Escuela Dominical: Doctrina del Evangelio
‘Esta es la vida eterna’


Lección 24

“Esta es la vida eterna”

Juan 16–17

Objetivo

Instar a los miembros de la clase a ser receptivos a la influencia del Espíritu Santo y a acercarse más a nuestro Padre Celestial y a Jesucristo.

Preparación

  1. Lea los siguientes pasajes de las Escrituras, y medite y ore al respecto.

    1. Juan 16:1–15. Jesús prepara a Sus apóstoles para los tiempos difíciles que seguirán a Su crucifixión. Les enseña acerca de la misión del Espíritu Santo y les promete que recibirán el don del Espíritu Santo.

    2. Juan 16:16–33. Jesús predice Su muerte y Su resurrección y aconseja a los apóstoles que tengan confianza (Juan 16:33).

    3. Juan 17. Jesús ofrece la gran oración intercesora a favor de Sus póstoles y de todos los que crean en Él.

  2. Lectura adicional: Juan 14:16–31; 15:18–27; 3 Nefi 19:19–36; Doctrina y Convenios 132:21–24; Guía para el Estudio de las Escrituras, “Consolador”, pág. 37, y “Espíritu Santo”, págs. 67–68.

  3. Si utiliza la actividad para despertar el interés, lleve a la clase dos cajas envueltas como regalos (o dibújelas en la pizarra). Prepare dos tiras de palabras que colocará en el exterior de las cajas durante la lección: una dice Don del Espíritu Santo y la otra dice Vida Eterna.

  4. Sugerencia didáctica: Además de orar pidiendo que pueda enseñar con el Espíritu, pida también que los miembros de la clase aprendan por el Espíritu y reciban la confirmación de Él de las verdades que se están enseñando. (Consulte La enseñanza: el llamamiento más importante, pág. 14.)

Desarrollo que se sugiere para la lección

Actividad para despertar el interés

Si lo desea, utilice la siguiente actividad (o una de su preferencia) para comenzar la lección. Escoja la actividad que sea más apropiada para su clase.

Muestre las dos cajas envueltas para regalo (o dibújelas en la pizarra). Explique a los miembros de la clase que un don es un regalo, y pídales que hablen brevemente de los dones o regalos que les gustaría recibir.

Explique que una de las cajas que les ha mostrado representa uno de los máximos dones o regalos que podemos recibir en esta vida. La otra representa lo que el Señor ha llamado “el mayor de todos los dones de Dios” (D. y C. 14:7).

Explique que en esta lección los miembros de la clase descubrirán cuáles son esos dos dones o regalos y aprenderán lo que tienen que hacer para recibirlos.

Análisis y aplicación de las Escrituras

Al enseñar los pasajes de las Escrituras que se encuentran a continuación, hablen de la forma en que las palabras del Salvador a Sus apóstoles se aplican a todos nosotros. Inste a los miembros de la clase a compartir experiencias que hayan tenido que se relacionen con la lección.

1. Jesús promete a Sus apóstoles que recibirán el don del Espíritu Santo.

Analicen Juan 16:1–15. Pida a algunos miembros de la clase que lean en voz alta los pasajes que usted haya seleccionado.

• Durante las horas finales de Su ministerio mortal, Jesús enseñó y fortaleció a Sus apóstoles. ¿Por qué era necesario que fueran fortalecidos en esos momentos? (Véase Juan 16:1–6; véase también Juan 15:18–20.)

• El Salvador dijo a Sus apóstoles que les enviaría otro Consolador (el Espíritu Santo) (Juan 16:7). ¿Cuál es la misión del Espíritu Santo? (Véase Juan 14:26; 15:26; 16:7–14. Escriba las respuestas en la pizarra, tal como se muestra a continuación.)

El Espíritu Santo:

  1. Consuela (Juan 14:26).

  2. Enseña (Juan 14:26).

  3. Nos recuerda verdades (Juan 14:26).

  4. Testifica del Salvador (Juan 15:26).

  5. Nos guía a toda la verdad (Juan 16:13).

  6. Nos hace saber las cosas que habrán de venir (Juan 16:13).

  7. Glorifica al Salvador (Juan 16:14).

• Durante el ministerio mortal de Jesús, los Doce Apóstoles recibieron manifestaciones del Espíritu Santo, pero no fue sino hasta después de la muerte y resurrección de Cristo que recibieron el don del Espíritu Santo (Juan 20:22). ¿Qué diferencia existe entre una manifestación del Espíritu Santo y el don del Espíritu Santo? (Véase la cita que se halla a continuación.) ¿De qué manera le ha ayudado el recibir el don del Espíritu Santo?

El élder Dallin H. Oaks enseñó:

“…las manifestaciones del Espíritu Santo se dan para guiar a los que buscan con sinceridad las verdades del Evangelio que les persuadirán a arrepentirse y a bautizarse. El don del Espíritu Santo es más extenso… incluye el derecho a tener Su compañía constante, para que siempre podamos ‘…tener su Espíritu con [nosotros]’ (D. y C. 20:77).

“Una hermana recién bautizada me comentó lo que sintió cuando recibió ese don. Ella era una fiel mujer cristiana que había pasado toda su vida al servicio de los demás; conocía y amaba al Señor y había sentido las manifestaciones de Su Espíritu. Cuando recibió la luz adicional del Evangelio restaurado, se bautizó y los élderes impusieron las manos sobre su cabeza y le confirieron el don del Espíritu Santo. Ella recordó: ‘Sentí la influencia del Espíritu Santo descender sobre mí con una intensidad que jamás había sentido. Fue como un viejo amigo que me había guiado en el pasado pero que ahora venía para quedarse’” (Liahona, enero de 1997, pág. 67).

Si utilizó la actividad para despertar el interés, coloque en el exterior de una de las cajas de regalo la tira de palabras que dice Don del Espíritu Santo.

• Después de recibir el don del Espíritu Santo, ¿cómo podemos hacernos dignos de su compañía constante? (Véase Hechos 5:32; D. y C. 6:14; 20:77, 79; 76:116; 121:45–46.) ¿Cómo podemos reconocer la influencia del Espíritu Santo? (Véase Gálatas 5:22–23; D. y C. 6:15, 23; 11:13.)

El presidente Boyd K. Packer enseñó: “El Espíritu Santo se comunica con una voz que se siente más de lo que se oye. Se le ha descrito como una voz suave y apacible. Aunque decimos que ‘escuchamos’ los susurros del Espíritu, por lo general describimos una inspiración espiritual diciendo: ‘Tuve una impresión…’ La revelación se recibe en palabras que sentimos, más bien que oímos” (Liahona, enero de 1995, pág. 69).

En un sueño que tuvo el presidente Brigham Young, el profeta José Smith le instruyó que enseñara a los santos que “El Espíritu del Señor… les susurrará paz y gozo a su alma; quitará la malicia, el odio, la contención y todo mal de su corazón; y todo su deseo será hacer lo bueno, establecer la rectitud y edificar el reino de Dios” (Citado en Liahona, julio de 1989, pág. 42; véase también Manuscript History of Brigham Young, 1846–1847, comp. por Elden J. Watson, 1971, pág. 529).

2. Jesús predice Su muerte y Su resurrección.

Lean y analicen los versículos de Juan 16:16–33 que usted haya seleccionado.

• Después que Jesús enseñó a los apóstoles acerca del Espíritu Santo, les dijo que pronto moriría y resucitaría (Juan 16:16–20), y después les dijo: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz” (Juan 16:33). ¿Qué piensan que significa tener paz en Él? ¿Qué podemos aprender de las enseñanzas de Jesús contenidas en el capítulo 16 de Juan que nos ayuden a tener paz en Él? (Véase también Filipenses 4:7–9; D. y C. 59:23.)

• Jesús dijo a Sus apóstoles: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). ¿Cómo puede el conocimiento de que Jesús ha vencido al mundo ayudarnos a tener confianza cuando nos veamos ante la tribulación? ¿Por qué es importante tener confianza?

3. Jesús ofrece la gran oración intercesora.

Lean y analicen el capítulo 17 de Juan, el cual contiene una oración que ofreció Jesús poco antes de padecer en el Jardín de Getsemaní y en la cruz. A menudo se le llama la gran oración intercesora porque al orar, Jesús intercedió por nuestra salvación ante nuestro Padre Celestial. Invoque la guía del Espíritu al seleccionar los versículos que leerán y analizarán.

• Al comenzar Su oración, ¿cómo describió Jesús Su misión sobre la tierra? (Véase Juan 17:1–2; véase también Moisés 1:39.) ¿Cómo logró esa misión?

• En Su oración, el Salvador dijo: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3). ¿Por qué es diferente conocer a nuestro Padre Celestial y a Jesucristo a simplemente saber en cuanto a ellos? ¿Cómo podemos llegar a conocerles? (Véase 1 Juan 4:7–8; Mosíah 5:10–13; Alma 22:18; D. y C. 18:33–36; 132:21–24.)

Si utilizó la actividad para despertar el interés, coloque en el exterior de la segunda caja la tira de palabras que dice Vida Eterna. Pida a un miembro de la clase que lea Doctrina y Convenios 14:7.

• En la primera parte de Su oración, Jesús describió lo que había hecho para cumplir Su misión (Juan 17:4–8). ¿Cómo damos nosotros un informe a nuestro Padre Celestial? ¿Cómo afectaría nuestros hechos si todas las noches incluyéramos en nuestras oraciones un informe de nuestro esfuerzo por servirle a Él durante el día?

• Aunque Jesús sabía que en poco tiempo iba a sufrir intensamente, ¿por quién oró? (Véase Juan 17:6–9, 20.) ¿Qué podemos aprender de esto?

• ¿Cómo podemos nosotros, al igual que Jesús y Sus apóstoles, vivir en el mundo y “no [ser] del mundo? (Juan 17.14; véanse también los versículos 15–16).

El élder M. Russell Ballard dijo:

“En la Iglesia a menudo decimos: ‘Debemos estar en el mundo pero no ser del mundo’. Cuando vemos programas de televisión que muestran profanidades, violencia e infidelidad como algo común y hasta atractivo, quisiéramos de alguna manera cerrar la puerta al mundo y aislar a nuestras familias de todo eso…

“Quizás debamos repetir la frase que mencioné anteriormente como dos advertencias separadas: Primero, ‘Estén en el mundo’. Participen: manténganse informados. Traten de entender y tolerar y apreciar a las diferentes personas. Hagan contribuciones significativas a la sociedad por medio del servicio y la participación. Segundo, ‘No sean del mundo’. No sigan las sendas erradas ni se dobleguen para adaptarse o aceptar lo que no está bien.

“Debemos esforzarnos por cambiar las tendencias corruptas e inmorales de la televisión y de la sociedad manteniendo aquello que ofende y envilece fuera de nuestros hogares. A pesar de toda la iniquidad que hay en el mundo y a pesar de toda la oposición a lo que es bueno, que encontramos por todas partes, no debemos tratar de apartarnos ni de apartar a nuestros hijos del mundo. Jesús dijo: ‘El reino de los cielos es semejante a la levadura” (Mateo 13:33). Es nuestro deber mejorar el mundo y ayudar a todos a levantarse por encima de la iniquidad que nos rodea. El Salvador oró al Padre diciéndole:

“‘No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal’ (Juan 17:15)” (véase Liahona, julio de 1989, págs.95–96).

• ¿En qué sentido son “uno” nuestro Padre Celestial y Jesucristo, como se declara en Juan 17:21–22?

Hablando de nuestro Padre Celestial, de Jesucristo y del Espíritu Santo, el presidente Gordon B. Hinckley dijo: “Ellos son seres individuales, pero son uno en propósito y en obra. Están unidos a fin de llevar a cabo el grandioso y divino plan para la salvación y exaltación de los hijos de Dios… Esta perfecta unidad entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo es lo que liga a estos tres personajes en la unidad de la divina Trinidad” (Liahona, enero de 1987, pág. 54).

• ¿Por qué era importante que los apóstoles fueran uno? (Véase Juan 17:22–23.) ¿Por qué necesitamos tener unidad con nuestro Padre Celestial y con Jesucristo, con los demás miembros de la Iglesia y con nuestra familia? ¿Cómo podemos ayudar a incrementar la unidad en esas relaciones? (Véase Juan 17:26; Mosíah 18:21; D. y C. 35:2.)

Conclusión

Pida a los miembros de la clase que piensen en lo que sienten cuando saben que alguien ora por ellos. Pídales que mediten en cuanto a lo que podrían haber sentido de haber estado con Jesús cuando Él ofreció la oración intercesora. Explique que esa oración puede ayudarnos a apreciar el precioso don de la vida eterna que nos ofrece el Salvador. Testifique que seremos bendecidos al esforzarnos por seguir las indicaciones del Espíritu Santo y al tratar de ser uno con nuestro Padre Celestial y con Jesucristo.

Sugerencia adicional para la enseñanza

El siguiente material complementa las sugerencias para el desarrollo de la lección. Si lo desea, utilícelo como parte de la lección.

Invitar la presencia del Espíritu.

Con el fin de ayudar a los miembros de la clase a sentir y a reconocer la influencia del Espíritu Santo, hable con varios de ellos con anticipación a la clase, pidiéndoles que escojan una de las presentaciones que se hallan a continuación y que la presenten como parte de la lección:

  1. Leer un pasaje favorito de las Escrituras.

  2. Expresar su testimonio.

  3. Cantar un himno o una canción de la Primaria sobre el tema del Salvador.

  4. Expresar su amor por nuestro Padre Celestial y por Jesucristo.

  5. Relatar una experiencia espiritual que haya tenido (si es apropiado).

Después que se haya hecho la presentación en la clase, invite a los alumnos a que describan lo que sintieron durante las presentaciones. Lea la declaración del presidente Boyd K. Packer que se encuentra en las páginas 112, y ayude a los alumnos a reconocer los sentimientos que provienen del Espíritu Santo. Hable de lo que usted siente cuando recibe la guía del Espíritu Santo.