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Capítulo 44: Doctrina y Convenios 111–114


“Capítulo 44: Doctrina y Convenios 111–114”, Doctrina y Convenios: Manual del alumno, 2017

“Capítulo 44”, Doctrina y Convenios: Manual del alumno

Capítulo 44

Doctrina y Convenios 111–114

Introducción y cronología

En el verano de 1836, el profeta José Smith y otros líderes de la Iglesia vijaron a Salem, Massachusetts, a fin de buscar medios para ayudar a pagar las deudas de la Iglesia. El 6 de agosto de 1836, mientras esos hermanos se encontraban en Salem, el Señor dio al Profeta la revelación que se encuentra registrada en Doctrina y Convenios 111. En ella, el Señor aseguró al Profeta que había “mucho tesoro… en [Salem], para el beneficio de Sion” (D. y C. 111:2), y abordó algunas cuestiones relativas a las deudas de la Iglesia y el futuro de Sion.

En 1837, Thomas B. Marsh, el Presidente del Cuórum de los Doce Apóstoles, se sentía preocupado por la rebelión y la disensión que había entre los miembros de ese cuórum en Kirtland, Ohio; además, tenía preguntas sobre la obra misional. Pidió consejo al profeta José Smith y, el 23 de julio de 1837, el Señor dio la revelación que se encuentra registrada en Doctrina y Convenios 112, en la que instruyó a Thomas B. Marsh sobre la labor del Cuórum de los Doce Apóstoles y el llamamiento de Thomas como su Presidente.

En marzo de 1838, después de trasladarse a Far West, Misuri, desde Kirtland, Ohio, el profeta José Smith dictó respuestas inspiradas a preguntas acerca de algunos pasajes de Isaías. Esas preguntas y respuestas están registradas en Doctrina y Convenios 113, y aclaran las profecías de Isaías sobre la Restauración y la redención de Sion en los últimos días.

El 11 de abril de 1834, el profeta José Smith recibió la revelación que se encuentra registrada en Doctrina y Convenios 114. En esa revelación, el Señor mandó a David W. Patten que se preparara para una futura misión y advirtió a los líderes rebeldes de la Iglesia que, si no eran fieles, perderían “su obispado” o llamamiento (D. y C. 114:2).

5 de agosto de 1836El profeta José Smith y sus compañeros llegan a Salem, Massachusetts.

6 de agosto de 1836Se recibe Doctrina y Convenios 111.

Primavera y verano de 1837Varios miembros y líderes de la Iglesia de Kirtland, Ohio, se pronuncian en contra del profeta José Smith.

Verano de 1837Los apóstoles Thomas B. Marsh, David W. Patten y William Smith viajan desde Far West, Misuri, hasta Kirtland, Ohio, para abordar la rebelión y la disensión del Cuórum de los Doce Apóstoles.

23 de julio de 1837Se recibe Doctrina y Convenios 112.

12 de enero de 1838El profeta José Smith y Sidney Rigdon huyen de Kirtland, Ohio, y empiezan el viaje hacia Far West, Misuri, para escapar de la violencia del populacho.

Marzo de 1838Se recibe Doctrina y Convenios 113.

11 de abril de 1838Se recibe Doctrina y Convenios 114.

25 de octubre de 1838Seis meses después de que el Señor se dirigiera a él en la revelación registrada en Doctrina y Convenios 114, el élder David W. Patten muere de un disparo durante la batalla del río Crooked.

Doctrina y Convenios 111: Antecedentes históricos adicionales

El 25 de julio de 1836, el profeta José Smith, Hyrum Smith, Sidney Rigdon y Oliver Cowdery salieron de Kirtland, Ohio, y viajaron a la ciudad de Nueva York y a Boston antes de llegar a Salem, Massachusetts, el 5 de agosto de 1836. Se quedaron en Salem durante tres semanas antes de regresar a Kirtland a mediados de septiembre (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo V: octubre de 1835–enero de 1838, edición de Brent M. Rogers y otros, 2017, págs. 271–272). Aunque no hay ningún documento de esa época que explique por qué esos líderes de la Iglesia fueron a Salem, hay recuentos posteriores que sí arrojan algo de luz sobre los posibles motivos del viaje.

En el verano de 1836, el profeta José Smith y otros líderes de la Iglesia estaban muy preocupados por las finanzas de la Iglesia. En los años precedentes, la Iglesia había contraído grandes deudas a medida que los líderes de la Iglesia obedecieron los mandamientos del Señor de edificar el Templo de Kirtland, comprar terrenos en Ohio y Misuri, y financiar el Campo de Sion. También la Iglesia necesitó fondos para comprar tierras para los miembros de la Iglesia de Misuri que habían sido expulsados de sus hogares. En 1834, el Señor había mandado al Profeta y a otros líderes de la Iglesia que “pag[aran] todas” las deudas (D. y C. 104:78). No obstante, no habían conseguido hacerlo porque habían perdido negocios que generaban ingresos, tal como, por ejemplo, la tienda de Sidney Gilbert y la imprenta de William W. Phelps que se encontraban en Independence, Misuri.

Cincuenta y tres años después de que el profeta José Smith y sus compañeros visitaran Salem, Massachusetts, Ebenezer Robinson, un exmiembro de la Iglesia, escribió un recuento de esa visita. Afirmó que, en 1836, un miembro de la Iglesia llamado hermano Burgess llegó a Kirtland, Ohio, y “declaró que había una gran cantidad de dinero oculta en el sótano de una casa en Salem, Massachusetts, que había pertenecido a una viuda; y Burgess creía que él era la única persona viva que conocía su existencia y la ubicación de la casa” (en The Joseph Smith Papers, Documents, tomo V: octubre de 1835–enero de 1838, pág. 274).

Es posible que el profeta José Smith y otros líderes de la Iglesia escucharan esa afirmación del hermano Burgess y decidieran viajar a Salem, Massachusetts, para buscar el dinero escondido y así poder pagar algunas de las deudas de la Iglesia. Según el recuento de Robinson, el hermano Burgess se encontró con los hermanos en Salem, pero no pudo identificar la casa en la que estaba escondido el dinero porque ya no podía reconocer la ciudad y, poco después, se marchó de Salem (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo V, octubre de 1835–enero de 1838 pág. 274). El profeta José Smith, Sidney Rigdon, Oliver Cowdery y Hyrum Smith alquilaron una casa en Salem y dedicaron las siguientes semanas a predicar el Evangelio, visitar lugares históricos locales y tratar de obtener un tesoro que pudiera ayudarlos a pagar sus deudas. El 6 de agosto de 1836, un día después de su llegada a Salem, el profeta José Smith recibió la revelación que se encuentra registrada en Doctrina y Convenios 111. No se publicó en Doctrina y Convenios durante la vida del Profeta; se incluyó por primera vez en la edición de 1876 (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo V: octubre de 1835–enero de 1838, pág. 277).

