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Temas suplementarios A: Los reinos divididos


A

Los reinos divididos

Temas suplementarios A

(A-1) Introducción

Antes de que Israel entrara en la tierra prometida, Moisés proféticamente aconsejó al pueblo con respecto al establecimiento del sistema monárquico. Las directivas eran claras: Si el pueblo prefería tener rey, debía elegir a alguien que llenara ciertos requisitos.

El rey tenía que:

  1. ser elegido por el Señor.

  2. ser miembro de la casa de Israel y no gentil.

  3. ser un hombre que no buscara 'multiplicar las caballerías' (expresión hebrea que significaba hacer preparativos para la agresión armada).

  4. ser un hombre que no llevara nuevamente al pueblo a Egipto (que no lo volviera a sus sendas mundanales).

  5. ser uno que no buscara aumentar el número de sus esposas ni la riqueza personal.

  6. ser uno que obedeciera la ley de Dios para gobernar.

  7. ser uno que se sujetara a los estatutos de Dios (véase Deuteronomio 17:1-20; Mosíah 23:8; 29:13).

En la época del profeta Samuel el pueblo rechazó el gobierno de los jueces y buscó un rey. Olvidó, sin embargo, lo que el Señor había indicado siglos antes. Querían un rey semejante al de otras naciones para que Israel fuera "como todas las naciones" (1 Samuel 8:20). Samuel advirtió en cuanto a las consecuencias de tener un rey semejante. Habló con respecto al servicio civil y militar que el monarca impondría y también en cuanto a la carga impositiva. (Véase 1 Samuel 8:9-18; El Antiguo Testamento: Génesis—2 Samuel [Religión 301, manual del alumno], encabezamiento 24-21; Mosíah 29:21-23.) Sin embargo, Israel rechazó al Señor como su justo rey (véase 1 Samuel 8:7); de manera que el Señor mandó a su profeta a que procediera y les proporcionara un rey.

Saúl fue elegido como el primer rey, y bajo su dirección se establecieron los cimientos del reino. La tierra fue unificada y extensamente fortalecida bajo la dirección de David. Finalmente, bajo la guía de Salomón, Israel alcanzó el apogeo de su gloria y su más grande extensión territorial. Los tres primeros reyes de Israel efectuaron logros significativos, pero su gobierno terrenal cultivó las semillas de la destrucción que vendría sobre la nación. (Véase capítulo 1 de este manual, "Salomón: Hombre sabio, hombre insensato".)

Después de la muerte de Salomón, una diferencia de opinión con respecto a los impuestos dividió a la nación en dos reinos. Roboam, hijo de Salomón y ungido como sucesor, quedó sobre el reino del sur que estaba compuesto por el territorio perteneciente a las tribus de Judá y de Benjamín. La casa de David continuó gobernando en esta nación hasta la caída de Jerusalén en el año 587 a. C. Un nuevo rey, Jeroboam, quedó sobre el reino del norte, llamado Israel, el cual estaba compuesto por el territorio de las demás tribus. A Jeroboam le sucedieron una serie de reyes durante los siguientes doscientos años. Tanto en el norte como en el sur, el criterio establecido por el Señor fue ignorado y los dos reinos, Israel y Judá, cosecharon los tristes resultados.

(A-2) Estudio general del reino de Israel (el reino del norte)

Jeroboam, un efrainita que había sido caudillo militar en el ejército de Israel durante el reinado de Salomón, fue recompensado por sus logros en la administración de un proyecto de construcción en la ciudad de David. Se convirtió en administrador de la casa de José, esto es, gobernaba sobre los distritos territoriales de las tribus de Efraín y de Manasés, dos de las tribus más poderosas en Israel (véase 1 Reyes 11:26-28). Más adelante, Ahías, un profeta de la época, le reveló a Jeroboam que llegaría a ser el soberano de las diez tribus del norte (véase 1 Reyes 11:29-39).

