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Capítulo 32: Alma 40–42


Capítulo 32

Alma 40–42

Introducción

¿Qué les pasa a las personas después de morir? Alma 40–42 se centra en los consejos de Alma a su hijo descarriado Coriantón, quien se preguntaba algo parecido. En su respuesta, Alma enseñó acerca del mundo de los espíritus, el Juicio, la Resurrección, la ley de la restauración y el castigo de los pecadores. Al concluir sus enseñanzas a Coriantón, Alma contestó preguntas sobre cómo sería la vida sin el arrepentimiento, el pecado, la ley y el castigo. Las respuestas de Alma a su hijo nos ayudan asimismo a entender el plan de felicidad y la justicia y misericordia de Dios y cómo afectan nuestro progreso eterno.

Comentario

Alma 40:4–10. “Todo es como un día para Dios”

  • Después de testificar a Coriantón de la realidad de la Resurrección, Alma expresó incertidumbre en cuanto al momento de la resurrección de toda la humanidad. Ese tipo de dudas no inquietaban a Alma, ya que dijo: “…todo es como un día para Dios…” (Alma 40:8). El profeta José Smith (1805–1844) reveló que para Dios “se manifiestan todas las cosas para su gloria, pasadas, presentes y futuras, y están continuamente delante del Señor” (D. y C. 130:7).

    El élder Neal A. Maxwell (1926–2004), del Quórum de los Doce Apóstoles, explicó cómo se hacen las cosas a la manera del Señor:

    “Dios se encontraba en Su redentora labor mucho antes de que empezara el tiempo mortal en esta tierra, y seguirá en Su obra aun después de que ya no exista dicho tiempo mortal (véanse D. y C. 88:110; Alma 40:8)…

    “Misericordiosamente, las cosas se harán ‘a [la] propia manera’ de Dios y no a la nuestra (D. y C. 104:16). Entonces los propósitos de Dios, Su paciencia, Su poder y Su inmenso amor, que ya estaban en funcionamiento mucho antes de que el tiempo fuese, también seguirán en funcionamiento incluso después de que el tiempo deje de ser (véanse D. y C. 84:100; Alma 40:8).

    “Éstas y otras verdades se hallan entre lo que Pablo llamó ‘lo profundo de Dios’ (1 Corintios 2:10)” (A Wonderful Flood of Light, 1990, págs. 50, 58–59).

    El profeta José Smith también dijo que “el gran Jehová contempló todos los acontecimientos relacionados con la tierra, en lo que al plan de salvación concierne, antes que ésta llegara a existir o aun antes de que ‘todas las estrellas del alba’ alabaran con regocijo; lo pasado, lo presente y lo futuro fueron y son, para Él, un eterno ‘hoy’” (History of the Church, tomo IV, pág. 597).

Alma 40:11. Los espíritus de todos los hombres “son llevados de regreso a ese Dios que les dio la vida”

  • Si al morir entramos en el mundo de los espíritus y no en la presencia misma de Dios, ¿qué hemos de entender por las palabras de Alma?

    El presidente Joseph Fielding Smith (1876–1972) explicó que Alma no quiso decir forzosamente que se nos lleve de regreso a la presencia de Dios: “Las palabras de Alma [40:11], a mi modo de ver, no tienen la intención de comunicar la idea de que todos los espíritus regresan a la presencia de Dios para que se les designe un lugar de paz o de castigo y ante Él recibir su sentencia individual. ‘Ser llevados de regreso a Dios’ [compárese con Eclesiastés 12:7] sencillamente quiere decir que su existencia terrenal ha llegado a su fin y que han regresado al mundo de los espíritus, donde se les asigna un lugar según sus obras con los justos o los injustos, para allí esperar que llegue la Resurrección. ‘De regreso a Dios’ es una frase que tiene equivalentes en muchas otras situaciones bien conocidas. Por ejemplo, un hombre pasa un tiempo dado en algún campo misional extranjero, y cuando se lo releva y regresa a Estados Unidos, puede que diga: ‘Es maravilloso estar de nuevo en casa’, por más que su casa quede en alguna parte de Utah o Idaho o del Oeste [del país]” (Answers to Gospel Questions, comp. por Joseph Fielding Smith, hijo, cinco tomos, 1957–1966, tomo II, pág. 85).

