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Capítulo 42: Doctrina y Convenios 106–108


“Capítulo 42: Doctrina y Convenios 106–108”, Doctrina y Convenios: Manual del alumno, 2017

“Capítulo 42”, Doctrina y Convenios: Manual del alumno

Capítulo 42

Doctrina y Convenios 106–108

Introducción y cronología

El 25 de noviembre de 1834, el profeta José Smith recibió la revelación registrada en Doctrina y Convenios 106. En esta revelación, el Señor llamó a Warren A. Cowdery, hermano mayor de Oliver Cowdery y converso reciente de la Iglesia, para que presidiera el creciente número de santos en Freedom, Nueva York, y en la región circundante. El Señor también prometió a Warren grandes bendiciones por su fiel servicio.

El profeta José Smith recibió la revelación registrada en Doctrina y Convenios 107 cuando los miembros recién llamados del Cuórum de los Doce Apóstoles se estaban preparando para servir en misiones en el este de los Estados Unidos. La revelación se registró en 1835, pero algunas partes se habían recibido en 1831. Esta revelación contiene las instrucciones del Señor relativas al sacerdocio y al gobierno de la Iglesia.

El 26 de diciembre de 1835, Lyman Sherman actuó conforme a una impresión espiritual y pidió orientación al profeta José Smith sobre su deber. Como respuesta, el Señor dio la revelación que se encuentra registrada en Doctrina y Convenios 108, en la que el Señor perdonó a Lyman, le prometió bendiciones de acuerdo con su fidelidad y lo aconsejó.

3–6 de junio de 1831Se ordena a los primeros sumos sacerdotes durante una conferencia de la Iglesia celebrada en Kirtland, Ohio.

11 de noviembre de 1831Se recibe una parte de Doctrina y Convenios 107.

Mayo–julio de 1834El profeta José Smith dirige el Campo de Sion hacia Misuri para ayudar a los santos perseguidos.

25 de noviembre de 1834Se recibe Doctrina y Convenios 106.

14 de febrero de 1835Se llama a miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles.

28 de febrero de 1835Se llama a Lyman Sherman a servir como Presidente de los Setenta.

Marzo–principios de mayo de 1835Se dictan otras partes de Doctrina y Convenios 107.

28 de febrero – 1 de marzo de 1835Se nombra a más de 50 hombres para servir como Setentas.

26 de diciembre de 1835Se recibe Doctrina y Convenios 108.

Doctrina y Convenios 106: Antecedentes históricos adicionales

Warren Cowdery vivía en Freedom, Nueva York, con su esposa, Patience, y sus ocho hijos. Aunque Warren había oído hablar del Libro de Mormón por medio de su hermano menor, Oliver Cowdery, alrededor del año 1830, no se bautizó en ese momento. En marzo de 1834, cuando el profeta José Smith y Parley P. Pratt estaban viajando por el oeste de Nueva York a fin de reclutar voluntarios para el Campo de Sion, se quedaron en la casa de Warren y Patience. Mientras estaban allí, predicaron a varias multitudes y bautizaron a Heman Hyde, vecino de Warren y Patience (véase Lisa Olsen Tait, “Warren Cowdery”, en Revelaciones en contexto, edición de Matthew McBride y James Goldberg, 2016; o history.lds.org). El mes siguiente, cuando el élder Pratt volvió a visitar esa región, observó: “Durante mi ausencia se había congregado una gran iglesia, compuesta por unos cuarenta miembros o más, principalmente gracias a la labor de mi hermano Orson” (Autobiography of Parley Parker Pratt, edición de Parley P. Pratt Jr., 1938, pág. 113).

Warren y Patience Cowdery fueron bautizados en algún momento entre mayo y septiembre de 1834 (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo IV: abril de 1834–septiembre de 1835, edición de Matthew C. Godfrey y otros, 2016, pág. 180). En una carta que remitió a su hermano Oliver, Warren habló sobre la oposición que los santos de Freedom padecían debido a sus vecinos no creyentes. Reconoció que, al seguir asistiendo a la rama de Freedom, había recibido “varias manifestaciones de la aprobación divina” del Señor. Pese a ello, escribió: “He deseado mil veces poder contar con la evidencia que tú tuviste” (en Tait, “Warren Cowdery”; o history.lds.org).

“Warren también expresó su deseo de que ‘un predicador de nuestra orden’ fuera a la región de Freedom, alguien que ‘nos haga bien, fortaleciéndonos y edificándonos en la más santa fe’” (Tait, “Warren Cowdery”; o history.lds.org). En una carta que escribió a su hermano Oliver en octubre de 1834, expresó su disposición a “ser útil en la viña del Señor” y pidió a Oliver que “consultara cuál era la voluntad del Señor concerniente a [él]” (en The Joseph Smith Papers, Documents, tomo IV: abril de 1834–septiembre de 1835, pág. 180). El mes siguiente, el profeta José Smith dictó la revelación que se encuentra registrada en Doctrina y Convenios 106, en la que el Señor expresó Su voluntad de que Warren Cowdery fuera predicador a fin de fortalecer a los miembros y hacer crecer la Iglesia en esa región.

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Mapa 5: La región de Nueva York, Pensilvania y Ohio, Estados Unidos

Doctrina y Convenios 106

El Señor llama a Warren A. Cowdery a servir como “sumo sacerdote presidente” y le promete bendiciones por su servicio

Doctrina y Convenios 106:1. “… sumo sacerdote presidente”

El Señor llamó a Warren A. Cowdery a servir como “sumo sacerdote presidente de mi iglesia en la tierra de Freedom y las regiones circunvecinas” (D. y C. 106:1). Eso significa que fue nombrado para ser el líder del sacerdocio que presidiría esa región geográfica concreta.

