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Unidad 7, Día 2: Mateo 27–28


Unidad 7: Día 2

Mateo 27–28

Introducción

Como parte de la conspiración para matar a Jesucristo, los líderes judíos lo llevaron ante Poncio Pilato, el gobernador romano. Pilato entregó a Jesús para que fuese azotado y crucificado. Jesús se sometió al sufrimiento y a la muerte para cumplir con la voluntad de Su padre.

Mateo 27:1–25

Jesús es entregado a Pilato y condenado a ser crucificado

Si pudieras ser testigo ocular de alguno de los acontecimientos de las Escrituras, ¿cuál elegirías? ¿Por qué?

Durante esta lección estudiarás uno de los acontecimientos más significativos en la historia del mundo. A medida que estudies, imagínate que eres testigo ocular de lo que tuvo lugar.

En Mateo 26 leemos que Jesús fue arrestado y juzgado injustamente y condenado por los líderes de los judíos. Al estar bajo el gobierno romano, los judíos no tenían poder para condenar a nadie a muerte. Sin embargo, los líderes judíos trataron de buscar algún delito bajo la ley romana por el cual se castigara a Jesús con la muerte.

En Mateo 27:1–10 aprendemos que los líderes judíos entregaron a Jesús ante Poncio Pilato, el gobernador romano de Judea. Cuando Judas vio eso, lamentó haber elegido traicionar a Jesús, trató de devolver el dinero que había recibido de los líderes judíos, y después se quitó su propia vida. La Traducción de José Smith aclara que Judas “se ahorcó en un árbol. Y cayó al instante, y sus entrañas se derramaron y murió” (Traducción de José Smith, Mateo 27:6 [en Mateo 27:5, nota a al pie de página]).

Ya que las piezas de plata fueron “precio de sangre” (Mateo 27:6) y por lo tanto no era lícito echarlas en el tesoro del templo, los líderes judíos usaron el dinero para comprar el campo del alfarero, donde los desconocidos (o extranjeros) habrían de ser sepultados. Mateo citó ese acontecimiento como el cumplimiento de una profecía (véase Zacarías 11:12–13).

A causa de la presión de los judíos y del temor de perder el control sobre las personas, Pilato entregó a Jesús para que fuera crucificado (véase Mateo 27:11–26). (Tendrás la oportunidad de estudiar esos acontecimientos con más detalle en la lección de Juan 18–19).

Mateo 27:26-50

Jesús es azotado, escarnecido y crucificado

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whip with sharp metal inserts

Antes de mandar a Jesús para que fuera crucificado, Pilato hizo que se le azotara (véase Mateo 27:26). Ser azotado significa ser golpeado repetidamente con un látigo que tenía objetos entretejidos como piedras puntiagudas o piezas de hueso en varias de las cintas. Ese tipo de castigo generalmente se reservaba para los sirvientes, mientras que a las personas de sangre noble o a los hombres libres de Roma se les golpeaba con varas. Muchas personas no sobrevivían a los azotes debido al severo traumatismo corporal que eso causaba.

Lee Mateo 27:27–32 para saber lo que los soldados romanos le hicieron a Jesús.

¿Por qué crees que los soldados romanos encontraron a alguien más para que llevara la cruz de Jesús?

  1. Imagina que estuvieras en el lugar de Simón de Cirene. ¿Qué habrías pensado o sentido si estuvieras entre la multitud y se te hubiera obligado a llevar la cruz de Jesús? Escribe tu respuesta en tu diario de estudio de las Escrituras.

Mateo 27:33 registra que Jesús fue llevado a un “lugar llamado Gólgota, que significa: Lugar de la Calavera”.

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Elder James E. Talmage

El élder James E. Talmage, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó lo siguiente acerca del nombre del lugar: “Quizá se le dio ese nombre por alusión a ciertos rasgos topográficos, así como nosotros hablamos de las cejas de un cerro; o si el sitio se empleaba usualmente para las ejecuciones, pudo habérsele dado ese nombre expresivo de la muerte, así como nosotros decimos que una calavera es símbolo de la muerte” (Jesús el Cristo, 1973, págs. 701–702).

Mateo 27:34–45 registra que Jesús rehusó tomar una bebida que por lo general se ofrecía a aquellos que eran crucificados a fin de amortiguar el dolor. Algunos de los que contemplaban la Crucifixión procuraban escarnecer y tentar a Jesús.

Lee Mateo 27:46 para averiguar lo que dijo Jesús mientras estaba en la cruz. Si lo deseas, marca lo que encuentres.

