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Capítulo 49: Doctrina y Convenios 125–128


“Capítulo 49: Doctrina y Convenios 125–128”, Doctrina y Convenios: Manual del alumno (2017)

“Capítulo 49”: Doctrina y Convenios: Manual del alumno

Capítulo 49

Doctrina y Convenios 125–128

Introducción y cronología

En el verano de 1839, muchos de los santos que habían sido expulsados de sus hogares en Misuri estaban estableciendo nuevos asentamientos en tierras que la Iglesia había comprado en Commerce, Illinois, y en el territorio de Iowa. En marzo de 1841, el profeta José Smith recibió la revelación registrada en Doctrina y Convenios 125, en la que el Señor reveló Su voluntad concerniente al recogimiento de los santos en el territorio de Iowa.

Después de su bautismo en abril de 1832, Brigham Young sirvió en misiones en el Alto Canadá, en el noreste de los Estados Unidos y en Inglaterra. Su extenso servicio misional exigió que él y su familia hicieran sacrificios significativos. El 1.º de julio de 1841, Brigham Young regresó de su misión en Inglaterra después de una ausencia de casi dos años. El 9 de julio de ese mismo año, el profeta José Smith recibió una revelación para Brigham Young, la cual se encuentra en Doctrina y Convenios 126. En ella, el Señor le dijo a Brigham que ya no le era requerido dejar a su familia para servir en misiones “como en lo pasado” (D. y C. 126:1).

El 1.º de septiembre de 1842, el profeta José Smith escribió una epístola a los miembros de la Iglesia indicándoles que llevaran registros de los bautismos que realizaran por sus antepasados fallecidos. Esa epístola se encuentra en Doctrina y Convenios 127. Investigaciones recientes apuntan a que el 7 de septiembre de 1842 (en lugar del 6 de septiembre, como se indica en el encabezamiento de la sección), el Profeta escribió otra epístola a los miembros de la Iglesia en la que les enseñó más sobre la debida administración y el registro de los bautismos por los muertos, así como la importancia doctrinal de esa ordenanza. Esa epístola se encuentra en Doctrina y Convenios 128.

15 de agosto de 1840El profeta José Smith pronuncia su primer discurso público sobre el bautismo por los muertos en el funeral de Seymour Brunson en Nauvoo, Illinois.

6–16 de marzo de 1841Se recibe Doctrina y Convenios 125.

1.º de julio de 1841Brigham Young llega a Nauvoo después de servir en una misión en Inglaterra.

9 de julio de 1841Se recibe Doctrina y Convenios 126.

8 de noviembre de 1841Se dedica una pila bautismal provisional para efectuar bautismos por los muertos en el subsuelo del templo incompleto en Nauvoo, Illinois.

Agosto de 1842Para evitar que lo arrestaran ilegalmente y lo enviaran a Misuri, el profeta José Smith se oculta en varios lugares de Nauvoo, Illinois, y sus alrededores.

1.º de septiembre de 1842El profeta José Smith dicta una epístola a los miembros de la Iglesia, la cual se encuentra en Doctrina y Convenios 127.

7 de septiembre de 1842El profeta José Smith dicta otra epístola a los miembros de la Iglesia, la cual se encuentra en Doctrina y Convenios 128.

Doctrina y Convenios 125: Antecedentes históricos adicionales

Después de que el gobernador Lilburn W. Boggs emitiera la orden ejecutiva para expulsar a todos los mormones del estado de Misuri en octubre de 1838, miles de Santos de los Últimos Días huyeron al territorio de Iowa y a Illinois. El profeta José Smith y otros líderes de la Iglesia hicieron arreglos para comprar 280 hectáreas de tierra en Commerce (más tarde llamada Nauvoo), Illinois, y casi 7 280 hectáreas en el condado de Lee, en el territorio de Iowa. Posteriormente, se establecieron ramas de la Iglesia en el territorio de Iowa en Zarahemla y Nashville, y en otros asentamientos pequeños cerca de la comunidad existente de Montrose. La Estaca Iowa se creó durante una conferencia de la Iglesia que tuvo lugar el 5 de octubre de 1839. En marzo de 1841, el profeta José Smith recibió la revelación registrada en Doctrina y Convenios 125, en la que el Señor mencionó a Zarahemla y Nashville como principales lugares de recogimiento para los miembros de la Iglesia en el territorio de Iowa. El nombre de la Estaca Iowa se cambió al de Estaca Zarahemla en agosto de 1841. Sin embargo, debido a que se necesitaba a todos los miembros de la Iglesia disponibles para colaborar en la construcción del Templo de Nauvoo y completar otros proyectos de construcción en Nauvoo, Illinois, la Estaca Zarahemla se clausuró en enero de 1842 después de que un grupo numeroso de miembros se mudara del territorio de Iowa a Nauvoo. (Véase “Historical context and overview of Doctrine and Covenants 125”, en Dennis L. Largey y Larry E. Dahl, editores, Doctrine and Covenants Reference Companion, 2012, pág. 840).

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Mapa 10: Nauvoo, Illinois, 1839–1846

Doctrina y Convenios 125

El Señor manda a los miembros de la Iglesia en el territorio de Iowa que se congreguen en lugares designados

Doctrina y Convenios 125. El recogimiento de los santos

Varias de las revelaciones registradas en Doctrina y Convenios enseñaban que los miembros de la Iglesia debían congregarse en lugares designados por el Señor mediante Su profeta (véanse D. y C. 37:3; 57:1–2; 101:20–21; 115:6–8). Al congregarse juntos, esos santos recibieron fortaleza espiritual, instrucción del Evangelio y otros beneficios de asociarse unos con otros y con los líderes de la Iglesia. En la revelación que el profeta José Smith recibió en marzo de 1841, el Señor explicó que los miembros de la Iglesia en el territorio de Iowa debían “[edificar] ciudades a mi nombre” (D. y C. 125:2). También les dijo a esos santos que debían congregarse en Zarahemla o Nashville en el territorio de Iowa, en “la ciudad de Nauvoo” o en cualquiera de las estacas que el Señor había designado (véase D. y C. 125:3–4). En la actualidad, a los miembros de la Iglesia no se les manda congregarse en un lugar en particular; más bien, cada miembro está asignado a un barrio o una rama local dentro de una estaca o misión en el área donde reside. El presidente Ezra Taft Benson (1899–1994) enseñó:

“Conforme la Iglesia va creciendo, es muy importante que edifiquemos bien y sólidamente, que nuestras futuras estacas posean los ingredientes básicos que son necesarios para tener éxito y que las estacas existentes trabajen incansablemente hacia la madurez, en el sentido de logros espirituales. Estas estacas han de ser los puntos de recogimiento para la Sion actual, así como santuarios espirituales, y también deben ser autosuficientes de todas las maneras posibles.

