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CAPÍTULO VEINTISIETE: SE ESTABLECE UN REFUGIO EN DESERET


CAPÍTULO VEINTISIETE

SE ESTABLECE UN REFUGIO EN DESERET

Cuatro días después de haber llegado al Valle del Lago Salado, Brigham Young les dijo a los pioneros que “era su intención que conociéramos cada hoyo y cada rincón desde la Bahía de San Francisco hasta la de Hudson, y que nuestra gente se ponga en contacto con cada tribu de indios que haya en toda América”1. El presidente Young dio a la región el nombre de Deseret, palabra del Libro de Mormón que significa “abeja obrera” (véase Éter 2:3). El Profeta quería que las nuevas colonias fueran como una colmena de industria. Los santos eran los únicos colonos blancos que había en la vasta extensión de la Gran Cuenca, nombre que se daba a una región que tenía aproximadamente el tamaño del estado de Texas y que estaba entre las Montañas Rocosas por el este, la Cadena de la Sierra Nevada por el oeste, la cuenca del río Columbia por el norte y el río Colorado por el sur; era relativamente una zona aislada y árida, y contaba con escasa madera y pocos animales de caza. Los santos se daban cuenta de que para establecerse allí se requería una gran fe y considerable esfuerzo, pero sabían que con la ayuda de Dios les sería posible tener éxito.

EL PRIMER AÑO EN EL VALLE DEL LAGO SALADO

En agosto de 1847, Brigham Young, los otros Apóstoles y aproximadamente cien personas más salieron del valle en dirección a Winter Quarters, Nebraska. Al mismo tiempo, había diez compañías, con un total de mil quinientos miembros, que atravesaban las planicies en camino al valle. Hubo gran regocijo cuando los líderes de la Iglesia se encontraron con esas compañías en el oeste de lo que actualmente es el estado de Wyoming. Después de disfrutar una comida juntos, el grupo del presidente Young continuó su viaje al este mientras que las otras compañías seguían hacia el oeste, y llegaron al Valle del Lago Salado en los meses de septiembre y octubre.

La travesía de las llanuras fue muy penosa para aquellos miembros que viajaban con toda su familia. Muchos no pudieron soportar la ardua jornada y murieron en las planicies. Jedediah M. Grant, miembro del Primer Quórum de los Setenta y capitán de la tercera compañía, perdió a su esposa, Caroline, y a la niñita de ambos, de nombre Margaret, que, como muchos otros, contrajo el cólera en la región del río Sweetwater; la madre murió cuatro días después de la niña y, antes de morir, pidió que las enterraran en el valle; pero el hermano Grant se vio obligado a dejar a su hijita en una tumba muy superficial y continuar hacia el valle, en donde enterró a la esposa. Después, él y su amigo Joseph Bates Noble volvieron a las planicies de Wyoming a buscar el cadáver de Margaret; pero, lamentablemente, los lobos la habían encontrado primero.

Sin embargo, antes de llegar al lugar, el Espíritu de Dios ya había consolado al élder Grant, que le confió lo siguiente a su amigo: “Bates, Dios me lo ha hecho saber: el gozo del Paraíso donde mi esposa y mi hijita están juntas, descansa sobre mí esta noche. Por algún propósito sabio, ellas han sido liberadas de las luchas terrenales en las que tú y yo todavía estamos hundidos; y están mucho, mucho más felices de lo que nosotros podemos llegar a estar aquí”. Los dos amigos regresaron a Salt Lake tristes de no haber podido cumplir la promesa2.

Varios años después, se le permitió al hermano Grant ver una visión de su esposa e hija en el mundo de los espíritus. Poco antes de morir, el presidente Heber C. Kimball le dio una bendición, y en esa oportunidad el élder Grant relató una visión que había tenido: “Vio a los justos reunidos en el mundo de los espíritus, y no había entre ellos ningún espíritu inicuo. Vio a su esposa, que fue la primera persona que se le acercó; vio a muchos conocidos, pero no tuvo conversación con nadie excepto con Caroline, su esposa. Ella se acercó, y él dijo que se veía muy hermosa y que llevaba en los brazos a la niñita de ambos, la que había muerto en las planicies, y le dijo: ‘Jedediah, aquí está la pequeña Margaret. Tú sabes que los lobos comieron su cuerpo, pero, como ves, no le hicieron daño; acá la ves, y está bien’ ”3.

Charles C. Rich y John Young organizaron en el Valle del Lago Salado un sumo consejo municipal similar al que se había creado el año anterior en Winter Quarters. Con la dirección de dicho consejo, se agregaron al fuerte dos manzanas de unas 4 hectáreas de superficie cada una, se construyeron 450 cabañas de troncos, se terminó un muro de adobe que rodeaba el fuerte, se levantó una cerca alrededor de la ciudad para evitar que pasara el ganado, y se construyeron varios caminos y puentes. El “campo grande”, que tenía unas 2.077 hectáreas de superficie, se dedicó al cultivo, y aproximadamente 353 hectáreas se sembraron de una variedad de trigo resistente al frío. Cuando el capitán James Brown llegó de California con unos cinco mil dólares provenientes de los sueldos que ganaban los soldados del Batallón Mormón, el consejo nombró a un grupo para que tomara parte de ese dinero y fuera al sur de California con el fin de adquirir vacas, mulas, trigo y una cantidad de semillas variadas; también aprobó el empleo de mil novecientos cincuenta dólares para comprarle el campo y la tienda a Miles Goodyear, que estaban sobre el río Weber, a unos cincuenta y seis kilómetros al norte de Salt Lake, eliminando así un posible obstáculo para colonizar esa vasta zona llena de promesa4.

Los santos no estaban solos; también había en el valle unos cuantos de los aproximadamente doce mil nativos que habitaban la Gran Cuenca en 1847. En el otoño, un grupo de indios “ute” fueron al fuerte, y uno de ellos ofreció en venta dos niños indios que habían capturado durante un asalto; al notar la desaprobación con que fue recibida su oferta, el indio amenazó matar a los niños, y, efectivamente, mató a uno de ellos cuando otra vez rehusaron comprarlos; viendo esto, Charles Decker, que era cuñado de Brigham Young, compró al que quedaba, una niña, y se la regaló a su hermana, Lucy Decker Young, para que la criara. La nombraron Sally, la criaron, y años después era la jefa de las cocineras en la “Casa de la Colmena” [de Brigham Young]; más tarde se casó con el jefe de la tribu india “pauvant ute” llamado Kanosh5.

