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Job: "¿No has considerado a mi siervo Job?"


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"¿No has considerado a mi siervo Job?"

Job

(3-1) Introducción

"Al aparecer en los periódicos locales los grandes titulares: '43 PERSONAS MUEREN EN ACCIDENTE AEREO/NINGUN SOBREVIVIENTE EN LA TRAGEDIA DE LA MONTAÑA', millares de voces se unieron a coro para exclamar: '¿Cómo es posible que Dios haya permitido que algo tan terrible como eso sucediera?'

" 'MUEREN SEIS PERSONAS EN CHOQUE AUTOMOVILISTICO AL NO OBEDECER UNO DE LOS VEHICULOS LA SEÑAL DEL SEMAFORO.' ¿Por qué no impidió Dios que sucediera esto?

"¿Por qué tenía que morir de cáncer la joven madre, dejando así huérfanos a sus ocho hijos? ¿Por qué no pudo sanarla el Señor?

" 'NIÑO MUERE AHOGADO; OTRO ATROPELLADO.' ¿Por qué?

"En otro lugar se encontró tirado en el suelo a un hombre que había muerto de un repentino ataque al corazón, el cual le había sobrevenido al ir subiendo unas escaleras. Su inconsolable esposa, llorando de agonía, se preguntaba: ¿Por qué? ¿Por qué me hizo esto a mí el Señor? ¿Es que no pudo pensar en mis tres hijos pequeños que todavía necesitan un padre?'

"Un joven muchacho murió cuando se encontraba sirviendo una misión regular. Ante esto, la gente se preguntaba en son de crítica: '¿Cómo es posible que el Señor no protegiera a este jovencito mientras realizaba la obra proselitista?' " (Spencer W. Kimball, La fe precede al milagro, págs. 94r-95)

¿Por qué los justos, aquellos que aman al Señor y le sirven, sufren tanto? En Job 1:8 el Señor describe a Job como "varón perfecto y recto". Entonces ¿por qué permitió que Satanás afligiera a este siervo justo?

¿Quién es responsable de las dificultades del hombre? ¿Fue el Señor quién llevó el avión del accidente hacia la ladera de la montaña? ¿Fue el Señor quien hizo que los automóviles chocaran? ¿Fue El quien hizo que el niño se tirara al canal o que al hombre le diera un ataque cardíaco? Respondiendo a estas preguntas el presidente Kimball dijo:

"Responded vosotros estas preguntas, si os es posible. Yo no puedo daros la respuesta, pues aun cuando sé que Dios obra grandemente en nuestras vidas, no puedo decir hasta qué punto El causa que sucedan algunas cosas o permite que pasen otras. Cualquiera que sea la verdadera respuesta, yo sí puedo daros otra de la cual estoy totalmente seguro.

"¿Pudo haber evitado el Señor que sucedieran estas tragedias? Yo os contesto que sí. El Señor es omnipotente y posee todo el poder para controlar nuestras vidas, librarnos del dolor, prevenir los accidentes, manejar los aviones y los automóviles, alimentarnos, protegernos, ahorrarnos el esfuerzo del trabajo y los sacrificios, librarnos de las enfermedades y aun de la muerte— todo esto si El lo quiere; pero no lo hará." (La fe precede al milagro, pág. 95.)

El libro de Job es una obra de arte literario que versa sobre este mismo tema: ¿Por qué sufren los justos? Muchas lecciones pueden aprenderse en este libro, pero hay una que emerge sobre todas las demás: Después que terminó su sufrimiento, Job descubrió que el Señor "bendijo al postrer estado de Job más que el primero" (Job 42:12). Trate de descubrir mediante la lectura, qué bendiciones obtuvo Job como resultado de su sufrimiento. ¿En qué forma su "postrer estado" fue mejor "que el primero"?

(3-2) El libro de Job

Keith H. Meservy, profesor adjunto de escritos antiguos en la Universidad Brigham Young, presentó una conferencia sobre el tema: "Job: 'Aun así confiaré en El' ".

"Lo que diga hoy puede ser considerado como mis reflexiones sobre el libro de Job más que como un análisis sistemático de su contenido. Es un libro maravilloso, y acerca de él se han hecho muchas declaraciones superlativas. En particular, Víctor Hugo expresó: 'El libro de Job es tal vez la mayor obra de arte producida por la mente del hombre' (Henry H. Halley, Pocket Bible Handbook, Chicago 1946, pág. 232). Thomas Carlyle dice: 'Aparte de todas las teorías respecto a él, yo considero a este libro una de las obras más grandes que se han escrito. Es la primera y más antigua pregunta que se ha hecho el hombre: ¿Cuál es mi destino y mi relación con Dios aquí en la tierra? Creo que no hay nada escrito que sea de igual mérito literario' (ibid). Un erudito del Antiguo Testamento, H. H. Rowley, reflexiona y dice: 'El libro de Job es la obra más genial en el Antiguo Testamento y una de las obras maestras de arte del mundo' (H. H. Rowley, The Growth of the Old Testament, 1966, pág. 143)…

"Tengo la impresión de que el libro de Job vividamente ilustra una enseñanza que se encuentra en Lectures on Faith (Disertaciones sobre la fe, no traducidas al español), y es que si perseveramos en fidelidad a través de nuestra vida, debemos saber tres cosas: que Dios existe, que es perfecto en su carácter y atributos, y que la clase de vida que vivimos es agradable al Señor. Si falta uno de estos tres elementos entonces falta la base para la fe. Job es considerado como un hombre de fe; busquemos esos elementos en su vida.

"El primer versículo en el libro lo describe como un hombre 'perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal' (1:1). Es significativo que el Señor reconociera en lenguaje idéntico la bondad de este hombre (1:8). Esta franca aceptación de la bondad de Job por parte del escritor y especialmente por el Señor es importante para cualquier entendimiento satisfactorio de la pregunta que aparece entre líneas a través de toda la obra: ¿Por qué tiene que sufrir un hombre justo? Esta misma bondad, sin embargo, llegó a ser tema de discusión con el Adversario (hebreo: satanás; adversario, aquí: hassatan = el Adversario.)

Este cínicamente expresó que el Señor había contribuido a la buena conducta de Job y su reverencia, al bendecirlo con una vida tan próspera. ¿Quién no iba a servir al Señor en tales circunstancias?

"Aquel que propone tal pregunta parece no aprender nunca. En otra ocasión llevaría a este mismo Señor, el Verbo hecho carne, hasta la cumbre de una alta montaña para ofrecerle comprar su alianza, en una forma parecida a la que pensó que el Verbo había comprado la alianza de Job: mostrándole todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y luego prometiéndole a quien no tenía siquiera dónde recostar la cabeza, que le daría todo eso si se postraba y lo adoraba (véase Mateo 4:8-9). ¡Cuán frustrado debe haber estado Satanás al comprender que para tales ocasiones no posee la moneda verdadera! Irónicamente, Aquel que dijo: 'Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás' (vers. 10) puso a Job en manos de este mismo Adversario con estas palabras: 'Todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él' (Job. 1:12).

"En un día Job se empobreció, ya que todo lo que era su riqueza: ganado, asnos, siervos, ovejas, camellos y su posteridad, le fue quitado. La reacción sumisa de Job a tal golpe negativo fue tan completa como la de Jesús: 'Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó, sea el nombre de Jehová bendito' (1:21). 'En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno' (1:22).

"Satanás había errado al pensar que los bienes, la riqueza y aun la posteridad eran la esencia de la vida de Job, siendo que el significado de la vida para él trascendía a la pérdida de todo esto…

"Con una fe impecable había mantenido su mano en el arado y también su integridad (2:3).

"Satanás, buscando una razón más valedera que explicara la fidelidad de Job, llegó a la conclusión de que Job se apartaría finalmente del Señor si fuera herido en gran manera. 'Piel por piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida. Pero extiende ahora tu mano, y toca su hueso y su carne, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia.' El Señor respondió sencillamente: 'El está en tu mano; mas guarda su vida' (2:4-6). Con poder diabólico Satanás afligió a Job con dolorosos forúnculos, haciéndolo sentirse tan atormentado que su esposa lo instó a maldecir a Dios y morir. Heroicamente, Job respondió con sencillez: '¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?' Nuestro autor brevemente añadió: 'En todo esto no pecó Job con sus labios' (2:10). Así la contención de Satanás quedó descubierta como errónea: La fe de Job no decayó, y el Señor salió victorioso.

"Como podemos ver, la lucha de Job no había terminado. Su prueba, severa como fue, no consistió solamente en empobrecer, quedar sin descendencia y ser afligido con dolor durante un día y luego, habiendo pasado esa prueba, verse liberado. El tiempo debió agudizar su dolor, profundizar su desilusión e intensificar su desaliento, para ver si la tensión aumentada llegaba a quebrantar su espíritu y apartarlo del Señor. Job había soportado bien el golpe inicial, pero cuando las olas sucesivas de pesar cubrieron la realidad total de su vida diaria, ¿fue capaz de soportarlo? Ni él ni el demonio podrían haber respondido a esta pregunta al principio, pero con el tiempo se sabría. Sí, el tiempo se encargó de corroer la fuerza interior de Job hasta hacerlo sentirse tan lleno de desesperación — desesperación en espíritu y cuerpo— que la muerte apareció en su mente como una amiga libradora, consoladora y codiciada.

"¿Quién puede imaginar el estado mental de aquel hombre en este punto de su vida? Tal vez algunos de nosotros, tal vez ninguno. Pero hay algo que está claro: Si queremos entender sus sentimientos, debemos mirarlo desde su propia perspectiva. Job nos permitió esto abriendo su corazón y vividamente comparando su miseria con su pasado lleno de bendiciones.

"El autor mismo aportó la nota de que previamente Job había sido uno de los hombres más acaudalados del Oriente. Luego muestra a Job reflexionando, nostálgicamente, en medio de su pena, mirando hacia los días cuando Dios lo preservaba, cuando su luz brillaba sobre la cabeza de Job y cuando, guiado por Su luz, andaba en medio de las tinieblas. En aquel tiempo, todos los hombres —jóvenes, viejos, príncipes, nobles, en fin, todos— mostraban deferencia a Job. Altamente estimado en todos los niveles de la sociedad, su consejo a menudo era buscado y nunca fue sobrepasado. Amado por todos, era un recurso para todos los necesitados. En tales circunstancias, Job encontraba consuelo en sentir que él era tan seguro como una raíz en terreno bien irrigado. Sus días futuros iban a multiplicarse como las arenas del mar, y él llegaría a morir seguro en su nido con su gloria rodeándolo, morando como príncipe entre su pueblo. (Nótense las palabras de Job en 29:2-11, 18-20.)

"Luego vino el cambio. Ya hemos destacado la pérdida de la riqueza, salud y posteridad. Pero sus heridas siguieron aumentando en olas sucesivas hasta que la muerte parecía mostrarse como la liberación de una vida sumergida en el dolor. ¿Qué eran estas olas de dolor?

"Primero: Debemos reconocer, sin saberlo exactamente, qué fue lo que físicamente lo afligió. Por los síntomas, algunos dicen que parece haber sufrido de elefantiasis. Los forúnculos, uno de los síntomas de esta enfermedad, habían atacado el cuerpo de Job, formando grandes pústulas que le causaban tal comezón que llegó a usar un pedazo de cerámica para rascarse. La cara de Job quedó tan desfigurada que sus amigos no podían reconocerle. Los gusanos se reproducían en sus heridas (7:5). Su aliento era tan repulsivo y su cuerpo despedía tal olor, que sus amigos se apartaban de él, y buscó refugio fuera de la ciudad en el monte en el que vivían los leprosos y los expulsados. El dolor era su compañero constante (30:17, 30) y también los sueños espantosos (7:14). (The Westminister Study Edition of the Holy Bible, Westminister Press, Filadelfia, pág. 641, nota.)…

"Segundo: En tanto que anteriormente los jóvenes, los viejos, príncipes y nobles por igual rendían honores a Job, después se sentía despreciado inclusive por aquellos a los que la sociedad misma rechazaba y vivía en las afueras del pueblo, entre las zarzas, junto a las zanjas o en cuevas.