Doctrina y Convenios 106:4–8. “… hijos de la luz”

Tanto el Salvador como el apóstol Pablo compararon la Segunda Venida de Jesucristo con la llegada inesperada de un ladrón (véanse Mateo 24:43; 1 Tesalonicenses 5:2–5). En la revelación que se encuentra registrada en Doctrina y Convenios 106, el Señor aconsejó: “… ceñid vuestros lomos”, es decir, que se prepararan para llevar a cabo la obra del Señor, “para que seáis hijos de luz, y no os sorprenda ese día [la Segunda Venida del Señor] como ladrón” (D. y C. 106:5). Los “hijos de luz” viven de tal manera que están preparados para la segunda venida del Salvador en todo momento.

El élder Craig C. Christensen, de la Presidencia de los Setenta, enseñó:

“Llegar a ser hijos de luz significa rechazar el poder del adversario y, cada día, decidir que se va a seguir la luz de Cristo.

“La expresión ‘hijos de luz’ describe a un pueblo sobre el cual brilla intensamente la luz del Evangelio. Describe a un pueblo que busca la luz y se siente atraído por todo aquello que es virtuoso, limpio y puro. Se espera que los hijos de luz estén alerta y vigilantes; no durmiendo, en un sentido espiritual, cuando deberían estar despiertos (véanse 2 Nefi 1:13; 1 Tesalonicenses 5:5–8). Los hijos de luz no se quedan sentados pasivamente en la oscuridad; tienen el valor de levantarse y ser diferentes. Cuando el adversario se acerca amenazador, los hijos de luz saben cuándo contraatacar, cuándo decir que no y cuándo simplemente marcharse…

“No tienen que esperar a ser perfectos para ser una luz al mundo. Llegar a ser un hijo de luz es un proceso, muy similar al proceso de la conversión… 

“Como hijos de luz, tenemos la obligación de hacer de este mundo un lugar más santo y más feliz por haber vivido en él” (“Becoming Children of Light”, Ensign, agosto de 2014, págs. 67, 69).

Warren Cowdery dio los primeros pasos para convertirse en uno de los hijos de luz cuando “se humilló ante [el] cetro [del Señor]” (D. y C. 106:6). Un cetro es una vara o un bastón que simboliza la autoridad y el poder de un gobernante. Cuando se bautizó, Warren se sometió a la autoridad y la voluntad del Rey de los cielos, e hizo el convenio de “[apartarse] de las artimañas de los hombres” o de la iniquidad del mundo (véase D. y C. 106:6). Con este llamamiento para ser “sumo sacerdote presidente de [la] iglesia [del Señor] en la tierra de Freedom [Nueva York] y las regiones circunvecinas” (D. y C. 106:1), Warren recibió el mandato de “[buscar] con diligencia el reino del cielo”, humillarse y ser “un testigo fiel y una luz a la iglesia” (D. y C. 106:3, 7–8). Si lo hacía, el Señor le prometió que “lo [enaltecería]” y “le [daría] gracia y confianza” (D. y C. 106:7–8). De manera similar, el Señor nos bendecirá cuando nos humillemos ante Él y “[continuemos] siendo un testigo fiel y una luz a la iglesia”; y también recibiremos la corona que Él ha “preparado… en las mansiones de [Su] Padre” (D. y C. 106:8).

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Granja cerca de Freedom, Nueva York

El profeta José Smith y Parley P. Pratt predicaron el Evangelio restaurado en el municipio de Freedom, Nueva York, y llamaron a Warren Cowdery para que presidiera una rama de unas 70 personas.

Warren Cowdery aceptó el consejo que el Señor le dio en esa revelación y prestó servicio como “sumo sacerdote presidente” (D. y C. 106:1) en Freedom, Nueva York, al menos durante un año. Tras mudarse a Ohio, Warren trabajó en la oficina editorial de la Iglesia en Kirtland, donde prestó servicio como secretario del profeta José Smith, ayudó a registrar la oración dedicatoria del Templo de Kirtland y llevó otros registros (véase Tait, “Warren Cowdery”; o history.lds.org).

Doctrina y Convenios 107: Antecedentes históricos adicionales

Al igual que hizo con muchas de las verdades del Evangelio restaurado, el Señor reveló el modelo de organización del sacerdocio y de gobierno de la Iglesia “línea sobre línea” (D. y C. 98:12). La revelación que se encuentra registrada en Doctrina y Convenios 107, titulada originalmente “Sobre el sacerdocio”, complementa y aclara las revelaciones anteriores sobre los oficios, las responsabilidades y la organización del sacerdocio (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo IV: abril de 1834–septiembre de 1835, págs. 308–309; véanse también D. y C. 2084).

El 11 de noviembre de 1831, el profeta José Smith dictó la mayor parte de la revelación registrada en Doctrina y Convenios 107:60–100 (véase D. y C. 107, encabezamiento de la sección). Esta revelación se dirigía “a la Iglesia de Cristo en la tierra de Sion” (D. y C. 107:59), y proporcionaba aclaraciones en cuanto a “el sumo sacerdocio” (D. y C. 107:64). Los primeros sumos sacerdotes de esta dispensación fueron ordenados durante una conferencia de la Iglesia que tuvo lugar en junio de 1831 (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo I: julio de 1828–junio de 1831, edición de Michael Hubbard MacKay y otros, 2013, pág. 317).

La parte inicial de la revelación registrada en Doctrina y Convenios 107 se dictó en algún momento entre marzo y principios de mayo de 1835, cuando los miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles se preparaban para servir en sus primeras misiones como Apóstoles. Como parte del despliegue continuo de la organización del sacerdocio, el 14 de febrero de 1835 se llamó a los primeros miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles de esta dispensación. Al mes siguiente, “[el profeta José Smith] y los Doce Apóstoles decidieron que, debido a ‘las muchas peticiones apremiantes de las iglesias del este’, los Apóstoles celebrarían una serie de conferencias en el este de los Estados Unidos… ‘con el fin de regular todo lo que fuera necesario’ para el bienestar de las ramas de la Iglesia en esas zonas” (en The Joseph Smith Papers, Documents, tomo IV: abril de 1834–septiembre de 1835, pág. 308; se ha estandarizado la ortografía). Es muy probable que el profeta José Smith haya pronunciado esta revelación en presencia de aquellos que se estaban preparando para partir el 3 de mayo de 1835 a su primera misión como cuórum. Doctrina y Convenios 107 contiene este “nuevo material de instrucción para los Doce, que había sido combinado con una versión actualizada de la revelación de noviembre de 1831 en cuanto a los consejos del sacerdocio en una sola sección” (Joseph F. Darowski y James Goldberg, “La restauración del antiguo orden”, en McBride y Goldberg, Revelaciones en contexto; o history.lds.org).

Doctrina y Convenios 107:1–20

El Señor enseña acerca del Sacerdocio de Melquisedec y del Sacerdocio Aarónico

Doctrina y Convenios 107:1–6. “En la iglesia hay dos sacerdocios”

La revelación que se encuentra registrada en Doctrina y Convenios 107 se refiere al Sacerdocio de Melquisedec y al Sacerdocio Aarónico (que incluye el Sacerdocio Levítico) como “dos sacerdocios” y “dos divisiones o cabezas principales” (D. y C. 107:1, 6). Más adelante, en esta misma revelación, se aclara que el Sacerdocio Aarónico es “una dependencia”, o una parte, del Sacerdocio de Melquisedec (D. y C. 107:14). El profeta José Smith (1805–1844) explicó la relación que hay entre el Sacerdocio de Melquisedec y el Sacerdocio Aarónico:

“Aunque hay dos sacerdocios, el Sacerdocio de Melquisedec incluye el Aarónico o Levítico, y es la cabeza principal y tiene la autoridad más alta que pertenece al sacerdocio.

“… y todos los demás sacerdocios son únicamente partes, ramificaciones, poderes y bendiciones pertinentes que este posee, gobierna y dirige” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, 2007, págs. 113–114).

En otra ocasión, el profeta José Smith enseñó que “todo sacerdocio es de Melquisedec, pero este tiene diferentes partes o grados” (Enseñanzas: José Smith, pág. 114). Por lo tanto, el poder, la autoridad y los oficios del Sacerdocio Aarónico (véase D. y C. 107:14–15, 17) no son independientes ni distintos del Sacerdocio de Melquisedec, sino que constituyen una parte de todo el sacerdocio de Dios.

Doctrina y Convenios 107:3–4. “… el Santo Sacerdocio según el Orden del Hijo de Dios”

Melquisedec era el gran sumo sacerdote y el rey de Salem, o Jerusalén (véanse Traducción de José Smith, Génesis 14:25–40 [en el Apéndice de la Biblia]; Hebreos 7:1–3, 15–17; Alma 13:17–19). Antes de la época de Melquisedec, “[el sacerdocio] se llamaba el Santo Sacerdocio según el Orden del Hijo de Dios” (D. y C. 107:3), lo que indica que Jesucristo es la verdadera fuente de toda la autoridad y el poder del sacerdocio en la tierra. Sin embargo, “por respeto o reverencia al nombre del Ser Supremo, para evitar la demasiado frecuente repetición de su nombre”, se cambió y se le “dio… el nombre de Melquisedec” (D. y C. 107:4).

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Melquisedec bendice a Abram, por Walter Rane

Melquisedec bendice a Abram, por Walter Rane. “La razón por la cual el [primer sacerdocio] se llama Sacerdocio de Melquisedec es que Melquisedec fue un gran sumo sacerdote” (D. y C. 107:2).

El hecho de que “el Santo Sacerdocio” se llamara “según el Orden del Hijo de Dios” (D. y C. 107:3) sugiere que los poseedores del sacerdocio deben andar en santidad y usar la autoridad y el poder del sacerdocio como lo haría Jesucristo. La traducción inspirada que el profeta José Smith hizo de Hebreos 7:3 enseña que “todos los que son ordenados a este sacerdocio son hechos semejantes al Hijo de Dios” (Traducción de José Smith, Hebreos 7:3 [en el Apéndice de la Biblia]). El presidente Boyd K. Packer (1924–2015), del Cuórum de los Doce Apóstoles, afirmó lo siguiente: “El sacerdocio es la autoridad y el poder que Dios ha concedido a los hombres sobre la tierra para actuar por Él. Cuando la autoridad del sacerdocio se ejerce como es debido, los portadores del sacerdocio hacen lo que Él [Jesucristo] haría si estuviera presente” (“El poder del sacerdocio”, Liahona, mayo de 2010, pág. 7).

Doctrina y Convenios 107:5. “Todas las otras autoridades u oficios de la iglesia son dependencias de este sacerdocio”

Una dependencia es algo que está unido o forma parte de un conjunto más grande. La expresión “este sacerdocio” que aparece en Doctrina y Convenios 107:5 se refiere al Sacerdocio de Melquisedec. El presidente Joseph F. Smith (1838–1918) enseñó: “No hay oficio dentro de este sacerdocio que sea o pueda ser mayor que el sacerdocio mismo. La autoridad y el poder del oficio proviene del sacerdocio. Ningún oficio otorga autoridad al sacerdocio; ninguno de ellos aumenta el poder del sacerdocio; no obstante, todos los oficios de la Iglesia reciben su poder, virtud y autoridad del sacerdocio” (citado por Joseph Fielding Smith, en Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Joseph Fielding Smith, 2013, pág. 175).

El élder Dallin H. Oaks, del Cuórum de los Doce Apóstoles, explicó que los llamamientos que se dan a las mujeres de la Iglesia también son dependencias del sacerdocio:

“Ya que en las Escrituras dice que ‘[t]odas las otras autoridades [y] oficios de la iglesia son dependencias de este sacerdocio [de Melquisedec]’ (D. y C. 107:5), todo lo que se haga bajo la dirección de esas llaves del sacerdocio se hace con la autoridad de dicho sacerdocio.