    El presidente George Q. Cannon (1827–1901), de la Primera Presidencia, explicó que Alma “no tiene la intención de comunicar la idea de que ellos son llevados de inmediato a la presencia misma de Dios. Él evidentemente emplea esa expresión en sentido restringido” (Gospel Truth: Discourses and Writings of President George Q. Cannon, sel. por Jerreld L. Newquist, 1987, pág. 58).

Alma 40:11–15. El estado del alma entre la muerte y la resurrección

  • La siguiente aclaración nos ayuda a entender la condición de los seres espirituales después de la muerte y antes de su resurrección: “Cuando el cuerpo físico muere, el espíritu continúa viviendo. En el mundo de los espíritus, los espíritus de los justos ‘serán recibidos en un estado de felicidad que se llama paraíso: un estado de descanso, un estado de paz, donde descansarán de todas sus aflicciones, y de todo cuidado y pena’ (Alma 40:12). Un lugar llamado prisión espiritual se reserva para ‘los que [han] muerto en sus pecados, sin el conocimiento de la verdad, o en transgresión por haber rechazado a los profetas’ (D. y C. 138:32). A los espíritus que están encarcelados se les enseña ‘la fe en Dios, el arrepentimiento del pecado, el bautismo vicario para la remisión de los pecados, el don del Espíritu Santo por la imposición de manos, y todos los demás principios del evangelio que les [es] menester conocer’ (D. y C. 138:33–34). Si aceptan los principios del Evangelio, se arrepienten de sus pecados y aceptan las ordenanzas realizadas por ellos en el templo, éstos serán recibidos en el paraíso” (Leales a la fe: Una referencia del Evangelio, 2004, págs. 122–123).

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    La visión del profeta José Smith del reino celestial

    © 1985 Robert Barrett

  • El presidente Brigham Young (1801–1877) nos ayudó a entender mejor la diferencia entre el lugar donde se encuentra el mundo de los espíritus y la morada de Dios: “Cuando dejen ustedes aquí este tabernáculo de barro, ¿a dónde irán? Al mundo de los espíritus. ¿Irán al seno de Abraham? No, a ningún lugar siquiera cerca de allí sino al mundo de los espíritus. ¿Dónde está el mundo de los espíritus? Está aquí mismo. ¿Estarán en el mismo lugar los espíritus buenos y los malos? Sí, así es. ¿Moran en un mismo reino? Sí, así es. ¿Van al sol? No. ¿Van más allá de los límites de la tierra organizada? No. Vienen a esta tierra” (Discourses of Brigham Young, sel. por John A. Widtsoe, 1954, pág. 376).

Alma 40:16–22. La primera resurrección

  • Alma hablaba de la primera resurrección en relación con el tiempo de la tierra. Jesucristo habría de resucitar primero, después de quien prontamente resucitarían los rectos que hubiesen vivido y muerto desde el principio de los tiempos de nuestra tierra mortal hasta la época de la resurrección de Cristo (véanse Alma 40:16, 20; D. y C. 133:54–55). A esta resurrección Alma le llamó la primera resurrección.

  • El presidente Joseph Fielding Smith explicó que la primera resurrección abarca distintos períodos y acontecimientos:

    “Aunque se produjo una resurrección general de los justos en la época en que Cristo se levantó de entre los muertos, es costumbre entre nosotros hablar de la resurrección de los justos con relación a la segunda venida de Cristo y llamarla la primera resurrección. Es la primera para nosotros, pues tenemos poco que pensar o poca preocupación en cuanto a la que ya pasó. El Señor ha prometido que al tiempo de su segundo advenimiento los sepulcros se abrirán y los justos saldrán para reinar con Él en la tierra durante mil años…

    “En ocasión de la [segunda] venida de Cristo… ‘…los que hayan dormido en sus sepulcros saldrán, porque serán abiertos sus sepulcros; y también ellos serán arrebatados para recibirlo en medio del pilar del cielo. Ellos son de Cristo, las primicias, los que descenderán con él primero, y los que se encuentran en la tierra y en sus sepulcros, que son los primeros en ser arrebatados para recibirlo; y todo esto por la voz del son de la trompeta del ángel de Dios’ [D. y C. 88:97–98]. Estos son los justos, ‘aquellos cuyos nombres están escritos en el cielo, donde Dios y Cristo son los jueces de todo. Son hombres justos hechos perfectos mediante Jesús, el mediador del nuevo convenio, que obró esta perfecta expiación derramando su propia sangre’ [D. y C. 76:68–69].

