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CAPÍTULO CUARENTA Y CINCO: EL AFRONTAR LAS NUEVAS EXIGENCIAS DE UNA IGLESIA MUNDIAL


CAPÍTULO CUARENTA Y CINCO

EL AFRONTAR LAS NUEVAS EXIGENCIAS DE UNA IGLESIA MUNDIAL

A fines de 1973, cuando Spencer W. Kimball pasó a ser el Presidente de la Iglesia, el número de miembros de la Iglesia había llegado a 3.321.556,1 y continuó aumentando rápidamente con su liderazgo. A principios de la década de 1980, la Iglesia tenía más de un cuarto de millón de miembros nuevos por año, y en 1982 el total de miembros de la Iglesia superó los cinco millones. Tal progreso en una sola década presentaba grandes complicaciones. ¿Cómo se mantendrían las Autoridades Generales en contacto con ese número creciente de unidades de la Iglesia y de santos esparcidos por todo el mundo? ¿Cómo se lograría que los programas y actividades de la Iglesia atendieran mejor a las necesidades de miembros que vivían en circunstancias tan diferentes? ¿Cómo se pondrían a su alcance las bendiciones del templo?

La expansión de la Iglesia requería un liderazgo más amplio para atender a las exigencias y los desafíos de una nueva era.

SE ORGANIZA EL PRIMER QUÓRUM DE LOS SETENTA

El aumento del número de estacas y misiones de la Iglesia hizo que hubiera más presión en el tiempo que dedicaban las Autoridades Generales; había más conferencias de estaca a las que debían asistir y más distritos de misiones que tenían que supervisar. Ya en 1941 se había llamado a cinco sumos sacerdotes como Ayudantes del Consejo de los Doce para ayudar en los deberes administrativos que continuaban aumentando. A través de los años, al continuar creciendo la Iglesia, se llamó a más hermanos para ese cargo, y en octubre de 1976 había treinta y ocho Ayudantes de los Doce (véase el Deseret News Church Almanac actual):

  1. Marion G. Romney

  2. Thomas E. McKay

  3. Clifford E. Young

  4. Alma Sonne

  5. Nicholas G. Smith

  6. George Q. Morris

  7. Stayner Richards

  8. ElRay L. Christiansen

  9. John Longden

  10. Hugh B. Brown

  11. Sterling W. Sill

  12. Gordon B. Hinckley

  13. Henry D. Taylor

  14. William J. Critchlow, hijo

  15. Alvin R. Dyer

  16. N. Eldon Tanner

  17. Franklin D. Richards

  18. Theodore M. Burton

  19. Thorpe B. Isaacson

  20. Boyd K. Packer

  21. Bernard P. Brockbank

  22. James A. Cullimore

  23. Marion D. Hanks

  24. Marvin J. Ashton

  25. Joseph Anderson

  26. David B. Haight

  27. William H. Bennett

  28. John H. Vandenberg

  29. Robert L. Simpson

  30. O. Leslie Stone

  31. James E. Faust

  32. L. Tom Perry

  33. J. Thomas Fyans

  34. Neal A. Maxwell

  35. W. Grant Bangerter

  36. Robert D. Hales

  37. Adney Y. Komatsu

  38. Joseph B. Wirthlin

Durante esos años también se habían agregado responsabilidades a las siete Autoridades Generales que constituían el Primer Consejo de los Setenta. En septiembre de 1961, el presidente David O. McKay anunció que se había ordenado sumos sacerdotes a esos setentas y se les había dado autoridad para organizar estacas y barrios y también para apartar a presidentes de estaca y obispos bajo la dirección de los Doce2. Hasta entonces, el Primer Consejo supervisaba a los quórumes de setentas de las estacas por toda la Iglesia, pero no se les había dado autoridad para la organización de estacas ni de barrios.

En 1975, el presidente Spencer W. Kimball anunció que había llegado el momento de organizar el Primer Quórum de los Setenta; estos hermanos iban a asistir a los siete Presidentes de Setentas a fin de adelantar la obra del Señor, “especialmente en la obra misional”3. La Primera Presidencia explicó después que los miembros del Primer Quórum de los Setenta tendrían la misma autoridad que los Ayudantes del Consejo de los Doce.