El primer invierno que pasaron en el valle fue leve, pero aun así tenían que enfrentar muchos inconvenientes en el Fuerte Viejo, entre ellos, los lobos, los zorros y otros animales salvajes que molestaban y asustaban a la gente con sus aullidos y ataques. Una noche, Lorenzo Dow Young puso estricnina en los alrededores, y al día siguiente encontró catorce lobos blancos muertos. Otra de las grandes molestias eran los ratones que pululaban por todos lados; para matarlos, inventaron un tipo de trampa que consistía en un recipiente con agua hasta la mitad, en el que ponían una tabla inclinada con los extremos inclinados que engrasaban y equilibraban sobre el borde del recipiente; cuando el ratón corría por la tabla para lamer la grasa, se resbalaba dentro y se ahogaba. Una de las posesiones más valiosas que tenían en el fuerte era un gato.

En los meses de marzo y abril cayeron en el valle pesadas nevadas y lluvias primaverales, las cuales, lamentablemente, los nuevos colonos no habían previsto; las casas tenían techos de barro y paja que se ablandaron con el agua y empezaron a gotear profusamente; para evitar que los alimentos se mojaran, los amontonaban en medio del cuarto y los cubrían con pieles de búfalo que habían comprado a los indios. “No era raro ver a una hermana llevando un paraguas abierto mientras realizaba las tareas de la casa. Cuando el tiempo mejoró, todo el fuerte presentaba un aspecto ridículo pues, en cualquier dirección que se mirara, se veía ropa de cama y prendas de vestir de todos tipos colgadas a secar”6.

En la primavera de 1848 las provisiones empezaron a escasear; muchos miembros no tenían zapatos ni ropa adecuados, por lo que hicieron mocasines y prendas de vestir con pieles de animales. Hubo que racionar los alimentos, y se limitó la cantidad de harina por persona a menos de un cuarto kilo por día; aparte de eso comían cuervos, cardos, corteza de árboles, raíces y bulbos del lirio sego, una especie de lirio silvestre que crece en esa región del oeste de los Estados Unidos7.

Priddy Meeks describió gráficamente sus intentos de hallar algo para comer, diciendo: “[Mi] familia pasó varios meses sin tener una comida satisfactoria de alimentos apropiados. Yo me iba a veces un kilómetro y medio por la orilla del río Jordán hasta una parte donde había rosas silvestres, a comer las bayas, que devoraba como un cerdo, tallos y todo. A veces mataba halcones y cuervos, y ésos eran buenos para comer. Y hasta me iba a los lodazales para ver si encontraba ganado muerto [atascado] del que sacaba toda la carne que podía y me la comía. Comíamos también carne de lobo, que a mí me gustaba. Me hice unas azadas de madera para escarbar los [bulbos de] lirios silvestres; pero no conseguíamos lo que nos hacía falta para alimentarnos”. Se esforzaba particularmente por arrancar raíces de cardo: “Me llevaba una pala y una bolsa, y me iba al salir el sol, creo que como nueve kilómetros, hasta donde estaban las raíces de cardos; para el momento de volver a casa, tenía una bolsa llena. Las comíamos crudas. Yo escarbaba y escarbaba hasta perder las fuerzas, entonces me sentaba, me comía una raíz, y empezaba de nuevo”8.

Por esas condiciones tan difíciles, era natural que los pioneros esperaran con expectativa la época de recoger las cosechas; pero las heladas tardías de la primavera dañaron gran parte del trigo y de las hortalizas; después, una sequía que hubo durante los meses de mayo y junio [principios de verano] estropeó más las cosechas. Y el golpe final fue cuando enormes nubes de grillos bajaron de las colinas y empezaron a devorar lo que quedaba. Hombres, mujeres y niños salieron para combatir la plaga, armados de varas, palas y escobas; trataron de ahuyentarlos con el fuego y hasta hicieron fosos para ahogarlos, pero todo fue inútil y parecía imposible detener la destrucción. Durante casi dos semanas estuvieron luchando y orando para suplicar ayuda. El fracaso de la cosecha significaba un desastre para la colonia que ya se había establecido y la inanición para los dos mil o más miembros que se preparaban para inmigrar ese año.

Por fin, un domingo en que Charles C. Rich estaba predicando, comenzaron a llegar bandadas de gaviotas procedentes del Gran Lago Salado y a devorar a los insectos. “Se comían los grillos y después los vomitaban e iban y se llenaban otra vez, y volvían a vomitarlos”, escribió Priddy Meeks. Las gaviotas continuaron atacando a los grillos durante más de dos semanas, hasta eliminarlos casi a todos. El hermano Meeks comentó: “Ese hecho nos hizo cambiar de ánimo considerable y positivamente9. Se salvó gran parte de la cosecha. Actualmente, la gaviota es el pájaro del estado de Utah y en la Manzana del Templo se levanta un monumento a las gaviotas.

Los santos cuidaron lo que restaba de las plantas durante todo el verano y el 10 de agosto realizaron una “fiesta de la cosecha”. Parley P. Pratt la describió así: “Grandes gavillas de trigo, centeno, cebada, avena y otros productos estaban sobre postes, en exhibición al público; y abundaban las oraciones y la gratitud, las felicitaciones, las canciones, los discursos, la música, la danza, las caras sonrientes y los corazones felices. En pocas palabras, fue un hermoso día para la gente de estos valles, para que guardaran largo tiempo en la memoria aquellos que sufrieron y esperaron ansiosamente los resultados del esfuerzo por levantar una cosecha en estos desiertos internos de Norteamérica y por lograr que estas desconocidas soledades florecieran como la rosa”10.

Por otra parte, los colonos aguardaban con gran expectativa el regreso de sus hermanos, incluso Brigham Young y otros líderes, que por fin llegaron en septiembre. Antes de que se terminara el año 1848, ya había en el valle casi tres mil miembros de la Iglesia, entre los cuales estaban los integrantes del Batallón Mormón que habían regresado; aproximadamente una cuarta parte de los exiliados de Nauvoo habían llegado ya a su nuevo refugio en el Oeste. Una vez en Deseret, en su segundo viaje, Brigham Young escribió con entusiasmo a los que habían quedado en Iowa diciendo que los santos habían encontrado, sin duda, “un refugio de tranquilidad, un lugar para nuestras almas, un lugar donde podemos morar a salvo”. Por supuesto, esas eran buenas nuevas para los santos errantes, que se habían visto expulsados de su hogar más de una vez. También afirmaba que podrían “edificar una vez más un templo al honor y la gloria del nombre de Dios”11.

