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CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO: UNA ERA DE RECONCILIACIÓN


CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO

UNA ERA DE RECONCILIACIÓN

La década que precedió a la muerte del presidente John Taylor, ocurrida en 1887, fue turbulenta y caracterizada por la persecución; la siguiente fue una era de reconciliación: Wilford Woodruff pasó a ser Presidente de la Iglesia, cesó la campaña en oposición a la poligamia, Utah pasó a la categoría de estado, el Templo de Salt Lake se terminó por fin y se dedicó, y los Santos de los Últimos Días se dispusieron a esperar el nuevo siglo con mayor esperanza y optimismo.

WILFORD WOODRUFF DIRIGE LA IGLESIA

Durante la época en que tuvo que ocultarse, Wilford Woodruff, que era Presidente del Quórum de los Doce Apóstoles, vivió en el exilio en Saint George y sus alrededores; allá, sus amigos lo protegían de los agentes policiales que andaban en su busca. Cuando el élder Woodruff se enteró por el presidente George Q. Cannon de que la condición física del presidente Taylor no ofrecía esperanzas de recuperación, inmediatamente se puso en camino a Salt Lake City. Mientras viajaba, al enterarse de la muerte del Presidente, escribió lo siguiente en su diario:

“De este modo se ha ido otro Presidente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. El presidente John Taylor ha sido dos veces mártir: Ala muerte del Profeta José y de Hyrum Smith en la cárcel de Carthage, recibió cuatro heridas de bala y su sangre se mezcló con la del Profeta; eso sucedió en 1844. Y ahora, en 1887… a causa de su religión fue echado en el exilio por los agentes de los Estados Unidos hasta el punto de que, por el confinamiento y la pena, ha dado la vida…

“El presidente John Taylor ha fallecido hoy, cinco minutos antes de las ocho, lo cual pone sobre mis hombros la responsabilidad de velar por La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Como Presidente de la Iglesia, o Presidente del Consejo de los Doce Apóstoles, que es la autoridad que preside la Iglesia cuando no hay una Primera Presidencia, esto me coloca en una situación muy peculiar, en una posición a la que nunca en mi vida he aspirado pero en la que me pone la providencia de Dios”1.

El presidente Woodruff tenía entonces ochenta años. Se había convertido a la Iglesia en 1833, en su estado natal de Connecticut. En 1834 había acompañado al Profeta José Smith en el Campo de Sión, y después pasado cinco años en abnegado y fructífero servicio misional. En 1839, después de ser ordenado al Quórum de los Doce Apóstoles, el élder Woodruff y sus colegas del Apostolado tuvieron extraordinario éxito en Inglaterra. Durante más de sesenta años llevó meticulosamente un diario personal que ha sido la fuente de la que se ha extraído gran parte de la historia de la Iglesia; todos sus días trabajó laboriosamente por la salvación de los vivos así como de los muertos.

El presidente Woodruff se hallaba en Salt Lake City cuando se realizó el funeral del presidente John Taylor, pero no asistió por temor a que lo arrestaran. Inmediatamente después de los servicios fúnebres, se reunió con los Doce Apóstoles y comenzó a dirigir la Iglesia, aunque evitaba aparecer en público. No obstante, el 9 de octubre de 1887 entró al Tabernáculo para la sesión de la tarde de la conferencia general, en compañía de Lorenzo Snow y de Franklin D. Richards. Al reconocer a su líder, los miembros lo saludaron con un aplauso entusiasta. A continuación, el presidente Woodruff les habló pero se fue en seguida, antes del canto, para evitar ser arrestado2.

La campaña de oposición del gobierno continuaba, por lo que durante los meses siguientes el Presidente dirigió los asuntos de la Iglesia discretamente, desde su casa, consultando a menudo con los demás Apóstoles, especialmente con George Q. Cannon, que había tenido una relación muy cercana con el presidente Taylor. Aquellos fueron días difíciles para el presidente Woodruff; el gobierno había confiscado los bienes de la Iglesia, y varias personas estaban enriqueciéndose a expensas de ésta.

En 1888, la dedicación del Templo de Manti, Utah, fue un acontecimiento de gran importancia. En 1877, el presidente Brigham Young había dedicado el sitio y dado la palada inicial para el templo; pero, debido a las hostilidades del gobierno, hubo que posponer por un tiempo la construcción del hermoso edificio de piedra caliza; a pesar de ello, el templo se terminó en la primavera de 1888. El presidente Woodruff comentó que “es el templo más hermoso, mejor terminado y el más costoso de todos los edificios que han construido los Santos de los Últimos Días desde la organización de la Iglesia”3.

El 17 de mayo, los líderes de la Iglesia se reunieron en el nuevo templo para una dedicación privada, en la cual Wilford Woodruff ofreció la oración dedicatoria. Más tarde ese mismo día anotó lo siguiente en su diario: “Sentí que debía agradecer a Dios por haberme dejado vivir para tener una vez más el privilegio de dedicar otro templo edificado al Dios Altísimo en las Montañas Rocosas, y le ruego a Dios, mi Padre Eterno, que proteja el Templo de Manti y todos los otros que hemos construido… a Su santo Nombre, para que nunca caigan en manos de los gentiles, nuestros enemigos, que los profanarían”4. Del 21 al 23 de mayo, el élder Lorenzo Snow dirigió los servicios dedicatorios públicos, leyendo en ellos la oración que había ofrecido el presidente Woodruff. Se apartó a Daniel H. Wells para ser el primer presidente del Templo de Manti.

Dos años después de la muerte de John Taylor se reorganizó otra vez la Primera Presidencia, y el presidente Wilford Woodruff fue sostenido como cuarto Presidente de la Iglesia en la asamblea solemne que se realizó durante la conferencia general de abril de 1889; George Q. Cannon y Joseph F. Smith, que habían sido consejeros del presidente Taylor, fueron sostenidos otra vez como consejeros en la Primera Presidencia5.

LA LEY DE EDMUNDS-TUCKER Y LA POLÍTICA NACIONAL

De 1887 a 1890 continuó deteriorándose la relación de los Santos de los Últimos Días con el gobierno y los demás ciudadanos de los Estados Unidos6. El 31 de diciembre de 1889, el presidente Woodruff escribió lo siguiente con respecto a ese problema: “Así termina el año 1889 y empieza a cumplirse la palabra del Profeta José Smith cuando dijo que toda la nación se volvería en contra de Sión y estaría en guerra con los miembros de la Iglesia. La nación nunca ha estado tan llena de mentiras acerca de los santos como hoy en día”7.

La ley de Edmunds-Tucker de 1887 contenía cláusulas que tenían por objeto destruir a la Iglesia como entidad política y económica; oficialmente disolvía la corporación legal de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y le exigía que entregara al gobierno toda propiedad que tuviera un valor de más de cincuenta mil dólares. Los funcionarios del gobierno pusieron de inmediato manos a la obra para confiscar los bienes de la Iglesia; por ejemplo, los edificios de la Manzana del Templo y otros de oficinas se pusieron bajo la administración judicial del gobierno y luego se ofrecieron en alquiler a la Iglesia. Con el fin de detener la corriente de conversos europeos, el gobierno disolvió la Compañía del Fondo Perpetuo para la Emigración, que era la agencia principal de emigración. Cada día había más miembros a los que se privaba del derecho de votar; las escuelas se pusieron bajo la dirección del Tribunal Supremo territorial, nombrado por el gobierno federal; y los agentes federales de policía empezaron a arrestar a más hombres, a los que casi automáticamente se condenaba a prisión; entre éstos se encontraba el presidente George Q. Cannon.

Los arrestos y encarcelamientos causaban sufrimiento a las familias; no obstante, el problema mayor de la Iglesia era el no poder contar con los fondos necesarios para construir templos, efectuar la obra misional, publicar materiales y proveer para el bienestar de los santos. Finalmente, los líderes de la Iglesia consiguieron llevar el caso al Tribunal Supremo de los Estados Unidos arguyendo que la confiscación de los bienes de la Iglesia por la ley de Edmunds-Tucker era inconstitucional. Pero en mayo de 1890 el tribunal, en una decisión de cinco contra cuatro votos, reafirmó el carácter constitucional de todo lo que el gobierno había hecho según la ley Edmunds-Tucker. A pesar de lo decepcionados que quedaron por ese fallo, era muy poco lo que los miembros podían hacer para evitar la inminente destrucción económica de la Iglesia.

La pérdida gradual del derecho de votar aumentaba esas aflicciones. La ley de Edmunds-Tucker estipulaba que cualquiera que fuera condenado por practicar la poligamia o que se negara a prometer obediencia a las leyes en contra de esa práctica perdería sus derechos de ciudadanía. En 1890 hubo unos doce mil ciudadanos de Utah a quienes se privó del derecho del voto. En Idaho, donde existían varias comunidades de miembros de la Iglesia en la parte sudeste del estado, la legislatura quitó los derechos de ciudadanía a todos los miembros exigiendo a los votantes que juraran que no estaban afiliados a ninguna religión que creyera en el matrimonio con esposas plurales; en febrero de 1890, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos sostuvo la constitucionalidad de ese juramento que se exigía en Idaho. La decisión animó a los enemigos de los santos en Utah a enviar representantes a la ciudad de Washington para tratar de conseguir que en Utah se exigiera un juramento similar; así se introdujo el proyecto de ley de Cullom-Strubble, que en la primavera de 1890 parecía que iba a ser aprobado. Esta ley habría despojado a todos los miembros de la Iglesia, en cualquier parte del país que estuvieran, de sus derechos básicos de ciudadanía.

A través de todo ese período difícil, la Iglesia contaba con varios defensores en la capital de la nación; entre ellos estaban John T. Caine, que era delegado de Utah ante el Congreso; John W. Young, ex miembro de la Primera Presidencia y por entonces promotor del ferrocarril; Franklin S. Richards, que era hijo del élder Franklin D. Richards y el abogado principal de la Iglesia; y George Ticknor Curtis, que no era mormón. De cuando en cuando, George Q. Cannon y Joseph F. Smith, de la Primera Presidencia, así como otras autoridades de la Iglesia también trabajaban hablando con los políticos en la ciudad de Washington. Entre otras cosas, estos hombres se esforzaban por conseguir para Utah la categoría de estado. El presidente Grover Cleveland y sus colegas demócratas se inclinaban en favor de esa propuesta, pero sus esfuerzos no fueron suficientes para lograrlo antes de ser derrotados por el Partido Republicano en las elecciones nacionales de 1888.

En Utah, al mismo tiempo que muchos miembros perdían el derecho del voto, el Partido Liberal iba haciéndose más influyente; el fervor de su campaña política estaba a la altura del de los funcionarios federales. En 1889, mediante el empleo de algunas tácticas electorales ilegales, el Partido Liberal logró el predominio en el gobierno de la ciudad de Ogden; luego se concentró en una campaña en Salt Lake City, donde iba a haber elecciones en febrero de 1890. Los que no eran miembros de la Iglesia tuvieron el beneficio de la decisión de un juez de los Estados Unidos, que determinó que los inmigrantes Santos de los Últimos Días no eran dignos de ser ciudadanos estadounidenses ni de votar. Además, muchos de los registradores electorales que no eran miembros impidieron injustamente a los miembros de la Iglesia que se registraran para votar.

Los líderes de la Iglesia se esforzaron en vano por convencer a los funcionarios gubernamentales de que los cargos de deslealtad a los Estados Unidos que se imputaban a los mormones eran falsos. La Iglesia pidió a sus miembros que ayunaran el domingo 23 de diciembre de 1889, aniversario del nacimiento del Profeta José Smith, para implorar la ayuda de Dios Todopoderoso en esa crisis. En enero de 1890, el Partido Popular, que era la organización política de la Iglesia, llevó a cabo una entusiasta reunión con el fin de obtener apoyo para sus candidatos; no obstante, en las elecciones de febrero los que no eran mormones ganaron el gobierno de Salt Lake City.

Después de esa desalentadora pérdida y de los decretos hostiles del Tribunal Supremo de la nación, en la primavera de 1890 los líderes de la Iglesia procuraron con mayor empeño encontrar amigos de influencia en la ciudad de Washington. En los cuarenta años previos, el Partido Demócrata había sido más favorable a la Iglesia que el Partido Republicano, pero los republicanos estaban entonces en el poder y la Iglesia necesitaba amigos en ese partido que le ayudaran a lograr un cambio en la política del gobierno y evitar así un desastre en Utah. Por medio de Isaac Trumbo, destacado hombre de negocios y político de California que desde hacía mucho tiempo era amigo de la Iglesia, la Primera Presidencia cultivó relaciones amistosas con varios republicanos: Leland Stanford, senador de California; Morris M. Estee, director de la convención nacional del Partido Republicano en 1888; y James S. Clarkson, presidente del comité nacional del partido. Estos cuatro hombres contribuyeron con su influencia a los esfuerzos de los santos en 1890 por influir en los legisladores8.

En la primavera y el verano de 1890, el presidente George Q. Cannon hizo dos viajes a la ciudad de Washington, donde encontró a varios republicanos importantes dispuestos a colaborar en la causa de los santos. Entre ellos estaba el influyente Secretario de Estado, James G. Blaine, que había establecido una amistad con él años atrás, cuando élder Cannon era delegado de Utah ante el Congreso. Cuando el presidente Cannon regresó de su segundo viaje, en el mes de junio, comentó en confianza que las perspectivas para Utah se presentaban más brillantes de lo que habían sido en muchos años.

EL MANIFIESTO

Debido al hecho de que se prohibía votar a los Santos de los Últimos Días, el partido enemigo de los mormones había ganado la elección de oficiales escolares en julio de 1890, y con ello el control de la educación secular en la capital territorial. A fines de julio, el Tribunal Supremo decretó que los hijos de matrimonios polígamos no podían recibir ninguna herencia de su padre; en la primera semana de agosto, el partido enemigo obtuvo la mayoría de los cargos electorales de los condados de Salt Lake y Weber; y además, los líderes de la Iglesia se enteraron de que el fiscal federal encargado de Utah estaba haciendo una investigación de las propiedades de la Iglesia, especialmente de los templos de Saint George, Logan, Manti y Salt Lake City, para saber si se habían confiscado según lo decretado por el Congreso de los Estados Unidos. A fines de agosto, el presidente Woodruff recibió confirmación de la noticia de que el gobierno estadounidense, a pesar de un acuerdo firmado en 1888 en el que se prometía respetar los templos, se aprestaba a confiscar estos edificios.

El presidente Woodruff, al saber que él y sus consejeros iban a recibir una citación para un tribunal con el fin de tomarles declaración sobre la pluralidad de esposas, viajó a California para evitar una confrontación; allá se reunió con dirigentes políticos y se enteró de que, aunque éstos estaban dispuestos a ejercer su influencia al máximo, sus esfuerzos no tendrían ningún efecto frente a las fuerzas que estaban empeñadas en erradicar la poligamia de entre los santos.

A la semana de haber regresado a Salt Lake City, el Presidente escribió en su diario que, después de mucha angustia, oración y conversación con sus consejeros, estaba preparado para actuar “por la salvación temporal de la Iglesia”9.

Más tarde, el presidente Woodruff dijo que el Señor le había mostrado en una revelación exactamente lo que sucedería si no se suspendía la práctica de la pluralidad de esposas. Le mostró que la Iglesia iba a sufrir “la confiscación y la pérdida de todos los templos, y la suspensión de todas las ordenanzas que en ellos se efectúan, tanto por los vivos como por los muertos, y el encarcelamiento de la Primera Presidencia, así como de los Doce y de los que están a la cabeza de su familia en la Iglesia, y la confiscación de la propiedad personal de la gente (todo lo cual de por sí daría fin a la práctica) o, después de padecer como hemos padecido por motivo de nuestra obediencia a este principio, cesar la práctica y someternos a la ley, y con ello lograr que permanezcan en su casa los Profetas, los Apóstoles y los padres de familia, para que puedan instruir a la gente y encargarse de los deberes de la Iglesia, y también dejar los templos en poder de los santos, para que éstos puedan encargarse de las ordenanzas del Evangelio tanto para los vivos como para los muertos” (D. y C., Declaración Oficial 1, “Selecciones de tres discursos del presidente Wilford Woodruff referentes al Manifiesto”).

El 24 de septiembre de 1890 por la mañana, al entrar el Presidente en su oficina, les dijo al obispo John R. Winder y al presidente George Q. Cannon que esa noche casi no había dormido, pues había pasado “toda la noche examinando con el Señor lo que debe hacerse en las circunstancias en que se encuentra la Iglesia en el presente. Y, poniendo unos papeles sobre la mesa, dijo: ‘Aquí está el resultado’. En ellos estaba escrito lo que se conoce como el Manifiesto, con la excepción de algunos cambios menores”10. A continuación, les mostró a los hermanos presentes el documento que había escrito. Después que ellos lo aprobaron y lo prepararon para publicación, el presidente Woodruff dijo que el Señor le había mostrado claramente lo que debía hacer y que aquello era lo correcto. En el Manifiesto declaraba que la Iglesia ya no enseñaba la doctrina de la pluralidad de esposas ni permitía a nadie que entrara en esa práctica; manifestaba su intención de obedecer las leyes del país, que la prohibían, y de emplear su influencia en los miembros de la Iglesia para que hicieran lo mismo. Y para terminar, decía: “Y ahora, yo públicamente declaro que mi amonestación a los Santos de los Últimos Días es que se refrenen de contraer cualquier matrimonio prohibido por las leyes del país” (D. y C., Declaración Oficial 1).

El Manifiesto se entregó para publicación en los periódicos de la nación al día siguiente; apareció incluso en el importante Washington Post, al que lo entregó el delegado territorial de Utah, John T. Caine.

A principios de octubre, el delegado Caine envió un telegrama a la Primera Presidencia informándole que el Secretario del Interior le había dicho que el gobierno no iba a reconocer la declaración oficial a menos que se aceptara formalmente en la conferencia general de la Iglesia.

La conferencia general comenzó el sábado 4 de octubre de 1890, de mañana, y duró tres días. El tercer día, el presidente George Q. Cannon mencionó el Manifiesto y luego le pidió a Orson F. Whitney, que era entonces obispo del Barrio Dieciocho de Salt Lake City, que leyera el documento. A continuación, el presidente Lorenzo Snow propuso que, puesto que los santos reconocían a Wilford Woodruff como Presidente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y como el hombre que poseía las llaves selladoras, se les pedía que sostuvieran el Manifiesto tal como él lo había proclamado. La votación fue unánime.

Después, el presidente Cannon pronunció un prolongado discurso explicando a los miembros la posición de la Iglesia en cuanto a la doctrina de la pluralidad de esposas. Les explicó que la Iglesia la había aceptado como una revelación de Dios que los comprometía como pueblo, y que se habían esforzado por demostrar que la ley federal de 1862, por la que se prohibía la práctica, era inconstitucional y no estaba de acuerdo con la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos, que garantizaba la libertad religiosa. Les aseguró que en ese respecto habían estado representados por algunos de los hombres de leyes más brillantes del país. Luego les hizo recordar la persecución que habían sufrido, habiendo tenido más de mil trescientos hombres de la Iglesia condenados a prisión por obedecer el mandamiento; y que, aun con toda la presión que habían ejercido los dirigentes gubernamentales e incluso algunos miembros de la Iglesia, habían obedecido la ley de Dios hasta que Él les dio una revelación por la cual se les mandaba cesar la práctica de la pluralidad de esposas.

El presidente Cannon dio fin a su discurso testificando que el Manifiesto provenía de Dios y que contaba con el apoyo de las Autoridades Generales. Exhortó a los santos diciéndoles que, si se ponía a prueba su fe a causa del Manifiesto, hicieran lo mismo que sus líderes habían hecho y fueran a su Padre Celestial en oración para recibir el testimonio ellos mismos11.

A continuación, el presidente Woodruff concluyó la conferencia expresando su testimonio de la revelación que había recibido: “Quiero decir a todo Israel que el paso que he dado al publicar este Manifiesto no lo he dado sin ferviente oración al Señor. Estoy próximo a irme al mundo de los espíritus, como otros hombres de mi edad; allí espero ver la faz de mi Padre Celestial, el Padre de mi espíritu; espero ver la faz de José Smith, de Brigham Young, de John Taylor y de los Apóstoles, y preferiría haber salido a que me mataran antes que tomar en cualquier asunto una decisión que no fuera agradable a la vista de Dios o de los cielos. Mi vida no es mejor que la de otros hombres. No ignoro los sentimientos que he provocado en el curso que he seguido, pero he cumplido mi deber, y la nación de la cual formamos parte debe ser responsable de lo que se ha hecho en relación con este principio”12. Al terminar, el presidente Woodruff hizo la siguiente promesa:

“[Digo a Israel:] El Señor jamás permitirá que os desvíe yo ni ningún otro hombre que funcione como Presidente de esta Iglesia. No es parte del programa. No existe en la mente de Dios. Si yo intentara tal cosa, el Señor me quitaría de mi lugar, y así lo hará con cualquier hombre que intente desviar a los hijos de los hombres de los oráculos de Dios y de su deber”13.

CONTINÚAN LOS ESFUERZOS POR LOGRAR LA CATEGORÍA DE ESTADO

La publicación del Manifiesto fue el primer paso importante en la reconciliación entre los Santos de los Últimos Días y el gobierno de los Estados Unidos14 y dio comienzo a una etapa de mutua comprensión. El juez superior Charles Zane, que había sido fiero opositor de la poligamia, adoptó una actitud más compasiva hacia aquellos que comparecían en su tribunal. Así, se dio fin a los ataques contra los hombres que tenían más de una esposa; generalmente, se daba también por entendido que no se exigiría a esos hombres que repudiaran a sus esposas ni a sus hijos. Después de recibir muchas peticiones, el presidente de los Estados Unidos, Benjamin Harrison, otorgó un perdón limitado a todos los hombres mormones que hubieran vivido de acuerdo con las leyes “antipoligamia” a partir de 1890; y en septiembre de 1894, el presidente Grover Cleveland concedió una amnistía más general. En 1893, el Congreso aprobó una ley permitiendo que las propiedades confiscadas se devolvieran a la Iglesia. También se renovaron los esfuerzos por conseguir que Utah fuera un estado. Sin embargo, antes de que el Congreso diera su aprobación se exigió que la Iglesia renunciara a participar en la política. Era necesario que se disolviera el Partido Popular —partido de la Iglesia— y que los ciudadanos de Utah manifestaran su preferencia por uno de los partidos políticos nacionales. La Primera Presidencia apoyó públicamente todas estas medidas. En consecuencia, en junio de 1891 se disolvió oficialmente el Partido Popular; después de cierta contención, el Partido Liberal antimormón también se disolvió dos años más tarde.

El establecimiento de los partidos nacionales Demócrata y Republicano en Utah fue sumamente difícil. Hasta entonces, los santos se habían inclinado más bien hacia el demócrata porque los republicanos, que habían estado en el poder casi de continuo desde 1861, habían promovido y puesto en vigor las leyes en contra de la poligamia; más aún, funcionarios nombrados por los demócratas entre 1885 y 1889 habían sido más indulgentes con los miembros de la Iglesia. Teniendo en cuenta las tendencias políticas de los miembros y el hecho de que la mayoría de los habitantes de Utah que no eran mormones tenían simpatía por los republicanos, la Primera Presidencia quería evitar que los demócratas se convirtieran en otro partido de la Iglesia.

Hubo reuniones con presidentes de estaca y obispos, en las que se les instruyó a que exhortaran a los miembros a votar por los republicanos; con esto se deseaba demostrar a los dirigentes de los partidos nacionales que era posible en Utah la existencia de un sistema de dos partidos políticos. No obstante, también se recomendó a los líderes locales que tuvieran sentido común y precaución al animar a los miembros en ese respecto; a aquellos que tenían una firme convicción del Partido Demócrata no se les pidió que cambiaran de partido, sino que se instó a los que no estaban seguros en cuanto a sus simpatías. El método resultó efectivo y para 1892 el Partido Republicano era fuerte en la política de Utah.

En ambas cámaras del Congreso continuaban las negociaciones para conseguir que Utah tuviera la categoría de estado; la mayoría de los legisladores consideraban que era importante tener la seguridad de la sinceridad de la Iglesia en cuanto a abandonar la práctica de esposas plurales y a mantenerse al margen de las cuestiones políticas. Finalmente, en julio de 1894, gracias a las tácticas ingeniosas de los que trabajaban para influir en la opinión de los legisladores, particularmente de Isaac Trumbo (que no era mormón) y del obispo Hiram B. Clawson, se aprobó una ley de autorización para Utah; durante el resto del año y todo 1895, los habitantes del estado, tanto los miembros de la Iglesia como los que no lo eran, trabajaron en cooperación con el fin de crear una constitución estatal que se ganara la aprobación del Congreso; en ella se prohibía específicamente el matrimonio con pluralidad de esposas y se aseguraba una separación total de la religión y el estado.

El 4 de enero de 1896 por fin Utah se convirtió en estado, y Heber M. Wells, hijo de Daniel H. Wells, fue su primer gobernador.

A través de este difícil proceso de reconciliación, continuaron entre los miembros de la Iglesia los desacuerdos y los malentendidos en cuestiones políticas; el problema existía incluso entre algunas Autoridades Generales, pues unos hacían campaña política en pro de los candidatos y las ideas de los demócratas y otros de los republicanos. Esta situación llegó a un punto decisivo en 1895, cuando el élder Moses Thatcher, del Quórum de los Doce Apóstoles, aceptó la nominación de senador por el Partido Demócrata y el élder B. H. Roberts, del Primer Consejo de los Setenta, presentó su candidatura para diputado por el mismo partido. Ambos fueron sancionados por no haber consultado primero con los líderes de la Iglesia y ninguno de ellos salió elegido.

En abril de 1896, las Autoridades Generales publicaron una declaración oficial que se conoce como regla política de la Iglesia o “Manifiesto político”. En ella se hacía hincapié en la separación de la religión y el estado y en la determinación de la Iglesia de no intervenir en los derechos políticos de los ciudadanos. En la declaración se explicaba también que, con el objeto de mantener la paz y la buena voluntad en Utah, no era prudente que los líderes con puestos elevados en la Iglesia “acepten candidaturas políticas ni se dediquen a ninguna ocupación que pueda distraerlos o alejarlos de los deberes religiosos que les corresponden sin haber consultado con los compañeros y aquellos que los presiden y recibido su aprobación”15.

B. H. Roberts, que pensaba que el documento limitaba sus derechos políticos, se negó al principio a firmarlo; pero, después de razonar y orar con él sobre el asunto, y de hablar con él largamente sus hermanos de las Autoridades Generales, al final lo firmó. El élder Moses Thatcher por su parte, a pesar de emplear con él un procedimiento similar, no quiso poner su firma en el documento; por lo tanto, se le relevó del Quórum de los Doce Apóstoles, aunque continuó siendo miembro de la Iglesia. Esa declaración sigue siendo en la actualidad la norma por la que se rigen las acciones políticas de las Autoridades Generales.

En ese período de reconciliación hubo otro hecho importante que consistió en el cambio en las normas económicas de la Iglesia; la mayoría de los negocios de la Iglesia se vendió a propietarios particulares y algunos se operaron según la normas competitivas de la empresa privada como negocios con fines de lucro, ajustándose así al sistema económico nacional. En toda la década de 1890, la Iglesia continuó sufriendo problemas económicos que se debían, por una parte, a la confiscación temporaria de todas sus propiedades que el gobierno había realizado, y por otra a la depresión económica nacional de 1893.

EL TEMPLO DE SALT LAKE Y LA OBRA POR LOS MUERTOS

En una solemne ceremonia que tuvo lugar el 6 de abril de 1853, el presidente Brigham Young colocó las piedras angulares del Templo de Salt Lake; no se habían cumplido todavía seis años desde que él había visto el templo en una visión16 y tenía el presentimiento de que no llegaría a asistir a su dedicación. El presidente Young insistió en que se utilizaran en la construcción los mejores materiales y la hechura más esmerada. Cuarenta años después, gracias a la ardua labor y a la abnegación de miles de Santos de los Últimos Días, el presidente Wilford Woodruff se aprestó y preparó a la Iglesia para las ceremonias de la dedicación.

La construcción del templo se había suspendido varias veces, pero desde fines de la década de 1880 todos los recursos de la Iglesia se habían consagrado a su terminación. En abril de 1892, el presidente Woodruff dirigió la colocación de la piedra de coronamiento del edificio durante la conferencia general. Un público de cincuenta mil miembros (la congregación más numerosa que había habido hasta entonces) llenó la Manzana del Templo y las calles circundantes; se tocó una marcha, después de lo cual el Coro del Tabernáculo cantó un himno especial de templos. A continuación, el presidente Joseph F. Smith ofreció una oración y luego el coro cantó “Danos paz”; cerca de mediodía, el presidente Woodruff subió a la plataforma, apretó un botón eléctrico y el coronamiento se hizo descender y se colocó en la posición precisa; entonces, la congregación rompió en exclamaciones de “¡Hosanna, hosanna, hosanna a Dios y al Cordero! ¡Amén, amén, amén!”, acción que se repitió dos veces más acompañada por la de agitar en el aire pañuelos blancos. Después, todos cantaron “El Espíritu de Dios”.

Al mes siguiente, los santos hicieron un ayuno especial y el dinero que se ahorró se envió a la Primera Presidencia como contribución para poder terminar el templo el 6 de abril de 1893, en el cuadragésimo aniversario de la colocación de la piedra angular. Los líderes de la Iglesia exhortaron a los miembros a disciplinar sus pensamientos y su vida, a dejar de lado los desacuerdos políticos y a purificarse en todo sentido a fin de prepararse para participar en la dedicación del templo.

A medida que se acercaba el fin de la construcción, la hermosa arquitectura del templo despertó considerable curiosidad en Utah y en toda la nación. Antes de la dedicación, se llevó en una gira por el edificio a más de mil funcionarios de gobierno y hombres de negocios prominentes, con sus respectivas esposas. Esta acción amable de parte de los líderes de la Iglesia contribuyó a que continuara la buena voluntad que había surgido desde la publicación del Manifiesto.

El 6 de abril de 1893 comenzaron las ceremonias de la dedicación; en los acontecimientos de ese día, el presidente Woodruff vio el cumplimiento de un sueño profético que había tenido, y contó a los santos que hacía muchos años había recibido en sueños la visita de Brigham Young, que le había entregado las llaves del templo y le había dicho que lo dedicara al Señor. En su primer discurso, el Presidente profetizó que desde ese momento en adelante el poder de Satanás se debilitaría, que su potestad sobre los santos disminuiría y que habría un interés mayor en el mensaje del Evangelio17.

Durante varias semanas los trabajadores se habían afanado día y noche a fin de terminar a tiempo el edificio, y se decidió que se llevarían a cabo dos sesiones dedicatorias por día hasta que todo digno miembro de la Iglesia que quisiera asistir pudiera hacerlo. Andrew Jenson, que estuvo en todas las sesiones para verificar las recomendaciones de los miembros, escribió que el primer día de la dedicación “el príncipe [de la potestad] del aire, como para demostrar su contrariedad por lo que sucedía, desató una terrible tormenta de viento acompañada de granizo y aguanieve; y mientras los servicios gloriosos tenían lugar dentro del edificio, afuera rugían los elementos con tal violencia y fuerza como los habitantes más antiguos de Utah no recordaban haber visto nunca. En los alrededores de la ciudad, varios edificios volaron con el viento y en todo el valle hubo muchos daños”18. A pesar del tiempo tempestuoso, prevaleció un espíritu de amor y armonía en la primera sesión dedicatoria y en las siguientes, que se llevaron a cabo durante veintidós días y a las que asistieron más de setenta y cinco mil personas. Incluso, se invitó a los niños de la Escuela Dominical a una sesión especial.

El Profeta escribió lo siguiente en su diario: “El Espíritu y el poder de Dios descansaron sobre nosotros. Recibimos el espíritu de profecía y revelación, el corazón de las personas se ablandó y se nos mostraron muchas cosas”19. Algunos vieron ángeles, mientras que otros vieron a presidentes de la Iglesia y a Apóstoles ya fallecidos20. Un acontecimiento extraordinario fue el nacimiento de un niño, al que su madre, Emma Bennett, de Provo, dio a luz en el templo. Una semana más tarde el niño fue bendecido en el templo por el presidente Joseph F. Smith y se le dio el nombre de Joseph Temple Bennett21.

A través de los servicios dedicatorios se habló repetidamente sobre el tema de la unidad. Una y otra vez los oradores pusieron de relieve la importancia de ser uno en el redil del Maestro. Después de haber vivido varias décadas de encarnizados ataques a la Iglesia, de legislación en contra de los mormones y de conflictos en los partidos políticos, los santos esperaban con anhelos gozar de una época de paz y armonía. Tanto los miembros como los líderes se habían esforzado con denuedo y habían ayunado y orado para poder asistir a las ceremonias dedicatorias sin abrigar malos sentimientos. Lo lograron, y muchas veces comentaron en sus discursos que la Iglesia estaba entonces más unida que nunca.

El Templo de Salt Lake se convirtió en un símbolo de la Iglesia en muchos sentidos; en el edificio se invirtieron cuarenta años de sacrificio y de labor, parte de ésta de la más fina artesanía que los santos podían crear. Los líderes de la Iglesia predecesores habían mandado a Francia a algunos artífices Santos de los Últimos Días, en misiones de arte, para que estudiaran con los mejores artistas a fin de que las paredes interiores del templo estuvieran decoradas en forma adecuada. En la dedicación, los santos quedaron convencidos de que sus esfuerzos no habían sido en vano y que “el monte de la casa del Señor” ya se levantaba “sobre los collados” [2 Nefi 12:2].

Gran parte del resto de la vida del presidente Woodruff estuvo dedicada a una de sus mayores aspiraciones: promover la salvación de los muertos; siendo un hombre visionario, tuvo varios sueños acerca de esa obra. En marzo de 1894 vio a Benjamin Franklin (1706–1790), estadista y científico de los Estados Unidos, por quien se había bautizado y confirmado vicariamente en 1877, en el Templo de Saint George, Utah; este distinguido patriota quería recibir las otras ordenanzas por medio del presidente Woodruff, que se apresuró a hacer que se efectuaran en el templo. Esa aparición de Benjamin Franklin convenció al Profeta de que él había recibido con alegría las bendiciones que se le habían proporcionado ya22.

El presidente Woodruff también se dedicó a considerar con oración la ordenanza de “adopción” que se había efectuado durante muchos años en la Iglesia. Se trataba de que había muchos miembros que se hacían sellar ellos mismos y a su familia a algún líder prominente de la Iglesia, como José Smith y Brigham Young, con la esperanza de formar parte en el más allá de esas familias llenas de rectitud. En la conferencia general de abril de 1894 anunció que había recibido una revelación sobre ese asunto, haciendo destacar que ésta se conformaba a los principios que había enseñado José Smith; al comenzar su discurso, le pidió al presidente George Q. Cannon que leyera Doctrina y Convenios 128:9–21, pasaje en el cual el Profeta escribió que es indispensable que haya “un eslabón conexivo” entre las generaciones de la familia humana.

El Presidente anunció entonces que la voluntad del Señor era que los santos empezaran “desde ahora a trazar su genealogía, todo lo más que les sea posible, y que sean sellados a sus antepasados” uniendo así a las generaciones mediante las ordenanzas del templo. Para tranquilizar a los miembros, se refirió a la enseñanza del Profeta José Smith cuando dijo que todos los que habrían recibido el Evangelio en esta vida, si lo hubiesen escuchado, irían al Reino Celestial; y agregó: “Eso sucederá con vuestros antepasados: habrá muy pocos, si es que hay alguno, que no acepten el Evangelio”23.

Los resultados de la nueva revelación fueron extraordinarios; hasta entonces, los miembros habían hecho escasa investigación genealógica y relativamente pocas ordenanzas selladoras. Debido a la exhortación del Profeta, empezaron a trazar su genealogía remontándose lo más atrás que podían llegar en los datos. Ese mismo año la Iglesia fundó la Sociedad Genealógica de Utah, y con ello comenzó una de sus empresas más duraderas y productivas24.

UNA NUEVA DIRECCIÓN

Tanto durante los tiempos de dificultades como en los de reconciliación, la Iglesia había continuado avanzando25. La obra misional seguía extendiéndose, se encontraban nuevas regiones para colonizar, se organizaron muchos barrios y estacas, se incrementaron y mejoraron los programas de las organizaciones auxiliares, se aclararon ciertas doctrinas, se prestó más atención a la enseñanza académica y hubo celebraciones para conmemorar acontecimientos importantes.

Debido al interés constante que tenía en la diseminación del Evangelio, el presidente Woodruff expandió la obra misional abriendo once misiones nuevas, algunas en los Estados Unidos. En la década de 1890 se llamó a un número tres veces mayor de misioneros que en la anterior; la mayor parte de la labor misional se concentraba en la zona sur del Pacífico. En 1888 se había organizado la Misión Samoana, y en 1891 los misioneros llegaron a Tonga; al mismo tiempo, los élderes tenían éxito entre los maoríes de Nueva Zelanda, y en 1898 se creó la Misión de Nueva Zelanda separándola de la Misión Australiana. Mucha gente de los mares del Sur empezó a emigrar a Sión. En 1889 se estableció en el Valle Skull, del oeste de Utah, la colonia llamada Iosepa (José en hawaiano) formada para los miembros hawaianos de la Iglesia que habían emigrado a Utah para poder estar cerca del Templo de Salt Lake.

La Iglesia continuó también la labor misional en las misiones europeas ya organizadas y hubo algo de emigración, aunque mucho menos, porque en 1887 se había disuelto la Compañía del Fondo Perpetuo para la Emigración. Otro factor que influyó en la disminución de inmigrantes a Utah fue la reducción de oportunidades económicas en las colonias mormonas. Se había cumplido el propósito primario de la inmigración, que era llenar la región de Santos de los Últimos Días a fin de que el reino no se viera forzado a otro traslado. No obstante, aun con menos inmigrantes, se establecieron colonias nuevas en el oeste de Wyoming, en Arizona, Nuevo México, Colorado y Alberta, Canadá.

Al extenderse la Iglesia, las organizaciones auxiliares continuaron revisando sus programas y haciéndolos más eficaces. En 1889 comenzaron en Salt Lake City las conferencias anuales para las oficiales de la Sociedad de Socorro y de la Primaria, con lo cual disminuyeron los viajes de las integrantes de las mesas directivas generales, puesto que las representantes de las estacas podían llevar las instrucciones que hubieran recibido en las conferencias. La Unión Deseret de la Escuela Dominical también empezó a llevar a cabo una conferencia anual, y en 1893 comenzaron las conferencias de la Escuela Dominical en todas las estacas; los líderes de esta organización auspiciaron clases de capacitación de maestros, que se realizaban en la Academia Brigham Young de Provo y en el Colegio SUD de Salt Lake City.

El desarrollo de las ciudades y el hecho de que había cada vez más miembros de la Iglesia en empleos que no estaban relacionados con la agricultura obligaron a las autoridades a reconsiderar la costumbre de tener el día de ayuno y la reunión de testimonios el primer jueves del mes. En 1896, la Primera Presidencia envió instrucciones para que de allí en adelante se tuviera el día de ayuno el primer domingo del mes, tal como ya lo habían establecido los santos en Gran Bretaña.

Además, los líderes de la Iglesia suspendieron la práctica que había existido largo tiempo entre los miembros de volver a bautizarse. Muchas veces, los Santos de los Últimos Días volvían a bautizarse al pasar por otro acontecimiento importante como el matrimonio o la admisión a la orden unida, o a veces para mejorar la salud; esos bautismos repetidos quedaban anotados en los registros de la Iglesia. La Primera Presidencia tenía la preocupación de que los miembros pudieran estar substituyendo el verdadero arrepentimiento por el nuevo bautismo. En 1893 se dijo a los presidentes de estaca que no debían exigir otro bautismo a los miembros que quisieran asistir a la dedicación del Templo de Salt Lake, y en 1897 se puso fin a esa práctica. El presidente George Q. Cannon lo explicó así: “Lo que os salvará es el arrepentimiento del pecado y no el hecho de volver a bautizaros”26.

Durante este período, al haber perdido la Iglesia la influencia que tenía en las escuelas públicas de Utah, estableció un programa de clases de religión que se enseñaban en varios centros de reuniones, después de las clases escolares, donde se podía impartir capacitación religiosa sin infringir las leyes que separaban la iglesia y el estado. En 1888, bajo la dirección del presidente Woodruff, se formó la Mesa Directiva de Educación de la Iglesia con el fin de supervisar todas las instituciones educativas de los Santos de los Últimos Días. Entre 1888 y 1891 se inauguraron en las colonias grandes de Utah, Idaho, Arizona, Canadá y México más de treinta academias de educación secundaria, en las que se ponían de relieve la capacitación clásica y vocacional, además de la enseñanza religiosa; una de las más grandes era la Academia Brigham Young, fundada en 1875, que pasó a ser la Universidad Brigham Young.

En 1897 se llevaron a cabo dos conmemoraciones de aniversarios importantes. El primero fue la celebración de los noventa años del Profeta de la Iglesia, el presidente Wilford Woodruff, que contaba con el respeto y la estima de todos. El día antes del cumpleaños, domingo 28 de febrero de 1897, más de diez mil niños de la Escuela Dominical se juntaron en el Tabernáculo, que había sido hermosamente decorado, para honrar al Profeta; llenaban incluso los pasillos. El presidente Woodruff quedó muy conmovido; al hablarles, les dijo que cuando él era un niño de diez años, asistía a una Escuela Dominical donde leía en el Nuevo Testamento sobre los Apóstoles y Profetas; les contó que recordaba haber orado pidiendo poder ver algún día Profetas y Apóstoles como los que mencionaba el Nuevo Testamento. Después testificó a los niños —diciendo que eran “hijos de Profetas, Patriarcas y hombres de Israel”— que había visto cumplirse muchas veces la humilde petición de su niñez27. Al día siguiente, en su cumpleaños, hubo celebraciones en su honor abiertas al público en general. Pocas veces habían visto los miembros de la Iglesia tales demostraciones de amor por uno de sus líderes.

La otra conmemoración importante fue la celebración de los cincuenta años de la llegada de los pioneros al Valle del Lago Salado; la semana del 24 de julio de 1897 se apartó como una de jubileo. Era una oportunidad para hacer destacar al nuevo estado, y en todos los actos de la celebración se pusieron de manifiesto el entusiasmo y el patriotismo de sus habitantes. Las festividades comenzaron cuando se descubrió al público, más de cincuenta mil asistentes, un monumento a Brigham Young; esculpido por Cyrus E. Dallin; el monumento de bronce pesa más de veinte toneladas y se encuentra actualmente en el centro de Salt Lake City.

Se rindió tributo en el Tabernáculo a los veinticuatro miembros de la primera compañía de pioneros que todavía vivían, incluso Wilford Woodruff, y se entregó a cada uno una medalla dorada con una inscripción. Hubo varios desfiles, con carrozas vistosamente decoradas y miles de niños; también se hizo una exhibición de productos de la agricultura, la minería y la industria de Utah.

En 1898, siguiendo lo que se había convertido en una costumbre anual, el presidente Woodruff, junto con el presidente Cannon y otros, se fue de vacaciones a California para escapar al calor del verano en Utah. Lamentablemente, empezó a declinar la salud del Profeta, que falleció mientras dormía en la casa de Isaac Trumbo, en San Francisco. A los pocos días, en su funeral, el presidente George Q. Cannon dijo: “El presidente Woodruff era un hombre de Dios. Su lucha había terminado y fue llamado al más allá para mezclarse con sus hermanos y para recibir su bien merecida recompensa. Era un ser celestial. Estar en su compañía era como estar en el cielo; su partida de esta esfera terrenal priva a la comunidad de un hombre grande y bondadoso, un hombre que merecía todas las bendiciones prometidas a los que se mantengan verídicos y firmes hasta el fin”28.

NOTAS

  1. Wilford Woodruff Journals, julio 25 de 1887, Departamento Histórico de la Iglesia SUD, Salt Lake City; véase también, de Matthias F. Cowley, Wilford Woodruff: History of His Life and Labors, Salt Lake City: Bookcraft, 1964, pág. 560.

  2. Este párrafo se tomó de la obra de James B. Allen y Glen M. Leonard, The Story of the Latter-day Saints. Salt Lake City: Deseret Book Co., 1976, pág. 402.

  3. Wilford Woodruff Journals, 15 de mayo de 1888.

  4. Wilford Woodruff Journals, 17 de mayo de 1888.

  5. Tomado de la obra de Allen y Leonard, The Story of the Latter-day Saints, págs. 402, 404.

  6. Sección tomada de la obra de Allen y Leonard, The Story of the Latter-day Saints, págs. 404, 406–407, 409–412.

  7. Wilford Woodruff Journals, 31 de diciembre de 1889.

  8. Véase, de Edward Leo Lyman, Political Deliverance: The Mormon Quest for Utah Statehood, Urbana, Ill.: University of Illinois Press, 1986, págs. 130–131.

  9. Wilford Woodruff Journals, 25 de septiembre de 1890.

  10. Citado en el Registro histórico del Templo de Salt Lake, 1893–1922, Departamento Histórico de la Iglesia SUD, Salt Lake City, pág. 71.

  11. Véase Millennial Star, 17 de noviembre de 1890, págs. 723–725; nov. 24, págs. 737–738.

  12. Millennial Star, 24 de noviembre de 1890, pág. 739.

  13. Millennial Star, 24 de noviembre de 1890, pág. 741.

  14. Sección tomada de la obra de Allen y Leonard, The Story of the Latter-day Saints, págs. 417–419, 426.

  15. “To the Saints”, The Deseret Weekly, 11 de abril de 1896, pág. 533.

