Instituto
Levítico 19-27: Una ley de ceremonias y ordenanzas, parte 3: Leyes de misericordia y rectitud


16

Levítico 19–27

Una ley de ceremonias y ordenanzas, parte 3: Leyes de misericordia y rectitud

(16-1) Introducción

En esta lección leeremos lo que ha sido calificado como “el corazón de la ética del libro de Levítico” (Rasmussen, Introduction to the Old Testament, 1:105). Este código moral es el corazón del libro de Levítico y también del Antiguo y el Nuevo Testamento. Anotada aquí, por primera vez, está la revelación del principio que gobernó todas las leyes que rigen las relaciones sociales correctas: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19:18). Visto así, es fácil darse cuenta de que todas las demás leyes eran una mera aplicación de la ley del amor bajo distintas circunstancias. Esta ley, siendo al mismo tiempo eterna y de aplicación universal, es la tela sobre la cual no solamente están ricamente bordados el Antiguo y el Nuevo Testamento, sino también nuestras Escrituras modernas.

COMENTARIOS SOBRE LEVITICO 19-27

(16-2) Levítico 19:2-18. “Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios”

En el capítulo anterior examinamos en bastante detalle las leyes de la pureza y de la inmundicia, tanto en el sentido físico como en el espiritual. Los capítulos finales de Levítico se concentran en las leyes que definían de qué manera la persona que vivía bajo la ley mosaica podía vivir rectamente y en una forma agradable a Dios. Levítico finaliza, esencialmente, con el mismo mensaje con que comienza, esto es, con la amonestación de suprema importancia en la que establece que los hombres deben ser santos, así como Dios es santo. Las leyes que se dan después de este mandamiento parecen, al principio, no seguir un orden lógico ni sujetarse a una relación igualmente lógica; pero podemos ver que están unidas si las consideramos a la luz del mandato de ser santos dado en el versículo 2. Notemos, además, cómo se relaciona con los Diez Mandamientos lo contenido en los versículos 3 al 12. El quinto mandamiento (honrar a los padres) y el cuarto (santificar el día de reposo) aparecen juntos en el versículo 3, seguidos inmediatamente por el segundo mandamiento (no adorar imágenes). En el versículo 11, el octavo mandamiento (no robar) aparece junto con el noveno (no dar falso testimonio), y luego aparece con el tercero (no tomar en vano el nombre de Dios), en el versículo 12. Por este medio el Señor parence indicar que los conceptos que SIguen al mandamIento de ser santo están directamente relacionados con estos principios fundamentales de rectitud. Las leyes específicas que siguen a los mandamientos definen los principios de rectitud que naturalmente se desprenden de los Diez Mandamientos. Por ejemplo, el mandamiento es no robar, pero estas leyes muestran que este mandamiento significa mucho más que no robar la propiedad del prójimo. Podemos robar también mediante fraude o reteniendo salarios de los obreros (vers. 13). El mandamiento establece honrar a los padres, pero aquí el Señor usó el vocablo “temerá” (vers. 3), el cual encierra profundo respeto, reverencia y recogimiento, los mismos sentimientos que deberíamos tener para con Dios mismo. El ejemplo que se refiere a los chismes (vers. 16) muestra que hay otras formas de dar falso testimonio aparte del que se puede dar en un tribunal. Y el principio final resume todo el propósito de la ley: Si somos verdaderamente santos como Dios es santo, entonces amaremos a nuestro prójimo como a nosotros mismos (véase vers. 18).

Imagen
Moses

Moisés el Legislador

(16-3) Levítico 19:18. ¿Qué mandamientos sirven de base para todos los demás?

Durante el ministerio terrenal del Maestro un escriba le preguntó cuál de todos los mandamientos era el mayor. La respuesta del Salvador es bien conocida: Amar a Dios y amar a vuestro prójimo. Y añadió: “De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mateo 22:40; véase también los vers. 35-39). O, en otras palabras, aquellos dos principios son los cimientos de todos los escritos del Antiguo Testamento. Todos los principios y mandamientos se derivan ya sea de la necesidad de amar a Dios o de la de amar a nuestro prójimo.

Ambas leyes citadas por Jesucristo se encuentran en el Antiguo Testamento, aunque no juntas. La primera aparece en Deuteronomio 6:5 y la segunda en Levítico 19:18. La forma en la que la segunda está expresada resulta de por sí instructiva. La declaración de que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos transporta la idea del amor, en este caso, de un estado emocional a un estado volitivo. El amor es aquella emoción que experimentamos naturalmente por nosotros mismos. Expresado sencillamente, es un deseo que cada individuo tiene por su propio bienestar. Amarse o cuidar de uno mismo es natural y bueno, pero además, se debe sentir lo mismo por los demás. Cada hombre debe desear el bien de los demás así como el propio. Este deseo no es innato, sino que viene a través de un acto consciente de la voluntad o albedrío. El mandamiento implica entonces que deberíamos trabajar tanto para nuestro propio bienestar, así como para el de los demás y que no debemos progresar a expensas de los demás. Este mandamiento es el centro de toda relación social y se transforma en la norma por la que se juzgará toda acción.

Cualquier persona que verdaderamente entienda las implicaciones del diario vivir, que son parte del mandamiento de amar a Dios con todo el corazón, alma, mente y fuerza, y amar al prójimo como a uno mismo, puede obrar bien, sin necesidad de leyes adicionales. No tenemos que amonestar contra la idolatría al que ama a Dios en la forma debida, pues todo acto de adoración que no se dedique a Dios le resultará naturalmente ofensivo. Las prohibiciones contra el robo, el adulterio, el asesinato y demás no son necesarias si verdaderamente amamos a nuestro prójimo como a nosotros mismos, ya que lastimar a alguien en alguna de esas formas sería algo inconcebible. Pero, naturalmente, la gran mayoría de los hombres fracasa en comprender y obedecer estos dos mandamientos y así es que el Señor ha revelado muchas leyes y reglas adicionales para mostrar detalladamente lo que los mandamientos requieren. En verdad, todos esos mandamientos no hacen sino definir y respaldar a los dos principios básicos: toda la ley y los profetas están resumidos en estos dos grandes mandamientos.

(16-4) Levítico 19:23-25. ¿Qué es el “fruto incircunciso”?

“El uso metafórico de la circuncisión es explicado así por el texto mismo: denota que el fruto no reúne aún las condiciones o que es inapropiado. En Levítico 26:41 se usa la misma metáfora para el corazón soberbio o que no está maduro para escuchar las amonestaciones divinas. Y en otros pasajes de las Escrituras se usa con relación a los labios (Exodo 6:12, 30) y a los oídos (Jeremías 6:10) que no cumplen sus funciones propias.” (C. D. Ginsburg, citado en Rushdoony, Institutes of Biblical Law, págs. 147-48.)

No está clara la razón por la que el fruto producido durante los tres primeros años de los árboles era inadecuado, pero en este contexto de leyes sobre la rectitud y la santificación, esta prohibición podría significar que en tanto que los frutos no fueran dedicados a Dios, así como lo era el primogénito de los animales y de los hombres (véase Exodo 13:1-2), el árbol no debía considerarse santificado, o apartado para el uso del pueblo de Dios. Como la tierra había sido maldecida por causa del hombre cuando cayó Adán (véase Génesis 3:17), esta ley podría haber servido como un simple recordatorio de que en tanto no fueran dedicadas a Dios y a sus propósitos, todas las cosas eran consideradas inadecuadas para el uso del pueblo santo de Dios.

(16-5) Levítico 19:26-31. La separación de Israel del mundo

Al principio, las leyes que se encuentran en estos versículos pueden parecer tener poca aplicación a la vida de un santo moderno, y pueden resultarle sorprendentes como requisitos para el Israel antiguo. Por ejemplo, ¿qué tenía que ver con la rectitud personal el hecho de cortarse el pelo o la barba? Pero en el ambiente cultural del Israel antiguo, esas prohibiciones enseñaban una lección con relación a las prácticas de sus vecinos paganos.

Por ejemplo, el vocablo hebreo nachash, traducido como “agoreros” (vers. 26), significa “practicar la adivinación”, y “adivinos” aparece como la traducción de un vocablo que significa “observar las nubes” (Wilson, Old Testament Word Studies, s. v. “enchantment”, pág. 144.) En el mundo antiguo los encantadores y los nigromantes (magos, brujos) sostenían que podían predecir el futuro a través de distintos agüeros (augurios) u objetos. Sus métodos consistían en observar las estrellas (astrología), el movimiento de las nubes y ciertos animales, atar nudos, echar suertes, etc. (véase Hasting, Dictionary of the Bible, s. v. “magic, adivination, and sorcery”, págs. 566-70.) Así el versículo 26 prohibía cualquier uso de lo oculto para interpretar el futuro.

Otro estudioso de la Biblia dio una explicación bastante acertada en cuanto a la razón por la que estaba prohibido cortarse el cabello y la barba.

