Instituto
Capítulo 10: Doctrina y Convenios 23–25


Capítulo 10

Doctrina y Convenios 23–25

Introducción y cronología

Pocos días después de la organización de la Iglesia el 6 de abril de 1830, cinco personas acudieron al profeta José Smith buscando saber sus responsabilidades respecto a la Iglesia restaurada. Se dio una respuesta personalizada a cada uno de ellos en una serie de cinco revelaciones, que después se combinaron en Doctrina y Convenios 23.

En junio y julio de 1830, surgió persecución en el área de Colesville, Nueva York, contra el profeta José Smith y otros miembros de la Iglesia. Durante esos momentos difíciles, el Señor fortaleció al Profeta y a Oliver Cowdery dándoles la revelación que se registró en Doctrina y Convenios 24, en la que se les dijo que fueran pacientes en las aflicciones y continuaran enseñando y declarando el Evangelio.

Emma Smith, la esposa del Profeta, se bautizó el 28 de junio de 1830. La persecución que había en ese tiempo obligó a que su confirmación se pospusiera hasta casi dos meses después, en agosto. En julio de 1830, el Señor dio la revelación que se encuentra en Doctrina y Convenios 25 para Emma. En esa revelación, el Señor le dijo a Emma que ella era una dama elegida y le dio instrucciones respecto a sus responsabilidades familiares y en la Iglesia.

6 de abril de 1830Se organiza la Iglesia restaurada de Jesucristo.

Abril de 1830Se recibe Doctrina y Convenios 23.

9 de junio de 1830La primera conferencia de la Iglesia tiene lugar en la casa de Peter Whitmer, padre.

28 de junio de 1830Emma Smith es bautizada.

28 de junio–2 de julio de 1830Se arresta a José Smith y es exonerado de los cargos de ser una persona agitadora en South Bainbridge, Nueva York, y nuevamente en Colesville, Nueva York.

Julio de 1830Se recibe Doctrina y Convenios 24.

Julio de 1830Se recibe Doctrina y Convenios 25.

Agosto de 1830Emma Smith es confirmada miembro de la Iglesia.

Doctrina y Convenios 23: Antecedentes históricos adicionales

En abril de 1830, poco después de que la Iglesia se organizara, Oliver Cowdery; Hyrum Smith; Samuel H. Smith; Joseph Smith, padre; y Joseph Knight, padre, recibieron revelaciones individuales del Señor por medio del profeta José Smith. Cuando esas instrucciones divinas se publicaron inicialmente en el Libro de Mandamientos, en 1833, figuraban como cinco revelaciones separadas. Sin embargo, desde la publicación de Doctrina y Convenios en 1835, se combinaron en una sola sección.

Imagen
Mapa 3: Nordeste de los Estados Unidos

Doctrina y Convenios 23

En respuesta a sus deseos, el Señor reveló Su voluntad a cinco hombres

Doctrina y Convenios 23:1–2. “Mas cuídate del orgullo, no sea que entres en tentación”

Oliver Cowdery fue fundamental para la traducción y publicación del Libro de Mormón, y había sido ordenado recientemente como el segundo élder de la Iglesia (véase D. y C. 20:3) cuando se recibió la revelación registrada en Doctrina y Convenios 23. Sin embargo, el Señor, conociendo las fortalezas y debilidades de Oliver, le aconsejó que se cuidara del orgullo. Respecto a ese consejo, el presidente James E. Faust (1920–2007), de la Primera Presidencia, dijo: “Oliver Cowdery poseía una gran capacidad intelectual y tuvo maravillosas experiencias espirituales. Sin embargo, con el correr del tiempo se olvidó de la amonestación del Señor y el orgullo tomó posesión de su corazón. Brigham Young dijo después acerca de ese orgullo: ‘He visto hombres que pertenecieron a este reino y que realmente pensaban que si no fuera por ellos el reino no progresaría. Uno, especialmente, que recuerdo en este momento… era una persona particularmente dotada de confianza en sí misma y con habilidades en general. En esencia, llegó a decirle varias veces al profeta José que, si él se alejaba del reino, este no podría progresar mucho más. Hablo de Oliver Cowdery. Él lo abandonó y el reino todavía sigue progresando, triunfando sobre todos los enemigos y amparando a quienes se mantienen fieles a él’ [en Journal of Discourses, tomo XI, pág. 252]” (véase “La voz profética”, Liahona, julio de 1996, pág. 5).

