Manuales y llamamientos
Cómo reconocer y seguir el Espíritu al enseñar


9

Cómo reconocer y seguir el Espíritu al enseñar

Si usted se ha preparado debidamente, el Espíritu Santo lo iluminará y guiará al enseñar. Quizás reciba algunas impresiones acerca de aquellos a quienes enseña, de lo que deberá destacar al enseñarles y de cómo podría enseñarles con mayor eficacia. Sus esfuerzos diligentes serán magnificados a medida que obedezca con humildad los susurros del Espíritu. También podrá ayudar a quienes enseña a reconocer la influencia del Espíritu. Usted estará preparado para comprobar el cumplimiento de las palabras del Señor, que dijo: “De manera que, el que la predica y el que la recibe se comprenden el uno al otro, y ambos son edificados y se regocijan juntamente” (D. y C. 50:22).

Cómo reconocer el Espíritu

El élder Dallin H. Oaks enseñó lo siguiente:

“Debemos reconocer que el Señor nos hablará por medio del Espíritu a Su propio tiempo y a Su propia manera… No podemos forzar las cosas espirituales.

“En la mayoría de los casos, ‘Su propia manera’ no es un repentino estruendo o una luz cegadora, sino lo que las Escrituras llaman ‘la voz suave y apacible’ (1 Reyes 19:12; 1 Nefi 17:45; D. y C. 85:6)… Es preciso que sepamos que el Señor muy pocas veces habla alzando la voz; Sus mensajes casi siempre vienen en un susurro” (véase “La enseñanza y el aprendizaje por medio del Espíritu”, Liahona, mayo de 1999, pág. 21).

Cuando el Señor nos habla por medio del Espíritu, ocasionalmente hace “que [nuestro] pecho arda dentro de [nosotros]”(D. y C. 9:8). Este ardor, explicó el élder Oaks, por cierto que “representa un sentimiento de consuelo y serenidad” (“La enseñanza y el aprendizaje por medio del Espiritu”, Liahona, mayo de 1999, pág. 22). Con marcada frecuencia sentiremos esclarecimiento, gozo y paz (véase Romanos 15:13; Gálatas 5:22–23; D. y C. 6:23; 11:13).

El presidente Howard W. Hunter explicó cómo podemos discernir diferentes manifestaciones del Espíritu:

“Me preocupa que alguna intensa emoción o el derramamiento de lágrimas se considere a veces como equivalente a la presencia del Espíritu. Ciertamente elEspíritu del Señor puede causar fuertes sentimientos emocionales, incluso lágrimas, pero esa manifestación exterior no debe confundirse con la presencia misma del Espíritu.

“A través de los años he podido observar a muchos de mis hermanos y con ellos hemos compartido algunas inusitadas e indescriptibles experiencias espirituales. Esas experiencias han sido diferentes, cada una de ellas especial en su propia y debida forma, y tales momentos sagrados pueden o no haber venido acompañados de lágrimas. Con mucha frecuencia lo son, pero en ocasiones van acompañados de completo silencio. Otras veces vienen acompañados de gran gozo. Siempre incluyen una cabal manifestación de la verdad, una revelación al corazón…

“Escuchen la verdad, obedezcan la doctrina y permitan que la manifestación del Espíritu llegue como sea en cualquiera de sus variadas formas. Apéguense a los principios firmes; enseñen con un corazón puro. El Espíritu entonces penetrará su mente y su corazón, y la mente y el corazón de cada uno de sus alumnos” (Eternal Investments [discurso ante instructores de religión, 10 de febrero de 1989], pág. 3).

