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Génesis 18-23: Abraham: Modelo de fe y rectitud


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Génesis 18-23

Abraham: Modelo de fe y rectitud

(6-1) Introducción

El élder Melvin J. Ballard escribió lo siguiente: “Recordaréis la historia de cómo el hijo de Abraham nació después de muchos años de que su padre había esperado y anhelado este nacimiento, llegando a ser así su posesión más preciosa, más que cualquier otra. No obstante, en medio de su regocijo, Abraham recibió el mandamiento de tomar a su único hijo y ofrecerlo como sacrificio al Señor, a lo que él consintió. ¿Podéis imaginar lo que sentía Abraham en su corazón en esa ocasión? Vosotros amáis a vuestros hijos tanto como Abraham amaba al suyo, tal vez no tanto, teniendo en cuenta las circunstancias tan particulares, pero…¿qué creéis que sintió cuando se despidieron de Sara, la madre? ¿Qué sentimientos creéis que había en su corazón al contemplar a Isaac despidiéndose de su madre al emprender el viaje de tres días hasta el lugar señalado para el sacrificio? Imagino que todo lo que el padre Abraham pudo hacer fue disimular su gran pesar y dolor al contemplar aquella despedida, y él y su hijo viajaron tres días hacia el lugar señalado, Isaac llevando los maderos que servirían para llevar a cabo el sacrificio. Los dos viajeros descansaron, finalmente, en la ladera del monte, y los hombres que los habían acompañado recibieron la orden de quedar allí cuando Abraham y su hijo comenzaron a subir.

“Entonces el muchacho le dijo: ‘Padre mío…he aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?’

“Abraham debe haber sentido que el corazón se le destrozaba al oír decir a su hijo: ‘Has olvidado el cordero’. Mirando al joven, el hijo de la promesa, el pobre padre solamente pudo decir: ‘Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío’.

‘Subieron al monte, reunieron las piedras y colocaron los leños. Luego Abraham ató a Isaac de las manos y los pies, arrodillado sobre el altar. Supongo que Abraham, como un verdadero padre, debe haber besado por última vez a su hijo, dándole su bendición y su amor, y su alma debe haberse volcado hacia él en aquella hora de agonía, ya que iba a morir por la mano de su propio padre. La escena se fue desarrollando hasta que Abraham desenvainó el cuchillo de frío acero y levantó la mano para dar el golpe que haría brotar la sangre de la vida.” (”The Sacramental Covenant”, New Era, enero de 1976, págs. 9-10.)

Debemos tener presente que Abraham fue salvado de un destino semejante instigado en maldad por su propio padre. Como con la mayoría de la gente, Abraham debe haber aborrecido los sacrificios humanos. ¿Por qué el Señor requeriría semejante prueba de su fe? ¿Qué podemos aprender de la vida de Abraham, el cual fue fiel hasta el final?

Instrucciones al alumno:

  1. Use los comentarios que aparecen a continuación, los que le ayudarán en la lectura y estudio de Génesis 18-23.

  2. Complete la sección Resumen Analítico de acuerdo con lo que indique su maestro. (Los alumnos del curso de estudio individual supervisado deben completar toda esta sección.)

COMENTARIOS SOBRE GENESIS 18-23

(6-2) Génesis 18:1-2. ¿Quién conversó con Abraham?

“No tenemos justificación en enseñar que nuestro Padre Celestial, con otros personajes celestiales, bajase, sucio de polvo y muy cansado, y que haya comido con Abraham. Esto no es lo que se enseña en el capítulo 18 de Génesis. El primer versículo de ese capítulo debería decir lo siguiente: ‘Después le apareció Jehová en el encinar de Manre’. Ese es un pensamiento completo. La segunda parte de ese párrafo no tiene nada que ver con la aparición del Señor a Abraham…: ‘…Y se sentó él a la puerta de su tienda en el calor del día; y alzó sus ojos y miró, y he aquí tres varones que estaban junto a él’. Estos tres hombres eran mortales. Tenían cuerpos y pudieron comer, lavarse y sentarse y descansar de su fatiga. Ninguno de estos tres era el Señor.” (Smith, Doctrina de Salvación, tomo I, págs. 15-16.)

(6-3) Este punto no se aplica.