“Este (Levítico 19:27) y el siguiente versículo evidentemente se refieren a costumbres que deben haber existido entre los egipcios cuando los israelitas moraban en Egipto; y es muy difícil conjeturar en qué consistían estas costumbres. En sus escritos Herodoto observa que los árabes se afeitaban o se cortaban el cabello en redondo en honor de Baco…(el dios del vino) el cual, dicen, tenía el cabello recortado en esa forma…Dice también que los macianos, un pueblo de Libia, se cortaban el cabello en redondo, dejando solamente un mechón en la parte superior de la cabeza…Es en esta forma que los chinos cortan sus cabellos hasta el presente. Esto podría haber sido en honor de algún ídolo y, por lo tanto, era prohibido entre los israelitas.

“El cabello era ampliamente usado en la adivinación entre los antiguos, y con fines de superstición religiosa entre los griegos, particularmente en la época en que esta ley fue dada, pues se supone que ésta fue la época de la guerra de Troya. Gracias a Homero nos enteramos de que era costumbre que los padres dedicaran a los dioses el cabello de sus hijos, y cuando éstos llegaban a la madurez, se les cortaba el cabello y se consagraba a los dioses. Aquiles, en el funeral de Patroclo, se cortó los rizos dorados que su padre había dedicado al dios del río Esperquio y los arrojó en las aguas de la inundación.

“Si el corte del cabello era en redondo y dedicado a propósitos de esta clase, es fácil comprender la prohibición impuesta en este versículo.” (Clarke, Bible Commentary, 1:575.)

Al prohibir que se autoinfligieran cortes en la carne, así como el tatuaje de marcas en la piel, el Señor otra vez indicó claramente que Israel tenía que ser diferente a sus vecinos paganos. Era costumbre infligirse heridas en ocasión de aflicción por los muertos y durante los actos de adoración (véase 1 Reyes 18:28). Además, “era costumbre muy antigua y generalizada tener marcas sobre el cuerpo hechas en honor al objeto de su adoración. Todas las castas de los hindúes imponen que sus integrantes lleven en la frente, o en otra parte del cuerpo, lo que se llama marcas sectarias, las que sirven para diferenciarlos, no solamente en un sentido civil sino también religioso.

“La mayoría de los naturales de las naciones bárbaras descubiertas últimamente tienen tatuajes curiosos en el rostro, los brazos, el pecho, etc., probablemente por razones de superstición. Los escritos antiguos aportan abundantes relatos sobre las marcas hechas en el rostro, brazos, etc., en honor a diferentes ídolos; y es a esto que alude el escritor inspirado (Apocalipsis 13:16-17; 14:9, 11; 15:2; 16:2; 19:20; 20:4) cuando describe a los adoradores falsos como marcados en sus manos y frentes con las marcas de la bestia.” (Clarke, Bible Commentary, 1:575.)

La prostitución era práctica común entre los adoradores paganos, y a menudo las sacerdotisas en los templos de diosas del amor, como Venus o Afrodita, estaban allí solamente para satisfacer y dar aprobación religiosa a deseos sexuales inmorales. Dios estrictamente prohibió esas prácticas.

“Los encantadores” (Levítico 19:31) hoy en día son llamados espiritistas, o médiums. Se supone que tenían el poder de comunicarse, en un trance, con espíritus de difuntos. El vocablo hebreo se traduce “ventrílocuo” sugiriendo en el nombre en sí el carácter fraudulento de tales personas (véase de Wilson, Old Testament Word Studies, s. v., “ventriloquist”, pág. 157.)

Está bien claro que las leyes que prohibían tales prácticas idólatras fueron dadas para apartar a Israel del mundo y de la adoración falsa. Y en eso hay una lección importante para los santos de la actualidad. El mundo no ha cambiado, aunque las prácticas del mal y la corrupción sean distintas. Hoy en día el Señor sigue dirigiendo a su pueblo a través de profetas vivientes para evitar las costumbres y prácticas del mundo. No debe sorprender, entonces, que los profetas hablen contra ciertos estilos de peinados, modas en el vestir, inclinaciones u “olas” pasajeras, o prácticas tales como dudosa terapia colectiva, juegos de azar, matrimonios de prueba, etc.

(16-6) Levítico 19:35-36. ¿Qué son el “epha” y el “hin”?

En la versión bíblica de Casiodoro de Reina, edición del año 1953, aparecen estos vocablos. El epha y el hin eran medidas de volumen. Especificando medidas de este tipo y también algunas de longitud, el Señor claramente enseñó que se requería honestidad en todo tipo de transacción. (Véase Bible Dictionary, s. v., “weights and measures”.)

(16-7) Levítico 20

Este capítulo especifica algunos de los pecados que, por su gravedad, quien los cometía merecía la pena de muerte. (En cuanto a una explicación de lo que significa dar los hijos a Moloc, véase en el encabezamiento 15-11.) El Señor expuso claramente, una y otra vez, que el propósito de estas leyes era apartar a Israel de otros pueblos a fin de que pudiera ser santificado y se santificara para Dios (véase vers. 7-8, 24-26).