Cuando las dificultades surgieron entre los santos en Kirtland, Ohio, en 1837, Oliver Cowdery dejó de estar en armonía con el profeta José Smith y otros líderes de la Iglesia, y se trasladó a Misuri. En 1838, algunos líderes de la Iglesia de Misuri acusaron a Oliver Cowdery por “acosar a los líderes de la Iglesia con fastidiosas demandas legales, de tratar de destruir la reputación de José Smith, de no aceptar la autoridad eclesiástica en asuntos temporales, de vender tierras en el condado de Jackson [lo que estaba en contra del consejo dado por el Señor] y de haber abandonado su llamamiento de Presidente Auxiliar de la Iglesia para dedicarse a la práctica del derecho. Cowdery se negó a presentarse ante el consejo, pero respondió por escrito a la acusación diciendo que la Iglesia no tenía derecho a dictar cómo debía ser su conducta y pidiendo que se diera por terminada su afiliación a la Iglesia” (véase La historia de la Iglesia en el cumplimiento de los tiempos, 2da. ed. [Sistema Educativo de la Iglesia, 2003], pág. 203). Oliver fue excomulgado el 12 de abril de 1838. Permaneció ajeno a la Iglesia por diez años, pero se volvió a bautizar el 12 de noviembre de 1848 en Kanesville, Iowa. Antes de que Oliver pudiera hacer arreglos para reunirse con los santos en el valle del Lago Salado, enfermó gravemente en Richmond, Misuri, donde falleció el 3 de marzo de 1850.

Doctrina y Convenios 23:3. “… tu deber es para con la iglesia para siempre… a causa de tu familia”

Como hermano mayor del profeta José Smith, Hyrum fue testigo ocular de muchos de los primeros acontecimientos de la Restauración. Él colaboró en la publicación del Libro de Mormón trabajando directamente con el impresor. Prestó servicio como presidente de la primera rama de la Iglesia en Colesville, Nueva York. A lo largo de su vida fue un defensor leal de su hermano y tenía un firme testimonio de que José era un profeta de Dios.

En mayo de 1829, el Señor le había dicho a Hyrum que estudiara la Biblia y también el Libro de Mormón cuando la traducción se terminara, y esperara para declarar el Evangelio hasta que la Iglesia se organizara y él obtuviera la palabra (véase D. y C. 11:21–22). En abril de 1830, cuando se dio la revelación en Doctrina y Convenios 23, después de que el Libro de Mormón se publicara y la Iglesia se organizara, le fue dicho que su llamamiento era el de exhortar —instar y alentar— “y fortalecer a la iglesia de continuo” (D. y C. 23:3). El élder M. Russell Ballard, del Cuórum de los Doce Apóstoles, que es tataranieto de Hyrum Smith, explicó cómo Hyrum fortaleció la Iglesia y sostuvo a su hermano el Profeta:

“A través de su vida, se combinaron en contra de él las fuerzas del mal en un intento de vencerlo, o por lo menos de alejarlo del camino recto.

“Después de la muerte de su hermano mayor, Alvin, ocurrida en 1823, heredó responsabilidades importantes en la familia Smith. En esa misma época, ayudó y sirvió a su hermano, el profeta José, en el largo y arduo proceso de la Restauración. Finalmente, se unió al Profeta y a otros mártires de dispensaciones pasadas: se vertió su sangre como póstumo testimonio al mundo.

“Hyrum Smith se mantuvo firme a pesar de las circunstancias adversas; él sabía el curso que tomaría su vida y con conocimiento de causa decidió seguirlo. Con el tiempo, llegó a ser compañero, protector, proveedor y confidente de José y al final murió como mártir junto a él. Vivieron rodeados de injustas persecuciones durante toda su vida y, aun cuando era mayor, él reconocía el llamamiento de autoridad divina de su hermano. Aunque en ciertas ocasiones le daba consejos firmes, siempre obedeció a su hermano menor.

“José Smith le dijo una vez: ‘Hermano, ¡qué corazón tan fiel tienes! ¡Que el Eterno Jehová corone tu cabeza con bendiciones sempiternas como recompensa por el cuidado que has brindado a mi alma! ¡Cuántos dolores hemos compartido juntos!’ [en History of the Church, tomo V, págs. 107–108]…

“Hyrum Smith sirvió fielmente a la Iglesia” (véase “Hyrum Smith, firme como un pilar”, Liahona, enero de 1996, pág. 7).

Doctrina y Convenios 23:4. “… todavía no has sido llamado a predicar ante el mundo”

Samuel Smith, hermano menor del Profeta, fue la tercer persona en ser bautizada después de la restauración del Sacerdocio Aarónico, en mayo de 1829. Aunque no es tan conocido como sus hermanos José y Hyrum, Samuel fue uno de los Ocho Testigos, los cuales vieron las planchas de oro. Al momento de la revelación que se registró en Doctrina y Convenios 23, el Señor no mandó a Samuel predicar el Evangelio; sin embargo, después de que fue ordenado élder, el 9 de junio de 1830, Samuel fue llamado como el primer misionero de la Iglesia y comenzó a visitar pueblos vecinos cerca de Palmyra a fin de vender copias del Libro de Mormón y predicar el Evangelio. En uno de esos viajes vendió un libro que, con el tiempo, llevó a que Brigham Young, Heber C. Kimball y muchos miembros de sus familias se convirtieran.

Doctrina y Convenios 23:5. “… también tu llamamiento es exhortar y fortalecer a la iglesia”

Doctrina y Convenios 23 es la segunda revelación registrada que se dirige a Joseph Smith. El padre del Profeta brindó ayuda esencial y aliento a su hijo. Se convirtió en miembro de la Iglesia el día en que esta fue organizada. Sirvió en una misión, que comenzó en agosto de 1830, junto a su hijo Don Carlos en el norte del estado de Nueva York para llevar el mensaje del Evangelio a miembros de su familia extendida. En el llamamiento que tuvo después como el primer Patriarca de la Iglesia, tuvo la oportunidad de bendecir, exhortar y aconsejar a muchos de los primeros miembros de la Iglesia.

