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Lección 41: 2 Nefi 32


Lección 41

2 Nefi 32

Introducción

Después de haber enseñado en cuanto al “estrecho y angosto camino que conduce a la vida eterna” (2 Nefi 31:18), Nefi percibió que su pueblo se preguntaba lo que debían hacer tras haber empezado a andar por dicho camino. Respondió sus preguntas al instarlos a “deleita[rse] en las palabras de Cristo” y a “orar siempre” (2 Nefi 32:3, 9). Les aseguró que si hacían esas cosas, el Espíritu Santo los ayudaría a saber lo que debían hacer.

Sugerencias para la enseñanza

2 Nefi 32:1–7

Nefi nos aconseja que busquemos dirección divina mediante las palabras de Jesucristo y las impresiones del Espíritu Santo

Pida a los alumnos que piensen en alguna ocasión en la que hayan explicado la forma de llegar de un lugar a otro. Pídales que expliquen por qué fue fácil o difícil dar esas indicaciones.

Recuérdeles que en la lección anterior estudiaron las indicaciones que Nefi dio a su pueblo. Una vez que las compartió con ellos, dijo: “…ésta es la senda” (2 Nefi 31:21). A fin de ayudar a los alumnos a que repasen lo que hayan aprendido, haga las siguientes preguntas:

  • Si seguimos las indicaciones de Nefi, ¿a qué lugar nos llevará? (A la vida eterna; véase 2 Nefi 31:20).

  • Según 2 Nefi 31:17–18, ¿de qué manera comenzamos a andar por el camino que lleva a la vida eterna?

Explique que 2 Nefi 32 es una continuación de las enseñanzas de Nefi contenidas en 2 Nefi 31. Pida a los alumnos que busquen en 2 Nefi 32:1 una pregunta que el pueblo de Nefi tenía en cuanto a lo que les había enseñado. Pida a unos cuantos alumnos que expresen la pregunta en sus propias palabras. (Asegúrese de que los alumnos entiendan que el pueblo se preguntaba lo que debían hacer después de haber empezado a andar por el camino a la vida eterna).

Pida a un alumno que lea 2 Nefi 32:2–3 en voz alta y luego pida a la clase que busque la respuesta de Nefi a la pregunta del pueblo. Señale que 2 Nefi 32:3 es un pasaje de dominio de las Escrituras. Quizá desee instar a los alumnos a que lo marquen de una forma particular para que se les facilite localizarlo.

  • ¿Qué palabras de 2 Nefi 32:3 describen la forma en que debemos recibir las palabras de Cristo? ¿Cuál es la diferencia entre deleitarse y comer algo liviano?

  • ¿Qué piensan que significa deleitarse en las palabras de Cristo?

  • ¿Cuál dijo Nefi que sería el resultado si nos deleitamos en las palabras de Cristo?

  • ¿Cuáles son algunos de los lugares donde podemos encontrar las palabras de Jesucristo? (Entre las respuestas se podrían encontrar las Escrituras, las palabras de los profetas modernos y la inspiración del Espíritu Santo).

Asegúrese de que los alumnos entiendan que cuando nos deleitamos en las palabras de Cristo, éstas nos dirán todas las cosas que debemos hacer.

A fin de ayudar a los alumnos a que piensen en cuán bien se deleitan en las palabras de Jesucristo, lea la siguiente lista, haciendo una pausa después de cada elemento. Pida a los alumnos que escriban la lista en su diario de estudio de las Escrituras, en su cuaderno de apuntes o en una hoja de papel.

  1. Estudio personal de las Escrituras

  2. Reunión sacramental

  3. Conferencia general

  4. Estudio de las Escrituras en familia

  5. Seminario

  6. Noche de hogar

  7. Reunión de quórum del Sacerdocio Aarónico o clase de Mujeres Jóvenes

  8. Oración personal

Pida a los alumnos que piensen en cuán bien buscan las palabras de Jesucristo en cada una de esas situaciones. Para cada elemento, pida que escriban deleitarse, comida ligera o pasar hambre. Por ejemplo, un alumno quizá se deleite en el estudio personal de las Escrituras pero sólo coma algo ligero en la conferencia general. Un alumno que no ponga atención en la reunión sacramental quizá escribiría las palabras pasar hambre junto a ese elemento.

Pida a los alumnos que elijan una de las actividades en la que actualmente sólo “coman algo ligero” o en la que “pasen hambre” e invítelos a que se fijen metas que les ayuden a “deleita[rse] en las palabras de Cristo” en esa situación. (Quizá desee instarlos a que piensen en sus metas de Mi deber a Dios o El progreso personal en relación con estas metas).

