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Capítulo 45: Doctrina y Convenios 115–120


“Capítulo 45: Doctrina y Convenios 115–120”, Doctrina y Convenios: Manual del alumno, 2017

“Capítulo 45”, Doctrina y Convenios: Manual del alumno

Capítulo 45

Doctrina y Convenios 115–120

Introducción y cronología

El 26 de abril de 1838, poco después de mudarse a Far West, Misuri, el profeta José Smith recibió la revelación registrada en Doctrina y Convenios 115. En ella, el Señor reveló el nombre de la Iglesia, aconsejó a los santos: “Levantaos y brillad” (D. y C. 115:5), y les mandó que construyeran un templo en Far West.

El 19 de mayo de 1838, mientras exploraba tierras al norte de Far West, el profeta José Smith recibió la revelación registrada en Doctrina y Convenios 116. En ella el Señor señaló a Spring Hill, Misuri, como Adán-ondi-Ahmán.

El 8 de julio de 1838, en Far West, el Profeta recibió las revelaciones registradas en Doctrina y Convenios 117–120. En la revelación registrada en Doctrina y Convenios 117, el Señor mandó a Newel K. Whitney y a William Marks que “arregl[aran] sus negocios rápidamente” en Kirtland, Ohio, y que se mudaran a Far West (D. y C. 117:1). Asimismo, Oliver Granger fue llamado a resolver los asuntos financieros de la Primera Presidencia en Kirtland. En la revelación registrada en Doctrina y Convenios 118, el Señor indicó al profeta José Smith que cubriese las vacantes en el Cuórum de los Doce Apóstoles y mandó a los miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles que prestaran servicio en misiones en el extranjero. En las revelaciones registradas en Doctrina y Convenios 119–120, el Señor abordó las serias dificultades financieras de la Iglesia y dio instrucciones con respecto a la ley del diezmo y a la distribución de los fondos del diezmo.

Verano de 1836Los miembros de la Iglesia compran tierras y comienzan a asentarse en una zona del norte de Misuri a la que llaman Far West.

Diciembre de 1836La legislatura del estado de Misuri crea el condado de Caldwell exclusivamente para dar lugar a los asentamientos de los miembros de la Iglesia.

14 de marzo de 1838José Smith y su familia llegan a Far West, Misuri.

26 de abril de 1838Se recibe Doctrina y Convenios 115.

Mediados de mayo de 1838José Smith dirige una expedición hacia zonas al norte de Far West, Misuri, a fin de encontrar lugares adicionales de asentamiento para los santos.

19 de mayo de 1838Se recibe Doctrina y Convenios 116.

8 de julio de 1838Se recibe Doctrina y Convenios 117–120.

26 de abril de 1839En cumplimiento con la profecía, siete miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles colocan la piedra angular del Templo de Far West.

Otoño de 1839Miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles salen a servir en misiones en Gran Bretaña.

Doctrina y Convenios 115: Antecedentes históricos adicionales

Cuando los miembros de la Iglesia fueron forzados a abandonar el condado de Jackson, Misuri, a finales de 1833, la mayoría de ellos viajaron al norte y buscaron refugio en el condado de Clay, Misuri. Al principio, los ciudadanos del condado de Clay se mostraron amistosos hacia esos santos, pero consideraban que los asentamientos de los santos en su condado eran temporales. Mientras estaban en el condado de Clay, los miembros de la Iglesia pidieron a los gobiernos estatal y federal que los ayudaran a reclamar sus tierras en el condado de Jackson, pero no tuvieron éxito. En el verano de 1836, los residentes del condado de Clay aprobaron una resolución en la que se exigía que los miembros de la Iglesia abandonaran el condado. Debido a que los líderes de la Iglesia ya habían comprado tierras en la parte norte del condado de Ray, Misuri, y planeaban mudarse allí, aceptaron la resolución. En el verano y el otoño de 1836, los miembros de la Iglesia comenzaron a mudarse a zonas situadas al norte del condado de Ray, entre ellas, una zona que llamaron Far West. En diciembre de 1836 la legislatura de Misuri aprobó la creación de dos nuevos pequeños condados, el de Caldwell y el de Daviess, constituidos por las zonas deshabitadas del condado de Ray. El condado de Caldwell se iba a reservar exclusivamente para los miembros de la Iglesia (véase Alexander L. Baugh, “From High Hopes to Despair: The Missouri Period, 1831–39”, Ensign, julio de 2001, pág. 48).

A principios de 1837, poco después de la creación del condado de Caldwell, John Whitmer y William W. Phelps, líderes de la Iglesia, crearon planes para desarrollar la ciudad de Far West y seleccionaron el terreno para un futuro templo. En abril de 1837, el sumo consejo de Misuri debatió si el Hermano Whitmer y el Hermano Phelps tenían autoridad para crear esos planes, pero, aparentemente, decidieron seguir adelante, porque los miembros de la Iglesia comenzaron a cavar los cimientos del Templo de Far West en julio de 1837. En noviembre de 1837, el profeta José Smith y Sidney Rigdon visitaron Far West y llevaron a cabo una reunión de consejo con los líderes de la Iglesia de Misuri. Durante esa reunión, el consejo aprobó los planes para establecer la ciudad de Far West y construir un templo, con la estipulación de que retrasarían la construcción hasta que recibieran más guía del Señor (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo VI: abril de 1838–septiembre de 1839, edición de Mark Ashurst-McGee y otros, 2017, págs. 112–113).

El 26 de abril de 1838, unas semanas después de que el profeta José Smith y Sidney Rigdon se establecieran en Far West, Misuri, el Señor reveló Su voluntad con respecto a la edificación de la ciudad de Far West y su templo. Esa revelación está registrada en Doctrina y Convenios 115.