(6-4) Génesis 18:16-33. El poder de una vida recta

No es raro oír decir: “¿Acaso puede una persona vivir de una manera tal que por su causa el Señor tenga misericordia de toda la humanidad?” La respuesta es definitivamente afirmativa. Alma le dijo al pueblo de Ammoníah que “si no fuera por las oraciones de los justos, que actualmente hay en la tierra, ahora mismo seríais visitados con una destrucción completa” (Alma 10:22). Luego los previno: “Si desecháis a los justos de entre vosotros, entonces el Señor no detendrá su mano” (10:23). Al igual que los habitantes de Sodoma y Gomorra, los de Ammoníah no quisieron arrepentirse ni reconocer que los pocos justos entre ellos eran su única protección, de manera que los mataron y los expulsaron (véase Alma 14:9-11; 15:1). Por lo tanto, poco tiempo después toda la ciudad fue destruida (véase Alma 16:1-3, 9-10).

(6-5) Génesis 18:19. “Mandará a sus hijos…que guarden el camino de Jehová”

Este versículo ilustra una vez más la rectitud de Abraham. No solamente obedeció él mismo los mandamientos, sino que enseñó a los de su familia a que también fueran obedientes. El presidente Kimball ha dicho lo siguiente a ese respecto:

“El deseo de Abraham de hacer la voluntad de Dios en todas las cosas lo llevó a presidir con rectitud sobre su familia. A pesar de todas las demás responsabilidades que tenía, sabía que si fracasaba en enseñar y ejemplificar el evangelio ante sus hijos, habría fracasado en el cumplimiento de la mayordomía más importante que había recibido.” (”The Example of Abraham”, Ensign, junio de 1975, pág. 5).

(6-6) Génesis 19:4-11. ¿Por qué Lot ofrece sus hijas a los inicuos sodomitas?

Muchos estudiosos de la Biblia han tratado de justificar la oferta sorprendente hecha por Lot, quien ofrece a sus hijas para proteger a los hombres a quienes había dado hospedaje a fin de cumplir con las estrictas leyes de hospitalidad y protección que prevalecían en el Medio Oriente antiguo. La traducción hecha por José Smith, sin embargo, dice que cuando Lot rehusó permitir que los hombres de Sodoma dieran satisfacción a sus deseos depravados y bajos, éstos se enojaron y le dijeron que no sólo tendrían a los hombres sino también a sus hijas.

(6-7) Génesis 19:13. ¿En qué consistía la maldad de Sodoma y Gomorra?

A juzgar por el relato de Génesis, es evidente que los habitantes de estas dos ciudades habían llegado a ser sumamente inmorales, participando en homosexualidad y en otras abominaciones. Pero el profeta Ezequiel fue más explícito al decir: “He aquí que esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleció la mano del afligido y del menesteroso. Y se llenaron de soberbia e hicieron abominación delante de mí, y cuando lo vi las quité.” (Ezequiel 16:49-50.) Santiago dijo que la religión pura era “visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha de este mundo” (Santiago 1:27). Sodoma y Gomorra no solamente habían participado de la inmundicia de la inmoralidad sexual, sino que habían negado la ayuda y el sostén a sus semejantes que estaban en necesidad.

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Mount Sodom

Monte Sodoma, al punto sur del Mar Muerto

(6-8) Génesis 19:26. La esposa de Lot y la estatua de sal

El relato acerca de la esposa de Lot, que se convirtió en una estatua de sal, ha confundido a muchos estudiosos de la Biblia. ¿Fue un hecho real o figurado? En las Escrituras hay dos indicaciones de que la frase “miró hacia atrás” era una forma de decir “volvió” o “regresó a Sodoma”. Cuando estaba advirtiendo a los discípulos con relación a la destrucción que vendría sobre Jerusalén, el Salvador les dijo que huyeran sin demora. Jesús dijo: “…el que en el campo, asimismo no vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot“. (Lucas 17:31-32; cursiva agregada.) Luego los amonestó explicando que quien busca salvar su propia vida la perderá, y el que pierde su vida la encontrará. El élder Bruce R. McConkie explicó esos versículos con estas palabras:

“No miréis hacia atrás a Sodoma y la riqueza y el lujo que dejáis. No permanezcáis en la casa que se quema, con la esperanza de salvar vuestros tesoros, no sea que la llama os destruya; mas huid, huid hacia los montes.