Doctrina y Convenios 23:6–7. “… tu deber es unirte a la iglesia verdadera”

Cuando se recibió la revelación que se registró en Doctrina y Convenios 23, Joseph Knight, padre, todavía no se había bautizado como miembro de la Iglesia. Era un amigo cercano del profeta José Smith y lo había tratado con mucha bondad. Suministró provisiones al Profeta mientras este trabajaba en la traducción del Libro de Mormón. Había sentido el deseo de ser bautizado con los demás el día en que se organizó la Iglesia, pero se contuvo porque quería estudiar más el Libro de Mormón. Fue la única persona de las cinco que se mencionaron en esa revelación a quien no se le dijo específicamente que no estaba “bajo condenación” (D. y C. 23:1, 3, 4, 5). Poco después de que se recibiera esa revelación, Joseph Knight, padre, fue bautizado, y más adelante José Smith lo describió como “fiel y verídico, imparcial y ejemplar, virtuoso y bondadoso, sin desviarse jamás hacia la derecha ni hacia la izquierda” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, 2007, pág. 493).

Doctrina y Convenios 24: Antecedentes históricos adicionales

A finales de junio de 1830, José Smith, Emma Smith, Oliver Cowdery, David Whitmer y John Whitmer viajaron a Harmony, Pensilvania, para visitar a los miembros de la Iglesia y a otros creyentes en Colesville, Nueva York. El sábado 26 de junio se hizo una pequeña represa en un arroyo en preparación para los bautismos del día siguiente (domingo), pero un populacho de enemigos la destruyó durante la noche. El lunes, temprano por la mañana, se reconstruyó la represa y se bautizaron trece personas, entre ellas, Emma Smith. No obstante, para el momento en que finalizaron los bautismos, se había reunido un populacho de unos cincuenta hombres que insultaban a los santos y amenazaban con lastimarlos. Esa noche, los santos se reunieron para confirmar a los que se habían bautizado por la mañana, pero antes de que pudieran efectuar las confirmaciones, José fue arrestado bajo el cargo de “ser una persona agitadora y de estar alborotando la región con su prédica del Libro de Mormón” (en The Joseph Smith Papers, Histories, tomo I, Joseph Smith Histories, 1832–1844, ed. por Karen Lynn Davidson y otros, 2012, pág. 396).

Imagen
exterior de la casa de Joseph Knight, padre, Colesville, Nueva York

La casa original de Joseph Knight, padre, en Nineveh (Colesville), Nueva York

De camino al tribunal, José pudo escapar de un populacho con la ayuda del alguacil que lo escoltaba, quien llegó a simpatizar con él. Inmediatamente después de haber comparecido en juicio y haber sido absuelto de los cargos que se le imputaban, José fue arrestado nuevamente por un alguacil de otro condado. Esa noche José fue ridiculizado y maltratado por “varios hombres” (en The Joseph Smith Papers, Histories, tomo I, Joseph Smith Histories, 1832–1844, pág. 402) y a la mañana siguiente se presentó para el juicio. Nuevamente, José fue absuelto de los cargos y logró escapar de otro populacho cuando viajaba camino a su casa.

José Smith y Oliver Cowdery hicieron otro intento por reunirse con los miembros recién bautizados en Colesville, pero otro populacho se agrupó poco después de que llegaron. José y Oliver se vieron forzados a huir y apenas escaparon del populacho que los persiguió toda la noche (véase The Joseph Smith Papers, Histories, tomo I, Joseph Smith Histories, 1832–1844, pág. 414). En algún momento de julio, después de haber regresado a Harmony, José y Oliver recibieron la revelación registrada en Doctrina y Convenios 24.

Doctrina y Convenios 24

José Smith y Oliver Cowdery reciben consejo concerniente a sus llamamientos

Doctrina y Convenios 24:3. “Magnifica tu oficio”

En marzo de 1829, el profeta José Smith supo que cuando concluyera la obra de traducción de las planchas del Libro de Mormón, él sería “ordenado, y sal[dría], y comunica[ría]… [las] palabras [del Señor] a los hijos de los hombres” (véase D. y C. 5:6). Cuando se organizó la Iglesia un año después, José fue ordenado el primer élder. Las instrucciones divinas dadas en Doctrina y Convenios 24 sirvieron para recordar a José que su tiempo y atención ahora habrían de estar dedicados a su oficio de profeta del Señor, en vez de a las preocupaciones temporales. El Señor explicó que los miembros de la Iglesia apoyarían a José Smith en lo temporal, por lo que serían bendecidos (véanse también D. y C. 41:7; 43:12–14). Ante la persecución que José y los primeros miembros estaban viviendo, el deseo natural de muchos había sido minimizar los esfuerzos para edificar la Iglesia a fin de evitar más persecución. Sin embargo, el Señor aconsejó al Profeta que magnificara su oficio, lo que significaba aumentar su tiempo y devoción al llamamiento. Al hablarle a los poseedores del sacerdocio, el presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008), dijo:

“La palabra magnificar es muy interesante. Como yo la interpreto, quiere decir aumentar, aclarar, atraer y fortalecer…

“Todos ustedes, por supuesto, están familiarizados con los prismáticos [binoculares]. Cuando uno se los acerca a los ojos y los enfoca, magnifican o parecen acercar los objetos dentro del campo de visión. Pero si uno los da vuelta y mira por el otro extremo, parece reducirse y alejarse todo lo que se ve.