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Mapa 8: La región de Misuri, Iowa e Illinois - Estados Unidos

Doctrina y C onvenios 115

El Señor manda a los miembros de la Iglesia que edifiquen Far West, Misuri, y que construyan un templo

Doctrina y Convenios 115:4. “La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días”

Cuando la Iglesia fue organizada el 6 de abril de 1830, el Señor se refirió a ella como “la Iglesia de Cristo en estos últimos días” (D. y C. 20:1). Por consiguiente, los miembros de la Iglesia a menudo se referían a la Iglesia restaurada primitiva como la Iglesia de Cristo o la Iglesia de Jesucristo. En una conferencia de la Iglesia celebrada en Kirtland, Ohio, el 3 de mayo de 1834, “los élderes aprobaron unánimemente una moción para que se cambiara el nombre de la iglesia a: La Iglesia de los Santos de los Últimos Días” (en The Joseph Smith Papers, Documents, tomo IV: abril de 1834–diciembre de 1835, edición de Matthew C. Godfrey y otros, 2016, pág. 42). Cuatro años después, el Señor declaró: “porque así se llamará mi iglesia en los postreros días, a saber, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días” (D. y C. 115:4).

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Logotipo de la Iglesia

“Porque así se llamará mi iglesia en los postreros días, a saber, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días” (D. y C. 115:4).

El élder M. Russell Ballard, del Cuórum de los Doce Apóstoles, explicó lo siguiente en cuanto a la importancia de este nombre revelado:

“He pensado mucho sobre la razón por la que el Salvador le dio un nombre de once palabras a Su Iglesia restaurada. Parece largo, pero si lo consideramos una reseña descriptiva de lo que es la Iglesia, de repente se vuelve maravillosamente breve, sencillo y preciso. ¿Cómo podría una descripción ser más directa y clara, y aun así expresarse en tan pocas palabras?

“Cada palabra es aclaratoria e indispensable. La palabra La indica la posición única de la Iglesia restaurada entre las religiones del mundo.

“Las palabras Iglesia de Jesucristo declaran que esta es Su Iglesia. En el Libro de Mormón, Jesús enseñó: ‘¿Y cómo puede ser mi iglesia salvo que lleve mi nombre?… Si se le da el nombre de algún hombre [como Mormón], entonces es la iglesia de ese hombre; pero si lleva mi nombre, entonces es mi iglesia, si es que están fundados sobre mi evangelio’ (3 Nefi 27:8)…

de los Santos significa que sus miembros lo siguen a Él y se esfuerzan por hacer Su voluntad, guardar Sus mandamientos y prepararse una vez más para vivir con Él y nuestro Padre Celestial en el futuro.

Santos sencillamente se refiere a aquellos que procuran santificar sus vidas mediante el convenio de seguir a Cristo; de los Últimos Días explica que es la misma Iglesia que Jesucristo estableció durante Su ministerio terrenal, pero restaurada en los últimos días…

“El nombre que el Salvador ha otorgado a Su Iglesia nos dice exactamente quiénes somos y en qué creemos” (“La importancia de un nombre”, Liahona, noviembre de 2011, pág. 80).

La Primera Presidencia declaró: “A medida que la Iglesia se extiende cruzando fronteras, culturas e idiomas, el uso de su nombre revelado, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (véase D. y C. 115:4), se va haciendo cada vez más importante en nuestra responsabilidad de proclamar el nombre del Salvador por todo el mundo. Por consiguiente, pedimos que cuando hagamos referencia a la Iglesia utilicemos su nombre completo siempre que sea posible” (Carta de la Primera Presidencia, 23 de febrero de 2001).

Doctrina y Convenios 115:5. “… un estandarte a las naciones”

En las Escrituras, las palabras estandarte y pendón son a menudo sinónimos. Un estandarte es “una bandera o enseña alrededor de la cual se juntaban los del pueblo unidos por un mismo fin. En los tiempos antiguos, el estandarte servía como punto de reagrupación para los soldados en la batalla” (Guía de las Escrituras, “Estandarte”, scriptures.lds.org). En la revelación registrada en Doctrina y Convenios 115, el Señor instó a los miembros de la Iglesia: “Levantaos y brillad, para que vuestra luz sea un estandarte a las naciones” (D. y C. 115:5), y de ese modo contribuir a congregar a los pueblos del mundo en su Iglesia y Evangelio restaurado.

La hermana Elaine S. Dalton, que prestó servicio como Presidenta General de las Mujeres Jóvenes, explicó lo que significa para nosotros el mandato del Señor de “ser un estandarte”: “Al vivir de acuerdo con el Evangelio, ustedes reflejan Su luz [la del Salvador]. Su ejemplo surtirá un poderoso efecto positivo en la tierra. ‘Levantaos y brillad, para que vuestra luz sea un estandarte a las naciones’ [D. y C. 115:5] es un llamado a cada [uno] de ustedes, un llamado para ascender a un terreno más elevado; un llamado para dirigir en decencia, pureza, modestia y santidad. Es un llamado para compartir esa luz con otras personas. Ha llegado la hora: “levantaos y brillad’” (“En su rostro se refleja”, Liahona, mayo de 2006, pág. 109).

Doctrina y Convenios 115:6. “… para defensa y para refugio contra la tempestad”

A finales de 1833, los miembros de la Iglesia fueron expulsados del condado de Jackson, Misuri, o “el lugar central” de Sion (véase D. y C. 57:3). Después de ser expulsados del condado de Jackson, los santos consideraban que sus otros asentamientos en Misuri eran temporales hasta que pudieran regresar a Sion. En la revelación registrada en Doctrina y Convenios 115, el Señor mandó a los santos que construyeran una ciudad “santa y consagrada” en Far West, Misuri (véase D. y C. 115:7). El Señor también aclaró que los miembros de la Iglesia debían reunirse “en la tierra de Sion y sus estacas” (D. y C. 115:6; cursiva agregada), enseñándoles que las estacas de Sion también son lugares de recogimiento. “Aunque los Santos de los Últimos Días no estaban en el ‘lugar central’ de Sion en Independence y no estaban construyendo la ‘Ciudad de Sion’, se les mandó construir una ciudad de Sion con un templo” en Far West (en The Joseph Smith Papers, Documents, tomo VI: febrero de 1838–agosto de 1839, pág. 113).