“¿Cómo se aplica esto a la mujer?… En un discurso dirigido a la Sociedad de Socorro, el presidente Joseph Fielding Smith, que en aquel tiempo era Presidente del Cuórum de los Doce Apóstoles, dijo lo siguiente: ‘El que no se haya dado el sacerdocio a las hermanas, o no se les haya conferido, no significa que el Señor no les haya dado autoridad… Se puede dar autoridad a una persona, a un hermano o una hermana, para que realice ciertas cosas en la Iglesia que son vinculantes y absolutamente indispensables para nuestra salvación, tal como la obra que efectúan nuestras hermanas en la Casa del Señor. Se les da autoridad para llevar a cabo cosas grandes y maravillosas, que son sagradas para el Señor, y tan vinculantes como lo son las bendiciones que dan los hombres que poseen el sacerdocio’ [Joseph Fielding Smith, ‘Relief Society—an Aid to the Priesthood’, Relief Society Magazine, enero de 1959, pág. 4)]…

“No estamos acostumbrados a hablar de que las mujeres tengan la autoridad del sacerdocio en sus llamamientos de la Iglesia, pero, ¿qué otra autoridad puede ser? Cuando a una mujer, joven o mayor, se la aparta para predicar el Evangelio como misionera de tiempo completo, se le da la autoridad del sacerdocio para efectuar una función del sacerdocio. Ocurre lo mismo cuando a una mujer se la aparta para actuar como oficial o maestra en una organización de la Iglesia bajo la dirección de alguien que posea las llaves del sacerdocio. Quienquiera que funcione en un oficio o llamamiento recibido de alguien que posea llaves del sacerdocio, ejerce autoridad del sacerdocio al desempeñar los deberes que se le hayan asignado” (véase “Las llaves y la autoridad del sacerdocio”, Liahona, mayo de 2014, págs. 50–51).

Doctrina y Convenios 107:8–10. “El Sacerdocio de Melquisedec posee el derecho de presidir”

El “derecho de presidir” (D. y C. 107:8) es el derecho de presidir y dirigir la obra del Señor. El presidente Joseph Fielding Smith (1876–1972) enseñó:

“Aun cuando todos los hombres que han sido ordenados a cualquier oficio poseen el sacerdocio, existen autorizaciones especiales para dirigir que se otorgan a quienes se llama a presidir. Esas autorizaciones se llaman llaves.

“Las llaves [del sacerdocio] son el derecho de presidir; son el poder y la autoridad para gobernar y dirigir todos los asuntos del Señor sobre la tierra. Aquellos que las poseen tienen el poder para gobernar y controlar la manera en que todos los demás pueden servir en el sacerdocio” (Enseñanzas: Joseph Fielding Smith, 2013, págs. 161–162).

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La Primera Presidencia, abril de 2014

Las Escrituras se refieren a la Primera Presidencia como “la presidencia del sumo sacerdocio” (véase D. y C. 107:8–10).

La “presidencia del sumo sacerdocio”, es decir, la Primera Presidencia de la Iglesia, “tiene el derecho de oficiar en todos los oficios de la iglesia” (D. y C. 107:9). Esta Presidencia tiene todas las llaves del Reino y, por lo tanto, preside y “tiene poder y autoridad sobre todos los oficios [y oficiales] en la iglesia en todas las edades del mundo” (D. y C. 107:8; véase también D. y C. 81:2). Bajo la dirección de la Primera Presidencia, los sumos sacerdotes llamados a oficios donde se preside, por ejemplo, obispo o presidente de estaca, tienen el derecho de “oficiar”, o presidir localmente, en sus barrios y estacas (véase D. y C. 107:10, 17).

Doctrina y Convenios 107:13–15, 20. “… el Sacerdocio de Aarón”

El “Bible Dictionary” [Diccionario bíblico en inglés] explica que, “como resultado del incumplimiento por parte de los israelitas de la ley del Evangelio administrada por Moisés bajo la autoridad del Sacerdocio de Melquisedec, el Señor dio una ley adicional de actos y ordenanzas, y ‘también confirmó un sacerdocio sobre Aarón y su descendencia, por todas sus generaciones’ (D. y C. 84:18), para administrarlo. Ese sacerdocio tenía menos poder y autoridad que el Sacerdocio de Melquisedec” (véase “Aaronic Priesthood”). La revelación que se encuentra registrada en Doctrina y Convenios 107 utiliza los términos Aarónico y Levítico para describir este sacerdocio menor (véase D. y C. 107:1, 6), pero “hay algunas diferencias específicas en los oficios que forman parte del Sacerdocio Levítico”. Aarón y sus hijos provenían de la tribu de Leví, y el “sacerdocio menor se confería únicamente a los hombres de la tribu de Leví”. Asimismo, “dentro de la tribu, solo Aarón y sus hijos podían desempeñar el oficio de sacerdote”, y el oficio de sumo sacerdote solo podía ser ocupado por los descendientes primogénitos varones de Aarón. En el antiguo Israel, el Sacerdocio Aarónico o Levítico “se utilizaba para administrar las ordenanzas exteriores, representadas en particular por las ceremonias de la ley de Moisés” (Bible Dictionary, “Aaronic Priesthood”). Hoy en día, en la Iglesia, “las ordenanzas exteriores” del Sacerdocio Aarónico incluyen las ordenanzas del bautismo y de la Santa Cena, para la remisión de los pecados (véase D. y C. 107:20; véase también D. y C. 84:26–27).

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El Obispado Presidente, 2015

El Obispado Presidente es la presidencia del Sacerdocio Aarónico de toda la Iglesia (véase D. y C. 107:13–15, 20).