“Así sucede con nuestras acciones como poseedores del sacerdocio. Cuando cumplimos con nuestro sagrado llamamiento, cuando demostramos amor a Dios por medio del servicio al prójimo, cuando utilizamos nuestra fortaleza y talentos para aumentar la fe y predicar la verdad, magnificamos nuestro sacerdocio. Cuando, por el contrario, vivimos una vida egoísta, cuando nos entregamos al pecado, cuando nuestro único objetivo es alcanzar las cosas de este mundo en lugar de las cosas de Dios, desvaloramos nuestro sacerdocio” (véase “Magnifiquemos nuestro llamamiento”, Liahona, julio de 1989, pág. 58).

Imagen
área de la granja de José Smith, Harmony, Nueva York

Se mandó a José Smith sembrar los campos, y después ir rápidamente a enseñar y ministrar a las personas en Colesville, Nueva York (véase D. y C. 24:3–4).

Doctrina y Convenios 24:4. “… si no te reciben”

Los santos debían recibir o sostener al profeta José Smith de manera espiritual y ayudarlo en lo temporal. Aquellos que en la actualidad reciben al profeta y actúan de acuerdo con sus palabras recibirán bendiciones, y los que no lo hagan enfrentarán las consecuencias. La hermana Carol F. McConkie, Primera Consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes, dijo:

“Para estar en armonía con los propósitos divinos del cielo, sostenemos al profeta y elegimos vivir de acuerdo con sus palabras…

“En un mundo amenazado por el hambre de rectitud y la hambruna espiritual, se nos ha mandado que sostengamos al profeta. Al obedecer, sostener y declarar la palabra profética, testificamos que tenemos la fe para someternos a la voluntad, la sabiduría y los tiempos del Señor.

“Hacemos caso a la palabra profética aun cuando pueda parecer inaceptable, inconveniente y difícil. De acuerdo con las normas del mundo, seguir al profeta puede ser poco popular, políticamente incorrecto o socialmente inaceptable. Pero seguir al profeta es siempre lo correcto…

“El Señor honra y favorece a quienes prestan atención a la guía del profeta” (véase “Vivir de acuerdo con las palabras de los profetas”, Liahona, noviembre de 2014, págs. 77–78).

Doctrina y Convenios 24:8. “… estoy contigo”

El profeta José Smith tenía veinticuatro años cuando se recibió la revelación registrada en Doctrina y Convenios 24. Hasta ese punto en su vida, José había soportado numerosas pruebas y dificultades, tales como una dolorosa cirugía en la pierna; el fallecimiento de uno de sus queridos hermanos; el ridículo y la persecución de su comunidad a causa de la Primera Visión y las planchas de oro; el fallecimiento de su primogénito; la pérdida de las 116 páginas del manuscrito del Libro de Mormón; y, más recientemente, la persecución de los populachos en Colesville, Nueva York, y arrestos y juicios por falsas acusaciones. Seguramente José se sintió consolado cuando el Señor le dijo: “… te he elevado de tus aflicciones y te he aconsejado, de manera que has sido librado de todos tus enemigos, y de los poderes de Satanás y de las tinieblas” (D. y C. 24:1). El Profeta aprendió también que necesitaría ser “paciente en las aflicciones, porque ten[dría] muchas” (D. y C. 24:8). Sin embargo, el Señor le confirmó la promesa: “… estoy contigo hasta el fin de tus días” (D. y C. 24:8).

Doctrina y Convenios 24:9. “… para los trabajos temporales no tendrás fuerza”

Los miembros de la Iglesia y los líderes no reciben una capacidad incrementada para acumular riquezas; todos experimentan los desafíos y riesgos de la vida mortal. Sin embargo, algunos pueden ser bendecidos con talentos financieros, para los negocios y otros asuntos. Esos no fueron los dones dados a José Smith. El élder Dallin H. Oaks, del Cuórum de los Doce Apóstoles, explicó: “En forma casi continua [José Smith] estaba al borde de la ruina económica. En medio de sus esfuerzos por cumplir la enorme responsabilidad de su sagrado llamamiento, debió trabajar como granjero y mercader para proveer de las cosas necesarias para su familia, y lo hizo sin poder contar con los maravillosos dones espirituales que lo sostenían en su llamamiento profético. El Señor le había advertido que ‘para los trabajos temporales no tendrás fuerza, porque este no es tu llamamiento’ (D. y C. 24:9)” (“José, el hombre y el Profeta”, Liahona, julio de 1996, pág. 77).

