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Unidad 28, Día 1: Hebreos 5–6


Unidad 28: Día 1

Hebreos 5–6

Introducción

El apóstol Pablo enseñó que aquellos que reciben el sacerdocio deben ser llamados por Dios y que Jesucristo fue “nombrado por Dios [para ser] sumo sacerdote según el orden de Melquisedec” (Hebreos 5:10). Pablo alentó a los miembros de la Iglesia a tener diligencia, fe, paciencia y esperanza para obtener las promesas de Dios.

Hebreos 5

Pablo enseña que aquellos que reciben el sacerdocio deben ser llamados por Dios

Imagina que un conocido escribe el título Doctor en una hoja de papel y se lo pone en la camisa. Aunque esa persona lleve puesta una etiqueta con el título adecuado, ¿qué inquietudes tendrías si tal persona intentara operarte después de que hubieses sufrido un accidente? ¿Qué inquietudes tendrías si llevara puesta una etiqueta con el título Agente del orden público y tratara de darte una multa por hacer algo mal?

¿Por qué estarías renuente a confiar en que esa persona llevara a cabo las tareas relacionadas con el título que él mismo se dio?

A pesar de llevar puesta una etiqueta con el título adecuado, esa persona podría carecer de la autoridad necesaria y la capacidad para desempeñar dichas tareas. Tal como la sociedad ha establecido maneras para obtener autoridad a fin de llevar a cabo ciertas responsabilidades, Dios ha establecido una manera para obtener Su autoridad a fin de desempeñar ciertas responsabilidades en Su Iglesia. A medida que estudies Hebreos 5 localiza el modelo que Dios ha establecido para obtener Su autoridad.

El apóstol Pablo describió al Salvador como “un gran sumo sacerdote” (Hebreos 4:14). Lee Hebreos 5:1–3 para saber por qué Pablo enseñó acerca del papel del sumo sacerdote entre los israelitas bajo la ley de Moisés.

“… bajo la ley de Moisés se llamaba sumo sacerdote al oficial presidente del Sacerdocio Aarónico. Ese oficio era hereditario y lo recibían los primogénitos de la familia de Aarón. Aarón mismo fue el primer sumo sacerdote del orden Aarónico”. El sumo sacerdote por lo general servía el resto de su vida, pero con el tiempo, los hombres inicuos se adueñaron de ese oficio. “Los sumos sacerdotes fueron designados inapropiadamente y destituidos a gusto de Herodes así como de los romanos. El oficio lo ocuparon veintiocho hombres distintos entre los años 37 a. C. y 68 d. C.” (véase Guía para el Estudio de las Escrituras, “Sumo sacerdote”).

Lee Hebreos 5:4 para averiguar cómo se había de elegir al sumo sacerdote.

Para comprender cómo Aarón fue “llamado por Dios” (Hebreos 5:4), lee Éxodo 28:1, que registra una interacción que tuvo lugar entre Dios y Moisés en el monte Sinaí.

Piensa por qué es significativo que Dios revelara el llamamiento de Aarón a Moisés en vez de a Aarón mismo o a alguien más. Moisés era el profeta y, por lo tanto, estaba autorizado para recibir tal revelación y gobernar el uso del sacerdocio en la tierra.

De la instrucción de Pablo en Hebreos 5:4, aprendemos que aquellos que son ordenados al sacerdocio deben ser llamados por Dios por revelación por medio de Sus siervos autorizados. Actualmente en la Iglesia, los líderes autorizados del sacerdocio han de entrevistar a cada candidato que se ha de ordenar y buscar la guía del Espíritu Santo a fin de determinar el estado de preparación y la dignidad del candidato para ser ordenado al sacerdocio.

¿Cómo se relaciona esa verdad con el proceso de llamar a las personas a servir en otros cargos en la Iglesia?

Lee Artículo de Fe 1:5 para saber cómo la verdad que se localizó en Hebreos 5:4 y ser “llamado por Dios, como lo fue Aarón” se refleja en lo que escribió el profeta José Smith. Presta atención a que profecía se refiere a revelación.

De acuerdo con el quinto artículo de fe, junto con ser “llamado por Dios, por profecía”, ¿qué más debe ocurrir para que alguien sea autorizado para “predicar el evangelio y administrar sus ordenanzas”?

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Moses Calls Aaron to the Ministry

Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento registran que profetas, poseedores del sacerdocio y maestros del Evangelio recibieron sus llamamientos por la imposición de manos por parte de un poseedor del sacerdocio autorizado (véanse Números 27:18–23; Hechos 6:5–6; 13:2–3; 1 Timoteo 4:14).

  1. Responde una o las dos preguntas siguientes en tu diario de estudio de las Escrituras:

    1. ¿Cómo es que el proceso de llamar personas a cargos en la Iglesia en la actualidad refleja el modelo que se estableció en las Escrituras?

    2. ¿Por qué es importante saber que la autoridad del sacerdocio puede recibirse únicamente de esa manera?

Lee Hebreos 5:5–6 para determinar quién le dio al Salvador Su autoridad.

De acuerdo con esos versículos, el Padre Celestial dio el sacerdocio a Su Hijo, Jesucristo. Él iba a ser “sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec” (Hebreos 5:6).

Como oficio del Sacerdocio de Melquisedec, el oficio de sumo sacerdote “se aplica a Jesucristo como el gran Sumo Sacerdote. Adán y todos los patriarcas también fueron sumos sacerdotes. En la actualidad, tres sumos sacerdotes presidentes integran la Presidencia de la Iglesia y presiden a todos los demás poseedores del sacerdocio y miembros de la Iglesia. Hoy día, se ordena a varones dignos como sumos sacerdotes adicionales” (Guía para el Estudio de las Escrituras, “Sumo sacerdote”, scriptures.lds.org).