    “Tras este gran acontecimiento, y después de que el Señor y los justos hayan sido levantados para recibirlo y hayan descendido sobre la tierra, ocurrirá otra resurrección. Esta puede ser considerada como parte de la primera, aunque ocurrirá posteriormente. En esta resurrección saldrán aquellos del orden terrestre, los que no fueron dignos de ser arrebatados para recibirlo, pero son dignos de salir a gozar del reinado milenario” (Doctrina de Salvación, comp. de Bruce R. McConkie, tres tomos, 1954–1956, tomo II, págs. 278–279).

  • El élder Bruce R. McConkie (1915–1985), del Quórum de los Doce Apóstoles, dio la siguiente explicación sobre la primera resurrección, también conocida como la resurrección de los justos o la resurrección de vida: “Los que se levantan en la mañana de esta resurrección lo hacen con cuerpos celestiales y heredarán una gloria celestial; éstos son las primicias de Cristo. Los que se levantan en la tarde de esta resurrección, lo hacen con cuerpos terrenales, y por ende, heredarán ese reino; a éstos se los describe como los que son de Cristo a Su venida. Todos los que han resucitado hasta ahora han recibido cuerpos celestiales; los seres terrenales no comienzan a resucitar sino hasta después de la Segunda Venida (D. y C. 76:50–80; 88:95–99)” (Doctrinal New Testament Commentary, tres tomos, 1971–1973, tomo I, pág. 196).

Alma 40:23. “Propia y perfecta forma”

  • El élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce Apóstoles, mencionó el consuelo que se siente al saber que en la Resurrección se corregirán los defectos:

    “¡Qué reconfortante es saber que todos los que hayan tenido alguna desventaja en la vida debido a los defectos de nacimiento, a heridas mortales, a enfermedades o al deterioro natural debido a la edad avanzada resucitarán en ‘su propia y perfecta forma’!…

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    Gente que se levantó de los muertos

    © 2000 Del Parson

    “La seguridad de la resurrección nos da fortaleza y perspectiva para soportar los desafíos de la vida terrenal que enfrenta cada uno de nosotros y de nuestros seres queridos, como por ejemplo, las deficiencias físicas, mentales o emocionales que traemos al momento de nacer o que adquirimos durante la vida terrenal. Gracias a la resurrección, sabemos que esas deficiencias de la vida mortal ¡son solamente temporarias!” (véase Liahona, julio de 2000, págs. 18–19).

  • El presidente Joseph F. Smith (1838–1918) dijo lo siguiente sobre las deformidades en la Resurrección: “Se quitarán las deformidades, se eliminarán los defectos y los hombres y las mujeres lograrán la perfección de su espíritu, la perfección que Dios dispuso en el principio. Él tiene por objeto que los hombres y las mujeres, sus hijos, que nacen para llegar a ser herederos de Dios y coherederos con Jesucristo, sean perfeccionados, tanto física como espiritualmente, obedeciendo la ley por la cual Él ha proporcionado los medios para que llegue esa perfección a todos Sus hijos” (Doctrina del Evangelio, 1978, pág. 32).

Alma 40:26. “Una terrible muerte sobreviene a los inicuos”

  • La siguiente declaración nos ayuda a comprender a qué se refiere la “terrible muerte”: “Las Escrituras a veces hablan de la salvación de la segunda muerte, que es la muerte espiritual final, o sea, el quedar separados de la rectitud y privados de un lugar en uno de los reinos de gloria (véase Alma 12:32; D. y C. 88:24). Esa segunda muerte no ocurre sino hasta el Juicio Final, y la recibirán muy pocos (véase D. y C. 76:31–37). Casi todas las personas que han vivido en la tierra tienen asegurada la salvación de la segunda muerte (véase D. y C. 76:40–45)” (Leales a la fe, pág. 175).