La afirmación “el obispado es la presidencia de este sacerdocio” (D. y C. 107:15) se refiere a la responsabilidad de los obispos y de sus consejeros de presidir sobre los poseedores del Sacerdocio Aarónico. “El Obispado Presidente es la presidencia del Sacerdocio Aarónico en toda la Iglesia. El Obispo Presidente y sus dos consejeros sirven bajo la dirección de la Primera Presidencia para administrar los asuntos temporales de la Iglesia” (“Obispado Presidente”, LDS.org; véase también la Guía para el Estudio de las Escrituras, “Obispo Presidente”, escrituras.lds.org). Los obispos locales prestan servicio como presidentes del Sacerdocio Aarónico en sus respectivos barrios.

Para una explicación de las llaves del Sacerdocio Aarónico, consulta los comentarios sobre Doctrina y Convenios 13:1 y sobre Doctrina y Convenios 84:26–30 de este manual.

Doctrina y Convenios 107:15–17. “… un descendiente literal de Aarón”

Puedes consultar una explicación de Doctrina y Convenios 107:15–17 en los comentarios sobre Doctrina y Convenios 68:14–21 de este manual.

Doctrina y Convenios 107:18–19. El Sacerdocio de Melquisedec tiene “las llaves de todas las bendiciones espirituales de la iglesia”

Por medio de las llaves del Sacerdocio de Melquisedec, se ponen a disposición de los hijos de Dios “todas las bendiciones espirituales de la iglesia” (D. y C. 107:18). Esas bendiciones espirituales incluyen las ordenanzas de salvación del Evangelio que se administran por medio de la autoridad del Sacerdocio de Melquisedec: la confirmación y el don del Espíritu Santo; la ordenación de varones al Sacerdocio de Melquisedec; la investidura del templo y la ordenanza del sellamiento, que une a las familias por toda la eternidad.

Además de esas bendiciones, la revelación registrada en Doctrina y Convenios 107 describe otras bendiciones espirituales que se reciben por medio de las llaves del Sacerdocio de Melquisedec. La expresión “misterios del reino de los cielos” (D. y C. 107:19) se refiere a las “verdades espirituales que se dan a conocer solamente por medio de la revelación” (Guía para el Estudio de las Escrituras, “Misterios de Dios”, escrituras.lds.org; véase también D. y C. 84:19).

El profeta José Smith enseñó:

“[El Sacerdocio de Melquisedec] es el medio por el cual se revela de los cielos todo conocimiento, doctrina, el Plan de Salvación y cualquier otro asunto importante…

“Es el conducto mediante el cual el Todopoderoso comenzó a revelar Su gloria al principio de la creación de esta tierra, y por el cual ha seguido revelándose a los hijos de los hombres hasta el tiempo actual, y es el instrumento por el que dará a conocer Sus propósitos hasta el fin del tiempo” (Enseñanzas: José Smith, págs. 113, 114).

Conforme las personas reciban las ordenanzas de salvación del Evangelio y guarden con fidelidad los convenios asociados a ellas, llegarán a recibir la bendición de “ver abiertos los cielos, comunicarse con la asamblea general e iglesia del Primogénito, y gozar de la comunión y presencia de Dios el Padre y de Jesús, el mediador del nuevo convenio” (D. y C. 107:19). La “iglesia del Primogénito” se refiere a los fieles hijos e hijas de Dios que reciben la exaltación en el Reino Celestial (véanse D. y C. 76:94–95; 93:21–22). “Comunicarse” con ellos significa disfrutar del hermanamiento con los santos exaltados en el Reino Celestial de Dios. La bendición suprema que se recibe por medio de las llaves del Sacerdocio de Melquisedec es el gozo que proviene de vivir en la presencia del Padre y del Hijo (véase D. y C. 84:19–22).

Doctrina y Convenios 107:21–38

El Señor establece los deberes y las responsabilidades de los cuórums presidentes de la Iglesia

Doctrina y Convenios 107:22. “… tres Sumos Sacerdotes presidentes”

El presidente Harold B. Lee (1899–1973) explicó que las instrucciones que se dan en Doctrina y Convenios 107:22 sobre los “tres Sumos Sacerdotes presidentes” se refieren al nombramiento y el sostenimiento de los miembros de la Primera Presidencia:

“El Señor señaló cuatro requisitos en el establecimiento de la Primera Presidencia…

“Primero, fue indispensable que hubiera tres Sumos Sacerdotes presidentes.

“Segundo, debían ser escogidos por el cuerpo (que [es] el Cuórum de los Doce Apóstoles).

“Tercero, deben ser nombrados y ordenados por este mismo cuerpo: el Cuórum de los Doce.

“Cuarto, deben ser sostenidos por la confianza, la fe y las oraciones de la Iglesia” (véase “Siga adelante el reino de Dios”, Liahona, mayo de 1973, pág. 10).

Doctrina y Convenios 107:23, 33. “… testigos especiales del nombre de Cristo en todo el mundo”

La revelación que se encuentra registrada en Doctrina y Convenios 107 se refiere al Cuórum de los Doce Apóstoles que se acababa de organizar como “consejeros viajantes” y un “Sumo Consejo Presidente Viajante” (D. y C. 107:23, 33). Esos títulos distinguían su función y su responsabilidad de las de los sumos consejos permanentes que se habían organizado en Ohio y Misuri. Los Doce Apóstoles debían viajar por todo el mundo para proclamar el Evangelio como “testigos especiales del nombre de Cristo” y “regular todos los asuntos [de la Iglesia] en todas las naciones” (D. y C. 107:23, 33).

