“Juan 14–17”, Ayudas para las Escrituras: Nuevo Testamento, 2024
Ayudas para las Escrituras
Juan 14–17
Después de la Última Cena, Jesucristo enseñó y consoló a Sus apóstoles. Enseñó que Él es “el camino, y la verdad y la vida”, y les dijo que podían demostrar su amor por Él al guardar Sus mandamientos. El Salvador los invitó a permanecer en Él y les enseñó acerca de la función del Espíritu Santo. Antes de entrar en el Jardín de Getsemaní, el Salvador ofreció la oración intercesora. Oró por Sus apóstoles y por todos los que creen en Él.
Recursos
Nota: La cita de una fuente no publicada por La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días no implica que esta o su autor cuenten con el respaldo por la Iglesia ni que representen la posición oficial de la Iglesia.
Antecedentes y contexto
¿Qué son las moradas del Padre?
El profeta José Smith enseñó que las “muchas moradas” de las que habló Jesús deben entenderse como reinos; en otras palabras: “‘En el reino de mi Padre muchos reinos hay’, a fin de que sean herederos de Dios y coherederos conmigo […]. Hay moradas para aquellos que obedecen una ley celestial, y hay otras moradas para aquellos que no cumplen con la ley, cada cual en su propio orden”.
El presidente Dallin H. Oaks enseñó: “Gracias a la revelación moderna sabemos que el destino final de quienes vivan en la tierra no es la inadecuada idea del cielo para los justos y el sufrimiento eterno del infierno para los demás. El amoroso plan de Dios para Sus hijos incluye esta realidad que enseñó nuestro Salvador Jesucristo: ‘En la casa de mi Padre muchas moradas hay’ [Juan 14:2]. La doctrina revelada de la restaurada Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días enseña que todos los hijos de Dios —con excepciones demasiado limitadas para considerarlas aquí— finalmente heredarán uno de los tres reinos de gloria, de los que el menor ‘sobrepuja a toda comprensión’ [Doctrina y Convenios 76:89]”.
¿En qué sentido es Jesús “el camino”?
El apóstol Tomás quería saber cómo llegar a donde iba Jesús, a lo que Jesús respondió, “Yo soy el camino”. La palabra “camino” es una traducción de la palabra griega hodos, que puede referirse a un camino, una senda, una entrada, una dirección, un viaje o un curso de acción. El élder Dieter F. Uchtdorf enseñó: “El Salvador es el poder motivador detrás de todo lo que hacemos. Él no es una parada para descansar en nuestro viaje. No es una carretera panorámica, ni siquiera un punto de referencia importante en el camino. Él es ‘el camino, y la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por [Jesucristo]’ [Juan 14:6]. Ese es el Camino y nuestro destino final […]. Testifico […] que Jesucristo es nuestro Maestro, nuestro Redentor y nuestro único Camino de regreso a nuestro amado Padre Celestial”.
Para obtener más información, véase “Hechos 24:14, 22. ¿Qué era ‘el camino’?”.
¿Qué podemos aprender sobre el Padre Celestial y Jesucristo?
En respuesta a la súplica de Felipe: “Muéstranos al Padre”, Jesús explicó que conocerlo a Él era también conocer al Padre Celestial. El presidente Dallin H. Oaks enseñó: “Lo que sabemos de la naturaleza de Dios el Padre es mayormente lo que aprendemos del ministerio y las enseñanzas de Su Hijo Unigénito, Jesucristo […]. La Biblia contiene un testimonio apostólico de que Jesús era ‘la imagen misma’ de la sustancia de Su Padre (Hebreos 1:3), lo cual simplemente explica la enseñanza del mismo Jesús de que ‘el que me ha visto a mí, ha visto al Padre’ (Juan 14:9)”.
Juan 14:16–23, 26; 15:26; 16:7
¿Quién es el otro Consolador?
En la versión Reina-Valera de la Biblia, la palabra griega paraklētos se traduce como “Consolador” en Juan 14 y 15. Un paraklētos es un ayudante, intercesor o defensor, y también es alguien que consuela y anima. El Salvador prometió a Sus discípulos que después de que Él partiera, no se quedarían solos; Él les enviaría “otro Consolador”. El otro Consolador es el Espíritu Santo. La promesa del Salvador de que daría a Sus discípulos otro Consolador implica que el Salvador mismo también era un Consolador. El profeta José Smith dijo: “Se habla de dos Consoladores Uno es el Espíritu Santo […]. Ahora bien, ¿[quién] es este otro Consolador? No es ni más ni menos que el Señor Jesucristo mismo”.
¿Quién es “el príncipe de este mundo”?
La frase “el príncipe de este mundo” se refiere al diablo. Él tiene gran poder e influencia en este mundo caído. Sin embargo, Jesucristo enseñó que el diablo será quitado y “echado fuera” de este mundo en el momento del juicio.
¿Qué podemos aprender de la alegoría de la “vid verdadera”?
Los profetas del Antiguo Testamento a menudo usaban imágenes de la vid para describir a Israel, el pueblo del convenio de Dios. Israel tenía el potencial de ser fructífero, pero a menudo fallaba y producía frutos amargos. En este relato, Dios es el jardinero o el labrador del viñedo. Jesucristo es la “vid verdadera”. El jardinero aspira a tener vides que produzcan buenos frutos. Para lograr esto, un pámpano debe “permanecer en la vid”. El élder David A. Bednar enseñó: “El Señor Jesucristo nos extiende la invitación a cada uno de nosotros a permanecer en Él [véase Juan 15:4–9]; pero ¿cómo aprendemos en realidad a permanecer en Él y cómo lo logramos?
“La palabra permanecer significa mantenerse fijo o estable y perdurar sin ceder. El élder Jeffrey R. Holland explicó que ‘permanecer’, como acción, significa ‘“quedarse, pero quedarse para siempre”. Tal es el llamado del mensaje del Evangelio para [todos en el] mundo. Vengan, pero vengan para quedarse; vengan con convicción y perseverancia; vengan y quédense permanentemente, por el bien de ustedes mismos y por el bien de todas las generaciones que les seguirán’. Así que permanecemos en Cristo cuando somos firmes e inmutables en nuestra devoción al Redentor y Sus santos propósitos, en los buenos momentos y en los malos [véase Juan 15:10]”.
¿Por qué tenía que partir Jesús antes de que Sus discípulos pudieran recibir el Espíritu Santo?
“Por alguna razón que no se explica en su totalidad en las Escrituras, el Espíritu Santo no obró por completo entre los judíos durante los años de la jornada terrenal de Jesús (Juan 7:39; 16:7). Declaraciones en cuanto a que el Espíritu Santo no vino hasta después de que Jesús resucitara se deben referir forzosamente solo a esa dispensación en particular, puesto que está perfectamente claro que el Espíritu Santo obraba en dispensaciones anteriores”.
¿Qué es la oración intercesora?
Antes de ir al Jardín de Getsemaní, el Salvador oró a Su Padre por Sus apóstoles y por todos los que creen en Él. A esta oración se la suele llamar la oración intercesora. Generalmente, se reconoce que una oración intercesora es una petición “ofrecida a favor” de alguien e invita a “Dios a actuar en respuesta”.
En esa oración, el Salvador demostró Su función como nuestro Mediador o Abogado ante el Padre Celestial. El presidente Russell M. Nelson enseñó: “La palabra abogado procede de voces latinas que significan una ‘voz a favor de’ o ‘el que suplica por otro’. En las Escrituras aparecen otros términos relacionados, tales como [intercesor o] mediador (véanse 1 Timoteo 2:5; 2 Nefi 2:28; Doctrina y Convenios 76:69). En el Libro de Mormón aprendemos que esta responsabilidad […] fue establecida antes de Su nacimiento: ‘[Jesús] intercederá por todos los hijos de los hombres; y los que crean en él serán salvos’ (2 Nefi 2:9). Esta misión fue claramente evidente en la compasiva oración intercesora de Jesús”.
¿Qué significa conocer a Dios?
En este versículo, el verbo griego ginōskō se traduce como “conocer”. La palabra ginōskō sugiere conocimiento recibido a través de la experiencia y la obediencia. Jesús enseñó: “El que quiera hacer la voluntad de él conocerá si la doctrina es de Dios o si yo hablo por mí mismo”. Obtener este tipo de conocimiento “requiere un corazón dispuesto, una mente comprometida, oídos activos y vivir ese conocimiento de manera auténtica en la vida cotidiana”. El élder David A. Bednar comentó lo siguiente en cuanto a este tipo de aprendizaje: “Como discípulos del Salvador, no solo tratamos de saber más, sino que debemos hacer de manera constante más de lo que sabemos que es correcto y llegar a ser mejores”.
¿Cómo podemos llegar a ser uno con el Padre, el Hijo y los demás discípulos de Jesucristo?
El élder D. Todd Christofferson enseñó:
“Llegar a ser uno es un tema recurrente en el Evangelio de Jesucristo y en la comunicación de Dios con Sus hijos. Con respecto a la ciudad de Sion de los días de Enoc, se dice que ‘eran uno en corazón y voluntad’ [Moisés 7:18]. En el Nuevo Testamento registra sobre los primeros santos de la Iglesia de Jesucristo primitiva: ‘La multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma’ [Hechos 4:32].
“En nuestra dispensación, el Señor exhortó: ‘Yo os digo: Sed uno; y si no sois uno, no sois míos’ [Doctrina y Convenios 38:27] […].
“Donde Dios prevalece en todos los corazones y mentes, se describe a las personas como ‘uno, hijos de Cristo’ [4 Nefi 1:17; cursiva agregada] […].
‘… Es solo en nuestra lealtad individual a Jesucristo y amor por Él, y solo mediante ellos que podemos esperar ser uno: uno en nuestro interior; uno en el hogar; uno en la Iglesia; con el tiempo, uno en Sion; y, sobre todo, uno con el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo”.
¿Quién es el “hijo de perdición”?
En la oración intercesora, Jesús oró por Sus apóstoles, los que Dios le dio. El “hijo de perdición” que se perdió se refiere a Judas Iscariote, quien traicionó a Jesús. La palabra griega de la cual se traduce “perdición” (apōleia) indica una situación de estar perdido o de destrucción. El presidente Jeffrey R. Holland se refirió a Judas Iscariote de esta forma: “Es sumamente difícil pensar que uno de Sus testigos especiales que se sentó a Sus pies, que lo escuchó orar, que lo vio sanar y que sintió su contacto, pudiese traicionarlo a Él y a todo lo que representaba por treinta piezas de plata. Nunca en la historia del mundo se ha comprado tanta infamia con tan poco dinero. No somos nosotros los que hemos de juzgar lo que le espera a Judas, pero Jesús dijo del que lo traicionó: ‘Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido’ [Mateo 26:24]”.
¿Qué es la santificación?
La santificación es “el proceso por el cual la persona se libra del pecado y se vuelve pura, limpia y santa mediante la Expiación de Jesucristo”. El élder D. Todd Christofferson enseñó: “La santificación elimina la mancha o los efectos del pecado […].
“[Se lleva a cabo] por la gracia de Cristo, la cual es un don para [nosotros] basado en la fe, pero nuestro albedrío moral también es un elemento necesario en este proceso divino. Debemos tener la voluntad de arrepentirnos y actuar para arrepentirnos. Debemos elegir ser bautizados y recibir el Espíritu Santo, y debemos elegir permanecer fieles a nuestros convenios de ahí en adelante. Para recibir el don debemos actuar de la manera que Él ha ordenado”.
Más información
Jesucristo es “el camino”
-
Lawrence E. Corbridge, “El camino”, Liahona, noviembre de 2008, págs. 34–36
El Consolador
-
Henry B. Eyring, “El Consolador”, Liahona, mayo de 2015, págs. 17–21
Oración intercesora
-
Russell M. Nelson, “Lecciones que aprendemos de las oraciones del Señor”, Liahona, mayo de 2009, págs. 46–49
Contenido multimedia
Video
“Jesús advierte a Pedro y ofrece la oración intercesora” (4:47)
Imagen
For Those Who Will Believe in Me [Por los que han de creer en Mí], por Dan Wilson