El élder Bruce R. McConkie (1915–1985), del Cuórum de los Doce Apóstoles, explicó que las estacas, como la establecida en Adán-ondi-Ahmán, formaban parte de “la tierra de Sion” (D. y C. 115:6) en la misma medida que el condado de Jackson y de Far West:

“En los confines de la tierra se están organizando estacas. Con respecto a esto, quisiera que meditáramos sobre lo siguiente: una estaca de Sion es parte de Sion. No es posible organizar una estaca que no lo sea. Sion es los puros de corazón; obtenemos la pureza de corazón mediante el bautismo y la obediencia. Las estacas tienen límites geográficos y crearlas es como crear una Ciudad Santa. Cada estaca en la tierra es el lugar de congregación para las ovejas perdidas de Israel que vivan dentro de sus límites…

“Israel será congregado uno por uno, familia por familia, en las estacas de Sion que están establecidas en todas partes de la tierra, para que la tierra entera pueda ser bendecida con los frutos del Evangelio” (véase “Para que el testimonio salga de Sion”, Liahona, septiembre de 1977, págs. 14–15).

El Señor dijo que “el recogimiento en la tierra de Sion y sus estacas” sería “para defensa y para refugio contra la tempestad” (D. y C. 115:6). “Defensa” implica ayuda para resistir el ataque o protección contra él; “refugio” se refiere a un lugar seguro o a un cobijo; y “tempestad” puede referirse a un entorno tumultuoso o atemorizante, a ataques de los enemigos de la Iglesia o a las tentaciones de Satanás. El Señor también prometió que los que se recogieran en las estacas de Sion serían protegidos “contra la ira, cuando sea derramada sin mezcla sobre toda la tierra” antes de la Segunda Venida de Jesucristo (D. y C. 115:6).

El élder Dallin H. Oaks, miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles, afirmó que las estacas de la Iglesia aportan seguridad y protección a los fieles Santos de los Últimos Días: “En los primeros años de esta última dispensación, el recogimiento en Sion comprendía varios lugares de los Estados Unidos: en Kirtland, en Misuri, en Nauvoo y en la cima de las montañas [en Salt Lake City, Utah, y las regiones circundantes]. Aquellos recogimientos siempre fueron hacia futuros templos. Con la creación de estacas y la construcción de templos en muchas naciones que tienen un número considerable de miembros, el mandamiento actual no es de congregarse en un lugar, sino en las estacas de nuestros propios países. Allí, los fieles pueden disfrutar todas las bendiciones de la eternidad en una Casa del Señor… Allí, en su tierra natal, pueden obedecer el mandamiento del Señor de ensanchar las fronteras de Su pueblo y fortalecer las estacas de Sion (véanse D. y C. 101:21; 133:9, 14). De esa forma, las estacas de Sion son ‘para defensa y para refugio contra la tempestad y contra la ira, cuando sea derramada sin mezcla sobre toda la tierra’ (D. y C. 115:6)” (véase “La preparación para la Segunda Venida”, Liahona, mayo de 2004, pág. 8).

Doctrina y Convenios 115:7–16. “… os mando edificarme una casa para el recogimiento de mis santos”

Durante una reunión de consejo en Far West, Misuri, el 6 de noviembre de 1837, el profeta José Smith y los miembros del consejo decidieron posponer la construcción del templo allí “hasta que la revelación indicara lo contrario” (en The Joseph Smith Papers, Documents, tomo V: octubre de 1835–enero de 1838, edición de Brent M. Rogers y otros, 2017, pág. 466). En una revelación recibida el 26 de abril de 1838, el Señor dijo a los santos: “Sea para mí la ciudad de Far West una tierra santa y consagrada” y “os mando edificarme una casa para el recogimiento de mis santos” (D. y C. 115:7–8).

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El terreno del templo de Far West, Misuri

En 1838 se dedicó el terreno del templo de Far West, Misuri.

El profeta José Smith (1805–1844) explicó por qué el Señor ha recogido a Su pueblo en cada dispensación: “¿Cuál era el objeto del recogimiento del… pueblo de Dios en cualquier época del mundo?… El objeto principal era edificar una casa al Señor en la cual Él pudiera revelar a Su pueblo las ordenanzas de Su casa y las glorias de Su reino, y enseñar a la gente el camino de la salvación; porque hay ciertas ordenanzas y principios que, para poder enseñarse y practicarse, deben efectuarse en un lugar o casa edificada para tal propósito” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, 2007, pág. 443).

El Señor dio instrucciones específicas con respecto a la construcción del templo en Far West. El inicio de “esta obra, así como los cimientos y una labor preparatoria” debía efectuarse “el día cuatro de julio próximo”, o sea, el 4 de julio de 1838 (D. y C. 115:9–10). Luego, el 26 de abril de 1839, o en el plazo de un año desde el día en que se recibió la revelación registrada en Doctrina y Convenios 115, los miembros de la Iglesia debían comenzar “de nuevo a poner los cimientos de [Su] casa” (D. y C. 115:11). Obedeciendo el mandato del Señor, los líderes de la Iglesia colocaron las piedras angulares del Templo de Far West durante una ceremonia que se llevó a cabo el 4 de julio de 1838 (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo VI: febrero de 1838–agosto de 1839, pág. 115, nota 559). Sin embargo, debido a que los santos fueron expulsados de Misuri en el invierno de 1838–1839, no pudieron terminar de construir el templo.

Doctrina y Convenios 116: Antecedentes históricos adicionales

Con la expectativa de que muchos miembros de la Iglesia llegarían pronto a Misuri desde Ohio, y obedeciendo el mandato del Señor de que “se designen otros lugares como estacas en las regiones inmediatas” de Far West, Misuri (D. y C. 115:18), el profeta José Smith y varios otros abandonaron Far West en mayo de 1838 para explorar zonas del norte, en el condado de Daviess, en busca de posibles asentamientos. Durante su recorrido, el Profeta y sus compañeros viajaron aproximadamente cuarenta kilómetros al norte de Far West hasta un lugar llamado Spring Hill, donde se habían establecido Lyman Wight y varios otros miembros de la Iglesia (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo VI: julio de 1838–junio de 1839, pág. 163). El 19 de mayo de 1838, José Smith y sus compañeros dedicaron tiempo a “seleccionar y asegurar los derechos de [un] terreno urbano cercano a [Wight’s] Ferry” (en The Joseph Smith Papers, Journals, tomo I: 1832–1839, edición de Dean C. Jessee y otros, 2008, pág. 271; ortografía estandarizada; véase también Jacob W. Olmstead, “Far West y Adán-ondi-Ahmán”, en Revelaciones en contexto, edición de Matthew McBride y James Goldberg, 2016, págs. 253–254, o history.lds.org). La entrada del diario del profeta José Smith del 19 de mayo de 1838 indica que en esa fecha el Señor le reveló que el lugar que habían seleccionado tenía significado histórico y futuro (véase The Joseph Smith Papers, Journals, tomo I: 1832–1839, pág. 271). Esa revelación está registrada en Doctrina y Convenios 116.