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Mapa 3: Nordeste de los Estados Unidos

Doctrina y Convenios 111

El Señor consuela al profeta José Smith y a otros líderes de la Iglesia con respecto a su viaje a Salem, y los tranquiliza acerca de las deudas de la Iglesia y el futuro de Sion

Doctrina y Convenios 111:1. “Yo… no estoy disgustado… no obstante vuestras imprudencias”

Parece ser que uno de los propósitos de que el profeta José Smith y sus compañeros viajaran a Salem, Massachusetts, fue un intento de mejorar la situación económica de la Iglesia. Es posible que consideraran que la afirmación del hermano Burgess acerca del dinero oculto en una casa era el posible cumplimiento de la promesa del Señor de “env[iar] los medios para librar[los]” (D. y C. 104:80) de sus deudas.

El Señor entendió los motivos de Sus siervos para desplazarse hasta Salem y declaró: “Yo, el Señor vuestro Dios, no estoy disgustado con vuestro viaje hasta [Salem], no obstante [a pesar de] vuestras imprudencias” (D. y C. 111:1). Una imprudencia es un error o una insensatez. Es posible que esos hermanos cometieran una imprudencia al basarse en la afirmación del hermano Burgess y en sus propios empeños para resolver las dificultades económicas de la Iglesia. No obstante, en el resto de la revelación registrada en Doctrina y Convenios 111, el Señor fue misericordioso y les prometió ayuda y guía constantes.

El reconocimiento que el Señor hizo de los errores de esos líderes de la Iglesia ayuda a aclarar la diferencia que hay entre cometer un error y cometer un pecado. El élder Dallin H. Oaks, del Cuórum de los Doce Apóstoles, reconoció que todos cometemos errores y nos enseñó que los errores pueden ayudarnos a progresar:

“Los errores son inevitables en el proceso de crecimiento en la vida mortal. Evitar toda posibilidad de cometer un error significa evitar toda posibilidad de crecer. En la parábola de los Talentos, el Salvador habló de un siervo que estaba tan preocupado por minimizar el riesgo de pérdida mediante una inversión equivocada, que escondió su talento y no hizo nada con él. Ese siervo fue condenado por su señor (véase Mateo 25:24–30).

“Si estamos dispuestos a que se nos corrija por nuestros errores… los errores inocentes pueden constituir una fuente de crecimiento y progreso” (“Sins and Mistakes”, Ensign, octubre de 1996, pág. 67).

Aunque el Profeta y sus compañeros habían cometido errores, el Señor les enseñó qué debían hacer para convertir su viaje en una labor fructífera. De manera similar, cuando nos esforzamos sinceramente por obedecer al Señor, Él puede ayudarnos a hacer muchas cosas buenas, a pesar de nuestros errores.

Doctrina y Convenios 111:2–4. “Tengo mucho tesoro para vosotros en esta ciudad”

El Señor explicó que tenía “mucho tesoro en [Salem, Massachusetts]” y que había “muchas personas en [Salem], a quienes [Él recogería] a su debido tiempo… para el bienestar de Sion” (D. y C. 111:2). El profeta José Smith y sus compañeros no registraron haber tenido éxito misional durante su estancia en Salem, pero su visita dio fruto cinco años después de que se diera esta promesa. “Durante una conferencia de la Iglesia en Filadelfia [Pensilvania] que tuvo lugar en julio de 1841, Hyrum Smith y William Law, de la Primera Presidencia, dejaron instrucciones en cuanto a Salem para los élderes Erastus Snow y Benjamin Winchester. Esas instrucciones incluían una copia de la revelación [que ahora se encuentra registrada en Doctrina y Convenios 111] y expresaban la creencia de la Primera Presidencia de que ‘había llegado el debido tiempo del Señor’ para que se cumpliera la revelación y el pueblo de Salem se congregara en Su reino” (Elizabeth Kuehn, “Más de un tesoro”, en Revelaciones en contexto, edición de Matthew McBride y James Goldberg, 2016; o history.lds.org; véase también The Joseph Smith Papers, Documents, tomo V: octubre de 1835–enero de 1838, pág. 275).

Los élderes Snow y Winchester llegaron a Salem, Massachusetts, el 3 de septiembre de 1841. Predicaron incansablemente, pero al principio no tuvieron éxito. Una semana después, el élder Winchester se marchó a Filadelfia y el élder Snow se quedó en Salem. Tras pasar varios meses predicando, el élder Snow bautizó a los primeros conversos de Salem en noviembre de 1841. El 5 de marzo de 1842, organizó una rama en Salem compuesta por 53 miembros. En febrero de 1843, el número de miembros de la rama de Salem era de 100, más del doble. Aunque algunos de aquellos conversos permanecieron en Salem para ayudar a que la Iglesia creciera en esa región, muchos de ellos acabaron mudándose a Nauvoo, Illinois, y posteriormente emigraron con los santos al valle del Lago Salado (véase Kuehn, “Más de un tesoro”; o history.lds.org; véase también The Joseph Smith Papers, Documents, tomo V: octubre de 1835–enero de 1838, pág. 275).

Además de prometer al profeta José Smith y a sus compañeros que había “muchas personas en [Salem], a quienes [Él recogería]… para el bienestar de Sion” (D. y C. 111:2), el Señor prometió: “… pondré esta ciudad en vuestras manos, para que tengáis poder sobre ella” (D. y C. 111:4). A continuación, el Señor cita la expresión hebrea “no descubrirán vuestras cosas secretas” (D. y C. 111:4; véase también Isaías 3:17), que significa que los miembros de la Iglesia no serían humillados o menospreciados públicamente. El Señor indicó también que la riqueza de Salem “en cuanto a oro y plata” sería suya (D. y C. 111:4), lo que sugiere que las riquezas materiales que se encontraran en Salem también beneficiarían a Sion.

Doctrina y Convenios 111:5. “No os preocupéis por vuestras deudas”

El 23 de abril de 1834, el Señor dijo a los líderes de la Iglesia que pagaran todas sus deudas y les hizo esta promesa: “Y si sois diligentes y humildes, y ejercitáis la oración de fe, he aquí, ablandaré el corazón de vuestros acreedores, hasta que os envíe los medios para libraros” (D. y C. 104:78, 80). Dos años más tarde, la deuda de la Iglesia había aumentado debido a la compra del terreno para el Templo de Kirtland y la edificación del mismo, la compra de terrenos en Ohio y Misuri, y la financiación del Campo de Sion. El profeta José Smith y otros líderes de la Iglesia estaban cada vez más preocupados por cómo iban a pagar las deudas de la Iglesia. En la revelación que el profeta José Smith recibió el 6 de agosto de 1836 en Salem, Massachusetts, el Señor volvió a consolar a los líderes de la Iglesia: “No os preocupéis por vuestras deudas, porque os daré el poder de pagarlas” (D. y C. 111:5). El Señor cumplió Su promesa en Su debido momento y, con el tiempo, la Iglesia consiguió pagar todas sus deudas (véase Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Lorenzo Snow, 2011, págs. 168–169).

Doctrina y Convenios 111:7–8. “… y el sitio donde es mi voluntad que… os detengáis, os será manifestado por… mi Espíritu”

El Señor mandó al profeta José Smith y a sus compañeros que “permanec[ieran] en [Salem, Massachusetts] y en las regiones circunvecinas” (D. y C. 111:7). Él prometió a aquellos líderes de la Iglesia que “por el poder de [Su] Espíritu” sabrían dónde debían detenerse, o permanecer (D. y C. 111:8). Nosotros también podemos recibir la guía del Señor por medio de las impresiones del Espíritu.

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Union Street en Salem, Massachusetts

El profeta José Smith recibió una revelación en agosto de 1836 mientras se alojaba cerca de aquí, la Union Street de Salem, Massachusetts.

El élder L. Tom Perry (1922–2015), del Cuórum de los Doce Apóstoles, compartió una experiencia que ilustra este principio. Explicó que, antes de que lo llamaran a ser Autoridad General, una empresa comercial en la que había trabajado durante varios años se fusionó con una empresa más grande:

“Después de pocos meses me encontré en una situación muy difícil. Los nuevos dueños querían que quebrantara mis principios y yo, sencillamente, sentía que no podía hacerlo. Después de largas conversaciones, ellos seguían insistiendo y yo continuaba negándome a hacerlo. Al ver que no había otra salida, accedí a marcharme de la empresa. Sucedió en el peor de los momentos porque mi esposa estaba enferma de gravedad y necesitaba constante atención médica, tenía una hija en la universidad y un hijo en la misión. Pasé todo el año siguiente trabajando como consultor, lo cual me daba apenas lo suficiente para pagar las cuentas.

“Tras pasar casi un año con muchas dificultades, una empresa me llamó desde California para invitarme a analizar la posibilidad de trabajar para ellos. Negociamos un contrato muy bueno y yo estaba encantado con la oportunidad. Les dije que, antes de darles una respuesta, debía volver a casa para discutirlo con mi familia; así que regresé y, tras un análisis detallado, convencí a mi familia de que era lo más adecuado. En el momento de llamar a la empresa para aceptar la oferta, escuché la voz más fuerte y poderosa que jamás he escuchado y que me dijo: ‘No aceptes la oferta’. No podía hacer caso omiso de la voz, por lo que rechacé la oferta, pero me quedé angustiado. No podía comprender por qué se me había dicho que hiciera una cosa semejante. Subí las escaleras y me dirigí a mi habitación, me senté en la cama y abrí las Escrituras. Se abrieron en la sección 111 de Doctrina y Convenios. Esa fue la única revelación que se dio en el estado de Massachusetts, donde nosotros vivíamos en ese momento. Estas palabras literalmente me saltaron a la vista:

“‘No os preocupéis por vuestras deudas, porque os daré el poder de pagarlas…

“‘Permaneced en este lugar y en las regiones circunvecinas’ (D. y C. 111:5, 7).

“Una gran paz me invadió el alma. En cuestión de días, se me ofreció un buen puesto en Boston. Unos meses después, tuve el enorme privilegio de dirigir una conferencia en la que el presidente Harold B. Lee, en ese entonces Primer Consejero de la Primera Presidencia, era el orador invitado. La conferencia fue una experiencia gloriosa en la que nos deleitamos con las palabras del presidente Lee. Después, en julio, falleció el presidente Joseph Fielding Smith y el presidente Lee pasó a ser el profeta. Tres meses después, se me pidió que fuera a Salt Lake, donde recibí el llamamiento de dejar mi profesión y unirme a las Autoridades Generales.

“A menudo me he preguntado qué hubiera sucedido si yo no hubiera obedecido la voz del Espíritu Santo que me aconsejó no marcharme de Boston” (véase “Ese Espíritu que induce a hacer lo bueno”, Liahona, julio de 1997, pág. 78).

Doctrina y Convenios 111:9–10. “… inquirid diligentemente en lo que concierne a los habitantes y a los fundadores más antiguos de esta ciudad”

Para obedecer el mandato del Señor de inquirir “diligentemente en lo que concierne a los habitantes y a los fundadores más antiguos de esta ciudad” (D. y C. 111:9), durante su estancia en Salem, Massachusetts, el profeta José Smith y sus compañeros recorrieron toda la ciudad y sus alrededores visitando museos, lugares históricos y bibliotecas (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo 5: octubre de 1835–enero de 1838, pág. 278, nota 248). Se informaron sobre la fundación de la ciudad por los peregrinos puritanos a principios del siglo XVII, así como sobre la Guerra de Independencia de los Estados Unidos y su fundación como país (véase Manuscript History of the Church, tomo B-1, pág. 749, josephsmithpapers.org).

Algunos de los hermanos dedicaron un tiempo a informarse sobre los juicios de Salem por brujería (véase Oliver Cowdery, “Prospectus”, Latter Day Saints’ Messenger and Advocate, octubre de 1836, págs. 388–391). Además, el profeta José Smith y sus compañeros visitaron los restos del convento de las ursulinas de Charlestown, que había sido destruido por un populacho anticatólico motivado por la intolerancia religiosa. Al referirse a esa experiencia, el Profeta escribió: “¿Cuando cesará el hombre de contender con el hombre, y privarlo de sus sagrados derechos de adorar a Dios conforme a los dictados de su conciencia? Santo Padre, apresura ese día” (en Manuscript History of the Church, tomo B-1, pág. 749, josephsmithpapers.org).

Doctrina y Convenios 111:11. “… yo dispondré todas las cosas para vuestro bienestar, en cuanto podáis recibirlas”

En Su sabiduría, misericordia y presciencia, el Señor brindó al profeta José Smith y a sus compañeros oportunidades para que aprendieran de sus “imprudencias” (D. y C. 111:1), y para que aprovecharan las experiencias que vivían al poner los cimientos para que la gente de Salem, Massachusetts, pudiera recibir bendiciones en el futuro. El Señor puede “disponer”, o acomodar, “todas las cosas para [nuestro] bienestar” cuando nos mantenemos fieles a Él. Es posible que las bendiciones y las oportunidades de progreso no siempre lleguen de la manera que esperamos, pero llegarán en la debida proporción y en el momento oportuno, “en cuanto poda[mos] recibirlas” (D. y C. 111:11).

Doctrina y Convenios 112: Antecedentes históricos adicionales

En octubre de 1836, como parte de sus planes de urbanizar la ciudad de Kirtland, Ohio, y aliviar las deudas de la Iglesia, el profeta José Smith y otros líderes de la Iglesia compraron propiedades en Kirtland y sus alrededores, y se prepararon para abrir un banco en Kirtland, que se llamaría el Banco de la Sociedad de Seguridad Financiera de Kirtland (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo V: octubre de 1835–enero de 1838, pág. 285).

