrina de Cristo entre los versículos 2 y 21, debemos regresar y estudiar sus palabras con más detenimiento para saber cuál es la doctrina de Cristo.

Otro ejemplo de la estructura de ideas es buscar la explicación de causa y efecto de un profeta que a veces se indica con las palabras Si y Entonces, y en ocasiones con una sola de estas palabras. En Levítico 26, vemos que Moisés profetizó sobre las bendiciones y las maldiciones que recibirían los hijos de Israel. Fíjate en los versículos 3–4, 18, 23–24, 27–28 y 40–42 y observa que Moisés utilizó la estructura de causa y efecto cuando enseñó a los hijos de Israel acerca de lo que sucedería si obedecían los mandamientos del Señor y de lo que sucedería si los desobedecían.

Otro ejemplo de la estructura de ideas es buscar la repetición de una palabra o de un concepto. Por ejemplo, fíjate en el número de veces que en Génesis 39 el escritor menciona que el Señor estaba con José.

Busca listas en las Escrituras

Las listas te servirán para comprender con más claridad lo que el Señor y Sus profetas enseñan. Los Diez Mandamientos son una lista (véase Éxodo 20). Se ve claramente que las bienaventuranzas que se encuentran en Mateo 5 son una lista. El hallar otras listas puede requerir un poco más de esfuerzo; por ejemplo, busca Doctrina y Convenios 68:25–31 y haz una lista de lo que el Señor dice que los padres deben enseñar a sus hijos.

Hazte preguntas

Sigue haciéndote preguntas como las que se te indican en la sección anterior titulada “Antes de comenzar a leer”. A medida que leas, puedes expresar de otra manera las preguntas que te hayas hecho antes de comenzar a leer o puede que desees hacerte preguntas completamente diferentes. El buscar respuesta a las preguntas es una de las formas más importantes de adquirir una mejor comprensión al estudiar las Escrituras. Una de las preguntas más importantes para hacerse es: “¿Por qué podría haber inspirado el Señor al autor a poner esto en las Escrituras?”. Está atento a los indicios obvios que el autor deja a veces cuando dice algo como “y así vemos que”.

Contesta las preguntas que se hacen en las Escrituras

Muchas veces el Señor pregunta y luego da la respuesta a esa pregunta. Él les preguntó a los discípulos nefitas: “¿qué clase de hombres habéis de ser?”, y luego Él mismo respondió: “aun como yo soy” (3 Nefi 27:27).

En otras ocasiones, se hacen las preguntas pero no se dan las respuestas, por lo general, porque el autor piensa que éstas son obvias. Sin embargo, en ocasiones el autor no contesta una pregunta porque es preciso que se reflexione sobre ella y la respuesta puede no ser necesariamente inmediata. Por ejemplo: lee Marcos 4:35–41 y da las respuestas a las cuatro preguntas que se encuentran en esos versículos como si tú hubieras estado allí.

Busca representaciones y significados simbólicos

A menudo, los profetas utilizan símbolos e imágenes con el fin de comunicar su mensaje con más fuerza. Por ejemplo, las parábolas son una forma de dar un mensaje en forma sencilla pero que encierra mucho más significado. El relato que describen las parábolas hace que la lección que enseñan se recuerde con más facilidad y sea más descriptiva.

Las siguientes sugerencias podrían servirte para comprender los símbolos que se encuentran en las Escrituras:

  1. Busca una interpretación en las Escrituras. Por ejemplo: Lehi tuvo una visión que se registra en 1 Nefi 8. Más adelante, Nefi tuvo una visión en la cual él vio las mismas cosas que su padre, junto con la interpretación de los símbolos de la visión de éste (véase 1 Nefi 11–14). En ocasiones, se puede obtener la interpretación al buscar una correlación de los pasajes en las notas al pie de la página de las Escrituras.

  2. Piensa acerca de las características del símbolo y qué enseñanzas puedes sacar de él. Alma utilizó ese método para explicar la Liahona a su hijo (véase Alma 37:38–47).

  3. Fíjate en si el símbolo te enseña algo acerca del Salvador. El Señor le dijo a Adán que “todas las cosas testifican de [Él]” (Moisés 6:63). Por ejemplo, ¿de qué manera los diferentes elementos que componen el relato del sacrificio de Abraham de su hijo Isaac testifican del sacrificio de Jesucristo?

Escribe

Ten a mano hojas de papel o un cuaderno para escribir los conceptos que desees recordar, tales como las listas, los conocimientos o los puntos de vista especiales que hayas adquirido, o lo que pienses sobre algo que hayas leído. Con el fin de recordar tus pensamientos o puntos de vista la próxima vez que leas, puedes, si lo deseas, escribirlos también en el margen de tus Escrituras.