En la conferencia general de octubre de 1976, el presidente Kimball anunció que la Primera Presidencia “había sentido la inspiración de llamar a todos los Ayudantes del Consejo de los Doce para integrar el Primer Quórum de los Setenta”, y continuó diciendo: “Con esa decisión, los tres quórumes gobernantes de la Iglesia —la Primera Presidencia, el Quórum de los Doce Apóstoles y el Primer Quórum de los Setenta— se han establecido donde les corresponde según lo revelado por el Señor [véase D. y C. 107:22–26]. Esto hará posible atender con eficiencia la pesada carga de trabajo de la actualidad y prepararnos para la constante expansión y aceleración de la obra, contemplando con expectativa el día en que el Señor ha de volver a hacerse cargo de Su Iglesia y Reino”4. Como parte de un proceso continuo, fueron agregándose más miembros al Primer Quórum de los Setenta en cada una de varias de las conferencias generales siguientes5.

LA IGLESIA MANTIENE EL CONTACTO CON LOS SANTOS DE TODO EL MUNDO

Mientras que los setentas proporcionaron la ayuda que era tan indispensable en la sede de la Iglesia, también se tomaron medidas para fortalecer los lazos con las unidades locales que se hallaban muy distantes. Se reorganizaron las divisiones de la Iglesia llamadas regiones, que desde 1936 habían operado los proyectos de bienestar, y las llamadas áreas, que se habían encargado de coordinar las misiones desde la década de 1960; y cada área de misiones se puso bajo la supervisión personal de una Autoridad General. En 1966 había once de esas autoridades que vivían fuera de los Estados Unidos. En 1975, también las regiones y las estacas se pusieron bajo la jurisdicción de esas Autoridades Generales residentes, o supervisores de Área6.

En 1984 se produjo un cambio importante al dividir todo el mundo en trece extensas áreas, cada una de las cuales iba a estar dirigida por una Presidencia que se componía de tres Autoridades Generales de los Setenta; esa modificación fortaleció el gobierno de la Iglesia en las áreas. El conocimiento y la experiencia de los tres hermanos que formaban la Presidencia de Área les ayudaron a dirigir sus respectivas áreas de acuerdo con las necesidades y circunstancias de los santos en esa parte del mundo. El presidente Gordon B. Hinckley, que era entonces Segundo Consejero del presidente Kimball, hizo notar “que el crecimiento de la Iglesia exige que haya flexibilidad en su administración aun cuando su mandato divino continúa inalterable”7.

Las Autoridades Generales tenían también la responsabilidad de administrar los diversos y numerosos departamentos y comités que había en la sede de la Iglesia. En 1977, la Primera Presidencia anunció una división de deberes entre el Obispado Presidente por una parte, para los asuntos temporales, y los Doce Apóstoles y los Setenta por la otra para los asuntos eclesiásticos y espirituales. Los miembros del Primer Quórum de los Setenta recibieron la importante responsabilidad de administrar diariamente los programas misional, del templo y de historia familiar de la Iglesia, así como los diversos departamentos que dirigían las labores de los quórumes del sacerdocio y de las organizaciones auxiliares; al asumir los miembros del Quórum de los Setenta esas responsabilidades, los Doce Apóstoles quedaron disponibles para prestar más atención a las necesidades de la Iglesia en todo el mundo.

Con el crecimiento de la Iglesia, el costo de transporte de los líderes locales para asistir a las conferencias generales dos veces por año llegó a imponer una pesada carga económica a la Iglesia, y sus líderes decidieron que sería mejor capacitar a los líderes locales en sus propios países. A partir de 1971, las Autoridades Generales empezaron a llevar a cabo conferencias de área en todo el mundo; éstas se realizaban en grandes auditorios y estadios a fin de que mucha gente pudiera asistir.

Por otra parte, las conferencias de área no eran solamente para la capacitación de los líderes locales, sino que los miembros, muchos de ellos provenientes de ramas pequeñas y alejadas, estaban agradecidos de poder escuchar el consejo de Autoridades Generales y de congregarse con miles de sus hermanos.