“Buscad lo temporal y perderéis la vida eterna; sacrificad las cosas de esta vida y obtendréis la vida eterna.” (Doctrinal New Testament Commentary, 1:645.)

Podemos deducir, entonces, que la esposa de Lot regresó a Sodoma, quizás para salvar algunas pertenencias, y fue sorprendida por la destrucción.

En Doctrina y Convenios hay un pasaje que usa la misma terminología que aparece en Génesis 19:26. Después de advertir a los santos, diciéndoles que huyesen de la Babilonia espiritual, la cual es la iniquidad, el Señor dice: “No mire atrás el que salga, no sea que le sobrevenga una destrucción repentina“. (D. y C. 133:15; cursiva agregada.) Una vez más, se habla del retorno a la maldad.

La mayoría de los eruditos están de acuerdo con que el lugar más probable para la ubicación de So-doma se encuentre hoy día cubierto por la parte sur del Mar Muerto, que tiene un alto contenido de sal. Si la esposa de Lot regresó a Sodoma, seguramente fue sorprendida por la destrucción. Su conversión en una estatua de sal podría ser una forma figurada de expresar este hecho.

Pero, aunque no sabemos exactamente qué sucedió a la esposa de Lot, es evidente que pereció.

(6-9) Génesis 19:30-38. El pecado de las hijas de Lot

El relato de la seducción incestuosa de Lot por parte de sus dos hijas nos causa repulsión, pero a la vez ilustra el hecho de que el Antiguo Testamento nos informa de las maldades de la gente, así como de su rectitud. No hay forma de justificar la maldad de lo que hicieron las dos hijas, aunque se podría comprender mejor si consideramos que pudieron haber pensado que todo el mundo había sido destruido en la catástrofe que vino sobre Sodoma y Gomorra y que Lot era la única fuente de hijos para ellas. Es posible que Moisés haya incluido este relato en la historia que escribió para mostrar el origen de los moabitas y los amoritas, dos pueblos que desempeñarían un papel importante en la historia del pueblo de Israel.

(6-10) Génesis 20:1-18

Para comprender más ampliamente la razón por la que Abraham llamó hermana a Sara, lea el encabezamiento 5-5.

(6-11) Génesis 22:1-19. El sacrificio de Isaac —una semejanza de Dios y de su Hijo Unigénito

En el Libro de Mormón, Jacob claramente enseña que la determinación de Abraham al ofrecer a Isaac es “una semejanza de Dios y de su Hijo Unigénito” (Jacob 4:5). Una semejanza es un objeto, acto o acontecimiento en la realidad física que es semejante a o tiene la apariencia de una realidad espiritual mayor. (Para comprender mejor la razón por la que el Señor usa semejanzas, véase la Sección C de Temas suplementarios, “Simbolismo en el Antiguo Testamento”.)

La mayoría de los lectores del Antiguo Testamento pueden ver inmediatamente similitud entre la prueba de Abraham y el sacrificio de nuestro Padre Celestial, pero muchos pasan por alto los detalles de esta semejanza que Dios usó para enseñar a sus hijos en cuanto al sacrificio, futuro entonces, de su Unigénito. A continuación detallamos algunos de estos aspectos significativos:

Abraham obviamente era un símbolo o un emblema del Padre. Es interesante que su nombre, Abram, significa “padre glorificado”, y Abraham significa “padre de una gran multitud” (véase Génesis 17:5). Ambos son nombres apropiados también para nuestro Padre Celestial.

Isaac fue un símbolo del Hijo de Dios. Uno de los significados de su nombre es: “se regocijará”. Al igual que Jesucristo, fue producto de un nacimiento milagroso. Naturalmente, el nacimiento de Isaac no fue tan milagroso como el de nuestro Salvador por medio de María, pero a la edad de noventa años, Sara era una mujer para la cual la concepción no era posible en circunstancias normales. Sin embargo, mediante la intervención de Dios, concibió y dio a luz un hijo. Pablo, refiriéndose a Isaac, lo llamó “el unigénito” (Hebreos 11:17) al mencionar este acontecimiento.

El Señor no solamente pidió que Abraham realizase un acto similar al que El iba a realizar en el futuro, sino que indicó que tenía que ser en un lugar específicamente señalado por El. Este lugar fue Moríah, “sobre uno de los montes que yo te daré” (Génesis 22:2). (Hoy en día el Monte Moríah es uno de los lugares más importantes de Jerusalén.) El sitio, conocido tradicionalmente como el lugar en donde Abraham ofreció a Isaac, es ahora el lugar donde se encuentra la Cúpula de la Roca, una hermosa mezquita musulmana. A unos cientos de metros hacia el norte, sobre un punto elevado del mismo grupo de colinas, hay otro famoso lugar conocido como el Calvario de Gordon, en donde muchos creen que Jesucristo fue crucificado. Su nombre hebreo era Gólgota. Según esto, Abraham no solamente hizo un sacrificio similar al que el Padre haría al sacrificar a su Hijo, sino que lo realizó en la misma zona.

Al llegar a Moríah, el relato dice que: “…tomó Abraham la leña del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo” (Génesis 22:6). La traducción que hizo José Smith de este versículo dice que Abraham puso la leña sobre la espalda de Isaac. Algunos han visto en esto una semejanza con el hecho de que Cristo llevó la cruz sobre sus hombros cuando iban en camino a la crucifixión (Juan 19:17).

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Abraham and Isaac

“Toma ahora tu hijo”.

Isaac voluntariamente aceptó lo que Abraham le pedía. A menudo pasamos por alto este importante detalle. El Antiguo Testamento no nos da suficientes detalles que indiquen la edad de Isaac en ese entonces, pero es probable que fuera ya un adulto. Inmediatamente después del relato del sacrificio sobre el Monte Moríah, aparece la declaración de que Sara murió a la edad de 127 años (véase Génesis 23:1), lo que nos ayuda a darnos cuenta de que Isaac tenía 37 años de edad cuando ella murió. Aun cuando el viaje a Moríah hubiera ocurrido varios años antes de la muerte de Sara, Isaac tendría aproximadamente treinta años, igual que el Salvador en el momento de su crucifixión. No obstante, la edad exacta no importa. Lo que es significativo es que Abraham tenía mucho más de cien años de edad, e Isaac era un joven fuerte que pudo haber resistido firmemente si así lo hubiera querido. Pero no fue así, sino que Isaac se sometió voluntariamente a lo que su padre intentaba hacer, tal como el Salvador.

Una vez que este episodio hubo terminado felizmente, Abraham le puso nombre al lugar, y lo llamó Jehová-jireh, que significa: “en el monte de Jehová será provisto”. Clarke llega a esta conclusión: “Según lo dicho, parece ser que el sacrificio ofrecido por Abraham fue entendido como una semejanza, o sea, un acto simbólico. Se conservó la tradición de que Jehová sería visto como sacrificio sobre este monte. Y esto hace que nos parezca más probable…que Abraham ofreciera a Isaac en el monte sobre el que, en el cumplimiento de los tiempos, Jesús sufriría.” (Bible Commentary, 1:141.) Jesucristo fue sentenciado a muerte dentro de los muros de la fortaleza de Antonia, la cual estaba aproximadamente a cien metros del tradicional lugar del sacrificio de Abraham. Además, fue muerto en el Gólgota, lugar que formaba parte de la misma cadena de elevaciones a la que pertenecía Moríah.

Los eruditos no solamente han hecho notar el significado del lugar escogido para el sacrificio de Jesucristo, sino también han señalado que tuvo relación con el lugar donde se encontraba el templo de Salomón, en el cual se efectuaban los sacrificios durante la dispensación mosaica. “El lugar del sacrificio está dispuesto con claridad sorprendente en dirección del Monte Moríah, sobre el cual, según lo dictaba la ley mosaica, todos los sacrificios típicos eran ofrecidos a Jehová;…a fin de que, mediante este único verdadero sacrificio, el simbolismo de éstos pudiera representarse como real y verdadero” (Keil y Delitzsch, Commentary, 1:1:253; cursiva agregada).

(6-12) Génesis 22:1 ¿Tentó Dios a Abraham?

En algunas versiones de la Biblia aparece el vocablo “tentó” en lugar de “probó”. La palabra hebrea usada originalmente era nissah, que significa, en realidad, “poner a prueba, probar”. La prueba dada a Abraham tenía dos aspectos. Primero, se le pidió que diera algo que le era sumamente precioso. Matar a un hijo propio debe ser terrible, pero matar al hijo nacido después de décadas de espera infructuosa, el hijo prometido por los hombres santos enviados de Dios, el hijo por medio del cual el evangelio tenía que cumplirse, debe haber sido una prueba más allá de toda comprensión. La determinación de Abraham de entregar algo tan querido como era Isaac contrasta agudamente con la vacilación del joven rico que preguntó al Señor qué debía hacer para ser salvo. Al indicársele que debía vender todo loque tenía y luego seguir al Maestro, “se fue triste, porque tenía muchas posesiones” (Mateo 19:22).

Pero una prueba igualmente difícil, si no mayor, fue lo que se puede describir como la duda en cuanto a la integridad de Dios. Abraham mismo casi había perdido la vida sobre un altar de dioses falsos y había sido salvado mediante la intervención directa de Jehová (véase Abraham 1:12-20). Abraham sabía que la ley de Dios prohibía el sacrificio humano, así como el asesinato. Ciertamente uno se preguntaría cuál podría ser la razón de un mandato semejante, diciéndose a sí mismo: “¿Puede esto venir de Dios? ¿Se contradice Dios?” Además, saber que semejante acto significaría el fin del convenio que Dios había prometido establecer, ciertamente sería casi imposible de soportar.

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Abraham and Isaac carrying wood

“Y tomó Abraham la leña del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo”

El élder Spencer W. Kimball dijo con relación a este aspecto de la prueba: “Abraham demostró una fe suprema cuando la prueba sin igual le fue impuesta. Su joven ‘hijo de la promesa’, destinado a ser padre de imperios, ahora tenía que ser ofrecido sobre el altar. Fue el mandato de Dios, ¡pero parecía algo tan contradictorio! ¿Cómo podía Isaac, su hijo, ser el padre de una posteridad innumerable, si aún siendo joven su vida terrenal tenía que acabar? ¿Por qué tenía que ser llamado Abraham a hacer algo tan terrible? Era algo irreconciliable con la razón, ¡imposible de comprender! Y sin embargo creyó en Dios. Su fe inquebrantable lo llevó con el corazón destrozado hacia la tierra de Moríah, acompañado por su hijo, quien poco sospechaba la agonía a través de la cual su padre debe haber estado pasando.” (En Conference Report, octubre de 1952, pág. 48.)

No es de extrañar, entonces, que en las Escrituras Abraham sea mencionado una y otra vez como un gran ejemplo de fe y de obediencia.

(6-13) Génesis 23:1-2. La grandeza de Sara

A menudo se menciona a Abraham como padre de los fieles y como un ejemplo de fe y rectitud. Cabe tener presente que Sara estuvo a su lado durante toda su vida y no siempre a la vista de todos, sino como un gran ejemplo de entereza femenina, de fe y de rectitud. En Doctrina y Convenios se menciona a los fieles como simiente de Abraham (D. y C. 84:34), y el apóstol Pedro dijo, además, que las mujeres justas pueden ser llamadas hijas de Sara (véase 1 Pedro 3:1-6, especialmente el versículo 6).

RESUMEN ANALITICO

(6-14) Al meditar sobre la vida de Abraham y su maravillosa reacción ante la prueba impuesta por el Señor, recuerde lo que El ha dicho a los santos de esta dispensación. Los santos que estaban en el distrito de Jackson, Misurí, habían sido expulsados de sus hogares en medio de un riguroso invierno. Su sufrimiento era intenso y muchos perdieron la vida. En ese entonces el Señor habló a los santos por medio de José Smith y dijo: “Por tanto, deben ser castigados y probados, así como Abraham, a quien se le mandó ofrecer a su único hijo. Porque todos los que no quieren soportar el castigo, antes me niegan, no pueden ser santificados”. (D. y C. 101:4-5.)

Pocos meses antes el Señor había dicho: “Porque él dará a los fieles línea sobre línea, precepto tras precepto; y en esto os juzgaré y probaré. Y el que perdiere su vida en mi causa, por amor de mi nombre, la hallará otra vez, aun vida eterna. No temáis, pues, a vuestros enemigos, porque he decretado en mi corazón probaros en todas las cosas, dice el Señor, para ver si permanecéis en mi convenio hasta la muerte, a fin de que seáis hallados dignos. Porque si no permanecéis en mi convenio, no sois dignos de mí.” (D. y C. 98:12-15.)

Esto parece una norma muy elevada. ¿Por qué tenemos que ser probados y castigados, antes de poder ser santificados? ¿Por qué el hombre no puede ser digno de Dios a menos que esté dispuesto a permanecer en el convenio aun hasta la muerte? Para comprender estas preguntas y comprender mejor la razón por la que Abraham tuvo que ser probado, considere la situación desde un punto de vista eterno. Imagine las consecuencias desastrosas que resultarían de permitir que un individuo llegue a ser un Dios si no es perfecto en todo sentido. ¿Cómo sobreviviría el universo si fuera controlado por un Dios que no es capaz de soportar la presión más intensa? ¿Dónde estaríamos ahora si nuestro Dios no hubiera estado dispuesto a soportar el sufrimiento de ver su Unigénito ser crucificado? Si Abraham hubiera fracasado en su prueba, habría perdido su posición frente a Dios como elegido para ser el padre de la casa de Israel. Si Dios el Padre hubiera fracasado en una prueba semejante, no se habría llevado a cabo la Expiación y toda la humanidad habría quedado sujeta…”a ese ángel que cayó de la presencia del Dios Eterno, y se convirtió en el diablo…y nuestros espíritus habrían llegado a ser como él, y nosotros seríamos diablos…separados de la presencia de nuestro Dios…” (2 Nefi 9:8-9).

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“Entonces alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos.”)

Al meditar desde este punto de vista, escriba una composición de una página sobre el tema “¿Por qué el Señor nos pone a prueba?” Al escribir, es probable que quiera considerar los pasajes que se encuentran en Eter 12:27; D. y C. 101:35-38; 122:5-9.

Tal vez quiera, además, incluir en su diario las ideas que desarrolle al llevar a cabo esta asignación.

(6-15) Otro aspecto de la prueba de Abraham también tiene gran significado para nosotros, y para entenderlo debemos seguir cuidadosamente el razonamiento usado por José Smith, el Profeta, para mostrarnos cómo es que una persona desarrolla suficiente fe para alcanzar la salvación. Los conceptos principales en este razonamiento son los siguientes:

  1. Una persona necesita tres tipos de conocimiento para poder tener fe:

    “Observemos aquí que hay tres cosas que son necesarias para que cualquier ser racional e inteligente pueda ejercer la fe en Dios a fin de obtener vida y salvación.

    “Primero, la idea de que El en realidad existe.

    “Segundo, una idea correcta de su carácter, perfecciones y atributos.

    “Tercero, el conocimiento real de que la clase de vida que vive va de acuerdo con la voluntad de El. Sin el conocimiento de estos tres hechos tan importantes, la fe de todo ser racional resulta imperfecta e improductiva; pero con este entendimiento, la misma puede llegar a ser perfecta y fructífera, abundando en rectitud, para alabanza y gloria de Dios el Padre, y del Señor Jesucristo.” (Smith, Lectures on Faith, 3:2-5.)

  2. El conocimiento de que la forma de vida que vivimos complace a Dios resulta de suma importancia para el desarrollo de la fe:

    “El conocimiento real del individuo, de que la clase de vida que vive va de acuerdo con la voluntad de Dios, es esencialmente necesario para permitirle tener aquella confianza en Dios sin la cual nadie puede obtener la vida eterna. Fue esto lo que permitió a los santos de la antigüedad soportar todas sus aflicciones y persecuciones y enfrentar gozosamente el hecho de que los despojaran de sus bienes, sabiendo (no tan sólo creyendo) que tenían una posesión más duradera…

    “Que un hombre deje todo lo que posee: su carácter y reputación, su honor y el reconocimiento de los hombres, su buen nombre entre ellos, sus casas, sus tierras, sus hermanos, su esposa e hijos y aun su propia vida —considerando estas cosas como escoria en comparación con la excelencia del conocimiento de Jesucristo— requiere más que la mera creencia o suposición de que está haciendo la voluntad de Dios; requiere un conocimiento real, la comprensión de que, al acabar estos sufrimientos, obtendrá el descanso eterno y será partícipe de la gloria de Dios.” (Smith, Lectures on Faith, 6:25.)

  3. La única forma en que una persona puede saber que su vida agrada a Dios es estar dispuesta a sacrificar todo lo que Dios le pida:

    “Debemos darnos cuenta de que una religión que no requiere el sacrificio de todas las cosas nunca llega a tener el poder suficiente para engendrar la fe necesaria para alcanzar la vida y salvación; pues, desde que el hombre empezó a existir sobre la tierra, no pudo alcanzar la fe necesaria para el gozo de la vida y la salvación sin el sacrificio de todas las cosas terrenales. Fue mediante este sacrificio que Dios ordenó que los hombres gozaran de vida eterna; y es mediante el sacrificio de todas las cosas terrenales que los hombres pueden alcanzar la vida eterna y llegar al conocimiento seguro de que están haciendo aquello que es agradable a la vista de Dios. Cuando el hombre ha ofrecido en sacrificio todo lo que posee, por la verdad, sin importarle siquiera su propia vida, y con la convicción de que ha sido llamado por Dios para hacer este sacrificio porque busca hacer la voluntad de El, sabe a ciencia cierta que Dios acepta y aceptará su sacrificio y ofrenda, y que no ha buscado ni buscará en vano Su faz. Bajo estas circunstancias, entonces, puede obtener la fe necesaria para aferrarse a la vida eterna.” (Smith, Lectures on Faith, 6:7).

  4. Si rehusamos sacrificar lo que Dios requiere de nosotros, nuestra habilidad para tener fe en Dios disminuirá en proporción al grado en que nos resistamos a cumplir con la voluntad de El.

    “Mas quienes no han hecho este sacrificio por Dios no saben si el curso que su vida sigue es agradable a la vista de El; pues cualquiera que sea la creencia en ellos o su opinión, siempre existen dudas e incertidumbre en su mente; y donde reinan la duda y la incertidumbre, no hay fe, ni puede haberla. La duda y la fe no coexisten en el individuo; de manera que las personas que tienen dudas o temores no pueden tener una confianza inconmovible; y donde no hay confianza inconmovible la fe es débil; y donde la fe es débil las personas no serán capaces de contender contra la oposición, las tribulaciones y las aflicciones que tendrán que enfrentar a fin de ser herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús; y su mente se debilitará y el adversario tendrá poder sobre ellos y los destruirá.” (Smith, Lectures on Faith, 612.)

Ahora aplique este razonamiento al caso de Abraham y responda a las preguntas siguientes:

  1. Antes que el Señor pudiera bendecir a Abraham con una fe total, ¿qué tuvo que tener Abraham?

  2. ¿Cómo se relacionaba la voluntad de Abraham de cumplir con el mandamiento de sacrificar a Isaac con el conocimiento que tenía de que su vida complacía a Dios?

  3. ¿Piensa usted que la prueba de Abraham fue una bendición? ¿En qué forma?

Note lo que dijo George Q. Cannon en cuanto a la razón por la que el Señor puso a prueba a Abrahamo ¿En qué forma le concierne a usted la prueba de Abraham?

“¿Por qué el Señor pidió tal cosa a Abraham? Porque, sabiendo cuál sería su futuro y que sería padre de una posteridad incontable, tomó la determinación de ponerlo a prueba. Dios no hizo esto para bien propio, pues sabía que por precognición lo que Abraham haría. Mas el propósito fue enseñar una lección a Abraham, una lección de tal naturaleza que le permitiera alcanzar el conocimiento que no podría obtener de ninguna otra forma. Por eso es que Dios nos pone a prueba a todos. No es para su propio conocimiento, pues El conoce todas las cosas de antemano. El conoce nuestra vida y todo lo que haremos. Pero nos pone a prueba para nuestro propio bien a fin de que nos conozcamos a nosotros mismos; pues es sumamente importante que el hombre se conozca a sí mismo.

“El requirió que Abraham se sometiera a prueba porque tenía la intención de darle gloria, exaltación y honra; quería hacerlo rey y sacerdote, a fin de que compartiera con El la gloria, el poder y dominio que El ejercía.” (George Q. Cannon, Gospel Truth, 1:113.)

Note también la indicación con respecto al conocimiento que Dios tenía del buen carácter de Abraham (véase Génesis 18:17-19) mucho antes de la prueba. ¿Qué tiene que ver esa precognición del Señor con respecto a Abraham con el conocimiento que El tiene de usted?