Tras no conseguir del estado de Ohio una carta de constitución bancaria, es decir, la autorización para realizar transacciones bancarias, el profeta José Smith y otros líderes de la Iglesia reorganizaron la Sociedad de Seguridad Financiera de Kirtland el 2 de enero de 1837 para convertirla en una sociedad por acciones. Eso significaba que los miembros de la Iglesia podían convertirse en copropietarios de la Sociedad de Seguridad Financiera de Kirtland mediante la compra de acciones y, de esa manera, ayudar a financiar las operaciones de la empresa (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo V: octubre de 1835–enero de 1838, págs. 286–289). En la edición de enero de 1837 del Latter Day Saints’ Messenger and Advocate, el Profeta pidió a los miembros de la Iglesia que compraran acciones de la nueva entidad (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo V: octubre de 1835–enero de 1838, pág. 325).

La Sociedad de Seguridad Financiera de Kirtland encontró oposición prácticamente desde su inauguración. Los periódicos locales publicaron artículos en los que afirmaban que los billetes de la Sociedad de Seguridad Financiera no tenían valor y advirtieron a los lectores que no debían aceptarlos. Asimismo, los habitantes de Kirtland y sus alrededores “hicieron campaña activamente contra la Sociedad de Seguridad Financiera de Kirtland” difundiendo rumores de que la Sociedad de Seguridad había dejado de funcionar y que no iba a permitir a los clientes intercambiar sus billetes por dinero corriente (en The Joseph Smith Papers, Documents, tomo V: octubre de 1835–enero de 1838, págs. 287–288). También se presentaron varias demandas contra los líderes de la Sociedad de Seguridad Financiera por realizar operaciones de tipo bancario sin contar con una carta de constitución bancaria. La Sociedad de Seguridad Financiera también tuvo problemas con la falta de fondos de sus accionistas (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo V: octubre de 1835–enero de 1838, págs. 291-293). Además de esas dificultades, en la primavera de 1837 comenzó una crisis económica nacional, que más tarde se conocería como el Pánico de 1837 y que obligó a cientos de bancos a cerrar sus puertas en todos los Estados Unidos (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo V: octubre de 1835–enero de 1838, pág. 363).

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Billete del Banco de la Sociedad de Seguridad Financiera de Kirtland

El Banco de la Sociedad de Seguridad Financiera de Kirtland se inauguró en enero de 1837, pero una crisis económica nacional y la oposición contra la Iglesia provocaron su cierre solo unos meses después.

El profeta José Smith y su familia habían hecho una gran inversión en la Sociedad de Seguridad Financiera de Kirtland y es posible que fueran los que más tenían que perder si su actividad no continuaba. Sin embargo, debido a las continuas dificultades de la Sociedad de Seguridad, José y otros miembros de la familia Smith, siguiendo la recomendación de José, decidieron no amortizar sus acciones como habían hecho otras personas. En lugar de ello, entregaron sus acciones a Oliver Granger y a Jared Carter para garantizar que todas las deudas quedaran liquidadas (véase Mark Lyman Staker, Hearken, O Ye People: The Historical Setting for Joseph Smith’s Ohio Revelations, 2009, pág. 528). En julio de ese año, el profeta José Smith había transferido el manejo de la Sociedad de Seguridad Financiera de Kirtland a otras personas (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo V: octubre de 1835–enero de 1838, pág. 418). La Sociedad de Seguridad Financiera de Kirtland cerró sus puertas a finales del verano de 1837 (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo V: octubre de 1835–enero de 1838, pág. 366).

La Iglesia también afrontó otras dificultades durante esa época. Eliza R. Snow, que posteriormente prestaría servicio como la segunda Presidenta General de la Sociedad de Socorro, observó que muchos miembros de la Iglesia de Kirtland se llenaron de orgullo y perdieron el Espíritu del Señor. Ella escribió: “Se había estado produciendo un gran cambio en Kirtland, entre los santos. En el corazón de algunos de los Doce se había introducido un espíritu de especulación [el deseo de hacerse rico], y casi todos los cuórums, si no todos, estaban más o menos contaminados [por él]” (Biography and Family Record of Lorenzo Snow, 1884, pág. 20). A lo largo del año 1837, las dificultades económicas y la oposición en contra de la Iglesia aumentaron de manera constante. Varios líderes y otros miembros de la Iglesia hablaron en público en contra del profeta José Smith, lo culparon de las dificultades de la Sociedad de Seguridad Financiera de Kirtland e incluso llegaron a decir que era un profeta caído. En Kirtland solo hubo dos miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles —Brigham Young y Heber C. Kimball— que continuaron apoyando al Profeta durante esa época (véase Ronald K. Esplin, “‘Exalt Not Yourselves’: The Revelations and Thomas B. Marsh, an Object Lesson for Our Day”, en Sperry Symposium Classics: The Doctrine and Covenants, edición de Craig K. Manscill, 2004, pág. 281).

Thomas B. Marsh, que era el Presidente del Cuórum de los Doce Apóstoles y vivía en Misuri en ese momento, oyó hablar de las dificultades por las que los miembros de la Iglesia estaban pasando en Kirtland, Ohio, y que algunos de sus compañeros del Cuórum se encontraban entre las personas que se habían rebelado contra el profeta José Smith. Se sintió sumamente preocupado y también se contrarió mucho al saber que uno de los Apóstoles, Parley P. Pratt, tenía previsto marcharse a una misión en el extranjero sin acudir al Presidente del Cuórum para pedirle consejo. El presidente Marsh creía que, como Presidente del Cuórum de los Doce Apóstoles, era su obligación supervisar las misiones en el extranjero (véase Esplin, “Exalt Not Yourselves”, págs. 281–282).

El 10 de mayo de 1837, el presidente Marsh y el élder David W. Patten enviaron una carta a Parley P. Pratt en la que le indicaban que no debía marcharse a la misión sin reunirse antes con ellos. Además, en esa carta, el presidente Marsh convocó a todos los miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles a una reunión que iba a celebrarse el 24 de julio de 1837 en Kirtland, Ohio, para resolver sus dificultades y planificar una misión a Gran Bretaña, misión sobre la que el Cuórum había estado hablando desde el mes de febrero (véase “Letterbook 2”, págs. 62–63, josephsmithpapers.org). El presidente Marsh, el élder Patten y el élder William Smith viajaron de Far West, Misuri, a Kirtland, Ohio, en el verano de 1837 para asistir a la reunión del 24 de julio con el Cuórum de los Doce Apóstoles. Sin embargo, antes de su llegada a Kirtland, el profeta José Smith llamó al élder Heber C. Kimball a servir una misión en Inglaterra y el élder Orson Hyde expresó también su deseo de ir. Los dos Apóstoles se marcharon de Kirtland el 13 de junio de 1837 a sus misiones en Inglaterra. Cuando el presidente Marsh llegó a Kirtland el 8 de julio de 1837, se contrarió al enterarse de que se había llamado a los élderes Kimball y Hyde sin su autorización (véase Esplin, “Exalt Not Yourselves”, págs. 281–283; véase también The Joseph Smith Papers, Documents, tomo V: octubre de 1835–enero de 1838, págs. 410–411).

