“Mateo 15–17; Marcos 7–9”, Ayudas para las Escrituras: Nuevo Testamento, 2024
Ayudas para las Escrituras
Mateo 15–17; Marcos 7–9
Algunos escribas y fariseos criticaron a los discípulos de Jesús por comer pan sin lavarse las manos. El Salvador sanó a la hija de una mujer gentil y alimentó a cuatro mil personas. Los fariseos querían una señal de Jesucristo. Sanó a un hombre ciego. Pedro testificó de Cristo. El Salvador prometió darle a Pedro las llaves del Reino de los Cielos. Jesús predijo Su muerte y Resurrección. Enseñó a Sus seguidores a tomar sus cruces y dedicar sus vidas a Su causa. Pedro, Santiago y Juan vieron a Jesús transfigurado en un monte. Moisés y Elías se les aparecieron. Jesucristo sanó a un niño que sufría de convulsiones. El Salvador obró un milagro para pagar un impuesto.
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Nota: La cita de una fuente no publicada por La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días no implica que esta o su autor cuenten con el respaldo de la Iglesia ni que representen la posición oficial de la Iglesia.
Antecedentes y contexto
¿De qué manera hicieron un mal uso los fariseos de la práctica del Corbán?
(Compárese con Marcos 7:9–13).
La práctica del Corbán formaba parte de la tradición de los ancianos, también llamada la ley oral, ya que estas tradiciones se transmitían oralmente. La tradición de los ancianos incluía reglas destinadas a ayudar a los judíos a vivir la ley de Moisés.
La palabra Corbán significa “dado a Dios”. “Describe cualquier cosa que se haya dedicado a Dios y que, por lo tanto, no esté disponible para los usos habituales”. En este caso, los fariseos declararon que sus posesiones eran Corbán, o dedicadas a Dios, y así no tenían que usarlas para cuidar de sus padres. De esa manera, quebrantaron la ley de Moisés que establecía: “Honra a tu padre y a tu madre”. Jesús reprendió a los fariseos por permitir que la tradición de los ancianos tuviera prioridad sobre la palabra de Dios.
¿Por qué comparó Jesús a los gentiles con perros?
(Compárese con Marcos 7:25–30).
Cuando una mujer cananea (o sea, que era gentil, no israelita) pidió la ayuda de Jesús para sanar a su hija, Él no respondió a su súplica inicial. Su misión era ir primero al pueblo del convenio de la casa de Israel. No obstante, la mujer adoró a Jesús y suplicó Su ayuda. Como la mujer insistió, Jesús respondió con una analogía que comparaba Israel con niños y a los gentiles con perros: “No está bien tomar el pan de los hijos [las bendiciones del convenio] y echarlo a los perrillos”. Comparar a los gentiles con perros puede sonar duro para los lectores de hoy en día. La palabra griega traducida como “perrillos” se refiere a perros pequeños que solían ser animales domésticos. Jesús utilizó esta analogía para enseñar a la mujer que Su misión era primero para Israel.
Sin embargo, esta mujer gentil aparentemente entendió la analogía y la diferencia entre Israel y los gentiles. Ella mostró humildad y gran fe en Jesús cuando respondió: “Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores”. Jesús reconoció su extraordinaria fe y sanó a su hija. Este acontecimiento fue un presagio de que el Evangelio sería llevado a los gentiles.
¿Qué relación hay entre el nombre Pedro y “esta roca”?
Jesús le dio a Simón el nombre adicional de Cefas. La Traducción de José Smith explica que Cefas significa “vidente, o sea, piedra”. Luego, Simón recibió el nombre de Pedro. Esta es una transliteración de la palabra griega petros, una forma de petra, que también significa “piedra” o “roca”. Después de que Simón dio el testimonio que recibió por revelación, Jesús declaró: “Tú eres Pedro [Petros], y sobre esta roca [petra] edificaré mi iglesia”. De esta manera, Jesús enseñó que edificaría Su Iglesia sobre la roca de la revelación.
¿Por qué el Salvador llamó Satanás a Pedro?
(Compárese con Marcos 8:31–33).
Cuando Jesús testificó que padecería mucho y sería muerto, Pedro trató de disuadirlo. Jesús reprendió a Pedro y lo llamó Satanás, pero no estaba insinuando que este fuera Lucifer. La palabra hebrea satán significa “adversario” o “tentador”. Pedro se había opuesto a la misión suprema de salvación del Salvador. En el relato de Mateo, Jesús declaró que las palabras de Pedro eran una ofensa, o una “piedra de tropiezo” para Él.
Si Jesús hubiera seguido el consejo de Pedro y no hubiera llevado a cabo Su Expiación, no habría habido redención para la humanidad. El momento de protesta impulsiva de Pedro lo puso, sin quererlo, del lado del adversario.
¿Qué sucedió en el Monte de la Transfiguración?
(Compárese con Marcos 9:2–13).
El Salvador le había prometido antes a Pedro que le daría “las llaves del reino de los cielos”. El profeta José Smith enseñó: “El Salvador, Moisés y Elías entregaron las llaves a Pedro, Santiago y Juan en el monte, cuando ellos se transfiguraron ante Él”.
En los últimos días, el Salvador, Moisés y Elías el Profeta se aparecieron a José Smith y Oliver Cowdery en el Templo de Kirtland para darles esas mismas llaves. De esta experiencia, aprendemos lo que son las llaves del reino de los cielos. Moisés posee las llaves del recogimiento de Israel, lo cual permite organizar la obra misional en todo el mundo. Elías el Profeta posee las llaves del poder para sellar. Este poder permite que las ordenanzas efectuadas en la tierra queden atadas en los cielos. Esas llaves las poseen los miembros de la Primera Presidencia y del Cuórum de los Doce Apóstoles de la Iglesia de Jesucristo y les permiten dirigir y supervisar la obra de salvación y exaltación del Salvador.
La Traducción de José Smith indica que Juan el Bautista también apareció en el Monte de la Transfiguración. La aparición de Juan el Bautista fue un presagio de su función en los últimos días, cuando vendría a restaurar el Sacerdocio Aarónico. Las Escrituras aluden a más experiencias en el Monte de la Transfiguración.
¿Qué significa ser transfigurado?
La Guía para el Estudio de las Escrituras define la transfiguración como “el estado de las personas cuya apariencia y naturaleza cambian temporariamente —o sea, que son elevadas a un nivel espiritual más alto— a fin de que puedan soportar la presencia y la gloria de seres celestiales”.
¿Por qué algunos escribas y fariseos criticaron a los discípulos del Salvador por no lavarse las manos?
(Compárese con Mateo 15:1–3).
La ley de Moisés incluía reglas para mantener la pureza ritual, que era un requisito para que los sacerdotes pudieran servir en el templo. El contacto con algunas enfermedades, ciertos animales, fluidos corporales o cadáveres hacía que un sacerdote fuera impuro. Para volver a ser limpio, el sacerdote tenía que someterse a un proceso de lavamiento ritual.
Los fariseos afirmaban que todos los judíos, no solo los sacerdotes, tenían que estar ritualmente limpios. Creían que el estar ritualmente limpios les permitiría “llevar la pureza y la santidad del templo a sus hogares”. Para mantenerse limpios, los judíos seguían la tradición de los ancianos, o ley oral, que incluía reglas para lavarse las manos, así como para lavar los vasos, las vasijas, los cántaros y las ollas.
Jesús les enseñó a los fariseos que debían preocuparse más por ser limpios espiritualmente que por estar ritualmente limpios, y dijo: “Nada hay fuera del hombre que entre en él que le pueda contaminar; mas lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre […]. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos”.
¿De qué manera el hecho de que Jesús alimentara a cuatro mil personas preparó el camino para que el Evangelio fuera a los gentiles?
(Compárese con Mateo 15:29–38).
Según Marcos 7:31, Jesús alimentó a cuatro mil personas en la región de Decápolis, que en su mayor parte era gentil. Este es el mismo lugar donde Jesús expulsó a una legión de demonios y los dispersó en un hato de cerdos. El número de creyentes en esa región había crecido hasta llegar a ser una “gran” multitud y este milagro presagiaba que el Evangelio iría a los gentiles.
¿Qué significa tomar la propia cruz?
(Compárese con Mateo 16:24; Lucas 9:23).
Jesús les enseñó a sus discípulos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y sígame”.
Los discípulos de Jesús deben haber estado familiarizados con el simbolismo de tomar la propia cruz. Los romanos utilizaban la crucifixión para ejecutar a los criminales. Esta causaba un sufrimiento insoportable y podía durar mucho tiempo, y era una forma de humillación pública. A menudo, los condenados tenían que llevar su propio travesaño al lugar de la ejecución.
En la frase “niéguese a sí mismo”, Mateo y Marcos usaron la palabra griega aparneomai. Esta palabra “sugiere que el discipulado implica la ruptura de todo vínculo que ata a una persona, incluso a sí misma. Se trata de ser capaces, como el Salvador, de someter nuestra voluntad a la voluntad del Padre”. Lucas utilizó un verbo griego similar, arneomai, y añadió que debemos “tom[ar] [nuestra] cruz cada día”.
La Traducción de José Smith ofrece una perspectiva adicional: “Y ahora, para que el hombre tome su cruz, debe abstenerse de toda impiedad, y de todo deseo mundano y guardar mis mandamientos”.
¿Quién era el hombre que expulsaba demonios en el nombre del Salvador?
(Compárese con Lucas 9:49–50).
Juan expresó preocupación por un hombre que expulsaba demonios en el nombre de Jesús, pero que no los seguía. Las palabras de Lucas, “no anda con nosotros”, dejan abierta la posibilidad de que el hombre fuera un seguidor de Jesús, pero no uno de los discípulos que viajaban con Él.
La preocupación de Juan parece tener que ver con la autoridad. Jesús explícitamente dio poder a los Doce Apóstoles para efectuar milagros. Jesús respondió a la preocupación de Juan diciendo: “No se lo prohibáis, […] porque el que no está contra nosotros, por nosotros está”. A juzgar por la respuesta del Salvador, parece que el hombre que expulsaba demonios en el nombre de Jesús era un hombre justo que actuaba bajo la debida autoridad del sacerdocio. Jesús parecía más preocupado por compartir Su poder que por restringirlo.
Otros relatos de las Escrituras dejan en claro que no todo aquel que utiliza el nombre de Cristo para expulsar espíritus malignos lo logra.
¿Qué sentía el Salvador respecto a quienes hacen tropezar a Sus “pequeñitos”?
(Compárese con Mateo 18:1–10).
En esos versículos, la palabra “pequeñitos” se refiere a los creyentes. La expresión “hacer tropezar” proviene de la palabra griega skandalizō. La Traducción de José Smith proporciona la siguiente aclaración: “Por tanto, si tu mano te hiciere tropezar, córtala; o si tu hermano te hace tropezar, y no confiesa ni renuncia, será talado”.
Jesús utilizó las imágenes de una piedra de molino alrededor del cuello y de partes del cuerpo cortadas para indicar lo grave que es hacer que Sus creyentes tropiecen en su fe. Este simbolismo es un ejemplo de hipérbole: declaraciones exageradas que no deben tomarse literalmente.
Una piedra de molino era una piedra grande que se usaba para moler grano y convertirlo en harina.
¿Cuál es el significado de la sal y el fuego?
En el antiguo Israel, los sacrificios incluían sal y fuego. La sal es un símbolo del convenio entre el Señor e Israel. El fuego es un símbolo de purificación, pruebas y dedicación completa a Dios. Cualquier persona que desee entrar en el Reino de Dios debe estar dispuesto a sacrificarse haciendo convenios y dedicando todo a Dios.
Más información
Las llaves del sacerdocio
-
Russell M. Nelson, “Llaves del sacerdocio”, Liahona, octubre de 2005, págs. 26–30
El discipulado
-
Ulisses Soares, “Tomar nuestra cruz”, Liahona, noviembre de 2019, págs. 113–116
Contenido multimedia
Video
“Tú eres el Cristo” (1:30)
Imágenes
The Miracle of the Loaves and Fishes [El milagro de los panes y los peces], por James Tissot
Mount of Transfiguration [Monte de la Transfiguración], por Robert T. Barrett
The Transfiguration of Christ [La Transfiguración de Cristo], por Greg K. Olsen