“Las estacas y los distritos de Sion simbolizan los lugares santos de los que habló el Señor en los que Sus santos han de congregarse en los últimos días para refugiarse de la tempestad” (véase Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Ezra Taft Benson, 2014, págs. 320–321).

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señalizador del fuerte Des Moines, Montrose, Iowa

Ubicación del fuerte Des Moines en Montrose, Iowa, donde algunos Santos de los Últimos Días vivieron en barracas abandonadas del ejército de los Estados Unidos después de huir de Misuri en 1839.

Doctrina y Convenios 126: Antecedentes históricos adicionales

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Brigham Young: el Moisés estadounidense, por Kenneth A. Corbett

Brigham Young: el Moisés estadounidense, por Kenneth A. Corbett. Retrato de Brigham Young, 1801–1877.

Brigham Young demostró un gran fervor misional desde el momento de su bautismo el 5 de abril de 1832. Al describir los sentimientos que tuvo, posteriormente dijo: “Quería predicar con voz de trueno el Evangelio a las naciones. Era como un fuego en mis entrañas que no podía contener… Nada podría satisfacerme sino proclamar al mundo entero lo que el Señor está llevando a cabo en los últimos días” (véase Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Brigham Young, 1997, pág. VIII).

Durante sus primeros cinco años como miembro de la Iglesia, Brigham Young sirvió en misiones en todo el Alto Canadá, en Nueva York y en otros estados del este. También participó en la marcha del Campo de Sion de Ohio a Misuri en el verano de 1834. Fue ordenado miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles en Kirtland, Ohio, el 14 de febrero de 1835, y más tarde llegó a ser el presidente de ese Cuórum, el 14 de abril de 1840, mientras servía en una misión en Inglaterra. El 1.º de julio de 1841, después de terminar su misión en Inglaterra, el presidente Young volvió a reunirse con su esposa e hijos, que por entonces vivían en Nauvoo, Illinois. (Véase Leonard J. Arrington, Brigham Young: American Moses, 1985, págs. 413–414). El 9 de julio de 1841, el profeta José Smith visitó al presidente Young en su hogar y dictó la revelación registrada en Doctrina y Convenios 126.

Doctrina y Convenios 126

El Señor le dice a Brigham Young que ya no se le requiere dejar a su familia para servir en misiones

Doctrina y Convenios 126. “… tu ofrenda me es aceptable”

Las muchas ausencias de Brigham Young mientras estuvo al servicio del Señor fueron difíciles para su esposa Mary Ann y sus hijos. En el verano de 1839, mientras él y los otros miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles se preparaban para servir en misiones en Gran Bretaña, una epidemia de malaria azotó el área, dejando enfermos a Brigham y a la mayoría de los miembros de su familia (véase Lisa Olsen Tait y Chad M. Orton, “Vela especialmente por tu familia”, en Revelaciones en contexto, editado por Matthew McBride y James Goldberg, 2016, pág. 261, o history.lds.org). Sin embargo, eso no le impidió cumplir su misión. Más tarde recordó: “… estaba dispuesto a irme a Inglaterra o morir en el intento. Mi firme resolución era que haría lo que se me requería hacer en el Evangelio de vida y salvación, o que moriría tratando de hacerlo” (véase Enseñanzas: Brigham Young, pág. 6).

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Mary Ann Angell Young

Mary Ann Angell se casó con Brigham Young en Kirtland, Ohio, el 18 de febrero de 1834.

Brigham Young partió de Montrose, territorio de Iowa, hacia Inglaterra el 14 de septiembre de 1839, apenas diez días después de que su esposa Mary Ann diera a luz a su cuarto hijo. Mary Ann aún seguía enferma de malaria. Esa era la octava vez, desde que se habían casado, que habían estado separados mientras el presidente Young servía en una misión (incluida la expedición del Campo de Sion). Además, debido a que habían sido expulsados de Misuri el año anterior y habían perdido la mayoría de sus posesiones, Brigham solo pudo dejarle a Mary Ann 2,72 dólares para mantener a su familia, que también incluía a dos hijas del matrimonio de Brigham con su primera esposa, Miriam, que había muerto unos cinco meses después de haberse unido a la Iglesia. Pero los Young confiaban en que el Señor proveería para ellos y confiaron en la promesa del profeta José Smith de que las familias de los miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles verían sus necesidades cubiertas mientras los Apóstoles estuviesen ausentes en sus misiones. (Véase Arrington, Brigham Young, págs. 74–75, 413, 420; “Historical context and overview of Doctrine and Covenants 126”, en Largey y Dahl, Doctrine and Covenants Reference Companion, pág. 841). Cuando Brigham Young y su amigo y compañero en el apostolado Heber C. Kimball partieron para su misión, se levantaron de la parte trasera de la carreta donde yacían gravemente enfermos y vitorearon a sus familias enfermas, exclamando: “Hurra, hurra por Israel” (en Orson F. Whitney, The Life of Heber C. Kimball, 3.ª edición, 1967, pág. 266). Durante la ausencia de su esposo, Mary Ann trasladó a la familia de Montrose, territorio de Iowa, a Nauvoo, Illinois, donde construyó una casa de troncos “con mantas colgadas sobre las puertas y ventanas para evitar los elementos”. Después de regresar de su misión a Inglaterra el 1.º de julio de 1841, el presidente Young comenzó a construir una casa de ladrillos en Nauvoo para su familia, “aunque no le fue posible [trasladarla] allí hasta mayo de 1843” (en Tait y Orton, “Vela especialmente por tu familia”, pág. 262, o history.lds.org).

Como resultado de su obediencia fiel y su servicio dedicado, Brigham Young recibió la confirmación del Señor de que había hecho bien y que su ofrenda era aceptable ante Él (véase D. y C. 126:1).

Según Lectures on Faith [Disertaciones sobre la fe], una colección de lecciones que se publicaron con la aprobación y sanción del profeta José Smith, una cosa que se “necesita para que cualquier ser racional e inteligente pueda ejercer fe en Dios para vida y salvación” es “un conocimiento real de que el curso de su vida está en armonía con la voluntad [de Dios]” (Lectures on Faith, 1985, pág. 38). El élder Neal A. Maxwell (1926–2004), del Cuórum de los Doce Apóstoles, agregó:

“Obviamente, nuestras imperfecciones impiden que Dios apruebe ahora nuestra vida de manera plena y definitiva, si bien el curso básico de nuestra vida puede recibir Su aprobación. Si tenemos esa certeza básica, podemos desarrollar la fe mucho más. Una vez que nuestra dirección es correcta, podemos prestar atención al ritmo.

“Hay varios deberes específicos en el ‘curso de la vida’ que acompañan a los mandamientos y nos ayudan a guardarlos. Por lo general, esos deberes son bastante mensurables y bien conocidos. Entre ellos se incluyen el participar de la Santa Cena, asistir a las reuniones y al templo, orar, ayunar, estudiar las Escrituras, prestar servicio cristiano, atender todos los deberes familiares, participar en la obra misional y de reactivación, efectuar la obra genealógica, pagar nuestros diezmos y ofrendas, y estar preparados temporalmente… 

“Cuando realizamos debidamente esos deberes mensurables, estos producen una serie de resultados altamente deseables que son menos mensurables pero muy reales. De hecho, cuando tenemos experiencias personales y espiritualmente fortalecedoras, casi siempre ocurrirán cuando estemos llevando a cabo los deberes que se acaban de mencionar. Además, llevar a cabo esos deberes nos dará derecho a la compañía cada vez mayor del Espíritu Santo” (“The Christ-Centered Life”, Ensign, agosto de 1981, pág. 13).

Doctrina y Convenios 126:3. “… [envía] mi palabra a todas partes”

Antes de que el profeta José Smith recibiera la revelación registrada en Doctrina y Convenios 126, los miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles por lo general actuaban como autoridades locales en áreas periféricas de la Iglesia y en el campo misional. Cuando Brigham Young y otros miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles regresaron de sus misiones en Gran Bretaña, el Señor indicó que al presidente Young, que por entonces era el Presidente del Cuórum de los Doce Apóstoles, ya no se le requería dejar a su familia para servir en misiones (véase D. y C. 126:1). Por el contrario, el Señor dijo que debía permanecer cerca de la sede de la Iglesia y “enviar mi palabra a todas partes” (D. y C. 126:3), dando a entender que supervisaría la obra misional. Aunque el presidente Young sirvió en otras tres misiones breves en 1842, 1843 y 1844, por lo general pudo permanecer con su familia en Nauvoo, Illinois, donde tuvo la bendición de pasar tiempo con el profeta José Smith y aprender de él durante los tres últimos años de la vida del Profeta.

Doctrina y Convenios 126:3. “… [vela] especialmente por tu familia”

Tras regresar de Gran Bretaña a su hogar, Brigham Young siguió el mandamiento del Señor de “velar especialmente por [su] familia” (D. y C. 126:3). Cada día dedicaba tiempo a instruir a sus hijos y orar con ellos, y estos le recordaron como un padre bondadoso y amoroso. Brigham tenía 40 años cuando se recibió la revelación registrada en Doctrina y Convenios 126, pero el siguiente relato ilustra su asentada devoción por su familia:

“Cuando tenía 23 años de edad se casó con [su primera esposa] Miriam Angeline Works, y de ese matrimonio tuvo dos hijas. Brigham sostuvo a su familia fabricando y componiendo sillas, mesas y alacenas, e instalando ventanas, puertas, escaleras y repisas de chimeneas… 

“Cuando Miriam enfermó de tuberculosis, además de su propio trabajo Brigham se hizo cargo de la mayor parte de las tareas de ella. Cuando la enfermedad la confinó en la cama, él se encargó de preparar el desayuno para la familia, vestir a sus hijas, limpiar la casa y ‘sentar a su esposa en la mecedora junto a la chimenea, donde la dejaba hasta que él regresaba por la tarde’, que era cuando preparaba la cena, acostaba a la familia y completaba las tareas del hogar [Susa Young Gates y Leah D. Widtsoe, The Life Story of Brigham Young, 1930, pág. 5]. Sus experiencias en la juventud y en los primeros años de su matrimonio cuidando de sus hijas y administrando un hogar le enseñaron mucho acerca de la cooperación familiar y el mantenimiento de la casa. Años más tarde había de aconsejar sobre ello a los miembros de la Iglesia y solía bromear diciendo que él podía hacer los trabajos domésticos mejor que ‘la mayoría de las amas de casa de la comunidad’ [Deseret News Weekly, 12 de agosto de 1857, pág. 4]” (véase Enseñanzas: Brigham Young, pág. 2).

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hogar de Brigham Young en Nauvoo, Illinois

El hogar de Brigham Young en Nauvoo, Illinois.

Aprender a compaginar nuestras responsabilidades familiares con los estudios, el trabajo y los llamamientos de la Iglesia puede ser difícil. La Primera Presidencia proclamó en una carta dirigida a los miembros de la Iglesia en 1999:

“Hacemos un llamado a los padres para que dediquen sus mejores esfuerzos a la enseñanza y crianza de sus hijos con respecto a los principios del Evangelio, lo que los mantendrá cerca de la Iglesia. El hogar es el fundamento de una vida recta y ningún otro medio puede ocupar su lugar ni cumplir sus funciones esenciales en el cumplimiento de las responsabilidades que Dios les ha dado.

“Aconsejamos a los padres y a los hijos dar una prioridad predominante a la oración familiar, a la noche de hogar para la familia, al estudio y a la instrucción del Evangelio, y a las actividades familiares sanas. Sin importar cuán apropiadas puedan ser otras exigencias o actividades, no se les debe permitir que desplacen los deberes divinamente asignados que solo los padres y las familias pueden llevar a cabo en forma adecuada” (Carta de la Primera Presidencia, 11 de febrero de 1999; véase también Manual 2: Administración de la Iglesia, 2010, 1.4.1).

Doctrina y Convenios 127: Antecedentes históricos adicionales

La primera enseñanza pública del profeta José Smith sobre la doctrina del bautismo vicario por los muertos ocurrió el 15 de agosto de 1840 en Nauvoo, Illinois, cuando predicó un sermón durante el funeral del hermano Seymour Brunson, que había sido miembro del sumo consejo de Nauvoo y guardaespaldas suyo. Poco después, los miembros de la Iglesia comenzaron a efectuar bautismos por los muertos en el río Misisipí. (Véase Matthew McBride, “Las cartas en cuanto al bautismo por los muertos”, en McBride y Goldberg, Revelaciones en contexto, pág. 292, o history.lds.org; Susan Easton Black, “A Voice of Gladness”, Ensign, febrero de 2004, pág. 35). Cuatro meses más tarde, el Profeta anunció la doctrina en una carta dirigida a los miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles que prestaban servicio en Gran Bretaña: “Los santos tienen el privilegio de bautizarse por sus parientes fallecidos, por aquellos que creen que habrían aceptado el Evangelio si hubieran tenido la oportunidad de escucharlo y que lo han recibido en el espíritu por medio de quienes fueron comisionados para predicárselo mientras se encontraban en prisión” (Carta al Cuórum de los Doce Apóstoles, 15 de diciembre de 1840, pág. 6, josephsmithpapers.org).

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embarcadero de la Casa de Nauvoo en la calle Main de Nauvoo, Illinois

Foto del embarcadero de la Casa de Nauvoo para barcos de vapor. Algunos de los santos realizaron bautismos por los muertos cerca de este lugar.

Antes de que se terminara de construir el baptisterio del Templo de Nauvoo, el Señor permitió de manera provisional que los santos realizaran bautismos por los muertos en lugares que no fueran el templo, explicando que: “… esta ordenanza pertenece a mi casa, y no me puede ser aceptable, sino en los días de vuestra pobreza, durante los cuales no podéis edificarme una casa… [Os] concedo el tiempo suficiente para que me la edifiquéis; y durante este tiempo vuestros bautismos me serán aceptables” (D. y C. 124:30–31). A finales de noviembre de 1841 se construyó una pila bautismal grande de madera en el subsuelo del Templo de Nauvoo, que “rodearon de una cobertura de listones de madera” mientras se seguía con la construcción de las paredes y los pisos superiores del templo (véase Glen M. Leonard, Nauvoo: A Place of Peace, a People of Promise, 2002, págs. 250–251).

En mayo de 1842, Lilburn W. Boggs, que había sido gobernador de Misuri y había emitido la orden de exterminación de los miembros de la Iglesia, resultó herido en un intento de asesinato. Las autoridades de Misuri acusaron al profeta José Smith de colaborar en la planificación del ataque, y oficiales tanto de Misuri como de Illinois trataron de arrestar al Profeta, que en ese tiempo residía en Nauvoo, Illinois, y llevarlo a Misuri para juzgarlo. Sabiendo que si regresaba a Misuri era probable que lo mataran, el Profeta los estuvo eludiendo desde principios de agosto hasta diciembre de 1842 para evitar que lo arrestaran. En enero de 1843 se llegó a la conclusión de que los procedimientos que se habían seguido para arrestar al Profeta y llevarlo a Misuri eran ilegales. (Véase “Letter to John M. Bernhisel, 7 September 1842”, págs. 2–3, josephsmithpapers.org; “Historical context and overview of Doctrine and Covenants 127”, en Largey y Dahl, Doctrine and Covenants Reference Companion, pág. 842).

El 1.º de septiembre de 1842, el profeta José Smith trabajó en uno de los cuartos superiores de la Tienda de ladrillos rojos (donde a menudo se trataban asuntos de la Iglesia), así como en su casa. En un momento dado de ese día escribió una epístola que contenía instrucciones para los miembros de la Iglesia para informarles de que planeaba ocultarse una vez más e instruirles en cuanto a la ordenanza del bautismo vicario por los muertos. Dos días más tarde se vio obligado a esconderse una vez más. El 4 de septiembre de 1842, la epístola se leyó en voz alta a los miembros de la Iglesia que estaban reunidos cerca del Templo de Nauvoo en una arboleda donde se llevaban a cabo reuniones al aire libre. El contenido de esa epístola se encuentra en Doctrina y Convenios 127. (Véanse “Journal, December 1841–December 1842”, págs. 184189–190, josephsmithpapers.org; “Historical context and overview of Doctrine and Covenants 127”, pág. 842).

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finca de José Smith, Nauvoo, Illinois

La finca de José Smith en Nauvoo, Illinois, donde él y su familia vivieron desde 1839 hasta 1843.

Doctrina y Convenios 127

El profeta José Smith se “[gloría] en la tribulación” y aconseja a los miembros de la Iglesia que lleven registros de los bautismos por los muertos

D. y C. 127:1–3. “Regocíjense, pues, todos los santos y alégrense en gran manera”

Tras el intento de asesinato del exgobernador de Misuri Lilburn W. Boggs el 6 de mayo de 1842, algunos enemigos del profeta José Smith afirmaron falsamente que el Profeta había ayudado a planificar el ataque. Se presentaron cargos legales formales y, a partir de principios de agosto de 1842, los oficiales de Misuri e Illinois intentaron arrestar al Profeta para llevarlo a Misuri para ser juzgado. El profeta José Smith negó rotundamente el cargo, explicando en su epístola a los santos que “me persiguen sin causa” (D. y C. 127:1). En una carta que escribió por separado a un miembro de la Iglesia el 7 de septiembre de 1842, el profeta José Smith dijo: “Los habitantes de Misuri, junto con algunos de los oficiales principales de este estado [Illinois]… de nuevo acarrean deshonra sobre sí mismos a causa de la persecución y la crueldad. Tienen tan poco respeto por la verdad —las leyes de la tierra— y la Constitución de los Estados Unidos, que han emitido órdenes para mi arresto, tan ilegales como se pueda imaginar, y ellos mismos son conscientes de ello… Así que, como ve, me veo obligado a exiliarme para salvar la vida de las personas y mi propia vida día a día” (“Letter to John M. Bernhisel, 7 September 1842”, págs. 2–3, josephsmithpapers.org).

A pesar de las amenazas a su vida, el profeta José Smith escribió: “Todo esto ha llegado a ser lo más natural para mí y, como Pablo, siento deseos de gloriarme en la tribulación, porque hasta hoy el Dios de mis padres me ha librado de todo ello, y de aquí en adelante me librará; pues he aquí, triunfaré de todos mis enemigos” (D. y C. 127:2). El Profeta también declaró: “Regocíjense, pues, todos los santos y alégrense en gran manera, porque el Dios de Israel es su Dios” (D. y C. 127:3), dando a entender que los miembros de la Iglesia podrían confiar en que el Gran Jehová, que realizó grandes milagros en nombre de Su pueblo en la antigüedad, continuaría haciéndolo en sus días.

El élder Robert D. Hales, del Cuórum de los Doce Apóstoles, explicó por qué Dios permitió que el profeta José Smith experimentara la adversidad: “… nuestros desafíos terrenales tienen un significado y un propósito. Piensen en el profeta José Smith, quien durante su vida afrontó enorme oposición, enfermedad, accidentes, pobreza, malentendidos, falsas acusaciones y persecución. Quizás nos preguntemos: ¿Por qué no protegió el Señor a Su profeta de tales obstáculos, no le dio recursos ilimitados y detuvo las acusaciones de sus enemigos? La respuesta es que cada uno de nosotros debe pasar por ciertas experiencias para llegar a ser como nuestro Salvador. En la escuela de la vida, el maestro es muchas veces el dolor y la tribulación, pero las lecciones tienen por objeto refinar y fortalecer, y no destruir” (véase “La fe en medio de la tribulación trae paz y gozo”, Liahona, mayo de 2003, pág. 17).

Doctrina y Convenios 127:4. “Continúese sin cesar la obra de mi templo”

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José Smith en el Templo de Nauvoo, por Gary E. Smith

José Smith en el Templo de Nauvoo, por Gary E. Smith. El Templo de Nauvoo original se terminó de construir después de la muerte del profeta José Smith. Se dedicó en mayo de 1846, después de que la mayoría de los santos había partido hacia el oeste.

En una revelación que se recibió el 19 de enero de 1841 se mandaba a los miembros de la Iglesia que edificaran un templo en Nauvoo, Illinois (véase D. y C. 124:27, 34, 40–44). El profeta José Smith presidió la colocación de las cuatro piedras angulares del Templo de Nauvoo el 6 de abril de 1841 (véase Manuscript History of the Church, tomo C-1, págs. 1184–1186, josephsmithpapers.org). En su epístola a los miembros de la Iglesia con fecha del 1.º de septiembre de 1842, el Profeta instó a los santos a ser diligentes y finalizar la construcción del templo (véase D. y C. 127:4). En nuestros días, el presidente Howard W. Hunter (1907–1995) instó a los miembros a participar en la adoración en el templo:

“… no debe sorprendernos el hecho de que el Señor desee que Su pueblo sienta el deseo de asistir al templo. Repito lo que he dicho anteriormente: el Señor se sentiría complacido si todo miembro adulto fuera digno de obtener una recomendación para entrar en el templo y que la llevara consigo, aun cuando el hecho de vivir lejos de un templo no le permitiera su uso inmediato y frecuente. Las cosas que debemos hacer y que no debemos hacer para ser dignos de recibir una recomendación para entrar en el templo son las mismas que nos asegurarán que seremos felices como personas y como familias.

“Debemos ser, en verdad, un pueblo que ame el templo y esté deseoso de asistir a él. Debemos apresurarnos para asistir al templo con la frecuencia y la prudencia que nuestras circunstancias personales lo permitan. No solo debemos ir para efectuar la obra a favor de nuestros parientes fallecidos, sino también para recibir las bendiciones personales que se obtienen mediante la adoración en el templo y para sentir la santidad y la seguridad que reinan dentro de esas sagradas y consagradas paredes. Al asistir al templo, aprendemos de manera más plena y profunda el propósito de la vida y la importancia del sacrificio expiatorio del Señor Jesucristo. Hagamos del templo, de la adoración, de los convenios y del matrimonio que ahí se efectúan, nuestra máxima meta terrenal y la experiencia más sublime de esta vida… 

“… Tal como han afirmado los profetas, el templo es un lugar de belleza, de revelación, de paz. Es la Casa del Señor. Es un sitio santo para Él y debe ser igualmente santo e importante para nosotros” (véase “Un pueblo deseoso de asistir al templo”, Liahona, mayo de 1995, págs. 6–7).

Doctrina y Convenios 127:5. “… [el] bautismo por vuestros muertos”

Tal como se registra en Doctrina y Convenios 127:5 y 128:14, el profeta José Smith se refirió a las personas fallecidas por quienes los santos efectuaban bautismos vicarios como “vuestros muertos”, o sea, sus propios antepasados fallecidos. El élder Quentin L. Cook, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó que a medida que participamos en la historia familiar y el servicio en el templo, nuestra principal responsabilidad es encontrar a nuestros propios antepasados y llevar a cabo las ordenanzas de salvación por ellos: “En Sus primeras instrucciones reveladoras, el Señor se refirió al ‘bautismo por vuestros muertos’ [D. y C. 127:5; cursiva agregada]. Nuestra obligación doctrinal es para con nuestros antepasados, y es así porque la organización de los cielos se basa en la familia [véase Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Joseph Fielding Smith, 2013, pág. 72]. La Primera Presidencia ha instado a los miembros, especialmente a los jovencitos y a los jóvenes adultos solteros, a dar prioridad a la obra de historia familiar y de las ordenanzas usando nombres de sus propios familiares o de antepasados de miembros de su barrio y de su estaca [véase la carta de la Primera Presidencia con fecha del 8 de octubre de 2012]. Es preciso que nos conectemos tanto a nuestras raíces como a nuestras ramas. La idea de que estaremos vinculados en el reino eterno es verdaderamente gloriosa” (“Raíces y ramas”, Liahona, mayo de 2014, pág. 45).

El élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, habló de las bendiciones que reciben quienes participan en la obra de salvación por sus antepasados:

“Los aliento a que estudien, a que busquen a sus antepasados y se preparen para efectuar bautismos vicarios en la Casa del Señor por sus propios familiares fallecidos (véase D. y C. 124:28–36); y los exhorto a ayudar a otras personas a buscar sus datos de historia familiar.