Para entender mejor lo que ocurrió en ese momento, lee la siguiente declaración del élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles:

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Elder Jeffrey R. Holland

“…hablo con sumo cuidado, incluso con reverencia, de lo que tal vez haya sido el momento más difícil de todos en esta solitaria jornada hacia la Expiación. Me refiero a esos momentos finales para los cuales Jesús debió haber estado preparado intelectual y físicamente, pero para los que quizás no haya estado preparado emocional ni espiritualmente, aquel descenso final hacia la paralizante desesperación de sentir que Dios lo había desamparado, cuando exclama en suprema soledad: ‘Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?’ [Mateo 27:46; cursiva agregada]…

“Con toda la convicción de mi alma testifico que… un Padre perfecto no desamparó a Su Hijo en ese momento. De hecho, mi creencia personal es que durante todo el ministerio terrenal de Cristo, posiblemente el Padre nunca haya estado más cerca de Su Hijo que en esos últimos momentos de angustioso sufrimiento. No obstante… el Padre retiró brevemente de Jesús el consuelo de Su Espíritu, el apoyo de Su presencia personal” (“Nadie estuvo con Él”, Liahona, mayo de 2009, pág. 87).

¿Por qué crees que el Padre Celestial retiró Su espíritu de Jesús en ese momento?

Lee el resto de la declaración del élder Holland y marca lo que él dijo que explica por qué Jesucristo experimentó un distanciamiento del Espíritu: “Fue necesario; de hecho, fue fundamental para la trascendencia de la Expiación que ese Hijo perfecto que nunca había dicho ni hecho nada malo, ni había tocado cosa inmunda, supiese cómo se sentiría el resto de la humanidad, o sea nosotros, todos nosotros, cuando cometiera esos pecados. Para que Su expiación fuese infinita y eterna, Él tenía que sentir lo que era morir no solo física sino espiritualmente, sentir lo que era el alejamiento del Espíritu divino, al dejar que la persona se sintiera total, vil y completamente sola” (“Nadie estuvo con Él”, pág. 88).

De Mateo 27:46 y de la declaración del élder Holland podemos aprender que como parte de la Expiación, Jesucristo sintió el distanciamiento del Espíritu del Padre Celestial.

Cuando pecamos, experimentamos la muerte espiritual, o sea, el alejamiento del Espíritu del Padre Celestial. A causa de que Jesús experimentó la muerte espiritual en la cruz, Él puede ayudarnos cuando nos separamos del Espíritu del Padre Celestial por nuestras malas decisiones. Él también puede ayudarnos cuando nos sentimos solos.

Lee Mateo 27:50. La Traducción de José Smith declara, “Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, dijo: Padre, consumado es, se ha hecho tu voluntad, y entregó el espíritu” (Traducción de José Smith, Mateo 27:54 [en Mateo 27:50, nota a al pie de página]).

De acuerdo con la Traducción de José Smith de ese versículo, Jesucristo sufrió para cumplir la voluntad del Padre Celestial.

Conforme estudiaste Mateo 26 en la lección anterior, aprendiste acerca del sufrimiento del Salvador en Getsemaní y de Su disposición para someter Su voluntad a la del Padre. Si lo deseas, podrías escribir Mateo 26:39 como uno de los pasajes correlacionados en tus Escrituras junto a Mateo 27:50 a fin de ayudarte a recordar que Jesús hizo lo que prometió que haría.

Lee Mateo 27:51 para descubrir qué fue lo que ocurrió en el templo cuando Jesús murió.

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temple diagram

En el tiempo de Jesús, el templo tenía dos habitaciones, el Lugar Santo y el Lugar Santísimo. Esas dos habitaciones estaban separadas por un velo o cortina. “El Lugar Santísimo era la habitación más sagrada en el templo antiguo; simbolizaba la presencia de Dios. Una vez al año, en el Día de la Expiación, el sumo sacerdote cruzaba el velo del templo y entraba al Lugar Santísimo, en el que esparcía la sangre de la ofrenda por el pecado para expiar las transgresiones de toda la congregación de Israel (véase Levítico 16). Cuando el velo del templo se “rasgó en dos” (se dividió en dos) a la muerte de Jesucristo (Mateo 27:51), eso fue un símbolo dramático de que el Salvador, el Gran Sumo Sacerdote, había pasado por el velo de la muerte y pronto entraría en la presencia de Dios [el Padre]” (New Testament Student Manual [manual del Sistema Educativo de la Iglesia, 2014], pág. 94 [00]).