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El Cuórum de los Doce Apóstoles en 2015

Los miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles son “testigos especiales del nombre de Cristo en todo el mundo” (D. y C. 107:23)

El élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó lo que significa para los Apóstoles ser testigos especiales del nombre de Cristo: “La función de un apóstol hoy en día es la misma que en la antigüedad (véanse Hechos 1:22; 4:33). Nuestro mandato consiste en ir por todo el mundo y proclamar a ‘Jesucristo, y a este crucificado’ (véanse Marcos 16:15; 1 Corintios 2:2). Un apóstol es un misionero y un testigo especial del nombre de Cristo. El ‘nombre de Cristo’ hace referencia a la totalidad de la misión del Salvador, Su muerte y Su resurrección: Su autoridad, Su doctrina y Sus atributos singulares como Hijo de Dios que lo califican para ser nuestro Redentor y nuestro Salvador. Como testigos especiales del nombre de Cristo, damos testimonio de la realidad, divinidad y resurrección de Jesucristo, Su expiación infinita y eterna y Su evangelio” (“Special Witnesses of the Name of Christ”, The Religious Educator: Perspectives on the Restored Gospel, tomo XII, nro. 2, 2011, pág. 1).

Doctrina y Convenios 107:21–26. “Y constituyen un cuórum, igual en autoridad”

Algunas personas han malinterpretado las palabras de Doctrina y Convenios 107:21–26 y han supuesto que hay tres cuórums distintos, pero iguales, que dirigen la Iglesia: la Primera Presidencia, el Cuórum de los Doce Apóstoles y los Cuórums de los Setenta. Sin embargo, el Señor dejó claro que el Cuórum de los Doce Apóstoles actúa “bajo la dirección de la Presidencia de la iglesia” (D. y C. 107:33) y que los Cuórums de los Setenta “[obran]… bajo la dirección de los Doce” (D. y C. 107:34).

El presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008), después de citar Doctrina y Convenios 107:24, 26, enseñó: “Surge la pregunta: ¿Cómo pueden ser iguales [estos tres cuórums] en autoridad? A este respecto, el presidente Joseph F. Smith (1838–1918) enseñó: ‘Deseo corregir la impresión que ha ido creciendo entre nosotros respecto a que los Doce Apóstoles poseen igual autoridad que la Primera Presidencia de la Iglesia. Eso es correcto cuando no haya otra Presidencia, solo los Doce Apóstoles; pero mientras haya tres élderes presidentes que posean la autoridad para presidir en la Iglesia, la autoridad de los Doce Apóstoles no es igual a la de ellos. De ser así, habría dos autoridades iguales y dos cuórums iguales en el sacerdocio, obrando paralelamente, y eso no podría ser, porque debe haber una cabeza’ (Elders’ Journal, 1 de noviembre de 1906, pág. 43).

“Asimismo, los Setenta, que sirven bajo la dirección de los Doce, serían iguales en autoridad solo en el caso de que la Primera Presidencia y el Cuórum de los Doce llegaran a desaparecer por alguna razón” (“El Cuórum de la Primera Presidencia”, Liahona, diciembre de 2005, págs. 36).

Doctrina y Convenios 107:25, 34, 93–97. Los Setenta

En el Evangelio de Lucas se registra que el Salvador “designó a otros setenta”, además de los Doce Apóstoles, para predicar el Evangelio, sanar a los enfermos y preparar Su camino delante de Él (véase Lucas 10:1–16). Como parte de la Restauración del Evangelio en los últimos días, los primeros llamamientos al oficio de Setenta tuvieron lugar en febrero y marzo de 1835 (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo IV: abril de 1834–septiembre de 1835, pág. 255) “de acuerdo con la visión que demuestra el orden de los Setenta” que el profeta José Smith había recibido (véase D. y C. 107:93). En la actualidad, los miembros de los Setenta “son llamados para predicar el evangelio y ser testigos especiales [de Jesucristo] a los gentiles y en todo el mundo” (D. y C. 107:25).

“Los Setenta sirven en el nombre del Señor bajo la dirección de la Primera Presidencia y del Cuórum de los Doce Apóstoles” (Guía para el Estudio de las Escrituras, “Setenta”, escrituras.lds.org). Obran “en el nombre del Señor… edificando la iglesia y regulando todos los asuntos de ella en todas las naciones” (D. y C. 107:34; véase también D. y C. 107:97). El profeta José Smith explicó: “Los Setenta constituirán cuórums o grupos viajantes que irán por toda la tierra, adondequiera que los Doce Apóstoles los llamen” (véase Enseñanzas: José Smith, pág. 149). Los presidentes de los Cuórums de los Setenta reciben las llaves del sacerdocio para presidir los cuórums. El resto de miembros de los Setenta no reciben llaves del sacerdocio, pero sí reciben autoridad delegada para llevar a cabo las tareas que se les asignen.

Doctrina y Convenios 107:27–32. “Y toda decisión que tome… se hará por la voz unánime”

Los cuórums presidentes de la Iglesia deben tomar “toda decisión… por la voz unánime”, “con toda rectitud, con santidad y humildad de corazón, mansedumbre y longanimidad, y con fe, y virtud, y conocimiento, templanza, paciencia, piedad, cariño fraternal y caridad” (D. y C. 107:27, 30). Cuando lo hacen así, tienen la promesa de que “no serán sin fruto en cuanto al conocimiento del Señor” (D. y C. 107:31); es decir que recibirán inspiración para conocer la voluntad del Señor. El presidente Russell M. Nelson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, describió el proceso de llegar a un acuerdo unificado: “¿Se pueden imaginar la forma en la que el Espíritu debe inspirar a quince hombres a fin de que logren la unanimidad? Esos quince hombres tienen diferente formación académica y profesional, con diferentes opiniones sobre muchas cosas, ¡créanmelo! Esos quince hombres —profetas, videntes y reveladores— ¡saben cuál es la voluntad del Señor cuando se logra la unanimidad! Están comprometidos a asegurarse de que verdaderamente se haga la voluntad del Señor” (“Sostengamos a los profetas”, Liahona, noviembre de 2014, pág. 75).