DESERET, UN ESTADO PROVISIONAL

El primer año que pasaron en el valle, el sumo consejo decretó leyes, recaudó impuestos, distribuyó tierras, concedió derechos para el uso del agua y de la madera, delineó un cementerio y tomó decisiones en cuanto a las multas y los castigos por ofensas criminales. En el otoño de 1848, cuando llegó la Primera Presidencia, las responsabilidades civiles de la progresista comunidad recayeron sobre un consejo general formado por unos cincuenta poseedores del sacerdocio y presidido por la Primera Presidencia, que se reunía todas las semanas en la casa de Heber C. Kimball. No había separación de la iglesia y el estado porque los Santos de los Últimos Días consideraban que todos los asuntos del Reino de Dios estaban unidos, ya fueran espirituales, económicos o políticos.

El gobierno provisional continuó planeando la ciudad que se expandía cada vez más; bajo la dirección de Brigham Young y Heber C. Kimball, durante todo el otoño y el invierno de 1848 se continuó adjudicando solares a los solicitantes que estuvieran en condiciones de cuidar una propiedad. La ciudad se dividió en diecinueve barrios, cada uno de nueve manzanas de superficie, y se puso un obispo a cargo de cada barrio; con la supervisión de los obispos, se levantaron cercos, se excavó una red de canales de irrigación y a las orillas de éstos se plantaron árboles.

En ese otoño, se ideó también un plan de distribución de tierras para granjas que seguía el concepto del presidente Young de que los primeros colonos no tenían derecho de monopolizar la tierra, sino que ésta debía explotarse al máximo de su producción por el bien de toda la comunidad; no se iban a permitir derechos de propiedad privada sobre el agua ni sobre la madera, recursos naturales de extrema importancia para todo el grupo social. Dirigidos por los obispos, los trabajadores se pusieron a construir sistemas de irrigación y abrir caminos hacia los cañones (desfiladeros); a su vez, las familias adquirieron el derecho al uso del agua y la madera, en proporción con la labor dedicada a la construcción y el mantenimiento de esos sistemas. Los líderes del sacerdocio mediaban en cualquier desacuerdo que surgiera sobre el empleo de las tierras o de los recursos naturales. A pesar de que existía cooperación entre los vecinos en la utilización de la tierra, el agua y la madera, poco a poco fueron surgiendo empresas privadas que regularon el uso de esos recursos.

Hubo cooperación también en la construcción de obras públicas. Daniel H. Wells fue nombrado para encargarse de ese departamento, que de inmediato comenzó a construir un muro alrededor de la Manzana del Templo, un edificio para recibir los diezmos, la Casa del Consejo (que se utilizaba para reuniones públicas y gubernamentales), un edificio pequeño de adobe para oficina de la Iglesia, una casa de baños públicos al norte de la ciudad, donde estaban las aguas termales, una armería y una enramada en la Manzana del Templo para las reuniones generales; combinando mano de obra pública y privada se construyeron, además, un establecimiento de curtiduría, molinos de grano, aserraderos y un taller de fundición12.

El primer medio de intercambio monetario en el valle lo proveyó el oro en polvo, por valor de miles de dólares, que llevaron de California los miembros del Batallón Mormón que habían tomado parte en el descubrimiento de oro, cerca de Sacramento; más adelante, la Primera Presidencia mandó un grupo de hombres a California en una “misión del oro”, para que consiguieran más del metal precioso con el fin de mejorar la economía de Deseret. Con el oro en polvo se acuñaron monedas; y también se utilizó el papel moneda, hecho con el respaldo del oro que la Iglesia poseía13.

Al terminar la guerra con México y firmarse el Tratado de Guadalupe Hidalgo, el 2 de febrero de 1848, la nueva colonia fundada por los miembros pasó a formar parte de la Unión de estados; el tratado entregaba a los Estados Unidos todo el territorio que en la actualidad comprende los estados de California, Nevada, Utah, la mayor parte de Nuevo México y Arizona, y porciones de Wyoming y Colorado. Cuando los líderes de la Iglesia se enteraron de que su colonia había pasado a ser parte de los Estados Unidos, empezaron a hacer planes de que llegara a ser un estado. A principios de 1849, el consejo general estableció oficialmente el estado de Deseret, con Brigham Young como gobernador, Willard Richards como secretario de estado, Heber C. Kimball como juez principal, Newel K. Whitney y John Taylor como jueces adjuntos y Daniel H. Wells como fiscal general.

El estado provisional de Deseret fue el gobierno civil de la Gran Cuenca durante dos años; creó condados, otorgó derechos para el uso de los recursos naturales, reglamentó el trueque y el comercio, estableció la Legión de Nauvoo como milicia oficial del estado y cumplió todas las funciones de un gobierno regular14. La “legislatura del estado” se componía de hombres elegidos por Brigham Young y ratificados por los votantes. Este gobierno se desenvolvió en forma admirable y capaz hasta que el Congreso de los Estados Unidos estableció formalmente el Territorio de Utah en septiembre de 1850.

“AQUÍ NOS QUEDAREMOS”

Aun cuando los miembros de la Iglesia contaban con un buen gobierno, tuvieron que enfrentar varios problemas para establecer Deseret como refugio fuerte y permanente. En contraste con el primer invierno, el de 1848 a 1849 fue muy riguroso y creó serias dificultades para la gente; las nevadas fueron muy frecuentes y el suelo permaneció cubierto de nieve durante todo el invierno, lo que hizo imposible que hubiera suficiente alimento para el ganado; la profundidad de la nieve en las montañas hacía que fuera difícil juntar leña, y los vientos fuertes y extremadamente fríos causaron grandes penurias a los colonos15.

Los alimentos eran tan escasos que la gente se vio obligada a comer lobos, halcones, cuervos, perros y algunos animales que encontraba ya muertos. El consejo promovió un concurso para eliminar “a las bestias destructoras” que hacían disminuir las pocas provisiones que les quedaban; muchos animales salvajes se mataron en esa cacería. Las autoridades instituyeron también un sistema de racionamiento voluntario y de almacenamiento para la comunidad, y a los que tuvieran algún sobrante se les pidió que lo entregaran al obispo para repartirlo entre los necesitados.

Los rigores del invierno, el hambre prevaleciente, la magra cosecha del año anterior y el atractivo de lo que se llamaba “la fiebre de California” sembraron el descontento, y algunos colonos cargaron sus carromatos y se prepararon para irse al llegar la primavera. En medio de esos tiempos difíciles, el presidente Heber C. Kimball se sintió inspirado a profetizar lo siguiente: “No os preocupéis, compañeros, dentro de un año habrá abundancia de ropa y de todo lo que podamos necesitar a precios más bajos de los que se pagan en Saint Louis [Misuri]”16.

El presidente Brigham Young también animó a los miembros, diciéndoles: “Dios ha elegido este lugar para el recogimiento de Sus santos, y estaréis mucho mejor aquí que si os vais a las minas de oro… De las brasas nos han arrojado en mitad de las llamas, y del fuego nos han lanzado al medio del piso, y aquí estamos, y aquí nos quedaremos… A medida que los santos se congreguen acá y se fortalezcan para poseer la tierra, Dios moderará el clima; y en este lugar levantaremos una ciudad y un templo al Altísimo. Extenderemos nuestras colonias hacia este y el oeste, hacia el norte y el sur; edificaremos cientos de pueblos y ciudades, y miles de los santos vendrán a congregarse de todas las naciones de la tierra… Tenemos el mejor clima, la mejor agua, el aire más puro que puedan encontrarse sobre la tierra; no hay clima más saludable en ninguna otra parte. Con respecto al oro y la plata y a los buenos minerales del suelo, no hay otro país que se pueda comparar con éste en riqueza; pero, dejémoslos donde están, dejemos que otros los busquen; nosotros nos dedicaremos a cultivar la tierra”17.

La mayoría de los miembros permanecieron leales a la causa y sembraron los campos. Al llegar el verano, los profetas de Dios se vieron reivindicados: el Señor moderó los elementos ese año y hubo una cosecha muy abundante, suficiente para alimentar a los casi cinco mil habitantes del valle más los mil cuatrocientos inmigrantes que llegaron durante el verano. Por otra parte, en los años de 1849 y 1850, se calcula que pasaron por Salt Lake City entre diez y quince mil buscadores de oro, lo cual fue de extraordinario beneficio económico para los santos; al llegar al valle, las compañías de comercio que se habían organizado para llevar provisiones a California se enteraron de que allá el mercado ya contaba con alimentos, ropa, herramientas y otros implementos que se habían transportado en barco; al saberlo, decidieron vender a los miembros lo que llevaban, a precios desvalorizados, en lugar de arriesgarse a perder aún más en California. Las caravanas que pasaban por el valle necesitaban reparaciones en los carromatos y reponer a veces los animales de tiro, y, de ese modo, empleaban los servicios de los herreros, los conductores de carretas, las lavanderas y los molineros mormones; además, los miembros de la Iglesia habían puesto balsas para cruzar los ríos North Platte, Green y Bear, y las caravanas en viaje a California utilizaban esos servicios también18.

Desde Salt Lake salían carretas vacías con el fin de recoger todo artículo de valor que los buscadores de oro hubieran descartado en el camino para alivianar su carga y llegar más rápidamente a las minas de oro de California. John D. Lee pasó varios días buscando un fogón conveniente para su familia. Al fin “encontró uno que le gustó, una hermosa cocina marca Premium Nº 3, que le habría costado más de cincuenta dólares si la hubiera comprado. En el camino de regreso llenó la carreta con pólvora y balas, utensilios de cocina, tabaco, clavos, herramientas, tocino, café, azúcar, baúles de ropa, hachas y arreos”19. Así vemos que, con la famosa fiebre del oro de 1849, se cumplieron las profecías de Brigham Young y Heber C. Kimball lo cual ayudó directamente a los santos a subsistir en el Valle del Lago Salado.

LAS PRIMERAS EXPLORACIONES Y COLONIZACIONES

Aunque la labor mayor de los miembros durante los dos primeros años que pasaron en Deseret fue establecer una base de operaciones, los líderes de la Iglesia empezaron a buscar otras localidades para colonizar; se enviaron partidas de exploración con el fin de determinar cuáles eran los recursos naturales de las diversas regiones, especialmente la disponibilidad de agua, la fertilidad del suelo, la cantidad de madera y otros materiales de construcción, la altitud de las montañas de los alrededores y los depósitos de minerales20.

En julio y agosto de 1847, salieron hombres de la primera compañía de pioneros a explorar el sur del Valle del Lago Salado, hacia el norte por el río Bear y hacia el este hasta el valle de Cache. En el otoño de 1847, grupos de mormones recorrieron dos rutas hacia California. El capitán James Brown acompañó a Samuel Brannan, por la ruta norte, de regreso a su colonia en San Francisco. Jefferson Hunt, capitán superior del Batallón Mormón, dirigió a un grupo de dieciocho hombres hasta el sur de California para adquirir ganado y otros artículos necesarios; pudo llegar al “Rancho Chino” siguiendo la Vieja Ruta Española, pero los integrantes de su grupo se vieron obligados a comer algunos de los caballos para poder sobrevivir.

En diciembre de 1847, Parley P. Pratt dirigió una partida de exploración que fue al sur, hasta el lago Utah, de agua dulce; allí se embarcaron en un bote, pescaron con redes y exploraron el lago y el valle de Utah durante dos días; luego, regresaron a través de las montañas Oquirrh, que están al oeste del Valle del Lago Salado; en esa expedición de una semana exploraron los valles de Cedar y Tooele y el extremo sur del Gran Lago Salado.

En el primer año de estadía de los pioneros, se establecieron pequeñas poblaciones en el sur del valle y también en la parte norte, en lo que después fueron los condados de Davis y Weber. Uno de esos pueblecitos, Brownsville, nombrado así en honor de James Brown, ha llegado a ser la segunda ciudad en tamaño del estado de Utah, a la que después se puso el nombre de Ogden en honor de Peter Skeen Odgen, un traficante de pieles [uno de los primeros hombres blancos que llegó a la región del Gran Lago Salado]. Otros colonos se unieron a la familia Brown para establecer la población, y cultivaron con éxito trigo, maíz, repollo, nabo, papa y sandía, con semillas llevadas de California; tenían también veinticinco vacas lecheras y fueron los primeros mormones de la región que hicieron queso. Esos productos ayudaron a los hermanos del Valle del Lago Salado a sobrevivir el período de escasez que sufrieron de 1848 a 1849. En 1849 Brigham Young visitó la próspera colonia que crecía rápidamente y luego envió a Lorin Farr para que se encargara de todos los asuntos religiosos y civiles allí. El presidente Farr fue el primer alcalde de Ogden y primer presidente de la Estaca Weber, cargos que desempeñó al mismo tiempo durante los veinte años siguientes.

El hermoso y fértil valle de Utah —llamado así por los indios “utes” que lo habitaban—, que estaba al sur del Valle del Lago Salado, era otro lugar apropiado para establecerse. Los líderes de la Iglesia se propusieron al principio utilizarlo como región ganadera y para proveer de pescado a los miembros de Salt Lake City, pero las posibilidades de problemas con los indios los llevaron a establecer una colonia fortificada y permanente allí. El 1º de abril de 1849 llegaron al río Provo treinta y tres familias, con un total de aproximadamente ciento cincuenta personas; John S. Higbee era el presidente de esa compañía. A unos dos kilómetros y medio del lago Utah levantaron el Fuerte Utah y empezaron a cultivar las fértiles tierras que había junto al río. En septiembre llegó Brigham Young a visitar el lugar y recomendó que movieran el pueblo a las tierras más altas que estaban hacia el este.

Esa nueva localidad llegó a formar el núcleo de lo que hoy es la ciudad de Provo. En el transcurso del invierno de 1848 a 1849, los indios “utes” amenazaron empezar una guerra con los colonos y fue necesario llamar a la Legión de Nauvoo para proteger a la gente de Provo; en una batalla que duró dos días murieron cuarenta indios y un colono, y muchos más resultaron heridos21. Ese enfrentamiento puso fin a la resistencia de los indios en el Valle de Utah y abrió la posibilidad de que se establecieran otras colonias en 1850 y 185122, entre ellas Lehi, Alpine, American Fork, Pleasant Grove, Springville, Spanish Fork, Salem, Santaquin y Payson. Esas poblaciones estaban ordenadas de tal forma que podían utilizar todas las corrientes de agua provenientes de la montaña, y que las granjas y los campos de pastoreo que las rodeaban lindaban entre sí de modo que todos los vecinos podían juntarse rápidamente en caso de peligro. En Provo se estableció el centro de la estaca y la sede del condado.

El Valle de Tooele, al oeste del Valle del Lago Salado, fue colonizado en 1849. Y en noviembre de ese año, Isaac Morley, uno de los primeros conversos a la Iglesia en Ohio, llevó doscientos veinticinco colonos al Valle de Sanpete, a unos 160 km al sur de Salt Lake City. Donde ahora se levanta el Templo de Manti, Utah, pasaron un invierno muy riguroso y difícil, viviendo en cuevas excavadas en la colina. Al año siguiente, el élder Morley y sus colegas establecieron buenas relaciones con el cacique “ute” Wakara y su tribu, que los habían invitado a vivir cerca de ellos23.

El 23 de noviembre de 1849 se formó una compañía de exploración compuesta por cincuenta hombres, dirigida por Parley P. Pratt, con el propósito de buscar localidades para otras colonias al sur del Valle del Lago Salado; a los cuatro días, llegaron a visitar la floreciente colonia de Provo, en la que se habían levantado ya cincuenta y siete casas de troncos. La compañía hizo detalladas observaciones en su viaje de exploración. De Provo siguieron hacia el sur, pasando por los valles de Juab y Sanpete, y llegaron a Manti apenas doce días después que los colonos habían empezado a establecerse allí. El 10 de diciembre, mientras estaban junto al río Sevier, a unos 320 km de Salt Lake City, el termómetro que llevaban marcó 29º C (centígrados) bajo cero. Después de recorrer otros ciento sesenta kilómetros, parte del grupo cruzó el límite de la Gran Cuenca y se encontró en la región de Utah que se llegaría a conocer con el nombre de Dixie; entonces notaron un marcado cambio en el clima y la topografía. El día de Año Nuevo llegaron al lugar donde hoy se levanta la ciudad de Saint George.

Los guías indios y algunos habitantes les informaron que la tierra que había hacia el sur era desolada e inhóspita, así que decidieron volver al norte. Regresaron atravesando Mountain Meadows y el Valle de Pahvant, y una espesa nevada los obligó a detenerse en el lugar llamado Chalk Creek (donde actualmente está la ciudad de Fillmore); allí se resolvió que parte del grupo siguiera adelante hasta Provo, mientras que los demás se quedaran en el lugar hasta la primavera; esa decisión se basaba en el hecho de que sólo tenían provisiones para que la mitad de la compañía subsistiera durante el invierno. Una mañana, los hermanos del grupo que siguió avanzando se despertaron totalmente cubiertos por la nieve que había caído la noche anterior; el élder Pratt se levantó y les gritó a sus compañeros dormidos. “Hice resonar la voz como una trompeta, y les mandé que se levantaran; súbitamente, hubo unas sacudidas entre las pilas de nieve, se abrieron los sepulcros, ¡y todos salieron! Le pusimos al lugar el nombre de ‘Campamento de la Resurrección’ ”24.

EL RECOGIMIENTO EN SIÓN

Durante ese primer período de exploración y colonización, la Primera Presidencia hizo planes de congregar a los demás santos que se hallaban cerca del río Misuri, en los campamentos de Iowa, la mayoría de los cuales eran muy pobres.

En 1848 la Primera Presidencia dejó a Orson Hyde en Kanesville, Iowa, encargado del futuro de los miembros. Para entonces, se habían formado en el condado de Pottawattomie unas treinta comunidades en las que prosperó la agricultura, los artesanos perfeccionaron sus habilidades y se estableció la enseñanza escolar; en 1849 el élder Hyde fundó un periódico, el Frontier Guardian, y publicó unos cien números hasta 1852, cuando lo llamaron para ir a Utah; el periódico mantenía informados a los miembros de Iowa y otros puntos del Este en cuanto al progreso del Reino de Dios.

Kanesville, que era la más grande de las poblaciones mormonas en Iowa, era el lugar donde los miembros se preparaban para atravesar las planicies. Muy cerca de allí había tres transbordadores que la Iglesia tenía en el río Misuri, los que también fueron utilizados por otros ciento cuarenta mil emigrantes que iban hacia Oregón y California. Uno de los acontecimientos más felices que tuvo lugar en Kanesville fue el regreso de Oliver Cowdery, en octubre de 1848. El 12 de noviembre de ese año el hermano Cowdery fue bautizado otra vez; lamentablemente, enfermó durante una visita que hizo a la familia de su esposa en Richmond, Misuri, y murió el 3 de marzo de 1850, en la casa de su cuñado, David Whitmer, antes de haber tenido la oportunidad de congregarse con los santos en el Valle del Lago Salado.

La excelente cosecha de 1849 y la prosperidad económica producida por los buscadores de oro crearon en la Iglesia un optimismo y una confianza que le permitió emprender el esfuerzo de reunir en el valle a los diez mil miembros que todavía se hallaban en Misuri, a los varios cientos que había en ramas de la Iglesia esparcidas por los estados del Este y a los treinta mil que estaban en Inglaterra. En el otoño de 1849, las Autoridades Generales fundaron el Fondo Perpetuo para la Emigración cuyo propósito era solicitar donaciones en Deseret y utilizar ese dinero para comprar los suministros para los santos pobres que estaban en los campamentos de Iowa; cuando estos inmigrantes llegaban al Valle del Lago Salado, se esperaba que trabajaran en obras públicas o pagaran la deuda al fondo para mantenerlo “perpetuo”. Este fondo empezó a brindar ayuda a los miembros de Europa tan pronto como los santos exiliados de Nauvoo estuvieron en camino al Oeste.

Ese primer otoño se juntaron unos seis mil dólares y se nombró agente al obispo Edward Hunter para que fuera a Iowa a comprar carromatos y carretas, ganado y provisiones con el fin de equipar a los santos para congregarse en Sión. En 1850 emigraron a Deseret unas dos mil quinientas personas, y en 1851 se ayudó a otras tantas a hacer el viaje; todavía quedaban unos ocho mil miembros en Iowa, incluso los que habían llegado procedentes de los estados del Este, bajo la dirección del élder Wilford Woodruff, y miles de santos británicos que sólo habían podido llegar hasta allí25.

En el otoño de 1851 se nombró a los élderes Ezra T. Benson y Jedediah M. Grant para ayudar a Orson Hyde evacuar en 1852 a los santos que estaban en los campamentos. Alos que se quedaron, la Primera Presidencia les envió una carta de exhortación:

“¿Qué estáis esperando? ¿Tenéis una buena excusa para no venir? ¡No! Tenéis todos, en unión, una oportunidad mucho mejor que la que tuvimos nosotros cuando salimos como pioneros a buscar este lugar; tenéis mejores yuntas de animales, y más cantidad; tenéis alimentos tan buenos, y más que nosotros; tenéis la misma fuerza natural…

“…Por lo tanto, deseamos que evacuéis Pottawattamie, y todos los estados, y que el próximo otoño estéis con nosotros, oh santos del Altísimo”26.

Por consiguiente, la mayoría de los miembros vendieron sus tierras y propiedades de Iowa a otros colonos, y en 1852 emigraron a la Gran Cuenca veintiuna compañías, compuestas de unos sesenta carromatos cada una; en la región del río Misuri sólo quedó un pequeño grupo con el fin de ayudar a los futuros emigrantes27.

LA EXPANSIÓN HACIA OTROS PAÍSES

Al mismo tiempo que la Primera Presidencia se interesaba particularmente en el recogimiento de Israel, también prestó atención especial a la prédica del Evangelio de Jesucristo en las naciones de la tierra. La responsabilidad de esta formidable empresa recaía sobre el Quórum de los Doce Apóstoles. En febrero de 1849 se llenaron cuatro vacantes que habían quedado en el quórum debido a la organización de la Primera Presidencia y a la apostasía de Lyman Wight, llamando a Charles C. Rich, Lorenzo Snow, Erastus Snow y Franklin D. Richards a ocupar esos puestos. Se asignó a muchos de los Apóstoles y a varios élderes la tarea de llevar el mensaje del Evangelio a las naciones de la tierra: John Taylor fue a Francia y Alemania; Lorenzo Snow fue a Italia, y Erastus Snow a los países escandinavos; cada uno de ellos iba acompañado de varios misioneros.

En la conferencia general de octubre de 1849, Franklin D. Richards y otros fueron llamados a la Misión de Inglaterra; el élder Richards iba de presidente de la misión, como sucesor de Orson Pratt. La obra misional en Gran Bretaña había continuado con mucho éxito desde la breve misión de Parley P. Pratt, Orson Hyde y John Taylor en los años 1846 y 1847. Después, Orson Spencer y luego Orson Pratt presidieron la misión. Entre 1847 y 1850 hubo miles de conversos que se unieron a la Iglesia. El élder Pratt supervisó también la inmigración de más de tres mil personas a Kanesville, Iowa, utilizando por primera vez en Inglaterra el Fondo Perpetuo para la Emigración.

El 1º de enero de 1851, Franklin D. Richards reemplazó oficialmente a Orson Pratt como Presidente de la Misión de Inglaterra. En los diecisiete meses siguientes, bajo su apta dirección, hubo miles de personas más que se convirtieron a la Iglesia y continuó inalterable el plan de recogimiento de los santos en Sión. Tanto Orson Pratt como Franklin D. Richards publicaron numerosos folletos para ayudar a los misioneros en su prédica. De todas esas publicaciones, la más importante fue una compilación de varias revelaciones y de libros de Escrituras que había traducido el profeta José Smith y que los santos ingleses todavía no habían tenido la oportunidad de ver; el élder Richards le puso a esa publicación el apropiado título de Perla de Gran Precio. El pequeño tomo, publicado por primera vez en 1851, fue el fundamento del libro de Escrituras que en 1880 la Iglesia declaró una de las obras canónicas. Es evidente que los miembros de Gran Bretaña contribuyeron grandemente a la fortaleza de la Iglesia. De los miles de personas que en el siglo diecinueve se congregaron en Sión, en las Montañas Rocosas, más de la mitad provenían de Gran Bretaña.

Otros de los Apóstoles llevaron el Evangelio a la Europa continental. En 1849 y 1850, John Taylor dirigió la primera obra misional que se llevó a cabo en Francia y Alemania; las revoluciones que tuvieron lugar en Europa en 1848 causaron tanta agitación que el élder Taylor y sus compañeros tuvieron muy poco éxito en cualquiera de los dos países, pero se publicó el Libro de Mormón en francés y en alemán y se estableció una rama de la Iglesia en Hamburgo, Alemania; por unos cuantos años continuó haciéndose de vez en cuando la obra misional en ese país.

El élder Lorenzo Snow, a quien se había mandado llevar el Evangelio a Italia, llegó en junio de 1850 a la región del Piamonte con dos compañeros, Joseph Toronto, que era italiano, y T.B.H. Stenhouse, un converso británico; los misioneros tuvieron algo de éxito entre el grupo protestante de los valdenses, pero fracasaron con la mayoría de la población, que era católica. Lorenzo Snow hizo arreglos para que se tradujera el Libro de Mormón al italiano y mandó los primeros misioneros a Malta y a India. En diciembre de 1850, el élder Stenhouse llevó el mensaje a Suiza, y en febrero de 1851 el élder Snow dedicó esa tierra para la prédica del Evangelio; la obra progresó allí lenta pero continuamente en la década de los 50, y, al cabo de un tiempo, Suiza llegó a ser la tercera misión más fructífera de la Iglesia en Europa, después de Inglaterra y Dinamarca.

La labor de llevar el Evangelio a Dinamarca fue responsabilidad del élder Erastus Snow, uno de los Doce Apóstoles, que llegó al país en 1850 e inmediatamente empezó a tener éxito debido a la garantía total de libertad religiosa que ofrecía la constitución. Entre los muchos conversos, el élder Snow eligió a ciento cincuenta misioneros daneses que se encargaron de diseminar el mensaje del Evangelio en su tierra. De allí, la obra se extendió rápidamente a Noruega, Suecia e Islandia; aun cuando en estos países no hubo tantos conversos como en Dinamarca, Escandinavia aportó miles de miembros al gran recogimiento que hubo en Sión durante los siguientes cincuenta años.

En ese período de renovado celo misionero internacional, se hicieron muchos intentos valientes de llevar el Evangelio también a otras regiones de la tierra; pero éstos tuvieron poco éxito. Se le asignó a Parley P. Pratt la responsabilidad de estar a la cabeza de la Misión del Pacífico y de enviar misioneros a China, Hawai, Australia y Nueva Zelanda. Además, en 1851 fue a Chile, pero una revolución puso fin a sus esfuerzos. En China, la rebelión del movimiento político y religioso “Taiping” impidió la labor de Hosea Stout. La obra en Australia y Nueva Zelanda produjo algunos resultados, y en la década de 1850 llegaron a Salt Lake City algunos emigrantes procedentes de esos países.

En las islas del Pacífico, el éxito mayor fue el de la Misión Hawaiana, que se abrió en 1850. George Q. Cannon recibió la impresión de llevar el Evangelio a los nativos isleños, en lugar de enseñarlo solamente a los europeos y estadounidenses que vivían allí. Aprendió el hawaiano, y él y los hermanos que lo acompañaban encontraron miles de almas preparadas para aceptar el Evangelio.

En los primeros años que siguieron al establecimiento en 1847 de un refugio en el Oeste, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, bajo una dirección inspirada, llevó a cabo una obra extraordinaria: la conquista de un desierto, el establecimiento de una serie de colonias, el recogimiento en Deseret de miles de refugiados y la valiente prédica del Evangelio a muchas naciones de la tierra.

NOTAS

  1. Wilford Woodruff Journals, julio 28 de 1847, Departamento Histórico de la Iglesia, Salt Lake City.

  2. Citado por Carter E. Grant, en “Robbed by Wolves: A True Story”, Relief Society Magazine, julio de 1928, págs. 363–364.

  3. Heber C. Kimball, en Journal of Discourses, 4:136.

  4. Véase, de B. H. Roberts, A Comprehensive History of The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, Century One, 6 tomos; Salt Lake City: The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, 1930, 3:476–477; este párrafo se ha tomado de la obra de Leonard J. Arrington, Great Basin Kingdom: An Economic History of the Latter-day Saints, 1830–1900. Cambridge: Harvard University Press, 1958, págs. 47–48.

  5. Véase, de John R. Young, Memoirs of John R. Young, Utah Pioneer, 1847, Salt Lake City; Deseret News, 1920, pág. 62; Solomon F. Kimball, “Our Pioneer Boys”, Improvement Era, agosto de 1908, págs. 734–735; tomado de la obra de Leonard J. Arrington, Brigham Young: American Moses. Nueva York: Alfred A. Knopf, 1985, pág. 210.

  6. M. Isabella Horne, “Pioneer Reminiscences”, Young Woman’s Journal, julio de 1902, pág. 294.

  7. Tomado de la obra de Arrington, Great Basin Kingdom… pág. 49.

  8. “Journal of Priddy Meeks”, citado en Utah Historical Quarterly, 1942, pág. 163.

  9. “Journal of Priddy Meeks”, pág. 164; véase también, de William Hartley, “Mormons, Crickets and Gulls: A New Look at an Old Story”, Utah Historical Quarterly, verano de 1970, págs. 224–239.

  10. Autobiography of Parley P. Pratt, ed. Por Parley P. Pratt, hijo, Classics in Mormon Literature series; Salt Lake City: Deseret Book Co., 1985, pág. 335.

  11. Citado en Messages of the First Presidency of The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, comp. por James R. Clark, 6 tomos; Salt Lake City: Bookcraft, 1965–1975, 1:341.

  12. Los tres párrafos anteriores se tomaron de la obra de Arrington, Great Basin Kingdom… págs. 51–54.

  13. Véase, de Eugene Edward Campbell, “The Mormon Gold Mining Mission of 1849“, Brigham Young University Studies, otoño de 1959–invierno de 1960, págs. 23–24; Leonard J. Arrington, Great Basin Kingdom: An Economic History of the Latterday Saints, 1830–1900; Cambridge: Harvard University Press, 1958, págs. 71–74.

  14. Tomado de la obra de James B. Allen y Glen M. Leonard, The Story of the Latter-day Saints. Salt Lake City: Deseret Book Co., 1976, pág. 253.

  15. Véase comentarios de Brigham Young, Heber C. Kimball y Willard Richards, citados por Clark, en Messages of the First Presidency, 1:352.

  16. En Journal of Discourses, 10:247; los dos párrafos anteriores se tomaron de la obra de Arrington, Great Basin Kingdom… págs. 58–59.