Finalmente, incluso esas conferencias empezaron a tener una asistencia demasiado numerosa y dejaron de ser prácticas. Amediados de la década de los ochenta, comenzaron a efectuarse conferencias regionales o multirregionales que tomaron el lugar de las anteriores y a las cuales asistía una pequeña delegación de Autoridades Generales.

En 1975, el presidente Kimball anunció que se iban a suspender las conferencias de las organizaciones auxiliares que tenían lugar en la sede de la Iglesia; la Sociedad de Socorro, los Hombres Jóvenes (AMMHJ), las Mujeres Jóvenes (AMMMJ), la Escuela Dominical y la Primaria habían realizado hasta entonces sus propias conferencias anualmente; de allí en adelante, se darían instrucciones a los líderes locales en reuniones regionales y en conferencias generales.

Con ese mismo criterio de consolidación, a partir de 1977 las conferencias generales se hicieron en dos días en lugar de tres, y se programaron para el primer fin de semana de abril y de octubre, respectivamente. Debido a ese cambio, la primera conferencia del año ya no siempre incluiría el 6 de abril, día del aniversario de la organización de la Iglesia. Al llevar a cabo la conferencia general en un fin de semana, hubo más presidentes de estaca y otras personas que pudieron asistir puesto que no tenían que alejarse de su casa durante la semana laborable. Junto con esas conferencias semianuales de la Iglesia que se realizaban en dos días, también se ofrecían talleres y exhibiciones de las organizaciones auxiliares el jueves y el viernes anteriores a la conferencia.

Con respecto a las unidades locales, en 1979 se cambió el número de conferencias de estaca de cuatro a dos por año, con el fin “de aliviar las cargas de tiempo, viajes y dinero en los miembros de la Iglesia”8. A mediados de la década de los ochenta, los miembros del Quórum de los Doce Apóstoles empezaron a asistir a más conferencias regionales o multirregionales en lugar de las conferencias de una sola estaca9.

SE DA NUEVA DIRECTIVA A LAS ACTIVIDADES

Los líderes de la Iglesia continuaron tomando medidas para asegurarse de que se cumplieran los objetivos de la Iglesia sin que hubiera innecesarias exigencias de tiempo o dinero para los santos. Las Autoridades Generales aconsejaron a los líderes locales que no programaran viajes para los jóvenes ni otro tipo de actividad que causara una carga económica a los miembros. Las organizaciones de los Hombres Jóvenes y de las Mujeres Jóvenes habían tenido hasta entonces directores de música, teatro, oratoria y deportes en cada barrio; en 1977 se discontinuaron esos cargos y se formó un comité de actividades, compuesto de tres personas, para coordinar todas las actividades del barrio. El propósito de esos comités de barrio y de estaca era aliviar a las presidencias de los quórumes del sacerdocio y de las organizaciones auxiliares de la responsabilidad de las actividades de la unidad correspondiente. El comité de actividades, compuesto por un director, un especialista de arte y cultura y uno de actividades de aptitud física, pasó a ser una ayuda para las presidencias del sacerdocio y de las organizaciones auxiliares y a fomentar el arte, los deportes, las actividades de recreo y las de aptitud física. Se llamó a personas que tenían un talento especial para prestar servicio temporario con el fin de promover determinadas actividades como producciones musicales o teatrales, bailes, festivales de oratoria, eventos atléticos y entretenimientos familiares que contribuyeran al bienestar y al desarrollo general de los santos.

Por todo el mundo había Santos de los Últimos Días que no podían disfrutar de todos los aspectos de esas actividades por estar aislados de otros miembros de la Iglesia; en muchos casos, había sólo dos o tres familias de miembros viviendo en una zona muy extendida y no podían poner en práctica los mismos programas de un barrio completamente organizado. Esas familias llevaban a cabo reuniones de la Iglesia en sus propias casas, y todos los miembros de la familia se turnaban para hablar y cumplir otras asignaciones.

En 1978 la Iglesia comenzó un programa “básico para unidad pequeña” a fin de ayudar a esos miembros aislados. Ese programa servía a las unidades de la Iglesia de las partes del mundo donde se debía empezar con programas sencillos y avanzar a través de las diversas etapas del progreso. En un manual especial se explicaba qué oficiales debían llamarse y qué actividades realizar en cada etapa del desarrollo; también había una guía para las familias en la que se indicaba qué reuniones realizar si la familia estaba completamente aislada de otros miembros.

