Manuales y llamamientos
Cómo puede un maestro contribuir a un ambiente propicio para aprender


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Cómo puede un maestro contribuir a un ambiente propicio para aprender

“El predicador no era de más estima que el oyente, ni el maestro era mejor que el discípulo; y así todos eran iguales y todos trabajaban, todo hombre según su fuerza” (Alma 1:26).

Además de ayudar a los alumnos para que entiendan cómo pueden contribuir a establecer un ambiente propicio para aprender (véanse las págs. 85–86), hay una serie de cosas que usted, como maestro, puede hacer para fomentar un ambiente tal.

Prepárese espiritualmente

Su propia preparación espiritual contribuye en gran manera al ambiente para aprender tanto en el hogar como en elsalón de clases. Al prepararse espiritualmente, usted demostrará un espíritu de paz, de amor y de reverencia. Aquellos a quienes enseñe se sentirán más seguros al meditar y analizar las cosas de valor eterno. Si usted se muestra contrariado, preocupado, enojado o inclinado a criticar, y no se ha preparado espiritualmente, es posible que sus alumnos no puedan aprender mucho por medio del Espíritu. (Para obtener sugerencias sobrecómo prepararse espiritualmente, véanse las págs. 11–21).

Ame a cada persona y establezca una relación con ella

Jesús dijo: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros” (Juan 13:34). Usted debe procurar amar a quienes enseña, no sólo cuando sean fáciles de amar, sino también cuando pongan a prueba su paciencia (véase“Procure obtener el don de la caridad”, pág. 12).

Cada persona a quien usted enseñe es preciosa a la vista del Señor y también debiera serlo ante su vista como maestro. Trate de encontrar maneras de establecer una relación con cada persona a quien enseñe (véase “Cómo acercarse a cada persona”, págs. 37–38). Al reconocer que usted los ama y se preocupa por ellos, sus alumnos tendrán mayor confianza en usted. Estarán más dispuestos a que les enseñe y menos inclinados a provocar interrupciones (véase “El amor enternece el corazón”, págs. 33–34).

Vístase apropiadamente

Su ropa y su apariencia deben ser tales que no distraigan a nadie durante la clase. Si está enseñando a los jóvenes, no necesita vestirse como ellos para ganarse su confianza.

Salude cortésmente a sus alumnos

Si enseña en un salón de clases, sonría a medida que cada uno de sus miembros vaya entrando al mismo. Salúdeles con un apretón de manos, y dígales que le complace verlos. Exprese su aprecio por cada uno de ellos. Una simple frase de bienvenida puede hacerles sentirse cómodos y ayudarles a prepararse para aprender.

También podría hacer que la noche de hogar y el estudio de las Escrituras como familia se conviertan en una ocasión especial al saludar cálidamente a cada uno de sus miembros antes de comenzar.

Comience de una manera que promueva la atención

Con frecuencia se llevan a cabo algunas conversaciones y actividades informales antes de empezar la clase. Una de sus responsabilidades es dar término a ellas y ayudar entonces a que todos presten atención a la lección. Esto podría incluir pedirles que tomen asiento o hacer que escuchen la grabación de un himno. Podría requerir que simplemente mire a cada persona a los ojos antes de pedir que una de ellas ofrezca la primera oración. En ciertas ocasiones podría usted mismo ofrecer la oración. (Véase“Cómo empezar la lección”, págs. 104–105).

Promueva el respeto mutuo

Pida a los miembros de la clase que piensen en lo que podrían hacer para contribuir a que cada uno se sienta amado y apreciado. Mediante lo que usted haga y diga, sus alumnos pueden aprender a responder respetuosamente a los comentarios y preguntas de cada uno (véase “Dispóngase a escuchar”, págs. 71–72). Asegúreles que toda pregunta sincera será siempre bienvenida. Las preguntas de una persona pueden ayudarle a aclarar principios que tampoco otros entiendan.

Promueva el entusiasmo por aprender el Evangelio

Las personas podrían estar asistiendo a la clase por una variedad de motivos. Sin embargo, a medida que vayan llegando usted debería ayudarles a concentrarse con entusiasmo en un solo propósito: el de aprender el Evangelio. Usted puede hacer esto tratando de hacerles ver que el Evangelio les ayudará a resolver sus problemas, enriquecer su vida y aumentar su felicidad.

Aliente a sus alumnos a venir a la clase preparados para aprender y a participar. Cuando se esfuercen personalmente por aprender el Evangelio, estarán más dispuestos a contribuir a un ambiente propicio para ello durante las lecciones (véase “El ayudar a las personas a aceptar la responsabilidad que tienen de aprender el Evangelio”, págs. 66–67).

Algunas asignaciones sencillas fuera de la clase suelen ser de gran ayuda, en particular cuando ello aliente a los alumnos a aplicar los principios del Evangelio en su vida diaria (véase “Cómo ayudar a los demás a poner en práctica lo que están aprendiendo”, págs. 80–81). Cuando les asigne hacer algo fuera de la clase, debe generalmente dar a los alumnos la oportunidad de presentar más tarde un informe sobre ello. Esto les ayudará a entender el valor que usted adjudica a lo que han aprendido y realizado.

Enseñe en cuanto a Cristo

Todo lo que enseñemos debe conducir a los miembros de nuestra familia y de la clase hacia Cristo, a Su misión redentora, Su ejemplo perfecto, Sus ordenanzas y convenios, y Sus mandamientos. Recuérdelo siempre al preparar y presentar sus lecciones. Ello contribuirá un espíritu de unión y de esperanza al ambiente de aprendizaje.

Emplee una variedad de métodos didácticos que promuevan la participación de los alumnos

El ambiente de aprendizaje se enriquece cuando todos los alumnos se interesan en la lección y participan en los análisis y en otras actividades. Para ayudar a mantener un alto nivel de interés y participación, emplee una variedad de métodos de enseñanza (véase “Cómo enseñar con variedad”, págs. 99–100).

Comparta sus sentimientos, sus experiencias y su testimonio

Al compartir usted sus sentimientos, sus experiencias y su testimonio, otros probablemente se sientan inspirados a hacer lo mismo. Esto fortalecerá tanto a los que comparten como a los que escuchan. Particularmente los nuevos conversos tal vez necesiten ver que en la Iglesia todos nos enseñamos y aprendemos mutuamente, sin importar nuestro grado de experiencia. Toda persona tiene algo para contribuir. Escuchamos las contribuciones de unos y otros de modo que “todos [seamos] edificados de todos” (D. y C. 88:122).

Sugerencias adicionales para aquellos que enseñan a los niños

Exprese a los niños sentimientos positivos

Cuando los criticamos o les hablamos en forma negativa, los niños suelen sentirse inadecuados o rechazados. Quizás traten de llamar la atención molestando a otros niños o comportándose mal. Por otro lado, los comentarios positivos les ayudarán a entender que usted espera de ellos lo mejor. Reconózcalos y agradézcales todo lo bueno que hagan e ignore los problemas menores. Si usted hace esto, empezarán a sentir que los acepta, los ama y los comprende. (Para sugerencias adicionales, véanse los videocasetes Capacitación para los líderes de la Primaria [5X008 002] y Enseña al niño [5X677 002].)

Establezca y mantenga ciertas normas

Los niños necesitan y aprecian tener reglamentos y limitaciones. Trabaje con los niños a quienes enseña para establecer algunas reglas simples y claras (no más de tres o cuatro). Esto les ayudará a gobernarse a sí mismos.

Explíqueles que el obedecer dichas reglas ayudará a que todos disfruten de estar aprendiendo juntos. También analice con ellos lo que habrá de suceder si quebrantan dichas normas. Usted podría determinar con ellos el empleo de cierta señal cuando haya necesidad de restablecer el orden, como por ejemplo, que el maestro se ponga de pie con los brazos cruzados.

Después de haber establecido con los niños algunas normas, prepare una gráfica que las detalle. Si los niños todavía no saben leer, utilice dibujos para mostrarles cómo deben comportarse. Cada vez que un niño quebrante una norma, haga una pausa en la lección y pregunte con calma: “¿Qué nos dice la regla?”. Espere pacientemente que el niño repita dicha regla y entonces pídale que sugiera cómo debe cumplirse. Continúe luego con la lección.

Ayude a los niños a participar

Mantenga a los niños ocupados e interesados presentándoles lecciones que incluyan una variedad de actividades.

Ésta es quizás la mejor manera de evitar el mal comportamiento. En tanto que les enseñe, míreles a los ojos; si enseña la lección leyéndola del manual, probablemente perderá su atención. Si los niños se vuelven muy inquietos, diga algunas cosas tales como: “Necesito que piensen bien antes de contestar esta pregunta” o “¿Podrías sostener esta lámina ante la clase para que todos la vean?” Trate de ignorar en lo posible los disturbios insignificantes y de atraer hacia otra cosa la atención de los niños. Por ejemplo, podría decirles: “Esto que voy a mostrarles les va a gustar mucho” o “Por favor levanten la mano cuando crean que saben la respuesta”.

Sea comprensivo

Asegúrese de que los niños sepan que usted los comprende y los ama, aun en los momentos difíciles. No se olvide de que, más que reprimendas, ellos necesitan comprensión; por tanto, demuéstreles paciencia y amabilidad. Al hacerlo, podrá convertir cualquier situación difícil en una oportunidad para que aprendan lo que les enseña. La gráfica de esta página ilustra la diferencia entre las reprimendas y la comprensión.

No espere ser perfecto ni que los niños lo sean. Adopte una actitud feliz y positiva que ayude a los niños a saber que los ama. Ayúdeles a ver que los problemas pueden resolverse en armonía.

Reprimendas

Comprensión

Tú siempre estás causando disturbios en la clase y eso nome gusta.

Sé que a veces no es fácil permanecer quieto, pero necesitoque lo hagas por un ratito más. ¿Te ayudará si te sientas aquí a mi lado?

¿Por qué no puedes dejar de molestar a los demás?

Es tentador molestar a los demás, pero no debemos hacerlo ya que no nos permite aprender bien.

¿Cómo puedes ser tan desconsiderado con los demás?

Quizás a veces sientas como que quieres decir algo malo a otra persona, pero en nuestra clase tratamos de ser siempre amables y considerados. Debemos tratar de ayudar a los demás a sentirse como a nosotros nos gusta sentirnos.

¡Tú no me estás prestando atención! ¡Date vueltainmediatamente!

No es fácil para mí enseñarles cuando no alcanzo a ver susojos, así que por favor préstenme atención.

¡Basta ya de tanto ruido! ¡No lo soportaré un minuto más!

Todos parecen estar cansados e inquietos. Pónganse de pie por un minuto y estírense un poco.

Información adicional

Para mayor información sobre cómo crear un ambiente propicio para aprender, véanse las lecciones 6 y 7 del curso Enseñanza del Evangelio (págs. 242–251).

Los niños por lo general viven de acuerdo con lo que se espera de ellos. Si les expresa sentimientos positivos, estará ayudándoles a mantener un ambiente propicio para el aprendizaje. A continuación se sugieren algunos ejemplos de comentarios positivos que podría utilizar:

  • Cada uno de ustedes es muy especial. Cada uno de ustedes es realmente un hijo de Dios. No existe en el mundo ninguna persona que sea exactamente como ustedes.

  • Al compartir algunas de sus experiencias, ustedes han contribuido a que nuestra lección haya sido tan interesante.

  • Me hace muy feliz ver que trabajamos tan bien en conjunto.

  • Yo sé que nuestro Padre Celestial está muy complacido hoy con cada uno de ustedes.

  • Valoro mucho todo lo bueno que hacen. Todos estamos tratando de hacer lo correcto.

  • Tenemos que esperar nuestro turno para hablar. Cada uno de ustedes tiene buenas ideas, así que necesitamos escucharnos unos a otros.