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Temas suplementarios: ¿Quién es el Dios del Antiguo Testamento?


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Temas suplementarios

¿Quién es el Dios del Antiguo Testamento?

(A-l) ¿Quién es el Señor?

El insensible faraón preguntó con orgullo y descaro: “¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz…? Yo no conozco a Jehová…(Exodo 5:2). Muchas personas en la actualidad, tal como el faraón, ignoran quién es el Dios del Antiguo Testamento. Creen que es producto de la mente de los hombres antiguos, o un Dios vengativo de una religión primitiva que ha querido destruir a la gente con diluvios y plagas. ¿Es posible que sea éste el mismo Dios lleno de amor en el Nuevo Testamento a quien conocemos por medio del ministerio terrenal de Jesucristo? Otros piensan que el Jehová del Antiguo Testamento es Dios el Padre en el Nuevo Testamento. ¿Por qué hay tal confusión? ¿Quién era en realidad el Dios de Adán, de Enoc, de Abraham y de Israel y Moisés?

(A-2) Jehová, o sea, Jesucristo, es el Dios del Antiguo Testamento

Aunque para muchos parezca una paradoja, el Jehová del Antiguo Testamento no es nada menos que el Hijo de Dios, Jesucristo. El creó el mundo con la autoridad que le dio el Padre y bajo Su guía. Más adelante Jehová vino a la tierra como el Salvador y el Redentor del mundo. Esta doctrina es una de las menos comprendidas en la historia de la humanidad, a pesar de que en el Antiguo Testamento y en las otras Escrituras se encuentran muchas referencias que pueden comprobarla.

Antes de ir a las Escrituras, sería buena idea examinar los nombres y títulos que se aplican a Dios el Padre y a su Unigénito. Por lo general, dos palabras del idioma hebreo se usan para nombrar a Dios en todo el Antiguo Testamento. Estas son Elohím y Jehová. Puesto que el hebreo original escribía palabras sin vocales, los eruditos no se han puesto de acuerdo en cuanto a la pronunciación original del hombre que se escribe YHWH en hebreo. En las revelaciones modernas, sin embargo, Jesucristo aceptó el título de Jehová (véase D. y C. 110:3).

Jehová era el nombre o el título que se le daba en la preexistencia al Primogénito de Dios. Ahora se le llama Jesucristo. El significado del nombre Jehová fue explicado por el élder Talmage:

“Jehová es la forma castellanizada del vocablo hebreo Yahveh o Jahveh, que significa El que Existe por Sí mismo o El Eterno. El hebreo, Ehyeh, que significa Yo Soy, se relaciona por significado y derivación con el término Yahve o Jehová.” (Jesús el Cristo, pág. 37.)

Para los judíos Jehová era un nombre inefable que no había de ser pronunciado; lo reemplazaron con otro nombre, el cual aunque sagrado no les era prohibido decir, a saber, Adonaí, que significa el Señor. (Jesús el Cristo, pág. 38.)

La palabra Elohím es la forma plural de la palabra Dios del idioma hebreo, pero a pesar de ello, los eruditos en la materia concuerdan que debe tomarse como un nombre en singular a pesar de que la terminación im indica el plural. El profeta José Smith, sin embargo, explica su punto de vista de la siguiente manera:

“Si leemos más adelante [en el texto hebreo], hallamos esto: ‘El principal de los Dioses dijo: Hagamos al hombre a nuestra imagen’. En una ocasión pregunté a un judío erudito: ‘Si el idioma hebreo nos obliga a dar interpretación plural a todas las palabras que terminan en heim, ¿por qué no interpretar el primer Eloheim en plural’? (Nota del traductor: Hay ciertas variaciones en la forma de escribir la palabra Elohím.) Me contestó: ‘Esa es la regla, salvo en contadas excepciones; pero en este caso echaría a perder la Biblia’. Admitió que yo tenía razón.

“Desde su principio la Biblia muestra que hay una pluralidad de Dioses, y nadie tiene el poder para refutarlo. Es un tema importantísimo que estoy tratando. La palabra Eloheim debería entenderse en la acepción plural: Dioses…Los principales de los Dioses nos señalaron un Dios; y cuando uno considera el tema desde ese punto de vista, queda uno libre para percibir toda la belleza, santidad y perfección de los Dioses.” (Enseñanzas del Profeta José Smith, 462-463.)

El élder James E. Talmage amplía este concepto con su opinión oficial:

“El nombre Elohím…es un término expresivo de exaltación y poder supremos o absolutos. Elohím, como lo entiende y lo emplea la Iglesia restaurada de Jesucristo, es la combinación de nombre y título que corresponde al Padre Eterno, cuyo Hijo Primogénito en el espíritu es Jehová, el Unigénito en la carne, Jesucristo.” (Jesús el Cristo, pág. 38-39.)

Es importantísimo recordar el lugar que le corresponde a Dios, el Padre: El es el Padre de nuestro espíritu (véase Hebreos 12:9) y es nuestro Dios. El hecho de que existan otros Dioses no le resta importancia. El es el autor del plan de salvación. Es esencial que también recordemos que El administra los asuntos relacionados con esta tierra por medio de su Primogénito, o sea, Jehová del Antiguo Testamento. El delegó a Jesucristo la autoridad que necesitaba para organizar y gobernar la tierra, y, a través de la Expiación, Jesucristo llegó a ser el Padre de los hombres fieles. El Salvador, por lo tanto, llegó a ser también el mayor defensor del plan de su Padre.

Debido a que Jesucristo tiene los mismos propósitos que su Padre, y a que es también un Dios, los profetas del Antiguo Testamento a veces se referían a El con las palabras “Jehová Elohím” y que fueron traducidas al castellano como “Jehová Dios”. Esta frase en hebreo no se usa mucho a partir del capítulo tercero de Génesis; más adelante se encuentra la expresión “Adonai Jehová”, que está traducida como “Señor Jehová” (véase Génesis 15:2, 8; Deuteronomio 3:24).

Otro de sus títulos necesita ser explicado. La palabra Cristo viene del griego christos, que quiere decir “el ungido”. Los griegos usaron la palabra Christos para traducir del hebreo la palabra meshiach, que quiere decir lo mismo. La palabra hebrea ahora se ha castellanizado y se dice mesías. Por lo tanto, Jesucristo quiere decir “Jesús, el Mesías”.

(A-3) Jesucristo: El Dios de este mundo

Los judíos del tiempo de Jesucristo se sentían confusos con respecto a la identidad de su Dios porque durante el período del Antiguo Testamento habían apostatado y ya no comprendían sus propias Escrituras. Es el mismo problema que tiene la mayoría de los cristianos en la actualidad. El misterio que rodea la naturaleza del Dios del Antiguo Testamento se desprende, en ambos casos, de la desobediencia de los hombres y de la pérdida de muchas cosas claras y preciosas que fueron sacadas de las Escrituras. Por el contrario, Jesús dijo que la vida eterna consistía en conocer completamente al Padre y al Hijo (véase Juan 17:3). En resumidas cuentas, las personas pueden conocer al verdadero Dios por medio de las experiencias que los capacitan para ser como El; de esa forma pueden entenderlo y conocerlo (véase 1 Juan 2:3; 3:1-2; Eter 2-3).

“Cuando vino Jesucristo a este mundo, los judíos ya habían perdido el concepto de que los tres integrantes de la Trinidad eran personajes distintos el uno del otro. Ya no entendían que Jehová, el que les había dado la ley de Moisés, vendría al mundo para redimir a la humanidad, aunque los profetas habían enseñado este concepto con mucha claridad (1 Corintios 10:4; 3 Nefi 15:10; Isaías 41:14; 44:6). Anhelaban que viniera el prometido Mesías a salvarlos del dominio de Roma. Su religión era monoteísta, y no creían en el Hijo de Dios; sin embargo, se le dijo a Zacarías, el padre de Juan el Bautista, que Juan prepararía “al Señor (o sea, a Jehová) un pueblo bien dispuesto” (Lucas 1:17; véase también el versículo 16). Los ángeles también anunciaron a los pastores aquella primera noche de Navidad: “Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor (en hebreo: que es el Mesías, Jesucristo)” (Lucas 2:11).

(A-4) Pasajes de las Escrituras que prueban que Jesucristo es el Dios del Antiguo Testamento

El profeta Abinadí, testificando ante la corte del malvado rey Noé, dijo que todos los profetas habían testificado que Dios (Jehová) “bajaría entre los hijos de los hombres, y tomaría sobre sí la forma de hombre” (Mosíah 13:34; véase también el versículo 33). Nosotros, los Santos de los Ultimos Días, tenemos el privilegio de tener otras Escrituras y conocemos esta verdad con más claridad. Por ejemplo, en Doctrina y Convenios se nos enseña que Jesucristo es Jehová el gran “Yo Soy” (véase D. y C. 110:3-4; 29:1).

Muchos en el mundo cristiano no han tomado en consideración lo que dice la Biblia, la cual enseña con claridad que Jehová es Jesucristo antes de venir a la tierra. A continuación se dan solamente algunos de los pasajes que prueban este punto.

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Christ

Todas las Escrituras dan testimonio de Jesucristo

Antiguo Testamento

Nuevo Testamento

1. Jesús (Jehová) fue el creador de este mundo.

“Así dice Jehová…Yo hice la tierra, y creé sobre ella al hombre. Yo, mis manos, extendieron los cielos, y a todo su ejército mandé” (Isaías 45:11-12).

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.” (Juan 1:1, 3; véase también el versículo 14.)

2. Jehová es el Salvador.

“Mas yo soy Jehová tu Dios de la tierra de Egipto; no conocerás, pues, otro dios fuera de mí, ni otro Salvador sino a mí” (Oseas 13:4.)

“…Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.” (Lucas 2:11.)

3. Jehová es el Redentor.

“Así dice Jehová, Redentor vuestro, el Santo de Israel…” (Isaías 43:14).

“Cristo nos redimió de la maldición de la ley…” (Gálatas 3:13).

4. Jehová salvará a los hombres de la muerte.

“De la mano del Seol los redimiré, los libraré de la muerte. Oh muerte, yo seré tu muerte; y seré tu destrucción, oh Seol; la compasión será escondida de mi vista” (Oseas 13:14).

“Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.” (1 Corintios 15:20-22.)

5. Los judios mirarán a Jehová, a quien traspasaron.

“Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el Primogénito” (Zacarías 12:10).

“Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua. Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliese la Escritura: No será quebrantado hueso suyo. Y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.” (Juan 19:34, 36-37.)

6. Jesucristo acompañó a Israel durante el Exodo.

“Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche. Nunca se apartó de delante del pueblo la columna de nube de día, ni de noche la columna de fuego.” (Exodo 13:21-22.)

“Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo.” (1 Corintios 10:1-4.)

7. Jehová era el novio o el esposo.

“Porque tu marido es tu Hacedor; Jehová de los ejércitos es su nombre; y tu Redentor, el Santo de Israel; Dios de toda la tierra será llamado.” (Isaías 54:5.)

“Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.” (Apocalipsis 19:7-8.)

8. Jehová es el primero y el último (alfa y omega).

“Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios.” (Isaías 44:6.)

“Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso” (Apocalipsis 1:8).

(A-5) La importancia que tiene el conocer la identidad del Dios del Antiguo Testamento

Muchas personas, incluyendo numerosos eruditos en materia de la Biblia, han sacado en conclusión que el Dios que se describe en el Antiguo Testamento era el producto de las supersticiones y creencias primitivas de un pueblo con estas mismas características. Llegaron a esta conclusión porque hay cosas en el Antiguo Testamento que parecen contradecir el concepto que ellos tienen del Dios del Nuevo Testamento. Sin embargo, es de muchísima importancia saber que Jehová en el Antiguo Testamento era Jesucristo en su estado preexistente, no sólo para poder comprender correctamente el Nuevo y el Antiguo Testamento, sino también para poder comprender la naturaleza y los objetivos de Dios y para comprender la relación que existe entre los hombres y cada uno de los miembros de la Trinidad.

Por ejemplo, la misma persona que dijo: “Amad a vuestros enemigos” (Mateo 5:44) les dijo a los israelitas, refiriéndose a los cananeos que habitaban la tierra prometida: “Ninguna persona dejarás con vida, sino que los destruirás completamente” (Deuteronomio 20:16-17). El mismo Jesucristo que dijo que perdonáramos “setenta veces siete” (Mateo 18:22) exterminó por completo a los habitantes de la tierra, con excepción de ocho personas (véase Génesis 7-8).

Por otra parte, Jesucristo en el Nuevo Testamento dice que al que no perdonara de todo corazón las ofensas de sus hermanos, se le entregaría “A los verdugos, hasta que pagase todo lo que debía” (Mateo 18:3^35); y Jehová en el Antiguo Testamento dice en contraste: “Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Isaías 1:18).

Y el Cristo descrito en el Apocalipsis, que tenía una hoz aguda en la mano, listo para cortar las uvas y echarlas en el gran lagar de la ira de Dios (véase Apocalipsis 14:14, 20), es el mismo Dios del Antiguo Testamento que le decía a Miqueas “…qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios” (Miqueas 6:8).

No hay ninguna contradicción en la personalidad de Dios; El es siempre amoroso y misericordioso, pero también es justo y no considera “el pecado con el más mínimo grado de tolerancia” (D. y C. 1:31). Como le dijo a José Smith: “…Dios no anda por vías torcidas, ni se vuelve a la derecha ni a la izquierda, ni se aparta de lo que ha dicho; por lo tanto, sus sendas son rectas y su curso es un giro eterno” (D. y C. 3:2). El Dios del Antiguo Testamento es el mismo que se encuentra en las demás Escrituras, y no existe una contradicción real entre la manera en que todas ellas lo describen. El Antiguo Testamento amplía el entendimiento acerca de Dios y de su forma de relacionarse con sus hijos, ben-diciéndolos cuando reciben sus enseñanzas y lo obedecen, o castigándolos cuando se rebelan y pervierten. Para conocer mejor a Cristo, es necesario estudiar el Antiguo Testamento, porque el estudiarlo en su papel de Jehová nos permite conocer otros aspectos de su personalidad. Jesucristo es tanto el Dios del Antiguo Testamento como nuestro Dios en la actualidad. Si recordamos constantemente este concepto, podremos llegar a comprender el Antiguo Testamento y la personalidad de Dios.