A fin de reforzar la comprensión de los alumnos en cuanto a su responsabilidad de procurar guía personal del Espíritu Santo, pida que lean 2 Nefi 32:4–7 en silencio, y luego pida que analicen las siguientes preguntas con un compañero o compañera. (Quizá desee proporcionarles estas preguntas en un volante o escribirlas en la pizarra antes de que comience la clase).

  • En el versículo 4, ¿qué creen que significa “pedi[r]” o “llama[r]”? ¿Cuáles son las consecuencias que Nefi dice que tendrán aquellos que no pidan ni llamen?

  • ¿Qué bendiciones promete Nefi que podemos tener cuando recibimos el Espíritu Santo?

  • ¿Por qué razón se lamentó Nefi por su pueblo?

Exprese su confianza de que a medida que los alumnos se deleiten en las palabras de Jesucristo, el Espíritu Santo los ayudará a seguir el camino a la vida eterna.

2 Nefi 32:8–9

Nefi nos aconseja que oremos siempre

Explique que a continuación Nefi se centró en una cosa que podemos hacer para recibir las palabras de Jesucristo. Pida a los alumnos que lean 2 Nefi 32:8 en silencio, y que busquen lo que Nefi dijo que debíamos hacer. Una vez que hayan encontrado la respuesta, haga las siguientes preguntas a fin de ayudarlos a que reflexionen en la importancia de la oración:

  • ¿Por qué piensan que el Espíritu Santo desea que oremos?

  • ¿Por qué piensan que Satanás no desea que oremos? ¿De qué maneras podría Satanás tratar de convencer a las personas a que no oren?

Pida a un alumno que lea 2 Nefi 32:9 en voz alta. Señale que  Nefi 32:8–9 es un pasaje de dominio de las Escrituras. Quizá desee instar a los alumnos a que lo marquen de una forma particular para que lo puedan ubicar fácilmente.

  • ¿Con cuánta frecuencia debemos orar? ¿Qué piensan que significa “orar siempre”?

Lea las siguientes palabras del élder David A. Bednar, del Quórum de los Doce Apóstoles. (De ser posible, haga copias de esta cita a fin de que los alumnos puedan seguir la lectura con la vista y concentrarse en las palabras del élder Bednar. Si decide sacar copias, observe que la cita continúa más adelante en la lección después de un breve análisis. Incluya esa porción de la cita también). Pida a los alumnos que presten atención para descubrir cuál es el consejo del élder Bednar en cuanto a cómo “orar siempre”.

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Élder David A. Bednar

“Es posible que haya cosas en nuestro carácter, en nuestra conducta o con respecto a nuestro progreso espiritual sobre las que necesitemos hablar con nuestro Padre Celestial en la oración de la mañana…

“En el transcurso del día, conservamos una oración en el corazón para recibir ayuda y guía constantes…

“Durante ese día particular, notamos que hay ocasiones en las que normalmente tendríamos la tendencia de hablar con dureza, pero no lo hacemos; o estaríamos predispuestos a la ira, pero no cedemos a ella. Discernimos la ayuda y la fortaleza celestiales y humildemente reconocemos las respuestas a nuestra oración. Incluso en ese momento de descubrimiento, ofrecemos una silenciosa oración de gratitud” (véase “Ora siempre”, Liahona, noviembre de 2008, págs. 41–42).

A fin de ayudar a los alumnos a que reflexionen en cuanto a este consejo, pregunte:

  • ¿Pueden pensar en momentos del día de hoy o de días recientes en los que podrían haber seguido la sugerencia del élder Bednar? (Quizá desee pedir a los alumnos que reflexionen en cuanto a esta pregunta en silencio, en vez de responder en voz alta).

Continúe leyendo el consejo del élder Bednar:

“Al final de nuestro día, volvemos a arrodillarnos y damos un informe a nuestro Padre. Examinamos los acontecimientos del día y expresamos sincero agradecimiento por las bendiciones y la ayuda recibida. Nos arrepentimos y, con la ayuda del Espíritu del Señor, buscamos maneras de actuar mejor y de llegar a ser mejores. De ese modo, la oración de la noche aumenta y es una continuación de la oración de la mañana; y la oración de la noche es también una preparación para la ferviente oración de la mañana.