Salomón, temeroso de Jeroboam, intentó matarlo. Jeroboam huyó a Egipto donde vivió en exilio hasta después de la muerte de Salomón (véase 1 Reyes 11:40; 12:2-3). El pueblo del norte mandó buscar a Jeroboam para que dirigiera su enfrentamiento con Roboam, hijo de Salomón (véase 1 Reyes 12).

Como parte de esta rebelión, las tribus del norte se apartaron de Judá y proclamaron rey a Jeroboam. Llegaron a ser conocidas como el reino de Israel, o reino del norte. Este reino a menudo era mencionado como Efraín, particularmente por los profetas, ya que esta tribu predominó desde los días de Josué hasta Jeroboam (véase Números 13:3, 8; 14:6).

La capital del reino del norte fue establecida primero en Siquem y posteriormente en Samaría, ambas ciudades en el territorio de Efraín. Algunas veces los nombres de estas ciudades eran usados para representar a todo el reino. (Véase Isaías 7:1-9; Jeremías 7:15; 31:9; Ezequiel 37:16-19; Oseas 4:17.)

Con el poder de la corona, Jeroboam estableció una religión estatal de adoración idólatra (véase 1 Reyes 12:25-33). La nueva nación nunca se arrepintió de esta maldad, la cual contribuyó a su caída.

Veinte monarcas gobernaron el reino desde su comienzo hasta su destrucción por fuerzas asirías. Cinco dinastías se sucedieron en el reino del norte, pero todas duraron poco, y todas fueron exterminadas por el asesinato o la violencia. Siete monarcas fueron asesinados y uno se suicidó.

Las Escrituras califican a cada uno de estos reyes como malvado e inicuo. Profetas como Elias, Elíseo, Amós y Oseas vivieron en el reino del norte durante este período, llamando al arrepentimiento a reyes y pueblo. Al mismo tiempo, los profetas de Judá, incluyendo a Isaías y Miqueas, advirtieron al reino del norte en cuanto a su próxima destrucción si el pueblo no se arrepentía.

La siguiente lista de los reyes de Israel indica el período de su reinado y los profetas que fueron contemporáneos. Las fechas indicadas son las aceptadas generalmente. Estos datos han sido tomados de la obra de Edwin R. Thiele, A Chronology of the Hebrew Kings (Cronología de los reyes hebreos). Otras cronologías pueden aparecer ligeramente diferentes de la empleada aquí. La cronología de los reyes de ambos reinos y de los profetas correspondientes aparecen en la sección de Mapas.

Dinastía de Jeroboam

Jeroboam I (931-909 a. C.). Véase 1 Reyes 12:25-14:20. Introdujo la adoración de ídolos y corrompió los oficios sacerdotales para su nueva religión. La maldición de la idolatría se extendió en el reino del norte hasta su caída (véase 2 Reyes 17:21-22).

Ahías, el profeta de Silo, antes de la muerte de Salomón había profetizado la división de la nación y dicho que el Señor daría a Jeroboam diez de las tribus para que las gobernara, razón por la que tuvo que huir a Egipto (véase 1 Reyes 11:28-40). Después, cuando Jeroboam fue proclamado rey, Ahías profetizó en cuanto a la extinción de la casa de Jeroboam cuando vio que éste practicaba la idolatría (véase 1 Reyes 14:6-16).

Nadab (909-908 a. C.). Véase 1 Reyes 15:25-31. Hijo de Jeroboam I. Asesinado por Baasa en una revuelta militar durante un enfrentamiento con los filisteos.

Dinastía de Baasa

Baasa (908-886 a. C.). Véase 1 Reyes 15:32-16:7. Ejecutó a todos los descendientes de Jeroboam. Vencido por Asa, rey de Judá, y por los sirios.

Los profetas Hanani y Jehú profetizaron durante su reinado.

Ela (886-885 a. C.). Véase 1 Reyes 16:8-14. Hijo de Baasa. Asesinado por Zimri, uno de sus oficiales militares, que se apoderó del trono.

Zimri (885 a. C.). Véase 1 Reyes 16:15-20. Gobernó solamente siete días. Ejecutó a todos los descendientes de Baasa. Sitiado por Omri, comandante de las fuerzas, se suicidó para evitar ser tomado prisionero.