Por todo el mundo hubo miembros que recibieron el beneficio de la guía que les ofrecía ese programa para unidad básica. Aun en las zonas que tenían estacas completamente organizadas, se adoptó el programa simplificado para los grupos pequeños de miembros cuyo idioma natal o situación geográfica los aislaba de la mayoría. Principios del Evangelio, que era uno de los seis manuales que se prepararon para su uso en las unidades pequeñas, fue popularmente aceptado por todos los Santos de los Últimos Días como un compendio excelente de enseñanzas doctrinales. El favorable resultado del programa simplificado para esas unidades alejadas también fue el precedente para consolidar otros programas de la Iglesia.

Durante muchos años se habían llevado las reuniones del sacerdocio y la Escuela Dominical el domingo por la mañana, y por la tarde o al anochecer la reunión sacramental; las reuniones de la Sociedad de Socorro para las hermanas, las clases y actividades de la Primaria para los niños y la Asociación de Mejoramiento Mutuo para los jóvenes se realizaban durante la semana. En 1980, las reuniones principales del barrio —sacerdocio, Sociedad de Socorro, Mujeres Jóvenes, Primaria, Escuela Dominical y reunión sacramental— se configuraron y se consolidaron para acomodarlas a un horario continuo de tres horas los domingos de mañana o de tarde. Se suspendieron porciones que habían sido tradicionales durante largo tiempo, como los ejercicios de apertura de la Escuela Dominical, y la Escuela Dominical de menores se juntó con la Primaria. Durante la semana sólo se continuó con una noche de actividades para los jóvenes, la reunión mensual de labores de la Sociedad de Socorro, actividades y días de logros periódicamente para los niños de la Primaria y alguna otra actividad de vez en cuando.

La Primera Presidencia explicó que el nuevo horario de reuniones se había designado para dar a las familias más tiempo para estudiar juntas las Escrituras, analizar el Evangelio y tener otras actividades en el hogar10. El nuevo horario dominical también daba a los santos la oportunidad de participar más en el servicio a la comunidad. Otro de sus beneficios era la reducción de los gastos de transporte para los miembros y del costo de calefacción e iluminación de los centros de reuniones.

EL AUMENTO DE ACTIVIDAD EN EL TEMPLO

11Los años setenta marcaron sólo el principio de una era sin precedentes en la construcción de templos y la actividad en ellos. En 1974, el presidente Kimball dedicó el Templo de la ciudad de Washington, que era el segundo templo del siglo veinte que contaba con un gran salón de asambleas para el sacerdocio en uno de los pisos superiores; el otro es el Templo de Los Ángeles, California. Tenía, además, seis salas para la presentación de la investidura.

Un año antes se habían cerrado los templos de Mesa, Arizona, y de Saint George, Utah, para renovación; ambos se volvieron a diseñar para presentar la investidura por medio de equipo de cine. La renovación fue tan extensa que dos años después, en 1975, los dos templos se abrieron al público para visitas y luego se volvieron a dedicar, siendo esa la primera vez que esto se hacía. Unos años después, los templos de Laie, Hawai, y de Logan, Utah, también se remodelaron y se volvieron a dedicar.

El año 1975 trajo, además, el anuncio de la construcción de tres templos nuevos: uno en São Paulo, Brasil, el primero de América del Sur; otro en Tokio, Japón, el primero de Asia; y otro en Seattle, estado de Washington, el primero de Estados Unidos en la región noroeste del Pacífico.

Los santos que vivían en dichas zonas estaban llenos de gratitud por la construcción de esos templos, tan largamente esperados.

Por ejemplo: “Una ola de emoción inundó a la congregación de la conferencia general de área en Brasil cuando el presidente Spencer W. Kimball anunció, el 1º de marzo, que se iba a construir un templo en São Paulo.

“ ‘Tengo un anuncio muy importante’, dijo el Presidente, dándole precedencia en los asuntos a tratar, incluso antes de la primera oración…

“ ‘Se construirá un templo en Brasil’, continuó.