(16-8) Levítico 20:22-24. “No andéis en las prácticas de las naciones que yo echaré”

Cuando los jareditas fueron traídos a la tierra de promisión, el Señor les advirtió que si no adoraban al Dios de la tierra, el cual es Jesucristo, serían “exterminados” (Eter 2:10). Lehi y los que lo acompañaban también fueron advertidos de que ocuparían la tierra prometida solamente si obedecían; de otro modo, ellos también serían “separados” (1 Nefi 2:21; véase también el vers. 20). Los israelitas fueron advertidos de que si no estaban dispuestos a separarse del mundo, la tierra los “vomitaría” (véase Levítico 20:22).

Nefi les dijo a sus hermanos que la única razón por la que Israel recibió la tierra y los cananeos fueron expulsados fue que éstos “habían rechazado toda palabra de Dios, y se habían madurado en la iniquidad” (1 Nefi 17:35). Por motivo de la extrema iniquidad de los cananeos, Dios quiso que Israel los detruyera totalmente (Deuteronomio 7:2; para obtener una mayor explicación sobre la razón por la que Dios quiso que los cananeos fueran destruidos, véase el encabezamiento 19-15). Nefi preguntó: “¿Pensáis vosotros que nuestros padres hubieran sido más favorecidos que ellos si éstos hubiesen sido justos? Yo os digo que no”. (1 Nefi 17:34.) El mismo mensaje fue revelado claramente a Israel. Los cananeos fueron expulsados por causa de su iniquidad, e Israel tenía que permanecer apartado de esa iniquidad, o sufriría las mismas consecuencias.

(16-9) Levítico 21 y 22. Las leyes de la pureza para el sacerdocio

En estos dos capítulos hay reglas y requisitos especiales para el Sacerdocio Levítico, especialmente para el sumo sacerdote. Aquí, por primera vez, se usa el título de “sumo sacerdote” (Levítico 21:10). El vocablo hebreo significa literalmente “el Sacerdote, el grande”. En su calidad de sacerdote principal, era el representante de Jehová ante el pueblo y como tal tenía que guardarse de toda mancha en su santo oficio. (El sumo sacerdote del Antiguo Testamento poseía oficio en el Sacerdocio Aarónico, no en el Sacerdocio de Melquisedec tal como hoy en día. El sumo sacerdote era el sacerdote presidente, o cabeza del Sacerdocio Aarónico. En la actualidad el obispo presidente tiene ese cargo.) Todos los miembros del sacerdocio tenían que casarse con vírgenes de su propio pueblo. Las prostitutas, las mujeres adúlteras y las divorciadas quedaban excluidas, evitándose así la duda en cuanto a la pureza personal. Los sacerdotes no podían casarse con mujeres “infames” (que no eran israelitas; vers. 7), ni contaminarse por el contacto con cadáveres de personas que no fueran parientes cercanos (véase vers. 1-3), ni permitir que sus hijas se prostituyesen (véase vers. 9).

En otras palabras, todo Israel fue llamado a una vida especial de recogimiento y santidad, pero los sacerdotes que servían como representantes autorizados de Dios ante el pueblo tenían que mantener un nivel más elevado de recogimiento y santificación. El sumo sacerdote, que era el símbolo de Jesús, “el gran sumo sacerdote”, tenía que sujetarse a un código todavía más estricto (Hebreos 4:14). Además de tener que reunir los requisitos de un sacerdote corriente en cuanto al casamiento y demás, no podía tener defectos físicos o mutilaciones (véase Levítico 21:16-21). Tal rigidez era para que el pueblo tuviera presente que Cristo, el verdadero mediador entre Dios y sus hijos, era perfecto en todo sentido.

(16-10) Levítico 23

En este capítulo el Señor indicó cinco festividades o días santos que tenían que ser conmemorados por todo Israel. Estos eran el día de reposo (véase vers. 1-3), la Pascua y la fiesta de los panes sin levadura (véase vers. 4-14), la fiesta de las Semanas, o Pentecostés, como se le llamó en el Nuevo Testamento (véase vers. 26-32) y la fiesta de los Tabernáculos (véase vers. 33-44).

El día de reposo, naturalmente, se santificaba semanalmente; las otras festividades aparecen en el orden en que se celebraban. La Pascua era en marzo o principios de abril (correspondiendo a la Pascua en la actualidad), y Pentecostés se celebraba siete semanas después, a fines de mayo. El Día de la Expiación se celebraba a fines de septiembre o a principios de octubre, y era seguido cinco días después por la fiesta de los Tabernáculos o de las enramadas. Para obtener más detalles sobre las festividades y celebraciones, véase Temas suplementarios, sección D, y también el calendario hebreo en la sección de mapas y gráficas.)

(16-11) Levítico 23:27

Afligir el alma significa ser humilde o sumiso ante el Señor. El término hebreo connota disciplina. Por lo tanto, en estos días, los israelitas debían dedicarse completamente al Señor mediante ayuno y oración.

(16-12) Levítico 23:37

Las ofrendas especificadas para los días de festividades eran todas voluntarias. Estos eran días de celebración en los que se mostraba libremente la gratitud personal al Señor.

(16-13) Levítico 24:17-22. ¿Consistía la ley de Moisés, realmente, en ojo por ojo?

Este pasaje ha llegado a ser considerado por muchos como la sustancia y el resumen de la ley mosaica: “ojo por ojo, diente por diente” (vers. 20), lamentable malentendido que da a la ley la apariencia de frialdad e inflexibilidad y la caracteriza como de espíritu vengativo. El malentendido ha surgido por la falta de capacidad para discernir entre la ley social y la penal. La primera estaba basada en el amor y la preocupación por el prójimo (véase Levítico 19:18). La ley penal no desestimaba al amor pero había sido hecha para recalcar la justicia absoluta. Aun así, es menester notar tres cosas en cuanto a la aplicación de este “ojo por ojo”:

“Primero, tenía el propósito de hacer que prevaleciera una exacta justicia, no venganza. Segundo, no era venganza personal sino justicia pública. Tercero, excluido el asesinato de entre los delitos por los que era permisible el rescate (Nm. 35:31), es probable que la compensación por daños que se hicieran se pagara normalmente en forma de multa.” (Guthrie y Motyer, Bible Commentary: Revised, pág. 164.)

La misma ley que requería la retribución y el pago justos también requería que el agricultor dejara sin segar porciones de su campo para que los pobres pudieran tomar de allí para su sustento (véase Levítico 19:9-10; 23:22), demandaba que el empleador pagara al asalariado al caer la noche en lugar de esperar para hacerlo hasta el día siguiente (véase 19:13), mandaba a los hombres: “no aborrecerás a tu hermano en tu corazón” (19:17) y resumía el ideal diciendo “sed santos” (20:7).

(16-14) Levítico 25. El año de reposo y el de jubileo

Muchos cristianos modernos consideran la ley de Moisés como una ley primitiva y de menor importancia, dada a un pueblo inmaduro e ignorante. Este capítulo ilustra la fe y la confianza en Dios que se requieren de quien verdaderamente se sujeta a la ley. El israelita aprendía que un año de cada siete debía confiar su sostén enteramente a Dios en lugar de confiar en los frutos de sus propias manos. La tierra, también, tenía que tener su reposo y durante ese año no se debía arar, sembrar, segar o cosechar. Además, una vez cada cincuenta años la tierra tenía que tener un doble descanso. El séptimo año sabático (el año cuadragésimonono) tenía que ser seguido por un año de jubileo. Dios había librado del cautiverio a Israel, sacándolo de Egipto, perdonando sus numerosas deudas y dándole una herencia en la tierra prometida. Para demostrar su amor a Dios y a sus semejantes, los israelitas tenían que seguir aquel ejemplo durante el año de jubileo. Los esclavos o siervos eran liberados, las propiedades volvían a sus dueños originales y las deudas eran perdonadas (véase vers. 10, 13, 35-36).

Los modernos seguidores de la ley mayor del evan gelio harían bien en sopesar su propia fe en Dios y su amor hacia los semejantes, preguntándose si podrían vivir tal ley. ¿Es su fe suficiente como para confiar en que el Señor les daría lo necesario para su sostén durante tres años, tal como se requería de Israel? (Véase vers. 18-22.)

Un estudioso de la Biblia encontró tres ideas importantes simbolizadas en los requisitos del año de jubileo.

“El jubileo parece haber sido un símbolo de: 1. El gran momento de la liberación, de la dispensación del evangelio en la que todos los que creen en Jesucristo son redimidos de la esclavitud del pecado y recuperan la misericordia de Dios y vuelven a ser semejantes a El, única herencia del alma humana; se le perdonan todas sus deudas y se le restaura el derecho a tal herencia. A esto parece haberse referido el profeta Isaías (Isaías 26:13 y particularmente en 61:1-3). 2. La resurrección general. ‘Es’, dice el Sr. Parkhurst, ‘un símbolo vivo de la gran consumación de los tiempos, la cual será iniciada en igual manera por la trompeta de Dios (1 Co. 15:52), cuando los hijos y herederos de Dios reciban todas las bendiciones que hayan perdido y se restaure la herencia eterna que su Padre les otorgó, y descansen de sus labores y sean sostenidos en vida y felicidad con lo que produzca el campo de Dios’.

“Es importante mencionar que el jubileo no era proclamado sino hasta el décimo día del séptimo mes, precisamente el mismo día en que se hacía la gran expiación anual por los pecados del pueblo; y, ¿no prueba esto que la gran libertad o redención de la servidumbre, anunciada por medio del evangelio, no podía producirse en tanto que la gran Expiación, el sacrificio del Señor Jesús, no fuera ofrecida?” (Clarke, Bible Commentary, 1:592.)

C. D. Ginsburg expresó: “Al terminar el gran Día de la Expiación, en el momento en el que los hebreos comprendían que tenían paz mental, que su Padre Celestial había anulado sus pecados y que habían vuelto a Su presencia mediante Su misericordia y perdón, cada israelita era invitado a proclamar por todo el país, mediante nueve toques de corneta, que él también había dado descanso al suelo, que había devuelto toda propiedad que estaba hipotecada y que había dado libertad a todo esclavo, el cual ahora podía reunirse con sus familiares. Así como Dios había perdonado sus deudas, él también perdonaba a sus deudores.” (Citado en Rushdoony, Institutes of Biblical Law, pág. 141.)

(16-15) Levítico 26. Bendiciones o maldiciones

Este es uno de los capítulos más poderosos del Antiguo Testamento. El Señor establece con tanta claridad las alternativas que daba a Israel, que éstas no pueden ser mal interpretadas. Si Israel era obediente, sería bendecido con la abundancia de la tierra, con seguridad, paz y protección contra sus enemigos. Más importante aún, el Señor prometió: “Mi alma no os abominará; y andaré entre vosotros, y yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo” (vers. 11-12). Esas promesas podrían resumirse en una palabra: Sión. Si Israel era obediente, alcanzaría una condición semejante a la de la antigua Sión.

Si Israel rehusaba y no escuchaba, ni obedecía todos los mandamientos (vers. 14), entonces, las bendiciones serían retiradas, y el pesar, el hambre, la guerra, las pestes, el exilio, la tragedia y el abandono serían los resultados.

El moderno Israel ha recibido las mismas opciones.

En el invierno de 1976-77, la parte occidental de los Estados Unidos enfrentó una grave sequía. Un profeta viviente vio en ello y en otros fenómenos naturales una advertencia relacionada con aquella que fue dada en el Antiguo Testamento.

“A principios de este año, en el momento en que la sequía parecía intensificarse en esta región de los Estados Unidos y el frío y las dificultades se manifestaban en el Este, al mismo tiempo que las condiciones climáticas eran inciertas en todo el mundo, sentimos la necesidad de pedir a los miembros de la Iglesia que se unieran en ayuno y oración, pidiendo al Señor que diera humedad donde era tan importante y también que cesaran las difíciles condiciones en otras partes.

“Es posible que hayamos sido indignos de pedir estas enormes bendiciones, mas no quisimos encarar el asunto frenéticamente sino tan sólo llevarlo a la atención de nuestro Señor y luego usar nuestra energía a fin de poner en orden nuestra vida.

“Un profeta dijo:

“ ‘Si el cielo se cerrare y no lloviere, por haber ellos pecado contra ti, y te rogaren en este lugar y confesaren tu nombre, y se volvieren del pecado, cuando los afligieres, tú oirás en los cielos, y perdonarás el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel, enseñándoles el buen camino en que anden; y darás lluvias sobre tu tierra, la cual diste a tu pueblo por heredad.’ (1 Reyes 8:35-36.)

“El Señor emplea el clima, algunas veces, para disciplinar a su pueblo por el quebrantamiento de sus leyes. El dijo a los hijos de Israel: (se cita el pasaje de Levítico 26:3-6.)

“Con la gran preocupación y el sufrimiento en el Este y las amenazas de sequía aquí en el Oeste y en otras regiones, pedimos a los miembros de la Iglesia que se unieran en un círculo solemne de oración pidiendo el agua que necesitábamos. Casi inmediatamente fueron contestadas nuestras oraciones y nos sentimos agradecidos más allá de toda expresión. Aún necesitamos lo mismo y esperamos que el Señor vea propicio contestar nuestras continuas oraciones al respecto…

“Quizás ha llegado el día en el que debemos examinarnos para ver si somos dignos de pedir o si hemos estado desobedeciendo los mandamientos, haciéndonos indignos de recibir las bendiciones.

“El Señor dio estrictos mandamientos: ‘Mis días de reposo guardaréis, y mi santuario tendréis en reverencia. Yo Jehová.’ (Levítico 19:30.)

“Innumerables veces hemos citado esto, pidiendo a nuestro pueblo que no profane el día de reposo; y, sin embargo, en este día vemos cantidad de automóviles haciendo fila frente a las tiendas y lugares de diversión…y nos preguntamos qué estará pasando…

“…el Señor hace promesas definidas. Dice: ‘Yo daré vuestra lluvia en su tiempo, y la tierra rendirá sus productos, y el árbol del campo dará su fruto’. (Lv. 26:4.)

Imagen
Spencer W. Kimball

El presidente Spencer W. Kimball advirtió que el contenido del libro de Levítico se aplica a los Santos de los Ultimos Días

“Dios cumple lo que promete y aun así muchos de nosotros seguimos profanando el día de reposo. Entonces continúa diciendo:

“ ‘Vuestra trilla alcanzará a la vendimia, y la vendimia alcanzará a la sementera, y comeréis vuestro pan hasta saciaros, y habitaréis seguros en vuestra tierra.’ (Lv. 26:5.)

“Podemos contar con el cumplimiento ya que siempre podemos confiar en el Señor.

“El Señor…advierte: (se incluye la cita de Levítico 26:14-17, 19-20).

“”Además agrega:

“ ‘Enviaré…que…destruyan vuestro ganado, y os reduzcan en número, y vuestros caminos sean desiertos.’ (Lv. 26:22.)

“¿Podéis imaginar en qué forma los caminos podrían quedar desiertos? ¿Tal vez por la escasez de combustible y la limitación de energía? ¿Cuando ya no quede nada para utilizar y los hombres tengan que andar a pie en lugar de usar vehículos?

“¿Habéis pensado alguna vez, queridos amigos, que el tema de la paz está en manos del Señor, quien dice: ‘Traeré sobre vosotros espada…? (Lv. 26:25.)

“¿Sería difícil que esto sucediera? ¿Leéis los diarios? ¿Estáis familiarizados con el odio que prevalece en el mundo? ¿Qué garantías hay de una paz permanente?

“ ‘…y seréis entregados en mano del enemigo.’ (Lv. 26:25.)

“¿Hay enemigos que podrían afligirnos? ¿Habéis pensado en ello?

“ ‘Haré desiertas vuestras ciudades’, dice, ‘y asolaré vuestros santuarios…

“ ‘Entonces la tierra gozará sus días de reposo, todos los días que esté asolada, mientras vosotros estéis en la tierra de vuestros enemigos; la tierra descansará entonces y gozará sus días de reposo.

“ ‘Todo el tiempo que esté asolada, descansará por lo que no reposó en los días de reposo cuando habitabais en ella.’ (Lv. 26:31, 34-35.)

“Esas son situaciones muy graves y difíciles, pero son posibles.

“Y el Señor concluye diciendo:

“ ‘Estos son los estatutos, ordenanzas y leyes que estableció Jehová entre sí y los hijos de Israel en el Monte Sinaí por mano de Moisés.’ (Lv. 26:46.)

“Y el Señor concluye diciendo:

“ ‘Estos son los estatutos, ordenanzas y leyes que estableció Jehová entre sí y los hijos de Israel en el Monte Sinaí por mano de Moisés.’ (Lv. 26:46.)

“Esto se aplica a vosotros y a mí.

“¿No es el presente un buen momento para interesarnos profundamente por estos asuntos? ¿No es éste un momento en el que debemos volver a nuestros hogares, familia e hijos? ¿No es éste el tiempo en el que debemos recordar nuestros diezmos y ofrendas, un tiempo en el que debemos desistir de los abortos y divorcios, cesar de profanar el día de reposo y dejar de hacer del día santo un día de fiesta o de recreación?

“¿No es éste un tiempo apropiado para arrepentimos de nuestros pecados, de nuestras inmoralidades, de nuestras doctrinas diabólicas?

“¿No es éste un tiempo para que todos santifiquemos nuestro matrimonio, vivamos en gozo y felicidad y criemos a nuestra familia en rectitud?

“Ciertamente muchos de nosotros sabemos más de lo que hacemos. ¿No os parece que es éste un momento para dar fin al adulterio y a la homosexualidad y el lesbianismo y para volver a la fe y a la dignidad? ¿No es éste el momento propicio para dar fin a nuestras repugnantes pornografías?

“¿No es éste el momento para volvernos firmemente contra las cosas impías y profanas y contra las irregularidades de la prostitución y todo lo que con ella se relaciona?

“¿No es éste el momento de empezar una nueva vida?” (Spencer W. Kimball, “The Lord Expects His People to Follow His Commandments”, Ensign, mayo de 1977, págs. 4-6.)

(16-16) Levítico 26:34-35, 43

Para ver en qué forma esta profecía se cumplió, leamos Jeremías 25:9, 11-12; 29:10; 2 Crónicas 36:21.

(16-17) Levítico 27:1-34. ¿Qué significa hacer especial voto?

Los votos especiales eran parte de la ley mosaica. En aquella época era posible que hombres y mujeres dedicaran una persona al Señor, por ejemplo, el caso de la hija de Jefté o de Samuel cuando niño (véase Jueces 11:30-31; 1 Samuel 1:11). Aquí el Señor indicó que cuando alguien hacía tal voto, las personas que se ofrecían tenían que ser consideradas como del Señor y no podían ser tomadas por otros. El individuo también podía dedicar al Señor su propiedad personal. Estas leyes regían el establecimiento de tales votos.

(16-18) Levítico 27:32. “Todo lo que pasa bajo la vara”

“El significado de este versículo es bien explicado por los rabinos. ‘Cuando un individuo iba a pagar el diezmo de sus ovejas o ganados a Dios, encerraba a los animales en un redil (corral) en el cual había una salida angosta, capaz de dejar salir solamente un animal a la vez. El propietario a punto de dar el diezmo al Señor se paraba al lado de la puerta sosteniendo una vara en sus manos, el extremo de la cual era empapado en tinta bermeja o roja-ocre. Las madres de los animales quedaban afuera del corral. Se abría la puerta, los corderos o becerros salían corriendo para reunirse con su madre; y al pasar las crías, el dueño ponía la vara sobre ellas y las contaba: una, dos, tres, etc. Al llegar a la décima, la tocaba con la punta teñida para ponerle una marca y diferenciarla como el becerro del diezmo, el cordero del diezmo, etc. Ya sea que el animal fuera de mala calidad o flaco, perfecto o defectuoso, era recibido como diezmo legítimo igualmente.’ Parece ser, con relación a esta costumbre, que el profeta Ezequiel hablando a Israel, dice: Os haré pasar bajo la vara, y os haré entrar en los vínculos del pacto y seréis reclamados una vez más como propiedad del Señor, y en todas las cosas estaréis dedicados a su servicio, siendo marcados o sujetos mediante providencias especiales y manifestaciones de su bondad, para ser su pueblo adquirido.” (Clarke, Bible Commentary, 1:604.)

RESUMEN ANALITICO

(16-19) Haga una pausa para leer en Salmos 24:3-5 y Levítico 26:11-12. Luego responda a las siguientes preguntas:

  1. ¿Qué quería Dios para Israel?

  2. ¿Qué cualidades son necesarias para poder gozar de una asociación personal con el Señor?

Notará que dos de las cualidades son la limpieza y la pureza. El uso de estos dos vocablos es importante. Puro connota aquello que no está contaminado. Sin embargo, no implica ser de naturaleza enteramente buena en sí mismo. Por ejemplo, hay venenos que son puros en su composición. Por lo tanto, la idea de limpieza debe ir acompañando a la pureza. Este vocablo indica que lo que es limpio no solamente está libre de contaminación sino que no ha sido profanado, o, en un sentido teológico, está libre de lo mundanal y del pecado.

Usando la ley como ayo, el Señor simbólicamente recalcó la importancia de la pureza y de la limpieza. Considere las siguientes ceremonias bajo este punto de vista: la crianza de ganado, la forma de plantar los árboles, la siembra de granos, la textura de las vestimentas, la forma de adorar, el establecimiento de contratos, los esponsales y el casamiento. ¿Se da cuenta de que las demandas de Dios elevan la idea de limpieza y pureza desde un nivel puramente religioso y la ubican como parte de la vida cotidiana? ¿Que en esta forma Dios está diciendo al Israel antiguo, y también al moderno, que la consistencia en todo aspecto de la vida es la clave para desarrollar una relación firme y permanente con el Maestro?

(16-20) La clave de lo contenido en el libro de Levítico es el mandamiento “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Lv. 19:18). Más exactamente, este mandamiento era la clave de la ley mosaica.

Para ilustrar este concepto, lea los siguientes requisitos establecidos en el tiempo de Moisés y luego, en el espacio provisto, escriba cuál es el principio del evangelio que enseña la ley. Los dos primeros ya se han resuelto como ejemplo.

La Ley

El Principio

  1. Exodo 21:33-34; 22:6

Tengo la responsabilidad de evitar que, a causa de una negligencia a descuido, pueda perjudicas a ani prójimo.

  1. Exodo 23:4-5

Debo respetar la propiedad de mi prójimo como quisiera que respeta ran la mía.

  1. Levítico 19:13

  1. Levítico 19:15

  1. Levítico 19:33-34

  1. Deuteronomio 19:16-20

  1. Deuteronomio 22:1-3

  1. Deuteronomio 22:8

  1. Deuteronomio 23:24-25

  1. Deuteronomio 24:6, 10-13