Doctrina y Convenios 24:13–14. “No exijáis milagros”

Los siervos del Señor pueden echar fuera demonios y dar bendiciones a los enfermos, pero los milagros ocurren de acuerdo con la voluntad del Señor y cuando se ejerce la fe. Los milagros no son dados para convertir a las personas a la fe, sino para fortalecer a aquellas que demuestran su fe en el Señor (véanse también Marcos 16:16–18, 20; Mormón 9:23–25; D. y C. 84:64–73).

Doctrina y Convenios 24:15. “… sacudiendo el polvo de vuestros pies”

El Señor dio autorización a José Smith y a Oliver Cowdery para “sacu[dir] el polvo de [sus] pies” en calidad de testimonio contra aquellos que no los recibieran (D. y C. 24:15). Respecto a esto, el élder James E. Talmage (1862–1933), del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó: “La ceremonia de sacudir el polvo de los pies como testimonio contra otro representaba para los judíos el cese de la confraternidad y una renuncia a toda responsabilidad por las consecuencias que pudieran sobrevenir. Llegó a ser, por instrucciones del Señor a Sus apóstoles, una ordenanza de acusación y testimonio [véanse Mateo 10:12–14; Marcos 6:10–11; Lucas 9:4–5]. En la dispensación actual, el Señor igualmente ha instruido a Sus siervos autorizados a que testifiquen de esta manera contra aquellos que intencional y maliciosamente se opongan a la verdad cuando se les presente autorizadamente” (véanse D. y C. 24:15; 60:15; 75:20; 84:92; 99:4). Es tan grave y seria la responsabilidad de testificar ante el Señor mediante este símbolo acusador que se debe emplear únicamente en condiciones extraordinarias y extremas, de acuerdo con lo que dicte el Espíritu del Señor” (véase Jesús el Cristo, 1964, pág. 365). Los misioneros de tiempo completo no están autorizados para hacer esto en la actualidad.

Doctrina y Convenios 24:18. “… no llevarás ni bolsa, ni alforja”

También se mandó al profeta José Smith y a Oliver Cowdery que “no lleva[ran] ni bolsa, ni alforja” (D. y C. 24:18), lo que significa que iban a viajar sin dinero y debían confiar en la hospitalidad y bondad de los demás, particularmente de los miembros de la Iglesia, para que les brindaran alimento y refugio (véase D. y C. 24:3). El Señor sabía que las demandas de dirigir la Iglesia requerirían de todo el tiempo y la energía del Profeta, por eso, mandó que la Iglesia proporcionara el apoyo temporal necesario para el Profeta y su familia a fin de que él pudiera dedicar su tiempo y atención a la obra del Señor. En revelaciones posteriores, el Señor reiteró que la Iglesia debía proporcionar ayuda temporal para el Profeta, a fin de que él pudiera llevar a cabo la obra a la que había sido llamado (véanse D. y C. 41:7; 43:13). Aunque la Iglesia no tiene un clero remunerado, en la actualidad sigue esos mismos principios al proveer de una modesta asignación para cubrir los gastos de los líderes llamados a servir por tiempo completo en la Iglesia, lo que les permite dedicar toda su fortaleza, tiempo y atención a la obra del Señor.

Doctrina y Convenios 25: Antecedentes históricos adicionales

Emma Smith se encontraba entre los trece santos que fueron bautizados en Colesville, Nueva York, el 28 de junio de 1830. Como consecuencia de las acciones del populacho y de que el profeta José Smith fuera arrestado por cargos falsos, esas personas que recién se habían bautizado no fueron confirmadas como miembros de la Iglesia esa tarde. Entre el bautismo de Emma en junio y su confirmación más tarde en agosto, el Señor dio a Emma, por medio de su esposo José, la revelación registrada en Doctrina y Convenios 25. De todas las revelaciones que José Smith había recibido para distintas personas desde julio de 1830, esa fue la primera dada a una mujer. Esa revelación es una indicación del papel prominente que Emma tendría en la Restauración. Fue seleccionada como la primera presidenta de la Sociedad de Socorro en marzo de 1842, en Nauvoo, Illinois (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo I, julio de 1828–junio de 1831, ed. por Michael Hubbard MacKay y otros, 2013, pág. 162).

Imagen
casa reconstruida de Isaac y Elizabeth Hale, Harmony, Pensilvania

La casa reconstruida de Isaac y Elizabeth Hale, padres de Emma Hale Smith, en lo que era conocido como el municipio de Harmony, Pensilvania.

Doctrina y Convenios 25

El Señor da a Emma Smith consejo personalizado e instrucción

Doctrina y Convenios 25:1. “… hijos e hijas en mi reino”

Todas las personas que vienen a la tierra son hijos de nuestro Padre Celestial procreados como espíritus. Tanto el Libro de Mormón como Doctrina y Convenios enseñan que aquellos que reciban el Evangelio restaurado y los convenios y ordenanzas que lo acompañan, y que verdaderamente nazcan de nuevo, son adoptados en la familia del Señor Jesucristo. Él se convierte en el Padre de su nuevo nacimiento espiritual y el Padre de su salvación. A eso fue a lo que el rey Benjamín se refirió cuando habló de aquellos que habían experimentado un potente cambio en el corazón y deseaban entrar en un convenio de guardar los mandamientos de Dios; él declaró: “Ahora pues, a causa del convenio que habéis hecho, seréis llamados progenie de Cristo, hijos e hijas de él, porque he aquí, hoy él os ha engendrado espiritualmente; pues decís que vuestros corazones han cambiado por medio de la fe en su nombre; por tanto, habéis nacido de él y habéis llegado a ser sus hijos y sus hijas” (Mosíah 5:7; véanse también Éter 3:14; D. y C. 35:2; 39:4–6; 45:8). Emma Smith se había bautizado recientemente en la Iglesia y, por eso, el Salvador se refirió a ella en Doctrina y Convenios 25 como Su hija.

Doctrina y Convenios 25:2–3. “… an[da] por las sendas de la virtud delante de mí”

El atributo cristiano de la virtud “es un modelo de pensamiento y conducta que se basa en normas morales elevadas… [y] es un requisito esencial para recibir la guía del Espíritu” (Predicad Mi Evangelio: Una guía para el servicio misional, 2004, pág. 125). Al hablar de la instrucción que el Señor dio a Emma Smith de “an[dar] por las sendas de la virtud” (D. y C. 25:2), el presidente Gordon B. Hinckley, dijo:

“Creo que esas palabras fueron dadas a Emma Smith, y por lo tanto a todos nosotros, como una condición que debemos observar si deseamos recibir una herencia en el Reino de Dios. La carencia de virtud es totalmente contraria a la observancia de los mandamientos de Dios. No hay nada más hermoso que la virtud, ni ninguna fortaleza que sea más firme que la de la virtud…

“Resulta interesante que en esta revelación, cuando el Señor le hizo a Emma esa tremenda promesa condicional, agregó: ‘… tus pecados te son perdonados, y eres una dama elegida a quien he llamado’ [D. y C. 25:3]. Me siento agradecido por el don del perdón otorgado por el Padre misericordioso. El Señor dijo por medio del profeta Isaías concerniente a aquellos que se arrepienten y son perdonados: ‘… aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana’ (Isaías 1:18).

“A to[dos] [los] que se sienten acongoja[dos] por los errores cometidos en su vida, les doy la seguridad, confirmada tanto en la revelación antigua como en la contemporánea, de que donde hay arrepentimiento puede haber también perdón. No se mortifiquen pensando demasiado en los errores del pasado. Más bien, ‘asegú[rense] de acudir a Dios para que vi[van]’ (Alma 37:47)” (véase “Si eres fiel”, Liahona, marzo de 1992, pág. 4).

Doctrina y Convenios 25:3. ¿En qué maneras era Emma “una dama elegida”?

El Señor dijo que Emma Smith era “una dama elegida” (D. y C. 25:3), lo que significa que fue escogida a causa de su fidelidad para ayudar en la obra de Dios. Más tarde, el profeta José Smith (1805–1844), explicó el significado de ese título cuando organizó la Sociedad de Socorro el 17 de marzo de 1842: “Ayudé a la organización de ‘La Sociedad de Socorro Femenina de Nauvoo’ en el cuarto superior [de la Tienda de Ladrillos Rojos] con la hermana Emma Smith como presidenta y las hermanas Elizabeth Ann Whitney y Sarah M. Cleveland como consejeras. Enseñé mucho, leí el Nuevo Testamento, y el Libro de Doctrina y Convenios, respecto a la dama elegida, y les mostré que ser elegido significa ser escogido para cierta obra… y que la revelación se había cumplido con la elección de la hermana Emma a la presidencia de la Sociedad, habiendo sido ella previamente ordenada para explicar las Escrituras” (en History of the Church, tomo IV, págs. 552–553).

Doctrina y Convenios 25:4. ¿Qué no había visto Emma que pudo haber causado que murmurara?

El Señor conocía y amaba a Emma Smith. La instrucción que le dio diciendo: “No murmures” (D. y C. 25:4) vino a causa de que ella no había visto las planchas del Libro de Mormón. Ella estuvo presente durante alguna parte de la traducción de las planchas de oro e incluso participó brevemente como escriba. Debió haber sido un momento difícil para ella cuando se permitió a los Tres Testigos y los Ocho Testigos verlas, y a ella no. Aunque Emma no tuvo la oportunidad de ver las planchas, más tarde explicó que durante el proceso de traducción, “las planchas se encontraban con frecuencia sobre la mesa sin ningún intento de ocultarlas, envueltas con un pequeño mantel de lino, que yo le había dado [a José Smith] para cubrirlas. En una ocasión pude tocarlas mientras así se encontraban sobre la mesa, y palpé su contorno y forma. Parecían ser maleables como papel grueso, y hacían un sonido metálico cuando las orillas se movían con los dedos, como cuando uno pasa los dedos por las orillas de un libro…

“Yo no hice ningún intento de tocar las planchas más que [a través de la tela de lino]… Me sentía satisfecha con saber que era la obra de Dios y, por lo tanto, no sentí que fuera necesario hacerlo” (“Last Testimony of Sister Emma”, Saints’ Herald, 1 de octubre de 1879, pág. 290; se estandarizó la ortografía).