“Una ahogada exclamación de sorpresa se escapó de toda la congregación.

“ ‘Se edificará en São Paulo’, siguió diciendo el Presidente.

“En ese momento, ya se veían muchos ojos llenos de lágrimas; sin disimulo, la gente lloró de gozo”12.

En la última parte de la década de 1970 aumentó considerablemente la edificación de templos. En 1977 se anunciaron planes de construir uno en la ciudad de México, y al año siguiente, los líderes de la Iglesia informaron que se iba a edificar el Templo del Río Jordán, en la parte sur del Valle del Lago Salado. En 1980 se hizo el anuncio sin paralelo de la edificación, al mismo tiempo, de siete templos nuevos: en Atlanta, Georgia, el primero en el sudeste de los Estados Unidos; en Buenos Aires, Argentina; Santiago, Chile; Sydney, Australia; Nuku’alofa, Tonga; Papeete, Tahití; y Apia, Samoa. El presidente Spencer W. Kimball dijo:

“Ahora comienza el período de construcción de templos más intenso en la historia de la Iglesia…

“Contemplamos con expectativa el día en que las sagradas ordenanzas de la Iglesia que se efectúan en los templos estén al alcance de todos los miembros de la Iglesia en localidades convenientes, por todo el globo terrestre”13.

A principios de la década de 1980, los líderes de la Iglesia anunciaron planes de construir otros siete templos, incluso uno en África del Sur y otro en la República Democrática Alemana (Alemania Oriental comunista).

En 1983 se dedicaron seis templos nuevos, una acción sin precedentes. A mediados de 1984, había otros veintiún templos en planes o en construcción; al terminarse éstos, el total de templos fue de cuarenta y siete, comparado con sólo quince que estaban en funcionamiento al comenzar la administración del presidente Kimball. El récord anterior había sido de tres templos que estaban edificándose al mismo tiempo: el de Salt Lake, el de Logan y el de Manti, todos en construcción en Utah durante la década de 1880. Por primera vez en la historia de la Iglesia, habría templos en todos los continentes habitados.

Durante años hubo muchas familias que sacrificaron la mayoría de sus posesiones materiales para poder hacer una vez en la vida el viaje al templo más cercano. En Tahití se requería el equivalente a casi un salario anual para que una familia pudiera hacer el viaje al Templo de Hamilton, Nueva Zelanda. Un zapatero de Costa Rica tuvo que vender el auto y todo su inventario de zapatos a fin de llevar a la esposa y los siete hijos al Templo de Mesa, Arizona, para que la familia se sellara allí para la eternidad; en el viaje de ida y regreso, un recorrido de 12.900 kilómetros, el grupo tuvo que dormir en salones culturales de edificios de la Iglesia y cambiar de autobús cada vez que cruzaba a otro país. Éstos santos estuvieron dispuestos a hacer sacrificios extremos para recibir las sagradas bendiciones que sólo podían obtener en el templo.

En algunos países, como Corea, las restricciones que el gobierno imponía a los viajeros impedían a los matrimonios salir del país al mismo tiempo, lo que hacía imposible que pudieran sellarse. En otros casos, los padres que contaban con fondos limitados tenían que enfrentar la imposible decisión de cuáles de sus hijos llevarían para que se sellaran con ellos en el templo. Al empezar a haber templos en muchas partes de la tierra, disminuyeron muchas de esas penurias.

LOS ADELANTOS EN LA TECNOLOGÍA

14La expansión en la edificación de templos vino acompañada por grandes mejoras en los métodos de reunir datos genealógicos. La computadora (ordenador) se volvió indispensable en la investigación genealógica. En 1961, al necesitarse más nombres para la obra del templo, la Sociedad Genealógica envió empleados a extraer información de los registros civiles y parroquiales; esos nombres se entraron en la computadora, que rápidamente los puso por orden alfabético y los imprimió. Hasta 1969 los miembros que presentaban nombres para la obra del templo tenían que tenerlos anotados en una hoja de registro familiar.Pero una vez que comenzó a funcionar el sistema computado de verificación, la Iglesia decidió permitir a los miembros de la Iglesia el envío de nombres en hojas individuales. Esa facilidad hizo aumentar la actividad genealógica de los santos, por lo que hubo miles de nombres que se agregaron todos los años a la base de datos de personas fallecidas cuyos nombres se habían aprobado para las ordenanzas del templo.