Lee Hebreos 5:7–10 y considera marcar en el versículo 9 lo que llegó a ser Jesucristo. Los versículos 7–8 se refieren a Melquisedec, un profeta y rey que vivió durante el tiempo de Abraham.

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Elder Bruce R. McConkie

El élder Bruce R. McConkie, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó que esos versículos “se aplican tanto a Melquisedec como a Cristo, ya que Melquisedec era un modelo de Cristo y que el ministerio del profeta representó y presagió el de nuestro Señor” (Doctrinal New Testament Commentary, 3 tomos, 1965–1973, tomo III, pág. 157).

  1. Contesta la siguiente pregunta en tu diario de estudio de las Escrituras: ¿Cómo es Jesucristo “el autor de eterna salvación” (Hebreos 5:9) para todos aquellos que lo obedecen?

Como se registra en Hebreos 5:11–14, Pablo expresó un deseo de enseñar más acerca de ese asunto pero dijo que las personas carecían de entendimiento espiritual y madurez para comprender enseñanzas más avanzadas.

Hebreos 6

Se alienta a los miembros de la Iglesia a tener diligencia, fe, paciencia y esperanza para obtener las promesas de Dios

Dios ha prometido a Sus hijos bendiciones como paz, felicidad, perdón, respuesta a oraciones, bendiciones incluidas en la bendición patriarcal, resurrección y vida eterna. Algunas de esas bendiciones son condicionales, o sea, dependen de nuestras decisiones.

¿Cuál es una bendición prometida que tienes la esperanza de recibir?

Como se registra en Hebreos 6, Pablo alentó a los santos a no darse por vencidos en su esfuerzo por obtener las bendiciones prometidas del Señor. Conforme leas este capítulo, busca verdades que puedan ayudarte a recibir las bendiciones que Dios ha prometido.

Lee Hebreos 6:1–3 para saber qué debían esforzarse los santos por lograr, según les enseñó Pablo. Presta atención a que la Traducción de José Smith, Hebreos 6:1 (en la nota a al pie de página de Hebreos 6:1) dice: “Por tanto, sin dejar el comienzo de la doctrina de Cristo” (cursiva agregada). Traducción de José Smith, Hebreos 6:3 (en el apéndice de la Biblia) declara: “Y seguiremos adelante hacia la perfección si Dios lo permite”.

Ser perfecto significa ser maduro o completo espiritualmente (véase Guía para el Estudio de las Escrituras, “Perfecto”, scriptures.lds.org). Leemos en Hebreos 6:1–2 que los primeros principios y ordenanzas del Evangelio forman el cimiento sobre el que debemos edificar al esforzarnos por lograr la perfección o madurez espiritual.

Como se registra en Hebreos 6:4–8, Pablo describió a aquellos de quienes se hace referencia como hijos de perdición; los que tienen un conocimiento completo y perfecto de que Jesús es el Cristo y después se alejan de esa verdad y llegan a ser enemigos de Dios. Pablo comparó a esas personas con los santos a quienes se dirigía en esa epístola, quienes obraban en el nombre de Cristo (véase Hebreos 6:9–10).

Lee Hebreos 6:11–15 para determinar lo que Pablo alentó a los santos que hicieran a medida que se esforzaban para heredar las bendiciones prometidas de Dios. Podría ser útil saber que la frase “muestre la misma diligencia hasta el fin” en el versículo 11 se refiere a ser diligente hasta que recibamos las bendiciones prometidas de Dios.

Pablo describió a Abraham como un ejemplo de diligencia, fe y paciencia al procurar las bendiciones prometidas de Dios. Abraham tenía setenta y cinco años cuando Dios le prometió que tendría posteridad, y después esperó veinticinco años con fe para que esa promesa se cumpliera por medio del nacimiento de Isaac. De las instrucciones de Pablo aprendemos que por medio de la diligencia hasta el fin, la fe en Jesucristo y la paciencia, podemos heredar las bendiciones que Dios ha prometido.

  1. Responde las siguientes preguntas en tu diario de estudio de las Escrituras:

    1. ¿Por qué crees que la diligencia, la fe en Jesucristo y la paciencia son importantes a medida que procuramos recibir las bendiciones prometidas de Dios?

    2. ¿En qué ocasiones has recibido una bendición prometida por medio de la diligencia, la fe en Jesucristo y la paciencia?

Como se registra en Hebreos 6:16–18, Pablo enseñó que Dios guarda Sus promesas y nunca miente. Por lo tanto, podemos tener esperanza en Sus promesas y estar seguros de su cumplimiento.

Lee Hebreos 6:19–20 y fíjate en cómo nuestra esperanza en las promesas de Dios afecta nuestras vidas.

Una verdad que podemos reconocer en Hebreos 6:19 es que nuestra esperanza en las promesas de Dios es un ancla espiritual para nuestras almas. La esperanza es “[la] expectativa confiada y el anhelo de recibir las bendiciones que se han prometido a los justos” (Guía para el Estudio de las Escrituras, “Esperanza”, scriptures.lds.org).

  1. En tu diario de estudio de las Escrituras, dibuja un ancla. Piensa en la función de un ancla en un barco. Escribe acerca de cómo tu esperanza en las promesas de Dios ha sido un ancla espiritual para ti.

Medita cómo puedes desarrollar más plenamente diligencia, fe, paciencia y esperanza. Si lo deseas, registra las impresiones que recibas en tu diario personal.

  1. Escribe lo siguiente en tu diario de estudio de las Escrituras al final de las asignaciones de hoy:

    He estudiado Hebreos 5–6 y he terminado esta lección el (fecha).

    Otras preguntas, ideas y reflexiones que me gustaría compartir con el maestro: