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Capítulo 39: 3 Nefi 1–7


Capítulo 39

3 Nefi 1–7

Introducción

El presidente Ezra Taft Benson (1899–1994) señaló que “el registro de la historia nefita justo antes de la visita del Salvador revela muchos aspectos similares a nuestros días en que anticipamos Su segunda venida” (véase Liahona, julio de 1987, pág. 2). Sólo quienes tenían testimonios fuertes y estaban plenamente convertidos pudieron mantenerse firmes antes de que el Salvador apareciera en América. Sucede lo mismo en nuestros días: sólo quienes tengan testimonios fuertes y estén plenamente convertidos podrán mantenerse firmes antes de la segunda venida del Señor. Un estudio concienzudo de 3 Nefi 1–7 le ayudará a entender de qué forma su testimonio de Jesucristo y su conversión al Evangelio le brindarán la fuerza sustentadora que necesitará para mantenerse fiel al Salvador en la difícil época en que vivimos.

Comentario

Puede tener valor instructivo hacer una comparación de la longitud de los libros del Libro de Mormón y las épocas que abarcan. Obsérvese el cuadro “Páginas y épocas del Libro de Mormón” en el apéndice (página 431).

3 Nefi 1. El cumplimiento de la profecía

  • Nefi oró al Señor con poder cuando enemigos amenazaron matar a todos los que creían en las señales predichas por Samuel el lamanita. Respondiendo a su oración, el Señor dijo a Nefi que no temiera, puesto que las señales del nacimiento de Cristo se cumplirían esa misma noche. Los anales documentan de forma detenida el cumplimiento de todas las profecías de Samuel (véase el cuadro en el comentario de Helamán 14, en la página 293).

3 Nefi 1:1. Los sistemas de calendario nefitas

  • A lo largo del Libro de Mormón, los nefitas utilizaron tres puntos de referencia distintos para calcular el tiempo en sus calendarios:

    Punto de referencia

    Cuándo se usó

    Sección de Escrituras

    Desde que Lehi salió de Jerusalén

    600–92 a.C.

    1 Nefi 1–Mosíah 29

    Desde que el gobierno pasó de los reyes a los jueces

    92 a.C.1 d.C.

    Mosíah 29–3 Nefi 1

    Desde que se dio la señal del nacimiento de Jesucristo

    1–421 d.C.

    3 Nefi 1–Moroni 10

    Nota: La señal se dio al nacer Jesús, pero no se empezó a utilizar ese punto de referencia sino hasta 9 d.C.

3 Nefi 1:29. Tenemos que protegernos para que no nos desvíen

  • El versículo 29 de 3 Nefi 1 sirve para mostrar que basta con que pase una generación para que sobrevenga la apostasía. Leemos el triste relato de los hijos de padres fieles que fueron descarriados por “mentiras y… palabras aduladoras, [para] unirse a esos ladrones de Gadiantón”.

    El presidente Henry B. Eyring, de la Primera Presidencia, enseñó: “Los jóvenes de la Iglesia… tienen el futuro en sus manos. La Iglesia siempre ha estado a una generación de desaparecer. Si se perdiera una generación entera, cosa que no sucederá, perderíamos a toda la Iglesia. Pero cuando se pierde así sea una sola persona en lo referente al evangelio de Jesucristo, se cierran las puertas a generaciones de sus descendientes, a menos que el Señor los busque para traer a algunos de regreso” (“We Must Raise Our Sights”, Conferencia del Sistema Educativo de la Iglesia acerca del Libro de Mormón, 14 de agosto de 2001, pág. 1; véase LDS.org bajo gospel library/additional addresses/CES addresses).

  • El presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008) dio consejos a la juventud de nuestra época sobre cómo evitar ser desviados de la verdad:

    “A nuestros jóvenes, la magnífica juventud de esta generación, les digo: sean verídicos; permanezcan fieles; defiendan con firmeza lo que saben que es correcto.