A mediados de la década de los setenta, se efectuaban anualmente más de tres millones de investiduras por los muertos, pero menos de un millón de esos nombres provenían de Santos de los Últimos Días que habían hecho su propia investigación genealógica; la diferencia consistía en la labor que hacían los empleados del Departamento Genealógico en la sede de la Iglesia, por medio del programa de tabulación de registros. Las Autoridades Generales consideraron importante que los santos trabajaran en su propia genealogía y que incrementaran su participación en la obra del templo.

En 1978 los líderes de la Iglesia exhortaron a los miembros a escribir su historia personal, a participar en organizaciones familiares y a completar sus registros de cuatro generaciones. Además, el presidente Kimball introdujo un nuevo programa para toda la Iglesia que habilitaba a los miembros a “prestar el servicio de la segunda milla extrayendo nombres y otros datos genealógicos de los registros microfilmados. Ese programa de extracción iba a ser supervisado por los líderes locales del sacerdocio…15

Debido a que la mayoría de los registros se encuentran en orden cronológico, era necesario que las personas se pasaran horas interminables investigando los mismos registros para encontrar a sus antepasados. Con el programa de extracción, los voluntarios pueden extraer todos los nombres de un registro original; luego, la computadora los ordena para que se encuentren fácilmente. La participación de los santos en ese programa de extracción ayudó a lograr la meta de que todo distrito de templo proveyera los nombres para hacer la obra en ese templo. Con ese objeto, se establecieron centros de servicio para los templos de São Paulo, Brasil, Tokio, Japón y Ciudad de México, México, a fin de apresurar el trámite local de nombres para la obra del templo.

EL LEGADO DEL PRESIDENTE SPENCER W. KIMBALL

El presidente Spencer W. Kimball había tenido una salud relativamente frágil antes de ser Presidente de la Iglesia, lo que había hecho que algunas personas comentaran que su presidencia no duraría mucho tiempo. Sin embargo, los doce años en que él fue Presidente se destacaron por logros importantes y estuvieron llenos de sucesos que tuvieron un efecto inolvidable y de largo alcance. Durante su administración, el privilegio de poseer el sacerdocio se extendió a los hombres dignos de todas las razas (véase la Declaración Oficial 2); se publicaron ediciones nuevas de las Escrituras en inglés, incluso ayudas para su estudio y agregados al canon de Escrituras; de acuerdo con la revelación, el Primer Quórum de los Setenta tomó su lugar en la administración de la Iglesia. El programa de reuniones de la Iglesia se acortó y simplificó; la construcción sin paralelo de nuevos templos puso al alcance de los santos de todo el mundo las bendiciones más altas del Evangelio.

Al principio de su administración, el ritmo de vida del presidente Kimball era tan acelerado como el progreso de la Iglesia. No obstante, al avanzar en años su salud empezó a deteriorarse. El Presidente tuvo entonces la inspiración de llamar al élder Gordon B. Hinckley como tercer consejero en la Primera Presidencia.

El presidente Spencer W. Kimball murió el 5 de noviembre de 1985, después de una larga enfermedad, y lo lloraron los millones de miembros que con tanta gratitud lo habían sostenido como Profeta, Vidente y Revelador. Al referirse al presidente Kimball, el presidente Hinckley dijo: “…durante cuarenta y dos años fue Apóstol y Profeta. Su conmovedor ejemplo de sincera humildad, su inmensa capacidad para amar a las personas, sus calmadas pero serias declaraciones de fe nos han conmovido a todos. La majestad de su vida radicaba en la sencillez. En su carácter nunca dio evidencias de ser pretencioso, jactancioso ni orgulloso. Sin embargo, tenía una excelencia que brillaba como el oro. Fue un hombre de cuya vida la mano de Dios extirpó la cáscara de la mediocridad. Yo lo amaba con ese amor que llegamos a sentir y entender los que estamos en el servicio del Señor”16.

