“Lucas 22; Juan 18”, Ayudas para las Escrituras: Nuevo Testamento, 2024
Ayudas para las Escrituras
Lucas 22; Juan 18
Después de instituir la Santa Cena, Jesucristo fue con Sus discípulos al Jardín de Getsemaní. Sufrió en Getsemaní, lo que causó que sudara “grandes gotas de sangre”. Fue traicionado y arrestado. Jesús fue golpeado, ridiculizado e interrogado ante el consejo judío. Luego, fue llevado ante Pilato, quien lo interrogó y no halló falta en Él.
Recursos
Nota: La cita de una fuente no publicada por La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días no implica que esta o su autor cuenten con el respaldo por la Iglesia ni que representen la posición oficial de la Iglesia.
Antecedentes y contexto
¿Qué importancia tuvo la Última Cena?
Para aprender más acerca de la importancia de la Última Cena, considera estudiar las siguientes entradas:
¿Qué significa ser zarandeados como trigo por Satanás?
En la época del Nuevo Testamento, se cosechaban tallos de trigo y con ellos se formaban haces o gavillas. Las gavillas se colocaban horizontalmente sobre un suelo de superficie dura y se trituraban con implementos pesados (se trillaban) hasta que las semillas se separaban de la cubierta exterior o cascarilla.
The Golden Harvest [La cosecha dorada], por David Merrill
Las cascarillas no eran comestibles y se consideraban paja, algo sin valor. En un día ventoso, las semillas y la paja se arrojaban al aire con una horquilla. Las semillas más pesadas caían al suelo y a la paja más liviana se la llevaba el viento. (Véase también “Mateo 3:12. ¿Qué significa la frase ‘su aventador está en su mano’?”).
Jesús utilizó el ejemplo de separar las semillas de trigo de la paja para advertirle a Pedro del deseo de Satanás de destruirlo. Jesús dijo a Pedro: “He aquí, Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo”. El pronombre griego traducido como “os” es plural. En este versículo, Jesús enseñó que Satanás desea destruir a todos los discípulos del Salvador, no solo a Pedro. El élder Ulisses Soares enseñó que ser zarandeados como trigo significa “perd[er] la capacidad de ser una buena influencia en el mundo”.
¿Qué podemos aprender del Jardín de Getsemaní sobre el sacrificio expiatorio del Salvador?
(Compárese con Mateo 26:36; Marcos 14:32; Juan 18:1).
En el Jardín de Getsemaní, el Salvador comenzó Su sufrimiento por los pecados de todas las personas. El Jardín de Getsemaní era una arboleda de olivos que el Salvador visitaba con frecuencia. Se encontraba en el lado occidental del monte de los Olivos, justo afuera de los muros de Jerusalén.
“El vocablo [getsemaní] significa ‘lagar de olivos’”. En la época del Salvador, el aceite de oliva se preparaba haciendo rodar primero una piedra grande sobre las aceitunas para triturarlas. A las aceitunas trituradas se las llamaba “pasta”.
Luego, la pasta se colocaba en cestas suaves de tejido suelto. Se utilizaba una prensa de olivos para ejercer una presión fuerte sobre las aceitunas en estas cestas. Cuando las aceitunas estaban bajo la presión de la prensa, el aceite, en un principio, era rojo.
El proceso utilizado para elaborar el aceite de oliva puede ayudarnos a entender el sacrificio expiatorio del Salvador. El presidente Russell M. Nelson enseñó: “Así también, en el huerto de Getsemaní, Jesucristo fue literalmente oprimido (“prensado”) por el peso de los pecados del mundo, y sudó grandes gotas de sangre —el ‘aceite’ de vida de su cuerpo— que le brotaban de cada poro. [Véanse Lucas 22:44; Doctrina y Convenios 19:18] […].
“Al igual que la oliva, prensada para exprimirle el aceite que daba luz, así también fue oprimido el Salvador. De cada poro brotó la sangre de vida de nuestro Redentor”.
¿Por qué sufrió Jesucristo en Getsemaní?
(Compárese con Mateo 26:37–41; Marcos 14:32–42).
Tres de los Evangelios proporcionan algunos detalles de cómo sufrió el Salvador en Getsemaní. De las Escrituras de la Restauración, aprendemos algunas razones importantes por las que el Salvador sufrió. El rey Benjamín enseñó que Jesús sangró por cada poro a causa de Su gran “angustia por la iniquidad y abominaciones de su pueblo”. El Salvador explicó que Él sufrió para que pudiéramos arrepentirnos de nuestros pecados. Alma explicó que Cristo sufrió no solo para librarnos del pecado, sino también para “socorrer [ayudar] a los de su pueblo, de acuerdo con las debilidades de ellos”.
Gethsemane [Getsemaní], por Adam Abram
¿Qué simboliza la copa?
(Compárese con Mateo 26:39; Marcos 14:36).
La copa a la que se refirió el Salvador simboliza el sufrimiento que experimentó durante Su Expiación. Cuando Jesús estaba sufriendo por nuestros pecados en Getsemaní, oró al Padre Celestial: “Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”. En el momento de Su arresto, Jesús le dijo a Pedro: “La copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?”. Después Su muerte y Resurrección, Jesús se refirió a Su propio sufrimiento como beber de una “amarga copa”. Al hablar de la amargura que el Salvador experimentó en Getsemaní, el élder Bruce R. McConkie dijo: “Sabemos que sudó grandes gotas [flujos repentinos] de sangre de cada poro mientras bebía las heces de aquella amarga copa que Su Padre le había dado.