El élder David A. Bednar también compartió su testimonio acerca de la unidad que se logra por medio del poder del Espíritu Santo: “Al servir con estos representantes del Señor, he llegado a saber que su gran deseo es discernir y hacer la voluntad de nuestro Padre Celestial y de Su Hijo Amado. Al deliberar en consejo con ellos, hemos recibido inspiración y tomado decisiones que reflejan un grado de luz y de verdad que va más allá de la inteligencia, la experiencia y el razonamiento humanos. Al trabajar juntos en unidad en problemas desconcertantes, nuestra comprensión colectiva de un asunto ha sido ampliada de maneras maravillosas por el poder del Espíritu Santo” (“Escogidos para dar testimonio de mi nombre”, Liahona, noviembre de 2015, pág. 129).

Doctrina y Convenios 107:39–57

El Señor revela la naturaleza patriarcal del Sacerdocio de Melquisedec

Doctrina y Convenios 107:39. “Es el deber de los Doce ordenar ministros evangelistas… por revelación”

Uno de los deberes del Cuórum de los Doce Apóstoles es designar a “ministros evangelistas… por revelación” (D. y C. 107:39). Esos ministros evangelistas también aparecen en las Escrituras como “evangelistas” (véase Efesios 4:11). El profeta José Smith enseñó: “El evangelista es un patriarca… Dondequiera que la Iglesia de Cristo se halle establecida sobre la tierra, allí debe haber un patriarca para el beneficio de la posteridad de los santos, tal como fue con Jacob cuando dio la bendición patriarcal a sus hijos” (Enseñanzas: José Smith, pág. 148).

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mujer joven recibiendo la bendición patriarcal

El oficio de patriarca es un oficio ordenado del Sacerdocio de Melquisedec (véase D. y C. 107:39).

El oficio de patriarca es un oficio ordenado del Sacerdocio de Melquisedec. En la actualidad, los patriarcas de la Iglesia son llamados y ordenados por los presidentes de estaca, que actúan bajo la dirección del Cuórum de los Doce Apóstoles, para que den bendiciones patriarcales a los miembros de la Iglesia. Una bendición patriarcal contiene consejos que el Señor da a la persona que recibe la bendición y declara el linaje de esa persona en la casa de Israel.

Doctrina y Convenios 107:40–56. “El orden de este sacerdocio”

“El orden de este sacerdocio” se refiere al orden patriarcal del sacerdocio, que “[descendía] de padre a hijo” (D. y C. 107:40). El presidente Joseph Fielding Smith enseñó: “El sacerdocio que perduró desde Adán hasta Moisés era el orden patriarcal, pero este solo constituía una parte del Sacerdocio de Melquisedec. Todos los patriarcas de la antigüedad fueron sumos sacerdotes” (Doctrines of Salvation, compilación de Bruce R. McConkie, 1955, tomo III, pág. 104).

Adán fue el primer patriarca y fue responsable de bendecir a su posteridad y de ayudarlos a vivir con rectitud. Antes de morir, Adán reunió al “resto de los de su posteridad que eran justos, [en el] valle de Adán-ondi-Ahmán, y allí les confirió su última bendición” (D. y C. 107:53). Durante esa reunión, “el Señor se les apareció, y… le dio consuelo a Adán” y lo bendijo, y Adán “predijo todo cuanto habría de sobrevenir a su posteridad hasta la última generación” (D. y C. 107:54–56). En algún momento antes de la Segunda Venida de Jesucristo, tendrá lugar una reunión similar en el valle de Adán-ondi-Ahmán (véanse los comentarios sobre Doctrina y Convenios 27:5–14 y sobre Doctrina y Convenios 116 de este manual).

El profeta José Smith enseñó que Adán bendijo a su posteridad porque “quería llevarlos a la presencia de Dios” (Enseñanzas: José Smith, pág. 110).

El presidente Ezra Taft Benson (1899–1994) enseñó que Adán llevó a su posteridad a la presencia de Dios mediante la administración de las ordenanzas del Sacerdocio de Melquisedec:

“¿Cómo llevó Adán a sus descendientes a la presencia del Señor?

“La respuesta es: Adán y sus descendientes entraron en el orden del sacerdocio de Dios. Hoy en día diríamos que fueron a la Casa del Señor y recibieron sus bendiciones.

“El orden del sacerdocio del que se habla en las Escrituras se menciona a veces como el orden patriarcal debido a que se transmitía de padres a hijos.

“Pero este orden se describe en la revelación moderna como un orden de gobierno de familias donde un hombre y una mujer hacen convenio con Dios, tal y como hicieron Adán y Eva, para ser sellados por la eternidad, tener posteridad y hacer la voluntad y la obra de Dios durante su vida terrenal.

“Si los cónyuges son fieles a sus convenios, tienen derecho a recibir la bendición del más elevado grado de gloria del Reino Celestial. En la actualidad, esos convenios solo se pueden hacer en la Casa del Señor.

“Adán siguió ese orden y llevó a su posteridad a la presencia de Dios. Él es el gran ejemplo que todos debemos seguir” (véase “Lo que espero que enseñen a sus hijos acerca del templo”, Liahona, abril–mayo de 1985, págs. 4–5).

Doctrina y Convenios 107:58–98

El Señor define los deberes de los cuórums del sacerdocio y de los presidentes de cuórum

Doctrina y Convenios 107:71–75. El oficio de obispo

El Señor definió dos de las principales responsabilidades de un obispo: administrar los asuntos “temporales” de la Iglesia y “ser juez en Israel” (véase D. y C. 107:71–72). El deber de un obispo de supervisar los asuntos temporales de un barrio incluye recibir los fondos de la Iglesia en forma de diezmos, ofrendas de ayuno y otros donativos; y localizar a los pobres y necesitados y cuidar de ellos (véase D. y C. 72:10–12).

