Instituto
Temas suplementarios F: Idolatría antigua y moderna


F

Temas suplementarios

Idolatría antigua y moderna

(F-1) La gravedad de la idolatría

¿Por qué el Señor consideraba tan grave la idolatría al extremo de impartir severo castigo a los que la practicaban? ¿Por qué el Señor dijo a los israelitas de la época de Josué que destruyeran a todos los heteos, amorreos, cananeos, ferezeos, gergeseos y jebuseos? ¿Por qué les dio el siguiente mandamiento: “Ninguna persona dejarás con vida”? (Dt. 20:16.) También se les mandó amontonar todas las imágenes y todas las posesiones de esos pueblos —excepto unas pocas— y quemarlas (véase Deuteronomio 7:24-26; 12:2-3). ¿Por qué un trato tan severo? ¿Por qué el Señor fue tan severo con todo Israel cuando Acán guardó para sí cosas que estaban prohibidas? (Josué 7.) ¿Por qué debe la humanidad ser restringida por mandamiento a adorar solamente al Dios verdadero? Posiblemente una pregunta más precisa sea: ¿Por qué adorar a un dios que no sea el Dios verdadero?

Después que Saúl perdió la protección y aprobación del Señor, David fue ungido para sentarse en el trono de Israel y establecer la familia real en la que nacería el Rey de reyes. Probablemente ningún rey de Israel se vio más alejado de toda inclinación o práctica idólatra que David. A partir de la época en que él reinó, los escritores del Antiguo Testamento emplearon a David como la norma de excelencia para medir la lealtad de sus reyes a Jehová. Al usar a David como ejemplo, podemos casi pensar que a un rey se le pueden perdonar mayores ofensas más fácilmente que la menor tendencia hacia la idolatría.

(F-2) La idolatría es la adoración de dioses falsos que puede, o no, incluir la creación de imágenes o ídolos

Los dos primeros mandamientos dados en el Decálogo (los Diez Mandamientos) prohibían el pecado de la idolatría. Así el Señor se refirió al error y al pecado de tener dioses falsos, tangibles o intangibles, como objetos de adoración. (Este mandamiento no se refiere a los decorados usados en los templos, tabernáculos o capillas. El mismo Señor que dio los Diez Mandamientos también instruyó a los israelitas en cuanto a la decoración del arca del pacto con querubines. El hecho de tener estos querubines allí como objetos artísticos no se consideraba idolatría. La fabricación y el empleo de una imagen u objeto se torna idolatría cuando se hace como parte integral de la adoración y reverencia de los individuos.)

Es muy importante entender que la adoración de un dios falso e intangible es tan perniciosa para el idólatra como lo es adorar a una imagen tangible. Algunos dioses falsos pueden asociarse con las fuerzas de la naturaleza, o con la adoración de la naturaleza misma, por ejemplo, las leyes naturales o poderes que se ven manifestados en ella. La idolatría manifestada hacia la naturaleza ha incluido la adoración de distintos animales, plantas, condiciones del tiempo, volcanes, el sol, la luna, las estrellas, los planetas, etc. Por ejemplo, el Baal del Antiguo Testamento era un dios tomado de la naturaleza. Se le asociaba con la lluvia y la fertilidad del suelo y también era adorado como el dios sol. Los mitos que lo rodeaban establecían que era un personaje real, que vivía en una montaña del norte de Israel, y participaba en toda suerte de empresas heroicas pero pecaminosas. Se suponía que había sido muerto por Mot, el dios de la muerte, y que posteriormente había resucitado. Este episodio explicaba la gran sequía ocurrida en el Medio Oriente y también el fin de esa sequía (Roth, Encyclopedia Judaica, s. v., “Baal worship”, 4:10-11).

Aunque en el Antiguo Testamento la idolatría está asociada con la adoración de ídolos, la verdadera idolatría es mucho más que la práctica de inclinarse ante imágenes y de apaciguar a los ídolos. El Señor ha declarado en todas las épocas que siempre que los hombres ponen su confianza en otros hombres, naciones, tratados, tesoros, minerales preciosos, ejércitos o armamentos, sus hechos son una forma de idolatría porque revelan falta de confianza en Jehová. Para estar totalmente libres de idolatría, debemos poner plena confianza en el Dios verdadero.

(F-3) Idolatría en el Antiguo Testamento

A causa de la idolatría, Israel se había apartado una y otra vez del pacto que había establecido con Jehová. La historia del Antiguo Testamento está repleta de relatos en los que Israel se vuelve a los dioses falsos, de advertencias del Señor contra la idolatría y también contiene advertencias de los profetas en cuanto a lo que sucedería si Israel no se arrepentía. Los extractos siguientes resumen brevemente los casos de idolatría que aparecen en el Antiguo Testamento.

(F-4) El pecado de la idolatría

“La idolatría era la ofensa más repugnante contra la ley mosaica, la cual es sumamente particular en definir los actos que constituyen ese delito, y muy severa en la imposición del castigo. Así, se prohibía hacer cualquier imagen de un dios ajeno; postrarse ante tal imagen o ante los objetos naturales que eran adorados sin imágenes tales como el sol y la luna (Deuteronomio 4:19); permitir que hubiera altares, imágenes, santuarios o ídolos (Exodo 34:13); o conservar el oro o plata procedentes de los ídolos y permitir que tales metales entraran en las casas del pueblo de Israel (Deuteronomio 7:25-26); sacrificar para los ídolos, particularmente cuando se trataba de sacrificios humanos; comer de las víctimas que otros ofrecían a los ídolos; profetizar en el nombre de un dios ajeno; y adoptar cualquiera de los ritos idólatras para emplearlos en la adoración del Señor (Deuteronomio). En cuanto al castigo, la ley establecía que si un individuo cometía idolatría fuera apedreado hasta morir (Deuteronomio 17:2-5); que si un pueblo era culpable de este pecado, sus habitantes y el ganado que les pertenecían fueran muertos y que los despojos fueran juntados y quemados con la ciudad misma (Deuteronomio 13:12-18).” (Fallows, Bible Encyclopedia, “idolatry”.)

(F-5) Objetos de idolatría

“El sol y la luna fueron, desde tiempos remotos, elegidos como símbolos externos de un poder universal. La adoración de los astros no solamente es antigua sino que constituyó el sistema prevalente de idolatría. Se inició en las llanuras de Caldea, se esparció a través de Egipto, Grecia, las Sincheles, México y Ceylán. (Comparar Dt. 4:19 con 17:3; Job 31:20-28.) A los fines de la monarquía, los planetas o los signos zodiacales recibieron, al igual que el sol y la luna, su porción de adoración popular (2 Reyes 23:5). La adoración de animales, tal como vemos en los becerros de Jeroboam, ya había sido mencionada. Entre las razas semitas no encontramos traza de adoración de héroes. La reverencia singular con la que los árboles han sido honrados no queda sin ejemplo en la historia de los hebreos. Por ejemplo, la encina bajo la cual Jacob edificó un altar (Génesis 35:4) y la arboleda plantada por él en Beerseba (Gén. 21:33) estaban íntimamente relacionadas con la adoración patriarcal. Las montañas y los lugares elevados fueron sitios elegidos para ofrecer sacrificios e incienso a los ídolos (1 Reyes 11:7; 14:23), y el retiro de los jardines y la sombra de los bosques ofrecían gran atractivo para sus adoradores (2 Reyes 16:4; Isaías 1:29; Oseas 4:13). La hueste de los cielos era adorada sobre el techo de la casa (2 Reyes 23:12; Jer. 19:13; 32:29; Sof. 1:5). (Los objetos modernos de idolatría son menos rústicos que los antiguos, pero no por ello dejan de ser ídolos. Todo lo que se relacione con riqueza, honor o placer, que es amado y buscado antes que Dios y la justicia, se torna objeto de idolatría.)” (Smith, Dictionary of the Bible, s. v. “idolatry”, págs. 263-64.)

(F-6) Este punto no se aplica.

(F-7) Los dioses falsos más conocidos que aparecen en el Antiguo Testamento

Astoret. “Este es el nombre de Astarté, diosa de los sidonios (1 Reyes 11:5, 33) y también de los filisteos (1 S. 31:10), cuya adoración fue introducida entre los israelitas durante el período de los jueces (Jueces 2:13; 1 Samuel 7:4) y fue celebrada por Salomón mismo (1 Reyes 11:5) y finalmente abolida por Josías (2 Reyes 23:13-14). Frecuentemente es mencionada con relación a Baal, como la deidad femenina correspondiente (Jueces 2:13) y con el agregado de las palabras ‘todo el ej ército de los cielos’, (2 Reyes 23:4)…Aunque en ese versículo aparece Asera y no Astoret, lo cual se explicará más adelante, es probable que ella representara a uno de los planetas o estrellas.

“…Lo más sobresaliente de la adoración de esta divinidad consistía en aquellas orgías lujuriosas que Agustino, testigo ocular de sus horrores en Cartago, describe con tanta indignación…Sus sacerdotes eran eunucos vestidos de mujer y mujeres…prostitutas (Oseas 4:14)…que como las Bayaderas de la India, se habían prostituido para enriquecer el templo de esta diosa.” (Fallows, Bible Encyclopedia, s. v. “Ashtoreth”, 1:168.)

Baal. “Deidad masculina suprema de las naciones fenicias y cananeas, así como Astoret era la suprema deidad femenina. Hay quienes suponen que Baal correspondía al sol y Astoret a la luna; otros que Baal era Júpiter y Astoret, Venus. No hay duda en cuanto a la remota antigüedad de la adoración de Baal. Prevaleció durante la época de Moisés entre los moabitas y los madianitas, Nm. 22:41, y a través de ellos se esparció a Israel (Nm. 25:3-18; Dt. 4:3). En la época de los reyes llegó a ser la religión de la corte y del pueblo de las diez tribus (1 Reyes 16:31-33; 18:19, 22), y parece nunca haber sido totalmente abolida de entre ellos (2 Reyes 17:16). En Judá se edificaron templos a Baal (1 Reyes 16:32), y se le adoraba con muchas ceremonias (1 Reyes 18:19, 26-28; 2 Reyes 10:22). El atractivo de esta forma de adoración para los judíos sin duda radicaba en su carácter licencioso. También encontramos esta forma de adoración en las colonias fenicias. Además, la religión de las antiguas Islas Británicas se parecía mucho a esta antigua adoración de Baal y tal vez le haya dado origen. No tenemos por qué dudar en considerar al dios babilónico Bel (Isaías 46:1), o Belus, como esencialmente idéntico a Baal, aunque posiblemente en una forma modificada. El plural, Baalim, se encuentra frecuentemente, lo que demuestra que probablemente era adorado bajo diferentes formas, entre las que aparecen:

  1. Baal-berit (el Baal del pacto), (Jueces 8:33; 9:4); el dios que entra en un convenio con los adoradores.

  2. Baal-zebub (señor de las moscas), adorado en Ecrón. (2 Reyes 1:2, 3, 16.)

  3. Baal-hanán. a. Nombre de uno de los primeros reyes de Edom (Gn. 36:38, 39; 1 Cr. 1:49, 50). b. Nombre de uno de los oficiales de David, que tenía la superintendencia de sus plantaciones de olivos y sicómoros. (1 Cr. 27:28.)

  4. Baal-peor (señor de la puerta, o del paso, para que otros se unan a la adoración). Ya hemos mencionado la adoración de este dios. La narración (Nm. 25) parece mostrar claramente que esta forma de adoración a Baal estaba relacionada con ritos licenciosos.” (Smith, Dictionary of the Bible, s. v. “Baal”, pág. 70.)

Quemós. (Véase: Moloc.)

Dagón. “En el Antiguo Testamento Dagón es una deidad principal de los filisteos, adorada en la época de Sansón en Gaza (Jueces 16:21-23) y en Asdad…y en Bet-sán en la época de Saúl y David (1 Samuel 5:2-7; 1 Crónicas 10:10; 1 Samuel 31:10). El verdadero origen del nombre de esta deidad se pierde en la antigüedad y aun su naturaleza exacta es incierta. La idea corriente de que era un ídolo semejante a un pez parece no estar fundada en hechos concretos…(la idea parece haber surgido solamente por la semejanza externa entre ‘Dagón’ y el vocablo hebreo dag, ‘pez’. La divinidad que aparece con cola de pez en algunas monedas de Arvad y Ascalón tiene que ver con Atargitis y no tiene relación alguna con Dagón…El vocablo hebreo dagan, ‘grano, cereal’…tal vez se haya derivado del nombre del dios Dagón o Dagán; es posible que haya sido un dios de los bosques o de los cereales.” (Douglas, New Bible Dictionary, s. v. “Dagón”, pág. 287.)

Moloc. “La adoración de Moloc generalmente se cita como ejemplo de la idolatría más cruel y repugnante conocida por el hombre. Moloc, conocido también como Molec, Malcam, Milcom, Baal-Melec, etc., era un ídolo amonita. Las Escrituras hacen mención de él con relación a ritos crueles (Lv. 18:21; 20:2-5; véase también 1 Reyes 11:5, 7, 33; 2 Reyes 23:10, 13; Amós 5:26; Sof. 1:5; Jer. 32:35). Keil y Delitzsch describen al ídolo como ‘una estatua hueca, de bronce, que se podía calentar; tenía cabeza de toro y los brazos extendidos para recibir a los niños que eran sacrificados’. Aun cuando la adoración de este ídolo no exigía invariablemente sacrificio humano, cierto es que estos horribles ritos eran característicos de tan abominable santuario. Los autores ya citados dicen: ‘Desde los días de Acaz se mataban a los niños en Jerusalén, en el valle del hijo de Ennom o Hinom, para luego sacrificarlos poniéndolos en los brazos candentes’ (2 Reyes 23:10; 16:3; 17:17; 21:6; Jeremías 32:35; Ezequiel 16:20, 21; 20:31; compárese Salmos 106:37-38). Muchas autoridades declaran que el sacrificio de los niños a este espantoso monstruo empezó mucho antes de los días de Acaz. ‘La inmolación de víctimas vivas era probablemente el punto culminante de las atrocidades que se relacionaban con este sistema, y se dice que Tofet, donde se efectuaban, recibió ese nombre por el redoblar de tambores con que se trataba de ahogar los gritos y quejidos de los que eran quemados vivos. El mismo lugar se llamaba el Valle de Ennom, y las horribles prácticas que con él se relacionaban causó que tanto Tofet como Gegenna (Valle de Ennom) fuesen adoptados como nombres y símbolos del tormento futuro.” (James E. Talmage, Los Artículos de Fe, pág. 510, numeral 8.)

(F-8) ¿Por qué la idolatría era tan atractiva para los israelitas?

“Muchos se han preguntado por qué los israelitas se apartaban tan fácilmente del Dios verdadero para adorar ídolos. (1) Las ceremonias visibles, externas, con demostraciones, desfiles, representaciones, etc., tienen atractivo para el corazón natural, el cual a menudo no es capaz de percibir las realidades espirituales invisibles. (2) Pero el mayor atractivo parece haber sido la diversión licenciosa y las orgías obscenas con las que la adoración de los ídolos orientales iba acompañada. Esta adoración, recurriendo a toda pasión sensual, junto al atractivo de la riqueza, la moda y el lujo, naturalmente era una gran tentación para un pueblo sencillo, reprimido y agrícola cuya adoración y leyes demandaban la mayor pureza de corazón y de vida.” (Smith, Dictionary of the Bible, s. v. “idolatry” pág. 264.)

(F-9) La adoración del verdadero Dios debe ser completa y de todo corazón

El dios de una persona es aquello, o aquel ser, en el cual se confía y a quien se le atribuye poder supremo. Es a quien se torna en busca de la salvación que se cree posible lograr. Toda otra convicción y acción es afectada por aquella creencia u objeto de adoración. Una vez que esta idea está plenamente arraigada es fácil comprender por qué el Señor expidió un edicto de destruir a una ciudad con todo su pueblo y posesiones. No destruir sus bienes sería demostrar falta de fe en que el Señor proporcionaría las cosas necesarias. Del mismo modo, si un Santo de los Ultimos Días no paga el diezmo, ¿no es debido a que enfoca su confianza en las cosas mundanales y en el sistema que las provee en lugar de hacerlo en la providencia del Señor? En ese sentido, entonces, las cosas del mundo se transforman en un dios para él, pues confía más en ellas que en el poder de Dios. Pablo dijo: “avaricia…es idolatría” (Colosenses 3:5) y “(el) avaro…es idólatra” (Efesios 5:5). ¿No constituye una forma de avaricia el hecho de no pagar los diezmos? Quienes no pagan los diezmos tal vez se sientan sorprendidos ante la idea de que son culpables de idolatría tal como lo fueron los antiguos israelitas. La forma es diferente, pero el pecado es el mismo.

A menudo los profetas modernos han advertido contra la tendencia a transformar en ídolos el dinero, los automóviles, las casas y otros objetos materiales (véase el encabezamiento 11-4 donde está la declaración hecha por el presidente Spencer W. Kimball en cuanto a la idolatría moderna). La adoración de estas cosas, naturalmente, refleja la confianza que algunos en la Iglesia tienen en la ley natural en lugar de tenerla en Dios y en sus leyes. Encaran el mundo como un lugar donde el hombre marcha de acuerdo con su propio ingenio (véase Alma 30:17). Consideran toda su ganancia como propia y no del Señor, y olvidan que solamente son mayordomos de los bienes del Señor.

Un pueblo de Sión solamente puede surgir mediante la obediencia al evangelio, comenzando con el verdadero conocimiento del verdadero Dios. No puede haber un término medio en este aspecto ya que no se puede servir a Dios y a las riquezas (véase Lucas 16:13). La verdadera adoración, así como la libertad, es indivisible. No se puede salir adelante con un poquito de idolatría; una vez iniciada, la destrucción es la consecuencia, a menos que haya arrepentimiento (véase Exodo 34:10-17; Deuteronomio 7; Josué 23:6-16; 1 Reyes 9:9; 2 Reyes 17:7-23; Salmos 106:34-43; Jeremías 26:11-21; Juan 2:11-23).

Al poner sobre los hijos de Israel y su tierra una bendición y una maldición, el Señor estableció condiciones muy estrictas (véase Deuteronomio 28; Levítico 26). Los israelitas habían fracasado porque no depositaron toda su confianza en el único Dios verdadero, de manera que fueron abandonados a las consecuencias de su intento de amar al mundo y al Señor al mismo tiempo.

Brigham Young invitó a los Santos a examinar su propio corazón en este sentido:

“Además, os señalo que todos os reconoceríais culpables, si confesarais la verdad, esto es, que no tenéis valor de entregar todo vuestro corazón a Dios y llegar a ser enteramente santificados y guiados por el Espíritu Santo desde la mañana a la noche, y de un año a otro. Sé que es así y sin embargo pocos lo reconocerán. Sé que este sentimiento está en vuestro corazón, así como sé que el sol brilla.

“Examinemos el tema más de cerca. Muchos de vosotros tenéis presentimientos temerosos de que todo no está bien en el reino. Tembláis en vuestros sentimientos y tembláis en vuestro espíritu; no podéis depositar vuestra confianza en Dios, ni en los hombres, ni en vosotros mismos. Esto surge del poder del mal que prevalece tanto sobre la faz de toda la tierra. Os fue dado por vuestro padre y vuestra madre; fue mezclado cuando fuisteis concebidos en la matriz y ha madurado en vuestra carne, en vuestra sangre y en vuestros huesos, de manera que es parte de vuestra misma naturaleza. Si yo os preguntara individualmente si querríais santificaros plenamente y llegar a ser tan puros y santos como os fuera posible vivir, todos diríais que sí; sin embargo, si el Señor Todopoderoso os diera una revelación instruyéndoos a entregaros totalmente a El y a su causa, encogeríais los hombros diciendo: ‘Temo que El me quitará algunas de las cosas que yo aprecio’. Esa es la dificultad en la mayoría de los habitantes de este pueblo.

“Está en vosotros y en mí emprender la guerra contra ese principio hasta haberlo vencido en nosotros, entonces no lo transmitiremos a nuestros hijos. Depende de nosotros poner el cimiento a fin de que todo lo que se relacione con nuestros hijos los lleve al Monte de Sión y a la ciudad del Dios viviente, a la Jerusalén celestial y a la compañía innumerable de ángeles, a la asamblea general y a la iglesia del Primogénito, que está escrito en los cielos, y a Dios el Juez de todos, y a los espíritus de los hombres perfeccionados, y a Jesús el mediador del nuevo convenio, y a su sangre derramada que habla mejores cosas que la sangre de Abel. Si establecemos tal cimiento con una íntegra conciencia y trabajamos tan fielmente como nos es posible, nos irá bien a nosotros y a nuestros hijos en esta vida temporal y en la eternidad.” (Journal of Discourses, 2:134.)