"Job dice de ellos: Tero ahora se ríen de mí los más jóvenes que yo, a cuyos padres yo desdeñara poner con los perros de mi ganado… Todos les daban grita como tras al ladrón… Hijos de viles, y hombres sin nombre, más bajos que la misma tierra. Y ahora yo soy objeto de su burla, y les sirvo de refrán. Me abominan, se alejan de mí, y aun de mi rostro no detuvieron su saliva. Porque Dios desató su cuerda, y me afligió, por eso se desenfrenaron delante de mi rostro. A la mano derecha se levantó el populacho; empujaron mis pies, y prepararon contra mí caminos de perdición. Mi senda desbarataron, se aprovecharon de mi quebrantamiento…' (30:1, 5, 8-13)…

"La pérdida de su prosperidad, posesiones y riqueza, así como la pérdida de la seguridad, era una cosa; y la pérdida de la salud y la fuerza, con el dolor y la miseria como concurrentes cotidianos, era otra. Pero por alguna razón no explicada, en este cruce crítico en su vida Job sufrió una pérdida que, a su manera, puede haber sido tan significativa como cualquiera de las otras. Perdió el apoyo que los amigos leales y queridos parientes pudieron haberle dado si hubieran quedado junto a él en este momento de prueba. Pero, aunque parece inexplicable, no fue así. En su más profunda necesidad, Job quedó terriblemente solo, aislado de todo aquel que pudo haber expresado misericordia hacia él en este momento de prueba. Y aquí, una vez más, tuvo al Señor por responsable de haber producido esta ruptura entre él y sus amigos.

" 'Hizo alejar de mí a mis hermanos, y mis conocidos como extraños se apartaron de mí. Mis parientes se detuvieron, y mis conocidos se olvidaron de mí. Los moradores de mi casa y mis criadas me tuvieron por extraño; forastero fui yo a sus ojos. Llamé a mi siervo, y no me respondió; de mi propia boca le suplicaba. Mi aliento vino a ser extraño a mi mujer, aunque por los hijos de mis entrañas le rogaba. Aun los muchachos me menospreciaron; al levantarme, hablaban contra mí. Todos mis íntimos amigos me aborrecieron, y los que yo amaba se volvieron contra mí. Mi piel y mi carne se pegaron a mis huesos, y he escapado con sólo la piel de mis dientes. ¡Oh, vosotros mis amigos, tened compasión de mí, tened compasión de mí! Porque la mano de Dios me ha tocado. ¿Por qué me perseguís como Dios, y ni aun de mi carne os saciáis?' (19:13-22.)

"Aun la esposa de Job perdió toda esperanza, e incapaz de consolarlo, lo instó a 'maldecir a Dios y morir'. Bajo estas circunstancias, cuando otros que deben ayudar nos dejan desamparados y no recibimos el consuelo anhelado, muchos en su hora de mayor prueba y necesidad han acudido a la fuente de todo socorro, en necesidad de su presencia. ¿Qué más sino su gracia puede detener al poder del tentador? Job asilo hizo también. ¿No había brillado sobre él anteriormente la luz de Dios, siempre que anduvo entre sombras? ¿No había sido siempre partícipe de los secretos del Señor? (21:3-5.) Ciertamente Job podía dirigirse otra vez al Señor en este momento de gran tribulación…

"…Pero los cielos se mantenían en silencio. Y por una buena razón: El silencio mismo era parte de la prueba. ¡Pero qué problema planteó esto para Job! La obscuridad deprimente y profunda lo intimidaba por su negrura terrible y lo aterraba por su penetración. Escuchemos su ruego angustiado ante el Señor pidiendo alivio para su alma, alivio que incluía una respuesta a su pregunta persistente y nunca contestada: ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué?…

" '¿Por qué escondes tu rostro, y me cuentas por tu enemigo?' (13:20-24, cursiva agregada). 'He aquí, yo clamaré agravio y no seré oído; daré voces, y no habrá juicio. Cercó de vallado mi camino, y no pasaré; y sobre mis veredas puso tinieblas.' (19:7-8, cursiva agregada.) '¡Ojalá pudiese disputar el hombre con Dios, como con su prójimo!' (16:21.)

" '¡Quién me diera el saber dónde hallar a Dios! Yo iría hasta su silla. Expondría mi causa delante de él, y llenaría mi boca de argumentos. Yo sabría lo que él me respondiese, y extendería lo que me dijera. ¿Contendería conmigo con grandeza de fuerza? No; antes él me atendería. Allí el justo razonaría con él; y yo escaparía para siempre de mi juez. He aquí iré al oriente, y no lo hallaré, y al occidente, y no lo percibiré; si muestra su poder al norte, yo no lo veré; al sur se esconderá y no lo veré.' (23:3-8); cursiva agregada.)

"En esta forma Job, privado de sus bienes en forma inexplicable para él así como también privado de su familia y de su salud, sufriendo grandes dolores todos los días, privado del apoyo psicológico y espiritual de sus amigos y seres queridos que debieron haberse interesado, finalmente se encuentra privado del apoyo del Señor, del más grande de todos los consoladores. Nadie parece haber preguntado a Job cuál de todas las pérdidas lo afligió más; pero Job pudo decir del Señor, en un principio, que así como había dado, también había quitado. Por lo tanto, uno llega a pensar que, a la larga, su mayor pérdida y su necesidad más apremiante surgieron cuando comprendió que el Señor no contestaba a sus clamores tan sinceros…

"Estos sentimientos personales de Job exponen algo de su sufrimiento espiritual, psicológico y físico y nos preparan para aceptar el hecho de que, para él, bajo tales circunstancias, la muerte, en comparación, sería un gran consuelo. Sin embargo, nos damos cuenta, y es bien notorio, de que Job no parece haber pensado en el suicidio, sino que sencillamente anhelaba la muerte. En estas circunstancias aparecen en escena tres consoladores. Para mérito suyo, por deferencia a Job permanecieron en silencio hasta que el amigo terminó de hablar. Las primeras declaraciones que le oyeron exclamar mostraron cuánto y cuán anhelosamente él deseaba una muerte que constantemente eludía sus castigadas aspiraciones. (Véase Job 6:8-11.)…