Como juez en Israel, un obispo tiene también la responsabilidad de determinar la dignidad individual de los miembros de su barrio. El élder Dallin H. Oaks explicó varias maneras en las que un obispo presta servicio como juez en Israel: “El obispo es el juez y el pastor con el poder de discernimiento y el derecho a revelación e inspiración para guiar a su rebaño. Es responsable de hacer las entrevistas de dignidad para autorizar la asistencia al templo, extender llamamientos en el barrio, llevar a cabo ordenaciones a oficios en el sacerdocio y llamar a misioneros. Administra la disciplina formal e informal por violaciones a las leyes de la Iglesia y aconseja y ayuda a los miembros para que eviten la necesidad de dicha disciplina” (véase “¡Obispo, ayúdeme!”, Liahona, julio de 1997, pág. 24).

Si deseas obtener más información acerca de los deberes del obispo, consulta los comentarios sobre Doctrina y Convenios 72:9–19 de este manual.

Doctrina y Convenios 107:99–100. “… aprenda todo varón su deber, así como a obrar con toda diligencia”

La revelación registrada en Doctrina y Convenios 107 concluye con el encargo a cada líder del sacerdocio y cada poseedor del sacerdocio de aprender “su deber, así como a obrar con toda diligencia en el oficio al cual fuere nombrado” (D. y C. 107:99). Únicamente si desempeña sus deberes del sacerdocio, que incluyen ayudar a los demás a obtener la salvación, podrá un poseedor del sacerdocio recibir aprobación del Señor y “ser considerado digno de permanecer” (D. y C. 107:100).

Al hablar acerca de los poseedores del sacerdocio, el presidente Thomas S. Monson enseñó:

“El sacerdocio no es tanto un don sino una comisión de servir, un privilegio para elevar y una oportunidad para bendecir la vida de los demás.

“Esas oportunidades conllevan responsabilidades y deberes. Amo y valoro la noble palabra deber y todo lo que ella implica…

“Se nos han enseñado los deberes específicos del sacerdocio que poseemos, ya sea del Sacerdocio Aarónico o el de Melquisedec. Los exhorto a que estudien esos deberes y luego hagan todo lo posible por llevarlos a cabo. A fin de lograrlo, cada uno debe ser digno. Tengamos manos prestas, manos limpias y manos dispuestas a fin de que podamos participar en brindar a los demás lo que nuestro Padre Celestial desea que reciban de Él. Si no somos dignos, es posible que perdamos el poder del sacerdocio; y, si lo perdemos, habremos perdido la esencia de la exaltación. Seamos dignos de prestar servicio…

“Hermanos, el mundo necesita nuestra ayuda. ¿Estamos haciendo todo lo que deberíamos hacer? ¿Tenemos presentes las palabras del presidente John Taylor: ‘Si no magnifican sus llamamientos, Dios los hará responsables de aquellos a los que pudieron haber salvado si hubiesen cumplido con su deber’? [Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: John Taylor, 2001, pág. 182]. Hay pasos que afirmar, manos que afianzar, mentes que alentar, corazones que inspirar y almas que salvar. Las bendiciones de la eternidad los esperan” (“Dispuestos a servir y dignos de hacerlo”, Liahona, mayo de 2012, págs. 66, 67, 69).

Doctrina y Convenios 108: Antecedentes históricos adicionales

Lyman Sherman fue amigo personal del profeta José Smith. Él y su esposa, Delcena, junto con otros familiares, se unieron a la Iglesia en enero de 1832 en Nueva York. El año siguiente, Lyman se mudó con su familia a Kirtland, Ohio. Lyman fue un miembro fiel de la Iglesia que sirvió en el Campo de Sion y que fue llamado a servir como uno de los siete presidentes del Cuórum de los Setenta. En enero de 1839, se llamó a Lyman a ocupar una vacante del Cuórum de los Doce Apóstoles, pero murió antes de recibir la carta del profeta José Smith que le comunicaba su nuevo llamamiento (véase Lisa Olsen Tait, “Se obró sobre él para buscar revelación”, en Revelaciones en contexto, edición de Matthew McBride y James Goldberg, 2016; o history.lds.org).

En una entrada de diario del 26 de diciembre de 1835, el profeta José Smith registró lo siguiente: “Lyman Sherman… pidió recibir la palabra del Señor a través de mí, [diciendo]: ‘Se me ha persuadido para que te dé a conocer mis sentimientos y deseos, y se me ha prometido que recibiré una revelación en la que se me hará saber cuál es mi deber’” (The Joseph Smith Papers, Journals, tomo I, 1832–1839, edición de Dean C. Jessee y otros, 2008, pág. 137; se ha estandarizado el uso de las mayúsculas y la puntuación). El Profeta acudió al Señor y recibió la revelación que se encuentra registrada en Doctrina y Convenios 108.

Doctrina y Convenios 108

El consejo del Señor a Lyman Sherman

Doctrina y Convenios 108:4–6. “Espera con paciencia hasta que se convoque la asamblea solemne”

Puedes consultar una explicación de la asamblea solemne que se menciona en Doctrina y Convenios 108:4 en los comentarios sobre Doctrina y Convenios 88:70–76 de este manual.

Doctrina y Convenios 108:7. “… fortalece a tus hermanos en todas tus conversaciones”

En Doctrina y Convenios 108:7, la palabra conversaciones se refiere a la conducta o el comportamiento de una persona, así como a lo que dice y enseña. Por lo tanto, el Señor instó a Lyman Sherman a “[fortalecer] a [sus] hermanos” por medio de su ejemplo, así como “en todas [sus] oraciones [y] en todas [sus] exhortaciones” o enseñanzas (D. y C. 108:7).

El presidente Gordon B. Hinckley enseñó que los miembros de la Iglesia tienen la responsabilidad de ayudar a fortalecer a los demás:

“En sus relaciones con otras personas, edifíquense y fortalézcanse unos a otros…

“Se ha puesto sobre nosotros la responsabilidad divina de llevar las cargas los unos de los otros, fortalecernos los unos a los otros, animarnos los unos a los otros, elevarnos los unos a los otros, buscar lo bueno los unos en los otros y recalcar esos aspectos buenos” (Teachings of Gordon B. Hinckley, 1997, pág. 45).