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Lección 138: Mormón 3–4


Lección 138

Mormón 3–4

Introducción

Tras recuperar sus tierras, que estaban en manos de los lamanitas, los nefitas volvieron a prepararse para la batalla. Mormón les imploró a los nefitas que se arrepintieran, pero ellos se jactaban de su propia fuerza y juraron que vengarían a sus hermanos caídos. Debido a que el Señor le había prohibido a Su pueblo que buscara venganza, Mormón se negó a dirigir el ejército nefita y fueron derrotados. Como los nefitas persistían en la iniquidad, Dios derramó Sus juicios sobre ellos y los lamanitas comenzaron a eliminarlos de la tierra.

Sugerencias para la enseñanza

Mormón 3:1–8

El Señor preserva a los nefitas en la batalla a fin de concederles la oportunidad de arrepentirse, pero ellos endurecen sus corazones

Antes de que empiece la clase, anote esta pregunta en la pizarra: ¿Alguna vez han sentido que el Señor estaba tratando de atraer la atención de ustedes para motivarlos a cambiar algo?

Comience pidiéndoles a los alumnos que compartan sus respuestas a la pregunta de la pizarra. (Recuérdeles que no tienen que compartir las cosas que sean muy personales o privadas.) Quizás usted podría compartir una experiencia suya.

Explique que el Señor deseaba llamar la atención de los nefitas para que abandonaran sus sendas de maldad, pero los nefitas endurecieron sus corazones y no reconocieron que el Señor estaba bendiciéndolos en sus batallas contra los lamanitas. Después de que los nefitas concertaron un tratado con los lamanitas y los ladrones de Gadiantón (véase Mormón 2:28), el Señor los protegió y les permitió vivir diez años sin conflictos. Durante esos años, Mormón ayudó a los nefitas a prepararse para futuros ataques (véase Mormón 3:1).

Pida a un alumno que lea Mormón 3:2–3 en voz alta. Pida a los demás que sigan la lectura en silencio y que busquen lo que el Señor deseaba que los nefitas hicieran durante el tiempo de paz que les había concedido.

  • ¿Qué le mandó el Señor a Mormón que le dijera a los nefitas? ¿Entendieron el mensaje los nefitas? ¿Cómo reaccionaron los nefitas al mensaje?

  • Según Mormón 3:3, ¿por qué el Señor había preservado a los nefitas en sus últimas batallas, a pesar de la iniquidad de ellos?

  • ¿Qué verdad se desprende de la comunicación del Señor con los nefitas, según lo que se encuentra registrado en Mormón 3:2–3? (Quizá las respuestas que ofrezcan los alumnos difieran unas de otras. Resuma sus respuestas anotando esta verdad en la pizarra: El Señor nos da oportunidades suficientes para que nos arrepintamos de nuestros pecados. Podría sugerirles a los alumnos que anoten esa verdad en su ejemplar de las Escrituras.)

Resuma Mormón 3:4–8 explicando que el Señor protegió a los nefitas en dos ocasiones más durante las batallas a pesar de la iniquidad de ellos y de que no estaban dispuestos a volverse a Él.

  • ¿Qué aprenden acerca de las características del Señor al leer acerca de la protección que les dio a los nefitas? (Las respuestas podrían incluir que el Señor es misericordioso y paciente.)

Señale que el Señor nos da a todos “una oportunidad para arrepentir[nos]” (Mormón 3:3). Pida a los alumnos que mediten en las siguientes preguntas:

  • ¿Han estado dispuestos a arrepentirse y realizar los cambios que Dios desea que hagan? ¿Hay algún cambio que puedan hacer ahora a fin de llegar a ser la persona que Dios desea que sean?

Testifique de la bondad y la paciencia de Dios, las cuales se manifiestan mediante las oportunidades que nos da de arrepentirnos. Invite a los alumnos a percatarse de las oportunidades de cambiar que se les presentan en la vida, y las invitaciones a hacerlo, e ínstelos a realizar esos cambios sin demora.