"Job, parcialmente aliviado, escuchó la palabra del primero de los consoladores, el cual le presentó lo que vino a ser su máxima aflicción: el desconsuelo de los consoladores a quienes finalmente dijo: 'Consoladores molestos sois todos vosotros'. El había intentado expresarles cuán profunda era su angustia, y ellos, incomprensiblemente, habían rechazado el grito de su alma y habían sacado conclusiones con respecto a su necesidad real insinuando que él se había apartado del Señor y, en consecuencia, sufría una aflicción por parte de El. Aconsejaron que se arrepintiera si es que esperaba volver a tener la gracia divina. Esta imputación de pecado, sabiendo que no lo había cometido, enojó a Job. Ciegamente hablaron, no para aliviar la necesidad de él sino para ellos mismos. Al afirmar ante ellos su integridad, lo acusaron de vanagloria e intentaron sacarlo de lo que consideraban una autocom-placencia nacida de su vanidad que, según ellos, se fundaba en la convicción de su rectitud personal. Este malentendido mutuo llevó finalmente a la frustración a Job y a sus consoladores.

"La primera acusación fue hecha por Elifaz, quien comenzó en términos bastante generales pero terminó reprochando a Job de pecados bien definidos, pecados que nadie que realmente conociera su carácter podría creer.

"Haciendo notar que Job mismo había sido la clase de persona que siempre había 'fortalecido al débil y al que tropezaba… y esforzaba sus rodillas' (véase 4:3-4), se sintieron animados a ofrecer a Job la clase de ayuda que juzgaron que él había dado anteriormente a otros. En la mente de Elifaz esto significaba enfrentar a Job a su necesidad real: un reconocimiento de su situación. Dijo Elifaz: 'Recapacita ahora; ¿qué inocente se ha perdido? y ¿en dónde han sido destruidos los rectos? Como yo he visto, los que aran iniquidad y siembran injuria, la siegan. Perecen por el aliento de Dios, y por el soplo de su ira son consumidos (4:7-9)'. No había duda en la mente de Elifaz de que Job había sido excluido de la presencia de Dios, habiendo sentido su aliento y el soplo de su ira. La implicación era demasiado clara para Job.

"La 'ley de la cosecha', o el principio de causa y efecto, tiene validez; pero ellos habían razonado al revés, partiendo de los efectos hacia la causa, llegando a la conclusión de que solamente una vida que no esté en armonía con el Señor puede sufrir tales consecuencias como las que estaba sufriendo Job. Como podemos ver, ellos estaban en error, porque nosotros los lectores, el Señor, Satanás y Job sabemos que esa conclusión es errónea. Y este juicio erróneo por parte de los consoladores hizo irrelevante su consejo. Mas éste no fue el único problema que ese consejo planteó para Job: Su doble pérdida, causada por la clase de consuelo dado por ellos, consistía en ser despojado del apoyo tan necesario que pudieron darle si hubieran entendido su verdadera posición y también verse forzado a escuchar una clase de crítica insinuante y desmoralizadora que debe haber socavado su reserva personal y devastado a un hombre cuyos días habían pasado sin esperanza. El consejo final de Elifaz fue que Job se humillara, comprometiera su vida a Dios y no despreciara su castigo, y así el Señor lo sanaría y curaría sus heridas. ¡Amargo bálsamo en verdad!

"Job intentó comunicarse a otro nivel, esperando alcanzar comprensión. Para ello les dijo cuán penosos eran sus dolores. '¡Oh, que pesasen justamente mi queja y mi tormento, y se alzasen igualmente en balanza! Porque pesarían ahora más que la arena del mar' (6:2-3). Pidió a ellos algo que había estado pidiendo al Señor. Si realmente querían satisfacer su necesidad, debían ayudarlo a ver claramente a fin de poder alcanzar otra vez la gracia divina. 'Enseñadme, y yo callaré; hacedme entender en qué he errado. ¡Cuán eficaces son las palabras rectas! Pero ¿qué reprende la censura vuestra?' (6:2-25.) Job sabía que todavía no habían percibido la verdadera naturaleza de su problema y con toda honradez los invitó a percibir más claramente su infortunio.

"Después de la insinuación de Bildad (8:2-6) y del extenso discurso de Job (caps. 9-10), Zofar entró en la plática, preguntando si un discurso tan largo podía rein vindicar a alguien. En realidad expresó su sospecha de que Job estuviera autojustificándose y lo acusó, además, de mentir y de burlarse. '¿Harán tus falacias callar a los hombres? ¿Harás escarnio y no habrá quien te avergüence? Tú dices: Mi doctrina es pura, y yo soy limpio delante de tus ojos [de Dios]. Mas ¡oh, quién diera que Dios hablara, y abriera sus labios contigo, y te declarara los secretos de la sabiduría, que son de doble valor que las riquezas! Conocerías entonces que Dios te ha castigado menos de lo que tu iniquidad merece' (11:3-6). Como amigo, parece que Zofar intencionalmente movió la espada que Elifaz había hundido en el tierno corazón de Job, y le aconsejó preparar su corazón, orar a Dios y que, si la iniquidad estuviere en su mano, la alejara de él (11:13-20).

"El tiempo no nos permitirá comentar el resto de los discursos. Job insistió en que, como hombre íntegro, él vivía una vida recta. Si obraba como ellos sugerían y se apartaba para ir a la derecha o a la izquierda del camino que estaba siguiendo, se estaría apartando de la verdad. Habiendo pedido al Señor y a sus compañeros una guía mejor, había aprendido que el Señor nada había dicho y que los consoladores, aunque habiendo dicho mucho, habían juzgado mal la situación y en consecuencia no habían dicho nada importante.

"Algunos infieren, basándose en la naturaleza positiva de las declaraciones de Job, que era arrogante y vanidoso. Sin embargo, nuestra información sugiere justamente lo contrario. Era un hombre cuya relación correcta con el Señor lo llevaba a hablar con gran confianza. Hay algunos pasajes maravillosos que vividamente reflejan su sentido de integridad. Por ejemplo: 'Vive Dios, que ha quitado mi derecho, y el Omnipotente, que amargó el alma mía, que todo el tiempo que mi alma esté en mí, y haya hálito de Dios en mis narices, mis labios no hablarán iniquidad, ni mi lengua pronunciará engaño. Nunca tal acontezca que yo os justifique; hasta que muera, no quitaré de mí mi integridad. Mi justicia tengo asida, y no la cederé; no me reprochará mi corazón en todos mis días' (27:2-6; compare cap. 31).