El Espíritu puede guiarle al prepararse para enseñar

Al prepararse para enseñar con espíritu de oración, al estudiar las Escrituras y aun al realizar sus labores cotidianas, someta su mente y su corazón a la guía del Señor. Usted podría recibir del Espíritu “una corriente de ideas”

(Enseñanzas del Profeta José Smith, compilación de Joseph Fielding Smith [1982], pág. 179). Podría ser guiado a destacar ciertos principios, podría obtener un entendimiento de cómo presentar mejor determinadas ideas y encontrar algunos ejemplos, lecciones prácticas e historias inspiradoras en las simples actividades de la vida (véase “Trate de encontrar lecciones en toda circunstancia”, págs. 23–24). También podría recibir la impresión de invitar a alguna persona particular para que le ayude a presentar la lección. Tal vez recuerde alguna experiencia personal que pueda compartir con la clase. Escriba estas ideas y sígalas con espíritu de oración.

El élder C. Max Caldwell relató la siguiente experiencia: “Hace unos años me preparé para enseñar una clase sobre un tema que me parecía bastante difícil. La noche antes de la clase, oré pidiendo ayuda y después me acosté, todavía preocupado. Cuando me desperté, se me ocurrió una idea que presenté a la clase esa mañana. Después de la lección, un joven me habló en privado, diciendo: ‘Esa lección era para mí; ahora sé lo que debo hacer’. Después me enteré de que el haber ido a esa clase había sido el primer contacto que [ese joven] había tenido con la Iglesia desde hacíaaños. Después de eso, puso su vida en orden y más adelante sirvió fielmente en una misión. En estos momentos goza de la felicidad de haber hecho convenios eternos con su familia” (véase Liahona, enero de 1993, pág. 34).

El Espíritu puede guiarle mientras enseña

Generalmente, usted enseñará por medio del Espíritu cuando siga lo que haya preparado con oración y cuidado. Además, el Espíritu puede de vez en cuando inspirarlo a medida que enseña. Tal como el Señor ha prometido, “[le] será dado en la hora, sí, en el momento preciso, lo que [habrá] de decir” (D. y C. 100:6). Ocasionalmente, usted podrá sentir la inspiración de dejar de lado una parte de una lección o agregar algo que no haya preparado. Podría sentir la impresión de dar su testimonio o invitar a otros a compartir el suyo. Cuando sus alumnos le hagan preguntas, quizás podría tener la inspiración de poner a un lado lo que haya preparado y entonces tratar con diligencia el tema de tales preguntas. Asegúrese de que la inspiración provenga del Espíritu y no simplemente a causa de las preguntas de sus alumnos. Responda con humildad a tales sentimientos. Permita que el Espíritu se manifieste por medio de usted para influir en el corazón de aquellos a quienes esté enseñando.

Usted puede ayudar a otros a reconocer el Espíritu

Al familiarizarse más con la voz del Espíritu, usted podrá entonces ayudar a quienes enseña a reconocer Su influencia. El élder Richard G. Scott dijo: “Aunque lo único que logren en su relación con sus alumnos sea ayudarles a reconocer y seguir la inspiración del Espíritu, les habrán bendecido entonces inconmensurable y eternamente la vida” (Helping Others to Be Spiritually Led [discurso ante instructores de religión, 11 de agosto de 1998], pág. 3).

Kristi, una jovencita de ocho años de edad, asistió a una reunión especial de misioneros con su padre. Como parte de la reunión, su padre exhibió unas láminas de Jesucristo y dio su testimonio acerca del Salvador. Después de la reunión, Kristi dijo a su padre: “Siento deseos de llorar”. Su padre pudo reconocer que la niña estaba sintiendo la influencia del Espíritu. Se arrodilló junto a ella, la abrazó y le dijo que esos sentimientos de ternura eran la inspiración del Espíritu Santo para ayudarla a saber que las cosas que había escuchado eran verdaderas. Le dio su testimonio de que siempre podría saber que algo es verdadero al reconocer ese mismo sentimiento dulce que experimentaba en esos momentos.

Aproveche cada oportunidad para ayudar a otros a reconocer y agradecer la paz y el gozo que provienen de obedecer los susurros del Espíritu.