Doctrina y Convenios 25:5–9. “… el oficio de tu llamamiento”

Emma Smith soportó muchas dificultades y aflicciones al soportar también las dificultades, el maltrato y la persecución que se infligieron sobre su esposo. El Señor llamó a Emma a consolar y apoyar a su esposo en su singular función como el Profeta de la Restauración. Además, Emma recibió asignaciones importantes para dirigir y enseñar en la Iglesia. La hermana Julie B. Beck, que fue Presidenta General de la Sociedad de Socorro, enseñó lo siguiente respecto al papel de Emma en la Restauración:

“Cuando el Señor empezó a restaurar Su Iglesia por medio del profeta José Smith, de nuevo incluyó a las mujeres [como lo hizo en la antigüedad] en un modelo de discipulado. Pocos meses después de que la Iglesia se organizara formalmente, el Señor reveló que Emma Smith habría de ser apartada como líder y maestra en la Iglesia, y como ayudante oficial de su esposo, el Profeta [véase D. y C. 25]. En su llamamiento de ayudar al Señor a edificar Su reino, se le dieron instrucciones sobre cómo aumentar su fe y rectitud personales, fortalecer a su familia y su hogar, y servir a los demás.

“Espero que mis nietas comprendan que, a partir del día en que el Evangelio se empezó a restaurar en esta dispensación, el Señor ha necesitado mujeres fieles que participen como discípulas Suyas” (véase “Lo que espero que mis nietas (y nietos) comprendan acerca de la Sociedad de Socorro”, Liahona, noviembre de 2011, pág. 110).

Imagen
representación de José y Emma Smith junto a una cerca

El Señor llamó a Emma Smith a “ser un consuelo” para su esposo, José, en sus aflicciones (D. y C. 25:5).

Hablando de las importantes contribuciones que hacen las mujeres a la Iglesia, el presidente Russell M. Nelson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, dijo:

“Las mujeres de esta dispensación son singulares debido a que esta dispensación es distinta de cualquier otra. Esta diferencia conlleva tanto privilegios como responsabilidades…

“En 1979, el presidente Spencer W. Kimball hizo una profecía profunda acerca del impacto que las mujeres que cumplen sus convenios tendrían en el futuro de la Iglesia del Señor. Él profetizó: ‘Gran parte del progreso que tendrá la Iglesia en los últimos días se deberá a que muchas de las buenas mujeres del mundo… se sentirán atraídas a la Iglesia en gran número. Eso solo sucederá al grado en que las mujeres de la Iglesia reflejen rectitud y sepan expresarse bien en sus vidas, y en la medida en que las mujeres de la Iglesia sean vistas como singulares y diferentes de las mujeres del mundo, y lo hagan de una manera feliz’ (véase Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Spencer W. Kimball, 2006, pág. 247).

“Mis queridas hermanas, a ustedes que son nuestras vitales colaboradoras en esta escena final: Hoy es el día que predijo el presidente Kimball. ¡Ustedes son las mujeres que él predijo! ¡Su virtud, luz, amor, conocimiento, valor, carácter, fe y rectitud atraerán a las buenas mujeres del mundo, junto con las familias de ellas, a la Iglesia en cantidades sin precedente!

“Nosotros, sus hermanos, necesitamos de su fortaleza, su conversión, su convicción, su capacidad para dirigir, su sabiduría y sus voces. ¡El Reino de Dios no está completo, ni puede estarlo, sin las mujeres que hacen convenios sagrados y los guardan; mujeres que pueden hablar con el poder y la autoridad de Dios!

“El presidente [Boyd K.] Packer declaró:

“‘Necesitamos mujeres organizadas y que puedan organizar; necesitamos mujeres con capacidad ejecutiva que puedan planificar, dirigir y administrar; mujeres que puedan enseñar y que puedan dar su opinión…

“‘Necesitamos mujeres con el don de discernimiento que puedan ver las tendencias mundanas y detecten aquellas tendencias que, a pesar de ser populares, sean insustanciales o peligrosas’ [véase “La Sociedad de Socorro”, Liahona, febrero de 1979, pág. 9].

“Hoy, permítanme agregar que necesitamos mujeres que sepan cómo hacer que las cosas importantes sucedan mediante su fe y que sean defensoras valientes de la moralidad y la familia en un mundo enfermo por el pecado. Necesitamos mujeres que sean devotas en pastorear a los hijos de Dios por la senda del convenio hacia la exaltación; mujeres que sepan cómo recibir revelación personal, que entiendan el poder y la paz de la investidura del templo; mujeres que sepan cómo invocar los poderes del cielo para proteger y fortalecer a los hijos y a la familia; mujeres que enseñen sin temor” (“Una súplica a mis hermanas”, Liahona, noviembre de 2015, pág. 96).