"La declaración de Job con respecto a sí mismo indica una razón importante por la que continuó confiando en el Señor: Sabía que la clase de vida que vivía era agradable a Dios. También sabía que había mantenido este curso bajo considerable presión, la cual juzgaba como una prueba por parte del Señor. Así, Job, como hombre temeroso de Dios, mantenía su integridad no solamente para con Dios, sino para consigo mismo, sabiendo que ambos estaban en completa armonía. Al mismo tiempo, su persistente confianza en el Señor, bajo presión tan intensa, dice mucho en cuanto a la clase de conocimiento que él tenía acerca de la naturaleza y carácter del Señor a quien servía. Y eso, naturalmente, era la clave de su prueba: ¿Por qué iba a seguir sirviendo al Señor si la vida y su significado parecían tan adversos a su propia naturaleza y carácter? El Adversario mismo había llegado a la conclusión de que circunstancias tan intolerables como éstas quitarían del corazón del más ardiente seguidor del Señor los últimos sentimientos de lealtad. No sabía, sin embargo, cuán bien Job conocía al Señor, y tampoco sabía que cuanto más conoce uno al Señor tanto más digno de confianza se muestra. Esta experiencia, entonces, debe haber destrozado a Satanás en su papel de adversario. Y Job, como si hubiera sabido lo que había en la mente del Adversario, exclamó delante de sus consoladores con tales palabras que resultaban difíciles, si no imposibles, de igualar y dio así la respuesta final al Adversario:

" 'Escuchadme, y hablaré yo, y que me venga después lo que viniere. ¿Por qué quitaré yo mi carne con mis dientes, y tomaré mi vida en mi mano? He aquí, aunque él me matare, en él esperaré; no obstante, defenderé delante de él mis caminos, y él mismo será mi salvación, porque no entrará en su presencia el impío. Oíd con atención mi razonamiento, y mi declaración entre en vuestros oídos. He aquí ahora, si yo expusiere mi causa, sé que seré justificado' (13:13-18; cursiva agregada). Esto no es arrogancia, ni orgullo, sino la voz de un hijo de Dios a quien Dios mismo respalda y que conoce la fuente de su fortaleza y de su integridad.

"En el horno ardiente, Job había mostrado no solamente al Adversario sino a sí mismo que el conocimiento correcto acerca de Dios y una relación correcta con El eran de más valor que cualquier otra cosa que hubiera obtenido en la vida, incluyendo una vida larga, posteridad, amigos y seres queridos, riqueza y salud. Las sencillas pero profundas palabras de Job: 'aunque él me matare, en él esperaré', se vuelven entonces un rechazo absoluto de todo argumento por parte del Adversario en cuanto a la razón por la que los hombres sirven al Señor y muestran que el diablo mintió o se equivocó cuando dijo lo contrario. Así es en este capítulo, el trece, y no en el decimonoveno ni en el cuadragésimo segundo, que Job muestra cuán profundos eran su conocimiento y su fe en Dios. Es aquí donde, para mí, está el punto principal del libro.

"En este sentido el presidente McKay ha dicho que él siempre ha 'pensado que el propósito del libro de Job es recalcar el hecho de que el testimonio del espíritu, o sea, el testimonio del evangelio, está más allá del poder de la tentación de Satanás o de cualquier influencia física' (dedicación del Anexo del Templo de Salt Lake en 1963, Deseret News). El libro de Job, por lo tanto, viene a ser un gran testimonio para nosotros con respecto a esta gran verdad. Así, las tres cosas que toda persona debe saber si aspira a tener fe en el Señor están reflejadas en la vida de Job. Su maravilloso testimonio: 'Yo sé que mi Redentor vive' (19:25), indica cuán bien sabía de la existencia del Señor. Declaraciones como la del capítulo 13: 'aunque él me matare, en él esperaré', indican cuán bien conocía al Ser en quien confiaba. Y finalmente, el conocimiento de que la clase de vida que vivía era agradable a Dios, junto con los dos puntos anteriores, le dio la fuerza necesaria para mantenerse fiel cuando la adversidad vino a su vida. Su vida, entonces, ilustra vividamente que se obtiene tal fe cuando sabemos que Dios existe, que es perfecto en su carácter y atributos y que la clase de vida que vivimos es agradable ante El…

"…Es obvio que en este encuentro personal hay mucho más que lo que a primera vista aparece para el lector. Se trata no sólo de mostrar al Adversario la razón por la que los hombres sirven al Señor, sino que debemos comprender que la experiencia fue finalmente más significativa para Job que lo que fue para el Señor o Satanás mismo…

"En otros pasajes de las Escrituras se hace notorio que el Señor estuvo al lado de Job y que éste lo sabía. Así puede ser que como el joven rico que se dirigió a Jesús preguntando: '¿Qué haré para heredar la vida eterna?', Job también careciera de una cosa y que el Señor, amándole, le haya dicho: '… una cosa te falta…' (Marcos 10:17-21), y la única cosa que a Job le faltaba era la perfección de su fe, tal como el siguiente párrafo tomado de Lectures on Faith [Disertaciones sobre la fe] puede sugerir. La perfección de aquella fe solamente podía venir una vez que hubiera sacrificado todo y supiera que lo había hecho porque el Señor se lo mandaba. Después de todo, él sabía que el Señor era responsable de su situación. Y un sacrificio es, por su propia naturaleza, una prueba de obediencia, y la obediencia es una señal de fe. Tengamos presente esto mientras leemos el párrafo en cuestión:

" 'Un conocimiento real en el individuo de que el curso de vida por el que transita va de acuerdo con la voluntad de Dios es esencialmente necesario para permitirle tener en Dios aquella confianza sin la que nadie puede alcanzar la vida eterna. Fue esto lo que permitió a los santos de la antigüedad soportar todas sus aflicciones y persecuciones y encarar gozosamente el despojo de sus bienes, sabiendo (y no simplemente creyendo) que tenían así una mejor y perdurable herencia.' (Heb. 10:34.)

