“Sentimos gran regocijo en el corazón al oírle hablar”
William Clayton caminó los últimos 15 km a Nauvoo. El barco que él y sus compañeros habían tomado para navegar el río Misisipí rumbo a su nuevo hogar se había detenido poco antes de llegar a Nauvoo para pasar la noche. Pero después de un viaje de once semanas y más de 8.000 km desde su hogar en Penwortham, Inglaterra, William ya no podía esperar más. Él y unos cuantos de sus amigos realizaron la difícil caminata esa temprana mañana de invierno y llegaron a pie justo antes del mediodía del 24 de noviembre de 1840. Siendo un converso de tres años, William había testificado en su tierra natal del llamamiento profético de José Smith, y ahora estaba ansioso por conocer al Profeta en persona.
No tardó en conocer a José Smith y compartió algunas de sus primeras impresiones en cartas a sus amigos en Inglaterra. Él escribió: “Anoche muchos de nosotros estuvimos con el hermano José [y] sentimos gran regocijo en el corazón al oírle hablar acerca de las cosas del Reino”. “Si hubiera venido desde Inglaterra con el único propósito de conversar con él por unos días, me habría considerado bien recompensado por la molestia”, escribió en otra ocasión.
William se dispuso a crear una nueva vida y a establecer un nuevo hogar para él y para su esposa Ruth, que estaba esperando su segundo hijo cuando llegaron. Sin embargo, el primer año de los Clayton en su nuevo hogar fue difícil. Compraron terreno del lado oeste del río Misisipí, al lado opuesto de Nauvoo, donde intentaron ganarse la vida como agricultores. William había sido contador en una fábrica de una ciudad industrial inglesa, y no tenía ni las aptitudes ni la constitución física de un agricultor. Sus esfuerzos no tardaron en venirse abajo a causa de la pérdida de la cosecha y de una larga lucha contra la malaria.
Abatido por la sucesión de acontecimientos, William tomó el consejo del misionero que lo había convertido, Heber C. Kimball, y mudó a su familia a Nauvoo, al otro lado del río, en diciembre de 1841. Willard Richards, que junto con William había sido consejero en la presidencia de la Misión Británica, prestaba servicio como secretario de José Smith y necesitaba un asistente en quien pudiera confiar. Heber no tardó en acercarse a William pidiéndole que se reportara a la oficina de José Smith. Fue allí que, el 9 de febrero de 1842, William acordó ser secretario y escribiente del Profeta.
Secretario y escribiente
Durante los siguientes dos años y medio, William Clayton tuvo una perspectiva más cercana de la vida personal y pública de José Smith que casi cualquier otra persona. Estaba con José casi todos los días y participaba muy de cerca en los asuntos comerciales, políticos y religiosos de José. Su amistad dio a William una oportunidad singular de evaluar el carácter de José de cerca, incluso sus faltas. Él sabía tan bien como cualquiera que José era solo un hombre, pero para William, las faltas de José no eran importantes al compararlas con las enseñanzas que ensanchan el alma que el Señor transmitía por medio de Su profeta. Mediante la relación cordial que tuvieron en Nauvoo, William se convirtió en un tenaz defensor de toda la vida de José Smith.
En su labor como secretario, William Clayton registró las revelaciones, enseñanzas y sermones más significativos que José Smith dio durante los dos últimos agitados años de su vida. Registró las instrucciones de José en cuanto a los bautismos por los muertos y la revelación sobre el matrimonio eterno y el matrimonio plural, ambos de los cuales más tarde llegaron a formar parte de las Escrituras Santos de los Últimos Días. Fue también uno de los escribientes que llevaron una relación del discurso más conocido de José, el discurso por motivo del funeral de King Follett. Tuvo en alta estima esas enseñanzas de valor incalculable y parecía percibir la importancia de preservarlas.
Por su parte, José Smith sintió una urgencia cada vez mayor de comunicar conocimiento espiritual a los santos. Durante el tiempo que estuvo en Nauvoo, dio un poderoso sermón público tras otro y compartió enseñanzas y ordenanzas igualmente potentes en consejos privados con sus amigos de confianza. José Smith no emitió esas enseñanzas como revelaciones formales de la manera en que lo había hecho anteriormente en su ministerio, pero William Clayton prestaba atención a cada palabra. Registró las palabras del Profeta en su propio diario o en el diario que llevaba para José, y esas entradas se utilizaron más tarde como la base para varias de las secciones de Doctrina y Convenios.
Enseñanzas preciosas
William estaba presente cuando José Smith se reunió con Parley P. Pratt el 9 de febrero de 1843 y compartió con él el conocimiento sobre la manera de discernir entre los mensajeros celestiales y Satanás y sus ángeles. Esas instrucciones se relacionaban con instrucciones sobre el templo que José había compartido con integrantes de su círculo de confianza mientras Parley había estado en Inglaterra. William registró las instrucciones en el diario de José, y más tarde se canonizaron en Doctrina y Convenios 129.
El 2 de abril de 1843, José visitó una conferencia de estaca en Ramus, Illinois, población ubicada a unos 32 km al este de Nauvoo. Un líder religioso norteamericano llamado William Miller había predicho que la segunda venida de Jesucristo ocurriría al día siguiente. José aprovechó la ocasión para asegurar a los santos de Ramus que el Señor no había revelado el momento de Su venida. José también enseñó que Dios es un personaje que tiene cuerpo; que todas las cosas pasadas, presentes y futuras están presentes ante Él; y que la relación social que tenemos con otras personas perdurará en las eternidades. El registro que William Clayton hizo de estas joyas en su diario personal se convirtió en la base para el texto de Doctrina y Convenios 130.
Doctrina y Convenios 131 se compone mayormente de varias entradas de diario que William llevó en mayo de 1843. Entre ellas se encuentran enseñanzas en cuanto al matrimonio eterno dadas en Ramus en casa de Benjamin y Melissa Johnson el 16 de mayo. Los Johnson habían estado casados desde el día de Navidad de 1841, pero José les dijo que su intención era casarlos de conformidad con la ley del Señor. Benjamin dijo en broma que no se volvería a casar con Melissa de nuevo a menos que ella lo cortejara, pero José hablaba en serio. Enseñó que los hombres y las mujeres debían entrar en el nuevo y sempiterno convenio del matrimonio a fin de obtener las bendiciones supremas de Dios. Entonces selló a Benjamin y a Melissa por la eternidad.
Para William, registrar esas palabras proféticas era más que un deber; era uno de los grandes privilegios de su vida. Le emocionaba la forma en que José Smith hacía desaparecer la distancia entre este mundo y el venidero, y hacía que las cosas de la eternidad se sintieran tangibles y reales. Cuando los santos de Nauvoo escuchaban a José hablar, las muchas dificultades que afrontaban —muerte, enfermedad, pobreza y hambre— se veían absorbidas en anticipación del futuro milenario y la promesa de que los lazos familiares y de amistad durarían más allá de esta vida. El placer que tuvo William Clayton de registrar las palabras de José Smith ha tenido una influencia perdurable en las enseñanzas de la Iglesia y continúa bendiciendo a los Santos de los Últimos Días en la actualidad.