En espera de la palabra del Señor
D. y C. 97, 98, 101
El 20 de julio de 1833, líderes de un populacho en el condado de Jackson, Misuri, solicitaron una reunión con William W. Phelps y otros líderes de la Iglesia. Los líderes del populacho tenían varias quejas en contra de los santos. Se sentían amenazados por la creencia de estos de que el condado de Jackson era una tierra prometida a la que llamaban Sion. Se oponían a la gran cantidad de personas, muchas de las cuales eran pobres, que habían llegado a su condado durante los dos años anteriores a fin de edificar Sion. Y a causa de un artículo que Phelps había publicado recientemente en el diario The Evening and the Morning Star1 —en el cual analizaba los requisitos legales diseñados para inhibir la inmigración de los negros libres a Misuri— el populacho temía que los negros libres que eran miembros de la Iglesia dentro de poco comenzarían a congregarse en Sion, perturbando la dinámica racial en su estado esclavista.
En un editorial de seguimiento, Phelps trató de disipar las tensiones entre los santos y los líderes del condado de Jackson, pero nada de lo que escribió cambió la opinión de ellos en cuanto a las intenciones de los santos. En lo que concernía al populacho, el tiempo para explicaciones ya había pasado. Le dieron a Phelps y a sus compañeros líderes de la Iglesia 15 minutos para acordar mudar de ahí a toda la comunidad mormona para la siguiente primavera o sufrir las consecuencias2.
Phelps y otros líderes de la Iglesia vacilaron. En revelación a José Smith se declaró que el condado de Jackson sería “el sitio para la ciudad de Sion”. En revelación se había llamado a Phelps a mudar a su familia a ese lugar, a poner una imprenta y a “[establecerse] como impresor de la iglesia”3. Los santos habían sacrificado mucho para edificar Sion. ¿Podrían simplemente abandonarla?
Sin haber obtenido la promesa de que los santos partirían, el populacho inició una campaña de intimidación violenta. Tiraron a golpes la puerta de la casa de Phelps, arrojaron la imprenta desde el segundo piso hasta la calle y luego destruyeron el edificio4. La familia Phelps se vio obligada a buscar refugio esa noche en un establo abandonado5. Otros de los santos también sufrieron ese día: el obispo Edward Partridge y Charles Allen fueron cubiertos con brea y plumas, y la tienda de Sidney Gilbert fue atacada. Tres días después, Partridge, Phelps y otros líderes de la Iglesia, al no encontrar ninguna otra alternativa, acordaron formalmente que todos los santos evacuarían el condado para abril de 18346.
“En nuestra situación actual no tengo nada que escribir”, escribió el normalmente verboso Phelps al profeta José Smith en Kirtland, Ohio, unos cuantos días después. Phelps deseaba cumplir con su llamamiento de edificar Sion, pero no podía ver cómo lograrlo bajo las circunstancias actuales. “Estoy en espera de la palabra del Señor”, declaró Phelps, con la esperanza de que José buscara respuestas por revelación de la razón por la que el Señor había permitido que esas cosas le sucedieran a Sion. “Si el Señor todavía hablará a Sus hijos, quizá sería aconsejable preguntar todo asunto en cuanto a la destrucción de la imprenta”, sugirió. Mientras tanto, Phelps procuró ver sus pruebas de manera positiva. “Sé por experiencia propia”, aseguró a los santos de Kirtland en una carta, “que es bueno que nuestra fe sea completamente probada”7.
Recibir guía divina
José Smith no recibió las noticias detalladas de los acontecimientos sino hasta el 9 de agosto de 1833, cuando Oliver Cowdery —el emisario de los santos de Misuri— llegó a Kirtland después de un viaje de dos semanas y media8. Los 1450 km que separaban Independence de Kirtland aseguraron que las revelaciones escritas que se enviaron por correo o que se publicaron en diarios no llegaran a Ohio sino hasta mediados de agosto9. Mientras tanto, José Smith había recibido dos revelaciones (D. y C. 97 y 98) a principios de agosto que, aun cuando no abordaban las dificultades específicas que pasaron los miembros de la Iglesia en el condado de Jackson el 20 de julio, no obstante ofrecían palabras de guía y consuelo divinos que Phelps y otros santos de Misuri podrían utilizar más adelante para ayudarles a que sus experiencias y sufrimientos cobraran sentido.
El 2 de agosto de 1833, José Smith dictó la primera revelación, que actualmente es Doctrina y Convenios 97. En ella, el Señor elogió la escuela de la Iglesia en el condado de Jackson y reiteró el mandato de que “se me edifique una casa en la tierra de Sion”. La revelación indicó que “si Sion hace estas cosas, prosperará, y se ensanchará y llegará a ser gloriosa en extremo… Regocíjese Sion, porque esta es Sion: los puros de corazón”. Sin embargo, el Señor advirtió que “la venganza vendrá pronto sobre los impíos”. Sion escaparía dichas calamidades solo “si procura hacer todo lo que le he mandado”. De lo contrario, “la visitaré según todas sus obras, con penosa aflicción”10.
