Manuales y llamamientos
El conservar pura la doctrina


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El conservar pura la doctrina

El capítulo 8 de Moroni contiene una carta que le escribió Mormón a Moroni, su hijo. El tema de la misma es el bautismo de infantes, que algunos miembros de la Iglesia estaban practicando. Para ayudar a su hijo a corregir esa falsa enseñanza, Mormón volvió a declarar la doctrina correcta de la responsabilidad y encomendó a Moroni que la enseñara a todo el pueblo. Lea Moroni, capítulo 8, como un ejemplo de la necesidad de conservar puros e inalterables la doctrina y los principios de la Iglesia.

Es motivo de admiración e inspirador el pensar en los sacrificios que muchas personas han tenido que hacer para aceptar la verdad. Muchos han sido bautizados a pesar del rechazo de sus familiares a causa de tal decisión. Muchos profetas y otras personas han dado su vida antes de negar sus testimonios. Refiriéndose al martirio de José Smith y su hermano Hyrum, el élder John Taylor declaró que la publicación del Libro de Mormón y de Doctrina y Convenios“costó la mejor sangre del siglo diecinueve”(D. y C. 135:6).

Es necesario que toda persona que enseñe el Evangelio comunique a otros, en forma pura y sin distorsiones, esas verdades por las que tan grandes sacrificios fueron hechos. El presidente Gordon B. Hinckley declaró: “Ya he hablado antes en cuanto a la importancia de conservar pura la doctrina de la Iglesia y ver que se enseñe en todas nuestras reuniones. Esto me preocupa sobremanera. Aun las más mínimas aberraciones en la enseñanza doctrinaria pueden conducir a enormes y malignas falsedades” (Teachings of Gordon B. Hinckley [1997], pág. 620).

Sus responsabilidades como maestro

Al preparar y presentar sus lecciones, usted debe tomar las siguientes precauciones a fin de asegurarse de que enseñará la verdad tal como el Señor la ha revelado.

Enseñe por el Espíritu empleando las Escrituras y las palabras de los profetas de los últimos días

El presidente Ezra Taft Benson enseñó: “¿A cuál fuente debemos recurrir para enseñar el gran plan del Dios Eterno? Las Escrituras, naturalmente; en particular el Libro de Mormón. Esta [fuente] también incluye las demás revelaciones modernas, junto con las palabras de los apóstoles y profetas, y los susurros del Espíritu” (véase Liahona, julio de 1987, pág. 87).

Utilice materiales para lecciones producidos por la Iglesia

Para ayudarnos a enseñar en base a las Escrituras y a las palabras de los profetas de los últimos días, la Iglesia ha producido manuales de lecciones y otros materiales. Hay muy poca necesidad de comentarios y referencias de otras fuentes. Debemos estudiar diligentemente las Escrituras, las enseñanzas de los profetas de los últimos días y el material oficial de las lecciones para asegurarnos de que entendemos correctamente la doctrina antes de enseñarla.

Enseñe las verdades del Evangelio y nada más que eso

Cuando Alma ordenó sacerdotes para que enseñaran a aquellos que él mismo había bautizado en las aguas de Mormón, “les mandó que no enseñaran nada, sino las cosas que él había enseñado, y que habían sido declaradas por boca de los santos profetas” (Mosíah 18:19). Cuando los doce discípulos nefitas del Salvador enseñaban a la gente, “[ministraron] las mismas palabras que Jesús había hablado, sin variar en nada las palabras que Jesús había hablado” (3 Nefi 19:8). Al enseñar el Evangelio de Jesucristo, usted debe seguir esos ejemplos.

Enseñe claramente las verdades del Evangelio de modo que nadie pueda malentenderlas

El presidente Harold B. Lee declaró: “Debéis enseñar los viejos principios, no tan claramente que los alumnos no tengan más remedio que entender, sino que debéis enseñar la doctrina de la Iglesia tan claramente que nadie malentienda” (“Lealtad”, Un mandato a los maestros de religión, 2a. edición [1982], pág. 58).

Advertencias a los maestros de religión

Al esforzarse por conservar pura la doctrina, usted deberá evitar los siguientes problemas.

Especulaciones

“Al presentar una lección, hay muchas formas en que un maestro sin disciplina pueda apartarse del sendero que conduce a su objetivo. Una de las tentaciones más comunes es la de especular en cuanto a temas sobre los cuales el Señor ha dicho muy poco. El maestro disciplinado tiene la valentía necesaria para decir ‘No lo sé’, y dejarlo así. Tal como el presidente Joseph F. Smith ha dicho: ‘No se menoscaba nuestra inteligencia o nuestra integridad cuando decimos francamente, frente a una centena de preguntas especulativas: ‘yo no sé’ ” (Doctrina del Evangelio, (1978),pág. 9) (Joseph F. McConkie, “The Disciplined Teacher”, Instructor, sept. de 1969, págs. 334–335).

Citas equivocadas

“El maestro disciplinado es aquel que está seguro de sus fuentes de información… y que hará todo esfuerzo posible por determinar si una declaración representa correctamente la doctrina de la Iglesia o si sólo se trata de la opinión del autor” (Instructor, sept. de 1969, págs. 334–335).

No debemos atribuir declaraciones a líderes de la Iglesia sin confirmar previamente la fuente de tales declaraciones. Cuando citamos las Escrituras, debemos asegurarnos de que nuestro empleo de las mismas concuerde con su contexto (véase “El enseñar en base a las Escrituras”, págs.59–60).

Las predilecciones doctrinales

“Las predilecciones doctrinales, es decir, el énfasis especial o exclusivo en un solo principio del Evangelio, es algo que todo maestro debe evitar” (Instructor, sept. de 1969,págs. 334–335).

El presidente Joseph F. Smith dijo: “Esta predilección da un aspecto falso del Evangelio del Redentor a quienes la apoyan; tergiversa sus principios y enseñanzas y los hace discordantes. Este punto de vista es innatural. Todo principio y práctica revelados de Dios son esenciales para la salvación del hombre, y el anteponer indebidamente uno de ellos, escondiendo y opacando todos los demás, es imprudente y peligroso; amenaza nuestra salvación porque obscurece nuestra mente y ofusca nuestro entendimiento” (Doctrina del Evangelio, pág. 112).

Relatos sensacionales

“Quizás una de las mayores tentaciones del maestro que lucha por mantener la atención de su clase es utilizar alguna historia sensacional o impresionante. Existen muchas de éstas que, aunque de origen dudoso, circulan continuamente por toda la Iglesia… Éstos no son instrumentos de enseñanza; el equilibrio espiritual y el testimonio no se fundan en relatos sensacionales. Recibimos la dirección del profeta a través de los conductos apropiados del sacerdocio. Debemos prestar atención cuidadosa a los mensajes impartidos por las Autoridades Generales en conferencias generales y de estaca, y leer con regularidad las publicaciones oficiales de la Iglesia. Los alumnos prestarán una significativa atención al maestro que haya establecido una reputación de ser convencional y bien fundado en la doctrina de la Iglesia” (Instructor, sept. de 1969, págs.334–335).

Alterar la historia de la Iglesia

El presidente Ezra Taft Benson advirtió lo siguiente: “Han existido y continúa habiendo tentativas por intercalar una filosofía [humanista] en la historia misma de nuestra Iglesia.. El propósito [de ello] es menoscabar el principio de la revelación y la intervención de Dios en los eventos significativos, e inmoderadamente destacar la naturaleza humana de los profetas de Dios procurando acentuar sus debilidades humanas por sobre sus cualidades espirituales” (“God’s Hand in Our Nation’s History”, Devocionales de 1976 [1977], pág. 310).

Refiriéndose a estas tentativas, el presidente Benson dijo en otra ocasión: “Queremos advertirles, a ustedes lo maestros, en cuanto a estas tendencias que parecen ser un esfuerzo por interpretar otra vez la historia de la Iglesia para que sea racionalmente más atractiva para el mundo” (The Gospel Teacher and His Message [discurso ante instructores de religión, 17 de septiembre de 1976], pág. 11).

Interpretaciones personales y conceptos extraños

El presidente J. Reuben Clark, Jr., dijo: “Solamente el Presidente de la Iglesia, el Sumo Sacerdote Presidente, es sostenido como Profeta, Vidente y Revelador para la Iglesia, y sólo él tiene el derecho de recibir revelaciones para la Iglesia, ya sean nuevas o enmendadoras, o de dar interpretaciones autorizadas a pasajes de las Escrituras que hayan de ser valederas para la Iglesia o de cambiar de cualquier manera alguna doctrina existente de la Iglesia” (en Church News, 31 de julio de 1954, pág. 10). No debemos enseñar ninguna interpretación personal de los principios del Evangelio o de las Escrituras.

El élder Spencer W. Kimball declaró: “Hay en la actualidad personas que se enorgullecen con disentir en cuanto a las enseñanzas ortodoxas de la Iglesia y presentan sus propias opiniones contradictorias a la verdad revelada. Algunos podrían ser parcialmente inocentes al hacerlo; otros alimentan su propia vanidad, y aún otros parecen hacerlo deliberadamente. Los hombres pueden pensar como les plazca, pero no tienen derecho a imponer sobre otros sus ideas poco ortodoxas. Tales personas deben entender que están arriesgando su propia alma” (en Conference Report, abril de 1948, pág. 109).