    “Ustedes se enfrentan con una tremenda tentación, la cual llega a ustedes en los salones de entretenimiento popular, en internet, en las películas, en la televisión, en la literatura barata y en otras formas sutiles, que excitan y que son difíciles de resistir. La presión de los amigos puede ser casi abrumadora; pero, mis queridos y jóvenes amigos, no deben ceder; deben ser fuertes; tienen que mirar hacia lo que tiene más valor para ustedes en el futuro en vez de sucumbir a la actual tentación seductiva…

    “…Ustedes son la mejor generación que hayamos tenido; conocen el Evangelio mejor; son más fieles en sus deberes; son más fuertes para enfrentarse a las tentaciones que aparecen en su camino. Vivan de acuerdo con sus normas; pidan en oración la guía y la protección del Señor. Él nunca los dejará solos; los consolará, los sostendrá, los bendecirá y los magnificará y hará que la recompensa para ustedes sea grata y hermosa; y descubrirán que su ejemplo atraerá a otros que sacarán valor de la fortaleza de ustedes” (Liahona, noviembre de 2003, págs. 83–84).

3 Nefi 2:1–2. Empezaron a no creer en las señales que se habían dado

  • Inmediatamente después de que se dieron las señales del nacimiento de Cristo, Satanás hizo circular mentiras para endurecer los corazones del pueblo (véase 3 Nefi 1:22). Aunque no hubo consecuencias inmediatas, no pasó mucho tiempo hasta que muchas personas empezaron “a endurecer sus corazones, y a cegar sus mentes, y a no creer todo lo que habían visto y oído” (3 Nefi 2:1).

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    La estrella del nacimiento de Cristo

    Jerry Thompson, © IRI

    El élder Neal A. Maxwell (1926–2004), del Quórum de los Doce Apóstoles, enseñó que también nosotros podemos volvernos vulnerables a los ataques de Satanás en contra de nuestras creencias: “¡Cuán rápido se moviliza [Satanás], incluso contra las personas que han tenido experiencias espirituales especiales, procurando hacer que quienes han visto señales ya ‘no cre[an] todo lo que habían visto y oído’! (3 Nefi 2:1–2.) El adversario tiene mayores probabilidades de convencernos de que lo que creemos es una tontería si nos preocupa quedar como tontos frente al prójimo” (Things As They Really Are, 1978, pág. 41).

    ¿Qué lección deberían aprender los creyentes sobre las señales y la salvación? (véase D. y C. 63:8–12). Las señales provienen de la fe, y son un producto de ella. Fortalecen a los fieles, y generan fe en aquellos que sean receptivos espiritualmente, pero el propósito principal de las señales no es producir fe sino premiarla (véase D. y C. 68:9–11). Las señales no obligan a nadie a tener fe. Lamentablemente, es común, tanto en las Escrituras como en el mundo actual, ver que quienes no tienen fe no hacen caso de las muy maravillosas señales y de las pruebas del poder de Dios, o emplean el raciocinio para restarles importancia.

3 Nefi 2:1–4. ¿Por qué a veces los inicuos ven señales?

  • En las Escrituras, podemos vislumbrar algunas razones por las que el Señor de vez en cuando muestra señales a los inicuos:

    Para reivindicar a los profetas. La señal que Nefi, hijo de Helamán, dio a la gente respecto a la muerte del juez superior demostró que Nefi tenía razón (véase Mosíah 20:21).

    Para dejar a los inicuos sin excusas. A partir de ese momento, los malvados son totalmente responsables de sus acciones. El Señor ha declarado: “Y aquel que buscare señales verá señales, mas no para salvación” (D. y C. 63:7).

    Para mostrar la precisión de las palabras de los profetas. Dado que los inicuos buscan demostrar que el profeta se equivoca, el Señor de tanto en tanto muestra señales indiscutibles (véase Helamán 9:2–4).

    Para condenar a los malvados. Cuando los inicuos ven señales, es por la ira del Señor y para condenación de ellos (véase D. y C. 63:11). El Salvador declaró: “…La generación mala y adúltera demanda señal…” (Mateo 12:39).

3 Nefi 3–4. Preparación física y espiritual

  • Es fácil ver las huellas de Satanás en las palabras de Giddiani (3 Nefi 3:1–10) cuando se valió de la lisonja (versículo 2), fingió preocupación (versículo 5) e hizo promesas falsas (versículos 7–8) para lograr sus malvados designios. Cuán parecidas a las promesas del diablo eran las de Giddiani, que prometía libertad cuando lo único que podía ofrecer era el cautiverio, y prometía compartir bienes que ni siquiera le pertenecían (véase el versículo 7).

    Laconeo de inmediato volcó su atención al pueblo. Sabía que era necesario que estuviesen física y espiritualmente preparados para el ataque inminente de los ladrones de Giddiani. Hizo que su pueblo edificara buenas fortificaciones (versículo 14) y que juntara a sus animales y reuniera a sus familias (versículo 13) en un solo lugar: la tierra de Zarahemla (versículos 22–23). También hizo que construyeran armas y armaduras (versículo 26) y que recogieran provisiones para siete años (3 Nefi 4:4). Laconeo dio instrucciones a su pueblo de dejar “asoladas” las tierras desiertas para que los ladrones no pudiesen encontrar alimentos (versículos 3–4).

    Lo más importante fue que Laconeo hizo que su pueblo se preparara espiritualmente. Les recordó la seguridad que hay en el arrepentimiento (3 Nefi 3:15). El pueblo se arrepintió y elevó poderosas oraciones al Señor (versículo 25; 4:8). Así se prepararon con prudencia, tanto en lo físico como en lo espiritual, para el ataque inminente de sus enemigos.

  • En esta época, se nos ha pedido que nos preparemos física y espiritualmente para las calamidades inminentes. El élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce Apóstoles, enseñó lo que debemos hacer a fin de prepararnos para los acontecimientos previos a la venida del Salvador:

    “¿Qué tal si el día de Su venida fuese mañana? Si supiéramos que mañana nos encontraremos con el Señor, ya fuese por medio de nuestra muerte prematura o de Su inesperada venida, ¿qué haríamos hoy? ¿Qué confesiones haríamos? ¿Qué dejaríamos de hacer? ¿Qué problemas o desacuerdos solucionaríamos? ¿A quién perdonaríamos? ¿De qué cosas testificaríamos?

    “Si entonces haríamos esas cosas, ¿por qué no hacerlas ahora? ¿Por qué no procurar la paz mientras se la puede alcanzar? Si las lámparas de nuestra preparación están casi vacías, empecemos de inmediato a llenarlas.

    “Tenemos que hacer preparativos tanto temporales como espirituales para los acontecimientos profetizados para la Segunda Venida; y la preparación que es más probable que descuidemos es la menos visible y la más difícil: la espiritual…

    “¿Seguimos el mandamiento del Señor de ‘permane[cer] en lugares santos y no se[r] movidos, hasta que venga el día del Señor; porque he aquí, viene pronto’ (D. y C. 87:8)? ¿Cuáles son esos ‘lugares santos’? Por cierto incluyen el templo y sus convenios fielmente guardados; ciertamente incluyen el hogar donde se atesora a los hijos y se respeta a los padres; sin duda los lugares santos incluyen los puestos de deberes asignados por la autoridad del sacerdocio, incluso las misiones y los llamamientos que se cumplen fielmente en las ramas, los barrios y las estacas” (véase Liahona, mayo de 2004, págs. 9–10).

3 Nefi 4:10. La fe en Dios se sobrepone al miedo

  • Los nefitas se prepararon tanto física como espiritualmente para encarar a los ladrones de Giddiani. En un último acto de sumisión al Señor, que fue malinterpretado por sus enemigos, los nefitas cayeron al suelo y clamaron al Señor. Luego se pusieron de pie y se enfrentaron a los enemigos con fe en Dios. (Véase 3 Nefi 4:8–10.) Nosotros de igual manera podemos enfrentar a nuestros enemigos y reemplazar nuestros temores con fe en Dios.

    El élder M. Russell Ballard, del Quórum de los Doce Apóstoles, escribió acerca de la fe que se necesita para enfrentar los retos de nuestros días: “Prepararnos a nosotros mismos y a nuestras familias para el desafío de los años por venir requerirá que se reemplace el miedo con la fe. Debemos estar en condiciones de vencer el temor hacia los enemigos que se nos oponen y nos amenazan. El Señor ha dicho: ‘…no temáis, rebañito; haced lo bueno; aunque se combinen en contra de vosotros la tierra y el infierno, pues si estáis edificados sobre mi roca, no pueden prevalecer’ (D. y C. 6:34)” (véase Liahona, noviembre de 1989, pág. 34).

3 Nefi 5:1–3. La fe conduce al arrepentimiento y a toda buena obra

  • Mientras servía en calidad de Setenta, el élder John H. Groberg habló sobre la relación de la fe con el arrepentimiento:

    “Si reflexionamos sobre esto, nos damos cuenta de que el primer principio —fe en el Señor Jesucristo— sirve de fundamento para todo lo demás; es decir, se requiere la fe en Cristo para arrepentirnos o ser bautizados o para efectuar cualquiera otra ordenanza del Evangelio. Jesús hizo posible el arrepentimiento para salvación, y dio significado al bautismo. Si tenemos fe en Él, nos arrepentiremos y nos bautizaremos.

    “Si no nos arrepentimos o rehusamos ser bautizados o si no estamos dispuestos a obedecer Sus mandamientos, es porque no tenemos suficiente fe en Él. Es por eso que el arrepentimiento, el bautismo y todos los demás principios y ordenanzas no están aislados, sino que en realidad son extensiones de nuestra fe en Cristo. Sin fe en Él, es poco lo que hacemos de valor eterno. Con fe en Él, nuestras vidas se concentran en hacer cosas de valor eterno” (véase Liahona, enero de 1994, pág. 29).

3 Nefi 5:13. “Discípulo de Jesucristo”

  • Mormón se describió a sí mismo como discípulo de Cristo. El presidente Joseph Fielding Smith (1876–1972) explicó la naturaleza del llamamiento de Mormón: “Si bien en todos los casos a los doce nefitas se les llama discípulos, el hecho es que habían recibido autoridad divina para ser testigos especiales de Cristo entre su propio pueblo. Por lo tanto, eran prácticamente apóstoles para la nación nefita, aunque su jurisdicción, como le fue revelado a Nefi, al final estuviese sujeta a la autoridad y jurisdicción de Pedro y los doce escogidos en Palestina” (Answers to Gospel Questions, comp. de Joseph Fielding Smith, hijo, cinco tomos, 1957–1966, tomo I, pág. 122).

    Aunque el llamamiento personal que recibió Mormón fue el de ser apóstol, el término discípulo puede también tener una definición más amplia. Un discípulo es asimismo un “seguidor de Jesucristo que vive de acuerdo con sus enseñanzas (D. y C. 41:5)” (Guía para el Estudio de las Escrituras, “Discípulo”).

    El élder L. Tom Perry, del Quórum de los Doce Apóstoles, enseñó además:

    “Lo siguiente se ha escrito sobre el discipulado:

    “‘La palabra discípulo viene del latín… [y significa] aprendiz. Un discípulo de Cristo es aquel que está aprendiendo a ser como Él, aprendiendo a pensar, sentir y proceder igual que Él. Ser un discípulo verdadero y cumplir con esta labor de aprendizaje constituye el más exigente sistema que conozca el hombre. Ninguna otra disciplina se le compara… en requisitos y recompensas, pues requiere una transformación total de la persona desde el estado de hombre natural hacia el de santo, uno que ama al Señor y le sirve con todo su corazón, alma, mente y fuerza’ (Chauncey C. Riddle, ‘Becoming a Disciple’, Ensign, septiembre de 1978, pág. 81)” (véase Liahona, enero de 2001, pág. 73).

    Es posible que aquí Mormón, además de estar hablando acerca del discipulado, esté expresando que su autoridad no es sólo la de un discípulo sino la de un apóstol del Señor Jesucristo.

3 Nefi 5:22–26. El significado del recogimiento de los últimos días

  • El élder Dallin H. Oaks explicó qué significa el recogimiento y qué propósito tiene:

    “Otra señal de los tiempos es el recogimiento de los fieles (véase D. y C. 133:4). En los primeros años de esta última dispensación, el recogimiento en Sión comprendía varios lugares de los Estados Unidos: en Kirtland, en Misuri, en Nauvoo y en la cima de las montañas. Aquellos recogimientos siempre giraron en torno a futuros templos.

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    Caravana de pioneros en carromato

    Cortesía de los Archivos de la Iglesia

    “Con la creación de estacas y la construcción de templos en muchas naciones con un número considerable de miembros, el mandamiento actual no es de congregarse en un lugar sino en las estacas de nuestros propios países. Allí, los fieles pueden disfrutar todas las bendiciones de la eternidad en una casa del Señor. Allí, en su tierra natal, pueden obedecer el mandamiento del Señor de ensanchar las fronteras de Su pueblo y fortalecer las estacas de Sión (véase D. y C. 101:21; 133:9, 14). De esa forma, las estacas de Sión son ‘para defensa y para refugio contra la tempestad y contra la ira, cuando sea derramada sin mezcla sobre toda la tierra’ (D. y C. 115:6)” (Liahona, mayo de 2004, pág. 8).

3 Nefi 6:12. La paz y la prosperidad pueden conducir al orgullo

  • En los años que precedieron inmediatamente al ministerio en persona del Salvador entre los nefitas, el pueblo gozó de un breve tiempo de prosperidad. Lamentablemente, este éxito temporal llevó al “orgullo y la jactancia, por razón de sus sumamente grandes riquezas” (3 Nefi 6:10).

    El presidente Henry B. Eyring nos advirtió de estos peligros en la actualidad: “Un poco de prosperidad y paz, o incluso el cambio más leve de superación, puede darnos sentimientos de autosuficiencia. Rápidamente podemos sentir que tenemos control de nuestra vida, que la superación es resultado de nuestros esfuerzos y no de un Dios que se comunica con nosotros a través de la voz quieta y apacible del Espíritu. El orgullo ocasiona un ruido interior que nos impide escuchar la serena voz del Espíritu. Y muy pronto, en nuestra vanidad, no nos esforzamos siquiera por escucharla. De pronto llegamos a pensar que no la necesitamos” (véase Liahona, enero de 2001, pág. 17).

  • En la historia del Libro de Mormón, el pueblo varias veces pasó por un ciclo de rectitud, prosperidad, riquezas, orgullo, iniquidad, destrucción, humildad y otra vez rectitud. Para obtener más información al respecto y ver un diagrama que representa el ciclo del orgullo, obsérvese “El ciclo de rectitud e iniquidad” en el apéndice (página 434).

3 Nefi 6:12–13. Nosotros determinamos cómo reaccionamos ante las circunstancias

  • El registro indica que “algunos se ensalzaban en el orgullo, y otros eran sumamente humildes” (3 Nefi 6:13). Cada uno debe decidir adónde ha de acudir. El élder Marvin J. Ashton (1915–1994), del Quórum de los Doce Apóstoles, enseñó este principio: “Indudablemente, uno de los privilegios que Dios nos ha otorgado es el derecho de escoger cuál será nuestra actitud frente a cualquier circunstancia. Podemos permitir que los acontecimientos que nos rodean determinen nuestras acciones, o podemos controlar y dirigir personalmente nuestra vida, utilizando como normas los principios de la religión pura, la cual es aprender y poner en práctica el evangelio de Jesucristo. Nada será jamás de verdadero beneficio para nosotros mientras no lo incorporemos en nuestra vida” (véase Liahona, enero de 1983, pág. 120).

3 Nefi 6:15–18. Satanás los tentó a rebelarse a sabiendas contra Dios

  • Satanás, que se rebeló contra Dios en nuestra existencia preterrenal (véanse Moisés 4:3; D. y C. 29:36; 76:25), procura incitar la rebelión entre los santos de Dios. El peligro de participar intencionalmente en el pecado radica en la voz que optamos por seguir. El rey Benjamín dio esta advertencia:

    “Y ahora bien, os digo, hermanos míos, que después de haber sabido y de haber sido instruidos en todas estas cosas, si transgredís y obráis contra lo que se ha hablado…

    “os digo que el hombre que esto hace, ése se declara en rebelión manifiesta contra Dios; por tanto, prefiere obedecer al mal espíritu y se convierte en enemigo de toda rectitud; por tanto, el Señor no tiene lugar en él, porque no habita en templos impuros” (Mosíah 2:36–37).

  • En relación a esto, el élder Neal A. Maxwell señaló: “No hay duda de que nos debería hacer recapacitar más de lo que actualmente lo hace el pensar en la forma tan indiferente en que a veces le damos a [Satanás], quien no pudo controlar su propio ego en el mundo preterrenal, tremendo control de nuestros egos aquí. Con frecuencia permitimos ahora que el adversario haga indirectamente lo que en aquel entonces rehusamos dejarle hacer directamente” (We Will Prove Them Herewith, 1982, pág. 45).