  17. Citado por James S. Brown, en Giant of the Lord: Life of a Pioneer; Salt Lake City: Bookcraft, 1960, págs. 132–133.

  18. Tomado de la obra de Arrington, Great Basin Kingdom… págs. 68–69; Allen y Leonard, The Story of the Latter-day Saints, pág. 252.

  19. Juanita Brooks, John Doyle Lee: Zealot-Pioneer Builder-Scapegoat, nueva ed.; Glendale, California: Arthur H. Clark Co., 1972, págs. 48–49.

  20. Tomado de “The Mormon Migrations to Utah”, por Eugene E. Campbell, citado por Richard D. Poll y otros ed. en Utah’s History, 2ª ed. Logan, Utah: Utah State University Press, 1989, págs. 127–128.

  21. Véase, de Peter Gottfredson, Indian Depredations in Utah, 2ª ed.; Salt Lake City: Merlin G. Christensen, 1969, págs. 28–35.

  22. Tomado de la obra de Allen y Leonard, The Story of the Latter-day Saints, pág. 254.

  23. Los cuatro párrafos anteriores se tomaron de la obra de Eugene E. Campbell “Early Colonizations Patterns”, citado por Poll en Utah’s History, págs. 137–140.

  24. Pratt, Autobiography of Parley P. Pratt, pág. 340; los dos párrafos anteriores se tomaron de la obra de Campbell, “The Mormon Migrations to Utah”, pág. 129.

  25. Véase de Arrington, Great Basin Kingdom… pág. 79.

  26. Citado por Clark, en Messages of the First Presidency, 2:75–76.

  27. Tomado de la obra de Arrington, Great Basin Kingdom… pág. 79.

Historia

Fecha

 

Acontecimientos importantes

Agosto de 1847

Brigham Young y los Apóstoles salen de Salt Lake hacia Winter Quarters.

Septiembre a octubre de 1847

Llegan al Valle del Lago Salado diez compañías de miembros de la Iglesia.

Mayo a junio de 1848

Las heladas, la sequía y los grillos atacan las cosechas de los santos; se produce el “milagro de las gaviotas”.

Septiembre de 1848

Brigham Young y otros líderes regresan al Valle del Lago Salado.

Invierno de 1848 a 1849

El mal tiempo causa grandes aflicciones a la nueva colonia.

Febrero de 1849

Se llama a cuatro Apóstoles nuevos y se comienza la obra misional en otras naciones.

Otoño de 1849

Se establece el Fondo Perpetuo de Emigración.

Compañías de pioneros en 1847

Compañía

 

Número de personas

Brigham Young

148

Misisipí

47

Batallón Mormón

210

Daniel Spencer

204

Parley P. Pratt

198

Abraham O. Smoot

139

Charles C. Rich

130

George B. Wallace

198

Edward Hunter

155

Joseph Horne

197

Joseph B. Noble

171

Willard Snow

148

Jedediah M. Grant

150

Total

2.095

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Jedediah M. Grant

Jedediah Morgan Grant (1816–1856), uno de los grandes misioneros de la Iglesia, prestó servicio en el Campo de Sión, trabajó en el Templo de Kirtland, y, durante el período de Nauvoo, fue uno de los siete Presidentes de los Setenta.

Ayudó a conducir a los santos a través de las planicies, hasta el Valle del Lago Salado, y después fue el primer alcalde de Salt Lake City. Los dos últimos años de su vida fue Segundo Consejero de Brigham Young en la Primera Presidencia.

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Pioneer fort

El Fuerte Viejo se construyó en agosto de 1847 en un sitio que estaba a tres cuadras hacia el sur y tres cuadras hacia el oeste de la manzana del templo. Más adelante se le añadieron dos partes para acomodar a los que estaban por llegar que todavía no tenían vivienda; esos anexos se llamaron el Fuerte Norte y el Fuerte Sur.

594 m

Corral

Fuerte Sur

Enramada

Fuerte Viejo

Fuerte Norte

198 m

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sego lily

El lirio silvestre (sego) que alimentó a los pioneros es la flor oficial del estado de Utah.

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seagull monument

El Monumento a las Gaviotas, que se halla en la Manzana del Templo, en Salt Lake City, fue diseñado y elaborado por Mahonri M. Young, nieto de Brigham Young. El presidente Joseph F. Smith dedicó el monumento el 1º de octubre de 1913. La gaviota es en la actualidad el pájaro oficial del estado de Utah.

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Council House

La Casa del Consejo se comenzó en 1849 y se terminó en 1850, y fue el primer edificio público que hubo en Utah. A través de los años, se utilizó para diversos propósitos: allí se reunía la legislatura territorial; la biblioteca pública territorial estaba en él; se llevaron a cabo ordenanzas de investidura en el edificio; y la Universidad de Deseret lo ocupó durante varios años. Al final, un incendio lo destruyó en 1883.

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gold coins

En septiembre de 1849 se acuñaron las primeras monedas de oro en Utah; más tarde se rompieron los crisoles y fue imposible acuñar más hasta que se pudieran recibir los materiales del Este, por lo que se decidió emitir papel moneda.

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Lorin Farr

Lorrin Farr (1820–1909) se convirtió a la Iglesia junto con su familia cuando tenía once años; lo bautizó Lyman E. Johnson y lo confirmó Orson Pratt. Durante muchos años fue presidente de la Estaca Weber y alcalde de la ciudad de Ogden.

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Fort Utah

El Fuerte Utah, llamado también Fuerte Provo en honor del francés Etienne Provost, uno de los primeros exploradores y traficantes de pieles.

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The Frontier Guardian

El 7 de febrero de 1849, Orson Hyde empezó a publicar el periódico Frontier Guardian, en Kanesville, Iowa. En 1852, el periódico se vendió al señor Jacob Dawson, que le cambió el nombre a Iowa Centinel.

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Perpetual Emigrating Fund document
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Perpetual Emigrating Fund document

Documentos que firmaban los miembros de la Iglesia que viajaban a Utah ayudados por el Fondo Perpetuo para la Emigración.

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Edward Hunter

Edward Hunter (1793–1883) fue bautizado el 8 de octubre de 1840 por Orson Hyde, que iba entonces camino a Palestina. El hermano Hunter era un hombre rico que dio generosamente de sus bienes a la Iglesia y a sus líderes. En 1851 Brigham Young lo llamó para ser el Obispo Presidente de la Iglesia.

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Pearl of Great Price title page

La portada de la edición de la Perla de Gran Precio publicada en 1851.