Amuchas personas les gusta marcar palabras o frases importantes en sus ejemplares de las Escrituras. No hay una forma correcta o incorrecta de hacerlo. (De hecho, tal vez no quieras hacerlo.) Algunas sombrean o subrayan las palabras y las frases que brindan un significado especial a un versículo. Otra forma de marcar las Escrituras es anotar la referencia de un pasaje correlacionado en el margen. El hacerlo con varios versículos que traten sobre el mismo tema te brindará una serie de pasajes de las Escrituras que se relacionan con un mismo tema, el cual podrás localizar fácilmente con sólo buscar uno de los pasajes que la componen. El marcar las Escrituras te ayuda en muchas ocasiones a encontrar versículos importantes con más rapidez.

Después de haber leído

Reflexiona

Reflexionar es pensar profundamente sobre algo, sopesarlo en tu mente, hacer preguntas y evaluar qué sabes y qué has aprendido. En ocasiones, las Escrituras llaman a eso “meditar” (véase Josué 1:8). En las Escrituras encontramos varios buenos ejemplos en los que se recibieron revelaciones importantes como consecuencia de la meditación, sobre todo de la meditación en las Escrituras (véase D. y C. 76:15–20; 138:1–11).

Aplica las Escrituras a ti mismo

Aplicar las Escrituras a ti mismo es comparar el mensaje de ellas con tu propia vida. A fin de aplicar las Escrituras a ti mismo, debes hacerte preguntas como éstas: “¿Qué principios del Evangelio se enseñan en los pasajes de las Escrituras que acabo de leer?”, y “¿de qué forma se comparan o relacionan esos principios conmigo?”. El prestar atención a la inspiración del Espíritu es una parte importante del aplicar los pasajes de las Escrituras a ti mismo, ya que el Señor ha prometido que nos “guiará a toda la verdad” (Juan 16:13).

Por ejemplo, Nefi aplicó las Escrituras a él y a su familia al relacionar algunos de los principios que Isaías enseñó con la situación que ellos enfrentaban. Él enseñó a sus hermanos que, al igual que los hijos de Israel, ellos también se habían alejado de Dios, porque Dios no se había alejado de ellos. También les enseñó que si se arrepentían, el Señor sería misericordioso con ellos y los perdonaría (véase 1 Nefi 19:24; 21:14–16). Nefi dijo que al aplicar las palabras de Isaías a sí mismo y a sus hermanos, la creencia que tenían de que Jesucristo era el Redentor aumentaría (véase 1 Nefi 19:23).

Vuelve a leer

No aprendemos todo lo que encierra un pasaje de las Escrituras la primera vez que lo leemos. En realidad, lleva toda una vida de estudio el comprender verdaderamente las Escrituras. A menudo, comenzamos a advertir las estructuras de ideas, a visualizar mejor y a comprender las Escrituras más a fondo después de haberlas leído dos o tres veces. Si lo deseas, al volver a leer los pasajes, busca nuevas enseñanzas o hazte preguntas diferentes. El tratar de escribir de nuevo un relato o simplemente un versículo o dos con tus propias palabras puede ayudarte a descubrir si has comprendido o no lo que has leído y a entender mejor las Escrituras.

Escribe

Algunas personas llevan un diario donde escriben el tema o concepto principal de lo que han leído, de lo que piensan al respecto y de qué forma piensan que pueden aplicarlo a su vida. Si tú utilizas este manual para el programa de estudio individual supervisado de seminario, es necesario que lleves un cuaderno para recibir créditos. Ese cuaderno será como un diario sobre las Escrituras.

Es también de gran beneficio hablar a otras personas acerca de lo que hayas leído. El anotar algunos puntos que quieras recordar para hablar sobre ellos y el analizar lo aprendido te será de utilidad para comprender mejor y acordarte más de lo que hayas leído.

Aplícalo a tu vida

El valor real del conocimiento que adquieras de las Escrituras lo obtendrás cuando pongas en práctica lo que hayas aprendido. El sentirse más cerca del Señor y el experimentar un sentimiento de paz son algunas de las bendiciones que reciben los que viven el Evangelio. Además, el Señor dijo que a los que vivan de acuerdo con lo que han aprendido les será dado más, mientras que quienes no vivan de acuerdo con lo que han aprendido perderán el conocimiento que tengan (véase Alma 12:9–11).

“Deleitaos en las palabras de Cristo; porque he aquí, las palabras de Cristo os dirán todas las cosas que debéis hacer” (2 Nefi 32:3).