Instituto
Deuteronomio 1-16: Exhortación a la obediencia: Primera parte


19

Deuteronomio 1-16

Exhortación a la obediencia: Primera parte

(19-1) Introducción

Si supiera que le queda poco tiempo de vida, ¿qué querría decirle a su familia? ¿Acerca de qué la prevendría? ¿Querría recordarle algo?

Esta era la situación de Moisés cuando escribió el libro de Deuteronomio. El largo viaje desde Egipto a Canaán había terminado, y el pueblo de Israel estaba por entrar en la tierra prometida, pero Moisés no podía acompañarlo al partir. ¿Qué decirle a su pueblo al cual había amado y dirigido durante cuarenta años? Y si les hablaba, ¿escucharían sus palabras de consejo en mejor forma que en el pasado?

Las bendiciones del Señor se basan en la obediencia. No podemos desobedecer los mandatos de Dios y cosechar las recompensas prometidas, así como no podemos gozar de los beneficios de la electricidad sin sujetarnos a las leyes físicas que rigen sus efectos. El principio del libre albedrío nos permite escoger, buscar nuestras propias metas. Algunas elecciones, sin embargo, son mejores que otras. Los hijos sabios de nuestro Padre Celestial comprenden las leyes espirituales de causa y efecto y se gobiernan en concordancia con ellas. Los insensatos no. Los primeros recogen las bendiciones prometidas; los últimos a veces recogen las maldiciones más amargas.

“Las maldiciones son el polo opuesto de las bendiciones, y cuanto mayor la oportunidad dada a un pueblo para obtener bendiciones, tanto más severas serán las maldiciones acumuladas sobre él si no se comporta de manera tal que tenga derecho a las recompensas prometidas. El no cumplir con el pago de los diezmos, por ejemplo, acarrea condenación al pueblo del convenio, en tanto que la gente del mundo, por no estar específicamente obligada a obedecer esta ley, no sufre las mismas sanciones por no hacerlo. (Mal. 3:7-12.) ‘Escuchad y dad oído, oh pueblo mío, dice el Señor y vuestro Dios, vosotros que me oís, y a quienes me agrada bendecir con las mayores de todas las bendiciones; y a vosotros que habéis profesado mi nombre y no me oís, maldeciré con las más graves de todas las maldiciones.’ (D. y C. 41:1).” (McConkie, Mormon Doctrine, pág. 175.)

COMENTARIOS SOBRE DEUTERONOMIO 1-16

(19-2) Deuteronomio 1:1. Estas son las palabras que habló Moisés

Deuteronomio es un título formado por dos vocablos griegos: deutero, “segundo”, y nomos, “ley”. Así tenemos que el título significa “la segunda ley”, o “la repetición de la ley” (Fallows, Bible Encyclopedia, s. v. “Deuteronomy”, 1:522). El mundo cristiano adoptó este título descriptivo tomado de la versión griega de los Setenta (primera traducción en griego del Antiguo Testamento, escrita en el siglo II antes de Cristo) en lugar del nombre hebreo del libro, Eileh Hadvareem, que son las dos primeras palabras del texto hebreo (y que se traducen como “éstas son las palabras”).

Los traductores de la versión de los Setenta llamaron “segunda ley” al quinto libro escrito por Moisés porque en él éste resumió el código en tres discursos finales que dio a Israel antes de su partida. Este nombre, sin embargo, no implica en sentido alguno que les diera una nueva ley, ni que meramente repitiese lo que ya había sido dado. Moisés sabía que pronto dejaría a Israel. Este pueblo estaba entonces acampado en Moab al otro lado del Jordán, frente a la tierra prometida, y Josué en poco tiempo los llevaría a luchar contra los cananeos para tomar posesión de la tierra de promisión. En tres discursos separados, Moisés elocuentemente exhortó a Israel a vivir las leyes dadas por Dios a fin de poder gozar de la gracia de El y tener protección en el futuro.

En el primer discurso (Deuteronomio 1:6-4:40), Moisés hizo un repaso de los acontecimientos más importantes de la permanencia de Israel en el desierto y destacó que el pueblo no debía olvidar las leyes que recibieron en Sinaí.

El segundo discurso (caps. 5-26) contiene un repaso de la ley, incluyendo los Diez Mandamientos (véase Deuteronomio 5:6-21). Pero su propósito no era solamente hacer un mero repaso de la ley. Estos capítulos contienen una “descripción, explicación y aplicación del contenido esencial de la revelación del convenio y de las leyes del pacto, con énfasis particular dado al principio espiritual de la ley y su cumplimiento, y a un mayor desarrollo de la organización civil, política, judicial y ecleciástica que estaba programada para que llegara a ser el cimiento permanente para la vida y bienestar del pueblo en la tierra de Canaán.” (Keil y Delitzsch, Commentary, 1:3:270.)

El tercero y último discurso (caps. 27-30) fue un llamado a Israel para que renovara el convenio y una advertencia en cuanto a las consecuencias que se producirían si no lo hacía. Moisés solemnemente les recalcó otra vez la bondad del Señor para con ellos y todo lo que El había hecho en su favor. Luego aconsejó a Israel establecer el pacto con Dios para que las maldiciones no vinieran sobre el pueblo.

Los capítulos 31 a 34 son un suplemento, tal vez no escritos por Moisés, que relatan la elección y ordenación de Josué como sucesor de Moisés y la “muerte” de éste. (Otras fuentes informan que Moisés no murió, sino que fue trasladado. Véase encabezamiento 20-35.)

El valor del libro de Deuteronomio se hace evidente por el hecho de que, de los cinco libros que componen el Pentateuco, Deuteronomio es citado más a menudo que cualquiera de los otros por los profetas del Antiguo Testamento.

“Deuteronomio ha sido más empleado por los profetas sencillamente porque está hecho de tal forma que sirve mejor como modelo de declaraciones proféticas, y también por la armonía interior que existe entre las profecías y las leyes sobre las cuales se basan.” (Fallows, Bible Encyclopedia, s. v. “Deuteronomy”, 1:523.)

(19-3) Deuteronomio 1:1-4. “Y aconteció…que Moisés habló a los hijos de Israel…”

Moisés “habla como un padre en su lecho de muerte hablaría a sus hijos. Las palabras son sentidas, inspiradas, impresionantes. Echa una mirada retrospectiva a los cuarenta años de su viaje por el desierto: Hace que el pueblo recuerde todas las bendiciones que ha recibido, la ingratitud con la cual tan a menudo retribuyeron a las mismas, el juicio de Dios y el amor que constantemente El les demostró. Explica las leyes vez tras vez y añade lo que es necesario para completarlas, y no se cansa de aconsejar la obediencia en las palabras más cálidas y claras, porque la vida misma de la nación dependía de ello; hace un recuento de todas las tormentas y conflictos por los que han atravesado y, contemplando el futuro en el pasado, hace una descripción de la historia futura de la nación, y ve, con una mezcla de pesar y de gozo, cómo los tres grandes rasgos del pasado, esto es, apostasía, castigo y perdón, continúan repitiéndose también en el futuro.” (Keil y Delitzsch, Commentary, 1:3:276.)

(19-4) Deuteronomio 1:5; 3:20

Estos versículos son un repaso hecho por Moisés de las instrucciones dadas por el Señor durante la travesía del desierto. También establecen el punto de vista de Moisés con relación a la forma en la que Israel llevó a cabo tales instrucciones. El pueblo fracasó muchas veces en obedecer a su Dios, y Moisés temía que fracasara nuevamente una vez que él se fuera de entre ellos, de manera que dio el extenso consejo que aparece en Deuteronomio.

(19-5) Deuteronomio 2:7, 14

Este relato aclara acontecimientos también contenidos en Exodo o Números. Israel había ido a Sinaí tres meses después de partir de Egipto (véase Exodo 19:1-2). Salieron del Monte Sinaí el día veinte del segundo mes del segundo año, de manera que parece que estuvieron cerca del Monte Sinaí casi un año. Después de una travesía de once días hasta Cades, algunos hombres fueron enviados a Canaán para observar la tierra. Su regreso con un informe negativo en cuanto a ciudades amuralladas y habitantes de gran fuerza desanimó tanto a Israel que el pueblo comenzó a murmurar contra el Señor. (Véase Números 13:26-33.) Habían esperado entrar sin esfuerzo alguno en la tierra prometida. Como resultado de su falta de madurez espiritual, fueron compelidos a errar treinta y ocho años en el desierto.

“Los israelitas estaban a once días de viaje desde Horeb, lugar donde se encontraban, hasta Cades-barnea cerca de la frontera de la tierra prometida. Después pasaron treinta y ocho años yendo y viniendo en las proximidades de este lugar, sin que se les permitiera entrar en el descanso prometido por causa de sus rebeliones, aunque todo el tiempo estuvieron a pocos kilómetros de la tierra de Canaán.” (Clarke, Bible Commentary, 1:737.)

Imagen
Kadesh-barnea

Desde Cades-barnea Moisés envió espías a la tierra prometida

Esta situación añade significado especial a la frase “tan cerca y a la vez tan lejos”.

(19-6) Deuteronomio 3:25-29

Para informarse acerca de la razón por la que Moisés no pudo entrar en la tierra prometida, véase el encabezamiento 18-13.

(19-7) Deuteronomio 4:1-8. ¿Qué decir de aquellos que sostienen que la Biblia está completa y citan Apocalipsis 22:18-19 como evidencia?

No es raro que quienes están en contra de la creencia de los Santos de los Ultimos Días en escrituras modernas citen Apocalipsis 22:18-19 como prueba de que toda la revelación está contenida en la Biblia. Moisés, sin embargo, pronunció la misma advertencia en Deuteronomio 12:32. Esta referencia indica que toda advertencia hecha por algún profeta de no añadir a las cosas escritas se refiere solamente a los escritos de ese profeta en particular. Acerca de esto el presidente Brigham Young declaró:

“El pasaje que hemos citado, y que constituye el argumento de los cristianos de nuestros días contra la revelación moderna, solamente alude a este libro en particular (Apocalipsis), el cual debía ser tenido por sagrado por ser la palabra del Señor a Juan, y no se refiere a toda la Biblia; ni prohibe a los santos de esta época, o a los santos de tiempos futuros, obtener nueva revelación para su propia época y situación. Esto no es todo; si buscamos en los escritos de Moisés, encontramos el mismo sentimiento y casi las mismas palabras usadas por él. Moisés dice: ‘No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordeno’. De manera que si esta cita es dada con la intención de cerrar los cielos, y poner fin a toda nueva revelación, entonces las revelaciones dadas a los profetas que se levantaron después de Moisés, y las revelaciones dadas a Jesucristo y a sus Apóstoles, incluyendo a Juan y su revelación en la isla de Patmos, todo carece de valor y no son dignas de atención. Este ‘argumento’ o razón, una vez examinado, intenta desechar demasiado; además, el Evangelio de Juan y su epístola a sus hermanos fueron escritos después de haber redactado su revelación en la isla de Patmos. En consecuencia él habría destruido su propio sistema; pero este asunto solamente saca a luz la ignorancia y falta de visión de quienes no tienen el testimonio de Jesucristo, el cual es el espíritu de profecía.” (En Journal of Discourses, 1:2-43.

Imagen
Israel’s route

Monte Hermón

Monte Carmelo

Monte Tabor

Monte Gilboa

Monte Pisga

Monte Nebo

BASAN

GALLAD

CANAAN

AMON

Aroer

Dibón

Hesbón

Rabá

Edrei

Astarot

el camino real

Ruta de conquista seguida por Israel: Sehón y Og

(19-8) Deuteronomio 4:9-24

Moisés estaba ansioso de que el pueblo recordara al Señor. Este recuerdo debía manifestarse en la obediencia a la ley. ¿Por qué, entonces, el Señor no se mostró al pueblo en Sinaí? (Véase vers. 15-16.)

(19-9) Deuteronomio 4:25-31. Esparcimiento y recogimiento de Israel

Moisés no se hacía ilusiones en cuanto al tiempo que Israel permanecería obediente. Aquí proféticamente previo uno de los temas más comunes del Antiguo Testamento: la dispersión de Israel por causa de su iniquidad y también la gran cogregación que ocurrirá en los “postreros días” (vers. 30). El Señor señaló dos razones por las que Israel iba a reunirse de nuevo. Primero, muchos de los integrantes del Israel de los postreros días se volverían al Señor (véase vers. 29); segundo, los convenios que Jehová hizo con los padres de Israel (los patriarcas) serán cumplidos (vers. 31, 37). Este recogimiento incluye el regreso a las tierras de la herencia de Israel, pero, lo que es más importante, se trata de un recogimiento espiritual, esto es, un regreso a los convenios y leyes de Dios. El élder Bruce R. McConkie explicó el recogimiento espiritual en esta forma:

“Tal como es bien sabido, el antiguo pueblo de Israel fue esparcido entre todas las naciones de la tierra porque se apartó del Señor y adoró a dioses falsos. También sabemos que el recogimiento de Israel consiste en recibir la verdad, en obtener una vez más el verdadero conocimiento del Redentor y en volver al verdadero rebaño del Buen Pastor. En el vocabulario del Libro de Mormón, consiste en ser ‘restaurados a la verdadera iglesia y redil de Dios’ (2 Nefi 9:2), ‘cuando lleguen al conocimiento de su Redentor y sean reunidos de nuevo en las tierras de su herencia’ (2 Nefi 6:11).

“Mediante el recogimiento de Israel se logran dos cosas: primera, los que así han elegido a Cristo como su Pastor, los que han tomado sobre sí el nombre de El en las aguas del bautismo, los que están buscando gozar de su Espíritu mientras viven y esperan ser herederos de vida eterna en el más allá; tales tienen que ser reunidos para fortalecerse unos a otros y para ayudarse mutuamente a perfeccionar su vida.)

“Y segunda, aquellos que están buscando las recompensas más altas en la eternidad tienen necesidad de estar donde pueden recibir las bendiciones de la casa del Señor, tanto para ellos como para sus antepasados en Israel que murieron sin el conocimiento del evangelio, pero que lo habrían recibido de todo corazón si hubieran tenido la oportunidad a su alcance.” (”Come: Let Israel Build Zion”, Ensign, mayo de 1977, pág. 117.)

(19-10) Deuteronomio 4:41-49. ¿Qué significa que Moisés “apartó tres ciudades”?

La ley de Moisés proporcionó ciudades de refugio para que las personas culpables de haber matado a alguien en forma involuntaria pudieran estar a salvo en tanto que eran juzgados sus casos o hasta que muriera el sumo sacerdote (véase Números 35:6, 14). La expresión “las apartó” significa que las señaló como ciudades de refugio (Deuteronomio 4:41). Las ciudades mencionadas estaban al oriente del Jordán, al otro lado de donde la mayoría de los israelitas se establecerían. Posteriormente, otras ciudades de refugio fueron apartadas dentro de la tierra prometida.

(19-11) Deuteronomio 5

Moisés hizo recordar a Israel el convenio de Dios con ellos en el Monte Horeb (Sinaí), comenzando con un repaso de los grandes principios fundamentales conocidos como los Diez Mandamientos (véase vers. 6-21). Moisés da su amonestación especial en los versículos 29, 32 y 33.

La ley de Moisés representa una orientación en los asuntos del evangelio (véase encabezamiento 12-1), y estos versículos demuestran esa orientación. En esta sección del libro de Deuteronomio, Moisés instó al pueblo de Israel a que obedeciera, cumpliera sus promesas, a que fuera justo y santo. Claramente enseñó que las bendiciones temporales y espirituales vienen a quienes responden a ese llamado y, del mismo modo, los castigos y la miseria vienen sobre quienes no le prestan atención.

(19-12) Deuteronomio 6:4-9. “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es”

El versículo 4 comienza con lo que el pueblo judío conoce como el Shema (del hebreo que significa “oír”). “El shema es, en el pensamiento judío, la afirmación suprema de la unidad de Dios y frecuentemente se le llama ‘la aceptación del yugo del reino de los cielos’ “ (Encyclopedia Judaica, s. v. “Shema, Reading of”, The Shema in Jewish Thought, 14:1372). El Shema completo consiste en Deuteronomio 6:4-9, Deuteronomio 11:13-21 y Números 15:37:41 (en ese orden), y lo recitan dos veces por día todos los judíos devotos como una oración vespertina y matutina. Ha llegado a ser tradicional que los mártires judíos enfrenten la muerte con el Shema en los labios. De hecho, “los manuales devocionarios judíos a veces aconsejan a los fieles a tener presente, mientras recitan el shema, que si son llamados al martirio para la santificación del nombre de Dios lo hagan voluntaria y gozosamente” (Encyclopedia Judaica, s. v. “Shema, Reading of”, The Shema in Jewish Thought, 14:1373). El pasaje del Shema en Deuteronomio 6 es de interés para los cristianos también porque Jesucristo dijo que el versículo 5 contiene el mandamiento más grande de la ley (véase Mateo 22:36-37). Es la suma y substancia de todos los demás mandamientos, pues si el pueblo amara a Dios con todo su corazón, alma, mente y fuerza, todo aspecto de su vida sería dedicado a la justicia y santidad. Y si estas palabras estuvieran constantemente en sus corazones (véase vers. 6) y buscaran enseñarlas a sus hijos en toda forma posible, en todo aspecto de su vida, mediante precepto y ejemplo, de noche y de día, en el hogar o en cualquier parte, toda la sociedad se vería cambiada en forma total. En ese sentido esta creencia de los judíos es correcta. El Shema, si verdaderamente es una afirmación de fe y no tan sólo palabras, debe ser el pensamiento supremo en el corazón del individuo y bien vale la pena de la muerte si vivir significa negar esa afirmación.

En la revelación moderna el Señor enseñó un principio similar de dedicación personal al decir: “Y todos los que padezcan persecución por mi nombre, y la soporten con fe, aunque les sea requerido dar su vida por mi causa, aun así participarán de toda esta gloria. Por tanto, no temáis ni aun a la muerte; porque en este mundo vuestro gozo no es completo, pero en mí vuestro gozo es cumplido. De manera que no os afanéis por el cuerpo, ni por la vida del cuerpo; mas afanaos por el alma y por la vida del alma. Y buscad siempre la faz del Señor, para que con paciencia podáis ganar vuestras almas, y tendréis vida eterna.” (D. y C. 101:35-38.)

El Señor recalcó la importancia de esta declaración mediante el lenguaje figurado, ordenando que la gente llevara estas palabras en la frente y en las manos y poniéndolas en los marcos de las puertas de sus casas. Estos versículos llevaron a las costumbres judías conocidas como tefillin (o filacterias) y mezuzah.

Imagen
phylactery

Muchacho portando una filacteria

Tomando literalmente el mandamiento, los judíos inscribían ciertos pasajes de las Escrituras, incluyendo Deuteronomio 6:4-9, sobre pequeños trozos de pergamino; los doblaban y los ponían en pequeñas caji-tas de cuero de unos tres centímetros por lado. Estas cajas eran sujetas a la cabeza para que quedaran sobre la frente, o sobre el bíceps del brazo izquierdo, simbolizando así que el portador “cumpliría la ley con su mente y su corazón” (Fallows, Bible Encyclopedia, s. v. “phylactery”, 3:1344). Algunos israelitas apóstatas posteriormente consideraron a las filacterias como si fueran solamente amuletos que tenían por finalidad mantener alejados a los espíritus malignos. De ahí que los griegos las llamaran filacterias, vocablo que significa “salvaguardias”.

La mezuzah (vocablo hebreo que significa “marco de la puerta”) era similar al tefillin, siendo que consistía en un trozo de pergamino con un pasaje de escritura, trozo que enrollado era puesto en una pequeña caja cilindrica. La mezuzah se sujetaba al marco de la puerta y llegó a ser costumbre que los judíos la 205 tocaran o besaran cada vez que entraban en la casa.

Las palabras simbólicas del mandamiento enseñan un hermoso principio. El marco de la puerta simboliza los portales a través de los cuales el hombre pasa para relacionarse con sus semejantes. Cuando una persona sale o entra en la casa, su deseo consciente debería ser hacer la voluntad de Dios.

(19-13) Deuteronomio 6:10-15

Moisés enseñó elocuentemente tanto aquí como en Deuteronomio 8:11-20 la triste verdad de que los hombres se olvidan de Dios en tiempos de paz y prosperidad. Mormón también enseñó esta verdad en Helamán 12:1-7.

(19-14) Deuteronomio 6:13, 16; 8:3. Jesús usó la sabiduría y los consejos de Moisés para desviar la tentación

El élder Marión G. Romney enseñó lo siguiente: “Su completo conocimiento de las Escrituras es manifiesto por el hecho de que repetidamente las citaba. Cuando el diablo lo tentó para que convirtiese las piedras en pan, El respondió, mencionando un pasaje de Deuteronomio: ‘no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová’ (Mateo 4:4; Dt. 8:3). Al ser desafiado por el tentador a arrojarse desde la cúspide del templo, respondió citando del mismo libro: ‘Escrito está, no tentarás al Señor tu Dios’ (Mateo 4:7; véase Deuteronomio 6:16). Por tercera vez citó Deuteronomio (6:13) cuando Satanás le ofreció los reinos del mundo, diciendo: ‘Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás’ (Mateo 4:10).” (Jesús Christ, Maris Great Exemplar, Brigham Young University Speeches of the Year, Provo, Utah, 9 de mayo de 1967, pág. 9.)

(19-15) Deuteronomio 7:1-5. ¿Por qué el Señor mandó que los israelitas destruyesen totalmente a los cananeos?

Los héteos, heveos y jebuseos eran descendientes directos de Canaán, hijo de Cam, y por lo tanto eran cananeos. Los gergeseos, los amorreos y los fereseos también eran habitantes de Canaán. (Cananeo también se refiere a todo aquel que vivía en la tierra de Canaán, sin entrar a considerar la raza.) Indudablemente, estos grupos se habían mezclado mediante casamientos entre unos y otros, y para la época en la que Israel se acercó a la tierra prometida, estos cananeos habían llegado a ser un pueblo extremadamente inicuo e idólatra. Cuando el Señor le dijo a Abraham que su simiente heredaría la tierra de Canaán, también le dijo que Israel primero sería llevado cautivo a Egipto y que no había llegado a su colmo la maldad del amorreo (Génesis 15:16). Ahora, varios cientos de años más tarde, los amorreos habían alcanzado aquel nivel de iniquidad.

Ciertos hechos son tan malos y destructivos para el orden de la sociedad que la única forma de reparación es la muerte de los culpables (véase Exodo 21:12-17). A Nefi se le dijo que la muerte de Labán era justificada porque su maldad amenazaba la existencia espiritual de toda una nación futura. El Señor comenzó su explicación de ese principio diciendo: “He aquí que el Señor destruye a los malvados para que se cumplan sus justos designios”. (1 Nefi 4:13.)

Del mismo modo, la naturaleza de la maldad de la cual los cananeos eran culpables era tan contagiosa, tan contaminante, que haber mostrado misericordia y permitirles sobrevivir habría significado la caída espiritual de Israel. Y la historia posterior muestra que esto es exactamente lo que sucedió cuando Israel dejó de seguir estas instrucciones. Moisés advirtió a Israel en contra de la tentación de pensar que había heredado la tierra prometida por causa de una rectitud excepcional por parte del pueblo. “No por tu justicia, ni por la rectitud de tu corazón entras a poseer la tierra de ellos, sino por la impiedad de estas naciones Jehová tu Dios las arroja de delante de ti.” (Deuteronomio 9:5; véase también 1 Nefi 17:32-38.)

No se mandó a Israel tratar en esta forma a todos sus enemigos. Un comentarista explica la razón por la que los cananeos eran diferentes: “El segundo mandamiento prohibe las imágenes grabadas como objetos de adoración; requiere la destrucción de toda forma de adoración de ese tipo: ‘No te inclinarás a sus dioses, ni los servirás, ni harás como ellos hacen; antes los destruirás del todo, y quebrarás totalmente sus estatuas’ (Exodo 23:24). En Deuteronomio 12:1-14 el contraste es bien claro: la obediencia significa por un lado destruir todos los lugares de adoración idólatra y, por otro, llevar ofrendas a Dios en la manera prescripta y en los lugares indicados. El mandamiento de destruir los lugares de idolatría e imágenes es reiterado en Deuteronomio 7:5; 16:21-22; Números 33:52 y Exodo 34:14. Pero en ciertos casos la destrucción de las imágenes grabadas requirió también la destrucción del pueblo que adoraba a esas imágenes (Dt. 7:1-5); no solamente se prohiben los convenios con los cananeos, sino los casamientos también. Los cananeos fueron ‘dedicados’, apartados, o ‘santificados’ a muerte por orden de Dios. Este es un punto importante que necesita nuestra atención. La ley específicamente prohibía represalias contra los egipcios o cualquier otro extranjero; en lugar de venganza, los israelitas debían recordar su opresión en Egipto como medio de mayor dedicación a la justicia para todos bajo la ley de Dios (Lv. 19:33-37). Habiendo sufrido injusticia por manos extranjeras, debían tener cuidado de evitar ser instrumentos de injusticia como los egipcios. Egipto buscó exterminar a todos los hebreos (Ex. 1:15-22), pero a Israel se le mandaba ser justo con todos los egipcios de acuerdo con su obediencia o desobediencia a la ley. Pero todos los cananeos fueron “condenados” o “apartados” a muerte. No se trataba de hostilidad hacia Israel sino hacia la ley de Dios. Egipto era enemigo de Dios, como Canaán, pero la iniquidad de Canaán había llegado al colmo ante la vista de Dios. La prostitución y la homosexualidad habían llegado a ser prácticas religiosas al punto en que la gente se sentía orgullosa de su depravación. Su iniquidad había rebasado los límites, era total. Consecuentemente, Dios los sentenció a muerte e hizo que Israel fuera el verdugo…Los cananeos en su totalidad merecían la muerte; la paciencia de Dios les había concedido algunos siglos de vida desde Abraham hasta la época de Josué, época en que su juicio fue puesto en ejecución. El fracaso de Israel en llevar a cabo esta ejecución se tornó finalmente en su propia condenación.” (Rushdoony, Institutes of Biblical Law, págs. 92-93.)

Nefi dijo acerca de los cananeos: “El que es justo es favorecido de Dios. Pero he aquí, los de este pueblo habían rechazado toda palabra de Dios y se habían madurado en la iniquidad”. (1 Nefi 17:35.)

(19-16) Deuteronomio 7:7-26

Según Moisés, de todos los pueblos de la tierra Israel fue el escogido del Señor porque El amaba a Israel y “quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres” (refiriéndose a los padres de ellos) (vers. 8). Muchas bendiciones fueron prometidas a quienes guardaran sus convenios con el Señor. Moisés instruyó al pueblo que los ídolos de otras naciones debían ser quemados enteramente y ni los ídolos mismos ni los preciosos metales de los cuales estaban hechos debían ser llevados a la casa de los israelitas (véase vers. 25-26).

(19-17) Deuteronomio 8:4. ¿Qué quiso decir Moisés al expresar “Tu vestido nunca se envejeció”?

Las palabras usadas por Moisés afirman que los vestidos de los israelitas no envejecieron porque Dios les dio milagrosa durabilidad. Algunos antiguos rabinos y teólogos cristianos interpretaron este pasaje como indicador de que la ropa de la generación más joven creció sobre ellos como la concha sobre el caracol. Sin embargo, Israel disponía de medios, limitados sí, para fabricar ciertos artículos de vestimenta.

Imagen
wilderness wanderings

GOSEN

DESIERTO DE SUR

DESIERTO DE PARAN

EL NEGUEV

Horma

Ramesés

Cades-barnea

SINAI

Ezión-geber

Hebrón

Salida de Egipto - Peregrinaje por el desierto

(19-18) Deuteronomio 9:22; 10:6-7. ¿Dónde se encuentran los lugares mencionados en estos versículos?

Solamente Cades-barnea puede ser localizada con cierto grado de certeza (véase el mapa). Es probable que los otros lugares mencionados hayan estado en el desierto de Sur y en el de Parán, hacia el sur. Por lo menos dos o tres de ellos tal vez no hayan sido más que algún oasis en el desierto de Sinaí. Si fuera posible localizar estos lugares, los eruditos sabrían precisamente cuál fue la ruta que siguió Israel en su peregrinación.

(19-19) Deuteronomio 10:12-22

Aquí tenemos otro ejemplo de un hermoso concepto de la ley mosaica. Cualquier cristiano o Santo de los Ultimos Días podría emplear provechosamente estos versículos como credo. (En cuanto al significado de la frase “circuncida, pues, el prepucio de vuestro corazón” —vers. 16— véase el encabezamiento 5-17.)

(19-20) Deuteronomio 11:10-17

El Señor destacó algunas diferencias entre la tierra de Egipto y la de Canaán. ¿Cuáles son estas diferencias? (Véase encabezamiento 19-15.)

(19-21) Deuteronomio 11:14. ¿Qué significa la lluvia temprana y tardía?

“Por lluvia temprana debemos entender la que caía en Judea en noviembre, cuando se acababa de sembrar, y esta lluvia servía para humedecer el suelo y prepararlo para el brote de la semilla. La lluvia tardía caía en abril, cuando el grano ya estaba crecido y servía para llenar las espigas y tornarlas hinchadas y perfectas…Si la lluvia temprana no se producía, o no venía en estación, no había grano lleno en las espigas, y, consecuentemente, no había cosecha. ¡Cuán importante, entonces, era la lluvia en la estación debida! Dios, prometiendo esto si eran obedientes y amenazando retener la lluvia si eran desobedientes, muestra que no es la casualidad lo que dirige estas cosas, sino que la misma lluvia del cielo cae por instrucción particular y que esta lluvia a menudo es regulada por una providencia especial.” (Clarke, Bible Commentary, 7:770.)

(19-22) Deuteronomio 11:18-32

Moisés señaló a Israel que los hijos no estaban al tanto de todo lo que Dios había hecho por sus padres mientras anduvieron errantes por el desierto (véase vers. 2). Dio instrucciones específicas en cuanto a enseñar a los hijos (véase vers. 18-19) y les prometió ciertas bendiciones si obedecían estas instrucciones.

(19-23) Deuteronomio 11:26-32. ¿Cuál es la importancia del Monte Ebal y del Monte Gerizim?

Moisés expuso ante Israel una maldición y una bendición. Para representarlas, eligió dos de los cerros más prominentes del centro de Canaán, como una especie de ayuda visual. El Monte Gerizim fue apartado para ser el monte de la bendición y el Monte Ebal el monte de la maldición.

“Los dos montes mencionados fueron elegidos, sin duda, porque estaban uno frente al otro y se elevaba cada uno a unos 850 metros sobre el nivel del mar, en el centro del territorio, no solamente de este a oeste sino también de norte a sur. Ebal se levanta sobre el lado norte y Gerizim en el sur. Entre ambos está Siquem, llamada Nabulus en la actualidad. Se levanta en un valle algo elevado, fértil, atractivo y bien irrigado por varios manantiales, y va desde el sudeste hasta el noroeste, desde las faldas del Gerizim hasta Ebal, y tiene un ancho de unos 500 metros. La bendición sería pronunciada sobre el Gerizim y la maldición sobre el Ebal.” (Keil y Delitzsch, Commentary, 1:3:349-50.)

(19-24) Deuteronomio 13

Un problema muy difícil para los israelitas no iniciados en las sendas del Señor era discernir entre los verdaderos profetas y los falsos. Estos versículos los aconsejaban en cuanto a este dilema. ¿Por qué el Señor mandó que un profeta falso o engañador fuese muerto? (véase vers. 6-11). Instrucciones similares se habían dado con relación a aquellas ciudades cuyos habitantes se habían desviado (véase vers. 15). (Para informarse en cuanto a una prueba adicional para diferenciar entre los profetas verdaderos y los falsos, véase Deuteronomio 18:18-22.)

Nuevamente se hace referencia a cualquier cosa sacrificada a los ídolos, llamándola “anatema”, o cosa apartada para representar ídolos o usada en la adoración de los mismos. Los israelitas debían evitar los anatemas (véase Josué 7, donde encontramos el relato de un incidente en el cual no se hizo caso a esta restricción e indica los problemas resultantes).

(19-25) Deuteronomio 13:6-10. “Ni tu ojo le compadecerá”

Para obtener una explicación del porqué se prohibía tener piedad de los idólatras, véase el encabezamiento 20-9.

(19-26) Este punto no se aplica.

(19-27) Deuteronomio 16:1-17. ¿Qué propósito cumplían las celebraciones y festividades?

Las celebraciones de Navidad y la Pascua ayudan a los creyentes en Jesucristo a recordar ciertos grandes acontecimientos en la historia cristiana. Las festividades que el Señor mandó celebrar a Israel cumplían un propósito semejante. Moisés una vez más hizo recordar al pueblo en cuanto a la necesidad solemne de observar estas festividades en la forma y en la época que el Señor había mandado.

“Desde las épocas más tempranas el año judío se perpetuó mediante grandes festividades: las ‘fiestas de Jehová’. Algunas eran fijadas para que coincidieran con los cambios de estación haciendo recordar al pueblo la constante bendición de Dios para con ellos y proporcionándoles la oportunidad de dar gracias por lo que recibían. Otras conmemoraban los grandes acontecimientos de la historia de Israel, ocasiones en las que en una forma inequívoca Dios había intervenido para librar a su pueblo. Todas eran ocasiones de gozo pleno por los buenos dones de Dios, y al mismo tiempo de recogimiento sobrio para buscar perdón y ser purificados.

“Nunca fueron establecidas para ser observadas por mera formalidad y como un rito vacío. Los profetas expresaron palabras duras para quienes habían reducido las festividades a ese nivel. El propósito de ellas era espiritual: una reunión grande y gloriosa de Dios con su pueblo.” (Alexander y Alexander, Eerdmans’ Handbook to the Bible, pág. 180.)

RESUMEN ANALITICO

(19-28) Como preludio de su llamado a Israel a que se comprometiera a vivir las leyes de Dios, a fin de llegar a ser un pueblo santo y realmente del convenio, Moisés profetizó en cuanto al esparcimiento y congregación final de Israel. ¿Están relacionados entre sí estos dos conceptos? ¿Tiene alguna relación con el esparcimiento y con la congregación de Israel el hecho de vivir las leyes de Dios? Lea lo que el élder Bruce R. McConkie ha dicho en cuanto a la congregación de Israel en nuestra época y luego conteste las preguntas que encontrará a continuación de la cita.

“Bien, si quienes hemos sido recogidos otra vez en el rebaño de Israel vamos a desempeñar la parte que nos ha sido asignada en el eterno programa del Señor, con relación a su pueblo, debemos saber que algunas de las cosas relativas al recogimiento de Isarel ya han pasado, algunas están sucediendo en el presente y otras hay que son futuras. No debemos luchar durante un cuarto de siglo o más para darnos cuenta, tal como hicieron los santos del Nuevo Testamento en una situación análoga, de qué parte debemos desempeñar en el establecimiento de Sión.

“El recogimiento de Israel y el establecimiento de Sión en los últimos días están divididos en tres períodos o fases. La primera ha pasado ya; ahora estamos en la segunda fase, y la tercera está en el porvenir. Las profecías hablan de las tres. Si no dividimos adecuadamente la palabra de Dios, según la expresión de Pablo, enfrentaremos confusión e incertidumbre. Si, por otra parte, correctamente apreciamos nuestro papel y sabemos qué es lo que hay que hacer hoy día, podremos emplear nuestro tiempo, talentos y medios de la mejor manera para ayudar en el establecimiento del reino y para preparar un pueblo que esté listo para la segunda venida del Hijo del Hombre.

“Las tres fases de esta gran obra de los últimos días son las siguientes:

“Fase I —Desde la Primera Visión, el establecimiento del reino el 6 de abril de 1830 y la venida de Moisés el 3 de abril de 1836, hasta el seguro establecimiento de la Iglesia en los Estados Unidos y Canadá, un período de unos 125 años.

“Fase II —Desde la creación de estacas de Sión en países de ultramar, comenzando en la década de 1950, hasta la segunda venida del Hijo del Hombre, un período no conocido.

“Fase III —Desde la segunda venida de nuestro Señor hasta que el reino sea perfeccionado y el conocimiento de Dios cubra la tierra como las aguas cubren el mar, y desde entonces hasta el fin del Milenio, un período de 1000 años…

“Muchas cosas ya han sido restauradas y muchas más están por ser restauradas. Israel ha sido recogido en parte, pero en muchos sentidos la mayor parte del recogimiento de Israel está por delante. Los cimientos de Sión han sido establecidos, pero la ciudad prometida de Santidad todavía tiene que ser construida. Hemos cumplido algunas de las cosas programadas para que se lleven a cabo en esta dispensación; ahora estamos comprometidos a hacer aquellas cosas reservadas para nuestro tiempo; y hay muchas que nuestros hijos y nietos y todos los que edificarán sobre el cimiento que ahora estamos poniendo tendrán que llevar a cabo.” (”Come: Let Israel Build Zion”, Ensign, mayo de 1977, págs. 115-16.)

  1. ¿Cuál fue la causa del esparcimiento de Israel en primer lugar? (Véase Deuteronomio 4:25.)

  2. ¿Qué tenemos que hacer para que el Señor perdone a Israel y permita su congregación otra vez? (Véase 4:29-30.)

  3. Nos hallamos en la segunda fase del cumplimiento moderno de la profecía de Moisés respecto a que Israel sería congregado, y nos acercamos rápidamente a la tercera etapa. ¿Qué condiciones, cree usted, son necesarias para que Israel moderno edifique la Sión de los últimos días?

  4. El élder McConkie dijo: “Todos nosotros podemos edificar Sión en nuestra propia vida siendo puros de corazón”. (”Come: Let Israel Build Zion”, Ensign, mayo de 1977, pág. 118.) ¿Cuál es el consejo de Moisés a Israel con respecto al corazón? (Véase Deuteronomio 4:9, 29, 39; 5:29; 6:5-6; 8:2, 14; 10:12-16; 11:13-18; 13:3.)