Aunque el presidente Marsh estaba molesto por los llamamientos misionales, se esforzó diligentemente por restablecer la armonía entre los miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles que se encontraban en Kirtland. Aun cuando lo consiguió parcialmente durante las primeras semanas después de su llegada, “seguía preocupado por el hecho de que los miembros de su cuórum se hubieran rebelado y también porque la obra misional se estaba llevando a cabo en el extranjero sin él. Preocupado por su estatus personal, y preguntándose si el Señor todavía aceptaría a los Doce, acudió al [profeta José Smith] el 23 de julio… para consultarle sobre sus inquietudes” (Esplin, “Exalt Not Yourselves”, pág. 283). En respuesta, el Profeta recibió la revelación que se encuentra registrada en Doctrina y Convenios 112.

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Mapa 7: Kirtland, Ohio, EE. UU., 1830–1838

Doctrina y Convenios 112

El Señor instruye a Thomas B. Marsh sobre el Cuórum de los Doce Apóstoles y su función como presidente del cuórum

Doctrina y Convenios 112:1–2. “… ha habido algunas cosas en tu corazón… con las que yo, el Señor, no quedé muy complacido”

Aunque el Señor alabó a Thomas B. Marsh por orar y esforzarse por ayudar a sus compañeros del Cuórum de los Doce Apóstoles, también reconoció lo siguiente: “… ha habido algunas cosas en tu corazón, y en cuanto a ti, con las que yo, el Señor, no quedé muy complacido” (D. y C. 112:2). Aunque no sabemos exactamente por qué el Señor no estaba “muy complacido”, es posible que esto se debiera al hecho de que Thomas B. Marsh seguía molesto porque el profeta José Smith había llamado a los élderes Kimball y Hyde a servir en Inglaterra sin consultarle.

Doctrina y Convenios 112:3–10. El Señor promete bendiciones a Thomas B. Marsh si se mantiene humilde

Aunque es posible que el presidente Thomas B. Marsh, en calidad de Presidente del Cuórum de los Doce Apóstoles, se sintiera molesto por no ser el primer misionero enviado al extranjero en esta dispensación, o por no ser la persona que dirigiera esa obra, el Señor le dijo que tuviera “buen ánimo”, ya que aún tendría la oportunidad de “[enviar Su] palabra a los extremos de la tierra” y de predicar “entre muchas naciones” (D. y C. 112:4, 7). Las oportunidades futuras del presidente Marsh, al igual que las oportunidades que el Señor ha planificado para cualquiera de Sus hijos, dependían de su fidelidad. Él no se mantuvo fiel y, por lo tanto, no fue digno de recibir las oportunidades prometidas. Irónicamente, los miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles se marcharon a servir en otra misión a Inglaterra en 1839, un año después de que Thomas B. Marsh apostatara de la Iglesia.

Además de hablarle a Thomas B. Marsh sobre sus oportunidades futuras, el Señor también le dio un consejo específico. El consejo que el Señor le dio, “[c]ontiende… mañana tras mañana; y día tras día hágase oír tu voz amonestadora” (D. y C. 112:5), sugiere que, como misionero, debía “contender” o ser osado al declarar su mensaje. El Señor también aconsejó al presidente Marsh que siguiera viviendo en Misuri y continuara publicando materiales de la Iglesia (véase D. y C. 112:6). Aunque no hay ningún registro concreto al respecto, Thomas B. Marsh, en calidad de Presidente del Cuórum de los Doce Apóstoles, quizás se preguntara si debía mudarse a Kirtland para ayudar a mantener la unidad y el orden en el Cuórum.

El Señor le dijo también a Thomas B. Marsh que debía ser humilde a fin de que Dios pudiera guiarlo y recibiera respuesta a sus oraciones (véase D. y C. 112:10). El presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008) usó el siguiente consejo cuando enseñó lo que podemos hacer para humillarnos a fin de ser dignos de obtener la guía del Señor:

“No hay lugar para la arrogancia en nuestra vida; no hay lugar para el engreimiento; no hay lugar para el egotismo. Tenemos que realizar una gran obra; tenemos cosas que llevar a cabo. Necesitamos dirección en la búsqueda de nuestra educación; necesitamos ayuda en la selección de una compañera o un compañero eternos.

“El Señor ha dicho: ‘Sé humilde; y el Señor tu Dios te llevará de la mano y dará respuesta a tus oraciones’ (D. y C. 112:10).

“Qué promesa tan grande encierra esa declaración. Si nos despojamos del engreimiento, del orgullo y la arrogancia; si somos humildes y obedientes; entonces el Señor nos llevará de la mano y contestará nuestras oraciones. ¿Hay algo más maravilloso que podamos pedir? No hay nada que se le compare…

“Creo que los mansos y los humildes son aquellos que son enseñables, están dispuestos a aprender, están dispuestos a escuchar los susurros de la voz quieta y apacible para recibir guía en su vida. Ellos consideran la sabiduría del Señor superior a la de ellos mismos” (véase “El consejo y la oración de un profeta en beneficio de la juventud”, Liahona, enero de 2001, pág. 40).

Doctrina y Convenios 112:11–14. La función de Thomas B. Marsh como Presidente del Cuórum de los Doce Apóstoles

Cuando Thomas B. Marsh se dirigió al profeta José Smith y le pidió una revelación de Dios, estaba preocupado por los miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles y quería saber cómo podía ayudarlos en su capacidad de presidente del cuórum. El Señor le aconsejó: “No seas parcial para con ellos, amándolos más que a muchos otros, antes sea tu amor por ellos como por ti mismo… Y ruega por tus hermanos, los Doce” (D. y C. 112:11–12). Además, el Señor le dijo esto: “Amonéstalos severamente por causa de mi nombre, y sean amonestados por todos sus pecados” (D. y C. 112:12). El Señor hizo esta promesa al presidente Marsh: “… y si no se obstina su corazón ni se endurece su cerviz en contra de mí, serán convertidos y yo los sanaré” (D. y C. 112:13).

El consejo del Señor a Thomas B. Marsh acerca de su función como Presidente del Cuórum de los Doce Apóstoles, tal como se encuentra registrado en Doctrina y Convenios 112:11–13, se puede aplicar a cualquier persona a quien se haya llamado a servir, enseñar o cuidar a otras personas. Quienes son llamados a dirigir o velar por otras personas deberían: (1) amar a aquellos a quienes se les ha llamado a dirigir; (2) orar por ellos; (3) aconsejarles y advertirles acerca del pecado y sus consecuencias; y (4) reconocer que cada persona tiene el albedrío y debe decidir por sí misma si desea o no seguir al Señor.