  • El élder M. Russell Ballard dio explicaciones adicionales sobre lo peligroso que es hacer caso a las tentaciones de Satanás:

    “En el mundo preterrenal, antes de que saliéramos de la presencia del Padre Celestial, Él nos previno y nos advirtió con respecto a lo que enfrentaríamos en la vida terrenal. Sabíamos que íbamos a tener un cuerpo físico de carne y huesos. Como nunca antes habíamos sido mortales, no teníamos idea de cómo hacer frente a las tentaciones de la vida mortal. Pero nuestro Padre Celestial, que lo sabía y lo comprendía, nos encomendó que dominásemos nuestro cuerpo mortal, sujetándolo al imperio del espíritu. Nuestro espíritu tendría que vencer las tentaciones que sobrevendrían a nuestro cuerpo físico en el mundo temporal. El poder espiritual para vencer la influencia de Satanás lo adquirimos al guardar los mandamientos de nuestro Señor Jesucristo…

    “Satanás procurará tentarnos en las ocasiones en que pueda explotar nuestras debilidades o en que pueda destruir nuestros puntos fuertes. Pero el placer que él promete no es más que un engaño fugaz; su intención maligna es llevarnos a pecar, porque sabe que cuando pecamos nos separamos de nuestro Padre Celestial y del Salvador Jesucristo, y comenzamos a alejarnos de las bendiciones que nuestro Padre Celestial nos ha prometido, dirigiendo nuestros pasos a la miseria espiritual y a la angustia en que se encuentran Satanás y los suyos. Cuando pecamos, nos ponemos a merced del poder de Satanás.

    “Ahora bien, mis queridos y jóvenes amigos, comprendo cuánto luchan día tras día por guardar los mandamientos del Señor. La batalla por sus almas es cada vez más encarnizada. El adversario es fuerte y astuto. No obstante, ustedes tienen en su cuerpo físico el espíritu poderoso de un hijo o hija de Dios. Por motivo de que nuestro Padre Celestial les ama y desea que vuelvan a Su lado, les ha dado una conciencia que dice al espíritu de ustedes cuándo están observando los mandamientos del Señor y cuándo no lo están haciendo. Si prestan más atención a su yo espiritual, el cual es eterno, que a su yo mortal, el cual es temporal, siempre resistirán las tentaciones de Satanás y vencerán los malignos esfuerzos de él por atraparles en su poder” (véase Liahona, julio de 1993, pág. 7).

3 Nefi 7:15–26. La fidelidad de Nefi y sus seguidores

  • Un hecho feliz en lo que por otra parte es la triste historia de cómo los nefitas se alejaron de la rectitud es la firme fidelidad de Nefi y su gente. El ejemplo de ellos nos da un modelo que nos puede ayudar a preservar nuestra rectitud en los tiempos de iniquidad. Leemos que Nefi tenía un testimonio firme, producto de sus propias experiencias (véase 3 Nefi 7:15), y que osadamente enseñó “el arrepentimiento y la remisión de los pecados por medio de la fe en el Señor Jesucristo” (versículo 16). Ministró con poder y autoridad porque “grande era su fe en el Señor Jesucristo” (versículo 18), y por su parte los que respondieron a su testimonio recibían la visita del “poder y el Espíritu de Dios” (versículo 21). Aquellos que creyeron fueron sanados (véase el versículo 22), se arrepintieron, fueron bautizados y “recibi[eron] la remisión de sus pecados” (véanse los versículos 24–25).

3 Nefi 7:21–26. La conversión plena

  • El élder Richard G. Scott, del Quórum de los Doce Apóstoles, habló de la diferencia entre quienes están totalmente convertidos y aquellos a los que todavía les falta. Además enseñó que existe una necesidad continua de un ciclo de conversión, el cual aumenta la fidelidad de los verdaderos seguidores de Cristo:

    “Cada uno de nosotros ha observado que algunas personas van por la vida haciendo con constancia lo correcto… Cuando tienen que tomar decisiones difíciles, parece que invariablemente toman las correctas, aun cuando haya opciones tentadoras a su alcance. Sabemos que están expuestas a la tentación, pero se comportan como si éstas no existieran. Asimismo, hemos observado que otras personas no son tan valientes en las decisiones que toman. En un ambiente de gran espiritualidad, toman la resolución de ser mejores… pero sin embargo, pronto vuelven a hacer aquello que habían resuelto abandonar…