José Smith recibió la segunda revelación, que actualmente es Doctrina y Convenios 98, el 6 de agosto de 1833. Aun cuando el Señor instó a los santos a apoyar la Constitución de los Estados Unidos y el imperio de la ley, la revelación advirtió que “cuando los inicuos gobiernan, el pueblo se lamenta”. En anticipación a las persecuciones por venir, la revelación mandó a los miembros de la Iglesia “[renunciar] a la guerra y [proclamar] la paz”. Cuando fueron víctimas de abuso por parte de los enemigos de la Iglesia, se mandó a los santos “[soportarlo] con paciencia”, perdonar a sus opresores y permitir que el Señor vengara el agravio11. Esas revelaciones se enviaron por carta a los santos de Misuri el 6 de agosto, tres días antes de que Cowdery llegara a Kirtland12. Cuando se recibieron en el condado de Jackson a principios de septiembre, las revelaciones sin duda fueron una fuente de consuelo y guía para los santos tales como Phelps, quienes habían estado esperando recibir guía divina.
“Tras mucha tribulación vienen las bendiciones”
Siguiendo el consejo de las revelaciones de José, los líderes de la Iglesia en Misuri se esforzaron por obtener protección legal en contra del populacho y de su demanda de que abandonaran el lugar para la primavera. En septiembre y octubre de 1833, solicitaron desagravio a las autoridades del estado y contrataron abogados para que representaran la causa de los mormones en los tribunales. Las acciones legales de los santos convencieron al populacho de que los miembros de la Iglesia no se irían a menos que se les expulsara. Antes de que su caso se presentara ante el tribunal, la violencia del populacho estalló nuevamente.
A fines de octubre y principios de noviembre, un grupo parapolicial del condado de Jackson amenazó a los santos y luego los expulsó de sus casas. Aun cuando los miembros de la Iglesia hicieron algunos esfuerzos para defenderse, evidentemente procuraron seguir el consejo del Señor contenido en la revelación del 6 de agosto (D. y C. 98) de soportar las persecuciones con paciencia13. El 6 y 7 de noviembre, al estar viviendo como refugiado en el condado de Clay, justo al norte del condado de Jackson, Phelps escribió a José Smith la primera relación detallada de la violencia, en la cual describió golpizas a miembros de la Iglesia, la destrucción de sus casas e incluso efusión de sangre en ambos bandos. En la despedida, firmó: “Tu amigo en la aflicción”14. En el transcurso de la siguiente semana, conforme Phelps seguía pensando en lo que había sucedido, se le vino a la mente un pasaje del Nuevo Testamento. “El Salvador dijo: Benditos sois cuando sois aborrecidos por todos por causa de mi nombre”, escribió el 14 de noviembre, “y creo que hemos llegado a ese punto”15.
A medida que esa carta y otros informes de la expulsión comenzaron a llegar a Kirtland a fines de noviembre y principios de diciembre, José Smith buscó en oración la guía reveladora que Phelps y otros santos tan desesperadamente anhelaban. En una carta fechada el 10 de diciembre, José recordó a los líderes de la Iglesia de Misuri que en 1831 el Señor había advertido previamente a los miembros de la Iglesia que “tras mucha tribulación vienen las bendiciones”. Aun cuando el Señor aún no había revelado la razón por la que la “gran calamidad” había “sobrevenido a Sion”, ni “el medio por el cual Él [el Señor] la regresaría a su herencia”, José tenía confianza de que Sion sería redimida en el “propio y debido tiempo” de Dios. El Profeta aconsejó a los santos que no vendieran sus tierras en Sion y los instó a que solicitaran desagravio a las autoridades estatales y federales. Si el gobierno les fallaba, debían suplicarle al Señor “día y noche” que les diera justicia divina. Para concluir, José pidió en oración que Dios recordara Sus promesas en cuanto a Sion y que librara a los santos16.
El 16 y 17 de diciembre, José dictó una revelación prolongada, que actualmente es Doctrina y Convenios 101, la cual brindó respuestas a las preguntas que él, Phelps y otros santos habían estado haciendo. El Señor había permitido que la calamidad ocurriera “por motivo de [las] transgresiones [de los santos]”. Sin embargo, el Señor declaró: “No obstante sus pecados, mis entrañas están llenas de compasión por ellos”. Aun cuando los santos estaban esparcidos, Sion no sería “quitada de su lugar”. Concerniente a la redención de Sion, la revelación relató una parábola de “cierto noble” quien había encargado a sus siervos que protegieran su viña. Mientras los siervos discordaban entre sí, “llegó de noche el enemigo” y “destruyó sus obras y derribó los olivos”. El Señor mandó a su siervo: “toma toda la fuerza de mi casa” y “[redime] mi viña”. Como reiteración de la afirmación en cuanto a la Constitución de los Estados Unidos contenida en Doctrina y Convenios 98, la revelación repitió el consejo anterior de José Smith de que los santos de Misuri solicitaran desagravio a las autoridades civiles, con la promesa de que si las autoridades gubernamentales rechazaban las súplicas de los miembros de la Iglesia, el Señor “se levantará y saldrá de su morada oculta, y en su furor afligirá a la nación”17. Doctrina y Convenios 101 brindó al Profeta un plan divinamente inspirado para la redención de Sion: un proyecto que ocuparía su atención el resto de su vida18.
Para principios de 1834, una copia de lo que llegaría a ser Doctrina y Convenios 101 había llegado a Misuri, proveyéndole a William W. Phelps la “palabra del Señor”19 que había estado esperando. El 27 de febrero le escribió a José Smith, dándole la última información en cuanto a los esfuerzos de los santos para que se les hiciera justicia en el sistema de tribunales de Misuri. Al final de su carta, Phelps hizo alusión a la revelación. Phelps se preguntó si “los siervos del Señor de la viña que son llamados y escogidos para podarla por última vez” temerían “hacer tanto por Jesús como Él hizo por nosotros”. “No”, respondió, “obedeceremos la voz del Espíritu para que el bien venza al mundo”20.