Con un sentimiento similar, el élder Neal A. Maxwell, del Consejo de los Doce, afirmó lo siguiente: “No sólo es apropiado sino que es necesario emplear algunos superlativos para describir el ministerio del presidente Spencer Woolley Kimball… Sus muchos logros pugnan entre sí por el lugar de preeminencia en nuestra memoria…

“…Existe una dimensión especial y clara de afecto por el presidente Kimball y de identificación con él”17. Élder Maxwell habló por los miembros de la Iglesia de todo el mundo cuando se refirió a él llamándolo “Spencer, el amado”18.

NOTAS

  1. Véase “Conference Report”, abril de 1974, pág. 27; Ensign, mayo de 1974, pág. 20.

  2. Véase “Conference Report”, septiembre–octubre de 1961, pág. 90.

  3. “‘Así alumbre vuestra luz’”, Liahona, febrero de 1976, pág. 2.

  4. En “Conference Report”, octubre de 1976, pág. 10; Ensign, noviembre de 1976, pág. 9.

  5. Véase de Richard O. Cowan, The Church in the Twentieth Century. Salt Lake City: Bookcraft, 1985, págs. 405–406.

  6. Véase carta de la Primera Presidencia, 3 de septiembre de 1975.

  7. “Area Presidencies Called as Church Modifies Geographical Administration”, Ensign, agosto de 1984, pág. 75.

  8. En “Stake Conferences to Be Semiannual”, Church News, 1º de abril de 1978, pág. 4.

  9. Véase de Cowan, The Church in the Twentieth Century. págs. 420–423.

  10. Véase “Meeting Schedule Approved”, Church News, 2 de febrero de 1980, pág. 3.

  11. J. M. Heslop, “Area Conference in Brazil”, Church News, 8 de marzo de 1975, pág. 3.

  12. Citado por Jay M. Todd, en “Report of the Regional Representatives’ Seminar”, Ensign, mayo de 1980, pág. 99.

  13. Esta sección se escribió para el Sistema Educativo de la Iglesia; también se publicó en la obra de Cowan, The Church in the Twentieth Century, págs. 369–372.

  14. “El verdadero camino”, Liahona, agosto de 1978, pág. 2; véase también Church News, 22 de abril de 1978, pág. 3.

  15. “Venid y participad”, Liahona, julio de 1986, pág. 44.

  16. Neal A. Maxwell, “Spencer, the Beloved: Leader—Servant”, Ensign, diciembre de 1985, pág. 8.

  17. Véase de Don L. Searle, “President Ezra Taft Benson Ordained Thirteenth President of the Church”, Ensign, diciembre de 1985, pág. 2.

Historia

Fecha

 

Acontecimientos importantes

1975

Se suspenden las conferencias de las organizaciones auxiliares.

Octubre de 1975

Se organiza el Primer Quórum de los Setenta como quórum de Autoridades Generales.

1978

Se da comienzo al programa genealógico de extracción de nombres.

1979

Se reduce el número de conferencias de estaca a dos conferencias anuales.

1980

Se instituye el nuevo programa dominical de reuniones.

1982

El número de miembros de la Iglesia sobrepasa los cinco millones.

1984

Se nombran presidencias de área.

5 de noviembre de 1985

Fallece el presidente Spencer W. Kimball a los noventa años de edad.

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Spencer W. Kimball and translator at Mexico area conference

El presidente Kimball con un traductor durante una conferencia de área de México y Centroamérica.

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Gospel Principles manual
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Washington D.C. Temple
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Judgment Day mural in Washington D.C. Temple
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São Paulo Brazil Temple

El Templo de Sao Paulo, Brasil, se dedicó el 30 de octubre de 1978.

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Freiberg Germany Temple

El Templo de Freiberg, Alemania, se dedicó el 29 de junio de 1985.

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Gordon B. Hinckley

El presidente Gordon B. Hinckley recibió el llamamiento de Ayudante de los Doce en abril de 1958. Tres años después fue llamado para integrar el Quórum de los Doce Apóstoles; en julio de 1981 se le llamó como Consejero del presidente Spencer W. Kimball en la Primera Presidencia de la Iglesia.