“Las oraciones de la mañana y de la noche —y todas las intermedias— no son acontecimientos aislados que no guardan relación entre sí, sino que están unidas la una a la otra cada día y a lo largo de días, semanas, meses e incluso años. Así es como, en parte, cumplimos con la admonición de ‘orar siempre’ (Lucas 21:36; 3 Nefi 18:15, 18; D. y C. 31:12). Oraciones fervientes como esas juegan un papel decisivo en obtener las bendiciones más sublimes que Dios tiene para Sus hijos fieles” (“Ora siempre”, pág. 42).

A fin de ayudar a los alumnos a que entiendan la última parte de 2 Nefi 32:9, explique que la palabra consagrar significa “dedicar(se), santificar(se), alcanzar la rectitud” (Guía para el Estudio de las Escrituras, “Consagrar, Ley de consagración”, escrituras.lds.org).

  • ¿Por qué debemos orar siempre que “[hagamos algo] ante el Señor”?

  • ¿Qué creen que significa que el Señor consagre lo que hagamos para el beneficio de nuestra alma?

  • ¿De qué manera nos puede ayudar el consejo del élder Bednar a llevar una vida más consagrada?

Testifique que si oramos siempre, podremos hacer todo lo que el Señor desea que hagamos para el bienestar de nuestra alma.

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Élder Spencer J. Condie

A fin de resumir lo que los alumnos hayan analizado en esta lección, comparta las siguientes palabras del élder Spencer J. Condie, de los Setenta:

“Puede que enfrenten decisiones con respecto a la misión, su futura carrera y, finalmente, el matrimonio. Al leer las Escrituras y orar en busca de guía, tal vez no vean la respuesta en forma impresa en una página, sino que mientras lean, recibirán impresiones nítidas, y susurros y, como se ha prometido, el Espíritu Santo ‘os mostrará todas las cosas que debéis hacer’ [2 Nefi 32:5]” (“Llegar a ser un gran beneficio para nuestros semejantes”, Liahona, julio de 2002, pág. 50).

Dominio de las Escrituras: 2 Nefi 32:3

Pregunte a los alumnos cuánto tiempo piensan que les tomaría memorizar 2 Nefi 32:3 si lo recitaran cada vez que comieran. Extiéndales el desafío de repasar ese pasaje —deleitándose en las palabras de Cristo— cada vez que se sienten a comer durante los próximos días. Una vez que hayan memorizado el versículo, pídales que den un informe de cuántas comidas les tomó.

Dominio de las Escrituras: 2 Nefi 32:8–9

Pregunte a los alumnos si alguna vez han intentado tener una oración en el corazón durante todo un día o toda una semana. Pídales que compartan sus experiencias. Pida a la clase que considere formas en que puedan “orar siempre” durante las siguientes 24 horas. Extiéndales el desafío de hacerlo y de dar un informe de su experiencia al principio de la siguiente clase.

Nota: Si no tuviera tiempo de utilizar estas sugerencias para la enseñanza durante esta lección, considere usarlas como repaso en lecciones posteriores.

Comentarios e información de contexto

2 Nefi 32:2. ¿Qué significa hablar con lengua de ángeles?

Algunas personas quizá se pregunten lo que significa “hablar con lengua de ángeles”. El presidente Boyd K. Packer enseñó que hablar con lengua de ángeles “significa sencillamente que pueden hablar con el poder del Espíritu Santo” (“El don del Espíritu Santo: Lo que todo miembro de la Iglesia debe saber”, Liahona, agosto de 2006, pág. 22).

2 Nefi 32:3. ¿Qué significa deleitarse en las palabras de Cristo?

El élder Russell M. Nelson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó: “Deleitarse en la palabra significa más que solo probar; deleitarse significa saborear. Nosotros saboreamos las Escrituras al estudiarlas en un espíritu de agradable descubrimiento y de fiel obediencia. Cuando nos deleitamos en las palabras de Cristo, quedan grabadas ‘en tablas de carne del corazón’[2 Corintios 3:3]. Se convierten en parte integral de nuestra naturaleza” (“El vivir mediante la guía de las Escrituras”, Liahona, enero de 2001, pág. 21).

El élder Robert D. Hales, también del Cuórum de los Doce Apóstoles, aconsejó: “Para que ustedes y yo nos deleitemos en las palabras de Cristo, debemos estudiar las Escrituras y absorber Sus palabras meditando en ellas y haciéndolas parte de todo pensamiento y acto” (véase “La curación del alma y del cuerpo”, Liahona, enero de 1999, pág. 16).