Mormón 3:9–22

Aumenta la iniquidad de los nefitas y Mormón se niega a dirigir sus ejércitos

Explique que los nefitas no respondieron a las invitaciones del Señor de arrepentirse, sino que endurecieron sus corazones. Pida a un alumno que lea Mormón 3:9–10 en voz alta. Pida a los demás que sigan la lectura en silencio y que determinen cómo reaccionaron los nefitas debido a las muchas victorias que lograron sobre los lamanitas.

  • ¿Cuál fue la reacción de los nefitas tras sus victorias sobre los lamanitas?

  • ¿Por qué estaba mal que los nefitas se jactaran de su propia fuerza? ¿Qué demuestra esa jactancia acerca de la relación que tenían con Dios?

Pida a un alumno que lea Mormón 3:11–13 en voz alta. Pida a los alumnos de la clase que busquen la respuesta de Mormón cuando los nefitas juraron vengarse.

  • ¿Qué hizo Mormón cuando los nefitas expresaron su deseo de vengarse de los lamanitas?

  • ¿Alguna vez desearon vengarse de alguien? ¿Por qué creen que para muchas personas es natural querer vengarse?

  • Mormón llevaba más de treinta años dirigiendo los ejércitos nefitas, a pesar de la iniquidad de ellos. El hecho de que Mormón rehusara dirigir al ejército, ¿qué enseña acerca de la gravedad de buscar venganza?

Invite a un alumno a leer Mormón 3:14–16 y anime a la clase a buscar qué fue lo que el Señor le enseñó a Mormón acerca de buscar venganza.

  • ¿Qué siente el Señor acerca de buscar venganza? (Las respuestas de los alumnos quizá sean variadas. Resuma sus respuestas escribiendo esta verdad en la pizarra: El Señor nos prohíbe que busquemos venganza.)

Con el fin de ayudar a los alumnos a entender mejor el consejo del Señor que se encuentra en los versículos 14–16, pida a los alumnos que expresen la primera parte de Mormón 3:15 (“Mía es la venganza, y yo pagaré”) usando sus propias palabras.

  • ¿Por qué es importante que no busquemos venganza? ¿Qué podemos hacer a fin de vencer los deseos de buscar venganza?

A fin de ayudar a los alumnos a aprender la manera de vencer los deseos de vengarse, invite a un alumno a leer en voz alta el siguiente consejo del presidente James E. Faust, de la Primera Presidencia. De ser posible, entréguele una copia de la cita a cada alumno.

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Presidente James E. Faust

“Debemos reconocer y admitir que tenemos sentimientos de enojo, lo cual requiere humildad, pero si nos arrodillamos y pedimos al Padre Celestial que nos brinde un sentimiento de perdón, Él nos ayudará. El Señor nos requiere ‘perdonar a todos los hombres’ [D. y C. 64:10] por nuestro propio bien, ya que ‘el odio retrasa el crecimiento espiritual’. [Orson F. Whitney, Gospel Themes, 1914, pág. 144.] Solamente al deshacernos del odio y de la amargura puede el Señor dar consuelo a nuestro corazón…

“…Cuando una tragedia ocurre, no debemos reaccionar procurando la venganza personal, sino más bien permitir que la justicia tome su curso y después dejar atrás la tragedia; no es fácil hacerlo y vaciar nuestro corazón de un resentimiento cada vez mayor. El Salvador nos ha ofrecido a todos una valiosísima paz por medio de Su expiación, pero sólo la podemos recibir si estamos dispuestos a despojarnos de los sentimientos negativos de ira, de rencor o de venganza” (véase “El poder sanador del perdón”, Liahona, mayo de 2007, pág. 69).

