2021
La decisión de asistir al SOY cambió mi vida y me ayudó a seguir en el camino del Evangelio
Agosto de 2021


Cómo llegué a saberlo

La decisión de asistir al SOY cambió mi vida y me ayudó a seguir en el camino del Evangelio

“El SOY no solamente tiene influencia por una semana sino por toda la vida. Me ayudó a tener la determinación de servirle, de ser diligente y de ser un ejemplo”.

Cuando fui parte de los Hombres Jóvenes, no era muy activo y estaba más enfocado en mi progreso temporal que en mi progreso espiritual. Aún recuerdo las innumerables veces que los hermanos, amigos y líderes me visitaban para que regresara a la Iglesia. En una de esas visitas hubo una invitación especial: asistir a un campamento para jóvenes, llamado SOY, el cual se haría por primera vez en el país. Tenía 13 años para ese entonces. Justamente esa semana tenía compromisos muy importantes con mis estudios; pero a pesar de ello, mi mamá me aconsejó ir al campamento y me dijo que, si lo hacía, las cosas en mis estudios saldrían bien; sus palabras me ayudaron a aceptar la invitación.

Una experiencia única

La experiencia en el SOY fue única e inolvidable. Fue una semana espiritual donde aprendí a cultivar hábitos como leer las Escrituras, orar y buscar al Señor en todo lo que haga. Me impulsaron a seguir el camino que ya conocía. Fue la inyección que necesitaba para fortalecer mi espíritu. Esto fue también gracias a la preparación que tuvieron un par de jóvenes adultos solteros, que fueron mis consejeros durante el campamento. Sentí el amor y la preocupación de ellos por cada uno de los jóvenes en la compañía, lo que me llevó a tener el deseo de algún día llegar a ser un consejero.

Esa experiencia fue la clave para que yo permaneciera más activo y que nunca más me alejara del Evangelio. Pude llegar a comprender que no hay nada más importante que seguir a Jesucristo y que mi futuro sería mucho mejor si lo hacía. Me ayudó a tener la determinación de servirle, de ser diligente y de ser un ejemplo. El SOY no solamente tiene influencia por una semana sino por toda la vida. En ese entonces reafirmé mi meta de ir a la misión y decidí que, al regresar, participaría como consejero y en esa ocasión podría dar la fortaleza que una vez recibí.

Salí a la misión a los 18 años, serví en la Misión Guatemala Quetzaltenango (2016–2018). Al regresar tuve la grata oportunidad de ser consejero y pude sentir la importancia y la gran responsabilidad de guiar y motivar a los jóvenes.

“…entonces, cuando surjan dificultades, tendrán la fortaleza, el valor y la habilidad para elevar a los demás; tendrán el poder y la protección que el Señor promete a quienes permanecen en lugares santos”1.

El SOY es esencial en la vida de cada joven

En estos tiempos tan difíciles, cada joven necesita un apoyo y un ejemplo para ayudarle a permanecer, para ayudarle a ser de buen ánimo y no cansarse de hacer lo bueno continuamente, y que pueda ser el medio para fortalecer a otros jóvenes. También debemos recordar que todo JAS fue alguna vez un hombre o mujer joven y fue fortalecido, y es necesario que hagamos lo mismo por los jóvenes de ahora; “… y tú, una vez vuelto, fortalece a tus hermanos” (Lucas 22:32).

Siempre me he sentido muy agradecido por cada programa inspirado que hay dentro de la Iglesia. De verdad puedo decir que el resto sí viene por añadidura cuando escogemos ser parte y servir al Señor antes que cualquier otra cosa. Si tú deseas ser un consejero, hazlo, podrías ser parte del cambio de ese joven. Y tú, joven, puedes tener ese cambio participando en este increíble campamento.

Aun cuando este año el SOY sea de manera virtual, deben saber que sus espíritus serán elevados, sin importar el medio por el cual se realice. El Señor nos ha bendecido en estos tiempos para que podamos seguirle por medio de la tecnología y, como dice el lema de este año, “Yo iré y hare” y Él ha preparado la vía y esta es la vía. Lo importante es seguirle.

Sé sin ninguna duda que Dios nos ama y que todo es inspirado por Él, y que este programa también forma parte de nuestro progreso espiritual.

Nota

  1. David L. Beck, “Permanecer en terreno más elevado”, Liahona, enero 2013, pág. 50.