Doctrina y Convenios 112:15. “No seáis soberbios; no os sublevéis en contra de mi siervo José”

Durante aquellos tumultuosos días de 1837, algunos miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles que vivían en Kirtland, Ohio, eran culpables de soberbia, o de creer que eran mejores o más inteligentes que los demás, así como de rebelarse contra el profeta José Smith (véase D. y C. 112:15). Por ejemplo, como muchos miembros de la Iglesia tuvieron dificultades económicas en 1837, varios miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles y otros miembros de la Iglesia criticaron públicamente al profeta José Smith por su manera de manejar los negocios de la Iglesia. El presidente Brigham Young recordó que algunas personas opinaban que el Profeta no debía inmiscuirse en asuntos temporales (véase Discourses of Brigham Young, selección de John A. Widtsoe, 1954, pág. 461).

El presidente Young también escribió acerca de una experiencia que tuvo lugar durante esa época, en la que demostró su apoyo al profeta José Smith: “En una ocasión, varios de los Doce, los testigos del Libro de Mormón y otras Autoridades de la Iglesia se reunieron en consejo en el aposento alto del templo. La cuestión que planteaban era la forma de deponer al profeta José Smith y nombrar Presidente de la Iglesia a David Whitmer. En esa reunión estaban presentes John Smith, padre, el hermano Heber C. Kimball y otras personas que se oponían a esas medidas. Me puse de pie y en forma simple y firme les dije que José era un Profeta, que yo lo sabía muy bien, y que ellos podían oponerse a él y calumniarlo tanto como quisieran, pero que no lograrían destruir el llamamiento del Profeta de Dios, sino la propia autoridad de ellos, cortar el lazo que los unía con el Profeta y con Dios, y hundirse a sí mismos en el infierno” (en Manuscript History of Brigham Young, 1801–1844, edición de Elden Jay Watson, 1968, págs. 15–16; véase también Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Brigham Young, 1997, pág. 85).

El 29 de mayo de 1837, los “apóstoles Luke Johnson, Lyman Johnson y Orson Pratt presentaron cargos formalmente contra los miembros de la presidencia de la Iglesia, incluido [José Smith], a quien Pratt y Lyman Johnson acusaron de mentiras, extorsión y falta de respeto” (en The Joseph Smith Papers, Documents, tomo V: octubre de 1835–enero de 1838, pág. 365). En junio, otros Apóstoles, entre los que se encontraban Parley P. Pratt y John F. Boynton, se quejaron en público acerca del Profeta.

La reprimenda del Señor que se encuentra registrada en Doctrina y Convenios 112 recordaba a los miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles y a todos los miembros de la Iglesia que José Smith seguía siendo el Profeta escogido por Dios, que tenía las llaves de esta dispensación y que seguiría teniéndolas hasta la venida del Señor (véase D. y C. 112:15).

Doctrina y Convenios 112:23–26. “Y empezará sobre mi casa”

Doctrina y Convenios 112:23 evoca la antigua profecía de Isaías que describía la apostasía entre los habitantes de la tierra (véase Isaías 60:2). Doctrina y Convenios 112:24–26 indica el orden en el que se producirán los juicios de Dios. El élder Neal A. Maxwell (1926–2004), del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó: “El Señor ha indicado claramente que su juicio purificador y selectivo empezaría primero con los de la casa de Dios y de ahí se extendería al resto del mundo (véanse 1 Pedro 4:17; D. y C. 112:25)” (“Tened buen ánimo”, Liahona, enero de 1983, pág. 128). En la revelación que se encuentra registrada en Doctrina y Convenios 112, el Señor advirtió a los miembros de la Iglesia que vivían en Kirtland, Ohio, que, si no se arrepentían de su iniquidad, serían los primeros en sufrir Sus castigos (véase D. y C. 112:25–26).

Doctrina y Convenios 112:30–33. La Primera Presidencia y el Cuórum de los Doce Apóstoles tienen las llaves de “la dispensación del cumplimiento de los tiempos”

Cuando el profeta José Smith recibió la revelación registrada en Doctrina y Convenios 112, la Iglesia todavía era relativamente joven y no se habían definido previamente algunas cuestiones relativas al gobierno de la Iglesia. En esta revelación, el Señor explicó la relación que hay entre la Primera Presidencia y el Cuórum de los Doce Apóstoles y las llaves que poseen. La Primera Presidencia es el cuórum supremo de gobierno de la Iglesia y, como tal, sus miembros son “consejeros y líderes” en lo que respecta al Cuórum de los Doce Apóstoles (D. y C. 112:30). El profeta José Smith (1805–1844) declaró: “Bajo el poder sellador del Sacerdocio de Melquisedec, poseo las llaves del último reino, en el cual está la dispensación de la plenitud de todas las cosas, de la que han hablado todos los santos profetas desde los principios del mundo” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, 2007, pág. 544).

El presidente Boyd K. Packer (1924–2015), del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó que, desde la restauración de esas llaves del sacerdocio al profeta José Smith “ha existido una línea de autoridad ininterrumpida. Las llaves del sacerdocio conferidas a los Apóstoles han estado siempre en manos de los miembros de la Primera Presidencia y del Cuórum de los Doce” (véase “Los Doce”, Liahona, mayo de 2008, pág. 84).

El élder Bruce R. McConkie (1915–1985), del Cuórum de los Doce Apóstoles, dio la siguiente explicación sobre las llaves del sacerdocio que poseen los miembros de la Primera Presidencia y del Cuórum de los Doce Apóstoles:

“Las llaves del Reino de Dios, los derechos y poderes de la presidencia eterna por medio de la cual se gobierna el Reino Terrestre, que primero se revelaron desde los cielos, se dan por el espíritu de revelación a cada hombre que es ordenado Apóstol y a la vez apartado para ser miembro del Consejo de los Doce.

“Pero, puesto que las llaves le dan a uno el derecho de presidir, solo puede ejercerlas en su plenitud un hombre a la vez. Esta persona es siempre el Apóstol de mayor antigüedad, el Apóstol presidente, el sumo sacerdote presidente, el élder presidente. Solamente él tiene la autoridad para dirigir a los demás, guía que nadie está exento de seguir.

“Por lo tanto, a pesar de que cada uno de los Doce posee las llaves, las ejercen solo hasta cierto límite, hasta que uno de ellos llegue a ser el de mayor antigüedad, lo cual lo convierte en el Ungido del Señor en la tierra” (véase “Las llaves del Reino”, Liahona, julio de 1983, pág. 31).