" 'Observemos aquí que una religión que no requiere el sacrificio de todas las cosas nunca tiene el poder suficiente para producir la fe necesaria a fin de llegar a la vida y a la salvación; pues desde la primera existencia del hombre, la fe necesaria para el gozo de la vida y salvación nunca se pudo alcanzar sin el sacrificio de todas las cosas terrenas. Es mediante este sacrificio, y solamente a través de éste, que Dios ha ordenado que los hombres gocen de vida eterna; y es a través del sacrificio de todas las cosas terrenas que los hombres en realidad saben que están haciendo lo que es agradable a la vista de Dios. Cuando un hombre está dispuesto a sacrificar todo lo que tiene, inclusive su vida, por la verdad, y cree que Dios quiere que así lo haga, llega a saber con toda certeza, que Dios acepta y aceptará su sacrificio y ofrenda y que no ha buscado ni buscará en vano el rostro divino. Y bajo estas circunstancias, podrá desarrollar la fe necesaria para alcanzar la vida eterna.

" 'De esta manera, aquellos que hacen el sacrificio sabrán que Dios ve con complacencia el curso de sus vidas, y, con esa fe en El podrán perdurar hasta el fin y recibir la corona que espera a los que aman la presencia de nuestro Señor Jesucristo…' (Lectures on Faith, N. B. Lundwall, ed. , Salt Lake City, sin fecha, págs. 57-59; traducción libre.)

"La historia de Job demuestra la veracidad de este concepto. Llegamos así al final del libro donde encontramos al Señor en vividas expresiones tratando de conmover a Job por intentar dudar de su relación con él (caps. 38-39). Job es instado a explicar la razón por la que hizo eso. '¿Es sabiduría contender con el Omnipotente? El que disputa con Dios, responde a esto' (40:2). Job reconoció que había hablado una vez, pero, por razones que fueron evidentes más tarde (véase más abajo) prometió no hablar dos veces (40:3-5). El Señor entonces preguntó: '¿Me condenarás a mí, para justificarte tú?' (40:8). ¡Qué pregunta más escrutadora! Otras vividas figuras del poder y sabiduría del Señor siguen en los capítulos 40-41, llevando a Job a confesar que él había dicho cosas que no comprendía (42:3). Job había aprendido de nuevo a no aconsejar al Señor sino a aceptar 'el consejo de su mano' (Jacob 4:10)…

"Esto es algo que Job entendió (cap. 9), pero ahora, en una forma inexplicable para nosotros, había llegado a entender mejor al Señor, a través de una experiencia en carne propia, y que antes cuando solamente había 'oído' de El. 'De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza.' (42:5-6.)

"Habiendo pasado la prueba, esta bendición vino a Job, y ahora él percibía lo que no cualquiera percibe. La implicación es que Job ahora aceptaba todo lo que le había ocurrido sin dudar más de la divina providencia. Es casi como si Job terminara diciendo: '¡Oh, está todo bien!' Su encuentro personal más reciente con el Señor, haya consistido en lo que haya consistido, le había enseñado eso.

"Es difícil vivir con tensión, pero la vida terrenal, donde 'vemos por espejo, oscuramente', está llena de tensión. Siempre hay respuesta a lo que puede parecer sin sentido o sin explicación posible en nuestra vida, aunque las explicaciones no sean inmediatas. Sin embargo, el Señor ha prometido darlas en algún momento (D. y C. 121:28-32; 101:27-35). Todo aquel que insista en que la creencia religiosa debe explicar todas las contingencias de la vida a fin de poder ser creíble y aceptable debe volver a leer el libro de Job o debe aceptar el consejo del élder Harold B. Lee, quien afirmó lo siguiente:

" 'No es el propósito de la religión responder a todas las preguntas en cuanto al gobierno moral de Dios sobre el universo, sino dar valor (mediante la fe) para seguir adelante en presencia de interrogantes para los que el hombre no encuentra respuesta en su estado presente. Por lo tanto, cuidaos y tal como dijo un sabio pensador: "Si llega el momento en el que sentís que no podéis mantener más vuestra fe, entonces aferraos a ella a pesar de todo. No podéis ir a la incertidumbre y peligros de mañana si no tenéis fe" ' (Church News, no se citó quién es el autor del pensamiento)." (Keith H. Meservy, "Job: 'Yet Will I Trust in Him' ", págs. 139-53.)

COMENTARIOS SOBRE JOB

(3-3) Job. ¿En qué forma está organizado el libro de Job?

Muchos eruditos dividen el libro en tres partes: prólogo, poema y epílogo. Los capítulos 1 y 2 son el prólogo, que describe el medio ambiente e introduce la trama. Los capítulos 3 al 42 están escritos en forma poética hebrea (aunque las versiones bíblicas actuales son muy poéticas en estos capítulos, no alcanzan a captar la calidad poética ni la forma del texto original). El poema incluye los discursos de los tres amigos de Job, la respuesta de éste y los discursos de un joven, Eliú, quien cree resolver mejor el misterio del sufrimiento de Job que lo que pudieron hacer Elifaz, Bildad y Zofar. Los últimos once versículos de Job son el epílogo que sencillamente describe la bendición y aprobación del Señor. Como el prólogo, está escrito en prosa.

(3-4) Job 1:1. ¿Existió Job realmente?

Los eruditos no se han interesado tanto en la identidad de Job como en saber si en realidad existió o no. Adam Clarke escribió sobre este tema: "No voy a entretener a mis lectores con las razones expuestas por hombres de saber, a favor y en contra de los detalles ya mencionados; si lo hiciera, me vería obligado a transcribir una enorme cantidad de material que, aunque pueda servir para exponer mucha sapiencia de parte de los autores, ciertamente proporcionaría poco saber para la gran mayoría de mis lectores. Tal vez les resulte de interés conocer mi opinión sobre esos puntos; y a esa opinión tienen derecho, y no tengo intención de esconderla. Creo que Job fue un personaje real, y su historia, a mi criterio, una declaración de hechos reales." (The Holy Bible… with a Commentary and Critical Notes, 3:5.)