Doctrina y Convenios 116

El Señor revela la ubicación de Adán-ondi-Ahmán

Doctrina y Convenios 116:1. Adán–ondi–Ahmán

Como había hecho con otras verdades de la Restauración, el Señor reveló conocimiento sobre Adán-ondi-Ahmán “línea sobre línea, precepto tras precepto” (D. y C. 98:12). El 1 de marzo de 1832, el profeta José Smith recibió una revelación en la que el Señor se declaró a sí mismo como “Dios el Señor, el Santo de Sion, el cual ha establecido los cimientos de Adán-ondi-Ahmán” (D. y C. 78:15). Los registros indican que en marzo de 1832 el Profeta enseñó que la palabra Awmen, o Ahmán, era “el nombre de Dios en idioma puro” (en The Joseph Smith Papers, Revelations and Translations, tomo I: Manuscript Revelation Books, edición de Robin Scott Jensen y otros, 2011, págs. 204, 206). El 19 de mayo de 1838, se le dio a conocer al Profeta que: “El Señor da a Spring Hill [Misuri] el nombre de Adán-ondi-Ahmán” (D. y C. 116:1). Y el 8 de julio de 1838, el Señor afirmó que “Adán-ondi-Ahmán… [es] la tierra donde moró Adán” (D. y C. 117:8).

El presidente Brigham Young (1801–1877) recordó lo siguiente sobre el significado de Adán-ondi-Ahmán: “José, el Profeta, me dijo que el Jardín del Edén estaba en el condado de Jackson, Misuri. Cuando Adán fue expulsado, fue al lugar que ahora llamamos Adán-ondi-Ahmán, condado de Daviess, Misuri. Allí construyó un altar y ofreció sacrificios” (en Matthias F. Cowley, Wilford Woodruff: History of His Life and Labors, 1909, pág. 481).

El profeta José Smith explicó también:

“Vi a Adán en el valle de Adán-ondi-Ahmán; él llamó a sus hijos y los bendijo con una bendición patriarcal. El Señor se apareció en medio de ellos, y él (Adán) los bendijo a todos y predijo lo que les acontecería hasta la última generación.

“Esa fue la razón por la que Adán bendijo a su posteridad: quería llevarlos a la presencia de Dios” (Enseñanzas: José Smith, pág. 105; véase también D. y C. 107:53–57).

En la revelación registrada en Doctrina y Convenios 116, el Señor no solo reveló la ubicación de Adán-ondi-Ahmán, sino que también dijo que en una fecha futura “vendrá Adán [allí] a visitar a su pueblo, o sea, donde se sentará el Anciano de Días, como lo declaró Daniel el profeta” (D. y C. 116:1; véase también Daniel 7:9–14, 22).

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Adán-ondi-Ahmán en el condado de Daviess, Misuri

Adán-ondi-Ahmán en el condado de Daviess, Misuri

Respecto a ese acontecimiento futuro, el profeta José Smith enseñó: “Daniel, en el séptimo capítulo, habla del Anciano de días; se refiere al hombre más antiguo, nuestro padre Adán, o Miguel; este llamará a sus hijos y celebrará un concilio con ellos a fin de prepararlos para la venida del Hijo del Hombre [véase Daniel 7:9–14]. Él (Adán) es el padre de la familia humana y preside los espíritus de todos los hombres, y todos los que han tenido las llaves deben comparecer ante él en ese gran concilio… El Hijo del Hombre se presentará ante él, y se le dará gloria y dominio. Adán entregará su mayordomía a Cristo, aquello que le fue entregado a él, como el poseer las llaves del universo, pero retendrá su posición a la cabeza de la familia humana” (Enseñanzas: José Smith, pág. 109).

A las pocas semanas de recibir la revelación registrada en Doctrina y Convenios 116, el asentamiento de Adán-ondi-Ahmán en el condado de Daviess, Misuri, floreció a medida que comenzaron a llegar nuevos santos de Ohio. “El 28 de junio de 1838, [José Smith] actuó como presidente de una conferencia para organizar una estaca de Sion en Adán-ondi-Ahmán”, y John Smith, tío del profeta José Smith, fue llamado a ser el presidente de estaca (en The Joseph Smith Papers, Documents, tomo VI: febrero de 1838–agosto de 1839, pág. 162; véase también Olmstead, “Far West y Adán-ondi-Ahmán”, pág. 255, o history.lds.org). La población de Adán-ondi-Ahmán probablemente había llegado hasta unos 1500 habitantes cuando los miembros de la Iglesia fueron forzados a evacuar la zona en noviembre de 1838 (véase Baugh, “From High Hopes to Despair”, pág. 50).

Si deseas más información acerca de Adán-ondi-Ahmán, consulta los comentarios sobre Doctrina y Convenios 27:5–14 y 107:40–56 en este manual.

Doctrina y Convenios 117: Antecedentes históricos adicionales

El 8 de julio de 1838, el profeta José Smith dictó cinco revelaciones en Far West, Misuri: las que están registradas en Doctrina y Convenios 117–120 y una revelación inédita dirigida a Frederick G. Williams y a William W. Phelps. La revelación registrada en Doctrina y Convenios 117 fue la última registrada en el diario del profeta José Smith en esa fecha e iba dirigida a William Marks, Newel K. Whitney y Oliver Granger.

Después que el profeta José Smith y Sidney Rigdon huyeron de Kirtland, Ohio, en enero de 1838, William Marks fue nombrado para supervisar la Iglesia en Kirtland y para arreglar allí los asuntos financieros del Profeta y de Sidney Rigdon. Newell K. Whitney siguió siendo “el obispo en Kirtland, supervisando las operaciones temporales de la iglesia allí”, pero el Hermano Marks y el obispo Whitney aparentemente entendieron que debían “resolver rápidamente los asuntos de la Iglesia y luego trasladarse a Misuri, de acuerdo con la revelación del 12 de enero de 1838 que mandaba a los santos fieles que se mudaran allí” (en The Joseph Smith Papers, Documents, tomo VI: febrero de 1838–agosto de 1839, pág. 191; véase también The Joseph Smith Papers, Documents, tomo V: octubre de 1835–enero de 1838, págs. 500–502). Sin embargo, para el 6 de julio de 1838, cuando un gran grupo de santos partió de Kirtland, Ohio, rumbo a Misuri, el Hermano Marks y el obispo Whitney seguían viviendo en Kirtland (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo VI: febrero de 1838–agosto de 1839, pág. 191).

Oliver Granger era miembro del sumo consejo de Kirtland y agente financiero de la Iglesia. Había viajado a Far West, Misuri, desde Kirtland, y llegó el 8 de julio de 1838. Puede ser que la parte de la revelación registrada en Doctrina y Convenios 117 sobre el Hermano Granger se haya dado como respuesta a la información que él dio al profeta José Smith y a otros líderes de la Iglesia en Misuri (en The Joseph Smith Papers, Documents, tomo VI: febrero de 1838–agosto de 1839, pág. 191).

Doctrina y Convenios 117

El Señor manda a William Marks y a Newel K. Whitney que abandonen Kirtland, Ohio, e instruye a Oliver Granger que resuelva los asuntos financieros de la Primera Presidencia allí

Doctrina y Convenios 117:1–9. “… codici[áis] lo que no es más que una gota, y despreci[áis] las cosas más importantes”

La reprimenda registrada en Doctrina y Convenios 117 indica que el Señor no estaba complacido con que William Marks y Newell K. Whitney aún no hubieran resuelto sus negocios en Kirtland, Ohio, ni se hubieran mudado a Misuri (véase D. y C. 117:1), como se les había mandado antes. Aunque no está claro cuán rápido se suponía que debían “arregl[ar] sus negocios” y abandonar Kirtland, esta revelación indica que no habían sido obedientes al mandato del Señor.

El Señor mandó a William Marks y a Newel K. Whitney que se arrepintieran “de todos sus deseos codiciosos” que podían haberles impedido obedecerle (véase D. y C. 117:4). “El uso de este término en las Escrituras se refiere a envidiar a alguien o tener un deseo desmedido de poseer algo” (Guía de las Escrituras, “Codiciar”, scriptures.lds.org). Después de decirles a estos hombres: “Arrepiéntanse de todos sus pecados y de todos sus deseos codiciosos”, el Señor les preguntó: “¿Qué son los bienes para mí?” (D. y C. 117:4), recalcando que sus propiedades y otras posesiones materiales eran “lo que no es más que una gota” comparado con lo que Él había preparado para ellos (D. y C. 117:8; véanse también D. y C. 117:6–7; Moisés 1:27–33). Dijo al hermano Marks y al obispo Whitney: “Entréguense las propiedades de Kirtland…” (D. y C. 117:5), y señaló lo que les esperaba en Misuri, preguntándoles: “¿No haré yo que los yermos retoñen, florezcan y produzcan en abundancia?… ¿No hay suficiente lugar en las colinas de Adán-ondi-Ahmán, y en los llanos de Olaha Shinehah, o sea, la tierra donde moró Adán…?” (D. y C. 117:7–8). En cuanto a esto, el presidente Joseph Fielding Smith (1876–1972) escribió: “Las llanuras de Olaha Shinehah, o el lugar donde moró Adán, deben ser parte o estar en las cercanías de Adán-ondi-Ahmán” (Church History and Modern Revelation, 1946, tomo III, pág. 125).

Entonces el Señor aconsejó a William Marks y a Newel K. Whitney que no “desprecia[ran] las cosas más importantes” —ministrar a los santos en Misuri y edificar el reino del Señor— concentrándose en asuntos insignificantes (D. y C. 117:8). Poco después de recibir esta revelación, el hermano Marks y el obispo Whitney respondieron con fe al consejo reprensor del Señor y abandonaron Kirtland, Ohio, para ir a Misuri (véase Olmstead, “Far West y Adán-ondi-Ahmán”, págs. 255–256, o history.lds.org).

Doctrina y Convenios 117:11. “Avergüéncese mi siervo Newel K. Whitney de la banda nicolaíta”

Como está registrado en Apocalipsis 2:6, 15, el Señor dijo que Él odiaba las obras y la doctrina de los nicolaítas. Los nicolaítas eran “una secta antinomiana en Asia Menor que reclamaba tener licencia para cometer pecados sexuales” (Bible Dictionary, “Nicolaitans”). Los antinomianos eran cristianos permisivos que afirmaban que la gracia de Dios los dispensaba de tener que obedecer los mandamientos. El élder Bruce R. McConkie, explicó que los nicolaítas, mencionados en el libro de Apocalipsis, eran “miembros de la Iglesia que procuraban mantener su posición en la Iglesia al mismo tiempo que seguían viviendo a la manera del mundo”… La designación se ha llegado a utilizar para describir a los que desean que su nombre esté en las listas de la Iglesia, pero no quieren dedicarse a la causa del Evangelio con íntegro propósito de corazón” (Doctrinal New Testament Commentary, 3 tomos, tomo III, pág. 446). La amonestación del Señor a Newel K. Whitney de “[avergonzarse] de la banda nicolaíta y de todas sus abominaciones secretas” (D. y C. 117:11) fue una advertencia para que no se asociara con ciertos disidentes en Kirtland, Ohio, que no estaban dispuestos a dedicarse al Evangelio.

Doctrina y Convenios 117:12–15. “ … tengo presente a mi siervo Oliver Granger”

Oliver Granger se unió a la Iglesia en Nueva York en algún momento entre 1832 y 1833. En 1833, él y su esposa, Lydia, se mudaron a Kirtland, Ohio, e inmediatamente después, el Hermano Granger fue llamado a varias misiones y luego al sumo consejo de Kirtland en 1837. Parece ser que el hermano Granger se quedó en Kirtland después que el Profeta José Smith y Sidney Rigdon huyeran en enero de 1838. Sin embargo, unos meses más tarde viajó a Far West, Misuri, y llegó en algún momento antes del 8 de julio de 1839, fecha en la que se recibió la revelación registrada en Doctrina y Convenios 117 (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo VI: julio de 1838–junio de 1839, pág. 624). De hecho, esta revelación “puede haber venido como respuesta a la información que [el hermano] Granger” trajo al Profeta concerniente al estado de la Iglesia en Kirtland (en The Joseph Smith Papers, Documents, tomo VI: febrero de 1838–agosto de 1839, pág. 191). En esta revelación Oliver Granger fue llamado a regresar a Kirtland y a continuar prestando servicio como agente financiero para la Primera Presidencia (véase D. y C. 117:1).

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Lápida de Oliver Granger, en el cementerio de Kirtland, Ohio

Lápida de Oliver Granger, situada en el cementerio adyacente al Templo de Kirtland, en Ohio

Cuando el Señor envió a Oliver Granger de vuelta a Misuri, prometió que “su nombre se guardará en memoria sagrada de generación en generación para siempre jamás”, y “cuando caiga, se levantará nuevamente, porque su sacrificio será más sagrado para mí que su ganancia” (D. y C. 117:12–13). El presidente Boyd K. Packer habló sobre Oliver Granger y las promesas que él recibió del Señor:

“Oliver Granger era un hombre común y corriente; era casi ciego, habiendo ‘perdido la vista debido al frío y al haber quedado expuesto al rigor del tiempo’ (History of the Church, tomo IV, págs. 408–409). La Primera Presidencia lo describió como ‘un hombre de la más estricta integridad y virtud moral; en resumen, era un hombre de Dios’ (History of the Church, tomo III, pág. 350).

“Cuando los santos fueron expulsados de Kirtland, Ohio, en una escena que se repetiría en Independence, en Far West y en Nauvoo, Oliver se quedó para vender las propiedades de ellos al bajo precio que pudiese obtener. No había muchas posibilidades de que lo lograra, y, de hecho, ¡no lo logró!…

“El Señor no esperaba que Oliver fuese perfecto y quizá ni que tuviera éxito. ‘Cuando caiga, se levantará nuevamente, porque su sacrificio será más sagrado para mí que su ganancia, dice el Señor’ (D. y C. 117:13).

“No siempre podemos esperar tener éxito, pero debemos hacer nuestro mejor esfuerzo…

“Hoy día nosotros cumplimos la profecía de que ‘el nombre [de Oliver Granger] se guardará en memoria sagrada de generación en generación para siempre jamás’ (D. y C. 117:12). No fue grande, desde el punto de vista del mundo. Sin embargo, el Señor dijo: ‘… ningún hombre menosprecie a mi siervo Oliver Granger, sino descansen sobre él para siempre jamás las bendiciones’ (D. y C. 117:15).

“Nadie subestime el poder de la fe de los Santos de los Últimos Días comunes y corrientes” (véase “Mis hermanos más pequeños”, Liahona, noviembre de 2004, págs. 86, 88).

Doctrina y Convenios 118: Antecedentes históricos adicionales

Cuatro de los miembros iniciales del Cuórum de los Doce Apóstoles habían sido excomulgados o destituidos de su cargo en julio de 1838 por transgresión o apostasía: John F. Boynton, Luke Johnson, Lyman Johnson y William E. McLellin. Eso produjo gran tristeza entre los miembros de la Iglesia. El domingo 8 de julio de 1838, durante una reunión de liderazgo, el profeta José Smith recibió la revelación registrada en Doctrina y Convenios 118 en respuesta a la súplica: “Indícanos, oh Señor, tu voluntad en cuanto a los Doce” (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo VI: julio de 1838–junio de 1839, págs. 176–178). John Taylor, John E. Page, Wilford Woodruff y Willard Richards fueron nombrados para llenar las vacantes en el Cuórum de los Doce Apóstoles.

Doctrina y Convenios 118

El Señor llama a cuatro nuevos Apóstoles y llama a los miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles a servir en misiones en el extranjero

Doctrina y Convenios 118:4–5. “Salgan ellos la primavera próxima para cruzar las grandes aguas”

En una revelación anterior, a los miembros de la Iglesia de Far West, Misuri, se les mandó comenzar “de nuevo a poner los cimientos [del Templo de Far West]” el 26 de abril de 1839 (véase D. y C. 115:11). El presidente Wilford Woodruff (1807–1898) “más tarde… explicó que este mandato era de ‘colocar la piedra angular del templo’” (véase Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Wilford Woodruff, 2004, pág. 144). Además, en la revelación registrada en Doctrina y Convenios 118, el Señor indicó al profeta José Smith que el 26 de abril de 1839, los miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles debían salir del sitio del Templo de Far West para servir en misiones en el extranjero (véase D. y C. 118:4–5). Para abril de 1839, la mayoría de los miembros de la Iglesia habían sido expulsados de Misuri, pero durante ese mes, siete miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles viajaron de regreso a Far West. El 26 de abril de 1839, colocaron la piedra angular del Templo de Far West y se despidieron formalmente de los pocos santos que permanecieron en Misuri antes de partir a sus misiones en Gran Bretaña el otoño siguiente, cumpliendo así los mandamientos del Señor (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo VI: febrero de 1838–agosto de 1839, pág. 180, nota 73; véase también Cowley, Wilford Woodruff: History of His Life and Labors, págs. 101–102).

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piedra angular del Templo de Far West, Misuri

Una de las piedras angulares colocadas en 1839 para el templo de Far West, Misuri

El presidente Woodruff describió su experiencia de ese día:

“Cuando se recibió la revelación [en 1838], reinaban la paz y la tranquilidad en Far West, la ciudad donde vivía la mayoría de los Santos de los Últimos Días; pero antes de que llegara el tiempo de cumplirse, los santos de Dios habían sido expulsados del estado de Misuri al estado de Illinois, por orden del gobernador Boggs; y los habitantes de Misuri juraban que aunque todas las demás revelaciones que había recibido José Smith se cumplieran, esa no se cumpliría. En ella se especificaba el día y el lugar donde los Doce Apóstoles debían despedirse de los santos para ir a sus respectivas misiones allende el mar, y los del populacho de Misuri habían afirmado que ellos iban a asegurarse de que la revelación no se cumpliera…

“Después de haber decidido que cumpliríamos con lo que nos requería la revelación… partimos para Far West…

“En la mañana del 26 de abril de 1839, a pesar de las amenazas de nuestros enemigos que decían que la revelación que habría de cumplirse ese día no se cumpliría, a pesar de que diez mil santos habían sido expulsados del estado por orden del gobernador… nos dirigimos al terreno del templo en la ciudad de Far West, donde nos reunimos en concilio y cumplimos la revelación y el mandamiento que se nos habían dado, además de muchas otras cosas que hicimos en ese concilio…

“Después de despedirnos del pequeño grupo de santos que se había quedado en el sitio del templo para vernos cumplir la revelación y el mandamiento de Dios, volvimos la espalda a Far West y a Misuri y regresamos a Illinois. Habíamos logrado la misión sin que ni un perro moviera la lengua ante nosotros [véase Éxodo 11:7], ni ningún hombre nos dijera: ‘¿Por qué lo hacen?’” (véase Enseñanzas: Wilford Woodruff, págs. 146–147).

Doctrina y Convenios 119–120: Antecedentes históricos adicionales

Dos de las cinco revelaciones que el profeta José Smith recibió el 8 de julio de 1838 se referían a las necesidades financieras de la Iglesia. Anteriormente, el Profeta había recibido otras revelaciones relacionadas con asuntos económicos. En 1831, el Señor reveló principios concernientes a la ley de consagración (véase D. y C. 42:30–36). Más tarde, reveló que debía establecerse la Firma Unida para administrar los negocios de impresión y mercantiles de la Iglesia (véanse D. y C. 78:1–16104). El profeta José Smith y otras personas también habían intentado mejorar las finanzas de la Iglesia estableciendo una institución bancaria y otros negocios, pero la mayoría de esos esfuerzos habían fracasado. Esos fracasos, combinados con la recesión económica de los Estados Unidos de 1837, ocasionaron que la Iglesia continuara sufriendo bajo una deuda abrumadora (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo VI: febrero de 1838–agosto de 1839, pág. 184).

A finales de 1837, el obispo Newel K. Whitney, en Ohio, y el obispo Edward Partridge, en Misuri, comenzaron a pedir a los miembros de la Iglesia que pagaran el diezmo. En ese tiempo los miembros de la Iglesia creían que el diezmo representaba cualquier ofrenda voluntariamente donada a la Iglesia (véase Steven C. Harper, “El diezmo de mi pueblo”, en McBride y Goldberg, Revelaciones en contexto, pág. 267, o history.lds.org). En Kirtland, Ohio, el obispado comenzó a “apelar a los miembros de la Iglesia en todas partes a que llevaran ‘sus diezmos al alfolí’ para aliviar las deudas de la Iglesia y contribuir a establecer la comunidad de los santos en Misuri. Aunque esta petición general no incluía las cantidades recomendadas para las donaciones, en diciembre de 1837 un comité [de líderes de la Iglesia en Misuri] propuso que se le pidiera a cada cabeza de familia que donara anualmente cierto porcentaje del valor neto, un porcentaje basado en las necesidades de la Iglesia para el año. Para cubrir los gastos previstos de la Iglesia para 1838, el comité propuso un ‘diezmo’ del dos por ciento. El comité creyó que tal programa ‘cumpliría en cierto grado la ley de consagración’” (en The Joseph Smith Papers, Documents, tomo VI: febrero de 1838–agosto de 1839, págs. 184–185; ortografía estandarizada).

A medida que los miembros de la Iglesia comenzaban a reunirse en Far West, Misuri, y sus alrededores, la Iglesia y sus líderes aún afrontaban una enorme deuda. La revelación registrada en Doctrina y Convenios 119 se recibió durante una reunión de liderazgo el 8 de julio de 1838, en respuesta a esta petición: “¡Oh Señor! Indica a tus siervos cuánto requieres de las propiedades de tu pueblo como diezmo” (en The Joseph Smith Papers, Documents, tomo VI : febrero de 1838–agosto de 1839, pág. 186; ortografía estandarizada). La revelación registrada en Doctrina y Convenios 120 “se dio en referencia a ‘la disposición de las propiedades diezmadas, según se designó en la revelación anterior [D. y C. 119]’” (en The Joseph Smith Papers, Documents, tomo VI: febrero de 1838–agosto de 1839, pág. 190; ortografía estandarizada).

Doctrina y Convenios 119

El Señor revela la ley del diezmo

Doctrina y Convenios 119:1–4. “… esta les será por ley fija para siempre”

El Señor dio una respuesta doble a la pregunta del profeta José Smith acerca de cuánto diezmo debían pagar los miembros de la Iglesia. En primer lugar, el Señor dijo: “… requiero que todos sus bienes sobrantes sean puestos en manos del obispo de mi iglesia en Sion” (D. y C. 119:1), y luego explicó el propósito de hacerlo (véase D. y C. 119:2). En consecuencia, los miembros de la Iglesia darían propiedades o posesiones al obispo después de que todas sus necesidades quedaran satisfechas. Durante una reunión de consejo celebrada poco después que se recibiera la revelación registrada en Doctrina y Convenios 119, se definió la “propiedad excedente” de la siguiente manera: “bienes, como tierra o ganado, que [los propietarios] no podían ‘utilizar para su provecho’” (en The Joseph Smith Papers, Documents, tomo VI : febrero de 1838–agosto de 1839, pág. 187, nota 121).