Alma 41. La ley de la restauración

  • Como muchas personas en la actualidad, Coriantón podrá haberse preguntado por qué es importante llevar una vida recta si todos reciben las bendiciones de la resurrección. Alma 41 trata esas inquietudes.

    Para los hijos del Padre Celestial, el resultado de la ley de la restauración depende de su fidelidad en guardar Sus mandamientos, y por ello Alma explicó a Coriantón que uno no puede ser “restaurado del pecado a la felicidad” (Alma 41:10 ). Esto es parecido a la ley de la cosecha: lo que sembremos, eso segaremos (véanse Gálatas 6:7; D. y C. 130:20–21 ). Alma instó a su hijo a “ha[cer] lo bueno sin cesar” a fin de que “se te recompen[se] de nuevo con lo bueno. Porque lo que de ti salga, volverá otra vez a ti, y te será restituido” (Alma 41:14–15).

    Alma además enseñó a su hijo que la ley de la restauración determina que en la Resurrección el cuerpo se restituirá perfectamente: “El alma será restaurada al cuerpo… sí, ni un cabello de la cabeza se perderá…” (Alma 40:23). No obstante, el grado de gloria del cuerpo resucitado depende del grado de fidelidad de cada persona (véase D. y C. 88:28–32).

Alma 41:10.
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Dominio de las Escrituras
“La maldad nunca fue felicidad”

  • El consejo que sigue recalca la importancia de buscar la felicidad viviendo de acuerdo con las normas del Evangelio:

    “Muchas personas intentan encontrar felicidad y satisfacción en actividades que son contrarias a los mandamientos del Señor. Al no reconocer el plan que Dios tiene para ellas, rehúsan la única fuente de felicidad verdadera y se entregan al diablo, quien ‘busca que todos los hombres sean miserables como él’ (2 Nefi 2:27). Con el tiempo, aprenden la verdad que existe en la advertencia de Alma a su hijo Coriantón: ‘La maldad nunca fue felicidad’ (Alma 41:10)…

    “En la búsqueda de la felicidad, recuerda que la única manera de lograr la felicidad verdadera es vivir el Evangelio. Al [esforzarte por] guardar los mandamientos, al orar por fortaleza, al arrepentirte de tus pecados, al participar en actividades recreativas edificantes y al prestar servicio significativo, encontrarás un regocijo interior que será eterno y aprenderás a divertirte dentro de los límites que ha fijado un amoroso Padre Celestial” (Leales a la fe, pág. 93).

Alma 42:1–10. “Un tiempo de probación”

  • El élder L. Tom Perry, del Quórum de los Doce Apóstoles, explicó el propósito de este tiempo de probación que llamamos vida terrenal: “El objetivo principal de nuestra vida en la tierra es permitir que nuestro espíritu, que existía antes que el mundo se creara, se una a un cuerpo para aprovechar la gran oportunidad de esta vida mortal. La fusión de estos dos nos ha dado el privilegio de crecer, desarrollarnos y madurar en una forma que sólo nos es posible cuando el espíritu y el cuerpo están juntos. Con nuestro cuerpo pasamos por ciertas pruebas en este estado de nuestra existencia que llamamos probatorio. Ésta es una época de aprendizaje y de pruebas para demostrar que somos dignos de tener otras oportunidades en la eternidad, y todo esto es parte del divino plan que nuestro Padre tiene para Sus hijos” (véase Liahona, julio de 1989, pág. 16).

  • Mientras servía en calidad de Setenta, el élder Ronald E. Poelman añadió que la vida terrenal es un tiempo para aprender a reconocer los polos opuestos y escoger entre ellos: “El plan de salvación, que nos fue presentado y lo aceptamos en nuestra existencia premortal, incluye un período de probación en la tierra durante el cual experimentamos polos opuestos, tomamos decisiones, aprendemos las consecuencias de esas decisiones y nos preparamos para regresar a la presencia de Dios. El experimentar la adversidad es una parte esencial de ese proceso. Con un conocimiento de esto, decidimos venir a la vida terrenal (véase 2 Nefi 2:11–16)” (véase Liahona, julio de 1989, págs. 28–29).

  • El élder William R. Bradford, de los Setenta, concluyó que el propósito de la vida terrenal es llegar a ser como nuestro Padre que está en los cielos: “Esta vida es un período de probación. Es un don maravilloso de tiempo durante el cual podemos aprender a ser como nuestro Padre Celestial al seguir las enseñanzas de Su Hijo Jesucristo. El sendero por el que nos dirige no es enredado; es sencillo, derecho e iluminado por el Espíritu” (Liahona, julio de 1992, pág. 33).

Alma 42:11–31. Las leyes de la justicia y la misericordia

  • El presidente Boyd K. Packer, Presidente del Quórum de los Doce Apóstoles, explicó que el sacrificio del Salvador permite que se nos extienda misericordia sin violar la ley de la justicia:

    “Cada uno de nosotros vive con algo así como un crédito espiritual. Algún día se cerrará la cuenta, y se demandará el pago del saldo. Por más indiferente que nos resulte ahora, cuando ese día llegue y se haga inminente el cierre de la cuenta, miraremos ansiosamente a nuestro alrededor buscando a alguien, a quien sea, que nos ayude.

    “Y, por la ley eterna, la misericordia no puede ser extendida a menos que exista alguien tan dispuesto como capaz de tomar nuestra deuda, pagar el precio y arreglar los términos de nuestra redención.

    “A menos que haya un mediador, a menos que tengamos un amigo, verdaderamente deberá recaer sobre nosotros el peso total de la justicia, sin atenuantes, sin simpatía. El precio total de cada transgresión, por pequeña o grande que sea, se nos arrancará hasta que hayamos pagado el último cuadrante.

    “Pero sepan esto: La verdad, la gloriosa verdad, proclama que existe un Mediador.

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    Balanza que muestra la justicia

    Justicia

    “‘Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre’ (1 Timoteo 2:5).

    “Mediante Él se puede extender plenamente la misericordia a cada uno de nosotros, sin temor a violar la eterna ley de la justicia.

    “Esta verdad es la raíz misma de la doctrina cristiana…

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    Balanza que muestra la justicia y la misericordia

    Justicia

    Misericordia

    “La misericordia no se extenderá de forma automática. Se hará mediante convenio con Él y de acuerdo con Sus términos, Sus generosos términos, que incluyen, como requisito absolutamente esencial, el bautismo por inmersión para la remisión de los pecados.

    “Toda la humanidad puede ser protegida por la ley de la justicia, y a cada uno de nosotros, de forma individual, se le puede extender la bendición redentora y sanadora de la misericordia” (véase Liahona, octubre de 1977, pág. 43).

  • El élder Neal A. Maxwell compartió la siguiente idea: “La justicia y la misericordia de Dios demostrarán ser tan perfectas que en el juicio final no habrá queja alguna, ni siquiera de aquellos que antes hayan dudado de lo que Dios les había concedido en la vida mortal (véanse 2 Nefi 9:14–15; Alma 5:15–19; 12:3–14; 42:23–26, 30)” (véase Liahona, julio de 2000, pág. 89).

Alma 42:18–30. Remordimiento de conciencia

  • El presidente Boyd K. Packer explicó que el remordimiento de conciencia puede ser valioso:

    “Mi intención hoy es aliviar el dolor de aquellos que sufren del desagradable sentimiento de culpabilidad. Me siento como el médico que comienza su tratamiento diciendo: ‘Bueno, quizás esto habrá de dolerle un poquito…’.

    “Cada uno de nosotros ha experimentado al menos un malestar de conciencia después de cometer errores.

    “Juan dijo: ‘Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros’ [1 Juan 1:8]. Y luego lo expresó con mayor firmeza: ‘Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos [al Señor] mentiroso, y su palabra no está en nosotros’ [1 Juan 1:10].

