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Temas suplementarios G: Estilos literarios hebreos


G

Temas suplementarios

Estilos literarios hebreos

(G-1) Poesía hebrea

Los Salmos están incluidos en la parte del Antiguo Testamento conocida como libros poéticos. Los libros generalmente incluidos en esta clasificación son: Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés y los Cantares de Salomón. (Nota: José Smith indicó que “los Cantares de Salomón no son escritura inspirada” [Bible Dictionary, s. v. “Song of Solomon”]. Por esta razón no van a comentarse en este manual.) Pero sería un gran error pensar que no hay pasajes poéticos o literarios en otras partes del Antiguo Testamento. En los libros históricos hay pasajes enteros de cantos poéticos (por ejemplo, el cántico de Moisés en Exodo 15 y el cántico de Débora y Barac en Jueces 5). Los escritos proféticos, especialmente Isaías, están repletos de pasajes de calidad y forma poéticos. Aunque esta forma de literatura hebrea es designada comúnmente como poética, este nombre puede llevarnos a error, dado que difiere enormemente de la poesía occidental, ya sea en verso rítmico o prosa. Es útil, en el estudio de los Salmos, que comprendamos algunos de los elementos básicos de los estilos de la antigua literatura israelita antes de ir al estudio formal de los escritos. Hay cuatro características importantes dignas de ser tenidas en cuenta: paralelismo, “chiasmus”, lenguaje figurado, y dualismo.

(G-2) La poesía hebrea se basa en el paralelismo

“Las características principales…de la poesía hebrea se encuentran en la forma peculiar en la que expresa las ideas. Esta forma ha recibido el nombre de paralelismo. Ewald prefiere, acertadamente, la expresión ‘ritmo del pensamiento’ dado a que el ritmo, la música, el flujo particular y la armonía del verso y del poema se basan en la distribución del sentimiento, de tal manera, que el concepto cabal está encerrado en un ‘dístico’ (forma poética compuesta por dos versos; copla, versos pareados).” (Fallows, Bible Encyclopedia, s. v. “Poetry, Hebrew”, 3:1357.)

“El vocablo ‘poesía’ tal vez nos sugiera una rama altamente especializada del arte literario, producido por un grupo reducido para una minoría. Pero éste sería un término que nos llevaría a error en el Antiguo Testamento. Un equivalente moderno más acertado sería la oratoria, por ejemplo, de Winston Churchill:

Lucharemos en las playas,

lucharemos en las pistas de aterrizaje,

lucharemos en los campos y en las calles.

“En ésta la reiteración (u otras técnicas) y el ritmo se unen para hacer que el pasaje sea doblemente memorable e impresivo.

“La reiteración era una técnica favorita de los cana-neos y también una característica de la poesía bíblica más antigua:

Las vestiduras de colores para Sisara,

Las vestiduras bordadas de colores;

La ropa de color bordada de ambos lados,

para los jefes…(Jueces 5:30).

“El ritmo, aunque más cerrado que este ejemplo en el idioma original, es asunto flexible de énfasis, de acentos, no de un número fijo de sílabas. Muy a menudo se acentúan tres sílabas en una sola línea, pareada por otras tres en la línea siguiente que, con la anterior, constituyen un dístico o copla. Pero este estilo puede variar en el uso ocasional de coplas más cortas o más largas, o por un terceto en el mismo pasaje; o, también, el ritmo predominante puede ser de coplas en las que una línea en la que se acentúan tres sílabas se contesta con otra en la que se acentúan todas.

Cómo cayeron los poderosos

en medio de la batalla

Este ritmo, con su acento que decae, a menudo es empleado en mofas o lamentos (como en el libro de los Lamentos), y esto ha sugerido el nombre Quinah (lamento) para el mismo, aunque su uso no se limita a tales temas.

“La marca distintiva de la poesía bíblica, en comparación con la nuestra, es el paralelismo: la repetición de la idea de un verso en el segundo que es el que acompaña:

El dijo, ¿y no hará?

Habló, ¿y no lo ejecutará?

(Números 23:19.)

“Hay muchas variantes de esta forma, desde la repetición tácita hasta ampliaciones o antítesis. Aporta un sentimiento de dignidad y grandeza que da tiempo para que la idea haga su efecto en el escucha y a menudo da lugar para presentar más de un aspecto del asunto.

Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos,

ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová

(Isaías 55:8).

“El obispo Lowth, cuyas conferencias sobre la poesía hebrea en 1741 fueron las que primero introdujeron el nombre de ‘paralelismo’ para este estilo poético, señaló que esta estructura, basada en el significado, sobrevive a la traducción en prosa a cualquier idioma, sin sufrir pérdida digna de consideración, a diferencia de la poesía que se apoya en la métrica compleja o en el vocabulario.” (Derek Kidner, “Poetry and Wisdom Literature”, citado en Alexander y Alexander, Eerdmans’ Handbook to the Bible, pág. 316; cursiva agregada.)

“Lowth destacó tres tipos principales de paralelismo: a. Paralelismo sinónimo. Consiste en la repetición de la misma idea mediante expresiones equivalentes, la primera línea reforzando a la segunda, dando por resultado una copla:

‘El que mora en los cielos se reirá;

el Señor se burlará de ellos.’

(Salmo 2:4.)

b. Paralelismo de antítesis. Consiste en la repetición de una idea contrastante en la segunda línea para acentuar la idea de la primera:

‘Los leoncillos necesitan, y tienen hambre;

pero los que lo buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien.’ (Salmo 34:10.)

c. Paralelismo sintético. Consiste en la elaboración de la idea, con cada línea agregando algo a la anterior:

‘Será como árbol plantado junto a

corrientes de aguas,

que da su fruto en su tiempo,

y su hoja no cae;

y todo lo que hace, prosperará (Salmo 1:3).

“Este modelo básico de poesía hebrea transmite ideas agradables a la mente y produce una cadencia musical agradable al oído. Hay cierto número de variantes en paralelismo, descubiertas desde la época de Lowth, tales como el paralelismo invertido (Salmo 137:5, 6; Salmo 30:8-10). Esto ocurre en un cuarteto en el que la primera línea es paralela a la cuarta en lugar de serlo a la segunda, y las líneas del medio son paralelas entre sí.” (Unger, Bible Dictionary, s. v. “poetry, Old Testament”, pág. 874.)

(G-3) “Chiasmus” (cruzamiento) en el Antiguo Testamento

La última forma mencionada también ha sido llamada “chiasmus” (guiasma), vocablo tomado de la letra griega chi (que corresponde a la x de nuestro alfabeto) porque las líneas que conectan a los paralelismos forman una x. Por ejemplo, el diagrama de los paralelos en el Salmo 124:7.

Nuestra alma escapó

cual ave

del lazo de los cazadores;

Se rompió el lazo,

y escapamos nosotros.

En otras palabras, lo que se ha designado como “chiasmus” (o guiasma) es un paralelismo invertido.

“Este cruzamiento fue notado primero por teólogos pioneros en la materia, alemanes e ingleses, en el siglo diecinueve, pero la idea tuvo que aguardar hasta la década de 1930 cuando encontró un ardiente exponente, Nils Lund, quien pudo dar a conocer el principio ante el mundo en una forma convincente…Hoy en día son comunes los artículos sobre el tema.

“¿Qué es lo que ha atraído tanto la atención? Para ver esto por nosotros mismos, es mejor comenzar con un ejemplo de cruzamiento, y uno conveniente se encuentra en el Salmo 3:7-8 que dice (traduciendo literalmente del hebreo):

“7. Sálveme, Dios mío, pues tú has herido a todos mis enemigos en la mejilla;

“8. Los clientes de los inicuos has quebrado; a Jehová, la salvación.

“¿Qué hay de raro en este versículo? Bien, una mirada escrutadora sobre esos versículos revela algo que no es tan obvio a primera vista: esto es, que las palabras ocurren en una secuencia particular. Cada concepto es dicho dos veces, y en la repetición todo es dicho a la inversa, de atrás hacia adelante, o en orden invertido. Consideremos lo que sucede al escribir de nuevo estos versículos, disponiéndolos en la forma siguiente:

a Sálvame,

  b Dios mío,

    c pues tú has herido

      d a todos mis enemigos

        e en la mejilla;

        e los dientes

      d de los inicuos

    c has quebrado;

  b a Jehová,

a la salvación.

“Ahora resulta bastante claro para nosotros que la repetición en estos versículos no es solamente una redundancia casual. Es una inversión ordenada de la secuencia original de las ideas del salmista.

“Los eruditos encuentran, de hecho, que muchos pasajes siguen el mismo estilo de la repetición invertida, y cuando ello sucede, los llaman quiásticos (cruzados). Creo que sería justo decir que el descubrimiento de este estilo, el descubrimiento del cruzamiento (quiasmo), ha proporcionado mayor comprensión de la literatura bíblica que cualquier otro descubrimiento de naturaleza comparable en la época moderna.