Doctrina y Convenios 112:34. “Sed fieles hasta que yo venga”

Durante un tiempo, Thomas B. Marsh siguió el consejo que había recibido en la revelación registrada en Doctrina y Convenios 112. Trabajó para fortalecer la Iglesia y apoyar al profeta José Smith y, en julio de 1837, se marchó a una misión a Canadá con el Profeta y otras personas. Sin embargo, después de regresar a Far West, Misuri, “como sucedió con muchos otros antes, cayó víctima de una actitud de apostasía” (Kay Darowski, “La fe y la caída de Thomas Marsh”, en McBride y Goldberg, Revelaciones en contexto, pág. 57; o history.lds.org). Se preocupó por los conflictos que había entre los miembros desobedientes y agresivos de la Iglesia en Misuri y sus vecinos. Además, en septiembre de 1838, su esposa, Elizabeth, se vio implicada en una disputa. Ella y Lucinda Harris, ambas miembros de la Iglesia, habían acordado intercambiar leche en forma periódica para que ambas tuvieran suficiente leche para hacer queso; pero la hermana Marsh fue acusada de no cumplir el acuerdo al quedarse con la parte de la leche que era más rica en crema. El asunto se llevó ante los líderes de la Iglesia en más de una ocasión y, finalmente, se presentó a la Primera Presidencia. En cada ocasión, los líderes de la Iglesia determinaron que la hermana Marsh era culpable. Thomas B. Marsh no estuvo de acuerdo con esas decisiones y se enfadó (véase Darowski, “La fe y la caída de Thomas Marsh”, en Revelaciones en contexto o history.lds.org; véase también George A. Smith, “Discourse”, Deseret News, 16 de abril de 1856, pág. 44).

Aunque la situación relativa a la crema de la leche no fue el motivo por el que Thomas B. Marsh dejó la Iglesia, se sumó a otras frustraciones que sentía y se volvió cada vez más crítico hacia los líderes de la Iglesia. En octubre de 1838, firmó una declaración jurada en la que dijo que los miembros de la Iglesia de Misuri estaban planificando actos violentos contra sus vecinos, lo que contribuyó a la orden de exterminio que provocó la expulsión de 15 000 miembros de la Iglesia de Misuri (véase Darowski, “La fe y la caída de Thomas Marsh”, en Revelaciones en contexto o history.lds.org; véase también George A. Smith, “Discourse”, pág. 44). Más adelante, lo recordaría así: “Sentí celos del Profeta… pasé por alto todo lo que era bueno y dediqué todo mi tiempo a buscar errores. Después, cuando el diablo comenzó a inducirme, resultó fácil que la mente carnal se manifestara, lo cual es enojo, envidia e ira” (“Remarks”, Deseret News, 16 de septiembre de 1857, pág. 220). Thomas B. Marsh pasó casi veinte años alejado de la Iglesia. Con el tiempo, se reconcilió con los santos en Salt Lake City, Utah, en septiembre de 1857.

Doctrina y Convenios 113: Antecedentes históricos adicionales

En julio de 1837, la disensión entre los miembros de la Iglesia de Kirtland, Ohio, se había reducido. A finales de septiembre de 1837, el profeta José Smith y otras personas viajaron a Misuri para ocuparse de los asuntos de la Iglesia allí. A su regreso a Kirtland, en diciembre de 1837, supieron que algunos miembros de la Iglesia estaban hablando en contra del Profeta nuevamente. En enero de 1838, “las divisiones en Kirtland se agudizaron… cuando los disidentes, los miembros excomulgados de la Iglesia y otras personas profirieron amenazas contra la vida de [José Smith] y otros líderes de la Iglesia”. El 12 de enero de 1838, el Profeta recibió una revelación que mandaba a los miembros de la Primera Presidencia y a todos sus “amigos fieles” a marcharse de Kirtland e ir a Misuri lo antes posible. El profeta José Smith y Sidney Rigdon se fueron de Kirtland esa misma noche. Sus familias se reunieron con ellos más tarde en Norton, Ohio, y para el 16 de enero ya se habían marchado a Misuri (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo V: julio de 1835–junio de 1838, págs. 441–442).

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El profeta Isaías predice el nacimiento de Cristo, por Harry Anderson.

El profeta Isaías predice el nacimiento de Cristo, por Harry Anderson. El profeta José Smith dio respuestas inspiradas a preguntas acerca de los escritos del profeta Isaías.

El profeta José Smith y su familia llegaron a Far West, Misuri, el 14 de marzo de 1838 (véase Manuscript History of the Church, tomo B-1, pág. 784, josephsmithpapers.org). Poco después de llegar a Misuri, el Profeta empezó a llevar un registro que incluía preguntas sobre pasajes de Isaías y las respuestas que el Señor dio a esas preguntas. El registro histórico no ofrece muchos detalles sobre quién pudo haber planteado esas preguntas ni por qué, aunque se menciona que Elias Higbee, miembro de la Iglesia y juez que vivía en Far West, Misuri, en 1838, tenía preguntas sobre Isaías 52:1–2 (véase D. y C. 113:7) (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo VI: febrero de 1838–agosto de 1839, edición de Mark Ashurst-McGee y otros, 2017, págs. 50–51). Aunque no se dan detalles sobre las circunstancias en las que se plantearon esas preguntas, las preguntas y las respuestas del Señor a ellas están registradas en Doctrina y Convenios 113.

Doctrina y Convenios 113

El Señor responde a preguntas acerca de algunos pasajes de Isaías

Doctrina y Convenios 113:1–6. “El tronco de Isaí”, “la vara” y “la raíz de Isaí”

El 21 de septiembre de 1823, el ángel Moroni se apareció al profeta José Smith y le dijo “que Dios tenía una obra para [él]” (José Smith—Historia 1:33). El ángel le habló también de las planchas de oro y del Urim y Tumim, y luego empezó a citar profecías registradas en el Antiguo Testamento (véase José Smith—Historia 1:34–41). Mientras recitaba esas profecías, Moroni citó Isaías 11, “diciendo que estaba por cumplirse” (véase José Smith—Historia 1:40). Casi quince años después, en marzo de 1838, el profeta José Smith abordó algunas preguntas sobre Isaías 11, y las respuestas inspiradas que recibió explican algunos de los elementos de esa profecía.

En Doctrina y Convenios 113:1–2 se declara que “el tronco de Isaí” es Jesucristo. La palabra tronco que aparece en Isaías 11:1 es la traducción de una palabra hebrea que designa el tronco de un árbol que ha sido plantado, o la parte de ese tronco que queda unida a la raíz cuando lo talan. Doctrina y Convenios 113:3–6 indica que “la vara mencionada” en Isaías 11:1 “es un siervo en las manos de Cristo”, y que “la raíz de Isaí” que aparece en Isaías 11:10 es “un descendiente de Isaí, así como de José, a quien por derecho pertenecen el sacerdocio y las llaves del reino”.