Tibni (885 a. C.). Véase 1 Reyes 16:21-22. Acaudilló a parte del pueblo contra Omri. Fue vencido por éste, quien llegó a tomar el control de todo el reino del norte.

Dinastía de Omri

Omri (885-874 a. C.). Véase 1 Reyes 16:23-28. Trasladó la capital del reino a Samaria. Conquistó el territorio de Moab y lo puso bajo tributo.

Acab (874-853 a. C.). Véase 1 Reyes 16:29-22:40. Hijo de Omri. Se casó con una princesa sidonita, Jeza-bel, y adoró los ídolos de sus vecinos paganos. Se alió con Josafat, rey de Judá, contra los sirios. Rechazó al profeta Elias (durante el reinado de Acab Elias el Profeta tuvo un encuentro con los sacerdotes de Baal). Finalmente se alió con Siria contra los invasores asirios. Volvió a aliarse a Judá contra Siria, la cual se había levantado contra Israel. Fue muerto en el momento en que perdió la batalla.

Ocozías (853-852 a. C.). Véase 1 Reyes 22:51-2 Reyes 1:1-18. Hijo de Acab. Combatió la revuelta de Moab contra Israel. Herido en una caída en el palacio, buscó la bendición y la guía de un ídolo.

La profecía del profeta Elias en cuanto a la muerte de Ocozías se cumplió. Evidentemente había varios profetas en el reino del norte en aquel momento. Jahaziel y Eliezer son dos cuyos nombres son mencionados (véase 2 Crónicas 20:14, 37).

Joram (852-841 a. C.). Véase 2 Reyes 3:1-8:15. Hermano de Ocozías. Prohibió la adoración de dioses extranjeros pero mantuvo la idolatría instituida por Jeroboam. Se alió a Judá contra Moab y tuvo éxito en detener a los sirios que atacaban al pueblo de Israel. Fue muerto por Jehú en una purga sangrienta de la dinastía Omri.

Durante esta época, Elíseo recibió el manto del ministerio profético de manos de Elias el Profeta (véase 2 Reyes 2:9-15).

Dinastía de Jehú

Jehú (841-814 a. C.). Véase 2 Reyes 9:1-10:36. Ungido rey sobre Israel por un joven profeta que actuó bajo la dirección de Elíseo. Mató al rey Joram e hirió mortalmente a Ocozías de Judá, aliado de Israel. Destruyó a los descendientes de Acab y lo que quedaba de adoración idólatra. No hay ningún registro que indique si murió por violencia, de forma que se supone que murió de vejez o de causas naturales.

Joacaz (814-798 a. C.). Véase 2 Reyes 13:1-9. Hijo de Jehú. Entregó el reino de Israel a los conquistadores sirios y les pagó tributo. Vio destruido gran parte del poderío militar de la nación.

El ministerio de Elíseo, de unos cincuenta años, comenzó durante el reinado de Joram y continuó durante el reinado del hijo de Joacaz. Algunos estudiosos creen que el ministerio de Joel transcurrió en este período.

Joás (798-782 a. C.). Véase 2 Reyes 13:10-25. Hijo de Joacaz. Continuó pagando tributo a Siria. Liberó a Israel del pago del tributo y venció a los sirios tres veces cuando un cambio de gobierno en Siria y la conquista de esta nación por los asirios dio lugar de nuevo a la guerra entre Israel y Siria.

Jeroboam II (782-753 a. C.). Véase 2 Reyes 14:23-29. Hijo de Joás. Mantuvo la independencia de Israel del control sirio y tomó parte del territorio del Judá.

El ministerio de Amós, profeta que llamó al arrepentimiento al reino de Israel y anunció que de no hacerlo enfrentarían la destrucción, comenzó en este período.

Zacarías (753 a. C.). Véase 2 Reyes 15:8-12. Hijo de Jeroboam II. Fue el último rey de la larga dinastía de Jehú. Fue asesinado por su sucesor solamente seis meses después de ocupar el trono.

En este período comenzó el ministerio de Oseas y continuó hasta la caída del reino del norte en el año 721 a. C.

Solum (752 a. C.). Véase 2 Reyes 15:13-15. Asesinado por Manahem, su sucesor, solamente un mes después de ocupar el trono.

Dinastía de Manahem

Manahem (752-742 a. C.). Véase 2 Reyes 15:16-22. Brutalmente asesinó a las mujeres embarazadas en las ciudades que rehusaron apoyarlo como rey. Fue controlado por los asirios, bajo el reinado de Pul (Tiglat-pileser IV), quienes pusieron a Israel bajo pesado tributo.

Pekaía (742-740 a. C.). Véase 2 Reyes 15:23-26. Hijo de Manahem. Fue asesinado por Peka, un caudillo militar. Así terminó el intento de otra familia de gobernar Israel. Aproximadamente en este tiempo comenzó el ministerio de Isaías en el reino de Judá, aunque mucho de lo que dijo estaba dirigido también a Israel.

Peka (740-732 a. C.). Véase 2 Reyes 15:27-31. Se alió con Siria contra Asiría. Amenazó a Judá y atacó a este reino junto con Siria pero con éxito bastante limitado. Atacado por los asirios, perdió toda Galilea, cuyos habitantes fueron llevados a Asiría. Fue asesinado por Oseas, su sucesor.

Oseas (732-722 a. C.). Véase 2 Reyes 17:1-23. Se rindió a los asirios y estuvo de acuerdo en pagar un pesado tributo. Buscó la ayuda de Egipto para aliviar la pesada carga que le habían impuesto los asirios, pero esta intriga resultó en un sitio de tres años y en el colapso del reino de Israel. Los asirios enviaron al exilio a la mayoría de los habitantes de Israel.

La cautividad de las diez tribus del reino del norte finalmente terminó en su huida hacia los países del norte y en el hecho de llegar a ser conocidas como las diez tribus perdidas (véase Temas suplementarios, sección D).

(A-3) Estudio general del reino de Judá (reino del sur)

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kingdoms of Israel, Judah, and Assyria

Cuando Roboam fue ungido rey para suceder a su padre, Salomón (véase 1 Reyes 11:43), se estaba desarrollando una crisis política por causa de severos problemas económicos causados por la construcción excesiva de edificios gubernamentales, particularmente para la milicia, pero también para la casa real. Roboam tuvo que ir a Siquem, centro del poder en el norte, para intentar obtener el apoyo de las tribus norteñas. Los caudillos buscaron la confirmación de que el alivio de los pesados impuestos llegaría pronto. Siendo mal aconsejado por ayudantes sin experiencia y ávidos de poder, Roboam rehusó dar este alivio y hasta amenazó con aumentar las demandas. (Véase 1 Reyes 12:1-11.) Las tribus del norte entonces rehusaron sostenerlo como rey. Se levantaron contra la aprobación de los decretos del rey y formaron su propia nación con Jeroboam como su nuevo monarca. (Véase 1 Reyes 12:12-20.)

La tribu de Judá y la tribu de Benjamín, siendo ésta la más pequeña y la más débil de todas, así como el territorio más próximo a la capital, Jerusalén, apoyaron a Roboam y juntas formaron el reino de Judá (véase 1 Reyes 12:21-24; 2 Crónicas 11:1-4,12,23). Durante los años que siguieron, muchos miembros de otras tribus bajaron al reino del sur y vinieron a ser parte de la nación de Judá. Se hace mención específica de Leví (véase 2 Crónicas 11:13-17), Efraín, Manasés y Simeón (véase 2 Crónicas 15:9).

Había sido declarado proféticamente que Judá quedaría controlando a la casa de David (véase 1 Reyes 11:13, 32). La profecía fue cumplida, pues el cetro de Judá quedó con los descendientes de David durante la existencia de Judá como nación. La esposa de uno de los reyes, mediante astucias, intentó pasar el trono a otra familia, pero fracasó, y la familia reinante quedó en el trono. (La genealogía de los reyes de Judá aparece en la gráfica que se encuentra al final de esta sección.)

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the House of David

De los veinte gobernadores que reinaron en Judá desde la muerte de Salomón hasta la caída de Jerusalén, y el cautiverio y exilio de los judíos en manos de los babilonios, doce se caracterizaron como malvados e inicuos. Solamente cuatro llevaron adelante la nación, económicamente y en lo religioso. Así como en el norte, numerosos profetas fueron llamados a proclamar el arrepentimiento en Judá, incluyendo a Miqueas, Isaías, Nahum, Habacuc, Sofonías, Lehi, Jeremías y Ezequiel.

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twelve districts of Solomon

Los reyes de Judá

Roboam (931-913 a. C). Véase 1 Reyes 12:1-24; 14:21-31; 2 Crónicas 9:31-12:16. Permitió que las prácticas idólatras se establecieran en la tierra. Fue vencido por Sisac (Sesonc I de la vigésima segunda dinastía de los faraones de Egipto), el cual despojó el templo y los palacios de Judá. Durante su reinado peleó contra Israel.

Ábiam (913-910 a. C). Véase 1 Reyes 15:1-8; 2 Crónicas 13:1-22. Hijo de Roboam. Peleó contra Israel. Venció a cierto número de ciudades del reino del norte y las puso bajo el control de Judá.

Asa (911-869 a. C). Véase 1 Reyes 15:9-24; 2 Crónicas 14:1-16:14. Hijo de Abiam. Inició la reforma religiosa en la nación animado por Ahías el profeta. Destruyó los ídolos del pueblo de Judá y desterró la idolatría. Fue atacado por Baasa, rey de Israel, pero lo venció; detuvo el ataque de una fuerza etíope; se alió a Siria contra posteriores ataques de Israel. Por causa de su enfermedad, tres años antes de su muerte llamó a su hijo Josafat a reinar junto con él.

Josafat (870-848 a. C). Véase 1 Reyes 22:41-50; 2 Crónicas 17:1-20:37. Hijo de Asa. Reinó junto a su padre durante tres años antes de ser único monarca. Reforzó las fortificaciones militares del reino y fomentó mayores reformas religiosas. Estableció programas de instrucción dirigidos por el sacerdocio. Recibió tributo de los filisteos y de los árabes como garantía de paz por causa del gran poderío militar de Judá como nación. Se unió en alianza con el rey Acab de Israel para pelear contra los asirios. El rey Acab murió en la guerra, pero los sirios fueron vencidos. El casamiento del hijo de Josafat, Joram, con una hija de Acab, Atalía, fomentó la adoración idólatra y finalmente amenazó la continuidad del linaje de David en el trono de Judá. Estableció un sistema de cortes religiosas y civiles. Milagrosamente detuvo un ataque de los amonitas y sus aliados. Continuó la alianza con Israel en un intento de establecer entre las dos naciones una flota para el comercio, pero la empresa fracasó.

Aunque Elias el Profeta ejerció su ministerio principalmente en el reino del norte, lo hizo durante el reinado de Josafat.

Joram (848-841 a. C). Véase 2 Reyes 8:16-24; 2 Crónicas 21. Primogénito de Josafat. Fue rey y gobernó junto a su padre en los últimos años de éste. Mató a sus hermanos para obtener sus bienes y asegurarse el trono después de quedar como único gobernante. Permitió que su esposa, idólatra, fomentara en Judá las malvadas prácticas religiosas de Israel. Sofocó una rebelión de los edomitas, los que habían sido un estado tributario desde los días de David y Salomón. Evitó un ataque edomita pero no pudo recuperar el control de Edom. Fue atacado por los filisteos y árabes, que saquearon la ciudad y destruyeron la casa y familia del rey. Su pueblo rehusó darle sepultura como rey.

Ocozías (841 a. C). Véase 2 Reyes 8:25-29; 9:27-29; 2 Crónicas 22:1-9. Hijo de Joram. Por influencia de su madre, Atalía, hija de Acab de Israel, prosiguió con la adoración de ídolos. Hizo alianza con Joram, primo suyo y rey de Israel, contra los sirios. Visitó a Joram en Samaría cuando éste fue herido en la guerra contra Siria. Fue muerto mientras estaba en Samaria durante un ataque encabezado por Jehú, líder militar de Israel quien había sido ungido rey por un joven profeta enviado por Elíseo el profeta. Joram de Israel fue asesinado en la misma ocasión.

Atalía (841-835 a. C). Véase 2 Reyes 11; 2 Crónicas 22:10-23:21. Madre de Ocozías e hija de Acab de Israel. Intentó establecer el linaje de Acab (del reino del norte) en el trono de Judá. Ordenó la muerte de sus propios nietos a fin de asegurar para sí el trono. Joia-da, un sacerdote justo, rescató al heredero más joven y lo escondió en el templo. Después de algunos años, este líder religioso organizó una sublevación. La reina fue ejecutada y su nieto, Joás, fue designado rey de Judá.

Joás (835-796 a. C). Véase 2 Reyes 12; 2 Crónicas 24. Hijo de Ocozías. Dio respaldo al sacerdocio y renovó la adoración de Jehová. Reparó el templo. Después de la muerte de Joiada, el principal sacerdote, volvió a la idolatría; aquel sacerdote era el que lo había salvado así como también el que había salvado al trono. Joás fue responsable de la muerte de su primo Zacarías, hijo de Joiada, el cual había sido enviado por el Señor a predicar el arrepentimiento entre el pueblo. Fue herido gravemente en un ataque de los asirios. Entregó tributo utilizando para ello los tesoros y mobiliario sagrado del templo a fin de obtener para su pueblo un poco de seguridad ante el poderío asi-rio. Fue asesinado por sus propios siervos por causa de sus malas obras, especialmente aquéllas contra la familia sacerdotal que había salvado su vida.

Amasias (796-767 a. C.). Véase 2 Reyes 14:1-22; 2 Crónicas 25. Hijo de Joás. Preparó a su pueblo y lo guió victoriosamente contra sus enemigos de tanto tiempo, los edomitas, los que habían sido debilitados por los ataques asirios. Restableció la adoración de ídolos entre el pueblo. Desafió al reino de Israel y fue vencido. Como había sido profetizado, los muros de Jerusalén fueron parcialmente destruidos y el templo fue saqueado. Por causa de esa destrucción, surgió una insurrección contra Amasias, quien huyó a La-quis buscando seguridad, pero fue descubierto y ejecutado.

Azañas/Uzías (767-740 a. C.). Véase 2 Reyes 15:1-7; 2 Crónicas 26. Hijo de Amasias. Llegó a ocupar el trono a los dieciséis años de edad y reinó durante cincuenta y dos años, aunque durante veinte años compartió el cetro con su padre. Fortaleció a la nación de Judá e hizo mucho para desterrar las prácticas idólatras. Buscó el consejo de los profetas, incluyendo a Isaías y Miqueas en sus primeros años, pero no tuvo éxito en librar a la nación de la idolatría. Destruyó los fuertes filisteos y pudo controlarlos, así como también a los árabes. Recibió tributo del país de Amón, el cual reconoció el poderío de Judá. Edificó las defensas de Jerusalén y estableció una gran fuerza militar. Sin autorización del Señor, entró al santuario del templo para oficiar en los ritos sacerdotales y fue herido con lepra por el Señor a causa de su conducta presuntuosa y altanera. Enfermo de lepra, vivió aislado hasta su muerte. Reinó junto con su hijo Jotam durante los últimos diez años de su vida.

Jotam (740-732 a. C.). Véase 2 Reyes 15:32-38; 2 Crónicas 27. Hijo de Azarías. Continuó fortaleciendo las defensas de Jerusalén y de las ciudades de Judá. Edificó un anexo a los edificios del templo. Sofocó una rebelión de los amonitas cuando éstos intentaron dejar de ser un estado tributario. Gobernó en rectitud todos sus días, pero la idolatría continuó entre el pueblo.

Acaz (732-715 a. C.). Véase 2 Reyes 16; 2 Crónicas 28. Hijo de Jotam. Gobernó juntamente con su padre durante cuatro años. Animó a Judá a practicar la idolatría después de la muerte de su padre. Ofreció sacrificios humanos y quemó a sus propios hijos. Por esto fue advertido por el profeta Isaías en cuanto a las consecuencias de llevar a cabo tal atrocidad, pero rehusó seguir su consejo. Fue vencido por la alianza de Israel bajo el rey Peka y Siria. En esta ocasión, miles de los de su pueblo fueron llevados cautivos al reino del norte, aunque posteriormente fueron librados por solicitud del profeta Oded. Atacado por los edomitas y por los filisteos, quienes lograron el control de algunos pueblos, finalmente buscó ayuda en Asiría. Fue vasallo de Asiría pagando por ello elevados tributos. Ofreció sacrificios a los dioses asirios; profanó el templo en Jerusalén y entregó de sus tesoros sagrados a los asirios. Estableció lugares para la adoración de ídolos en todo el territorio de Judá. El pueblo le negó sepultura entre los reyes.

El profeta Miqueas continuó su ministerio durante el reinado de Acaz y de Ezequías.

Ezequías (715-686 a. C.). Véase 2 Reyes 18:1-20:21; 2 Crónicas 29:1-32:33. Continuó pagando tributo a Asiría. Instituyó reformas religiosas y restauró en el templo la adoración de Jehová. Destruyó la serpiente de bronce elaborada por Moisés porque el pueblo había hecho mal uso de ella, considerándola como un objeto de adoración. Fue sitiado por Salmanasar V de Asiría, luego que éste invadió al reino de Israel. (El sucesor de Salmanasar, Sargón II, finalmente destruyó el reino del norte y llevó cautiva a la mayor parte de la población. Este grupo llegó a ser conocido como las tribus perdidas. Ezequías y su pueblo soportaron el sitio durante tres años, pero no sufrieron invasión porque se sometieron a Asiría.) Reforzó las defensas de Jerusalén y construyó un sistema de irrigación (mediante un túnel) para seguridad de la ciudad. Buscó la ayuda del Señor en esta ocasión y Judá entonces vio una liberación milagrosa de Jerusalén del poder de las fuerzas asirías invasoras de acuerdo con las profecías de Isaías. Ezequías enfermó gravemente, pero su ruego al Señor le trajo una bendición mediante Isaías, la cual le concedió más años en el trono. Gobernó en rectitud hasta su muerte.

Manases (686-642 a. C.). Véase 2 Reyes 21:1-18; 2 Crónicas 33:1-20. Hijo de Ezequías. Reinó juntamente con su padre durante once años por causa de la enfermedad del padre y para prepararse para gobernar al pueblo. Mantuvo a Judá como tributario de Asiría y reconstruyó todos los lugares de adoración idólatra que su padre había destruido. Puso ídolos en el templo de Jerusalén y ofreció a sus hijos como sacrificio humano. Fue responsable del derramamiento de mucha sangre inocente.

Varios profetas trabajaron con este malvado rey pero sin resultados, y mató a varios de ellos. Según la tradición, se cree que fue él quien llevó a Isaías al martirio. Los asirios llevaron como rehén a Manasés por algún tiempo. A su regreso restauró el templo y arregló las murallas.

Amón (642-640 a. C.). Véase 2 Reyes 21:19-26; 2 Crónicas 33:21-24. Hijo de Manasés. Se volcó a todas las prácticas idólatras de su padre y fue asesinado por sus propios siervos.

Probablemente haya sido durante su reinado que Nahum ejerció su ministerio.

Josías (640-609 a. C.). Véase 2 Reyes 22-23:30; 2 Crónicas 33:25-35:27. Hijo de Amón. Fue proclamado rey a la edad de ocho años. Continuamente volcó su corazón al Señor. Limpió de prácticas idólatras así como de santuarios a la nación. Renovó y restauró el templo. Durante la renovación, descubrió anales sagrados en el templo. Estableció reformas religiosas y gobernó mediante convenio.

Aunque se produjeron cambios externos en el reino, se profetizó que el reino Judá estaría seguro hasta después de los días de Josías. Asiría cayó ante Babilonia y Judá se vio libre del tributo. Sin embargo, los egipcios eran aliados de Babilonia y marcharon a través de Judá para ayudar en la conquista. Josías intentó detenerlos pero fue vencido y murió a causa de las heridas recibidas en la batalla de Meguido. Judá pasó a ser vasallo de Egipto.

Sofonías, y probablemente Nahum, profetizaron durante los primeros años del reinado de Josías. Lehi debe haber vivido en Jerusalén en esa época. El ministerio de Jeremías probablemente comenzó hacia el final del reinado de Josías (véase Jeremías 1:1-2), y Habacuc parece haber profetizado poco después de terminar el reinado de Josías.

Joacaz (609 a. C). Véase 2 Reyes 23:31-34; 2 Crónicas 36:1-4. Hijo de Josías. Reinó solamente tres meses, pues rehusó pagar tributo a los egipcios. Fue sacado del trono y exiliado en Egipto, donde murió. Su medio hermano fue nombrado rey.

Eliaquim/Joacim (609-597 a. C). Véase 2 Reyes 23:34-24:7; 2 Crónicas 36:5-8. Hijo de Josías. Elegido por los egipcios para reemplazar a su hermano. Fue obligado a cambiar su nombre a Joacim y pagar tributo a Egipto. A fin de cumplir con esto, decretó pesados impuestos sobre el pueblo. En el año 605 a. C. los babilonios vencieron a los egipcios y el reino de Judá pasó a ser vasallo de Nabucodonosor. Fue atacado por los sirios, por los moabitas y amonitas. Como rey fue tan malvado como Manasés, su bisabuelo, y fue responsable del derramamiento de mucha sangre inocente. Como tributo entregó los vasos del templo a los conquistadores babilónicos y envió a un grupo de familias nobles como exiliados a la nación vencedora. Daniel estaba entre este grupo. Judá se rebeló contra Babilonia después de tres años de dominio, y el mismo rey fue llevado cautivo. Murió pronto y lo sucedió su hijo.

Joaquín (597 a. C). Véase 2 Reyes 24:8-17; 2 Crónicas 36:9-10. Hijo de Eliaquim/Joacim. Continuó resistiendo a los babilonios pero se rindió pocos meses después de subir al trono. Fue a Babilonia como rehén junto con otros caudillos religiosos y políticos, con artesanos y gente de mucha educación, así como con el tesoro del templo. Entre los exiliados había muchos levitas. Ezequiel era parte de este grupo. Esta fue la mayor deportación de los habitantes de Judá a Babilonia.

Sedequías/Matanías (597-587 a. C). Véase 2 Reyes 24:18-25:7; 2 Crónicas 36:11-21. Hermano de Joacaz y medio hermano de Eliaquim/Joacim. Fue puesto como rey por los babilonios, que fueron los que le cambiaron el nombre a Sedequías. Estando en Babilonia mostró lealtad a los babilonios, pero posteriormente se rebeló animado por aquellos que preferían aliarse a Egipto. Nabucodonosor finalmente mandó sus fuerzas contra Judá, destruyendo los templos, los palacios y la misma ciudad de Jerusalén. La mayoría de los habitantes del pueblo fueron llevados cautivos a Babilonia, y el reino de Judá llegó a ser solamente un recuerdo. Durante el primer año del reinado de Sedequías, Lehi profetizó y le fue mandado huir de Jerusalén (véase 1 Nefi 1:4; 2:2); y durante los días terribles del final de su reinado, Sedequías encarceló a Jeremías por profetizar con relación a la inminente destrucción de Judá.

La caída de Judá y el exilio en Babilonia dieron principio a otra era en la historia del pueblo del Señor. Para tener una visión más completa de este cautiverio, véase Temas suplementarios, sección G. El período de exilio y las experiencias de Judá durante el mismo son tratados en la sección H de Temas suplementarios.