Doctrina y Convenios 25:7. El significado de la palabra ordenada

En la reunión del 17 de marzo de 1842 para organizar la Sociedad de Socorro Femenina de Nauvoo, Emma Smith fue elegida como presidenta, y Sarah M. Cleveland y Elizabeth Ann Whitney como consejeras de la presidencia. John Taylor ordenó a Sarah y a Elizabeth a sus llamamientos. Sin embargo, cuando “puso sus manos sobre la cabeza de la señora Smith, la bendijo y confirmó sobre ella todas las bendiciones que se le habían conferido” (The First Fifty Years of Relief Society: Key Documents in Latter-day Saint Women’s History, ed. por Jill Mulvay Derr, Carol Cornwall Madsen, Kate Holbrook y Matthew J. Grow, 2016, pág. 32, se estandarizó la ortografía). El profeta José Smith aclaró que Emma no fue ordenada en la reunión ya que “fue ordenada en el momento en que se dio la revelación [D. y C. 25]” (The First Fifty Years of Relief Society, pág. 32; se estandarizó la ortografía; véase también The Joseph Smith Papers, Journals: tomo II, diciembre 1841–abril 1843, ed. por Andrew H. Hedges y otros, 2011, pág. 45, nota 163).

Imagen
representación de Emma Smith enseñando

El Señor llamó a Emma Smith “para explicar las Escrituras y para exhortar a la iglesia” (D. y C. 25:7).

El presidente Joseph Fielding Smith (1876–1972) explicó a qué se hizo referencia cuando el Señor dijo que Emma Smith sería “ordenada por… mano [del profeta José Smith]” (D. y C. 25:7): “El término ‘ordenar’ fue usado generalmente en los primeros días de la Iglesia en referencia tanto a la ordenación como al apartamiento… Se decía que los hombres que poseen el sacerdocio eran ‘ordenados’ para presidir las ramas y llevar a cabo labores especiales. También se decía que las hermanas habían sido ‘ordenadas’ cuando eran llamadas a alguna tarea o responsabilidad especial. En los años posteriores, hicimos una distinción entre la ordenación y el apartamiento. Los hombres son ordenados a los oficios del sacerdocio y apartados para presidir estacas, ramas, misiones y organizaciones auxiliares. Las hermanas son apartadas —no ordenadas— como presidentas de organizaciones auxiliares, para servir en una misión, etc. El decir que Emma Smith fue ‘ordenada’ para explicar las Escrituras, no significa que se le hubiera conferido el sacerdocio, sino que ella fue apartada para ese llamamiento, que tuvo su cumplimiento en la Sociedad de Socorro de la Iglesia” (Church History and Modern Revelation, 1953, tomo I, pág. 126).

Doctrina y Convenios 25:10. “… desecharás las cosas de este mundo”

El presidente Gordon B. Hinckley, al referirse a las instrucciones que el Señor dio a Emma Smith en Doctrina y Convenios 25:10, dijo: “No creo que le estuviera diciendo a Emma que no debía preocuparse por tener un lugar donde vivir, ni qué comer, ni qué vestir, sino que le quiso decir que no se obsesionara con tales cosas, como muchos de nosotros lo hacemos. El Señor le dijo que pusiera la mira en las cosas más importantes de la vida: en la dignidad, en la bondad, en la caridad y en el amor al prójimo; en las cosas de la eternidad” (véase “Si eres fiel” págs. 5, 7).

Doctrina y Convenios 25:11–12. “… mi alma se deleita en el canto del corazón”

Las Escrituras brindan evidencia de que la música ha sido con frecuencia parte importante de la adoración de los hijos de Dios (véanse 1 Crónicas 15:27; Mateo 26:30; Colosenses 3:16; Alma 26:8; Mormón 7:7; Moroni 6:9; D. y C. 136:28). El Señor declaró que “la canción de los justos es una oración para mí” (D. y C. 25:12). Emma Smith fue asignada por el Señor para “hacer una selección de himnos sagrados” (D. y C. 25:11). En 1835 se publicó en Kirtland, Ohio, el primer himnario de la Iglesia, y la portada mostraba que Emma Smith había seleccionado los himnos. Ella recopiló noventa textos de himnos, la mayoría de fuentes protestantes, junto con himnos nuevos escritos por miembros de la Iglesia, como W. W. Phelps.

Imagen
portada del himnario de la Iglesia de 1835

Portada de una copia original de un himnario de 1835 preparado por Emma Smith.

Doctrina y Convenios 25:16. “… esta es mi voz a todos”

Mientras que algunas de las revelaciones que se encuentran en Doctrina y Convenios fueron dadas originalmente a personas en específico, es apropiado e importante que los lectores vean las verdades doctrinales y principios que se encuentran en los pasajes de las Escrituras como si ellos las hubieran recibido personalmente del Señor. Un estudio diligente de las Escrituras ayudará a los lectores a reconocer esas verdades importantes. El presidente Marion G. Romney (1897–1988), de la Primera Presidencia, explicó: “Uno no puede estudiar las Escrituras con sinceridad sin dejar de aprender principios del Evangelio, porque las Escrituras se han registrado a fin de preservar los principios para nuestro beneficio” (“The Message of the Old Testament”, [dirigido a educadores religiosos del Sistema Educativo de la Iglesia], 17 de agosto de 1979, pág. 3). Cuando las verdades del Evangelio se reconocen y valoran pueden aplicarse a la vida diaria.

Fuente adicional de consulta