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dibujo de un tronco de árbol

Ilustración de la analogía de Doctrina y Convenios 113:1–6

El élder Bruce R. McConkie compartió una interpretación de “la vara” y de “la raíz de Isaí” que se mencionan en Isaías 11:10 y en Doctrina y Convenios 113:3–6: “¿Estamos equivocados al decir que el profeta que aquí se menciona es José Smith, que recibió el sacerdocio y las llaves del Reino y que levantó el estandarte para el recogimiento del pueblo del Señor en nuestra dispensación? ¿Acaso no es él asimismo el ‘siervo en las manos de Cristo, que en parte desciende de Isaí, así como de Efraín, o sea, de la casa de José, a quien se ha dado mucho poder’? (D. y C. 113:4–6)” (citado en Doctrina y Convenios e Historia de la Iglesia: Manual del maestro de Seminario, 2013, pág. 498).

Doctrina y Convenios 113:7–10. “Vístete de poder, oh Sion”

Doctrina y Convenios 113:7–10 contiene preguntas que Elias Higbee hizo sobre Isaías 52 y las respuestas a esas preguntas. En Doctrina y Convenios 113:8 se indica que “el mandamiento… que dice: Vístete de poder, oh Sion” (D. y C. 113:7; véase Isaías 52:1) va dirigido “a los que Dios llamaría en los últimos días, los cuales habrían de tener el poder del sacerdocio para establecer de nuevo a Sion y efectuar la redención de Israel”. En Doctrina y Convenios 113:10 se explica que el mandato que se dio a Israel de “[soltar] las ataduras de su cuello” (D. y C. 113:9; véase Isaías 52:2) es un ruego para que “los restos esparcidos” de la casa de Israel “vuelvan al Señor” y reciban la plenitud del Evangelio. La expresión “las ataduras de su cuello” se refiere a “las maldiciones de Dios sobre [Sion]” (D. y C. 113:10), que se soltarán, o anularán, cuando el pueblo de Dios se congregue y vuelva a Él.

Doctrina y Convenios 114: Antecedentes históricos adicionales

David W. Patten fue uno de los miembros originales del Cuórum de los Doce Apóstoles cuando se organizó por primera vez en 1835. Era conocido por su fuerza física, su dedicación al servicio misional, su capacidad para sanar a los enfermos y su valor al defender a otros miembros de la Iglesia (véase Lycurgus A. Wilson, Life of David W. Patten: The First Apostolic Martyr, 1900, págs. 15–29). En la primavera de 1838, David W. Patten, con Thomas B. Marsh y Brigham Young, fue nombrado para dirigir y fortalecer la Iglesia en Misuri, en un momento en el que habían apostatado varios líderes prominentes de la Iglesia (véase Wilson, Life of David W. Patten, págs. 52–53). El 11 de abril de 1838, el profeta José Smith recibió una revelación acerca de David W. Patten. En esa revelación, que se encuentra registrada en Doctrina y Convenios 114, se manda al élder Patten que organice sus asuntos personales para poder servir en una misión la primavera siguiente.

Unos seis meses más tarde, David W. Patten dirigió a un grupo de milicianos mormones para rescatar a tres miembros de la Iglesia que habían sido secuestrados por un grupo de habitantes de Misuri que amenazaban con asesinarlos y prender fuego al resto de mormones de la zona. Durante la batalla que tuvo lugar, el élder Patten resultó herido gravemente y murió varias horas después (véase Wilson, Life of David W. Patten, págs. 64–69). Según el biógrafo de David W. Patten, el presidente Wilford Woodruff afirmó que el élder Patten, en una ocasión, le dijo al profeta José Smith “que había pedido al Señor que le permitiera morir como mártir, tras lo cual el Profeta, muy conmovido, expresó un enorme pesar y le dijo a David que ‘cuando un hombre de su fe pide algo al Señor, por lo general lo recibe’” (en Wilson, Life of David W. Patten, pág. 53). El día del funeral de David W. Patten, el Profeta testificó: “Aquí yace un hombre que ha hecho exactamente lo que dijo que haría: ha ‘puesto su vida por sus amigos’” (en Manuscript History of the Church, tomo B-1, pág. 10 [apéndices]). Para dar testimonio de la fidelidad de David W. Patten, el Señor más adelante reveló: “… mi siervo David Patten, que está conmigo ahora… a David Patten lo he tomado para mí; he aquí, nadie le quita su sacerdocio” (D. y C. 124:19, 130).

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Mapa 8: La región de Misuri, Iowa e Illinois - Estados Unidos.

Doctrina y Convenios 114

El Señor manda a David W. Patten que se prepare para una misión y advierte a los miembros de la Iglesia que “niegan [Su] nombre”

Doctrina y Convenios 114:1. “… para que cumpla una misión para mí la primavera entrante”

El élder David W. Patten, miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles, obedeció el consejo del Señor que se encuentra registrado en Doctrina y Convenios 114 y puso en orden sus asuntos para prepararse para servir en una misión la primavera siguiente (véase D. y C. 114:1). Su muerte, que tuvo lugar poco después de que el profeta José Smith recibiera esa revelación, demuestra la sabiduría del consejo que el Señor dio al élder Patten de “arregl[ar] todos sus negocios cuanto antes” (D. y C. 114:1). La decisión del élder Patten de obedecer al Señor se convirtió posteriormente en una bendición, cuando sufrió una herida en una batalla que poco después le costaría la vida. Pudo dejar esta vida con la seguridad de haber guardado la fe y que su vida estaba en orden.

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Campo de batalla del río Crooked

La batalla del río Crooked tuvo lugar el 25 de octubre de 1838 cerca de este lugar del condado de Ray, Misuri.

El Señor también nos guiará a fin de que nos preparemos para lo que Él tenga planificado para nosotros, si confiamos en Él lo suficiente para obedecer Sus consejos e indicaciones. El élder Loren C. Dunn (1930–2001), de los Setenta, alentó a los jóvenes de la Iglesia a ejercer fe en Dios siguiendo el consejo de Sus profetas: “El Señor, que conoce todas las cosas (véase Abraham 2:8), mira al futuro y hace que Sus profetas nos preparen para los hechos que han de acontecer. Nuestro Profeta actual…, por medio de sus consejos, nos está preparando para nuestro futuro individual” (“The Case of the Chevrolet”, New Era, abril de 1983, pág. 4).

Doctrina y Convenios 114:2. “… se instalará a otros en lugar de ellos y recibirán su obispado”

En el momento en que se recibió la revelación registrada en Doctrina y Convenios 114, varios miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles y otros líderes habían apostatado de la Iglesia. El Señor dijo que quienes no fueran fieles serían sustituidos por otros, que “recibir[ían] su obispado” (D. y C. 114:2). La palabra obispado se refiere al oficio de una persona, o a la autoridad designada divinamente y las responsabilidades asignadas a las personas llamadas a supervisar o administrar la Iglesia. Tres meses después de que se recibiera la revelación que se encuentra registrada en Doctrina y Convenios 114, se llamó a cuatro hermanos al Cuórum de los Doce Apóstoles “para que ocup[aran] el lugar de aquellos que ha[bían] caído” (D. y C. 118:6).