Meservy destacó: "Aunque algunos eruditos han tenido la impresión de que el libro no es una historia verdadera de la vida de un hombre que haya existido, creo que la mayoría sí lo cree. Concuerdo con que es una obra literaria con un prólogo (caps. 1-2) y un epílogo (cap. 42); ambos fueron compuestos en forma de narración y el cuerpo de la obra (3-41) fue compuesto en poesía hebrea; pero decir que es una composición literaria no significa negar su fundamento en los hechos. Sería lo mismo decir que un libro, una obra teatral o musical basada en la vida de José Smith carece de verdad porque es una obra artística o literaria. Ezequiel y Santiago, por ejemplo, consideraron el libro histórico y mencionaron a Job entre los grandes personajes conocidos por su fe y poder de oración (Ezequiel 14:14, 20; Santiago 5:11). Esto es significativo. Hay otras razones para considerar a Job como un personaje histórico; pero, para mí, el criterio decisivo en este sentido es el hecho de que cuando José Smith y los que lo acompañaban estaban inmersos en una gran dificultad y José consultó al Señor y dijo: 'Oh Dios, ¿en dónde estás? ¿y dónde está el pabellón que cubre tu morada oculta?', el Señor respondió a su clamor diciéndole: 'Hijo mío, paz a tu alma; tu adversidad y tus aflicciones no serán más que por un breve momento; y entonces, si lo sobrellevas bien, Dios te ensalzará . . No eres aún como Job; no contienden en contra de ti tus amigos, ni te acusan de transgredir, como hicieron con Job' (D. y C. 121:7-10, cursiva agregada). Ahora bien, si Job no fue un personaje que en realidad existió y por lo tanto su sufrimiento no fue sino producto de la mente de un autor, y José Smith por otra parte, fue real y su sufrimiento y el de los suyos no fueron imaginarios, entonces el que el Señor se dirigiera a él diciéndole que su situación no era tan mala como la de Job resultaría en una comparación intolerable, puesto que el hombre no puede compararse con cosas irreales. Por otra parte, puesto que el Señor fue quien estableció el paralelo, debe haberse tratado de un personaje real. Por lo tanto, basándose solamente en este hecho, yo llegaría a la conclusión de que Job fue un personaje que realmente existió. Las Autoridades Generales, también refiriéndose a Job, lo han considerado una persona verdadera, por ejemplo: John Taylor, Journal of Discourses, 7:197-198, 18:309-310; 20:305-306; 22:319-320; Wilford Woodruff, Journal of Discourses 18:30; Orson Pratt, Journal of Discourses, 19:315." ("Job: 'Yet Will I Trust in Him' ", págs. 154–155.)

(3-5) Job 1:7-12; 2:1-6. ¿Habló Dios con Satanás?

Algunos han puesto en duda que Dios converse con el diablo y sus huestes tal como se describe aquí. Estos versículos pueden ser una forma poética de establecer el escenario para lo que ocurre luego en la vida de Job —sus aflicciones, tentaciones y la pérdida de sus bienes temporales— en lugar de querer describir una conversación real. El Señor no hace tratos con el diablo ni acepta las obras de él. Sin embargo, Satanás tiene la venía del Señor para afligir y atormentar al hombre hasta que el tiempo concedido a Lucifer para obrar en la tierra llegue a su fin. Así, las pruebas de Job concordarían con el concepto de que Satanás tuvo el permiso de Dios para acarrear sobre aquél las aflicciones, no por un trato hecho entre Dios y Satanás, sino porque ello encajó bien en los propósitos que Dios tenía para Job.

Meservy sugirió que la presencia de Satanás entre los "hijos de Dios" puede ser explicada literalmente: "¿Es verdadera la descripción del diablo en los capítulos 1-2? Creo que sí. Se nos dice aquí que Satanás apareció entre los hijos de Dios. ¿Quiénes son los hijos de Dios? Usualmente este término significa, en las Escrituras, aquellos que han hecho convenio de servir al Señor y se sienten deseosos de tomar sobre sí el nombre de El mediante el bautismo, naciendo de nuevo, y luego son guiados por el Espíritu de Dios. Estos son sus hijos y éstos son los que exclaman 'Abba Padre' (Moisés 6:65-68; 7:1; Mosíah 5:7-10, 15:10-12; D. y C. 11:30, 39:4-6, 76:23-24, 51-60; Romanos 8, esp. los vers. 14-17). Nuestro autor dice: 'Un día vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, entre los cuales vino también Satanás' (Job. 1:6). Esto sugeriría que Satanás fue entre los fieles cuando se reunieron para efectuar sus devociones religiosas. En aquel momento el Señor eligió señalar a uno en su conversación con Satanás." ("Job: 'Yet Will I Trust in Him' ", pág. 155.)

(3-6) Job 13:7-28. Confianza en Dios

Job, aunque no entendía por qué Dios permitía sus aflicciones, no juzgaba al Señor ni perdía su fe en El. "…y que me venga después lo que viniere" (vers. 13), dijo a sus amigos. Dios era su salvación y Job confiaba solamente en El. Veía su aflicción en la perspectiva correcta. El presidente Spencer W. Kimball dijo: "Si consideráramos la mortalidad como el todo de la existencia, entonces las penas, aflicciones, fracasos y la muerte prematura serían una calamidad. Mas, si al contrario, vemos la vida como algo eterno que se extiende más allá del pasado premortal y se prolonga hasta el futuro eterno postmortal, entonces debemos colocar cada suceso que acontece en su propia perspectiva. "(La fe precede al milagro, pág. 96.)

Los amigos de Job pusieron en tela de juicio la sabiduría de Dios y consideraron el sufrimiento de aquél como un castigo enviado por Dios. Pero Job tenía mayor entendimiento. Sabía que Dios estaba allí, aunque sus oraciones pidiéndole alivio no eran contestadas como deseaba. Si su sufrimiento era realmente resultado de un pecado personal, rogó que el Señor se lo hiciera saber para poder arrepentirse (vers. 23).