“Si responden con fe a esta invitación, el corazón de ustedes se volverá a los padres. Las promesas que se hicieron a Abraham, Isaac y Jacob arraigarán en su corazón. Sus bendiciones patriarcales, en las que se declara el linaje, los unirán a esos padres y cobrarán mayor significado para ustedes. Aumentará el amor y la gratitud que sienten por sus antepasados. Su testimonio del Salvador y su conversión a Él serán profundos y perdurables; y les prometo que serán protegidos contra la creciente influencia del adversario. A medida que participen en esta obra sagrada y lleguen a amarla, serán protegidos en su juventud y durante su vida” (véase “El corazón de los hijos se volverá”, Liahona, noviembre de 2011, págs. 26–27).

Doctrina y Convenios 127:5–7, 9. “… guárdense en orden todos los registros”

El 31 de agosto de 1842, el día antes de que escribiera la epístola registrada en Doctrina y Convenios 127, el profeta José Smith se reunió con los miembros de la Sociedad de Socorro Femenina de Nauvoo en una arboleda donde se llevaban a cabo reuniones al aire libre, ubicada al oeste del templo. Según las notas que Eliza R. Snow tomó en esa reunión, el Profeta declaró que “algunas cosas le habían sido manifestadas [mientras había estado oculto], con respecto a los bautismos por los muertos”. Explicó brevemente a las hermanas que “todas las personas que se bauticen por los muertos deben tener un registrador presente, a fin de que pueda ser un testigo ocular para testificar de ello” (en The First Fifty Years of Relief Society: Key Documents in Latter-day Saint Women’s History, editado por Jill Mulvay Derr y otros autores, 2016, págs. 94–95). El Señor hizo hincapié en la importancia de llevar registros en muchas de las revelaciones de Doctrina y Convenios (véanse D. y C. 21:1; 47:1, 3–4; 69:8), incluso registros tales como diarios, actas de reuniones y otros registros históricos. En su carta fechada el 1.º de septiembre de 1842, el profeta José Smith enseñó que llevar registros es una parte vital de la obra de las ordenanzas del templo. Los registros relacionados con la obra del templo habían de guardarse “en orden… para que se depositen en los archivos [del] santo templo, a fin de que se guarden en memoria de generación en generación” (D. y C. 127:9).

Inicialmente, antes de recibir instrucción adicional y “en su prisa por administrar [el bautismo] a sus seres queridos”, los miembros de la Iglesia no siempre registraban con precisión sus bautismos por los muertos. Además, los representantes a veces se bautizaban por personas del sexo opuesto, y la ordenanza a menudo se realizaba sin testigos. (Véase McBride, “Las cartas en cuanto al bautismo por los muertos”, págs. 294–295, o history.lds.org). El presidente Brigham Young (1801–1877) explicó:

“Cuando un ser infinito da una ley a sus criaturas finitas, tiene que descender a la capacidad de aquellos que reciben su ley; cuando se recibió la doctrina del bautismo por los muertos, esta Iglesia estaba en su infancia y no era capaz de recibir todo el conocimiento de Dios en su grado más alto… 

“… Cuando primeramente se reveló [la doctrina del bautismo por los muertos], no se dio a conocer todo su orden; después se dio a conocer que eran necesarios registros, secretarios y uno o dos testigos, de lo contrario no tendría ningún valor para los santos.

“El Señor ha guiado a este pueblo todo el tiempo de este modo, brindándole un poco aquí y otro poco allá; y de esa manera aumenta la sabiduría de ellos, y el que recibe un poco y lo agradece, recibirá más y más” (“Speech”, Times and Seasons, 1.º de julio de 1845, pág. 954; véase también McBride, “Las cartas en cuanto al bautismo por los muertos”, págs. 294–295, o history.lds.org).

Doctrina y Convenios 127:8. “… estoy a punto de restaurar… muchas cosas pertenecientes al sacerdocio”

Mientras enseñaba en cuanto a la necesidad de edificar un templo en Nauvoo, Illinois, el Señor declaró: “Edifíquese esta casa a mi nombre, para que en ella pueda yo revelar mis ordenanzas a mi pueblo” (D. y C. 124:40). “Obedeciendo el mandamiento del Señor, el Profeta y los santos pusieron manos a la obra tan pronto como les fue posible para comenzar a edificar una casa del Señor. Pero él se daba cuenta de que la construcción podía llevar años y sabía que los santos necesitaban recibir las bendiciones completas del templo; por consiguiente, el 4 de mayo de 1842, aun cuando el edificio no estaba terminado, José Smith confirió la investidura a un pequeño grupo de hermanos fieles” (en Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, 2007, pág. 439). Más tarde enseñó la doctrina del matrimonio eterno y dio a conocer la ordenanza de sellamiento a los santos (véanse D. y C. 131:1–4; 132:19–25).

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puesta de sol con el Templo de Nauvoo

El Templo de Nauvoo, Illinois, se dedicó en junio de 2002 en el mismo sitio que el Templo de Nauvoo original.

Doctrina y Convenios 128: Antecedentes históricos adicionales

El 3 de septiembre de 1842, el profeta José Smith estaba en casa con su familia cuando se enteró de que alguaciles de Misuri e Illinois se dirigían hacia allí con la intención de arrestarlo y llevarlo a Misuri. El Profeta pudo escapar inadvertido y finalmente esa noche llegó a la casa de Edward Hunter. (Véase Manuscript History of the Church, tomo D-1, pág. 1 [adenda], josephsmithpapers.org). Al día siguiente, la epístola del Profeta con fecha del 1.º de septiembre de 1842 se leyó en voz alta a los miembros de la Iglesia que se habían reunido en la arboleda donde se llevaban a cabo reuniones al aire libre cerca del Templo de Nauvoo (véase “Doctrina y Convenios 127: Antecedentes históricos adicionales” en este capítulo). El 7 de septiembre, mientras todavía estaba en casa del hermano Hunter, el Profeta “dictó una larga epístola a los santos que ordenó que se leyera [el] próximo día de reposo” (“Journal, December 1841–December 1842”, pág. 192, josephsmithpapers.org). El texto de esa epístola se encuentra en Doctrina y Convenios 128.

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casa de Edward Hunter en Nauvoo, Illinois

La casa de Edward Hunter en Nauvoo, Illinois, donde el profeta José Smith se alojó en septiembre de 1842 para evitar ser arrestado y llevado a Misuri. Estando aquí, el Profeta escribió dos epístolas sobre el bautismo por los muertos, las cuales se hallan actualmente en Doctrina y Convenios 127128.

Doctrina y Convenios 128:1–18

El profeta José Smith explica por qué es necesario llevar registros de las ordenanzas de salvación

Doctrina y Convenios 128:1–5. “… la ordenanza… [dispuesta] antes de la fundación del mundo”

Miles de millones de hijos de nuestro Padre Celestial han muerto sin un conocimiento de Jesucristo y sin haber recibido la ordenanza esencial del bautismo (véanse 2 Nefi 2:6–7; Alma 9:27). La restauración de la doctrina de la redención de los muertos demuestra que Dios ha preparado una vía de salvación para todos, incluso para los que fallecieron sin tener la oportunidad de recibir el Evangelio en esta vida (véase D. y C. 128:22). En la epístola del 7 de septiembre de 1842, dirigida a los miembros de la Iglesia, el profeta José Smith explicó que la ordenanza del bautismo por los muertos se “dispuso antes de la fundación del mundo” (D. y C. 128:5).

Doctrina y Convenios 128:6–10. “… aquello que registréis en la tierra será registrado en los cielos”

El Profeta enseñó que así como “se llevan en la tierra” registros de nuestras obras, incluido un registro de la obra de las ordenanzas sagradas, uno similar “se lleva en los cielos” (D. y C. 128:7). Esos registros se contarán algún día entre los libros que se abrirán cuando se juzgue a los muertos (véase D. y C. 128:6–7; véanse también Apocalipsis 20:12; 3 Nefi 27:24–26). El Profeta comparó el poder del sacerdocio que se utiliza para efectuar y registrar ordenanzas con el poder sellador que el Señor le prometió a Pedro cuando declaró: “… todo lo que ates en la tierra será atado en los cielos” (D. y C. 128:10; véase también Mateo 16:18–19). El Profeta también relacionó la palabra atar con la palabra registrar cuando modificó el versículo de la Biblia, diciendo: “… aquello que registréis en la tierra será registrado en los cielos, y lo que no registréis en la tierra no será registrado en los cielos” (D. y C. 128:8). Ese poder vinculante o sellador del sacerdocio permite que las ordenanzas que se efectúan en la tierra por los hijos de Dios tengan carácter vinculante en el cielo.

Doctrina y Convenios 128:11. Las llaves del sacerdocio dan conocimiento y poder espiritual al profeta del Señor

El profeta José Smith explicó que las “llaves” y “los poderes del Santo Sacerdocio” que le habían sido conferidos lo calificaban para “obtener conocimiento de los hechos relacionados con la salvación de los hijos de los hombres, tanto de los vivos como de los muertos” (D. y C. 128:11). Las mismas llaves del sacerdocio se han encomendado a los profetas de los últimos días que han sucedido al profeta José Smith, permitiéndoles procurar una mayor comprensión de la salvación de los muertos.

Doctrina y Convenios 128:12–14. “… como una semejanza del sepulcro”

El profeta José Smith explicó: “La ordenanza del bautismo en el agua, el ser sumergidos en ella… y salir de ella es a semejanza de la resurrección de los muertos que salen de sus sepulcros” (D. y C. 128:12). También explicó que “se instituyó la pila bautismal [para bautismos por los muertos] como una semejanza del sepulcro” y por tanto se ubicaría en el sótano del Templo de Nauvoo “debajo del lugar donde los vivos suelen congregarse, para representar a los vivos y a los muertos, y para que todas las cosas tengan su semejanza” (D. y C. 128:13).

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boceto conceptual de la pila bautismal del Templo de Nauvoo

Cuando se construyó el Templo de Nauvoo, el profeta José Smith indicó que la pila bautismal debía instalarse en el sótano, sobre el lomo de doce bueyes tallados.

El presidente Joseph Fielding Smith (1876–1972) enseñó: “El Señor ha colocado la pila bautismal en nuestros templos debajo de los cimientos o de la superficie de la tierra. Esto es simbólico, ya que los muertos están en sus sepulcros, y estamos trabajando por los muertos cuando nos bautizamos por ellos. Además, el bautismo es también un símbolo de la muerte y la resurrección; de hecho, es virtualmente una resurrección de la vida de pecado, o de la muerte espiritual, a la vida espiritual. (Véase D. y C. 29:41–45). Por tanto, cuando esa ordenanza se ha efectuado a favor de los muertos, se considera que han sido devueltos a la presencia de Dios, así como esta doctrina se aplica a los vivos” (Church History and Modern Revelation, tomo II, pág. 332).

Doctrina y Convenios 128:15–18. “… una unión entera, completa y perfecta”

Valiéndose de las palabras de Malaquías, un profeta del Antiguo Testamento, el profeta José Smith enseñó que la ordenanza del bautismo por los muertos tenía como fin forjar “entre los padres y los hijos… un eslabón conexivo de alguna clase” (D. y C. 128:18), o entre generaciones de familias, y “volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres” (D. y C. 128:17; véase también Malaquías 4:6). El Profeta también utilizó las palabras del apóstol Pablo para enseñar que la salvación de nuestros antepasados fallecidos “es necesaria y esencial para la nuestra”, recalcando que “ellos [los muertos] sin nosotros no pueden ser perfeccionados, ni tampoco podemos nosotros ser perfeccionados sin nuestros muertos” (D. y C. 128:15; véase también Hebreos 11:40).

El presidente Joseph Fielding Smith enseñó: “Debe haber una organización familiar, una unidad familiar, y cada generación deberá estar ligada al eslabón anterior para llevar perfección a la organización familiar. De este modo, finalmente seremos una gran familia con Adán a la cabeza: Miguel, el arcángel, presidiendo su posteridad” (Doctrina de Salvación, recopilación de Bruce R. McConkie, 1955, tomo II, pág. 100).

El proceso de vincular generaciones comienza con la ordenanza del bautismo por los muertos, pero también requiere que nuestros antepasados fallecidos reciban las demás ordenanzas de salvación de manera vicaria. Esas ordenanzas de salvación, que también deben efectuarse en los templos, abarcan la confirmación y la recepción del don del Espíritu Santo, la ordenación de los hombres al Sacerdocio de Melquisedec, la investidura del templo y los sellamientos familiares. Los miembros de la Iglesia no comenzaron a efectuar las ordenanzas de la investidura y el sellamiento por sus antepasados fallecidos hasta que se reubicaron en Utah (véase Richard O. Cowan, “The Unfolding Restoration of Temple Work”, Ensign, diciembre de 2001, pág. 39). El élder Quentin L. Cook explicó: “La doctrina esencial de unir a las familias se dio a conocer línea por línea y precepto por precepto. Las ordenanzas vicarias son fundamentales para unir a familias eternas” (“Raíces y ramas”, pág. 45).

Doctrina y Convenios 128:19–25

El profeta José Smith se regocija en el Evangelio restaurado y explica cómo el efectuar bautismos por los muertos prepara a los miembros de la Iglesia para la segunda venida de Jesucristo

Doctrina y Convenios 128:19–23. La restauración de todas las cosas

Aunque el profeta José Smith se había ocultado y se le perseguía ilegalmente cuando escribió la epístola que se halla en Doctrina y Convenios 128, concluyó dicha epístola con un notable resumen de las bendiciones de la restauración del Evangelio. Aunque no tenemos detalles específicos sobre “Miguel… discerniendo al diablo” (D. y C. 128:20) ni conocemos la identidad del ángel Rafael (véase D. y C. 128:21), las palabras del Profeta hicieron un particular hincapié en la gloriosa doctrina de la redención de los muertos.

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bancos y púlpito en la arboleda de Nauvoo

Grupos numerosos de santos llevaron a cabo reuniones al aire libre en algunos lugares de Nauvoo, Illinois, donde una arboleda les proporcionaba sombra.

Doctrina y Convenios 128:22. “… los presos quedarán libres”

Las Escrituras a menudo se refieren a la porción del mundo de los espíritus habitado por aquellos que no han recibido las ordenanzas de salvación como una prisión o un lugar de oscuridad (véanse Isaías 24:22; 1 Pedro 3:19; Alma 40:13–14; D. y C. 38:5; 138:18, 22, 30). El profeta José Smith anunció que la ordenanza del bautismo vicario por los muertos “¡nos [habilita] para redimirlos de su prisión; porque los presos quedarán libres!” (D. y C. 128:22). El élder Quentin L. Cook animó a los miembros a considerar cómo afectan a nuestros antepasados las ordenanzas que efectuamos en el templo:

“… piensen en los que están del otro lado del velo esperando las ordenanzas salvadoras que los liberarán de la prisión espiritual. El diccionario define la palabra prisión como “privación de libertad” (María Moliner, Diccionario del uso del español, 1998, “Prisión”)… 

“Una hermana fiel contó una experiencia espiritual especial que tuvo en el Templo de Salt Lake. Mientras se hallaba en la sala de confirmaciones, después de realizarse una ordenanza vicaria de confirmación, oyó la exclamación: ‘¡El preso quedará libre!’. Sintió una gran urgencia por los que estaban esperando las ordenanzas del bautismo y la confirmación. Cuando regresó a casa, buscó en las Escrituras la frase que había oído y encontró las palabras de José Smith en la sección 128 de Doctrina y Convenios [D. y C. 128:22; véase también D. y C. 138:42]” (“Raíces y ramas”, pág. 46). Un lenguaje similar se encuentra también en la profecía mesiánica de Isaías en Isaías 61:1.

Doctrina y Convenios 128:24. “… una ofrenda en rectitud”

Uno de los propósitos de la restauración del Evangelio es preparar a los hijos de nuestro Padre Celestial para la segunda venida de Jesucristo. El profeta José Smith se explayó en las palabras que escribió el profeta Malaquías en el Antiguo Testamento para mostrar que aquellos que “[soporten] el día de [la] venida [del Señor]” le harán “una ofrenda en rectitud” en la forma de “un libro que contenga el registro de [sus] muertos”, es decir, un registro que muestre que las ordenanzas de salvación se han realizado por sus antepasados fallecidos (D. y C. 128:24; véase también Malaquías 3:2–3). Luego de citar Doctrina y Convenios 128:24, el élder Allan F. Packer, de los Setenta, enseñó:

“Ese ‘libro’ se elaborará con los registros de la base de datos de nombres de ordenanzas de la Iglesia llamada Árbol Familiar.

“Yo verifico y agrego registros a esa base de datos porque deseo que los nombres de aquellos a quienes amo estén en el libro. ¿Ustedes no?… 

“La historia familiar es más que genealogía, reglas, nombres, fechas y lugares. Es más que centrarse en el pasado. La historia familiar también incluye el presente a medida que creamos nuestra propia historia, e incluye el futuro al darle forma a través de nuestros descendientes… 

“Al igual que participar de la Santa Cena, asistir a las reuniones, leer las Escrituras y hacer las oraciones personales, hacer la obra de historia familiar y del templo debe ser una parte habitual de nuestra adoración personal. La respuesta de los jóvenes y otras personas a las invitaciones de los profetas sirve de inspiración y demuestra que esta obra la pueden y deben hacer todos los miembros a cualquier edad.

“… Hacer la obra ahora es mucho más fácil, y la única limitación es la cantidad de miembros que hacen de ello una prioridad. La obra aún requiere tiempo y sacrificio, pero todos pueden hacerla, y con relativa facilidad, comparada con hace unos años.

“A fin de ayudar a los miembros, la Iglesia ha reunido registros y facilitado herramientas para que gran parte de la obra pueda hacerse desde casa o en los barrios y en el templo. La mayoría de los obstáculos se han eliminado. Cualquiera que sea su percepción pasada, ¡ahora es diferente!

“Sin embargo, queda un obstáculo que la Iglesia no puede eliminar: la vacilación personal para hacer la obra. Todo lo que se requiere es una decisión y un pequeño esfuerzo. No hace falta disponer de una gran cantidad de tiempo. Un poco de tiempo, de manera constante, generará el gozo de la obra. Tomen la decisión de dar un paso, de aprender y de pedir ayuda a otras personas. ¡Los ayudarán! Los nombres que encuentren y lleven al templo se convertirán en los registros del ‘libro’ [D. y C. 128:24]” (“El libro”, Liahona, noviembre de 2014, págs. 100–101).