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Elder Bruce R. McConkie

El élder Bruce R. McConkie, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó lo siguiente acerca de lo que significa que el velo del templo se haya rasgado: “Ya se ha sacrificado a Cristo; la ley se ha cumplido; la dispensación Mosaica muere; la plenitud del Evangelio ha venido con toda su luz y poder; y así, —para escenificarlo, de manera que todos los judíos reconocieran que el reino se les había quitado y se había dado a otros— Dios rasgó el velo del templo ‘de arriba abajo’. El Lugar Santísimo ahora está abierto para todos, y todos, por medio de la sangre expiatoria del Cordero, ahora pueden entrar en el más alto y santo de todos los lugares, ese reino en el que se encuentra la vida eterna. … Las ordenanzas efectuadas a través del velo del antiguo templo eran a semejanza de lo que Cristo habría de hacer, y que ahora habiéndolo hecho, todos los hombres se vuelven elegibles para pasar por el velo hacia la presencia del Señor para heredar una exaltación completa” (Doctrinal New Testament Commentary, 3 tomos 1965–1973, tomo 1, pág. 830; cursiva agregada).

Del hecho de que el velo del templo se haya rasgado al tiempo de la muerte de Cristo, podemos aprender que a causa de la expiación de Jesucristo, todos podemos entrar en la presencia de Dios si nos arrepentimos y guardamos nuestros convenios.

  1. Contesta las siguientes preguntas en tu diario de estudio de las Escrituras:

    1. ¿Cómo es que la expiación de Jesucristo hace posible que regresemos a la presencia de Dios?

    2. ¿Qué debemos hacer para ser dignos de morar eternamente con el Padre Celestial?

Mateo 27:52–66 brinda más información acerca de lo que sucedió después de la muerte de Jesús. Presta atención a que Mateo registró que fue “después de la resurrección de Jesús” (Mateo 27:53; cursiva agregada) que muchas de las personas rectas que habían muerto también resucitaron y se aparecieron a muchas personas en Jerusalén (véase también D. y C. 133:54–56).

Después de que Jesús murió, José de Arimatea, un discípulo rico, “pidió el cuerpo de Jesús” (Mateo 27:58; véase también Juan 19:39). El cuerpo del Salvador se envolvió en una sábana limpia y se le colocó en un sepulcro que era propiedad de José de Arimatea, y la entrada se cubrió con una gran piedra. A petición de algunos de los principales sacerdotes y fariseos, Pilato ordenó que se colocara una guardia para que vigilara el sepulcro, y se selló la piedra. De acuerdo con Mateo 27:63–64, ¿por qué deseaban eso los principales sacerdotes y fariseos?

Mateo 28

Jesucristo resucita y aparece a muchos

De acuerdo con Mateo 28:1–5, al amanecer del primer día de la semana, o domingo, María Magdalena y otra mujer llamada María fueron al sepulcro. La Traducción de José Smith, Mateo 28:2 declara que ahí vieron dos ángeles (véase Mateo 28:2, nota a al pie de página).

Después de la resurrección de Jesucristo, los miembros de la Iglesia observaron y santificaron el primer día de la semana como el día de reposo, y con el tiempo se suspendió la observancia del séptimo día como el día de reposo. El cambio de observar el último día de la semana al primero no es tan importante como lo es el concepto y el principio del día de reposo.

Lee Mateo 28:6–7 para saber lo que los ángeles dijeron a las mujeres.

En Mateo 28:8–10, 16–18, leemos que las mujeres fueron a decirle a los discípulos lo que habían visto y oído. En el camino, Jesús se les apareció, y las mujeres “abrazaron sus pies y le adoraron” (Mateo 28:9). Más tarde, cuando los discípulos hubieron obedecido las palabras de las mujeres y viajaron a Galilea, el Salvador también se les apareció a ellos. Para aprender acerca de otras apariciones de Jesús antes de Su ascensión, véase Concordancia entre los Evangelios.

Lee Mateo 28:19–20 para averiguar lo que el Salvador mandó a Sus apóstoles que hicieran. (Mateo 28:19–20 es un pasaje de dominio de las Escrituras. Si lo deseas, márcalo de alguna forma particular).

Uno principio que podemos aprender de la petición que el Salvador le hizo a Sus apóstoles es que al obtener un testimonio de Jesucristo, tenemos la responsabilidad de testificar a los demás acerca de Él.

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Dominio de las Escrituras: Mateo 28:19–20

  1. Completa las siguientes asignaciones en tu diario de estudio de las Escrituras:

    1. Enumera por lo menos tres maneras en las que podemos testificar de Jesucristo a los demás. Después selecciona una de ellas y escribe una meta acerca de cómo procurarás testificar acerca de Jesucristo a los demás.

    2. Contesta la siguiente pregunta: Considerando lo que el Salvador dijo en Mateo 28:19–20, ¿qué puedes hacer para prepararte para servir en una misión?

  2. Escribe lo siguiente en tu diario de estudio de las Escrituras al final de las asignaciones de hoy:

    He estudiado Mateo 27–28 y he terminado esta lección el (fecha).

    Otras preguntas, ideas y reflexiones que me gustaría compartir con el maestro: