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Unidad 21, Día 1: Romanos 8–11


Unidad 21: Día 1

Romanos 8–11

Introducción

El apóstol Pablo enseñó acerca de las bendiciones que se reciben al renacer espiritualmente y someterse a la voluntad de nuestro Padre Celestial. Enseñó sobre el rechazo de Israel al convenio que Dios hizo con Abraham y su posteridad. Pablo explicó que la determinación del pueblo escogido de Dios era más a causa de su fidelidad al convenio que al linaje, y enseñó acerca de llevar el Evangelio a los gentiles.

Romanos 8

Pablo describe las bendiciones de renacer espiritualmente

¿Conoces a alguien que haya heredado de otra persona algo de gran valor o importancia? Por ejemplo, a veces uno de los padres o de los abuelos dan algo de gran valor a sus hijos o nietos.

Si pudieras heredar las posesiones de cualquier persona, ¿las de quién elegirías? ¿Por qué las querrías?

Piensa en las bendiciones que recibirías si fueras a heredar todo lo que nuestro Padre Celestial posee. Al estudiar Romanos 8:1–18, busca lo que debemos hacer para ser herederos de todo lo que nuestro Padre Celestial tiene.

Lee Romanos 8:1, 5–7, 13 para ver lo que el apóstol Pablo enseñó acerca de andar “conforme a la carne” o ceder a la tendencia natural de pecar, y acerca de seguir “conforme al espíritu”.

En esos versículos, Pablo enseñó acerca de dos actitudes opuestas: ser de “ánimo carnal” y ser de “ánimo espiritual” (Romanos 8:6). Ser de ánimo carnal es ocuparse de los placeres físicos, las pasiones y los deseos del cuerpo físico. ¿Qué piensas que significa ser de ánimo espiritual?

La expresión “[hacer] morir las obras de la carne” (Romanos 8:13) significa subyugar o librarse de las debilidades, tentaciones y pecados relacionados con nuestro cuerpo mortal (véase Mosíah 3:19). De ese versículo aprendemos que si seguimos la influencia del Espíritu, podemos vencer la tendencia a pecar.

Lee Romanos 8:14–17 y fíjate en cómo se refirió Pablo a los que siguen el Espíritu. La palabra hijos, en el versículo 14, significa progenie e incluye a las hijas (véase D. y C. 25:1).

Las Escrituras hablan de nosotros como “hijos de Dios” (Romanos 8:16) en más de un sentido. En primer lugar, cada ser humano es literalmente un hijo amado, procreado en espíritu, de nuestro Padre Celestial. En segundo lugar, nacemos de nuevo como hijos de Dios a través de una relación de convenio con Jesucristo cuando nos arrepentimos, nos bautizamos y recibimos el Espíritu Santo.

La adopción era común en el mundo romano, por lo que habría sido un concepto familiar para los lectores de Pablo. Una persona que adoptaba legalmente a otra confería sobre esa persona todos los derechos y privilegios que tendría un hijo de sangre. Por lo tanto, cuando recibimos “el espíritu de adopción” (Romanos 8:15) al entrar en el convenio del Evangelio, llegamos a ser los hijos de Dios y “coherederos con Cristo” (Romanos 8:17).

En el Libro de Mormón, el rey Benjamín también enseñó cómo podemos llegar a ser “progenie de Cristo” (véase Mosíah 5:5–10).

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President Joseph Fielding Smith

El presidente Joseph Fielding Smith enseñó que Jesucristo “llega a ser nuestro Padre… porque nos ofrece la vida eterna mediante la Expiación que efectuó por nosotros”. Explicó que “… llegamos a ser la progenie, hijos e hijas, de Jesucristo mediante nuestros convenios de obediencia que hacemos con Él” (véase Doctrina de Salvación, compilación de Bruce R. McConkie, 3 tomos, 1978–1979, tomo I, pág. 27).

Lee nuevamente Romanos 8:17. Un coheredero es alguien que hereda juntamente con otras personas.

Si ya somos hijos de Dios el Padre, ¿por qué no recibimos automáticamente una herencia junto con Jesucristo? ¿Por qué es necesario llegar a ser hijos e hijas de Jesucristo?

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Elder Dallin H. Oaks

El élder Dallin H. Oaks, del Cuórum de los Doce Apóstoles, explicó: “… somos todos herederos de nuestros Padres Celestiales. ‘Somos hijos de Dios’, enseñó el apóstol Pablo, ‘y si hijos, también herederos; herederos de Dios, y coherederos con Cristo’ (Romanos 8:16–17). Esto significa, como se nos dice en el Nuevo Testamento, que somos ‘herederos de vida eterna’ (Tito 3:7) y que, si venimos al Padre, hemos de ‘[heredar] todas las cosas’ (Apocalipsis 21:7) —todo lo que Él tiene—, un concepto que nuestras mentes mortales apenas pueden comprender. Pero al menos podemos entender que lograr ese destino final en la eternidad solo es posible si seguimos a nuestro Salvador Jesucristo, quien enseñó que ‘nadie viene al Padre sino por mí’ (Juan 14:6)” (véase “Seguidores de Cristo”, Liahona, mayo de 2013, págs. 98–99).

Según nuestra propia dignidad, no recibiríamos nada porque todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios (véase Romanos 3:23). Sin embargo, cuando Jesucristo nos adopta, superamos nuestras imperfecciones gracias a Su vida perfecta y Su expiación. De este modo, a través de nuestros convenios y nuestra obediencia a Jesucristo, nos convertimos en coherederos y “padecemos juntamente con [Jesucristo]” (Romanos 8:17). Eso no significa que padecemos lo mismo que sufrió el Salvador como parte de Su sacrificio expiatorio; más bien, padecemos juntamente con Él al seguirle y sacrificar las cosas del mundo, obedecer los mandamientos y soportar fielmente la oposición.

De Romanos 8:14–18 aprendemos que si somos fieles hijos del convenio de Dios, podemos convertirnos en coherederos con Jesucristo de todo lo que nuestro Padre Celestial tiene.

  1. Dibuja una tabla de tres columnas en tu diario de estudio de las Escrituras; en una de las columnas, escribe como título Requisitos, en la columna del medio escribe Oposición y en la tercera columna, Herencia. Luego haz lo siguiente:

    1. En la columna denominada “Requisitos”, enumera cuatro o cinco normas o mandamientos específicos que debemos vivir para que se nos considere fieles hijos del convenio de Dios.

    2. En la columna titulada “Oposición”, escribe algunos ejemplos de la oposición que podríamos experimentar al esforzarnos por vivir como fieles hijos del convenio de Dios.

    3. En la columna “Herencia”, enumera varias bendiciones que podemos heredar de nuestro Padre Celestial si nos esforzamos por vivir como fieles hijos del convenio de Dios.

Mira lo que escribiste en tu diario de estudio de las Escrituras y compara las bendiciones de ser coheredero con Cristo con los requisitos que debes cumplir y la oposición que podrías experimentar. ¿Qué le dirías a alguien que te preguntara si vale la pena ser fieles a los mandamientos del Señor?

Lee Romanos 8:18 y busca lo que Pablo dijo acerca de cómo se compara lo que sacrificamos con lo que recibimos de nuestro Padre Celestial como herencia.

Romanos 8:19–30 registra que Pablo enseñó que el Espíritu nos ayuda en nuestras debilidades y que Jesucristo fue llamado en la vida preterrenal para ser el Salvador de los hijos de Dios. (En Romanos 8:29–30, la palabra predestinó significa preordenó o llamó. En Efesios estudiarás más acerca de las enseñanzas del apóstol Pablo sobre la preordenación).

Lee Romanos 8:28, 31–39 para ver las verdades que Pablo enseñó con respecto al amor de Dios en relación con la oposición, los desafíos y las tribulaciones de la vida terrenal. Si lo deseas, marca las palabras y frases que te resulten significativas.

La Traducción de José Smith de Romanos 8:31 dice: “… Si Dios es por nosotros, ¿quién prevalecerá contra nosotros?” (Traducción de José Smith, Romanos 8:31 [en la nota a al pie de página de Romanos 8:31]).

Algunas verdades que podemos reconocer en esos versículos incluyen las siguientes: Si amamos a Dios, entonces todas las cosas obrarán juntamente para nuestro bien. Por medio de Jesucristo podemos sobrellevar todos los desafíos y las tribulaciones de la vida terrenal. Nada puede separarnos del amor de Dios, que se manifiesta en la expiación de Jesucristo.

  1. Realiza una o varias de las siguientes actividades en el diario de estudio de las Escrituras:

    1. Piensa acerca de los desafíos y las tribulaciones que has experimentado; luego escribe las dos declaraciones de Romanos 8:28, 31–39 que más te llamen la atención y explica la razón.

    2. Describe de qué manera has experimentado el amor de Dios durante los desafíos que has tenido.

    3. Escribe algunas maneras en las que puedes mostrar tu amor a Dios. Establece la meta de actuar de acuerdo con lo que escribiste y confía en que todas las cosas obrarán juntamente para tu bien.

Romanos 9–11

Pablo enseña sobre el rechazo del convenio de Dios por parte de Israel y acerca de llevar el Evangelio a los gentiles.

Como se encuentra registrado en Romanos 9–11, el apóstol Pablo utilizó los términos Israel e israelitas en lugar de judíos. En los tiempos del Antiguo Testamento, Dios escogió a los descendientes de Jacob, o Israel, para ser parte de Su convenio con Abraham (véase Romanos 9:4–5). Dicho convenio incluía bendiciones tales como la tierra, la autoridad del sacerdocio y la responsabilidad de bendecir a las personas de todo el mundo con el Evangelio, el cual hace posible la vida eterna.

Lee Romanos 9:6, 8 y presta atención a lo que Pablo enseñó acerca de los miembros de la casa de Israel.

¿Qué crees que quiso decir Pablo cuando dijo “no todos los que son de Israel son israelitas” (Romanos 9:6)?

Algunos judíos no comprendían que no todas las personas nacidas en la casa de Israel reunían los requisitos para ser parte del convenio de Dios con Israel. Confiaban, de manera errónea, en que su linaje les daba automáticamente las bendiciones del convenio.

Lee Romanos 10:8–13 y fíjate de qué manera puede cualquier persona, israelita o no, llegar a ser parte del pueblo del convenio de Dios.

En esos versículos, la palabra griega que se ha traducido como confesión significa un franco reconocimiento de aceptación, o convenio, y la palabra griega traducida como creer implica un compromiso de confianza. Esa profunda confianza en el Salvador lleva a las personas a reconocer abiertamente su aceptación de Él en las maneras que Él ha designado. Dichas maneras incluyen obedecer los mandamientos de Dios, arrepentirse y recibir las ordenanzas de salvación del Evangelio, entre ellas el bautismo y el don del Espíritu Santo.

De acuerdo con las enseñanzas de Pablo, si aceptamos y obedecemos a Jesucristo y Su evangelio, podemos recibir las bendiciones de los convenios de Dios y ser salvos.

  1. Algunas personas han utilizado Romanos 10:9, 13 para afirmar que todo lo que debemos hacer para ser salvos es confesar verbalmente nuestra creencia en Jesucristo. En tu diario de estudio de las Escrituras, escribe acerca de cómo las verdades que se analizaron en esta lección pueden ayudarte a responder a esta afirmación falsa.

En el resto de Romanos 10–11 leemos que Pablo enseñó que oír la palabra de Dios es esencial para el desarrollo de la fe en Jesucristo. Explicó más acerca del rechazo de los israelitas al evangelio de Jesucristo y utilizó la analogía de las ramas de un olivo silvestre que se injertan en un olivo cultivado para representar la adopción de los gentiles en la casa de Israel (véase Jacob 5). También enseñó que el Evangelio se ofrecerá de nuevo a los judíos.

  1. Escribe lo siguiente en tu diario de estudio de las Escrituras al final de las asignaciones de hoy:

    He estudiado Romanos 8–11 y he terminado esta lección el (fecha).

    Otras preguntas, ideas y reflexiones que me gustaría compartir con el maestro: