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Capítulo 9: 2 Nefi 9–10


Capítulo 9

2 Nefi 9–10

Introducción

Todos conocemos a alguien que ha fallecido. Debemos sentirnos agradecidos de que el conocimiento del plan del Evangelio del Padre Celestial nos ofrece paz en medio de mucha tristeza. Jacob, el profeta del Libro de Mormón, al describir lo que le pasaría a nuestro cuerpo y a nuestro espíritu si no hubiese habido Expiación, enseñó acerca de las grandes bendiciones de la Expiación. Jacob testificó de la grandeza de Dios, quien preparó el camino para que seamos salvos. Describió la forma en que el Salvador con ternura consuela a Israel, aboga por él y lo redime. Al aceptar y cumplir los mandamientos del Señor, nos hacemos merecedores de recibir Sus bendiciones prometidas. Considere la influencia y las bendiciones de la Expiación en su propia vida.

Comentario

2 Nefi 9:1–3. Regocijarse por siempre en la Expiación

  • El élder Jeffrey R. Holland, del Quórum de los Doce Apóstoles, explicó que Cristo y Su expiación deben ser la causa central de nuestro regocijo:

    “El testimonio de Jacob fue que ‘el Dios Fuerte’ siempre liberaría a ‘su pueblo del convenio’ y que el Dios Fuerte es, según Sus propias palabras divinas, el Señor Jesucristo, el ‘Salvador y… Redentor, el Fuerte de Jacob’.

    “Jacob reflexionó sobre estas enseñanzas —especialmente las que contienen los escritos de Isaías— para que el público de aquel periodo, y también los futuros lectores, supieran ‘de los convenios del Señor que ha concertado con toda la casa de Israel’, dando a los padres de cada generación motivo para ‘regocija[rse]’ y ‘levant[ar sus] cabezas para siempre, a causa de las bendiciones que el Señor Dios conferirá a todos [sus] hijos’.

    “En el centro mismo de ese convenio se encuentra el motivo de tal regocijo: el sacrificio expiatorio de ese ‘Dios Fuerte’ que es el Salvador y Redentor del mundo” (Christ and the New Covenant, 1997, págs. 66–67).

2 Nefi 9:5–6. La Expiación es una parte fundamental del misericordioso plan

  • La Primera Presidencia y el Quórum de los Doce Apóstoles declararon al mundo cuán fundamental es la función del Salvador y Su influencia para toda la humanidad:

    “Manifestamos nuestro testimonio de la realidad de Su vida incomparable y de la virtud infinita de Su gran sacrificio expiatorio. Ninguna otra persona ha ejercido una influencia tan profunda sobre todos los que han vivido y los que aún vivirán sobre la tierra.

    “Él fue el Gran Jehová del Antiguo Testamento y el Mesías del Nuevo Testamento…

    “Instituyó la Santa Cena como recordatorio de Su gran sacrificio expiatorio. Fue arrestado y condenado por acusaciones falsas, se le declaró culpable para satisfacer a la multitud y se le sentenció a morir en la cruz del Calvario. Él dio Su vida para expiar los pecados de todo el género humano. La Suya fue una gran dádiva vicaria en favor de todos los que habitarían la tierra.

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    La Crucifixión

    Harry Anderson, © IRI

    Testificamos solemnemente que Su vida, que es fundamental para toda la historia de la humanidad, no comenzó en Belén ni concluyó en el Calvario. Él fue el Primogénito del Padre, el Hijo Unigénito en la carne, el Redentor del mundo” (“El Cristo Viviente: El Testimonio de los Apóstoles”, Liahona, abril de 2000, págs. 2–3).

  • El presidente James E. Faust (1920–2007), de la Primera Presidencia, declaró la importancia de que entendamos el poder de la Expiación:

    “Nuestra salvación depende de creer en la Expiación y de aceptarla; dicha aceptación requiere un esfuerzo continuo por comprenderla más plenamente. La Expiación hace avanzar nuestro curso terrenal de aprendizaje al hacer posible que nuestra naturaleza llegue a ser perfecta…

    “…Cualquier aumento de nuestra comprensión de Su sacrificio expiatorio nos acerca más a Él. Literalmente, la palabra Expiación significa ‘ser uno’ con Él. La naturaleza de la Expiación y sus efectos son tan infinitos, tan incomprensibles y tan profundos, que escapan a nuestro conocimiento y comprensión de hombres terrenales…

    “Anhelamos la bendición máxima de la Expiación: el ser uno con Él, estar en Su divina presencia, ser llamados por nuestro nombre cuando nos dé la bienvenida a casa con una radiante sonrisa, haciéndonos señas con los brazos abiertos para circundarnos en Su infinito amor. ¡Cuán gloriosa y sublime será esa experiencia si podemos sentirnos lo bastante dignos para estar en Su presencia! El don gratuito de su gran sacrificio expiatorio es la única forma de poder recibir la exaltación para estar ante Él y verle cara a cara. El sobrecogedor mensaje de la Expiación es el amor perfecto que el Salvador tiene por cada uno de nosotros. Se trata de un amor lleno de misericordia, paciencia, gracia, equidad, longanimidad y, por encima de todo, perdón” (Liahona, enero de 2002, págs. 19, 22).

2 Nefi 9:7. La Expiación infinita

  • El élder Russell M. Nelson, del Quórum de los Doce Apóstoles, explicó que la Expiación es infinita en varios sentidos:

    “Su expiación es infinita: no tiene fin. También es infinita en el sentido de que todo el género humano se salvará de la muerte sin fin, y es infinita en el sentido del intenso sufrimiento del Salvador. Es infinita en el tiempo, ya que da fin al prototipo anterior del sacrificio animal. Es infinita en lo que abarca, porque se hizo una sola vez por todos. Y la misericordia de la Expiación se extiende no sólo a una cantidad infinita de personas, sino también a un número infinito de mundos creados por Él. Es infinita más allá de cualquier escala de dimensión humana y de comprensión mortal.

    “Jesucristo fue el único que podía ofrecer esa Expiación infinita, dado que había nacido de madre mortal y de Padre inmortal. Debido a ese nacimiento singular, Jesucristo era un ser infinito” (véase Liahona, enero de 1997, págs. 38–39).

2 Nefi 9:10. “Oh cuán grande es la bondad de nuestro Dios”

  • El presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008) expresó gratitud por la función del Salvador en el cumplimiento de la Expiación: “Demos gracias a Dios por la maravilla y grandeza de Su plan eterno. Agradezcamos y glorifiquemos a Su Amado Hijo, quien, con indescriptible agonía, dio Su vida en la cruz del Calvario para pagar la deuda del pecado mortal. Él es el que, mediante Su sacrificio expiatorio, rompió las cadenas de la muerte y con el poder propio de los dioses se levantó triunfante de la tumba. Él es nuestro Redentor, el Redentor de la humanidad, el Salvador del mundo, el Hijo de Dios, el autor de nuestra salvación” (Liahona, abril de 1985, pág. 50).

2 Nefi 9:15–16. “Los que son inmundos serán inmundos todavía”

  • El élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce Apóstoles, habló sobre el Juicio Final y la condición de pureza que debemos lograr:

    “Muchos pasajes de la Biblia y de las Escrituras modernas hablan de un juicio final en el que todas las personas serán recompensadas según sus hechos u obras y los deseos de su corazón. Pero otros pasajes se extienden sobre el tema aludiendo a que seremos juzgados según la condición que hayamos logrado.

    “El profeta Nefi describe el juicio final en términos de lo que hemos llegado a ser: ‘Y si sus obras han sido inmundicia, por fuerza ellos son inmundos; y si son inmundos, por fuerza ellos no pueden morar en el reino de Dios’ (1 Nefi 15:33, cursiva agregada). Moroni declara: ‘El que es impuro continuará siendo impuro; y el que es justo continuará siendo justo’ (Mormón 9:14, cursiva agregada; véase también Apocalipsis 22:11–12, 2 Nefi 9:16; Alma 41:13; D. y C. 88:35). Lo mismo ocurriría con ‘egoísta’, o ‘desobediente’ o cualquier atributo personal contrario a los requisitos de Dios. Refiriéndose al ‘estado’ de los malvados en el juicio final, Alma explica que, si somos condenados debido a nuestras palabras, nuestras obras y nuestros pensamientos, ‘no nos hallaremos sin mancha… Y en esta terrible condición no nos atreveremos a mirar a nuestro Dios’ (Alma 12:14)” (véase Liahona, enero de 2001, pág. 40).

  • El presidente Gordon B. Hinckley enseñó este mismo principio, poniendo como ejemplo la pornografía, cuando dijo: “Que el que se encuentre en las garras de este vicio se ponga de rodillas en su habitación y, cerrada la puerta, le implore al Señor que le ayude a librarse de ese monstruo maligno. Si no lo hace, esa depravada mancha continuará existiendo a lo largo de la vida e incluso en la eternidad. Jacob, hermano de Nefi, enseñó: ‘Y acontecerá que cuando todos los hombres hayan pasado de esta primera muerte a vida, de modo que hayan llegado a ser inmortales… aquellos que son justos serán justos todavía, y los que son inmundos serán inmundos todavía…’ (2 Nefi 9:15–16)” (Liahona, enero de 2004, pág. 62).

2 Nefi 9:18. “Han soportado las cruces del mundo”

  • El élder Neal A. Maxwell (1926–2004), del Quórum de los Doce Apóstoles, sugirió un posible significado de la palabra cruces: “¿Cuáles son las ‘cruces del mundo’? No podemos saberlo a ciencia cierta, pero el simbolismo da a entender el cargar una cruz que el mundo nos impone, como lo hizo Jesús; puede que haya perseguidores y también espectadores poco serviciales, y al miembro de la Iglesia se lo aparta (cuando no se lo acosa directamente), mas él no se perturba cuando quienes desean avergonzarlo lo acusan y se burlan de él, ya que no tiene motivo real para sentir vergüenza” (Wherefore, Ye Must Press Forward, 1977, pág. 110).

2 Nefi 9:20. Dios “sabe todas las cosas”

  • En Lectures on Faith [Disertaciones sobre la fe] se enseña por qué es necesario que Dios sea omnisciente: “Sin el conocimiento de todas las cosas, Dios no podría salvar a ninguna de Sus criaturas, ya que es en virtud del conocimiento de todas las cosas que Él tiene, desde el principio hasta el fin, que puede brindar ese entendimiento a Sus hijos, lo cual les permite ser partícipes de la vida eterna; y, si no fuese por el concepto que tienen los hombres de que Dios tiene un conocimiento pleno, sería imposible que ellos ejercitaran fe en Él” (1985, págs. 51–52).

  • El élder Neal A. Maxwell explicó que es preciso que Dios sepa todas las cosas a fin de lograr Su obra de llevar a cabo nuestra inmortalidad y vida eterna:

    “Aquellos que intentan trazarle límites a la omnisciencia de Dios no logran comprender que Él no tiene necesidad de evitar el hastío mediante el aprendizaje de cosas nuevas. Por causa de que el amor de Dios es también perfecto, existe, de hecho, dicha divina en ese ‘giro eterno’ que a nosotros nos parece pura rutina y repetición. Dios experimenta gozo y gloria enormes y constantes al aumentar y hacer avanzar Sus creaciones, y no por causa de nuevas experiencias intelectuales.

    “Existe una gran diferencia, por ende, entre un Dios omnisciente y la noción falsa de que Dios se encuentra en una especie de investigación posdoctoral, todavía en busca de más verdades clave y datos vitales. Si esto último fuera el caso, Dios podría, en cualquier momento dado, descubrir alguna verdad nueva que hasta entonces le resultaba desconocida, la cual podría reestructurar, disminuir o menoscabar las verdades que Él conocía antes. La profecía no sería más que predicción, y las cosas que se dieron por sentado al hacer planes para nuestra redención deberían replantearse. Por fortuna para nosotros, sin embargo, Su plan de salvación se encuentra siempre en marcha y no constantemente en revisión

    “De manera muy real, ¡lo único que debemos saber es que Dios todo lo sabe!” (All These Things Shall Give Thee Experience, 1979, págs. 14-15, 21).

2 Nefi 9:21–24. Todos pueden ser salvos

  • El presidente Brigham Young (1801–1877) habló del alcance de los esfuerzos del Salvador por salvar a la humanidad: “Éste es el plan de salvación. Jesús jamás detendrá Su obra sino hasta que todos lleguen a gozar de un reino en las mansiones de Su Padre, donde hay muchos reinos y muchas glorias, correspondientes a las obras y la fidelidad de todos los hombres que hayan vivido en la tierra. Algunos obedecen la ley celestial y recibirán su gloria, otros cumplen con la terrestre y otros con la telestial” (Discourses of Brigham Young, sel. de John A. Widtsoe, 1954, pág. 56).

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    Bautismo en Nigeria

2 Nefi 9:25–26. Sin ley, no hay castigo

  • El élder James E. Talmage (1862–1933), del Quórum de los Doce Apóstoles, explicó la función del conocimiento en nuestra responsabilidad individual: “Según la definición técnica del pecado, éste consiste en violar la ley, y en este estricto sentido, se lo puede cometer sin querer o en ignorancia. Sin embargo, queda claro, según la doctrina de las Escrituras sobre la responsabilidad humana y la justicia inequívoca de Dios, que el hombre será juzgado por sus transgresiones y por sus obras justas conforme con su capacidad de entender y obedecer la ley. Quien jamás ha conocido una ley superior no queda plenamente sujeto a los requisitos de dicha ley. En el caso de los pecados cometidos sin conocimiento —es decir, de las leyes violadas en ignorancia— se ha hecho una propiciación mediante la Expiación que llegó como consecuencia del sacrificio del Salvador; y los pecadores de este tipo no son condenados, sino que recibirán la oportunidad de aprender y consecuentemente aceptar o rechazar los principios del Evangelio” (Articles of Faith, décimo segunda edición, 1924, pág. 58).

  • El presidente Boyd K. Packer, Presidente del Quórum de los Doce Apóstoles, hizo una aclaración sobre la situación de aquellos que no tienen conocimiento de las leyes de Dios:

    “En el plan también se han tomado precauciones para quienes vivan en la tierra sin conocer el plan. ‘Donde no se ha dado ninguna ley, no hay castigo; y donde no hay castigo, no hay condenación… por motivo de la expiación; porque son librados por el poder de él’ (2 Nefi 9:25).

    “Sin esa sagrada obra de la redención de los muertos, el plan sería incompleto y sería en verdad injusto” (“The Play and the Plan”, charla fogonera del SEI para jóvenes adultos, 7 de mayo de 1995, pág. 4, www.ldsces.org).

  • El élder Jeffrey R. Holland mencionó a algunos de los que no tienen la ley del Evangelio: “En el amplio alcance de la Expiación, se han tomado precauciones generosas para los que mueren sin conocimiento del Evangelio ni la oportunidad de abrazarlo, incluso a los niños que no tienen la edad de responsabilidad, a las personas con discapacidades mentales, a quienes nunca tuvieron contacto con el Evangelio y así sucesivamente” (Christ and the New Covenant, pág. 215).

2 Nefi 9:28
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Dominio de las Escrituras
“Se creen sabios”

  • El presidente Gordon B. Hinckley describió la desventaja de confiar en el intelecto más que en la fe:

    “El intelecto no es la única fuente de conocimiento. Existe una promesa que se ha recibido por la inspiración del Todopoderoso, la cual se expone en las bellas palabras: ‘Dios os dará conocimiento por medio de su Santo Espíritu, sí, por el inefable don del Espíritu Santo’ (D. y C. 121:26).

    “Los humanistas que nos critican, los llamados intelectuales que nos difaman, hablan sólo por ignorancia de las manifestaciones espirituales. No han oído la voz del Espíritu, y no la han oído porque no la han buscado ni se han preparado para ser dignos de ella. Por tanto, al suponer que el conocimiento se obtiene sólo por el razonamiento y las funciones de la mente, niegan el conocimiento que se recibe por medio del poder del Espíritu Santo…

    “No dejen que la sofistería del mundo los atrape, ya que la mayoría de las veces es negativa y muy rara vez da buenos frutos, si es que alguna vez los da. No caigan en la trampa de esas personas astutas cuya autoproclamada misión es degradar lo sagrado, recalcar las flaquezas humanas y corroer la fe, en lugar de inspirar a ser fuertes” (“Be Not Afraid, Only Believe”, charla fogonera del SEI para jóvenes adultos, 9 de septiembre de 2001, pág. 4, www.ldsces.org).

2 Nefi 9:29.
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Dominio de las Escrituras
“Bueno es ser sabio”

  • El presidente Gordon B. Hinckley describió lo bueno que puede venir a raíz de aprender cuanto sea posible: “Ustedes tendrán que hacer frente a los grandes retos del futuro. Están entrando en un mundo extremadamente competitivo; adquieran la mayor educación posible. El Señor nos ha exhortado en lo concerniente a la importancia de la educación; ésta los calificará para mayores oportunidades; los preparará para hacer algo que valga la pena en el gran mundo de oportunidad que yace adelante. Si pueden ir a la universidad y desean hacerlo, háganlo. Si no tienen el deseo de ir a la universidad, vayan entonces a un colegio vocacional o de negocios a fin de mejorar sus habilidades y aumentar su capacidad” (Liahona, julio de 1997, pág. 56).

2 Nefi 9:34. “Ay del embustero”

  • En 2 Nefi 9:34 y en varios pasajes adicionales de las Escrituras se nos enseña la gravedad del pecado de la mentira (véanse Proverbios 6:16–19; D. y C. 63:17–18; 76:98, 103). El presidente James E. Faust (1920–2007) explicó lo que significa decir la verdad:

    “‘Creemos en ser honrados [ Artículos de Fe 1:13]…

    “Todos debemos saber qué significa ser honrados. La honradez es mucho más que no mentir. Significa decir la verdad, hablar la verdad, vivir la verdad y amar la verdad…

    “…La honradez es una brújula de la moral para guiarnos en la vida…

    “La honradez es un principio y nuestra es la obligación moral de determinar cómo aplicaremos ese principio. Tenemos el albedrío para tomar decisiones, pero finalmente se nos hará responsables de cada una de las decisiones que tomemos. Podremos engañar a los otros, pero hay Uno a quien jamás podremos engañar. Del Libro de Mormón aprendemos lo siguiente: ‘El guardián de la puerta es el Santo de Israel; y allí él no emplea ningún sirviente, y no hay otra entrada sino por la puerta; porque él no puede ser engañado, pues su nombre es el Señor Dios’ [2 Nefi 9:41].

    “Hay diferentes niveles en lo que respecta a decir la verdad. Cuando decimos pequeñas mentiras piadosas, gradualmente podemos habituarnos a mentir. Guardar silencio es mejor que engañar. El grado en el que digamos la verdad y nada más que la verdad depende de nuestra conciencia…

    “…Tal como ha dicho el presidente Gordon B. Hinckley: ‘Enséñese la verdad por medio del ejemplo y del precepto: que robar es malo, que hacer trampa es incorrecto, que mentir es una deshonra para el que lo haga’” (véase Liahona, enero de 1997, págs. 45–48).

2 Nefi 9:41. Cristo es el “guardián de la puerta”

  • El presidente James E. Faust habló sobre el valor de saber que un día tendremos que presentarnos ante el Salvador y rendir cuentas de nuestra vida: “Recuerdo un estudio realizado hace algunos años con el fin de determinar qué influencias hacían que los jóvenes siguieran adelante por el sendero estrecho y angosto. Naturalmente, había ciertas influencias críticas, todas ellas importantes, entre las que se incluían la influencia de los padres, de los asesores del sacerdocio y de las Mujeres Jóvenes, de los líderes Scout y de los amigos. Pero me quedé sorprendido al encontrar un denominador común de gran importancia a lo largo del estudio. Se trataba de la creencia de que un día cada uno de nosotros será responsable ante el Señor de sus acciones. Muchos creían que ‘el guardián de la puerta es el Santo de Israel; y allí él no emplea ningún sirviente, y no hay otra entrada sino por la puerta; porque él no puede ser engañado, pues su nombre es el Señor Dios’ [2 Nefi 9:41]. Aquellos que tenían una perspectiva eterna tenían también una porción adicional de fortaleza y de determinación espiritual. El sentir una responsabilidad personal ante el Salvador por nuestras acciones y mayordomías, y el responder por ello, nos proporciona una profunda protección espiritual” (véase “¿Quiénes creen que son?”, Liahona, junio de 2001, pág. 7).

  • El élder Neal A. Maxwell describió un aspecto reconfortante del principio de que el juez final será Jesús mismo y ningún otro: “En 2 Nefi 9:41, al hablar Jacob del camino estrecho y angosto, nos recuerda que ‘el guardián de la puerta es el Santo de Israel’ y que Jesús allí ‘no emplea ningún sirviente’. Se recalca correctamente el hecho de que Jesús ‘no puede ser engañado’. Además, hay otra dimensión de consuelo: no sólo que a fin de cumplir con los propósitos de la justicia divina el juicio final no se delegará, sino que quien mejor puede aplicar la misericordia divina es el que conoce las cosas que sólo Él conoce: los momentos callados de valentía en las vidas de Su rebaño, los actos no publicados de servicio cristiano, los pensamientos jamás pronunciados que no se pueden ‘acreditar’ salvo mediante un juicio perfecto” (For the Power Is in Them…, 1970, pág. 37).

    El élder Maxwell además explicó lo siguiente: “El autodenominado guardián de la puerta es Jesucristo, quien nos espera con un anhelo tan profundo de darnos la bienvenida como de certificarnos; por consiguiente, ‘allí él no emplea ningún sirviente’. (2 Nefi 9:41.) Si lo reconocemos a Él ahora, ¡Él nos reconocerá con amor y gustosamente nos dejará pasar entonces!” (Notwithstanding My Weakness, 1981, pág. 124).

2 Nefi 9:50–51. “Comprad… sin dinero”

  • El élder Bruce R. McConkie (1915–1985), del Quórum de los Doce Apóstoles, explicó lo que quiere decir “comprar sin dinero”: “La salvación está a disposición de todos los hombres, no sólo de unos pocos. La vida eterna no queda reservada sólo para los apóstoles y profetas, para los santos del día de Enoc o para los mártires de la Dispensación Cristiana. ‘Todo el género humano puede salvarse, mediante la obediencia a las leyes y ordenanzas del Evangelio’. (Artículo de Fe N° 3.) Dios no hace acepción de personas; ‘él invita a todos ellos a que vengan a él y participen de su bondad; y a nadie de los que a él vienen desecha, sean negros o blancos, esclavos o libres, varones o mujeres; y se acuerda de los paganos; y todos son iguales ante Dios, tanto los judíos como los gentiles’. (2 Ne. 26:33.) El eterno llamado del Eterno Dios es: ‘Oh los sedientos, ¡Venid a las aguas! Y los que no tienen dinero, ¡venid, comprad y comed! Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche’ (Isa. 55:1), porque ¡‘la salvación es gratuita’! (2 Ne. 2:4)” (Doctrinal New Testament Commentary, tres tomos, 1971–1973, tomo III, págs. 416–417).

2 Nefi 10:3. “Cristo… sería su nombre”

2 Nefi 10:6–8. El esparcimiento y recogimiento se realizan primero de forma espiritual

  • Jacob dejó en claro que lo que llevó al esparcimiento de los judíos fue la iniquidad (véase 2 Nefi 10:6). Del mismo modo, hizo hincapié en el orden del recogimiento, declarando que los judíos serán recogidos “cuando llegue el día en que crean en… Cristo” (versículo 7; cursiva agregada).

    El élder Bruce R. McConkie aclaró las razones por las cuales el esparcimiento y el recogimiento de todas las tribus de Israel son acontecimientos primero espirituales y después físicos:

    “¿Por qué fue esparcido Israel? La respuesta es clara y sencilla; no abriga duda alguna. Nuestros antepasados israelitas fueron esparcidos porque rechazaron el Evangelio, deshonraron el sacerdocio, abandonaron la Iglesia y renunciaron al reino. Fueron esparcidos porque dieron la espalda al Señor, adoraron dioses falsos e imitaron todas las obras de las naciones paganas. Fueron esparcidos porque abandonaron el convenio abrahámico, hollaron bajo sus pies las santas ordenanzas y rechazaron al Señor Jehová, que es el Señor Jesucristo, de quien todos los profetas testificaron. Israel fue esparcido por causa de la apostasía…

    “¿Por tanto, qué supone el recogimiento de Israel? El recogimiento de Israel consiste en creer y aceptar y vivir en armonía con todo lo que el Señor otrora ofreciera a Su antiguo pueblo escogido. Consiste en tener fe en el Señor Jesucristo, en arrepentirse, en bautizarse y en recibir el don del Espíritu Santo y guardar los mandamientos de Dios. Consiste en creer el Evangelio, unirse a la Iglesia y entrar en el reino… Y también puede consistir en congregarse para adorar en un lugar o una tierra señalados” (A New Witness for the Articles of Faith, 1985, pág. 515).

  • El élder Russell M. Nelson recalcó la importancia de la doctrina del recogimiento: “Esta doctrina del recogimiento es una de las enseñanzas importantes de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. El Señor ha dicho: ‘…os doy una señal… que recogeré a mi pueblo de su larga dispersión, oh casa de Israel, y estableceré otra vez entre ellos mi Sión’ [3 Nefi 21:1]. La salida a luz del Libro de Mormón es una señal para el mundo entero de que el Señor ha comenzado a recoger a Israel y a cumplir los convenios que hizo con Abraham, con Isaac y con Jacob [véase Génesis 12:2–3; 26:3–4; 35:11–12]. No sólo enseñamos esta doctrina, sino que tomamos parte en ella. Lo hacemos al ayudar a congregar a los escogidos del Señor en los dos lados del velo” (Liahona, noviembre de 2006, pág. 80).

  • El élder Bruce R. McConkie explicó dónde debe ser el recogimiento de los santos:

    “Las revelaciones dicen que… cuando el Señor venga de nuevo habrá congregaciones del… pueblo del convenio del Señor en toda nación, que hablarán todas las lenguas y estarán entre todos los pueblos…

    “El lugar de recogimiento para los santos mexicanos es México; el de los santos guatemaltecos es Guatemala; el de los santos brasileños es Brasil, y así sucesivamente, a lo largo y lo ancho de la tierra… Toda nación es el lugar de recogimiento para su propia gente” (véase “Conferencia de Área para México y América Central”, 26 de agosto de 1972, pág. 45).

  • Para obtener más información sobre el esparcimiento de Israel, obsérvese el cuadro “Breve historia del esparcimiento de Israel” en el apéndice (página 435). Para obtener más información sobre el recogimiento de Israel, obsérvese el cuadro “El recogimiento de Israel” en el apéndice (página 436).

2 Nefi 10:20–22. Separados de sus hermanos

  • Jacob enseñó que Dios de vez en cuando llevó a varios miembros de la casa de Israel, a quienes él llamó “hermanos” (véase 2 Nefi 10:20–21), a otras partes del mundo. Eran hermanos tanto por linaje como por creencia. El Señor tiene un propósito para todas estas ramas y sabe dónde está cada grupo. El Libro de Mormón habla de por lo menos tres de estas colonias: el grupo de Lehi, los jareditas (que aparecen en el libro de Éter) y los mulekitas (véanse Mosíah 25:2; Helamán 6:10; 8:21). Sin duda hay otros de los que no tenemos conocimiento, como las tribus perdidas del antiguo reino del norte de Israel y posiblemente otros grupos que hayan sido guiados a distintos lugares (véase Jacob 5:20–25).

Para meditar

  • ¿De qué maneras puede ayudar usted en el recogimiento del pueblo del Señor?

  • ¿Por qué es importante que se dé cuenta de que el sacrificio de Jesucristo se aplica a usted individualmente? ¿Qué puede hacer para aumentar su comprensión de la expiación del Señor?

  • ¿Cómo puede saber si su vida agrada al Señor?

  • ¿Por qué cree que era necesario que la Expiación fuera infinita?

Tareas sugeridas

  • Lea 2 Nefi 9:4–7 y piense al respecto, contemplando cómo es que la Expiación nos libera tanto de la muerte física como de la espiritual.

  • En 2 Nefi 10 aparece la descripción de una nación a la que se le hacen grandes promesas, la cual sería levantada en los últimos días. Busque descripciones de esa nación en el capítulo 10.

  • Describa lo que debe suceder antes de que la redención final de la casa de Israel pueda llevarse a efecto, según lo que se describe en 2 Nefi 10.