    “A veces todos nosotros, y muchas veces algunos de nosotros, sufrimos el remordimiento de conciencia a raíz de haber hecho algo malo o de no haber hecho ciertas cosas. Tal sentimiento es para el espíritu lo que el dolor es para el cuerpo…

    “Todos cometemos errores. A veces nos perjudicamos a nosotros mismos y ofendemos seriamente a otros de maneras que no podemos remediar solos. Destrozamos cosas que no podemos reparar por nosotros mismos. Es entonces algo natural que sintamos culpa, humillación y sufrimiento que, por nosotros mismos, no podemos curar. Entonces es cuando el poder sanador de la Expiación nos ayudará.

    “El Señor dijo: ‘…he aquí, yo, Dios, he padecido estas cosas por todos, para que no padezcan, si se arrepienten’ [D. y C. 19:16]” (véase Liahona, julio de 2001, págs. 25–27).

  • El presidente Spencer W. Kimball (1895–1985) habló sobre lo valioso que es tener la conciencia sensible: “¡Cuán maravilloso es que Dios nos haya conferido esta guía sensible, pero a la vez fuerte, que llamamos la conciencia! Alguien ha expresado aptamente que ‘la conciencia es una chispa celestial que Dios ha colocado en cada individuo con objeto de salvar su alma’. Ciertamente es el instrumento que despierta el alma para que esté consciente del pecado; que impulsa a la persona a decidirse a hacer un ajuste, a declararse a sí misma culpable de la transgresión sin atenuar o reducir el error, a estar dispuesta a encarar los hechos, a enfrentarse al problema y pagar los castigos necesarios; y hasta que la persona tome esta determinación mental, no ha empezado a arrepentirse. Sentir pesar es una aproximación, abandonar el error es un principio, pero hasta que la conciencia del individuo se haya agitado lo suficiente para impulsarlo a actuar en el asunto, mientras haya excusas y pretextos, uno difícilmente ha dado los primeros pasos hacia el perdón. Esto es lo que Alma dio a entender cuando declaró a su hijo Coriantón que ‘nadie se salva sino los que verdaderamente se arrepienten’ (Alma 42:24)” (El milagro del perdón, 1977, pág. 152).

Alma 42:23. “La expiación lleva a efecto la resurrección de los muertos”

  • El presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008) testificó del esplendor del sacrificio expiatorio que hizo posible la resurrección:

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    La crucifixión de Cristo

    Paul Gustave Dore

    “La sublime expresión de Su amor llegó con Su muerte, en que dio Su vida como sacrificio por todos los hombres. Esa Expiación, que se llevó a cabo en inconcebible dolor, se convirtió en el acontecimiento más grandioso de la historia, un acto de gracia en el cual el hombre no contribuyó nada, pero que trajo consigo la seguridad de la resurrección para todos aquellos que hayan vivido o que vivirán sobre la tierra.

    “Ningún otro acto en toda la historia humana se le compara; ningún otro suceso jamás ocurrido se le puede igualar. Totalmente libre de egoísmo y con amor incondicional para toda la humanidad, se convirtió en un acto de misericordia sin igual para toda la raza humana.

    “Luego, con la resurrección aquella primera mañana de Pascua vino la triunfal declaración de inmortalidad. Bien lo expresó Pablo: ‘Porque así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados’ (1 Corintios 15:22). El Señor no sólo concedió las bendiciones de la resurrección a todos, sino que abrió el camino a la vida eterna para todos aquellos que observen Sus enseñanzas y mandamientos” (Liahona, enero de 2000, pág. 87).

Para meditar

  • ¿Por qué la maldad nunca puede llevar a la felicidad? ¿Por qué a veces da la impresión de que los inicuos son felices?

  • ¿Qué debemos hacer para que la expiación del Salvador se aplique a nosotros?

  • ¿De qué manera le favorece a usted el funcionamiento de la ley de la justicia?

  • ¿De qué manera le favorece a usted el funcionamiento de la ley de la misericordia?

Tareas sugeridas

  • Prepare y, de ser posible, presente un discurso corto sobre el mundo de los espíritus empleando por lo menos dos pasajes de Alma 40–42.

  • ¿Qué enseñó Alma a su hijo Coriantón sobre la resurrección?

  • Escriba una breve definición o explicación de cada uno de los siguientes elementos: la ley de la restauración, la ley de la justicia, la ley de la misericordia.