“Sabemos que sufrió, tanto en cuerpo como en espíritu, más de lo que a un hombre le es posible sufrir sin morir.
“Sabemos que de alguna manera, incomprensible para nosotros, ese sufrimiento satisfizo las exigencias de la justicia, rescató las almas penitentes de los dolores y los castigos del pecado, y puso la misericordia al alcance de aquellos que creyeran en Su santo nombre.
“Sabemos que quedó postrado en el suelo a causa de los dolores y de la agonía de una carga infinita que lo hicieron temblar y desear no tener que beber la amarga copa”.
¿Sangró realmente Jesús en Getsemaní?
Lucas es el único autor de los Evangelios que registró que el sufrimiento del Salvador incluyó “grandes gotas de sangre”. El Salvador confirmó este acontecimiento en las Escrituras de los últimos días: “Padecimiento que hizo que yo, Dios, el mayor de todos, temblara a causa del dolor y sangrara por cada poro”.
¿Qué importancia tiene la respuesta del Salvador: “Yo soy”?
Cuando los líderes judíos dijeron que buscaban a Jesús de Nazaret, Jesús respondió: “Yo soy”. “Yo soy” es un título y un nombre de Jesús. Jesús utilizó el título “Yo soy” varias veces durante Su ministerio. Los judíos habrían entendido ese título como una declaración de la divinidad de Cristo.
¿Quiénes eran Caifás y Anás?
(Compárese con Mateo 26:57).
Caifás era el sumo sacerdote del templo de Jerusalén durante el ministerio del Salvador y sus responsabilidades incluían supervisar los rituales y controlar el tesoro del templo. Era una persona rica e influyente que habría considerado la purificación de los patios del templo por parte de Jesús como un desafío a su autoridad. Después de que Jesús devolvió la vida a Lázaro, Caifás declaró que era necesario dar muerte a Jesús.
Caifás era el yerno de Anás, un sumo sacerdote anterior. Fuentes históricas describen a la familia de Anás en términos de poder e influencia. Ambos eran saduceos. A lo largo de los siglos, el puesto de sumo sacerdote se había corrompido y, en lugar de ser un oficio del sacerdocio basado en el linaje, se convirtió en un nombramiento político. Como sumo sacerdote, Caifás presidió el Sanedrín que juzgó e interrogó a Jesús. Solo el Evangelio de Juan menciona que Jesús también compareció ante Anás.
¿Quién era Pilato?
El Imperio romano estaba dividido en provincias, cada una gobernada por un magistrado. Poncio Pilato fue el líder romano de Judea desde el año 26 hasta el 36 d. C. Poco después de asumir el cargo, enfureció a muchos de los judíos al llevar a Jerusalén estandartes con una representación del emperador romano en ellos. Los judíos veían esas imágenes del emperador como idolatría. Pilato también ordenó la masacre de algunos galileos.
¿Por qué llevaron los líderes judíos a Jesús ante Pilato?
Los líderes judíos declararon a Jesús culpable de blasfemia y querían condenarlo a muerte. Sin embargo, se enfrentaban a varios obstáculos: (1) bajo el dominio romano, los judíos no tenían la autoridad para condenar a muerte a alguien; (2) los romanos, que podían condenar a muerte a alguien, no reconocían el crimen judío de blasfemia; y (3) debido a la influencia de Jesucristo, los líderes judíos temían que se produjera un motín si lo condenaban a muerte públicamente.
Los líderes judíos necesitaban la ayuda de Roma para matar a Jesucristo, por lo que lo llevaron ante el magistrado romano Pilato con el objetivo de que encontrara algo de qué acusar al Salvador que se castigara con la muerte. Así, a la gente le parecería que Roma era responsable de la ejecución de Jesús, y no los líderes judíos.
¿Cuáles fueron los cargos contra Jesús?
Si bien los principales sacerdotes presentaron a Jesús como un criminal, en los Evangelios no queda del todo claro de qué delito se lo estaba acusando. Sin embargo, los relatos de los Evangelios registran que el interrogatorio de Pilato a Jesús se centró en si se consideraba a Sí mismo rey. Además, sobre las personas crucificadas era costumbre colocar un letrero en el que se exhibía la “acusación” en su contra. El letrero que Pilato había colocado sobre la cruz del Salvador decía: “Jesús de Nazaret, Rey de los judíos”. Por lo tanto, parece probable que Jesús haya sido ejecutado bajo la acusación de sedición o acciones contra el emperador o el Estado. (Véase también “Mateo 26:59–68. ¿Qué tenía de significativo la acusación de blasfemia?”).
Más información
La Expiación del Salvador
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Bruce R. McConkie, “El poder purificador de Getsemaní”, Liahona, abril de 2011, págs. 16–19
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Jeffrey R. Holland, “La Expiación de Jesucristo”, Liahona, marzo de 2008, págs. 32–38
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Tad R. Callister, “La Expiación de Jesucristo”, Liahona, mayo de 2019, págs. 85–87
Para consultar más discursos sobre la Expiación del Salvador, dirígete a Biblioteca del Evangelio, Conferencia general, Temas, “Expiación”.
Contenido multimedia
Videos
“El Salvador sufre en Getsemaní” (8:30)
“Jesús es juzgado por Caifás, Pedro niega conocerlo” (4:17)
“Jesús es condenado ante Pilato” (3:15)
Imágenes
The Betrayal of Jesus [La traición a Jesús], por Ted Henninger
Maqueta de la ciudad de Jerusalén con el palacio de Herodes en primer plano
Ecce Homo [He aquí el hombre], por Antonio Ciseri