“Algunos de estos ejemplos son relativamente directos, tales como el que está en Génesis 7:21-23 (traduciendo directamente del hebreo):

a Murieron en la tierra

  b todas las aves,

    c el ganado,

      d las bestias y todo lo que se arrastra,

        e y el hombre;

          f toda vida

            g murió

            g y fue destruida.

          f Toda cosa viviente

        e tanto el hombre,

      d las criaturas que se arrastran,

    c el ganado,

  b Las aves,

a fueron destruidos de la tierra.

“Otros ejemplos, como veremos, son mucho más complejos.

“También es importante que notemos que el chiasmus no es una simple repetición; contiene en la segunda mitad, una intensificación o un aspecto de completación. Repetidamente se puede ver, por lo tanto, un cambio que se produce en el centro del ‘chiasmus’ de tal manera que las ideas mayores, más fuertes o más intensas aparecen en la segunda mitad del pasaje cruzado.

“El ‘chiasmus’ no se limita a pasajes breves. Puede ser empleado para ordenar, completar y dar énfasis a pasajes más largos, tales como en el caso del Salmo 58:

a ¿De veras, dioses, pronunciáis justicia, juzgáis según derecho a los hijos de Adán?

  b No, que de corazón cometéis injusticias, con vuestras manos pesáis la violencia en la tierra.

    c Torcidos están desde el seno los impíos

      d tienen veneno como veneno de serpiente…

        e ¡Oh Dios,

           rompe

         sus dientes en su boca;

        e  quiebra las muelas de

         los leoncillos,

        oh Yahvéh!

      d Diluyanse como aguas que se pasan…

        como limaco que marcha deshaciéndose,

    c Como aborto de mujer que no contempla

      el sol…

  b Se alegrará el justo de haber visto

   la venganza; sus pies bañará en la sangre del impío.

a Y se dirá: Sí hay un fruto para el justo;

  sí, hay un Dios que juzga en la tierra.

(Versión de la Biblia de Jerusalén)

“Mediante la comparación de cada vocablo sobre el cual se ha hecho hincapié en la primera mitad de este salmo, con el vocablo correspondiente que también se ha recalcado en la segunda mitad, podemos ver el interesante orden de cruzamiento (quiasma) y la intensificación contrastante que ha sido incluida en él. Este estilo hace que este poema sea armónico, completo y brillante. No quedan cabos sin atar. No hay idea que no quede equilibrada. Al mismo tiempo fluye libre y naturalmente de un punto al siguiente, volviendo al anterior. Para los antiguos israelitas, esto era hermoso, era métrico y era motivo de inspiración.

“Otro fenómeno que podemos ver en la conformación del Salmo 58 es la importancia del punto elegido para efectuar el cruce (quiasma o punto de convergencia de las líneas que se cruzan). Es digno de notar cómo la breve oración que está en el centro de este salmo es marcada y destacada. La oración está en el centro con el fin de mostrar cómo la oración al Señor Dios puede invertir las cosas, darlas vuelta. Después de la oración, la fuerza de los malvados se desliza como la babosa, en tanto que lo requerido por los justos es otorgado.

“Casi es innecesario decir que el descubrimiento de este estilo nos ha dado bastante que pensar. Nos ha llevado a pensar en cuanto a la naturaleza de nuestra literatura sagrada y a reevaluar la habilidad y la intención con la que fue escrita. Mediante este descu-bri-miento, muchos pasajes que antes resultaban obscuros ahora se han vuelto claros. Otros lugares que antes parecían desordenados ahora han retomado su orden original. Sobre todo, hemos aprendido una vez más que, si vamos a juzgar la literatura de otra cultura, no debemos juzgarla en conformidad con nuestros gustos o disgustos. El hecho de que el chiasmus era una forma prevalente y particular de la escritura hebrea requiere que lo tengamos en cuenta al considerar los logros literarios del antiguo Israel.” (John W. Welch, “Chiasmus in the Book of Mormon; or, the Book of Mormon Does It Again”, New Era, feb. de 1972, págs. 6-7.)

(G-4) La literatura hebrea está repleta de imágenes y es sumamente alegórica

Tal como se explicó en la Sección C de Temas suplementarios, el uso de un lenguaje simbólico es característico en los escritos del Antiguo Testamento. El lenguaje figurado y las descripciones mediante imágenes abundan, especialmente en los libros poéticos. Se usa todo artificio retórico, incluyendo aliteración, hipérbole, símil, metáfora, personificación y metonimia (substitución). Sidney B. Sperry empleó una analogía interesante para ilustrar una de las diferencias fundamentales entre las formas orientales y occidentales del uso del lenguaje:

“Rudyard Kipling ciertamente tuvo razón al decir: ‘¡Oh, el Este es el Este, y el Oeste, el Oeste, y ambos nunca se encontrarán!’

“Como Santos de los Ultimos Días, deberíamos tener presente el dicho de Kipling al leer las Escrituras. A menudo leemos nuestra Biblia e interpretamos sus dichos en términos de nuestro medio y según nuestra sicología. Pero la Biblia en realidad es un libro proveniente del Oriente y fue escrito hace siglos por orientales y principalmente dirigido a orientales…

“Sería interesante establecer paralelos del lenguaje de palestinos modernos y antiguos con nuestro propio lenguaje. En el pensamiento y en el habla, el oriental es un artista; el occidental, por otra parte, puede ser considerado como un arquitecto. Al hablar, el oriental pinta una escena cuyo efecto total es verdadero, pero los detalles tal vez sean inexactos. El occidental traza diagramas que son exactos hasta el último detalle. Cuando nuestro Señor habló de la semilla de mostaza como ‘la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra’ y de la planta como ‘la mayor de todas las hortalizas’ (Marcos 4:31-32), estaba hablando como un oriental. Cualquier buen botánico sabe que la semilla de mostaza a la cual se refirió Jesús, aunque pequeña, no es la más pequeña de todas las semillas, ni la planta es la mayor de todas las hortalizas.” (”Hebrew Manners and Customs”, Ensign, mayo de 1972, págs. 29-30.)

“En ningún otro aspecto es más evidente el genio de la poesía hebrea que en las imágenes que describe. Pone a los cielos y a la tierra a pagar tributo. Roba música de las estrellas del alba, y luz del novio que no necesita lámparas virginales. Su verano eterno no decae, y sus nieves son impolutas. Gobierna el furor del mar, arrastra las nubes, dirige las alas de los vientos. Hace que el oro real sea más precioso, la mirra más fragante y el incienso más dulce. Las ofrendas que toma del pastor no sufren la muerte, y sus rebaños se envuelven en praderas siempre verdes. El pan de su cosecha nunca se acaba, el aceite de su prensa no falla y su vino siempre es nuevo. En tanto que los hombres tengan aliento, sus líneas eternas forman la letanía del corazón suplicante. Las cuerdas que hace vibrar son las cuerdas del arpa de Dios.

“El ritmo de la poesía hebrea no se puede medir desde el punto de vista material, ya que es el ritmo majestuoso del espíritu que se remonta por las alturas y que sólo puede percibirlo quien tenga en su alma la música del cielo. Se eleva por encima de la métrica llegando a una dimensión más elevada y nueva: la dimensión del espíritu, en la que quien adora a Dios lo hace en espíritu y en verdad.

“Su objeto propio es el Altísimo, el Dios del cielo y de la tierra; su fuente y origen, las profundidades del corazón hambriento de Dios. Su gran tema es el encuentro personal con el Dios viviente.” (Douglas, New Bible Dictionary, s. v. “poetry”, pág. 1008. )

(G-5) Empleo del dualismo en los escritos hebreos

Uno de los aspectos difíciles de la literatura hebrea es la frecuencia con la que ciertos escritores emplean figuras o imágenes, o escriben acerca de cosas que tienen un sentido doble. Tal dualismo es similar al lenguaje esotérico, el cual “va dirigido o es comprendido solamente por los iniciados especialmente”, esto es, lenguaje “circunscripto a un pequeño núcleo” (Webster’s New Collegiate Dictionary, ed. 1979, s. v. “esoteric”). Por ejemplo, supongamos que una persona en un grupo de extraños desea saber, sin preguntarlo abiertamente, si se encuentran presentes algunos Santos de los Ultimos Días. Se pone de pie sobre un banco y comienza a cantar “¡Oh está todo bien!” (Himnos de Sión, Núm. 214). Está empleando lenguaje esotérico. Los miembros de la Iglesia reconocerán inmediatamente las estrofas, y todos los demás supondrán que está cantando un himno que para ellos es desconocido.

La misma técnica era usada a menudo en los escritos del Antiguo Testamento. Mensajes especiales de importancia espiritual eran expresados en pasajes espiritualmente insignificantes en apariencia. Pero para los iniciados en lo espiritual, los espiritualmente sensibles, el significado más importante salta a la vista. Isaías escribió un “proverbio” (una expresión de juicio) contra el “rey de Babilonia” (Isaías 14:4). Es una condena magistral al gobernante del imperio que en poco tiempo se tornaría el principal enemigo de Israel y su destructor final. En medio de la profecía de esta caída se encuentra este pasaje: “¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! ¡Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones!” (Isaías 14:12).

La mayoría de los eruditos ha llegado a la conclusión de que Lucifer, que en hebreo significa “estrella brillante” o “estrella matutina”, era un nombre poético aplicado al rey de Babilonia, puesto que los reyes y otros personajes importantes a veces eran mencionados como estrellas (Wilson, Old Testament Word Studies, s. v. “Lucifer”, pág. 261). Y ciertamente el pasaje entero (Isaías 14:4-22) tiene sentido si se aplica a la cabeza del gobierno babilónico. Pero el nombre de Satanás era Lucifer, y la caída del cielo representa su expulsión de la presencia de Dios después que su rebelión llevó a la guerra en los cielos (véase D. y C. 76:25-28; Moisés 1:1-4). Además, Babilonia llegó a representar al mundo y a los dominios de Satanás (véase Apocalipsis 17:5; D. y C. 1:16; 133:14). Lea nuevamente este pasaje a la luz de otros significados de Babilonia y Lucifer. Surge bien claro un nuevo significado, igualmente válido y lleno de sentido. ¿Cuál es la interpretación correcta? La respuesta —y una clave para comprender la literatura hebrea— es que ambas son correctas. El pasaje fue escrito en estilo literario.

Las profecías concernientes a Sión proporcionan otro ejemplo de dualismo. Sión era el título común para la ciudad de Jerusalén y, por extensión, para el pueblo del convenio (tal como decimos Washington o Moscú para referirnos a Estados Unidos de América o la Unión Soviética). La mayoría de los eruditos interpretan las referencias a Sión como relacionadas al antiguo Israel y sin duda a él se refieren. Pero para los Santos de los Ultimos Días, Sión tiene implicaciones modernas, las que añaden significado más profundo a tales pasajes (Isaías 2:1-4). La antigua Jerusalén (Sión) ha sido establecida nuevamente en la cumbre de los montes de Israel, y muchos judíos de todo el mundo se han congregado en ella. Pero el establecimiento de la Iglesia restaurada en Salt Lake City y en otros lugares en la cumbre de los montes también ha dado cumplimiento a la profecía. De manera que aquí tenemos otro ejemplo clásico de dualismo literario y profético.

Otro ejemplo más lo constituyen las profecías concernientes al esparcimiento y congregación de Israel. Estas profecías han sido cumplidas varias veces en distinta forma. Los judíos fueron llevados cautivos a Babilonia y regresaron setenta años después. Los lamanitas, otra rama de Israel, han sido esparcidos y ahora están retornando a la Iglesia. Los israelitas que están por todo el mundo se están congregando en la Iglesia verdadera.

(G-6) Resumen

La clave para entender tales estilos literarios se encuentra en el Espíritu de Dios. El élder Bruce R. McConkie dijo lo siguiente:

“En el análisis final, no hay forma —absolutamente ninguna (¡y esto nunca será expresado lo suficientemente fuerte!)— de entender cualquier profecía mesiánica, o cualquier otro pasaje de escritura, a no ser que se tenga el mismo espíritu de profecía que influyó sobre quien expresó la verdad en su forma original. La Escritura viene de Dios mediante el poder del Espíritu Santo y no se origina en el hombre. Significa sólo lo que el Espíritu Santo piensa que significa. Para interpretarla, debemos ser iluminados por el poder del Espíritu Santo. Como dijo Pedro: ‘Ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo’ (2 Pedro 1:20-21). En verdad, se requiere a un profeta para entender a un profeta, y todo miembro fiel de la Iglesia debería tener ‘el testimonio de Jesús’ que es ‘el espíritu de profecía’ (Apocalipsis 19:10). Así, como dice Nefi, ‘las palabras de Isaías’ —y el principio se aplica a todas las Escrituras, a todos los escritos inspirados, a todas las profecías mesiánicas— ‘son claras para todos aquellos que son llenos del espíritu de profecía’ (2 Nefi 25:4). Esta es la esencia de todo el asunto y el fin de toda controversia en lo que respecta al descubrimiento de la intención y voluntad del Señor.” (The Promised Messiah, pág. 44.)