La segunda parte de la respuesta del Señor a la pregunta del Profeta requería que los santos “pagar[an] la décima parte de todo su interés anualmente” (D. y C. 119:4). El Señor ha revelado una aclaración complementaria de este mandamiento desde el momento en que se dio esa revelación (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo VI : febrero de 1838–agosto de 1839, pág. 188, nota 126). En 1970, la Primera Presidencia dio la siguiente respuesta al explicar “lo que se considera un diezmo apropiado”: “La declaración más sencilla que conocemos es la declaración del Señor mismo, a saber, que los miembros de la Iglesia deben pagar una ‘décima parte de todo su interés anualmente’, lo que se entiende por ingreso. Nadie está justificado para hacer ninguna otra declaración” (Carta de la Primera Presidencia, 19 de marzo de 1970).

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pilas de monedas

El Señor mandó a los santos que “pagar[an] la décima parte de todo su interés anualmente” (D. y C. 119:4).

El mandamiento de “pag[ar] la décima parte de todo [el interés de una persona] anualmente” no es una ley menor que se reemplazará en el futuro, sino que es una “ley fija para siempre, para [el pueblo del Señor]” (D. y C. 119:4).

Doctrina y Convenios 119:5–6. “… me santifica la tierra de Sion por esta ley”

Algunos de los miembros de la Iglesia que se habían reunido en el condado de Jackson, Misuri, no habían consagrado sus propiedades como el Señor lo requería. Después que los santos fueron expulsados de sus hogares en el condado de Jackson en 1833, el Señor les dijo que a causa de “riñas, y contiendas, y envidias, y disputas, y deseos sensuales y codiciosos… profanaron sus heredades” en la tierra de Sion (D. y C. 101:6). En la revelación registrada en Doctrina y Convenios 119, el Señor enseñó que aquellos que no “observar[an] esta ley” del diezmo “no ser[ían] considerados dignos de permanecer entre [los santos]” y que “por esta ley” los santos “santifica[rían] la tierra de Sion [a Él]” (D. y C. 119:5–6).

El presidente Joseph F. Smith (1838–1918) enseñó que el pago del diezmo es una prueba: “Por este principio (el diezmo) se pondrá a prueba la lealtad de los miembros de esta Iglesia; por este principio se podrá saber quiénes están a favor del reino de Dios y quiénes están en contra. Por este principio se manifestarán aquellos cuyo corazón está dispuesto a hacer la voluntad de Dios y a guardar Sus mandamientos, y con ello a santificar la tierra de Sion ante Dios, y también se manifestarán quienes se hayan opuesto a este principio y se hayan privado de las bendiciones de Sion. Este principio es de gran importancia, porque es por su intermedio que se sabrá si somos fieles o infieles. En ese aspecto es tan esencial como la fe en Dios, como el arrepentimiento del pecado, como el bautismo para la remisión de los pecados y como la imposición de manos para recibir el don del Espíritu Santo” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Joseph F. Smith, 1998, pág. 296 ).

El élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó que pagar el diezmo nos refina: “El pago íntegro del diezmo es mucho más que un deber; es un paso importante en el proceso de santificación personal” (“Las ventanas de los cielos”, Liahona, noviembre de 2013, pág. 20). Los que son santificados “serán considerados dignos” de habitar la tierra de Sion (D. y C. 119:5).

Doctrina y Convenios 120

El Señor revela quién debe administrar los fondos del diezmo

Doctrina y Convenios 120. “… que disponga de ellos un consejo… así como… mi propia voz dirigida a ellos”

Desde la organización de la Iglesia el 6 de abril de 1830, los obispos y los miembros de la Firma Unida, la Primera Presidencia, las presidencias de estaca y el sumo consejo habían participado en diferentes momentos en la administración de los fondos donados a la Iglesia (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo VI : febrero de 1838–agosto de 1839, pág. 189). En la revelación registrada en Doctrina y Convenios 120, el Señor aclaró que “un consejo integrado por la Primera Presidencia de mi iglesia, por el obispo y su consejo, y por mi sumo consejo” —todos ellos actuando juntos bajo Su inspiración— debe administrar y distribuir los fondos donados (D. y C. 120:1). El “obispo y su consejo” es el Obispado Presidente de la Iglesia, y “mi sumo consejo” es el Cuórum de los Doce Apóstoles (D. y C. 120:1;véase también The Joseph Smith Papers, Documents, tomo VI : febrero de 1838–agosto de 1839, pág. 189).

El élder Robert D. Hales, del Cuórum de los Doce Apóstoles, explicó cómo se administran los fondos de los diezmos en la Iglesia:

“De acuerdo con las revelaciones, los obispos han sido ordenados para ‘administrar el almacén del Señor; recibir los fondos de la iglesia’ [D. y C. 72:10]. Se espera que tanto los obispos como los secretarios paguen un diezmo íntegro y hayan aprendido a vivir en forma prudente de acuerdo con sus medios. Horas después de recibir los fondos de diezmos de los miembros de sus barrios o ramas, esos líderes locales traspasan esos fondos a las Oficinas Generales de la Iglesia.

“Luego, de acuerdo con la revelación del Señor, el uso de los diezmos lo determina un consejo compuesto por la Primera Presidencia, el Cuórum de los Doce Apóstoles y el Obispado Presidente. El Señor declara específicamente que el trabajo del Consejo debe ser dirigido ‘por mi propia voz dirigida hacia ellos’ [D. y C. 120:1]. Este consejo se denomina el ‘Consejo Encargado de la Disposición de los Diezmos’.

“Es sorprendente observar cómo ese Consejo está atento a la voz del Señor. Cada miembro está al tanto de todas las decisiones del Consejo y participa en ellas. No se toma ninguna decisión hasta que haya unanimidad en el Consejo. Todos los fondos de diezmos se gastan en los objetivos de la Iglesia, entre los que se cuenta el bienestar: el cuidado de los pobres y los necesitados; templos, edificios y el mantenimiento de centros de reuniones, educación, cursos de estudio; en una palabra, en la obra del Señor…

“Doy mi testimonio a los miembros de la Iglesia y a otras personas de todo el mundo con respecto al Consejo Encargado de la Disposición de los Diezmos. He formado parte de ese Consejo durante diecisiete años, como Obispo Presidente de la Iglesia y ahora como miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles. Sin excepción, los fondos de los diezmos de la Iglesia se han utilizado para los propósitos del Señor” (“El diezmo: Una prueba de fe con bendiciones eternas”, Liahona, noviembre de 2002, pág. 28).