Pero el sufrimiento no siempre es el resultado del pecado. El sufrimiento tiene un propósito mayor, parte del cual es educativo. El presidente Kimball dijo:

"¿Es que no podemos ver la sabiduría de Dios al darnos pruebas a las cuales sobreponernos, responsabilidades que podamos cumplir, trabajo que vigorice nuestros músculos y penas que pongan a prueba nuestras almas? ¿No se nos expone a las tentaciones para probar nuestra fortaleza, a la enfermedad para probar nuestra paciencia, y a la muerte para que podamos ser un día inmortalizados y glorificados?

"Si todos los enfermos por quienes oramos fueran sanados, y todos los justos protegidos, y si todos los pecadores fueran destruidos, se anularía así todo el programa de nuestro Padre y se daría fin al principio más básico del evangelio, el libre albedrío, y nadie tendría que vivir por la fe.

"Si al hacedor del bien se le recompensara inmediatamente con gozo, paz y todo lo que mereciera, entonces no existiría el mal —todos harían el bien, mas no por las razones justas. No habría, por ende, prueba de fortaleza, ni desarrollo del carácter, ni crecimiento y expansión de poderes, ni libre albedrío, sino únicamente controles satánicos.

"Si el Señor contestara todas nuestras oraciones inmediatamente después de hacerlas, de acuerdo con nuestros deseos egoístas y nuestra limitada comprensión, entonces existiría muy poco a ningún sufrimiento, dolor, decepción, o ni la muerte aun; y si éstos no existieran, tampoco habría gozo, éxito, resurrección ni vida eterna o divinidad." (La fe precede al milagro, págs. 96-97.)

(3-7) Job 19:26. "En mi carne he de ver a Dios"

Este versículo afirma la fe de Job en la resurrección física. En muchas versiones de la Biblia este versículo no afirma tal creencia; de hecho en muchas de ellas el versículo indica que Job dice que verá a Dios pero no en su carne. ¿Cómo es posible que dos traducciones completamente contradictorias hayan salido del mismo texto? He aquí la explicación dada por Meservy:

"Podemos destacar que el gran testimonio contenido en Job 19:26 ha sido interpretado en dos maneras: 'En mi carne he de ver a Dios' (versión de Reina-Valera) y 'Entonces sin mi carne he de ver a Dios' (versión de Jewish Publication Society, 1917). La primera de estas dos citas implica una resurrección literal, la otra no. El texto hebreo dice 'desde mi carne', y esto puede ser interpretado en cualquiera de los dos sentidos. La misma ambigüedad se aplica a nuestro uso. Si digo 'desde la casa lo vi venir', podría haber estado dentro de la casa o fuera de ella cuando lo vi venir. En esta forma la teología individual determina en qué forma uno traduce este pasaje.

"Los Santos de los Ultimos Días no se basan en este pasaje para establecer su creencia en la resurrección literal, sino que lo consideran como una afirmación más gloriosa de la misma." ("Job: 'Yet Will I Trust in Him' ", pág. 158.)

(3-8) Job 29:16-17. Un hombre verdaderamente justo

Tal vez éste sea el secreto de la perfección de Job: no solamente ayudaba a los que pedían su ayuda sino que buscaba gente a la cual poder ayudar.

Tal como un rey, Job estaba obligado a defender a quienes se apoyaban en él en busca de defensa. Por ejemplo, cuando encontraba a alguien que había sido despojado por ladrones, buscaba a éstos y usaba la fuerza si se hacía necesario, para recuperar los bienes robados y devolverlos a los dueños.

Job no era un "Robin Hood" que despojaba a un sector de la sociedad para abastecer a otro. El único rico al cual despojaba era a sí mismo, y eso lo hacía voluntariamente. Comentando acerca de la rectitud de Job, Clarke escribió:

"Como magistrado supremo investigaba las razones de las partes contendientes, ajustaba las diferencias y se sentaba como principal presidiendo todas sus asambleas civiles.

"Como capitán general vivía como rey en medio de sus tropas, manteniendo el orden y la disciplina y viendo que sus camaradas de armas fueran provistos con lo necesario para guerrear y para el sostén de la vida.

"Como hombre no se consideraba superior al menor de los oficios de la vida doméstica, para aliviar o apoyar a sus semejantes; consolaba a los dolientes —visitaba a los enfermos y afligidos y atendía sus necesidades, viendo que los heridos fueran curados en forma adecuada. ¡Noble Job! Contempladlo, vosotros, nobles de la tierra, vosotros oficiales de municipalidades, vosotros generales de los ejércitos y vosotros señores de provincias. ¡Mirad a JOB! Imitad su benevolencia activa y sed sanos y felices. Sed como ángeles guardianes en vuestros distritos particulares, bendiciendo a todos mediante vuestro ejemplo y vuestra magnanimidad. Enviad a vuestros caballos de caza al arado, a vuestros gallos de riña al estercolero; y finalmente vivid como hombres y cristianos." (Commentary, 3:132.)

Este no era el Job de la ceniza y de los forúnculos; éste era el gran hombre del Oriente al cual Dios llamó perfecto (véase Job 1:8).

(3-9) Job 42:10, 13. ¿Por qué el Señor no duplicó el número de los hijos de Job?

Job 42:10 dice que "…Jehová… aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job". Luego, después de indicar el doble del número de animales, el escritor agrega: "Y tuvo siete hijos y tres hijas" (vers. 13). Originalmente Job tenía siete hijos y tres hijas. La duplicación de sus bendiciones podría sugerir que recibiría catorce hijos y seis hijas, pero en cambio tuvo solamente igual número que antes. ¿Cómo considerar eso una duplicación? C. F. Keil y F. Delitzsch dieron una respuesta que debería tener más significado para los Santos de los Ultimos Días que para cualquier otra persona del mundo de los gentiles:

"El número del ganado (véase Job 1:3) aparece duplicado, pero no sucede lo mismo con los hijos.

"Por lo tanto, en lugar del doble de siete hijos y tres hijas que tenía, recibe la misma cantidad, la cual también viene a ser el doble, pues los hijos fallecidos, según el punto de vista del Antiguo Testamento, no están perdidos (véase 2 Samuel 12:23). El autor de este libro, en todo coherente, aquí nos da a entender que con los hombres que mueren y se alejan de nosotros la relación es diferente que con las cosas que perdemos." (Commentary on the Old Testament, 4:2:390.)