  16. Véase discurso de Brigham Young, en Journal of Discourses, 1:133.

  17. Véase de Cowley, Wilford Woodruff, págs. 582–583.

  18. Autobiography of Andrew Jenson, Salt Lake City: Deseret News Press, 1938, pág. 205.

  19. Wilford Woodruff Journals, 6 de abril de 1938.

  20. Véase, de John Nicholson, “Temple Manifestations”, The Contributor, diciembre de 1894, págs. 116–118.

  21. Véase, de James H. Anderson, “The Salt Lake Temple”, The Contributor, abril de 1893, pág. 301.

  22. Véase Wilford Woodruff Journals, 19 de marzo de 1894; Cowley, Wilford Woodruff, págs. 586–587.

  23. “The Law of Adoption”, The Deseret Weekly, 21 de abril de 1894, págs. 541–543.

  24. Los párrafos anteriores se tomaron de la obra de Allen y Leonard, The Story of the Latter-day Saints, págs. 424–425.

  25. Sección tomada de la obra de Allen y Leonard, The Story of the Latter-day Saints, págs. 419–423, 425–426.

  26. En “Conference Report”, octubre de 1897, pág. 68.

  27. Cowley, Wilford Woodruff, pág. 602; véase también Wilford Woodruff Journals, 28 de febrero de 1897.

  28. Citado por Cowley, en Wilford Woodruff…, pág. 633.

Historia

Fecha

 

Acontecimientos importantes

Mayo de 1888

Se dedica el Templo de Manti.

7 de abril de 1889

Se sostiene a Wilford Woodruff como Presidente de la Iglesia.

24 de septiembre de 1890

El presidente Wilford Woodruff emite el Manifiesto.

6 de abril de 1893

Se dedica el Templo de Salt Lake.

1894

Se establece la Sociedad Genealógica de Utah.

4 de enero de 1896

Utah pasa a ser uno de los estados de los Estados Unidos.

24 de julio de 1897

Se celebran los cincuenta años de la llegada de los pioneros al Valle del Lago Salado.

2 de septiembre de 1898

Muere el presidente Wilford Woodruff.

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Wilford Woodruff

Wilford Woodruff (1807–1898).

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Temple Square diagram

Los edificios de la Manzana del Templo:

  1. La vieja enramada. La enramada se hizo en el verano de 1847 y medía 8,5 m de ancho por 12,2 m de largo; estaba hecha de postes colocados verticalmente con otros postes atravesados y atados en la parte superior; encima de éstos se colocaban ramas cruzadas que daban sombra.

  2. La enramada. Ésta se hizo en 1848 y era más grande; tenía tablas y tablones que servían de asientos y una plataforma en uno de los extremos.

  3. El viejo tabernáculo. Este edificio, comenzado en 1851, medía aproximadamente 18 m de ancho por 30 m de largo y era de adobe; estaba orientado de norte a sur y tenía capacidad para dos mil quinientas personas. En 1870 se demolió para dar lugar al Salón de Asambleas.

  4. La Casa de Investiduras. En mayo de 1855, Heber C. Kimball dedicó este edificio, que fue demolido en 1889.

  5. La gran enramada. Se hizo al mismo tiempo que se edificaba la Casa de Investiduras; se utilizaba para las conferencias generales y, más adelante, fue un taller de trabajo durante la construcción del Tabernáculo.

  6. El Tabernáculo. Se comenzó en 1863 y fue dedicado por John Taylor en octubre de 1875.

  7. El Salón de Asambleas. La construcción empezó en 1877 y terminó en 1880. Joseph F. Smith dedicó el edificio en 1882.

  8. Primera oficina de información. Era una pequeña construcción de forma octogonal que medía poco más de seis metros de lado a lado y se abrió el 4 de agosto de 1902.

  9. El Templo de Salt Lake. Brigham Young lo comenzó en 1853 y el templo fue dedicado por Wilford Woodruff el 6 de abril de 1893.

  10. Centro de Visitantes Norte. Este edificio fue dedicado por el presidente David O. McKay el 7 de marzo de 1963.

  11. Anexo del templo. Este edificio se terminó el 21 de marzo de 1966.

  12. Centro de Visitantes Sur. Este centro fue dedicado el 1º de junio de 1978 por el presidente Spencer W. Kimball.

North Temple

West Temple

Calle Main

South Temple

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Isaac Trumbo

Isaac Trumbo (1858–1912) nació en Nevada y se crió en Salt Lake City; su madre era miembro de la Iglesia, pero él nunca se convirtió.

El señor Trumbo se mudó a California, donde hizo fortuna como hombre de negocios; también era coronel de la Guardia Nacional de California. Durante más de diez años luchó en favor de que se diera a Utah la categoría de estado. Este sueño al fin se convirtió en realidad, en gran parte debido a sus esfuerzos en el medio político.

Cortesía de la Sociedad Histórica de Utah.

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Heber M. Wells

En las elecciones generales de noviembre de 1895, Heber M. Wells (1859–1938) fue elegido primer gobernador del estado de Utah; tenía treinta y seis años. Desempeñó el cargo con éxito durante dos períodos electorales.

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Flat covering Tabernacle ceiling

El sábado 4 de enero de 1896, el presidente (de los Estados Unidos) Grover Cleveland anunció que Utah había sido admitido en la Unión con categoría de estado. El lunes 6 de enero se declaró feriado general y se realizaron las ceremonias inaugurales en el Tabernáculo, que estaba totalmente lleno.

Una bandera gigantesca cubría el interior de la cúpula. En la parte de afuera del edificio se colocó una nueva estrella en la que se insertó una luz eléctrica que se mantuvo encendida durante las ceremonias.

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Moses Thatcher

Moses Thatcher (1842–1909) fue ordenado élder a la edad de catorce años y llamado a cumplir una misión en California; diez años después, lo llamaron otra vez, ésta como misionero en Europa.

En 1879, el élder Thatcher recibió el llamamiento para el Quórum de los Doce Apóstoles, cargo que ocupó hasta 1896. Pocos meses después de haberlo llamado al Apostolado, el presidente John Taylor lo mandó a abrir México para la prédica del Evangelio.

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Salt Lake Temple construction
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Salt Lake Temple construction
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Salt Lake Temple construction

Las fotos muestran el adelanto de la obra del Templo de Salt Lake. De izquierda a derecha, en 1873, 1882 y 1892.

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statue of Brigham Young

El monumento en honor de Brigham Young y de los primeros pioneros se descubrió durante la conmemoración del quincuagésimo aniversario del arribo de los pioneros al Valle del Lago Salado el 24 de julio de 1847. Las celebraciones comenzaron el 20 de julio de 1897 y duraron cinco días. El monumento fue diseñado por Cyrus E. Dallin, nacido en Utah, y antes de la dedicación estuvo en exhibición en la Manzana del Templo. Ahora está colocado en el cruce de las calles Main y South Temple, en Salt Lake City.

Cortesía de la Sociedad Histórica de Utah.

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Isaac Trumbo home

La casa de Isaac Trumbo, en la esquina de las calles Octavia y Sutter, en San Francisco. Allí falleció el presidente Wilford Woodruff el 2 de septiembre de 1898.