Invite a un alumno a leer Mormón 3:17, 20–22 en voz alta y pídale a la clase que busque lo que Mormón deseaba que supiéramos. Quizá sea bueno que invite a los alumnos a resaltar el consejo de Mormón de que nos “[arrepintamos] y [nos preparemos] para comparecer ante el tribunal de Cristo” (Mormón 3:22).

Mormón 4

Los lamanitas empiezan a arrasar con los nefitas

Pida a los alumnos que levanten la mano si conocen a alguien que haya hecho algo malo, pero que todavía no haya sido descubierto o no haya sufrido las consecuencias por hacer lo malo. Pida a los alumnos que mediten en las siguientes preguntas:

  • ¿Se preguntan a veces cuándo le llegarán las consecuencias de las malas decisiones a alguien que escoge hacer lo malo a propósito?

Invite a los alumnos a que lean Mormón 4:1–2 en silencio y que busquen qué le sucedió al ejército nefita al procurar vengarse de los lamanitas. Luego pida a los alumnos que lean Mormón 4:4 en silencio y que busquen la razón por la que los ejércitos nefitas no tuvieron éxito. Pida a los alumnos que den un informe de lo que hayan encontrado.

Pida a un alumno que lea Mormón 4:5 en voz alta. Invite a los demás a seguir la lectura en silencio y buscar las verdades que ese versículo enseña acerca de los consecuencias de perseverar en la iniquidad. A medida que los alumnos comenten lo que hayan encontrado, escriba en la pizarra esta verdad de Mormón 4:5: “Los castigos de Dios sobrevendrán a los inicuos”. Podría sugerir a los alumnos que marquen esa verdad en su ejemplar de las Escrituras.

Invite a los alumnos a leer Mormón 4:10–12 en silencio y buscar las descripciones que se hacen de la iniquidad de los nefitas. Pida a los alumnos que den un informe de lo que hayan encontrado.

Pida a algunos alumnos que se turnen para leer en voz alta Mormón 4:13–14, 18, 21–22. Pídale a los demás que sigan la lectura en silencio y que determinen cómo fueron derramados los juicios de Dios sobre los nefitas.

  • Para ustedes, ¿qué es lo más triste de este relato?

Dirija la atención de los alumnos hacia los principios que anotó en la pizarra e invítelos a meditar en cómo pueden aplicar esas verdades en su vida. Motívelos a actuar de acuerdo con las impresiones del Santo Espíritu que reciban al meditar.

Testifique de la bondad y el amor del Señor al darnos oportunidades suficientes para arrepentirnos; además dé testimonio de las consecuencias que ineludiblemente vendrán a quienes perseveren en el pecado.

Comentarios e información de contexto

Mormón 3:9–10. Hacer un juramento

Mormón dijo que los nefitas juraron “por los cielos, y también por el trono de Dios” que se vengarían de los lamanitas (véase Mormón 3:9–10). Las siguientes palabras del élder Bruce R. McConkie, del Cuórum de los Doce Apóstoles, explican la trascendencia que tenía hacer un juramento en la época del Libro de Mormón, y nos permiten entender la naturaleza blasfema del intento de los nefitas de involucrar a Dios en su venganza.

“Esto de pactar con juramento en los días antiguos tenía un significado mucho mayor de lo que muchos de nosotros comprendemos.

“Por ejemplo: Nefi y sus hermanos estaban tratando de obtener las planchas de bronce de Labán. Estaban en peligro de muerte; sin embargo, Nefi juró: ‘Así como el Señor vive, y como nosotros vivimos, no descenderemos hasta nuestro padre en el desierto hasta que hayamos cumplido lo que el Señor nos ha mandado’(1 Nefi 3:15).

“De esta forma Nefi hizo que Dios fuera su socio. Si fracasaba en su empresa, Dios habría fracasado; y como Él no fracasa, le correspondía a Nefi conseguir las planchas o dar su vida en el intento” (“La doctrina del sacerdocio”, Liahona, julio de 1982, pág. 67).