    “En ocasiones, la palabra convertido, se emplea para describir el momento en el que una persona sincera decide bautizarse. Sin embargo… la conversión significa mucho más que eso… [E]l presidente Marion G. Romney explicó qué es la conversión:

    “‘Conversión significa volverse de una creencia o de una acción a otra. La conversión es un cambio tanto espiritual como moral. La conversión implica no solamente la aceptación intelectual de Jesús y Sus enseñanzas, sino también una fe motivadora en Él y en Su evangelio; una fe que efectúa una transformación; un cambio real en cuanto a la comprensión que la persona tiene del significado de la vida y de la fidelidad a Dios, en interés, pensamiento y conducta. Para alguien que está realmente convertido, muere el deseo de hacer cosas contrarias al evangelio de Jesucristo, y en su lugar nace el amor a Dios con la firme e imperante determinación de guardar Sus mandamientos’ [en Conference Report, Conferencia de Área de Guatemala, 1977, pág. 8]…

    “Simplemente, la verdadera conversión es el fruto de la fe, el arrepentimiento y la obediencia constante. La fe se recibe al oír la palabra de Dios [véase Romanos 10:17] y responder a ella. Recibirás del Espíritu Santo un testimonio de las cosas que aceptes por medio de la fe, al hacerlas de buena voluntad [véase Éter 12:6]. Recibirás guía para arrepentirte de los errores que cometas como resultado de cosas equivocadas que hayas hecho o de cosas correctas que hayas dejado de hacer. Como consecuencia, tu capacidad para obedecer constantemente se fortalecerá. Ese ciclo de fe, arrepentimiento y obediencia constante te llevará a una conversión aún mayor y a sus correspondientes bendiciones” (véase Liahona, julio de 2002, págs. 26–27).

Para meditar

  • ¿Qué quiere decir ser discípulo de Cristo? (véase 3 Nefi 5:13). ¿Qué le serviría a usted para ser un discípulo más devoto de Jesucristo?

  • La falta de igualdad entre los nefitas se examina en 3 Nefi 6:14. ¿Qué consecuencias tuvo para la Iglesia esa desigualdad? ¿Cuál dijo Mormón que era la causa verdadera de esta iniquidad? (véase el versículo 15). ¿Qué es lo que por lo general sucede cuando las personas empiezan a creerse mejores que los demás? ¿De qué forma respalda esta parte del Libro de Mormón lo que dice en Proverbios 16:18?

  • Se nos ha enseñado la importancia de que las creencias vayan acompañadas de acciones y también lo importante de perseverar con fe. En estos capítulos hay ejemplos positivos y negativos de estos conceptos. ¿Qué ejemplos ha reconocido usted? ¿Qué podemos aprender de ellos? ¿Cuáles tienen una relevancia directa en sus esfuerzos por mantenerse fiel?

Tareas sugeridas

  • En 3 Nefi 1–7 se nos enseña acerca de la importancia del testimonio y la conversión personales. Divida una hoja en dos columnas, y póngales los siguientes encabezamientos:

    1. Actitudes, creencias y acciones que conducen al testimonio y a la conversión personales

    2. Actitudes, creencias y acciones que destruyen el testimonio y la conversión personales

    A continuación repase 3 Nefi 1–7, y enumere en la columna que corresponda las enseñanzas, los acontecimientos, los principios y las doctrinas que descubra. Escriba una breve explicación de lo que aprenda de hacer este ejercicio, y enséñelo como parte de una lección de la noche de hogar.

  • El presidente Ezra Taft Benson enseñó que muchos de los sucesos que ocurrieron justo antes de la primera visita del Salvador al pueblo del Libro de Mormón tienen paralelos con los de Su segunda venida. Basándose en los capítulos de Helamán 14 a 3 Nefi 7, haga una lista de acontecimientos, enseñanzas, doctrinas y principios que usted considere que tienen paralelos en los “últimos días”.

  • Memorice 3 Nefi 5:13. Al recitar estas palabras, piense en formas en que pueda declarar a los demás las palabras del Salvador. Tal vez le convenga empezar sus declaraciones de fe con la frase: “Yo creo que…”.